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miércoles, 3 de enero de 2018

Los obispos polacos dicen ‘no’ a la comunión de los divorciados vueltos a casar (Carlos Esteban)

(17 Octubre 2017)

Los purpurados rechazan la posibilidad de acceso a la comunión de las parejas que vivan ‘more uxorio’ -en convivencia conyugal plena- sin estar unidas por el sacramento del matrimonio.

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La Conferencia Episcopal Polaca, reunida en plenario en Lublin con la asistencia del nuncio, ha pronunciado un rotundo ‘no’ a la comunión de los divorciados vueltos a casar, leo en la publicación italiana Nuova Bussola Quotidiana.

El tema central de la reunión era, precisamente, debatir el texto con el que definir la aplicación de la exhortación papal Amoris Laetitia a la Iglesia polaca, y aunque el texto definitivo aún no se ha hecho público, la Bussola ha obtenido de una “óptima fuente” las directrices básicas del texto en el que los purpurados rechazan la posibilidad de acceso a la comunión de las parejas que vivan ‘more uxorio’ -en convivencia conyugal plena- sin estar unidas por el sacramento del matrimonio.

Va de suyo que lo mismo se aplica a quienes conviven en iguales condiciones sin estar casados. No puede acceder a la comunión sacramental, ni siquiera a la espiritual, mientras vivan al margen del vínculo indisoluble y fecundo que representa la unión de Cristo con su Iglesia.

El propio Pontífice, tras la publicación de la exhortación, dejó en libertad a los obispos para que interpretaran con discernimiento evangélico la aplicación de la misma a la práctica concreta de sus regiones, lo que parecen haber aprovechado los obispos polacos para decidir la suya, que se reafirma en lo que ha sido práctica constante de la Iglesia durante siglos.

¿Por qué es importante esta noticia? En primer lugar, desmiente (por si hiciera falta) la ‘línea oficial’ desatada contra los críticos de la exhortación y los cardenales firmantes de los Dubia en el sentido de que la ambigüedad del texto rompe la catolicidad, al hacer, en un asunto crucial para tres sacramentos y para el concepto mismo de pecado, que lo lícito sea ilícito y lo ilícito, lícito y permitido según la diócesis en la que se encuentre el fiel.

De hecho, en estas mismas páginas hemos hecho mención a algunas regiones donde la interpretación elegida es la diametralmente opuesta a la decidida por la Conferencia Episcopal Polaca, como es el caso de Alemania.

Pero la decisión de los obispos reunidos en Lublin es no menos crucial en el sentido de que se opone -no hay otra forma de decirlo- a lo que el propio Papa, en carta privada pero publicada por el propio órgano del Vaticano, L’Osservatore Romano, calificó en su día de “única interpretación posible” del texto pontificio.

En efecto, Francisco, en comunicación dirigida al presidente de la Conferencia Episcopal de su país de origen, Argentina, felicita a sus colegas en el episcopado por la aplicación elegida, “única posible” entre las interpretaciones de la exhortación. Y precisamente en las diócesis argentinas se ha decidido permitir, según el discernimiento del sacerdote, la comunión de divorciados vueltos a casar.

El asunto es espinoso. Teniendo en cuenta la carta citada, la decisión de los polacos podría entenderse como un desafío al Pontífice e incluso proporcionar un vago balón de oxígeno a los firmantes de la ‘correctio filialis’.

Pero, por otro lado, el episcopado polaco no hace sino acogerse a la libertad interpretativa abierta por el propio Francisco y casi obligada por la misma ambigüedad de la redacción en los puntos relativos a esta cuestión.


Carlos Esteban