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martes, 19 de agosto de 2025

Desafíos del papa León XIV (Padre Jorge González Guadalix)






Cuando acaban de cumplirse los cien días del pontificado del papa León, son muchos los portales y comentaristas que han decidido aportar su visión de lo que llevamos hasta ahora. Lo que se ve, lo que se vislumbra. Pues nada, servidor que se apunta.

Si miro a los cien días pasados, me voy a quedar con tres cosas:


- Normalidad. 

Hemos pasado de vivir en estado permanente de susto y shock a una aburrida y gratificante normalidad, lo cual es muy de agradecer.

- Papa y papado. 

El papa León XIV tiene muy clara esta distinción. Él es el papa en este momento, pero no es dueño del papado.

- Cristo en el centro, 

desplazando a Pachamamas, ideologías woke e intentos de complacencias vanas.


Si pienso en retos de futuro, me permito señalar lo que un servidor piensa:


- Reconstruir la unidad de la Iglesia. Han sido años muy polarizados incluyendo fortísimas discrepancias incluso entre conferencias episcopales. Lo que ha pasado con Fiducia supplicans es inaceptable.

- Toca recuperar el derecho canónico. Si bien es verdad que el santo padre tiene poder para todo, no es menos cierto que se le pide que lo ejerza según derecho y no a su arbitrio.

- Habrá que poner orden en Doctrina de la Fe, incluyendo sanciones a quienes abiertamente vayan en contra de la doctrina, la liturgia o la moral.

- Desde hace tiempo se habla y mucho de la mafia lavanda, que la hay y con mucho poder. Pongan orden. Espero que se siga con la lucha contra los abusos sexuales en dos direcciones: limpieza de abusadores y unos protocolos que velen por las víctimas y garanticen un trato justo a los acusados.

- Alguna vez habrá que poner coto al cisma de facto que nos viene de Alemania.

- No tener miedo a la economía. Todos sabemos que se necesita arrojo y decisión. Pero no podemos dejarlo estar.

- Necesitamos una solución para la celebración litúrgica por el vetus ordo. Traditiones custodes ha sido un fracaso fruto de la imposición y la falsedad de las premisas.

- Finalmente, si queremos tener credibilidad en el anuncio, toca restablecer con claridad y aplicar la disciplina eclesiástica. Vivir en una Iglesia relativista donde nunca pasa nada y todo se tolera es un escándalo permanente.

Padre Jorge González Guadalix

No le quites la gloria a Dios (Bruno Moreno)




A menudo, los pecados que más cometemos son aquellos de los que ni siquiera somos conscientes. Absuélveme de lo que se me oculta, dice por ello el Salmista. Uno de esos pecados, en mi opinión, es quitarle la gloria a Dios.

A fin de cuentas, constantemente se repite en la Escritura y la liturgia que todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos le pertenece a Dios. Cada domingo (excepto en Cuaresma y Adviento) cantamos un precioso himno dedicado precisamente a eso, a la gloria de Dios. Una de las primeras oraciones que aprendemos y una de las que más recitamos es una pequeña jaculatoria de glorificación a Dios: gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por lo siglos de los siglos, amén.

Estamos hechos para dar gloria a Dios y por lo tanto, quitarle la gloria a Dios es exactamente lo contrario de nuestra vocación, de nuestra misma razón para existir. Por supuesto, a Dios nadie puede quitarle la gloria que tiene en sí mismo, pero sí podemos quitarle extrínsecamente la gloria en nosotros, es decir, la gloria que debemos darle como criaturas e hijos suyos.

¿Cómo hacemos eso? De forma indirecta, cada vez que pecamos, porque nos estamos negando a reflejar la gloria de Dios en nosotros. Directamente, le quitamos la gloria a Dios quejándonos de lo que Él nos da, protestando sin parar de lo que nos pasa y murmurando por lo que tenemos que hacer o por lo que no podemos hacer.

Esto nada tiene que ver con algo tan natural y tan cristiano como es clamar a Dios. Cuando sufrimos y, en medio de la angustia, acudimos a nuestro Padre, estamos reconociendo que Él es Dios y presentándole nuestros sufrimientos y nuestra debilidad para que nos ayude. En cambio, cuando lo que hacemos es quejarnos, refunfuñar y maldecir por lo bajo, en realidad nos estamos quejando de Dios y considerando que sabemos mejor que el propio Dios lo que nos conviene. En ese sentido, quejarse es lo mismo que proclamar que Dios no ha hecho bien las cosas, que se ha equivocado en la vida que nos ha dado. Es reprocharle: ¿por qué me has dado este marido o esta mujer o estos hijos o este trabajo? Si me hubieras dado otros distintos, yo sería feliz. ¿Por qué no puedo acostarme con mi novia o mi vecina o mi compañera de trabajo? Eso lo que me haría feliz ahora mismo. ¿Es que no quieres que sea feliz? ¿Por qué me has hecho bajito o feo o pobre o poco inteligente? ¿Por qué no me ha tocado la lotería, que es lo que necesito? ¿Por qué esta enfermedad, con lo bueno que soy yo? Te has equivocado conmigo.

Quejarse así es, en definitiva, hacerse dios, ponerse por encima del mismo Dios, creyendo que sabemos mejor que Él lo que nos conviene. ¡Yo sé lo que es mejor para mí y no es lo que Dios me ha dado o lo que Dios manda! ¡Yo decido lo que es bueno y malo, no Dios! ¡Yo soy dios y no Él!

Las quejas, además, están en el origen de todos los pecados. Si incumplimos la ley de Dios es porque primero nos hemos quejado en nuestro interior de que esa ley no está bien hecha, de que Dios se ha equivocado al mandarnos lo que nos manda, de que el camino de la felicidad no pasa por hacer la voluntad de Dios, sino por hacer nuestra propia voluntad. Por la queja, entra en nosotros el deseo de hacer lo que Dios no quiere.


Así, lo primero que hizo el demonio para que Adán y Eva pecaran fue inducirles a quejarse de Dios, a quitarle la gloria. Para eso mintió a Eva, intentando meterle en la cabeza la idea que Dios no había hecho bien las cosas: Dios os ha dicho que no comáis de ninguno de los árboles del jardín. Cuando Eva respondió que podían comer de todos los árboles, menos del árbol que estaba en medio del jardín, so pena de muerte, la serpiente insistió en sus mentiras: De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal. Es decir, Dios os ha engañado, no tiene razón en lo que dice, su norma es una norma absurda y solo os la ha dado para fastidiaros, para que no seáis dioses como él, para que no podáis hacer libremente lo que os de la gana. Una vez que logró que Eva dejara entrar en su corazón la queja contra Dios y contra su voluntad, el pecado era inevitable.

Por desgracia, a pesar de que estamos hechos para dar gloria a Dios, a menudo los cristianos nos quejamos tanto o más que los demás. Yo me confieso frecuentemente de ello. Nada más despertarnos ya estamos quejándonos de que es muy pronto, de que tengo que trabajar, de que no he dormido bien, de que me duele la espalda, de que estoy muy viejo, de que mi mujer no ha hecho tal cosa o tal otra, de que es lunes o de lo que sea. Quejas y más quejas de la mañana a la noche, quitándole la gloria a Dios sin avergonzarnos de ello, en lugar de dedicar el día, desde el primer pensamiento, a glorificar a Dios.

Se puede vivir de dos formas, glorificando a Dios o quitándole la gloria. No hay forma de combinar ambas cosas, porque son contradictorias. Son dos caminos divergentes que llevan a lugares completamente distintos. Así dice el Señor: mirad que yo pongo ante vosotros el camino de la vida y el camino de la muerte. Hay que elegir uno u otro.

El que le quita la gloria a Dios quejándose una y otra vez, no tarda en descubrir que su vida se convierte en un infierno, porque todo está mal hecho en ella y la queja se realimenta a sí misma: no tengo lo que quiero tener y, en cambio, me sucede siempre lo que no quiero que me suceda; mi trabajo no es lo bastante bueno para mí y mi sueldo menos aún; mi esposa no me comprende, si tuviera otra todo me iría mejor; mis hijos son una decepción o no me quieren lo suficiente; sé lo que me haría feliz, pero no me lo dan; me merezco todo y no tengo casi nada; todo está mal, ¡todo!

En cambio, el que, en su debilidad, intenta dar gloria a Dios con todo lo que hace, va descubriendo que, en su vida, todo es bendición, todo tiene sentido, todo es por algo y todo le va llevando a Dios, incluido el sufrimiento. Incluso lo que parece malo, al final resulta ser bueno: todo sucede para bien de los que aman a Dios y muy a gusto presumo de mis debilidades. El que se decide a dar gloria a Dios con su vida, por ese mismo hecho, descansa, su corazón se esponja y empieza a gustar lo que es el cielo, en el que los santos y los ángeles dan gloria a Dios por toda la eternidad.

Bruno Moreno

León XIV corrige el «culto» a la Pachamama: Cristo y la Eucaristía, centro de la misión en la Amazonía






El Cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, ha enviado —en nombre del Papa León XIV— un telegrama a los obispos de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), reunidos del 17 al 20 de agosto en Bogotá. 

El mensaje, de tono claramente doctrinal y pastoral, reubica el eje del trabajo en la región en la proclamación de Jesucristo y en la primacía de la Eucaristía, y advierte contra cualquier deriva que convierta el cuidado de la creación en adoración de la naturaleza. 

En los hechos, supone una enmienda a la etapa anterior marcada por gestos y discursos que dieron pábulo al llamado «culto» a la Pachamama.León XIV exhorta a CEAMA a servir —como verdadero «organismo episcopal»— a los obispos diocesanos y vicarios apostólicos, priorizando tres dimensiones inseparables: anuncio del Evangelio, justicia con los pueblos amazónicos y cuidado de la casa común. 

Pero lo hace precisando el orden correcto: «Es preciso que Jesucristo […] sea anunciado con claridad e inmensa caridad», ofreciendo «fresco y limpio el pan de la Buena Nueva y el alimento celeste de la Eucaristía», única vía para ser realmente Pueblo de Dios.

En esta clave, el texto enlaza evangelización y justicia —«donde se predica el nombre de Cristo la injusticia retrocede»— y encuadra la ecología dentro de la doctrina perenne de la Iglesia: administrar solícitamente los bienes creados sin someterse a ellos como esclavos o adoradores. 

La cita de los Ejercicios de san Ignacio (n. 23) subraya el criterio clásico: las cosas nos han sido dadas «para alabar a Dios y salvar nuestras almas».Con esta intervención, el Papa traza una rectificación doctrinal y pastoral que devuelve a la Amazonía el signo distintivo de la misión católica: Cristo al centro, la Eucaristía como fuente y culmen, y el cuidado de la creación en su justo lugar, lejos de cualquier culto naturalista.



Telegrama íntegro

Pubblichiamo di seguito il telegramma che il Cardinale Segretario di Stato, Pietro Parolin, ha inviato – a nome del Santo Padre Leone XIV – ai Vescovi della Conferenza Ecclesiale dell’Amazzonia, riuniti dal 17 al 20 agosto a Bogotá, in Colombia:

Telegramma del Santo Padre

SU EMINENCIA REVERENDÍSIMA

CARD. PEDRO RICARDO BARRETO JIMENO, S.J.

PRESIDENTE DE LA CONFERENCIA ECLESIAL DE LA AMAZONÍA


EL PAPA LEÓN XIV SALUDA CORDIALMENTE A VUESTRA EMINENCIA, ASÍ COMO A LOS PARTICIPANTES EN EL ENCUENTRO DE LOS OBISPOS DE LA AMAZONÍA, QUE SE CELEBRA DEL 17 AL 20 DE AGOSTO EN BOGOTÁ.

SU SANTIDAD LES AGRADECE EL ESFUERZO REALIZADO POR PROMOVER EL MAYOR BIEN DE LA IGLESIA EN FAVOR DE LOS FIELES DEL AMADO TERRITORIO AMAZÓNICO Y, TENIENDO EN CUENTA LO APRENDIDO EN EL SÍNODO SOBRE LA ESCUCHA Y PARTICIPACIÓN DE TODAS LAS VOCACIONES EN LA IGLESIA, LOS EXHORTA A BUSCAR, EN BASE A LA UNIDAD Y COLEGIALIDAD PROPIA DE UN «ORGANISMO EPISCOPAL» (CF. DOCUMENTO FINAL DEL SÍNODO ESPECIAL PARA LA AMAZONÍA, 115), CÓMO AYUDAR DE MANERA CONCRETA Y EFICAZ A LOS OBISPOS DIOCESANOS Y LOS VICARIOS APOSTÓLICOS A LLEVAR A CABO SU MISIÓN. A ESTE RESPECTO, LOS INVITA A TENER PRESENTES TRES DIMENSIONES QUE ESTÁN INTERCONECTADAS EN LA LABOR PASTORAL DE ESA REGIÓN: LA MISIÓN DE LA IGLESIA DE ANUNCIAR EL EVANGELIO A TODOS LOS HOMBRES (CF. DECRETO AD GENTES, 1), EL TRATO JUSTO A LOS PUEBLOS QUE ALLÍ HABITAN Y EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN.

ES PRECISO QUE JESUCRISTO, EN QUIEN SE RECAPITULAN TODAS LAS COSAS (CF. EF 1,10), SEA ANUNCIADO CON CLARIDAD E INMENSA CARIDAD ENTRE LOS HABITANTES DE LA AMAZONÍA, DE TAL MANERA QUE HEMOS DE ESFORZARNOS POR DARLES FRESCO Y LIMPIO EL PAN DE LA BUENA NUEVA Y EL ALIMENTO CELESTE DE LA EUCARISTÍA, ÚNICO MEDIO PARA SER REALMENTE PUEBLO DE DIOS Y CUERPO DE CRISTO.


EN ESTA MISIÓN, NOS MUEVE LA CERTEZA, CONFIRMADA POR LA HISTORIA DE LA IGLESIA, DE QUE ALLÍ DONDE SE PREDICA EL NOMBRE DE CRISTO LA INJUSTICIA RETROCEDE PROPORCIONALMENTE PUES, COMO ASEVERA EL APÓSTOL PABLO, TODA EXPLOTACIÓN DEL HOMBRE POR EL HOMBRE DESAPARECE SI SOMOS CAPACES DE RECIBIRNOS UNOS A OTROS COMO HERMANOS (CF. FLM 1,16).

DENTRO DE ESTA DOCTRINA PERENNE, NO MENOS EVIDENTE ES EL DERECHO Y EL DEBER DE CUIDAR DE LA «‘CASA» QUE DIOS PADRE NOS HA CONFIADO COMO A ADMINISTRADORES SOLÍCITOS, DE MODO QUE NADIE DESTRUYA IRRESPONSABLEMENTE LOS BIENES NATURALES QUE HABLAN DE LA BONDAD Y BELLEZA DEL CREADOR, NI, TANTO MENOS, SE SOMETA A ELLOS COMO ESCLAVO O ADORADOR DE LA NATURALEZA YA QUE LAS COSAS NOS HAN SIDO DADAS PARA CONSEGUIR NUESTRO FIN DE ALABAR A DIOS Y OBTENER ASÍ LA SALVACIÓN DE NUESTRAS ALMAS (CF. S. IGNACIO DE LOYOLA, EJERCICIOS ESPIRITUALES, 23).

CON ESTOS DESEOS, EL SANTO PADRE LES IMPARTE DE CORAZÓN LA IMPLORADA BENDICIÓN APOSTÓLICA, QUE COMPLACIDO HACE EXTENSIVA A CUANTOS ESTÁN CONFIADOS A SUS CUIDADOS PASTORALES.


CARDENAL PIETRO PAROLIN
SECRETARIO DE ESTADO