Cuando acaban de cumplirse los cien días del pontificado del papa León, son muchos los portales y comentaristas que han decidido aportar su visión de lo que llevamos hasta ahora. Lo que se ve, lo que se vislumbra. Pues nada, servidor que se apunta.
Si miro a los cien días pasados, me voy a quedar con tres cosas:
- Normalidad.
Hemos pasado de vivir en estado permanente de susto y shock a una aburrida y gratificante normalidad, lo cual es muy de agradecer.
- Papa y papado.
El papa León XIV tiene muy clara esta distinción. Él es el papa en este momento, pero no es dueño del papado.
- Cristo en el centro,
desplazando a Pachamamas, ideologías woke e intentos de complacencias vanas.
Si pienso en retos de futuro, me permito señalar lo que un servidor piensa:
- Reconstruir la unidad de la Iglesia. Han sido años muy polarizados incluyendo fortísimas discrepancias incluso entre conferencias episcopales. Lo que ha pasado con Fiducia supplicans es inaceptable.
- Toca recuperar el derecho canónico. Si bien es verdad que el santo padre tiene poder para todo, no es menos cierto que se le pide que lo ejerza según derecho y no a su arbitrio.
- Habrá que poner orden en Doctrina de la Fe, incluyendo sanciones a quienes abiertamente vayan en contra de la doctrina, la liturgia o la moral.
- Desde hace tiempo se habla y mucho de la mafia lavanda, que la hay y con mucho poder. Pongan orden. Espero que se siga con la lucha contra los abusos sexuales en dos direcciones: limpieza de abusadores y unos protocolos que velen por las víctimas y garanticen un trato justo a los acusados.
- Alguna vez habrá que poner coto al cisma de facto que nos viene de Alemania.
- No tener miedo a la economía. Todos sabemos que se necesita arrojo y decisión. Pero no podemos dejarlo estar.
- Necesitamos una solución para la celebración litúrgica por el vetus ordo. Traditiones custodes ha sido un fracaso fruto de la imposición y la falsedad de las premisas.
- Finalmente, si queremos tener credibilidad en el anuncio, toca restablecer con claridad y aplicar la disciplina eclesiástica. Vivir en una Iglesia relativista donde nunca pasa nada y todo se tolera es un escándalo permanente.
Padre Jorge González Guadalix