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domingo, 15 de junio de 2014

La vía de los hechos: Una "nueva" religión. Pero de Dios nadie se burla (17 de 17)


NOTA: El índice de las 17 entradas sobre "La vía de los hechos" se ha introducido cuatro años después. Puede accederse a él, directamente, pinchando aquí.


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A modo de hipótesis, todo parece indicar lo siguiente: hoy se pretende sustituir la Religión Revelada en Jesucristo, por otra "religión" puramente humana y racionalista, que todos puedan comprender, en la que cualquier vestigio de sobrenaturalidad habrá desaparecido: una "religión" universal;  y cambiante con los tiempos, a los cuales se irá adecuando. El hombre irá decidiendo, por "consenso", qué es lo que está bien y lo que está mal, en cada momento histórico. Una religión "buenista", utópica y, sobre todo, falsa. No tendríamos por qué extrañarnos cuando digo que estamos en presencia de algo realmente diabólico, en el verdadero sentido de esta palabra, pues ¿acaso no es el Diablo el padre de la mentira y de todos los mentirosos?   El cristianismo seguirá siendo algo útil, en principio, porque no es posible hacerlo desaparecer así sin más. Pero tendrá un carácter simbólico, que se irá difuminando poco a poco hasta hacerlo desaparecer por completo (¡si eso fuera posible!).

Ya no habrá misterios, porque Dios habrá sido desterrado. Sólo habrá un dios, que será el propio hombre, el único que decidirá lo bueno y lo malo (¡en realidad esto está ocurriendo ya; no es necesario hacer predicciones de futuro!). El concepto de pecado se seguirá manteniendo, pero quedará reducido sólo al ámbito social, que será el único real. Lo más aberrante será considerado como normal e incluso exaltado, a excepción de la corrupción, las guerras y las injusticias sociales (que, por cierto, abundarán más que nunca). Me recuerda esta situación lo que ocurría en los primeros tiempos del Cristianismo, cuando los hombres se fabricaban sus propios dioses y luego  los "adoraban". Una auténtica farsa del gobierno de turno consentida por el propio pueblo pagano, que actuaba de cómplice. 


Continuando con mi hipótesis, en esa única religión cada cual podrá adorar al dios que quiera (libertad religiosa), pues todos los dioses tendrán la misma categoría y consideración (diálogo interreligioso), habrá una nueva fraternidad universal, con algún tipo de gobierno establecido por consenso entre los miembros del pueblo. Política y religión se fundirán en un único organismo de poder. Y se llegará a acuerdos y más acuerdos, cediendo donde haya que ceder con tal de que no haya guerra (aunque estas cesiones supongan legalizar el aborto, el divorcio, la eutanasia, el tráfico de drogas, la prostitución, la homosexualidad, y todo tipo de aberraciones que se nos puedan pasar por la mente ... pues muchas de ellas están ya admitidas y consideradas como normales). 


Yo no soy profeta ni lo pretendo. El futuro sólo Dios lo sabe. Pero tengo ojos y veo "algo" de lo que ocurre; y Dios me ha dado una inteligencia para que razone ... Y haciendo uso de ella he planteado una hipótesis que pienso que no es descabellada. Tal vez me quede corto. Pero, sea de ello lo que fuere, lo cierto es que "de Dios nadie se burla" (Gal 6,7). Respecto al día y a la hora no sabemos cuándo vendrá el Señor, pero desde luego será cuando menos lo esperemos, pues "vendrá como un ladrón" (2 Pet 3,10). "A la hora que menos penséis vendrá el Hijo del Hombre" (Mt 24,45), decía Jesús. Y san Pablo: "Sobre el tiempo y el momento, hermanos, no necesitáis que os escriba, porque vosotros mismos sabéis muy bien que el día del Señor vendrá como un ladrón en la noche. Así pues, cuando clamen: "Paz y seguridad", entonces, de repente, se precipitará sobre ellos la ruina ... sin que puedan escapar" (1 Tes 5,1-3).  


Pero estamos avisados. Y sabemos cómo debemos comportarnos, que es lo importante: "Vigilad porque no sabéis el día ni la hora" (Mt 25,13). "Estad preparados" (Mt 24,44). "Ya estáis advertidos: vigilad, no sea que, arrastrados por el error de esos libertinos, os resquebrajéis en vuestra firmeza. Creced, en cambio, en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 Pet 3,17-18). "Por esto, carísimos, en espera de estos acontecimientos esforzaos por ser hallados en paz, limpios y sin culpa, y considerad que vuestra salvación está en la paciencia de nuestro Señor" (2 Pet 3, 14-15). Las citas se pueden multiplicar, pero en todas ellas encontramos la idea de vigilancia, de oración, de esfuerzo, de crecimiento en el conocimiento de Jesucristo, etc...: "Dichoso aquel siervo a quien, al llegar su amo, encuentre haciéndolo así. Os aseguro que lo pondrá al frente de toda su hacienda" (Mt 24, 46-47)




Pues, como iba diciendo, los disidentes de la "nueva religión" (la religión del hombre, si es que se le puede llamar así), los que quieran permanecer fieles a la auténtica Religión  revelada hace más de dos mil años, serán perseguidos por todos, incluída la misma Iglesia Jerárquica, la cual estará identificada con el mundo: "Os expulsarán de las sinagogas [lo que ahora serían los templos]más aún: llega la hora en que todo el que os dé muerte pensará que hace un servicio a Dios" (Jn 16,2). "Esto lo harán porque no han conocido a mi Padre ni a Mí" (Jn 16,3). "Pero -continúa diciendo el Señor- os he dicho estas cosas para que cuando llegue la hora os acordéis de que ya os las había anunciado" (Jn 16, 4).


Son palabras proféticas de Jesús para que no nos escandalicemos cuando esto ocurra, ni arrojemos la toalla. Al fin y al cabo, de lo que se trata es de participar de la misma vida de Jesucristo, quien dijo: "Si me han perseguido a Mí también os perseguirán a vosotros" (Jn 15,20). Además, participando de la vida -y de la muerte- de Cristo, lejos de considerarnos desgraciados, hemos de considerarnos como los hombres más felices de la tierra:  "Bienaventurados cuando os injurien, os persigan y, mintiendo, digan contra vosotros todo tipo de maldad por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo" (Mt 5, 11-12).

Por lo tanto, pues "sabemos que todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios" (Rom 8,28) y conocemos muy bien las palabras de Jesús, que dijo: "Yo he vencido al mundo" (Jn 16,33). "Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,20), sabiendo que nos dijo: "Si me pedís algo en mi Nombre, Yo lo haré" (Jn 14,14) yo me atrevería a pedirle, para mí y para todos los cristianos, que nos haga caer en la cuenta, de una vez por todas y para siempre, de que su amor hacia cada uno de nosotros es completamente real. No tenemos más que pensar en el ruego que dirigió a su Padre, en el sermón de la Última Cena, aquello que expresaba su deseo más íntimo, y que su Padre no puede negarle de ninguna de las maneras: "Padre, quiero que donde Yo estoy, también estén conmigo los que Tú me has confiado" (Jn 17, 24). O sea, el Señor quiere que estemos con Él. Nada hay más hermoso, ni en esta tierra ni en el cielo, que estar con Él y que Él esté con nosotros, en una intimidad amorosa tal que traspasa los umbrales del tiempo y del espacio y nos introduce en una eternidad sin fin, en donde ya no existe el tiempo: sólo el diálogo recíproco y amoroso entre Jesús y cada uno de los que, por puro don y gracia suya, hayan permanecido fieles hasta el fin.