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sábado, 2 de septiembre de 2023

¿La Tierra es plana? La cara oculta de una falsificación

FSSPX ACTUALIDAD


No, la falsificación de la que vamos a hablar no proviene de la NASA, sino que se refiere a la idea arraigada y, sin embargo, falsa de una Edad Media "terraplanista", y a los fundamentos ideológicos de este mito.


La reciente coronación de Carlos III nos regaló una imagen que parece sacada directamente de un libro de historia: el nuevo rey Carlos III sosteniendo en su mano las insignias del poder real, entre ellas el globo crucífero, es decir, la esfera coronada por una cruz, que simboliza la Tierra redimida por la Cruz de Jesucristo. Este globo es de uso muy antiguo.

Se le encuentra a lo largo de la Edad Media, en particular en las representaciones de Cristo, sosteniendo el orbe en la mano o bajo sus pies. El orbe presenta un hemisferio delineado en tres partes debido a los tres continentes conocidos en aquella época. Por tanto, destaca un hecho: la Tierra se representaba como una esfera mucho antes del descubrimiento de América.

Esto debería plantear dudas sobre un mito muy extendido, a saber, que "en la Edad Media se creía que la Tierra era plana". Esto se escucha en boca de periodistas, intelectuales, exministros como Marlène Schiappa o Claude Allègre, e incluso en películas históricas, libros de historia y libros de texto escolares recientes.

En una emisión de 2022 del programa "C Jamy", protagonizado por el célebre Jamy Gourmaud, el locutor afirma: "En el siglo XV, en la época de Cristóbal Colón, mucha gente pensaba que la Tierra era plana. Se basaban en lo que afirma la Biblia [foto de Santo Tomás de Aquino], pero Cristóbal Colón no lo creyó ni por un segundo. [1]"

Y si se consulta el barómetro del pensamiento convencional, ChatGPT, nos dice: "En la Edad Media, la gente generalmente creía que la Tierra era plana. […] Las teorías científicas sobre la forma de la Tierra, como las desarrolladas por los antiguos griegos, eran conocidas, pero solían ser consideradas controvertidas o heréticas por la Iglesia. [2]"

Vemos entonces que el supuesto "terraplanismo" medieval está asociado a la fe católica, que supuestamente dogmatizó esta ingenua idea basada en la Biblia contra el conocimiento de los griegos paganos. Excepto que han pasado décadas desde que los estudios demostraron de manera inequívoca que esto es un mito [3].

Innumerables pruebas

Además del argumento iconográfico, bastaría con abrir los libros de algún clérigo católico de este vasto período para poner fin al mito del "terraplanismo" medieval. Se sabe que Cristóbal Colón basó su audaz empresa en una obra inacabada del Papa Pío II († 1458), Historia rerum ubique gestarum, a la que el explorador hizo varias anotaciones.

Desde las primeras líneas de esta obra enciclopédica, Pío II afirma: "Prácticamente todos coinciden en que la forma del mundo [4] es esférica [rotundam]; se encuentra la misma coincidencia en el tema de la Tierra". En la misma obra, el Papa aborda las medidas de la circunferencia terrestre realizadas por Eratóstenes (siglo III a.C.) y Ptolomeo (siglo II).

Cristóbal Colón también hizo anotaciones a una obra del cardenal Pierre d'Ailly († 1420), Imago mundi. El cardenal científico escribe allí sobre el radio y el volumen de la esfera terrestre, las zonas climáticas según la latitud e incluso sobre los polos. Por ejemplo, hace la afirmación, por conclusión lógica, que "quienes habitaran el Polo tendrían durante la mitad del año el sol sobre el horizonte, y durante la otra mitad, una noche continua [5]", lo cual es extraordinariamente preciso.

Pierre d'Ailly se inspiró en el Tratado de la Esfera de Nicolas Oresme († 1322), obispo de Lisieux y consejero de Carlos V. El título de la obra es bastante evocador. El mismo Oresme se inspiró en una obra homónima, el Tratado de la Esfera del monje inglés Jean de Sacrobosco († 1256) que tuvo un gran éxito pedagógico y fue reeditada, complementada y comentada durante varios siglos.

Al mismo tiempo, Santo Tomás de Aquino, en las primeras páginas de la Summa Theologica, queriendo mostrar que se puede llegar a la misma conclusión por caminos diferentes, ilustra así su punto: "En efecto, es una misma conclusión la demostrada por el astrónomo y el físico, por ejemplo, que la tierra es redonda [6]".

Se trata, pues, de una obviedad aceptada por los distintos eruditos de la época. A comienzos del segundo milenio, Gerbert d'Aurillac († 1003), elegido Papa bajo el nombre de Silvestre II, creó un globo terrestre y, como muchos doctores de la época, hizo comentarios a la obra de Macrobio [7] († 400), que afirma la esfericidad.

Debemos añadir también a San Beda el Venerable († 735) que dice: "La Tierra es parecida a un globo"; a San Isidoro de Sevilla († 636), que habla del "globo terrestre" en sus famosas Etimologías; a Boecio († 524) que evoca la "masa redonda de la Tierra [8]"; a San Gregorio de Nisa († 395) que describe un eclipse por la proyección de la "forma esférica [9]" de la Tierra sobre la luna, etc. [10].

Por supuesto, la cosmología antigua también afirma que la Tierra permanece inmóvil en el centro de un cosmos esférico cerrado, pero estos errores procedían de los griegos.

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[1] Evan Adelinet, C Jamy, 22 de abril de 2022. Se puede encontrar el mismo error de Jamy Gourmaud en otro episodio del programa.

[2] Respuesta de ChatGPT a la pregunta "¿Qué forma tenía la Tierra según la gente de la Edad Media?" Cabe destacar que si se plantea la pregunta de forma más específica: '¿Qué dicen los estudios recientes sobre la idea de que en la Edad Media se creía que la Tierra era plana?'", se obtiene una respuesta diametralmente opuesta que desmiente el mito. Por lo tanto, es evidente que esta IA fue "programada" con datos contradictorios, la mayoría de los cuales se hacen eco del mito. La primera pregunta, más amplia, obtiene la respuesta que corresponde a la mayoría de los textos y, por tanto, a la opinión dominante. La segunda pregunta orienta la respuesta hacia estudios específicos sobre esta idea preconcebida.

[3] Cf. Inventing the Flat Earth, Jeffrey Burton Russel, 1991.

[4] El "mundo" no es la Tierra, sino que se refiere a la cosmología antigua de un universo cerrado y esférico. La confusión entre ambos términos es frecuente, incluso en los trabajos de los historiadores. Hemos intentado eliminar esta ambigüedad a lo largo de nuestro artículo.

[5] Ymago mundi de Pierre d’Ailly, traducido y comentado por Edmond Buron, tomo 1, Maisonneuve frères, 1930.

[6] Summa Theologica, q. 1, a. 1, ad. 2um.

[7] Commentaire au Songe de Scipion.

[8] Consolation de la philosophie, II, 13.

[9] "Según los astrónomos, en este mundo lleno de luz, la sombra [de la luna] se forma por la interposición del cuerpo de la Tierra. Pero la sombra, según su forma esférica de esta última, está rodeada por la parte posterior por los rayos del sol y toma la forma de un cono. El sol, varias veces más grande que la Tierra, la rodea por todos lados con sus rayos y, en el límite del cono, une entre ellos los puntos de unión de la luz". "La creación del hombre, Sources Chrétiennes n° 6, cap. 21, pág. 181.

[10] San Ambrosio afirma la esfericidad del "mundo", así como la del sol y la luna, pero es difícil encontrar una mención exacta de la Tierra, ya que no es el tipo de cuestión que interesa a los Padres. Sin embargo, su cosmología presupone fuertemente la esfericidad de la Tierra (cf. P. L. XIV, col. 133). Lo mismo ocurre con Eusebio de Cesarea (Collectio Nova Patrum et Scriptorum, ed. Montfaucon, t. 1, p. 460) o San Jerónimo (Comentario a la Epístola a los Efesios, trad. Padre Bareille).



La cara oculta del mito

Poca relevancia podríamos darle a todo esto. Al fin y al cabo, el cristiano puede salvar su alma independientemente de la forma de la Tierra. En todo caso, ¿no es más importante la alarmante disminución de la esperanza de vida, que ahora es de solo 85 años, cuando en la Edad Media la esperanza era la vida eterna?

Ciertamente, pero lo que nos interesa aquí no es la forma de la Tierra o la ciencia de la antigüedad, sino el origen del mito contemporáneo y lo que nos dice sobre nuestra época. Este mito ha servido desde hace mucho tiempo como una fórmula que ridiculiza de un solo golpe la supuesta estupidez de un período cristiano condensado bajo el término reduccionista "Edad Media".

Ahora bien, este supuesto "oscurantismo" se vuelve contra los propagadores del mito, especialmente porque hoy el acceso al conocimiento es incomparablemente mejor que en la época en que aún no existía la imprenta. Es fácil deshacer el mito del "terraplanismo" medieval, mientras que en la Edad Media era necesario un esfuerzo considerable para preservar el conocimiento de los antiguos.

En un libro publicado en 2021, La Tierra Plana, Genealogía de una Idea Falsa [1], dos académicos rastrean el origen de este arraigado mito. ¿Debería sorprendernos descubrir que el autor principal del mito no es otro que Voltaire?
Lactancio y Cosmas

En efecto, hay algunos elementos que contribuyeron a fundar el mito, en particular el apologeta cristiano Lactancio († 325), que es la única excepción occidental a favor de una Tierra plana. Pero su opinión no fue seguida por nadie y nunca fue tomada en cuenta entre los Padres de la Iglesia.

En Oriente, encontramos a Cosmas Indicopleustes († c. 550), que escribió la obra Topographia Christiana "terraplanista". Se cree que este ilustre desconocido, cuyo nombre es incierto, era un comerciante de habla griega procedente del cisma nestoriano. La primera traducción latina de su Topografía se remonta a 1707.

¿Es necesario precisar que, por tanto, era completamente desconocido en el Occidente medieval? Voltaire, sin embargo, cita a Lactancio y Cosmas como representantes de la posición de todos los Padres: "Los Padres consideraban la Tierra como un enorme barco rodeado de agua; la proa estaba hacia el este y la popa hacia el oeste [2]".

Se fracasa en este caso al proporcionar el contexto histórico básico para evaluar la transmisión de ideas. Con tales amalgamas, también se podría decir que el tercer milenio es "terraplanista" si se juzga según algunos videos que circulan por internet: es el equivalente a tomar una tesis marginal como la norma. Incluso hoy en día, no es raro que se cite a Cosmas como la autoridad que nunca fue.
La cuestión de las antípodas

En la Ciudad de Dios, San Agustín dice que no se debe creer a quienes afirman la existencia de las antípodas [3], es decir, los habitantes del lado opuesto de la Tierra, porque esta teoría se basa en conjeturas inciertas y relatos no concluyentes. San Agustín muestra aquí una exigencia empírica que difícilmente se le podría reprochar y que no se refiere a la forma de la Tierra.

¡Sin embargo, basándose en lo anterior, Voltaire concluyó que el gran doctor de la Iglesia negaba la esfericidad de la Tierra! Voltaire afirma también que "Alonso Tostado, obispo de Ávila, a finales del siglo XV, declara, en su Comentario al Génesis, que la fe cristiana se tambalea hasta sus cimientos si se cree que la Tierra es redonda".

Ahora bien, si leemos el libro en cuestión, descubrimos inmediatamente la mentira de Voltaire, porque este obispo habla de la "Tierra esférica", o de "nuestro hemisferio [4]". Por otra parte, Tostado cree, como San Agustín, que las antípodas están deshabitadas. Pierre d'Ailly, en la obra citada anteriormente, califica de "opiniones" las diversas tesis sobre la habitabilidad en las antípodas.

La exploración de Cristóbal Colón proporcionó una respuesta a esta cuestión marginal de las "antípodas". Solo después de los hechos surgió la leyenda de que Cristóbal Colón rompió el dogma "terraplanista" en el arrecife de la experiencia, especialmente en una biografía escrita por Washington Irving, quien contribuyó en gran medida a este mito.

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[1] Violaine Giacomotto-Charra y Sylvie Nony, Ed. Les Belles Lettres, 2021. Nos hemos basado en gran parte en este libro.

[2] Dictionnaire philosophique (1764), artículo Imagen. Cf. también los artículos « Ciel matériel » et « Ciel des Anciens ».

[3] La Ciudad de Dios, l. XVI, ch. IX.

[4] Alphonsi Tostati Episcopi Abulensis, Opera omnia, Commentaria in Genesim, Venise, 1728, p. 71–72.



¿La Biblia es "terraplanista"?

En el juicio del "terraplanismo", Voltaire, por supuesto, llama al banquillo de los acusados a las Sagradas Escrituras. Escribe con su característica ironía venenosa: "La debida reverencia por la Biblia, que nos enseña muchas más verdades necesarias y sublimes, fue la causa de este error universal entre nosotros. Leemos en el Salmo 104 que Dios extendió los cielos sobre la tierra como una cortina [1]".

Ciertamente, si se quiere extraer de la Escritura una admisión de "terraplanismo", siempre se puede plasmar esta idea preconcebida en un versículo que se adapte de una forma u otra. Pero lo contrario también es posible, ya que la Vulgata designa regularmente la Tierra con la palabra "orbis", que fácilmente se puede traducir como "globo" [3].

Pero en vez de involucrarnos en estos debates estériles, recordemos este conocido principio católico de que las Escrituras deben leerse a la luz de la interpretación de los Padres. Ahora bien, Voltaire no es un Padre de la Iglesia. En cambio, dejemos la palabra a la notable sabiduría de San Basilio el Grande († 379):

Los físicos que han estudiado el mundo han hablado mucho sobre la forma de la Tierra, han investigado si es una esfera o un cilindro, si se parece a un disco, si es redonda por todos lados o si tiene forma de abanico, y si es hueca en el centro; porque tales son las ideas que han tenido los filósofos, y con las que se han enfrentado unos a otros [4].

Por mi parte, no me atreveré a despreciar nuestra comprensión del mundo solo porque Moisés, el siervo de Dios, no habló de la forma de la Tierra, y no dijo que tiene una circunferencia de 180,000 estadios [5]; porque no midió el espacio del aire en el que se extiende la sombra de la Tierra cuando el sol se ha puesto; porque no explicó cómo esta misma sombra, al acercarse a la luna, provoca los eclipses.

Por haber guardado silencio sobre estas cosas que, siendo inútiles para nosotros, no nos interesan, ¿debo entonces despreciar las enseñanzas del Espíritu Santo comparándolas con la necia sabiduría [del mundo]? ¿No deberíamos más bien glorificar a Aquel que, en lugar de entretener nuestra mente con vanidades, quiso que todo se escribiera para nuestra edificación y salvación de nuestras almas?

Me parece que algunos, al no haber comprendido esto, han intentado atribuir a las Escrituras una profundidad prestada mediante alteraciones del significado e interpretaciones figurativas. Pero eso significa creerse más sabio que los oráculos del Espíritu Santo y, bajo el pretexto de la interpretación, introducir las propias ideas en el texto. Por lo tanto, aceptemos pues a estos [oráculos] tal como como están escritos. Homilías sobre el Hexameron, h. IX.

Encontramos una observación similar de Agustín, a propósito del movimiento de los astros: Nunca el Evangelio pone en labios del Señor palabras como estas: 'Os envío el Paráclito para que os enseñe el curso de la luna y del sol'. Jesucristo quiso hacer cristianos y no matemáticos. En cuanto a tales asuntos, los hombres no necesitan más que las enseñanzas que se les dan en las escuelas". Contra Félix el Maniqueo, I. I.

¿La Iglesia es "terraesferista"?

La Iglesia no ha afirmado más la planitud de la Tierra que su redondez, porque, de hecho, no hace ninguna afirmación sobre este tema. Todos los Padres, teólogos y Papas que afirman que la Tierra es esférica no basan su pensamiento en la fe, porque consideran que esta última guarda silencio sobre este tema. Sistemáticamente, hacen referencia a "filósofos", "físicos", "matemáticos".

Proporcionan argumentos procedentes de la razón y de la observación: la sombra de la Tierra sobre la Luna durante los eclipses, el mástil del barco que desaparece tras el casco e incluso las nuevas estrellas que aparecen en el horizonte durante los viajes por mar. Este es un punto importante, porque el mito pretendía insinuar que la fe y la ciencia eran mutuamente excluyentes.

El creyente supuestamente era impulsado a buscar la verdad únicamente en la fe, sin dejar ningún intersticio a la razón. Pero este no es el pensamiento de la Iglesia. Los Padres de la Iglesia pretendían únicamente rechazar la idea de la eternidad del mundo transmitida por la cosmología antigua. La cosmología moderna no puede reprocharles esto.

[1] Voltaire añadió las palabras "sobre la Tierra" que no se encuentran en el versículo citado.

[2] Algunos evocan a Isaías (40, 22) cuando habla del Señor "sentado sobre el círculo [gyrum] de la Tierra", pero el hecho de colocar a Dios en posición sentada es evidentemente un antropomorfismo que debe tomarse en sentido metafórico. Es evidente que no podemos basarnos en un versículo así para derivar un significado literal. También está el siguiente pasaje de un salmo: "He establecido sus columnas" (Sal 74, 4), pero San Ambrosio dice claramente de este pasaje: "no podemos considerar que se trate de verdaderas columnas, sino de aquella virtud por la cual [Dios] fortalece y sostiene la esencia de la Tierra" (P. L. XIV, col. 133).

[3] Cf. Introito de Pentecostés: "El Espíritu del Señor llenó el orbe de la tierra [orbem terrarum]" (Sab. 1,7). El latín orbis es ambiguo porque puede significar "círculo" o "esfera". Es la misma ambigüedad que la palabra "redondo": se habla de la "Tierra redonda" en referencia a una esfera, pero también se habla de una "mesa redonda" aunque es plana. El diccionario latino de F. Gaffiot traduce la expresión "orbis terræ" así: "disco de la tierra, según creencias antiguas, para nosotros globo terrestre". Pero está claro que Gaffiot está supeditado al mito. Si se analizan los textos de los Padres, vemos, por ejemplo, a San Ambrosio hablar indiscriminadamente de orbis lunæ y globus lunæ, lo que indica que orbis es efectivamente un globo (P. L., t. XIV, col. 127 y 200). En el siglo XVI, el erudito y poeta Jean-Pierre de Mesmes no dudó en hacer esta aplicación: "Por tanto, debemos decir que la masa terrestre es redonda, ya que su sombra es redonda: lo que confiesan los Santos Profetas, llamando a la Tierra Orbis terræ" (Institutions astronomiques, cap. 18, págs. 54–55).

[4] San Basilio evoca aquí las opiniones de los filósofos griegos, porque no todas son válidas para la esfericidad. Citemos al canónigo Copérnico que nos ofrece información sobre los autores de estas diversas opiniones: "La tierra no es plana, como decían Empédocles y Anaxímenes, ni tiene forma de pandereta, como decía Leucipo, ni tiene forma de barco, como decía Heráclito, ni es hueca de ningún otro modo, como decía Demócrito. Tampoco es cilíndrica, como decía Anaximandro, sino absolutamente esférica, como creían los Filósofos". (Copérnico, De revolutionibus orbium cœlestium) Estos últimos filósofos son esencialmente Pitágoras, Platón y Aristóteles. Debemos tener en cuenta que la imaginación humana va mucho más allá de la dualidad reductiva entre disco y esfera.

[5] Esta es la medida dada por Ptolomeo en su obra Geografía. Utilizó el estadio filetario de 210 metros de longitud, lo que da una circunferencia de 37,800 km. El valor real es 40,070 km. Cf. Pierre Duhem, Le Système du monde, t. II, pág. 7.

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La inercia de una falsificación

Todos estos elementos [cf. artículo (3)] podrían engañar a los no iniciados, pero no pueden impresionar a un historiador medianamente serio. Los primeros propagadores del mito fueron los más culpables. Pero una vez pasadas las primeras falsificaciones, los que siguieron solo repetían el catecismo volteriano, movidos por una fe ciega en el progreso, sin ojo crítico, y con el tiempo, la falsificación repetida miles de veces cobró el valor de una verdad histórica consolidada.

Michelet, que merece más el título de novelista que de historiador, obviamente retomó esta fábula, entre muchas otras. Antoine-Jean Letronne, titular de la cátedra de historia del prestigioso Collège de France en el siglo XIX [1] también se encargó de ampliar el mito. El tiempo ha hecho errar a un autor como Arthur Koestler, aunque haya contribuido a desmitificar el caso Galileo [2].

Incluso hay un libro de 2015 que pretende "desacreditar los mitos" y que difunde una versión ligeramente mitigada. Inicialmente, este mito fue propagado principalmente por círculos anticatólicos, pero con el tiempo, rápidamente llegó a engañar a los mismos católicos.

Posteriormente se agregaron algunos otros elementos, como mapas antiguos, a veces exhibidos como evidencia del "terraplanismo" medieval. Pero tomar mapas planos como prueba de "planitud" es un argumento sorprendentemente estúpido que nos haría clasificar a los creadores de los mapas Michelin o a los diseñadores de Google Maps como "terraplanistas" con el pretexto de que representan la superficie de la Tierra plana.

En cuanto a las representaciones seccionales, que podrían constituir una prueba real, ¡no provienen de manuscritos medievales sino que son producciones contemporáneas destinadas a ilustrar el mito! El mito se convierte así en creador de su propia "evidencia". Se sostiene a sí mismo.

Los orígenes del "terraplanismo" contemporáneo

Irónicamente, el nacimiento del verdadero fenómeno "terraplanista" actual se encuentra en el siglo XIX, poco después de la "Ilustración", con el surgimiento del racionalismo, dentro de una comunidad socialista utópica.

En efecto, hacia 1839, Samuel Rowbotham, secretario de la efímera comunidad utópica Manea Fen de inspiración Owenista [4], llevó a cabo experimentos en el río Bedford de los cuales concluyó que la Tierra era plana. Escribió un panfleto titulado "Astronomía Zetética" (1849) para defender su extraña conclusión apelando a su método "zetético" [5] basado únicamente en la razón.

Luego produjo una obra más importante (1881) añadiendo algunos pasajes bíblicos interpretados de manera muy personal, sin apelar ni a los Padres, ni a Cosmas, ni a la Edad Media, y mucho menos al Magisterio, porque era un protestante que no pertenecía a ninguna denominación.

Sus ideas fueron luego retomadas por una secta protestante, la Christian Catholic Apostolic Church, que obviamente no tiene nada de católico a pesar de su nombre, y luego por la famosa Flat-Earth Society que aún existe hoy.

Conclusión

Es inquietante y revelador que un error tan grave siga estando tan extendido. Si tal mito puede haber saturado los libros de texto durante dos siglos, ¿cuántos más permanecen ocultos en las representaciones contemporáneas del cristianismo medieval? Por ejemplo, la supuesta prohibición de la disección[6], el absurdo relato de la discusión sobre el alma de las mujeres[7], el mito del derecho de pernada que Voltaire no teme atribuir a los obispos[8], etc.

La realidad es aún más difícil de encontrar cuando se trata de hechos reales que se mezclan parcialmente con mitos como la cacería de brujas, la inquisición o el caso Galileo. Todos estos mitos se arraigaron más duraderamente porque reforzaban las ideas preconcebidas de los anticlericales de todas las tendencias, ya fueran revolucionarios o protestantes, aunque tuvieran constantemente en la boca la "lucha contra los prejuicios".

Es en esta mentalidad donde encontramos la causa principal de estos mitos: se juzga que el período medieval es irracional porque se le mira de manera irracional. Se proyecta la propia irracionalidad sobre el pasado para reforzar mejor el orgullo de un presente considerado "iluminado" por la razón: el pasado es "oscurantista" y nosotros somos "iluminados", se dice con orgulloso maniqueísmo.

Pero la "iluminación" del tercer milenio no es tan clara: ¿no es común ver a personas en las altas esferas pensando seriamente en colocar a los hombres en cárceles de mujeres o en competencias deportivas femeninas, simplemente porque estos hombres se creen mujeres?

Realmente, nuestro mundo no está del todo bien. ¿Podría tener algo que ver la pérdida de la fe con esta pérdida de la razón? Al olvidar esta verticalidad religiosa que hace que el hombre tienda hacia Dios, la Tierra de hoy ha perdido una de sus dimensiones: se ha vuelto espiritualmente plana.
Padre Frédéric Weil

[1] Des opinions cosmographiques des Pères de l’Eglise, en la Revue des deux Monde, t. 1, 1834.

[2] Les Somnambules, 1955. Koestler no es historiador, pero tiene el mérito de recurrir a las fuentes... excepto en el período precopernicano, donde toma a Cosmas como una autoridad indiscutible.

[3] "Desde los inicios de la Edad Media, el oscurantismo impuesto por la Iglesia católica hizo prevalecer la idea de que la Tierra era plana. Pero los contemporáneos de Cristóbal Colón sabían que la Tierra no era plana". Lydia Mammar, C’est vrai ou c’est faux ? 300 mythes fracassés, París, L'Opportun, 2015, sección Antes de Cristóbal Colón, todo el mundo creía que la Tierra era plana.

[4] Nombrado en honor a Robert Owen, fundador del socialismo utópico británico. Owen veía estas comunidades como la única forma de llevar una vida "racional" y fundó la Rational Society para promover allí su ideología, defendiendo, entre otras cosas, el control de la natalidad y puntos de vista muy liberales sobre el matrimonio. Rowbotham buscó el respaldo de la Rational Society para su comunidad, pero no tuvo éxito, aunque sí recibió apoyo. La comunidad ocupó algunos titulares y duró apenas dos años (1839-1841), tras los cuales el propio Rowbotham la consideró "reprensible e impracticable". Véase "A Monument of Union: Social Change and Personal Experience at the Manea Fen Community", 1839–1841, John Langdon, 2012.

[5] Del griego zeteo, "busco". Como la mayoría de quienes todavía usan el término zetético hoy en día, Rowbotham afirma basarse principalmente en la experiencia, aunque él es más un teórico. Él no es el inventor de este uso del término zetetico. De hecho, se encuentra en la Edinburgh Free Thinkers’ Zetetic Society, fundada en 1820 por librepensadores pertenecientes a la gente común.

[6] Ver el artículo del Padre Knittel: L’Eglise avait-elle interdit la dissection ?

[7] Ver el artículo sobre la Légende du concile de Mâcon en Wikipedia.

[8] La leyenda fue retomada por Michelet. Por supuesto, no tiene ningún fundamento histórico. Cf. Dictionnaire philosophique, Voltaire, artículo Cuissage: "Es sorprendente que en la Europa cristiana se haya establecido durante mucho tiempo una especie de ley feudal, y que al menos se considerara un derecho consuetudinario tener la virginidad de la súbdita. La noche de bodas de la doncella pertenecía indiscutiblemente al señor... No hay duda de que los abades y los obispos, se atribuían esta prerrogativa en su calidad de señores temporales".


Fuente: La Porte Latine – FSSPX.Actualités

viernes, 28 de octubre de 2022

La pseudociencia del Evolucionismo (Carlos Baliña)




Duración: 75 minutos



Pbro. Dr. Carlos Baliña - https://formacioncatolicahoy.org/257-... 

El Padre Carlos Baliña cursó sus estudios de filosofía y teología en el Seminario Diocesano "Santa María Madre de Dios" de San Rafael Mendoza. Ordenado Sacerdote en dicha diócesis el 4 de diciembre de 1993. 

Sacerdote perteneciente a la Eparquía Ucraniana en la Argentina. Es Licenciado en física por la universidad de Buenos Aires; Diplomado en estudios avanzados en filosofía por la Universidad de Barcelona; Doctorado en filosofía por la Universidad de Barcelona; Profesor de filosofía de las ciencias 1 y 2 en el Instituto Superior del profesorado "Antonio Sáenz" de Lomas de Zamora. 

Profesor de Antropología y Ética en la Escuela Superior de Gendarmería.

miércoles, 29 de junio de 2022

El tercer Big Bang



La teoría del Big Bang o Gran Explosión despertó el interés de multitudes cuando fue ampliamente difundida; actualmente no se habla de ella, parece olvidada. Pero debería ser analizada nuevamente con cuidado, por su significado para la hipotética comprensión del origen del universo. Se trata de una hipótesis, en efecto, aunque prima facie es compatible con los datos de la fe acerca de la creación del mundo ex nihilo, de la nada. He llamado hipótesis a esa suposición de algo que puede ser posible como fuente de algunas consecuencias; se lo afirma provisionalmente como base de investigación. El autor, o expositor, de la teoría fue un sacerdote católico, Georges Lemaître, alumno de Eddington, el físico que probó la teoría de la relatividad. No era, pues, un improvisado, un soñador.

En cosmología se entiende por Big Bang el principio del universo, el punto inicial del espacio y el tiempo; un cálculo ubica este hecho inicial de la marcha del mundo hace unos 13.800 millones de años. Sería una singularidad espacio-temporal, un fenómeno en el cual se rompen las leyes normales de la física. Nuestro conocimiento de tales singularidades, fenómenos sumamente extraños, es necesariamente muy limitado. Esta consideración hace que la explicación que ofrece la teoría sea obviamente solo hipotética.

Las observaciones astronómicas desarrolladas durante el siglo XX favorecen la afirmación de un comienzo de la expansión del universo a partir de un núcleo primitivo. ¿Qué había antes del Big Bang? Nada. La Gran Explosión se identifica con la creación; existe -podríamos decir- una irreductibilidad del universo en expansión. Antes no hay nada, no hay antes. La concepción ateísta del mundo postula una materia eterna de la cual procedería todo. Respondemos que Dios pudo haber creado ab aeterno, desde toda la eternidad; la creación, como concepto metafísico, no incluye de suyo un origen temporal, ya que consiste en la dependencia esencial de todo lo que existe respecto del Creador. Sin embargo, sabemos por la revelación bíblica que hubo un comienzo. La Escritura comienza en Génesis 1, 1: Bereshit bará Elohim et haskshamayim ve et haaretz; Dios creó en el principio las realidades celestiales (los ángeles) y las terrenas, el mundo que sería el escenario del hombre (efecto, como veremos, del segundo Big Bang). Puede asomarse ahora un interrogante: ¿Por qué es el ser y no más bien la nada? Respuesta: porque Dios quiso comunicar su ser, participar de su felicidad, por amor, a todas las criaturas, las cuales no son el ser, sino que participan de él. Dios, Él solo, es el ser, es el Ipsum esse per se subsistens. En suma, la teoría del Big Bang es compatible con el dogma de la creación y lo ratifica en el orden cosmológico.

Destaco el hecho de la irreductibilidad del ser, que surge de la nada por la voluntad del Creador, que sólo Él es eterno. Basta esta condición para hablar correctamente del primer Big Bang, a partir del cual el universo empezó a existir por el amor de Dios que crea el ser. El ateísmo materialista no da razón de la existencia de cuanto existe, de las leyes que rigen el desarrollo del universo y la configuración de los múltiples seres que constituyen el mundo conocido en virtud y según la cosmología científica y filosófica.

Continuando con nuestro discurso, podemos decir que el desarrollo del universo ha rodado hasta el umbral de una nueva singularidad: la aparición del alma racional y espiritual, es irreductible a todo lo anterior. Suponiendo que el ser humano procede de un animal inferior, se debe reconocer que el más desarrollado, homogéneamente, de los animales inferiores no puede saber que sabe y es incapaz de un acto de libertad. En esta condición cifra la originalidad del hombre. La Biblia hebrea designa al ser humano Adam, porque ha sido formado de la adamá, la arcilla del suelo -una realidad anterior-, pero ha recibido en su nariz un soplo, la rúaj, el espíritu. Con lenguaje simbólico, el Libro del Génesis da cuenta de la aparición del hombre como efecto de una voluntad de la sabiduría del Creador. Sin esa intervención, la hipótesis evolucionista no podría dar razón del salto que señala la irreductibilidad del saber que se sabe y de la libre elección de un destino, es decir, la autoconciencia y la libertad como culminación de la Cosmología en Antropología, y la irreductibilidad de ésta respecto de aquella.

No viene al caso señalar cuándo aparece el espíritu; ciertamente, cuando aparece el hombre. La constitución del hombre, ser corpóreo (material) y espiritual (conocimiento y amor) es una nueva dimensión de lo que existe. Este es el segundo Big Bang.

La Biblia hebrea registra, desde diversas y sucesivas fases culturales, el desarrollo de la historia humana que va cumpliendo períodos con una orientación determinada: hacia una culminación de plenitud. Esta se revela en el Nuevo Testamento, en la manifestación cristiana, que es Evangelio, Buena Noticia. El Apóstol San Pablo, en el capítulo segundo de su Carta a los Filipenses, afirma que el Hijo eterno de Dios se «sumergió» en el torrente que es la realidad humana de la historia. Las tradiciones proféticas atisbaban una nueva dimensión, que sería la final. Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, anticipa en su vida mortal lo que vendrá en una nueva singularidad: su muerte fue una entrega para la salvación del mundo, al que ha rescatado del pecado en virtud de su amor; en éste, la agápē, se registra el auténtico final. Cristo amó a los hombres (a sus discípulos y, a través de ellos, a todos los hombres) eis télos, hasta el extremo final (cf. Jn. 13, 1). Según el Cuarto Evangelio, la última palabra pronunciada en la Cruz es tetélestai (Jn 19, 30): todo se ha cumplido, se ha llegado al télos. Hay un día de silencio, cuando Dios estuvo muerto, y al tercer día se manifestó la singularidad del amor divino en la resurrección de Jesús, que es el ingreso en una nueva dimensión, irreductible a todo lo anterior: a su vida prepascual y aun a las resurrecciones que él ha obrado como testimonio de su misión y de su divinidad: Lázaro, el hijo de la viuda de Naím, la hijita del centurión.

La Pascua de Israel fue una figura profética de la Pascua de Cristo, de su paso a la vida eterna en su condición humana y al paso de todo el universo con él.

La resurrección de Jesucristo es el tercer Big Bang, en el que se manifiesta el télos de todo lo que existe, la creación primera y de la historia humana; es la Nueva Creación que se desarrolla en la vida de la gracia: la fe, que da acceso al conocimiento que Dios tiene de sí y que quiere comunicar; la esperanza por la cual la voluntad se conecta con el cielo -que es Dios, que es Cristo Resucitado- y la caridad, la agápē, participación en el amor con el que se aman el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La gracia de Cristo brota de su existencia de resucitado. Lo sobrenatural es la proyección del tercer Big Bang que es la resurrección de Jesucristo. Es el último estadio, cuyo desarrollo llevará a la «resurrección de la carne», que profesamos en el Credo: expecto resurrectionem mortuorum. Esperamos, asimismo, con la esperanza que es la virtud teologal e incluye una expectación de la plena manifestación del fin: et vitam venturi saeculi. El «siglo venidero» o vida eterna, ya se verifica en la vida de la gracia, que es sustancialmente vida celestial. No habrá nada más que pueda llamarse «nuevo». El Señor Resucitado se mostrará definitivamente, para sorpresa de quienes no han creído, en el juicio que realizará en su parusía, indiscutible presencia universal.

Concluyo resumiendo que la teoría del Big Bang permite interpretar las tres singularidades: la Creación (¿por qué es el ser no más bien la nada?); la aparición del hombre, es decir, la creación del alma espiritual e inmortal (que se replica en cada hombre que nace) y la resurrección de Jesús, que se prolonga y actualiza en el ministerio de la comunicación de la gracia.

+ Héctor Aguer
Arzobispo Emérito de La Plata

Académico de Número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.
Académico de Número de la Academia de Ciencias y Artes de San Isidro.
Académico Honorario de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino (Roma).

Buenos Aires, martes 28 de junio de 2022.
Memoria de San Ireneo de Lyon, obispo y mártir.-

sábado, 5 de marzo de 2022

Los reportes (científicos) de la muerte de Dios han sido muy exagerados




Por Enrique de Zwart

The Return of the God Hypothesis: Three Scientific Discoveries That Reveal the Mind Behind the Universe– HarperOne 2021, 568 pages.

Reseña

De acuerdo con «la ciencia», Dios es un mito. La vida, incluyendo nuestra propia vida, no es más que un accidente cósmico. Los supuestos portavoces de la ciencia nos dicen que la creencia en Dios es insostenible, y que la existencia del ser humano no tiene ningún significado. Por ejemplo, Richard Dawkins, el promocionado ateo darwinista ha afirmado que «el universo que observamos tiene precisamente las propiedades que deberíamos esperar si, en el fondo, no hay diseño, no hay propósito… nada más que una ciega y despiadada indiferencia«.

El materialismo científico tiene altas pretensiones, nada más ni nada menos que explicar la realidad ultima. Y de que entidad o proceso surgió todo. Afirma que la materia, la energía y las leyes de la física son dichas entidades, y que han existido eternamente (o casi) como los fundamentos no-creados de todo lo que existe. Los materialistas también sostienen que la materia y la energía se organizaron mediante procesos estrictamente naturales y produjeron todas las formas de vida que poblaron y pueblan la tierra. No es moco de pavo. Naturalmente niegan la existencia de entidades inmateriales como Dios, el alma, el libre albedrio, y siguiendo su lógica reduccionista incluso la misma mente humana (meras “ilusiones neuronales”).

Pero ¿somos el producto de tal indiferencia, es decir, procesos puramente materialistas sin ningún propósito? ¿Tiene el universo las propiedades que deberíamos esperar si esta visión de la realidad de «todo lo que hay es materia» es correcta? Quizás no.

Tres notorios descubrimientos científicos contradicen las expectativas (“expresiones de deseo” es una mejor descripción) de los científicos ateos, y apuntan en cambio en una dirección no solo claramente compatible con Dios, sino inexorablemente teísta. Y esto describe Stephen Meyer, filósofo de la ciencia, en Return of the God Hypothesis: Three Scientific Discoveries That Reveal the Mind Behind the Universe.

Meyer argumenta que la ciencia misma ahora nos obliga a considerar la hipótesis de Dios, que no es sino la hipótesis de que un agente trascendente y omnipotente estableció las leyes de la física, creó el universo y la vida.

Todo esto sin ninguna apelación a la autoridad (religiosa). En esta exhaustiva obra Meyer nunca cita ningún pasaje de la Biblia, ni ningún texto religioso, y jamás menciona a Cristo o a Yahvé (aunque a más de un científico ateo le vendría bien leer Job 38). Su abundante soporte, casi 100 páginas de notas y bibliografía, es rigurosamente académico.

¿Pero cuáles son estos tres grandes descubrimientos?


El sacerdote y físico belga Georges Lemaître, padre de la teoría del Big Bang. 

El Big Bang

Primero, el Big Bang, los descubrimientos en astronomía observacional y los desarrollos en física teórica han revelado que el universo tuvo un comienzo. Esto es contrario a las expectativas del materialismo científico, que durante mucho tiempo explicó el universo como eterno y auto existente y, por lo tanto, sin necesidad de un creador externo. ¿Qué había antes del Big Bang? Nada. Ni tiempo, ni espacio, ni materia, ni energía. Nada material, estrictamente hablando.

La primera evidencia de un comienzo cósmico llegó en la década de 1920 cuando los astrónomos descubrieron que la luz proveniente de galaxias distantes se estaba estirando o desplazando hacia la parte roja del espectro de luz visible[1] (red-shifted) como si las galaxias se estuvieran alejando de nosotros (análogo al efecto Doppler en el sonido cuando una ambulancia se aleja de nosotros). Poco después, el sacerdote y físico belga Georges Lemaître y el astrónomo Edwin Hubble demostraron independientemente uno del otro que las galaxias más lejanas a la Tierra se estaban alejando más rápido que las cercanas. Eso sugería una expansión esférica del universo (y del espacio mismo) como un globo que se inflaba desde un comienzo explosivo y singular, o sea desde un «big bang».


Los astrónomos han descubierto que las galaxias distantes se están alejando unas de otras y de la tierra. En consecuencia, la luz emitida a una cierta longitud de onda desde estrellas distantes parece estirada o «desplazada al rojo». Además, cuanto más lejos están las galaxias de la Tierra, más rápido se alejan de nosotros y más se estiran las longitudes de onda de la luz proveniente de ellas. Adaptado de Return of the God Hypothesis.

Lemaître también demostró que las ecuaciones de Einstein que describían la gravedad implicaban naturalmente un universo dinámico, a pesar del intento inicial de Einstein de manipular sus propias ecuaciones para representar el universo como eternamente existente y estático, es decir, sin contraerse ni expandirse. El motivo de Einstein era ideológico, no científico, ya que encontraba “repugnante” la proposición de que el universo tuviera un comienzo. En 1931, Einstein visitó el Hubble en el observatorio del Monte Wilson en California para ver la evidencia del desplazamiento al rojo por sí mismo. Einstein, quien se había referido despectivamente a la idea de Lemaître como «inspirada por el dogma cristiano de la creación y totalmente injustificada desde el punto de vista físico», reconoció luego que negar la evidencia de un comienzo fue «el mayor error» de su carrera científica.

Esta evidencia de un comienzo cósmico, más tarde reforzada por otros descubrimientos en astronomía y física teórica como la radiación de fondo cósmica[2], no solo contradijo las expectativas del materialismo científico, sino que confirmó las premisas teístas. Arno Penzias, premio Nobel y parte de un descubrimiento clave para establecer la existencia de un comienzo cósmico, observó:

«Los mejores datos que tenemos son exactamente lo que yo hubiera predicho, si no hubiera tenido nada más que el Pentateuco… y la Biblia en su conjunto.» [243]

Y no es el único. La evidencia cosmológica ha llevado a muchos otros prominentes científicos a afirmar a un creador trascendente más allá del espacio y el tiempo como la mejor explicación para el origen de nuestro universo finito.

En una conclusión memorable de su libro Dios y los Astrónomos, el astrofísico agnóstico Robert Jastrow observó que el descubrimiento de un comienzo cósmico:

«es un desarrollo extremadamente extraño, inesperado por todos menos por los teólogos. Siempre han aceptado la palabra de la Biblia: En el principio Dios creó el cielo y la tierra… El desarrollo es inesperado porque la ciencia ha tenido un éxito extraordinario en el rastreo de la cadena de causa y efecto hacia atrás en el tiempo. Para el científico que ha vivido por su fe en el poder de la razón, la historia termina como un mal sueño. Ha escalado las montañas de la ignorancia; está a punto de conquistar el pico más alto; cuando supera la roca final, es recibido por una banda de teólogos que han estado sentados allí durante siglos.» [109]

Ciertamente, ya que se ha construido una religión alrededor de la ciencia materialista. Y esta fe religiosa del científico es rudamente profanada por el descubrimiento de que el universo tuvo un principio.
La excelsa armonía del universo

Segundo, el extraordinario ajuste fino (fine tuning) del universo. Vivimos en lo que podemos llamar un «universo afortunado», donde las leyes fundamentales y los parámetros físicos de alguna manera han sido «afinados» con fuerzas y constantes adecuadas para que la vida sea posible. Esto comenzó a ser evidente a partir de la década de 1960. Las remotísimamente increíbles probabilidades de que esto suceda por casualidad han llevado a científicos agnósticos y ateos a maravillarse. «La impresión de diseño es abrumadora» reconoció el físico Paul Davies. El ateo George Greenstein admite sufrir disonancia cognitiva al respecto: «Surge insistentemente la idea de que algún agente sobrenatural… debe estar involucrado.»

Incluso minúsculas alteraciones en los valores de muchos factores independientes —como las fuerzas de atracción gravitacional y electromagnética, las masas de las partículas elementales y la disposición inicial de la materia y la energía en el universo— habrían hecho imposible la vida.

Valgan un par ejemplos, de lo muchos descriptos por Meyer. Las masas de los “quarks arriba” y “quarks abajo”, que constituyen los protones y neutrones, deben tener valores precisos para permitir la producción en abundancia de elementos esenciales para un universo “amigable con la vida”, como carbono y oxígeno. Dichas masas deben cumplir nueve condiciones simultaneas para que las reacciones nucleares “correctas” puedan haber ocurrido en los comienzos del universo y la vida fuera posible. Una condición, por ejemplo, es la existencia de protones estables. La simultaneidad exige la intersección de las nueve condiciones, que es una zona infinitesimal de todas las plausibles. Y esto es precisamente lo que ocurre.


Ejemplo de ajuste fino del universo. Cada punto en el gráfico corresponde a los valores posibles para las masas de los quarks arriba y quarks abajo (Mu, Md, que constituyen los protones y los neutrones), relativas a la masa de Planck, Mp, natural en cosmología. Cada una de las nueve líneas del gráfico delimitan regiones de hipotéticos universos que permiten la vida y que no la permiten de acuerdo con varios criterios. Los nueve criterios deben cumplirse simultáneamente, por lo que la región que permite la vida es la marcada en gris. Un área minúscula de todas las plausibles. Return of the God Hypothesis.

No es solo que los valores de las contantes en las leyes fundamentales de la física parecen estar sorprendentemente afinados para que haya vida en el universo, como la constante G en la fuerza de gravedad[3], sino que las leyes mismas son de carácter contingente mas que una necesidad lógica. La existencia de la vida en el universo depende de su precisa estructura matemática. La fuerza de la gravedad descripta por Newton decrece con el cuadrado de la distancia (es decir el numero 2 redondito, no 2.01 o 1.99, ¿curioso no?). Y sin embargo, sin violar ningún principio lógico u otra ley fundamental esta fuerza podría haber disminuido con el cubo de la distancia, o algún exponente mas grande aún. Pero esto habría resultado en fuerzas gravitacionales demasiado débiles para que haya vida. De igual modo, la fuerza gravitacional podría haber disminuido en modo linear (exponente 1), pero esto habría resultado en fuerzas demasiado grandes para que haya vida.

Hay cuatro fuerzas fundamentales (léase inexplicables[4]) en la naturaleza: fuerza gravitacional, fuerza electromagnética (FEM), fuerza nuclear fuerte (FNF) y fuerza nuclear débil (FND). La fuerza nuclear débil causa radiación nuclear (es decir, radiactividad). La FNF, una fuerza atractiva de corto rango, mantiene unidos a los protones y neutrones. La FEM opera en todas las distancias, atrayendo partículas con cargas opuestas y repeliendo aquellas con la misma carga.

La vida depende de la existencia de estas fuerzas, que describimos con diferentes tipos de leyes, actuando en concierto. Por ejemplo, la vida en el universo requiere (1) una fuerza de atracción de largo alcance (como la gravedad) que facilite la coalescencia de las galaxias, las estrellas y los sistemas planetarios a partir de elementos químicos para proporcionar plataformas estables para la vida; (2) una fuerza como FEM para hacer posibles reacciones químicas y transmisión de energía a través del espacio; (3) una fuerza como la FNF que opera a distancias cortas para unir los núcleos de los átomos y superar las fuerzas electrostáticas repulsivas; (4) la cuantización de la energía para hacer posible la formación de átomos estables y, por lo tanto, la vida; (5) el funcionamiento de un principio de exclusión como el de Pauli que (a) permite la formación de estructuras materiales complejas y, sin embargo, (b) limita el peso atómico de los elementos.

Por lo tanto, las fuerzas que actúan en el universo mismo (y las matemáticas que describen las leyes de la física) muestran un ajuste fino que requiere explicación. Sin embargo, ninguna explicación física de esta estructura es posible, porque es precisamente la física (y sus leyes más fundamentales) la que manifiesta esta estructura y requiere explicación. En suma, la física no se explica a sí misma.

No es sorprendente que muchos físicos hayan concluido que este improbable ajuste fino para la vida apunta a un «afinador» cósmico. Fred Hoyle, el astrofísico que acuñó la frase «big bang» para ridiculizar la idea de que el universo tuvo un comienzo —una posición que le convenía como ateo y materialista— cambió de opinión y más aún se convenció de que un ser inteligente había orquestado el equilibrio preciso de fuerzas y constantes físicas en la naturaleza para hacer que el universo permitiera la vida: «Interpretando los datos con sentido común lleva a pensar que un superintelecto ha toqueteado la física» para hacer la vida posible ya que «las propiedades del universo caen dentro de rangos estrechos e improbables que son absolutamente necesarios para que existan formas de vida complejas».

Con el fin de evitar esta “inconveniente” conclusión, algunos físicos han postulado hipótesis bizarras, como que hay un gran número de universos. Esta idea del «multiverso» sugiere que nuestro universo se ganó la lotería; y también que hay un mecanismo generador de universos vomitando miles y miles de millones de universos. Tantos que uno como el nuestro con su improbable combinación de factores propicios para la vida eventualmente tendría que surgir. Ningún experimento puede proporcionar evidencia para refutar o confirmar la hipótesis del multiverso. Ergo esta fantasía no puede ser considerada ciencia.

Así y todo, los adalides del multiverso pasan por alto un problema obvio. Todas estas propuestas altamente especulativas, basadas en la «cosmología inflacionaria[5]» o en la «teoría de cuerdas[6]«, postulan mecanismos generadores de universos que a su vez requieren un ajuste previo inexplicable, lo que nos lleva de vuelta a donde comenzamos y a la necesidad de un afinador inicial.

Dijimos que antes del Big Bang no había ni tiempo, ni espacio, ni materia, ni energía. Pero ¿existían las matemáticas y las leyes de la física que no son materiales? Si hubiese un mecanismo que tratase de explicar el Big Bang de modo materialista tendría que asumir que existían leyes “incluso antes del universo mismo”. Lo cual presenta otro problema. Las leyes se expresan en forma de ecuaciones matemáticas. Si el medio de las matemáticas es la mente, ¿significa esto que la mente debe ser anterior al universo? Los ateos prefieren pasar por alto esta pregunta.

La complejidad de la vida

Tercero, la complejidad de la vida. La biología molecular ha revelado la presencia en las células vivas de un mundo exquisito de nanotecnología informativa: el código digital en el ADN y ARN; diminutas máquinas moleculares intrincadamente construidas; un complejo sistema de almacenamiento, transmisión y procesamiento de información que se asemeja, pero supera ampliamente, a nuestra tecnología digital más avanzada. No es lo que se esperaría encontrar si todo fuera el resultado de procesos materialistas al azar. El propio Dawkins confesó estar «asombrado por la complejidad miniaturizada de la maquinaria de procesamiento de datos en la célula viva».

Esto sugiere el trabajo de un programador maestro en las mismas bases de la vida. Después de que James Watson y Francis Crick dilucidaron la estructura de la molécula de ADN en 1953, Crick desarrolló su famosa «hipótesis de secuencia». En esta, Crick propuso que los componentes químicos en el ADN funcionan como letras en un lenguaje escrito o símbolos digitales en un código de computadora.

El funcionamiento del código informático depende de una secuencia precisa de ceros y unos. Del mismo modo, la capacidad de la molécula de ADN para dirigir el ensamblaje de moléculas de proteínas cruciales en las células depende de arreglos específicos de constituyentes químicos llamados «bases» a lo largo de la columna vertebral de su estructura de doble hélice. Dawkins reconoció que «el código máquina de los genes es extrañamente similar a una computadora». El ADN es como un programa de computadora, pero mucho, mucho más avanzado que cualquier software creado por el hombre. Meyer desarrollo en detalle este tópico en su primer libro, Signature in the Cell.

Es de notar que no hay enlaces químicos, y por lo tanto no hay fuerzas de atracción, entre las bases que corren a lo largo de la columna vertebral de la doble hélice de ADN. Sin embargo, es precisamente a lo largo de este eje de la molécula que se codifican las instrucciones genéticas en el ADN. Mas aun, cada una de las cuatro bases de nucleótidos adenina, timina, citosina y guanina -A, T, C, G- se adhieren a cualquier sitio en la columna vertebral del ADN con la misma facilidad, ya que están conectadas por el mismo tipo de enlace químico (enlace N-glicosídico). Las cuatro bases son aceptables, ninguna preferida. Por lo tanto, diferencias en afinidad de enlace no determinan la disposición de las bases. En otras palabras, las fuerzas de atracción química no explican la información en el ADN. ¿Cuál es el origen de esta información?


Esquema de la estructura química de la molécula de ADN que muestra los principales enlaces químicos entre sus moléculas constituyentes. No hay ningún enlace conectando las bases de nucleótidos (representadas por rectángulos con A, C, G. T a lo largo del eje donde se encuentra la información. Además, el mismo tipo de enlace químico conecta las diferentes bases a la columna vertebral de azúcar-fosfato (pentágonos y círculos P) de la doble hélice. Estas dos características de la molécula aseguran que cualquier base se puede conectar a la columna en cualquier lugar con la misma facilidad. Es decir que las propiedades de enlace de los constituyentes químicos del ADN no determinan la secuencia de las bases. Return of the God Hypothesis.

Hoy está claro que el código genético es un precisamente un código: una maravilla de sofisticación nanotecnológica para el procesamiento de información mediante la cual los codones (secuencia de tres nucleótidos) se traducen en aminoácidos que se ensamblan en proteínas. Incluso si los científicos pudieran algún día demostrar cómo la “sopa prebiótica” pudo haber generado una rica mezcla de nucleótidos, tal mezcla sería análoga a un cubo lleno de letras. La pregunta sin respuesta es cómo cucharadas al azar de la sopa podrían generar un libro como Don Quijote o la obra de Shakespeare. La célula viva más simple contiene más de 400 genes, cada uno compuesto por docenas o cientos de codones y cada uno de ellos esencial para la vida, es decir, si alguno de esos genes se elimina experimentalmente, la célula morirá. Ninguna teoría actual explica el origen de esta información genética. Algunos han propuesto ideas vagas como «autoorganización» y «selección natural prebiótica». Pero como señaló el premio Nobel de fisiología Christian de Duve, tales teorías «presuponen lo que debe explicarse en primer lugar», a saber: ¿de dónde proviene la información?

El premio Nobel de química Ilya Prigogine concluyó que las probabilidades de que las biomoléculas con alta densidad de información se desarrollen por casualidad son «desvanecedoramente pequeñas», incluso durante miles de millones de años. El mismo Crick tampoco vio ninguna posibilidad de que la vida en la tierra pudiera haber surgido espontáneamente de la “sopa primordial” y argumentó que la vida en la tierra debió haber sido sembrada por extraterrestres de otro sistema solar. La convicción entre ciertos científicos de que la vida pudo surgir espontáneamente de materia no viva es una cuestión de fe en el reduccionismo materialista y se basa completamente en ideología, no evidencia.

Ninguna teoría de evolución química al azar (no dirigida) explica el origen de la información en el ADN (o ARN) necesaria para construir la primera célula viva a partir de sustancias químicas inertes más simples. En cambio, nuestra uniforme y repetida experiencia, la base de todo razonamiento científico, muestra que los sistemas que poseen información funcional o digital surgen invariablemente de causas inteligentes.

Mas allá del misterio de la información necesaria para el comienzo de la vida, otro ejemplo de una explosión de información es la “explosión cámbrica«, a veces llamada big bang de la biología, en la que nuevos planes corporales, filos, aparecen dentro de un período de tiempo geológico cortísimo, a contrapelo de la evolución darwinista. En su segundo libro, Darwin’s Doubt, Meyer se explayó extensamente sobre esta temática.

Sabemos por experiencia que el software proviene de programadores. Sabemos en general que la información, ya sea inscrita en jeroglíficos, en libros o codificada en señales de radio, siempre surge de una fuente inteligente.

Por lo tanto, el descubrimiento de información, y un complejo sistema de transmisión y procesamiento de información en cada célula viva, proporciona bases sólidas para inferir que la inteligencia jugó un papel en el origen de la vida. Ya que «la información surge habitualmente de la actividad consciente».


El origen de los animales de acuerdo con la teoría darwinista (arriba) versus la evidencia (abajo). La teoría de Darwin predice un cambio evolucionario gradual, pero el registro fósil muestra la aparición abrupta de mayores grupos de animales, por ejemplo, durante el periodo cámbrico. Return of the God Hypothesis.

Conclusión

La premisa materialista no siempre ha sido parte del método científico. Los fundamentos de la ciencia moderna se pusieron en la edad media gracias a la cosmovisión cristiana de la época. Mas tarde los primeros científicos modernos fueron en general cristianos. Sin embargo, el materialismo ganó primacía después de Darwin. Hoy, la hegemonía de la suposición materialista es casi completa. El complejo educativo-mediático la presupone. Pero Meyer argumenta que la suposición materialista ahora plantea una obstrucción a la comprensión y niega la posibilidad del conocimiento, obligando a los científicos a proponer hipótesis inverosímiles e incomprobables con tal de evitar la hipótesis de Dios. Paradójicamente, el fanatismo religioso y la negativa a debatir los hechos honestamente ahora caracterizan a los ateos más que a los que creen en Dios.

Los científicos ateos han construido teorías cada vez más enrevesadas y fantasiosas, postulando diseñadores alienígenas para dar explicar el código de la vida; múltiples universos paralelos para tratar de explicar el ajuste fino; y desarrollado elaboradas ecuaciones matemáticas en un intento de usar la física para mostrar cómo el universo físico podría haber surgido de la nada física (lo cual es una contradicción en términos y metafísicamente absurdo). Como admitió el biólogo evolucionista Richard Lewontin:

«Nuestra inclinación a aceptar postulados científicos que van en contra del sentido común es la clave para comprender la verdadera lucha entre la ciencia y lo sobrenatural. Nos ponemos del lado de la ciencia a pesar del absurdo obvio de algunas de sus hipótesis… porque tenemos un compromiso previo, un compromiso con el materialismo… Mas aun, ese materialismo es absoluto, ya que no podemos permitir un Pie Divino en el umbral». [346]

Pero ¿y si Dios puso no solo un pie sino toda su divinidad en la creación? ¿y si el universo tiene precisamente las propiedades que deberíamos esperar si hay un creador con voluntad e inteligencia detrás de todo? Return of the God Hypothesis argumenta que el universo tiene precisamente tales propiedades.

Meyer argumenta que la evidencia científica que tenemos sobre los orígenes biológicos y cosmológicos conduce lógicamente al conocimiento de Dios. O como dijo San Agustín crede ut intelligas, «cree para entender«. Y esto confirma la esperanza de que no somos el producto de una «ciega y despiadada indiferencia»; ridículo postulado que ninguna persona sana toma seriamente (en general los materialistas son hipócritas que imbéciles), y que si fuera tomado en serio conduce a la desesperación. Al contrario, hemos sido pensados y creados con un propósito.

…Que no te la cuenten.

Enrique de Zwart


[1] En física, un desplazamiento al rojo es un aumento en la longitud de onda, y la correspondiente disminución en la frecuencia y la energía de los fotones, de la radiación electromagnética (como la luz). Este desplazamiento al rojo en el espectro visible es observado en objetos astronómicos distantes, como estrellas y galaxias.

[2] La radiación cósmica de fondo es una radiación electromagnética que llena todo el universo y representa el eco del Big Bang.

[3] La fuerza de atracción gravitacional entre dos cuerpos es proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia entre ambos: F = G × M1 × M2 /d2, donde G = 6.67430 × 10-11 Nm2/kg2 es la constante gravitacional.

[4] Que se conozca el efecto de algo, no significa que se conozca la causa. Por ejemplo, todos sabemos el efecto de la fuerza de gravedad, y podemos medirla. Pero nadie sabe su causa. ¿Qué es la gravedad? Los objectos caen debido a la gravedad, pero la gravedad es la tendencia de los objectos a caer. Lo cual es un argumento circular. Al describir esta misteriosa fuerza que actúa a distancia sin ninguna causa mecánica aparente, Newton fue criticado de “escolástico” por el “nominalista” Leibniz, quien acusó al inglés de estar simplemente asignando el nombre del efecto como su propia causa. En defensa de Newton podemos decir que hasta el día de hoy nadie sabe qué es la gravedad, o por qué existe.

[5] Serie de conjeturas teóricas para explicar la expansión ultrarrápida del espacio en los instantes iniciales del universo.

[6] Conjunto de hipótesis y modelos teóricos que asumen que las partículas subatómicas, aparentemente puntuales, son en realidad “estados vibracionales” de un objeto extendido más básico llamado “cuerda” o “filamento”. No hay evidencia de tal cosa.

sábado, 22 de agosto de 2020

jueves, 23 de julio de 2020

¡ESCÁNDALO! La fundación Rockefeller describe en 2010 EXACTAMENTE lo que ha pasado con el Covid-19 ¿no hay conspiración?




Recientemente, ha sido señalado un informe del año 2010 de la Fundación Rockefeller, descrito como «Escenarios para el Futuro de la Tecnología y el Desarrollo Internacional», (vean ustedes mismos en la página 12), informe desarrollado en colaboración con la Global Business Network, empresa especializada en la planificación de escenarios. ¿Hay empresas dedicadas a la planificación de escenarios de pandemias? Pues sí. La Fundación R. se preocupa aquí de prever cuáles podrían ser los escenarios del planeta entre los años 2010 y 2030. Recuerden que el Ministerio de Pablo Iglesias se titula: Agenda 2030.

Esta proyección para el futuro constaba de cuatro escenarios posibles, uno de los cuales se describe como el de Lock Step, «Fase de bloqueo», en el cual se describe una pandemia tipo H1N1, sospechosamente igual a la actual, que provoca una deriva de todos los gobiernos hacia un totalitarismo global basado en un agobiante control policial sobre las ideas, los movimientos de las personas, la paralización de la economía, con unos ciudadanos esclavizados que ven un continuo retroceso en sus derechos y libertades, EXACTAMENTE LO QUE ESTÁ PASANDO HOY EN EL 2020.

Lo más sospechoso del estudio de 2010 de la Fundación Rockefeller es que pone a China como modelo de manejo de la pandemia, por su rápida adopción de medidas totalitarias, que son calcadas a las que ha tomado en esta farsa del Covid-19. Vean cómo la bola de cristal de la Fundación Rockefeller les permitió ver con claridad lo que iba a pasar 10 años después. Aquí pueden leer unas líneas del pasmoso guión (observen que, a pesar de que están hablando del futuro -ese guión de encierro estaba previsto para el 2012- el tiempo verbal utilizado es el pasado, como si ya hubiera tenido lugar):
«A algunos países les fue mejor, a China en particular. La rápida imposición y aplicación de la cuarentena obligatoria por parte del gobierno chino para todos los ciudadanos, así como su cierre instantáneo y casi hermético de todas las fronteras, salvó millones de vidas, impidió la propagación del virus mucho antes que en otros países y permitió una recuperación pospandémica más rápida.

El gobierno de China no era el único que tomó medidas extremas para proteger a sus ciudadanos del riesgo y la exposición. Durante la pandemia, los líderes nacionales de todo el mundo han mostrado su autoridad e impulsado reglas herméticas y restricciones, desde el uso obligatorio de mascarillas a los controles de temperatura corporal en las entradas a los espacios comunes como las estaciones de tren y supermercados. Incluso después de que la pandemia desapareciera, este control más autoritario y la supervisión de los ciudadanos y sus actividades incluso se intensificó. (…)

Al principio, la noción de un mundo más controlado gana una amplia aceptación y aprobación. Los ciudadanos voluntariamente entregaron parte de su soberanía y su vida privada, a estados más paternalistas, a cambio de una mayor seguridad y estabilidad. Los ciudadanos eran más tolerantes, y con ganas, incluso, de una supervisión dirigida de arriba abajo, y los líderes nacionales han tenido más libertad para imponer el orden en los caminos que vieron conveniente. En los países desarrollados, este descuido mayor tomó muchas formas: los identificadores biométricos para todos los ciudadanos, por ejemplo, y una regulación más estricta de las industrias clave, cuya estabilidad se considera vital para los intereses nacionales. (…) trágicamente en los países dirigidos por las élites irresponsables que utilizan su poder mayor para perseguir sus propios intereses a expensas de sus ciudadanos.”
Todo esto se escribió en el año 2010. ¿Alguien necesita mayor prueba de que esta pandemia es un plan, una plandemia que forma parte de una agenda de control mundial de la libertad de la población y de la economía mundial?

¿Se dan cuenta que no son médicos los que toman las decisiones?
¿Se dan cuenta que el encierro no es una medida sanitaria sino de experimento social con el propósito de crear una crisis económica mundial para imponer sus propios planes?
¿Alguien puede pensar que la coincidencia entre lo que fue “imaginado” por la Fund. Rockefeller y lo que ha pasado es CASUAL?

Pilar Baselga