Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
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martes, 23 de noviembre de 2021
martes, 5 de enero de 2021
“Annus horribilis” para la Secretaría de Estado del Vaticano. Pero no ha terminado
Sobre lo que queda de la mítica y omnipotente Secretaría de Estado cayó el golpe de gracia entre Navidad y Año Nuevo, con el “motu proprio” del papa Francisco que le ha quitado la caja fuerte con todo lo que contenía, es decir, buena parte de esos 1.400 millones de euros que el cardenal George Pell – en los pocos meses en los que, al comienzo del pontificado, pudo actuar con el pleno mandato del Papa para hacer limpieza – había rastreado más allá de los balances vaticanos oficiales.
De ahora en adelante, entonces, lo que era el centro máximo de poder de la curia vaticana no dispondrá más ni de dinero ni de inmuebles, que pasan todos a la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), y bajo el control de la Secretaría para la Economía. De la oficina administrativa de la Secretaría de Estado sobreviven solamente la enseña y un par de escritorios, los cuales llevan las pocas cuentas de la caja con dinero para pedir cada vez a quién está a cargo. También el fondo discrecional que está a disposición del Papa no estará más custodiado por la Secretaría de Estado, sino por la APSA.
Respecto a la que ha estado en el apogeo de su historia, entonces, la Secretaría de Estado toca hoy el punto más bajo de la parábola. Pero no ha terminado, porque en los próximos meses su reputación y su poder podrían caer todavía más
*
Fue Pablo VI, en los años ’60 del siglo pasado, quien le confirió el máximo de los poderes a la Secretaría de Estado, de la que él mismo provino y a la que continuó gobernando de hecho.
Y fue Juan Pablo II, en 1979, quien nombró como secretario de Estado a un cardenal de primera magnitud: Agostino Casaroli, el artífice de la Ostpolitik más allá de la Cortina de Hierro, pero también el hombre que en 1984 logró salvar a la Santa Sede y al Instituto para las Obras de Religión (IOR) de la caída del Banco Ambrosiano, con un desembolso “voluntario” de 250 millones de dólares a los bancos acreedores.
A Casaroli lo sucedió en 1991 el cardenal Angelo Sodano y en el 2006 el cardenal Tarcisio Bertone. Con los cuales la autoridad de la Secretaría de Estado se embarcó en una parábola descendente tan marcada que en el cónclave de 2013 Jorge Mario Bergoglio fue elegido con el pedido de su drástica reducción, en el marco de una reforma integral de la Curia.
De hecho, el nuevo Papa comenzó llamando a sí, como sus consejeros en la reforma de la Curia y en el gobierno de la Iglesia universal, a ocho cardenales de los cinco continentes, de los cuales excluyó deliberadamente al secretario de Estado. Y creó una nueva Secretaría para la Economía, dotada de plenos poderes y como prefecto al cardenal Pell, que ya desde el nombre hacía presagiar la sustracción de las actividades financieras a la Secretaría de Estado.
Pero este “incipit” fue rápidamente contrarrestado por los hechos. A los ocho cardenales consejeros el papa Francisco volvió rápidamente a agregar al cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado desde el 31 de agosto del 2013. Y contra la labor de depuración del cardenal Pell y del auditor Libero Milone la contraofensiva fue muy violenta, sobre todo por obra del entonces número dos de la secretaría de Estado, el sustituto Giovanni Angelo Becciu, y por el cardenal presidente de la APSA, Domenico Calcagno, ambos – en esa etapa – en gracia con el Papa, quien inesperadamente se puso de su lado.
El resultado fue que en el 2006 Francisco le quitó a Pell los poderes que le había dado inicialmente y desde allí en adelante dejó de recibir en audiencia a Milone. Al año siguiente el cardenal tuvo que dejar cada uno de sus cargos, para volver a Australia presionado por acusaciones de abuso sexual que al final se reconoció que eran infundadas – pero después de 404 días de prisión –, mientras que Milone fue obligado a renunciar, basándose en la acusación – en realidad ni siquiera sometida a investigación judicial – de haber querido violar, con su análisis de las cuentas, “la vida privada de exponentes de la Santa Sede”.
Rechazado el ataque y protegida de cualquier control, la Secretaría de Estado pudo así continuar con sus negocios y malos negocios, en algunos casos – como en la compra del Instituto Dermopático de la Inmaculada Concepción, un hospital en Roma propiedad de una Orden religiosa y que terminó en la quiebra – con el apoyo financiero de la APSA y de la estadounidense American Papal Foundation, todavía patrocinada en esa época por el cardenal Theodore McCarrick.
Funcionaba la oficina administrativa dirigida por monseñor Alberto Perlasca. Pero siempre bajo la supervisión del cardenal Parolin y bajo el mando del sustituto Becciu, quien a su vez se reunía a diario con el papa Francisco y lo mantenía informado de todo.
Francesco lo sabía y lo aprobaba. Pero en el verano de 2019 el Papa se puso imprevistamente del lado de quienes se oponían a las importantes transacciones financieras en curso en la Secretaría de Estado – donde mientras tanto el venezolano Edgar Peña Parra había sucedido a Becciu, promovido a cardenal, en el rol de sustituto -: la compra de un gran edificio en un prestigioso distrito de Londres, en el no. 60 de Sloane Avenue.
La operación, mal realizada por medio de operadores externos poco confiables, tuvo una pérdida desastrosa, y para remediar la situación la Secretaría de Estado había pedido ayuda al IOR. Donde el papa Francisco tuvo y tiene en roles cruciales a dos hombres nombrados por él y de estricta obediencia: el director general Gian Franco Mammì, en el pasado curador de los clientes del Banco del Vaticano en América Latina y desde entonces cercano a Bergoglio, y el «prelado” Battista Ricca, ex diplomático de carrera llamado a Roma por sus intemperancias homosexuales, pero absuelto públicamente por el papa Francisco, al comienzo de su pontificado, con la famosa frase: “¿Quién soy yo para juzgar?”.
El hecho es que el IOR no solo se negó a socorrer a la Secretaría de Estado con un préstamo, sino que consideró que toda la operación de Londres era incorrecta y presentó una denuncia ante el tribunal del Vaticano, involucrando también a la Autoridad de Inteligencia Financiera, AIF, entonces presidida por el financista suizo René Brüelhart y dirigida por Tommaso Di Ruzza, yerno del ex gobernador del Banco de Italia, Antonio Fazio.
Hoy, a más de un año de distancia, las investigaciones judiciales vaticanas parecen todavía en alta mar y el proceso está lejos de llegar a una conclusión. Mientras tanto Francisco ha emitido una avalancha de condenas, totalmente arbitrarias.
El 1 de octubre de 2019 hizo allanr las oficinas por parte de la gendarmería pontifica y suspendió del servicio al director de la AIF, Di Ruzza, y a cuatro funcionarios de la Secretaría de Estado, entre ellos el ex secretario de Becciu, monseñor Mauro Carlino.
Pocos días después despidió al comandante de la gendarmería, Domenico Giani, para confesar posteriormente, el 26 de noviembre, en el vuelo de regreso de su viaje a Tailandia y Japón, haber ordenado él, el Papa, el allanamiento.
El 18 de noviembre puso en la puerta a Brüelhart y recibió las dimisiones de la AIF de otros dos miembros del consejo directivo, el suizo Marc Odendall y el estadounidense Juan Carlos Zárate, indiferente, el Papa, al hecho que a posteriori de los allanamientos del 1 de octubre el Grupo Egmont – la red de las “inteligencias” de 164 Estados y del que la Santa Sede forma parte – había excluido a la AIF de este circuito por la acontecida violación de informaciones reservadas.
El 20 de enero despidió definitivamente, después de haberlo suspendido, a Di Ruzza, ex director de la AIF.
En febrero del 2020 removió como director de la oficina administrativa de la Secretaría de Estado a monseñor Perlasca, trasladándolo provisoriamente a promotor de justicia adjunto del tribunal supremo de la Signatura Apostólica.
El 30 de abril sacó a Perlasca también de allí, enviándolo a su diócesis de origen, Como, y despidió definitivamente también a otros tres de los suspendidos el 2 de octubre: monseñor Carlino y a los dos laicos, Vincenzo Mauriello y Fabrizio Tirabassi, éste último ex brazo derecho de Perlasca.
El 24 de setiembre, por último, removió a Becciu como prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos y lo despojó nada menos que todos sus “derechos” de cardenal, incluida la participación en un cónclave.
Inútil agregar que esta explosión de condenas emitidas por el papa Francisco, no sólo antes de cualquier proceso, sino también sin ni siquiera formular alguna acusación específica ni asegurar el mínimo derecho a la defensa, estuvo acompañada – en la Secretaría de Estado y entre los mismos golpeados por estas medidas – una guerra de todos contra todos, en particular de Perlasca contra Becciu.
¿Y el cardenal Parolin? cos, visto el desastre en las oficinas del Vaticano bajo su mando.
Que Francisco ya haya tomado nota de esta pérdida de autoridad de Parolin lo prueba al menos un indicio reciente: la destitución del secretario de Estado, por primera vez, de la comisión de cardenales que supervisa el IOR, renovada por el Papa el 21 de septiembre pasado. .
Pero además de esta llamativa expulsión, también cuentan en la mencionada comisión los “nuevos ingresos”, en particular las de tres cardenales privados de cualquier competencia en materia financiera: el polaco Konrad Krajewski, limosnero apostólico, el italiano Giuseppe Petrocchi, arzobispo de Aquila, y el filipino Luis Antonio Gokim Tagle, prefecto de “Propaganda Fide”.
Su llamada a formar parte de la comisión está ligada simplemente al hecho de ser estimados por el papa Francisco.
Así como para Ricca en el IOR, también él para nada familiarizado con las finanzas.
Así como para el arzobispo Nunzio Galantino en la presidencia de la APSA. Seguramente no han sido sus estudios juveniles sobre los teólogos Dietrich Bonhoeffer y Romano Guardini, sino solamene su cercanía al Papa para habilitarlo a ser ante todo el secretario de la Conferencia Episcopal Italiana – que ciertamente no lo lamenta –, ni mucho menos, desde el 2018, para presidir lo que es el Banco central y la caja fuerte de la Santa Sede.
Así como para el cardenal Kevin Farrell a la cabeza del neonato organismo vaticano para las “materias reservadas”, es decir, las operaciones financieras que hay que mantener en secreto. Su promoción no ha derivado ciertamente por haber cohabitado desde el 2002 al 2006 con el entonces arzobispo de Washington, Theodore McCarrick, sin haber tenido jamás “algún motivo para sospechar” algunos de los desórdenes sexuales de su superior, sino por ser un discípulo de Francisco.
Y así como para el obispo argentino Gustavo Óscar Zanchetta, muy amigo de Bergoglio e increíblemente llamado a Roma por el Papa en su rol inédito de “asesor” de la APSA, a pesar de que en su patria haya dado de sí un pésimo ejemplo de administrador de su diócesis y ahora tenga en curso también un proceso por abusos sexuales con seminaristas.
La paradoja es que con tales personajes el papa Francisco ha estado poniendo en movimiento desde hace algunos meses ese proceso de limpieza y reorganización de las finanzas del Vaticano que inicialmente y durante un tiempo había confiado al cardenal Pell, contradiciendo luego sus directrices durante mucho tiempo.
Afortunadamente, hay que destacar que junto a Ricca y Zanchetta también hay personalidades de probada competencia financiera en anteriores puestos de alto nivel, como el secretario de la APSA, Fabio Gasperini, el nuevo presidente de la ASIF (Autoridad de Supervisión e Información Financiera), Carmelo Barbagallo, el presidente del IOR, Jean-Baptiste Douville de Franssu, y el auditor general Alessandro Cassinis Righini.
Pero de Francisco se puede esperar todo y todo lo contrario. Si pasamos de la gestión financiera a una visión más general de la economía, la contradicción también triunfa en él. Se ha visto esto con motivo de la reciente iniciativa pontificia titulada «Economía de Francisco«, en la que el Papa, vistiendo el hábito de su santo homónimo de Asís, propuso al mundo «un pacto para cambiar la economía actual», de hecho, para derrocarla radicalmente sobre la ola de los “movimientos populares”, excepto para inmediatamente después elegir al “Concejo para el Capitalismo Inclusivo” como su socio en la empresa, es decir, a los magnates de la Fundación Ford, Bank of America, British Petroleum, Fundación Rockefeller y similares.
*
Volviendo a la Secretaría de Estado, de ahora en adelante so queda un terreno sobre el que operar: el de la diplomacia.
Donde en estos últimos años ciertamente no ha cosechado ningún éxito, visto el resultado hasta aquí decepcionante del acuerdo secreto firmado en 2018 con Beijing sobre el nombramiento de obispos en China.
Pero sus tribulaciones tampoco han terminado en el ámbito financiero. Le han robado la caja fuerte, pero aún tendrá que responder por las operaciones realizadas hasta el momento.
Y hay una que es particularmente caliente. Se trata de esa enorme masa de dinero que desde la Secretaría de Estado habría partido hacia Australia, antes y durante la dolorosa repatriación del cardenal Pell.
En un principio había salido a la luz el monto transferido por un total de 800 mil euros, luego se cuantificó en casi 2 millones, pero en los últimos días el Australian Transaction Reports and Analisys Center, la agencia que se ocupa de delitos financieros, lo certificó en 2.300 millones de dólares australianos, equivalentes a mil 400 millones de euros, transferidos desde el Vaticano a Australia en los últimos seis años, con más de 47.000 transacciones.
El presidente de la Conferencia Episcopal Australiana, el arzobispo de Brisbane, monseñor Mark Coleridge, al expresar su asombro por “la asombrosa dimensión de las transferencias”, afirmó que los obispos australianos nunca supieron nada de todo esto y mucho menos saben a quién se habria devuelto ese dinero y por qué.
Incluso en el Vaticano, fuentes anónimas manifiestan incredulidad. Pero la Secretaría de Estado no podrá eludir el deber de aclararlo. 2021 será otro año de cardos y espinas.
Sandro Magister
viernes, 16 de octubre de 2020
El Papa Francisco aprieta el acelerador, la peste en el Vaticano y lady Becciu
El tiempo del Papa Francisco ya no puede ser mucho y se nota que se está apretando el acelerador. No podemos ser ingenuos y caer en la trampa del despiste que tan magistralmente intentan utilizar los medios oficiales y oficiosos del Vaticano y sus periferias.
Los problemas financieros y económicos no le importan en absoluto al Papa Francisco y los considera, a lo más, una molestia o un daño colateral, que mejor evitar. Su ‘agenda’ es más amplia y en ello está. El Vaticano se ha alineado totalmente con los nuevos órdenes mundiales, ni tan nuevos, ni tan ordenados, y sabe que queda poco tiempo. Los políticos están aprovechando la epidemia para intentar perpetuarse en el poder, no tanto por lo bien que lo hacen y lo maravillosos que son, sino eliminado al adversario. Esta misma táctica la está utilizando el Papa Francisco. No importa que la realidad sea terca y nos lleva por otro camino, los medios del régimen, los de todos los regímenes, se encargan de maquillarla.
Todo lo que no huele a ‘Francisco’ dentro de la iglesia se intenta destruir o controlar lo más posible. El tiempo se está terminado y hay que luchar para que los procesos iniciados sean irreversibles, en eso estamos. Se intentan colocar obispos ‘amigos’ en las sedes importantes para implantar a la fuerza los nuevos vientos. Las congregaciones romanas se han reducido a ejecutores de represiones aplicando toda la fuerza de la ley, y si es necesario se retuerce, para complicar la vida a todo el que no dobla la cabeza. Nos cuentan que la Congregación del Clero ha puesto sus ojos en la diócesis de Monseñor Dominique Rey, Fréjus – Toulon , muy conocido en Francia por sus posiciones anti masónicas y gran defensor de la vida. Sus obras son referencia en Francia: Le temps du visage, Qui enverrai-je ?, Le Prêtre, Les Mystères du rosaire, Peut-on être chrétien et franc-maçon?, Les Rencontres de Jésus. En el episcopado francés, muy propenso a indecencias sobradamente conocidas, es un referente decente que ha saltado sus fronteras, pues van a por él. Un presunto grupo de curas de su diócesis ha manifestado sus malestares a Roma y Roma (de Roma viene lo que a Roma va) se apresta al ataque. Las acusaciones se centran en ser demasiado acogedor con sacerdotes tradicionales y en un cambio de profesores de su seminario. La visita canónica ya está en marcha, es un caso, uno más, que prueba la mayor.
La epidemia se está cebando de nuevo en el Vaticano. Las noticias no son muy claras, nunca lo son, pero ya se habla de 11 casos en los suizos. La mayoría de los trabajadores son italianos y viven en Italia y por tanto se tiende a no contabilizar los casos como ‘vaticanos’, para no alarmar. Al Papa Francisco se le ve con más frecuencia con la máscara, el cubrebocas, la última audiencia se evitó el contacto con escasos asistentes, alejando el escenario y no bajando las escaleras en ningún momento. Sí saludó a algunos sacerdotes, besó sus manos y les habló de cerca y sin máscara. En Santa Marta se palpa la tensión, los guardias suizos prestan servicios de vigilancia en la puerta del apartamento del Papa Francisco: “Seguimos haciendo todo lo posible para no poner en peligro a nadie. Las investigaciones están en curso. Los guardias han estado en varios lugares pero no puedo dar más información. Nos atenemos a los protocolos ».
El Papa recibió a Pell con mucha fanfarria, con video en Vatican News y grandes titulares en L’Osservatore Romano. Pell, con sus maneras ciertamente no «curiales», se ha ganado muchos enemigos, hay quienes lo comparan con un elefante en una cristalería y quienes lo ven mejor en uniforme de guardabosques. Todo hace pensar que el Papa Francisco quiere poner distancia con los asuntos australianos y con las oscuras financiaciones del Vaticano que terminan en el lejano continente.
Seguimos con las lamentables y divertidas aventuras de la Marogna, la «Lady Becciu», que pretenden despistarnos y que hablemos de ellas y no del verdadero problema de fondo, vieja táctica que da sus resultados. La historia es compleja como solo pueden serlo aquellas de espías pero no estamos en los niveles de 007, ni mucho menos. La mujer despiste es muy utilizada en los escándalos del Vaticano, casos hay y los recordamos muy bien. Lo curioso es que ella es detenida por recibir dineros, muy generosos e injustificados, de la Secretaría de Estado, y los que le mandan estos dineros siguen en la calle. Los rumores de un cambio rápido del amigo Edgar, que autorizó los dineros de la Marogna, se intensifican y parece que se quiere una sustitución exprés que se centre en el sucesor y no en el renunciado. Parolin sigue sin enterarse de nada, hasta es posible que no se entere ni de su sustitución. La solidaridad, pública y publicada, del Gran Maestre del Gran Oriente Democrático, Gioele Magaldi, con la Marogna es otro dato muy sorprendente. Vittorio Feltri, el director de Libero, entra en el tema: «En el Vaticano circula más dinero que en el Banco de Italia, a pesar de la pobreza».
lunes, 5 de octubre de 2020
Cardenal George Pell quiere saber más sobre el dinero de Becciu para Australia
El abogado del cardenal George Pell, Robert Richter, pidió una investigación internacional por medio de autoridades fiscales para rastrear el dinero misterioso que llegó a Australia a través del cardenal opositor Angelo Giovanni Becciu.
El total de la suma fue de 700.000 euros, según informa el 5 de octubre el sitio web Afr.com. El sitio web TheTimes.co.uk afirmó el 4 de octubre que Becciu “robó fondos para sobornar testigos” en el caso contra el cardenal Pell llevado adelante por un desacreditado tribunal.
Becciu negó la acusación: “Niego categóricamente haber interferido de alguna manera en el juicio contra el cardenal Pell”.
viernes, 2 de octubre de 2020
Monseñor Viganò: caos vaticano. La "desmitización del papado" deja el campo abierto al odio teológico de los enemigos de Dios
Mucho se ha escrito en los últimos días sobre otro escándalo del Vaticano, esta vez que involucra al cardenal Becciu, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Frente a acusaciones que aún deben probarse, la respuesta de Jorge Mario Bergoglio parecía dictada más por la furia que por el amor a la verdad, más por un delirio de omnipotencia que por la voluntad de la justicia: en todo caso por un grave despótico abuso de autoridad.
Desde este punto de vista, ahora podemos creer que la privación de la Sagrada Púrpura y la reducción al estado laical se han convertido en ejecuciones sumarias, con un impacto mediático muy fuerte a favor de la imagen de quienes las infligen, más allá de las responsabilidades morales y penales de los condenados. El Sr. McCarrick, acusado de delitos muy graves, fue condenado directamente por el Papa, sin que se hicieran públicos los documentos del juicio y los testimonios sobre él. Con este truco Bergoglio quiso dar una imagen de sí mismo que, sin embargo, contrasta con la realidad de los hechos, ya que su supuesto deseo de "limpiar" el Vaticano no se reconcilia con haberse rodeado de personajes ampliamente comprometidos, empezando por McCarrick: encomendarles asignaciones oficiales y luego expulsarlos tan pronto como salieron a la luz sus escándalos. Y en todos ellos, como bien saben los que asisten a la Curia, ya pesaban serias sospechas, si no pruebas detalladas de culpabilidad.
En confirmación de la instrumentalidad, incluso del pretexto de la acción moralizadora bergogliana, están los casos de personas íntegras y completamente inocentes, que no se han librado de la infamia del descrédito, la exposición mediática, la picota judicial: pensemos sólo en el caso del cardenal Pell, abandonado a sí mismo en un juicio simulado organizado por un tribunal australiano, y para el que la Santa Sede se abstuvo de cualquier intervención que hubiera sido un deber. En otros casos, como el de Zanchetta, Bergoglio se dedicó a la defensa indefinida de su protegido, llegando incluso a acusar de perjurio a las víctimas del Prelado, y luego ascendido a un cargo de alta responsabilidad en la APSA creado específicamente para él. Y hoy Galantino y Zanchetta son de facto los administradores de todo el patrimonio de la Santa Sede y ahora también de la cartera de la Secretaría de Estado. ¿Y personajes impresentables como Bertone y Maradiaga, Peña, Parra y Paglia? Escándalos vivientes ...
Dejemos, pues, a los inocentes y culpables, unidos por los linchamientos ingeniosamente inducidos por quienes querían librarse de ellos o porque se habían mostrado poco proclives a comprometerse, o porque su celo por la causa de Santa Marta los había conducido a una peligrosa tranquilidad en la certeza. de impunidad.
Personas de reflejada honestidad y gran fe como Ettore Gotti Tedeschi o el cardenal Pell, sin olvidar a Eugenio Hasler y los meros ejecutores de Becciu en la Secretaría de Estado, fueron tratados peor que un abusador en serie como Theodore McCarrick o un (presunto) manipulador como Becciu. Y es de creer que la molestia de tener colaboradores honestos e incorruptibles llevó a su expulsión, así como el chantaje de colaboradores inmorales y deshonestos se consideraba una especie de garantía de su lealtad y de su silencio. El tiempo ha demostrado que los hombres honestos han sufrido la injusticia con dignidad sin desacreditar al Vaticano ni a la persona del Papa; hay que creer que del otro lado los corruptos y los viciosos recurrirán a su vez al chantaje contra sus acusadores, como siempre han hecho los cortesanos sin honor.
En este reciente hecho, la constante que se puede ver es la actitud de Santa Marta, que se ha comparado en muchos lugares a la de una junta Sudamericana. En cambio, creo que detrás de este goteo de escándalos que involucran a personalidades prominentes de la Jerarquía y la Curia romanas, está la voluntad deliberada de demoler la Iglesia misma, desacreditarla ante el mundo, comprometer su autoridad y autoridad ante los fieles. La operación que venimos presenciando durante los últimos siete terribles años apunta claramente a la destrucción de la institución católica, a través de la pérdida de credibilidad, el descontento y el disgusto por las acciones y comportamientos indignos de sus miembros; una operación que comenzó con los escándalos sexuales ya bajo los anteriores Pontificados, pero que esta vez ve como protagonista, como actor principal precisamente el que se sienta en el Trono.
La "desmitización del papado" defendida por los progresistas consiste esencialmente en su burla, en su profanación, es decir, en hacerla profana, no sagrada. Y es inaudito y muy grave que esta operación subversiva sea llevada a cabo por quienes sostienen ese papado y visten sus vestiduras, aunque con torpeza. Del mismo modo, la profanación de la Iglesia se lleva a cabo con un método científico por los mismos líderes de la Jerarquía, que se hacen desagradables por el pueblo de Dios y son compadecidos por el mundo, bajo la mirada engreída de los grandes medios de comunicación .
Este modus operandi no es nuevo. Fue adoptado, con menor impacto mediático pero con los mismos objetivos, en vísperas de la Revolución Francesa. Hacer odiosa a la aristocracia; corromper a la nobleza con vicios desconocidos para el pueblo; erradicar el sentido de responsabilidad moral hacia los sujetos; provocar escándalos y fomentar la injusticia hacia los más débiles y los menos favorecidos; esclavizar a la clase dominante a los intereses de sectas y logias: esta fue la premisa, artísticamente creada por la masonería, para despertar el descrédito de la Monarquía y legitimar las revueltas de las masas, preparadas por unos pocos sediciosos a sueldo de las Logias. Y si los nobles no caían en la trampa del vicio y la corrupción, los conspiradores podrían acusarlos de la maldad ajena y condenarlos a la horca bajo la presión del odio cultivado en los rebeldes,
Hoy, después de más de dos siglos de tiranía del pensamiento revolucionario, la Iglesia es víctima del mismo sistema adoptado contra la Monarquía. La aristocracia de la Iglesia es tan corrupta y quizás más que los nobles franceses, y no comprende que este vulnus para su reputación y su autoridad es la premisa necesaria para la guillotina, la masacre, la furia de los rebeldes. Y también al Terror. Dejemos que los moderados lo piensen detenidamente, que crean que un próximo Papa solo un poco menos progresista que Bergoglio puede sedar las almas y salvar al papado y a la Iglesia. Porque el odio teológico a los enemigos de Dios, una vez eliminados los buenos Pastores y destituidos los fieles, no se detendrá ante quienes hoy deploran el presente pontificado pero defienden su matriz conciliar: los conservadores que creen poder distanciarse tanto de tanto los modernistas como los tradicionalistas acabarán como los girondinos.
" Mundamini, qui fertis vasa Domini " dice la Sabiduría (Is 52, 11). La única forma de salir de la crisis de la Iglesia, que es una crisis de fe y moral, es reconocer el desvío del camino correcto, volver sobre el camino recorrido y tomar el camino que Nuestro Señor marcó con Su Sangre: camino del Calvario, de la Cruz, de la Pasión. Cuando los pastores no tengan el olor de las ovejas [ aquí] sino el dulce perfume del Crisma con el que se han hecho semejantes al Sumo y Eterno Sacerdote, volverán a conformarse al modelo divino de Cristo, y con Él sabrán sacrificarse por la gloria de Dios y la salvación de las almas. El divino Pastor hará que no les falte su gracia. Mientras quieran complacer al mundo, el mundo los compensará con sus engaños, sus mentiras, sus vicios más abyectos. La elección, después de todo, es siempre radical: gloria eterna con Cristo o condenación eterna lejos de él.
+ Carlo Maria Viganò, en La Verità 2 de octubre de 2020
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Nota: la traducción del italiano ha sido realizada por el traductor de Google. Tal vez este artículo salga ya traducido, por algún experto traductor, en Adelante la Fe, pero aún no se ha publicado; de modo que esto sería como un adelanto.
domingo, 27 de septiembre de 2020
NOTICIAS VARIAS 26 de Septiembre de 2020
SPECOLA
El estallido surrealista del caso Becciu, el pontificado fallido del Papa Francisco, la curiosa justicia del Vaticano, los tiempos de Dios.
THE WANDERER
El pobre pontífice ha sido traicionado nuevamente... (Marco Tosatti)
ES.TV NEWS
No es asunto suyo: Francisco se desempeña como político de Naciones Unidas
Selección por José Martí
viernes, 25 de septiembre de 2020
El cardenal Giovanni Angelo Becciu dijo el 25 de setiembre al sitio web IlMessagero.it que aceptó el pedido de Francisco de dar un paso al costado “por espíritu de obediencia y por el amor que tengo por la Iglesia y el Papa”, agregando que “soy inocente y lo probaré”.
Becciu reclama el derecho a defenderse. Las acusaciones contra él remiten a una misteriosa inversión del 2014 en una lujosa propiedad en Londres, y a la promoción de intereses comerciales de sus hermanos con dinero de la Iglesia.
La semana pasada el sitio web LaVerita.info informó sobre una posible “estafa” que involucra a otras cuatro propiedades en Londres con elevadas tasas de corretaje.
El sitio web LaNuovaBq.it escribe que Francisco actuó como el líder de una junta sudamericana al deshacerse de Becciu, utilizando métodos que ya aplicó contra Müller, Burke, Comastri, Gänswein y muchos otros.
Para el sitio web LaNuovaBq.it es especialmente preocupante que los expedientes se entreguen a la prensa en orden a la persona. Becciu es llamado “corrupto” sin estar siquiera acusado. “Hay una ejecución pública de la sentencia sin un juicio”, observa LaNuovabq.it.
Otros, como el cardenal Maradiaga, quien está acusado de similares inconductas financieras, todavía disfruta de la protección de Francisco.
martes, 3 de julio de 2018
Neocardenal Becciu pide "obediencia" sin fe
El cardenal Giovanni Angelo Becciu, un ciego seguidor del papa Francisco, elogió a la “vieja guardia” [de oportunistas] en el Vaticano, quien está “obedeciendo inmediatamente”, aunque tiene dificultad para implementar decisiones. Según la doctrina católica, obedecer en temas que se oponen a la fe es pecado.
Al hablar el 27 de junio en The Tablet, una publicación radical que, irónicamente durante décadas, promovió la desobediencia a la fe, Becciu describe el comportamiento de la “vieja guardia” como ésta: “una vez que la reforma se convierte en ley, ellos obedecen”.
Becciu toma este distorsionado concepto de “obediencia” para atacar a los cardenales de las Dubia, quienes por el contrario nunca vociferaron “desobediencia” sino que, por el contrario, plantearon preguntas, con toda humildad, en forma acorde con los procedimientos regulares.
“Les digo a ellos: el Papa que tenemos es solamente éste. Jesucristo nos lo dio, por eso debemos seguirlo”. Nada de esto fue ni siquiera planteado por los cardenales que formularon los Dubia.
Becciu sigue pontificando: “puedo estar en desacuerdo con Francisco en algunas cuestiones, pero no muestro públicamente este desacuerdo”, y agregó: “la desobediencia destruye la estructura eclesial”.
Una vez más: los cardenales de los Dubia no expresaron desacuerdo ni desobediencia frente a Francisco. Humildemente hicieron preguntas que Francisco se ha negado a reconocer hasta el día de hoy.
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