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lunes, 8 de octubre de 2018

Does Cardinal Ouellet Believe that Pope Francis Is God?


Duración 3:02 minutos

Does Cardinal Ouellet believe that Pope Francis Is God?

Cardinal Marc Ouellet, the Prefect of the Congregation for Bishops, has strongly attacked whistle-blower Archbishop Viganó in an Open Letter published on Sunday. At some point, an angry Ouellet even accuses Viganó of “blasphemy” because the latter dared to criticize Pope Francis’ failures. According to Merriam-Webster, blasphemy is the act of showing contempt for God. This implies that Ouellet believes that Pope Francis is a divinity.

Pope Francis “Overlooked” McCarrick

About the fact that Viganó informed Francis already in June 2013 Ouellet writes to Viganó, “I strongly doubt that McCarrick interested Francis to the extent that you believe since he was an archbishop emeritus at the time and seven years without a post.” “Testimone82” commented on Gloria.tv: “Excuse me, a Pope so merciful, inflexible with abusers, a herald of the Gospel, attentive to the needs of the neighbor and the Church, consecrated to his mission, of highest personal and moral integrity who simply 'overlooks' the case of the serial sodomite McCarrick, scourge of seminarians and entire generations of priests, without a minimum of sensitivity because he is too busy with other things?”

“Very Disturbing”

Deacon Nick Donnelly commented on Twitter about this photo taken at an embarrassing Saturday night show organized in the context of the Youth Synod in the Paul VI Hall in the Vatican. Donnelly calls the photograph “very disturbing”. Quote, “The figure of the ‘Resurrected Christ’ looks ominous and threatening.” He added, “How many images more do we need to see that there is something seriously wrong with Bergoglio’s pontificate?”

Cardinal Eijk: Speaking to the Right, Acting to the Left

Utrecht Cardinal Wim Eijk, an alleged critic of Amoris Laetitia, whom many consider to be a – quotation mark – “conservative”, named Father Anton ten Kloster as the new rector of the seminary in Utrecht, Netherlands. The Dutch journalist Henk Rijkers has called this a “bad decision”. According to Rijkers, Father ten Kloster is a Bergoglio partisan and propagandist of Amoris Laetitia.


Ouellet censura a Viganò pero confirma su testimonio



El cardenal canadiense Marc Ouellet ha respondido a la petición de Viganò de que cuente lo que sabe con una carta abierta en la que censura duramente al arzobispo al tiempo que confirma lo esencial de sus acusaciones.

Cuando uno lee en un respetado diario nacional “El Vaticano documenta la falsedad de las acusaciones del ex nuncio Viganò contra el Papa”, espera exactamente eso: que documente, y que con los documentos en cuestión demuestre que lo que se dijo es falso. De hecho, uno echa inmediatamente en falta una ilustración con los ‘documentos’ en cuestión.

Solo que estamos ante un titular terrible que no tiene nada que ver con la realidad.

En su último comunicado, el ‘arzobispo rebelde’ Viganò, después de reafirmarse en todo lo que dijo en su célebre testimonio, hace una apelación directa al cardenal canadiense Marc Ouellet, prefecto de la Congregación de Obispos, para que cuente lo que sabe.

La cosa va así: aunque Viganò hace bastantes comentarios en su testimonio, el núcleo de su acusación es que el Papa levantó una sanción privada que su predecesor había impuesto al ya defenestrado pero aún arzobispo emérito Theodor McCarrick, a cuenta de sus andanzas homosexuales con curas y seminaristas.

Aparte del esperable ‘asesinato de carácter’, la principal baza de quienes negaban las acusaciones de Viganò era negar que existiera tal sanción por parte de Benedicto que, al ser privada, no iba a ser fácil demostrar. Estaba en su contra, por ejemplo, que se sabe que McCarrick, lejos de desaparecer en un oscuro convento, dedicado a una vida de oración y penitencia, siguió bajo los focos cuanto quiso y participó en los actos que le dio la gana, incluida la misa de despedida de Benedicto XVI.

Y es cuando Viganò apela a Ouellet, y Ouellet responde con una carta pública a la que probablemente no sea ajena el hecho de que fuera recibido por Su Santidad inmediatamente antes.

Y lo que hace Ouellet en su carta es criticar durísimamente la ‘traición’ de Viganò… Al tiempo que viene a confirmar su relato en lo fundamental. Por ejemplo, como hemos dicho, era fácil negar que hubiera sanción de ningún tipo, porque el sujeto en cuestión no se comportaba exactamente como un sancionado. Y mientras no existan documentos fehacientes o hable el Papa o lo haga Benedicto, ahí podría quedar la cosa.

Pero, no: Ouellet confirma que McCarrick fue, de hecho, “exhortado firmemente a no viajar ni aparecer en público” y a llevar “un estilo de vida discreto de oración y penitencia” a cuenta de “rumores con respecto a su comportamiento en el pasado”. Eso suena a sanción privada, ¿no? Y a que Francisco tenía que saberlo cuando empleó a McCarrick en delicadas misiones diplomáticas, especialmente en el controvertido asunto del acuerdo con el Gobierno chino.

Uno de los medios más sólidamente entusiastas de este pontificado, el americano National Catholic Reporter, llegó a reconocer en su día que Benedicto había “puesto a pastar” a McCarrick pero que con Francisco “está de vuelta y más activo que nunca”.

Por otra parte, no parece demasiado honesto en Ouellet que hable de “rumores”, cuando dos obispos, dos, ya habían pagado considerables sumas en acuerdos extrajudiciales a víctimas de los abusos de McCarrick. Uno de esos dos obispos, como ya informamos, publicó una nota de prensa para aclarar que había informado a sus superiores del caso, como es natural.

Por lo demás, y con independencia de la sanción, Viganò asegura haber informado personalmente a Francisco de los escándalos de McCarrick. Ouellet no lo pone en duda, pero responde: “Tú dices que informaste al Papa Francisco el 23 de junio de 2013 sobre el caso McCarrick en la audiencia que te concedió a ti, como a tantos otros representantes pontificios de los que él encontró por primera vez ese día. Imagino la enorme cantidad de informaciones verbales y escritas que él debió recibir en aquella ocasión sobre muchas personas y situaciones. Dudo grandemente que McCarrick lo pueda haber interesado al punto que tú has hecho creer, ya que en ese momento era un Arzobispo Emérito de 82 años y ya llevaba siete sin encargo”.

Bien, Ouellet está diciendo que el Papa no estaba muy interesado en el hecho de que un cardenal arzobispo emérito de Washington, uno de los prelados más poderosos de Estados Unidos -si no el más-, que había sido pieza esencial en el nombramiento de varios obispos en ejercicio -como Farrell, Cupich y Tobin- fuera un depredador homosexual siempre que sus ‘parejas ocasionales’ fueran mayores de edad. ¿Es eso?

Imaginamos que el Papa tiene muchas cosas en la cabeza -como el Cambio Climático o la inmigración masiva- y es difícil llevar la cuenta de los cardenales que se lleva a seminaristas a su casita de la playa.

Después de sugerir que el castigo no era realmente un castigo -y fallar estrepitosamente, como vemos-, Ouellet pasa a explicar que la rehabilitación tampoco es tanta rehabilitación. “Nunca he oído al Papa Francisco hacer alusión a este autodenominado gran consejero de su pontificado para los nombramientos en América, aunque él no oculta la confianza que deposita en algunos prelados”, asegura el cardenal en su carta abierta.

Eso me recuerda ligeramente al comentario del propio Francisco bromeando cuando fue preguntado por el ‘lobby gay’ dentro de la Curia y diciendo que el nunca había visto un carné de miembro de dicho lobby. Es curioso en un pontífice que se ha destacado en sus ataques contra la Mafia; ¿o cree Su Santidad que los mafiosos sí tienen carné?

El caso es que muchos sí recuerdan que McCarrick tenía un lugar muy especial en la confianza de Francisco. Rocco Palmo, uno de los periodistas que mejor conocen el mundillo eclesial, nada sospechoso de veleidades ‘antifrancisquistas’, contaba ya en 2016 en su afamado blog ‘Whispers in the loggia’ que “Francisco considera a McCarrick uno de sus héroes”. Cuenta también Palmo que a mediados de septiembre de ese mismo año, McCarrick “escribió una carta al Papa… solicitando el nombramiento de Joe Tobin como obispo de Newark”, en un momento del proceso en el que ni siquiera se había mencionado el nombre del actual arzobispo”. No sé, eso suena a influencia de “gran consejero”, Eminencia.

La enorme influencia de McCarrick sobre Francisco en el nombramiento de obispos americanos también la confirmaba en 2014 otro gran vaticanista, Sandro Magister, cuando escribía: “Se cree que el nombramiento de Cupich se lo han recomendado al Papa con especial entusiasmo el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga y, sobre todo, por el cardenal Theodore McCarrick.”

En definitiva, la carta de Ouellet le hace un flaco favor a sí mismo y a Francisco. Confirma más que desmiente lo que denuncia Viganò y su gran acusación parece ser, leyendo entre líneas, que cómo se le ocurre montar todo este lío que deja mal a la Iglesia.

Por lo demás, hay un hecho incontestable: Viganò no tenía nada que ganar y sí mucho que perder haciendo público su testimonio. Se ha convertido en un paria, a su edad, está desaparecido, lo ha perdido todo. Ouellet, por su parte, es prefecto, y tiene algo que ganar y nada que perder con la carta que ha hecho pública.

A continuación, la carta de Ouellet:

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NOTA: Para no hacer excesivamente larga esta entrada, he estimado conveniente poner un enlace a dicha carta, concretamente a Secretum Meum Mihi, porque ahí, además, hay también una visión crítica inicial antes de la carta. Si se quiere leer ya, directamente, la carta, puede hacerse igualmente en Il Settimo Cielo. O, sencillamente, ir a la página web de Infovaticana, sin más.