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viernes, 31 de marzo de 2017

Padre Alessandro Minutella, voz que grita en el desierto



Este sacerdote italiano, de la Arquidiócesis de Palermo, es un profeta en este momento de tanta confusión. Queremos resaltar su valentía para denunciar sin tapujos lo que está pasando en nuestra amada Iglesia Católica. Tantos creyentes hermanos nuestros que se sienten desorientados por todo lo que vemos diariamente de parte de obispos y sacerdotes que van contra la doctrina de la Iglesia y lo peor de todo porque todo esto viene desde la cabeza que es el Papa Francisco que en estos cuatro años, está creando una gran división y desconcierto.

Don Alessandro, ha publicado un vídeo en You Tube en el que invita a la resistencia católica el próximo 22 de abril. Será un encuentro de oración en el que se congregará con muchos católicos que no se atreven hasta ahora hablar de todo lo que está sucediendo. Creo que sentará un precedente y muchos sentirán la fuerza para expresar más libremente el dolor que sienten en estos momentos por el rumbo que está tomando la Iglesia en este pontificado.

Hemos resaltado y hecho la traducción de la última parte en la que habla fuerte y claro

Duración 32:05 minutos

Comienzo a traducir desde el minuto 18:44 hasta el 20:47

“Me dirijo a ustedes queridos hermanos sacerdotes, que son tantos los que siguen esta forma mía de hablar. Tantos sacerdotes distribuidos en distintos lugares de Italia, que como yo, no están contentos y me escriben para decirme que no estoy solo y que están conmigo. Y sufren por esta imposición.

Y me dirijo a tantos católicos, a tantas familias católicas que sufren por todo lo que está pasando. A ellos, les digo en el nombre de Jesús y de María: “Vamos a descubrirnos, reunámonos y mostremos el rostro auténtico y fuerte del catolicismo que resiste”. Nos lo está pidiendo el Señor, no podemos dar la espalda. Esto tendrá una serie de consecuencias.

La voz fuerte en la falsa Iglesia, pero sólo fuerte con las lógicas del mundo, me parece ya sentirla tronar. Dirán: “Están fuera de la Iglesia, son cismáticos, se han construido una Iglesia”. Y Yo me pregunto: “¿Estamos nosotros fuera de la Iglesia, con tal denuncia? ¿O son todos ustedes que están construyendo esa iglesia mundana, adúltera, extravagante que ya la Beata Sor Ana Catalina Emmerich, había ya visto?.

Están ustedes fuera de la Iglesia, no nosotros que resistimos. Esto debe ser claro. Nos dirán que somos nosotros los que estamos fuera de la Iglesia, en cambio son ellos que se han salido. Alguno los ha lanzado fuera. Y por primera vez diré hoy quién es el que los ha empujado fuera de la Iglesia.

Ustedes están fuera, no nosotros que resistimos, que permanecemos fieles a la sana tradición católica y al espíritu auténtico del Concilio Vaticano II. Estén atentos amigos, la descalificación de la falsa iglesia contra la resistencia católica suena como la más aceptable a las masas que son exaltadas por los medios de comunicación social”.

“La Iglesia no es de ustedes, la Iglesia no es nuestra, la Iglesia es de Jesucristo…”

Ahora retomo desde el minuto 21:24

A la falsa iglesia, decimos hoy: “Eres el acto más monstruoso del tercer secreto de Fátima…

Nosotros estamos cansados de aquellos que difunden desde hace tantos años y ahora con la bendición de Bergoglio el veneno de la herejía. Y quisiera dirigir un llamado a Bergoglio: “Pedimos humildemente que él, antes de ir a Fátima, repare el escándalo, el dolor y el sufrimiento que está causando a miles y millones de católicos en el mundo. Pedimos a Bergoglio que antes de ir a Fátima, nos haga comprender si ha roto definitivamente con la tradición ininterrumpida del catolicismo…

No podemos seguir a quien se equivoca, sin importar el rol que tenga y sin importar el poder que tenga. Nosotros estamos como recuerda el Concilio Vaticano II, en la base, no en la cumbre. Y en razón de nuestro bautismo, también tenemos el espíritu profético. Nosotros decimos a Bergoglio que si continúa así, causará él mismo esta dramática laceración en la Iglesia que de hecho ya existe. Y como él se jacta diciendo que ama la franqueza, que ama la verdad, pues hoy me hago voz de todos los católicos, no sólo de los cuatro cardenales… Me hago voz de miles y miles de católicos en Italia, patria del catolicismo… Esperemos que nos dirán, es posible que nos llegue la condena…

Digo a todos: “La Iglesia no es de ustedes, la Iglesia no es nuestra, la Iglesia es de Jesucristo…”
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Son tantas cosas sabias y verdaderas que dice este sacerdote que nos motivan a seguir firmes en la denuncia de todos los errores que vemos en estos tiempos.

Pidamos al Señor para que la Verdad inmutable de la Sagrada Escritura y el Santo Magisterio de la Iglesia se mantengan custodiados por hombres santos que el Señor llama en medio de su pueblo elegido por el bautismo.

Al terminar de escribir esto, ya suenan voces de que este sacerdote será castigado por hablar con la verdad.

Traducción por el padre Elías.

Sobre Benedicto XVI y la teoría de la conspiración, según Antonio Caponnetto


Parte de una entrevista que realizó Antonio José Sánchez Sáez a Antonio Caponnetto, con ocasión de su nuevo libro: "No lo conozco": Del Iscariotismo a la Apostasía.

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– ¿En estos pasos que usted marca, qué papel juega Benedicto XVI, que opinión le merece su renuncia sorpresiva, dejando inacabada una Encíclica, quedando vestido como Papa, manteniendo sus atributos pontificales, su tratamiento como “Su Santidad” y decidiendo permanecer en el Vaticano?

No soy de los que desechan la teoría conspirativa o la tesis del complot. Procuro sí, cuidadosamente, no abusar de ella. No todo complot explica un hecho histórico, ni todo hecho histórico es hijo de una conspiración. 


Lo que trato de decir es que, quienes quieran explicar la dimisión de Benedicto XVI por la vía del conspirativismo, tendrán suficientes elementos de juicio. Es bien conocida, por ejemplo, la existencia de la logia o de la mafia de San Galo, que habría tenido parte activa en el desmoronamiento de Ratzinger. 

Y han trascendido ya bastantes detalles oscuros del cónclave que eligió a Francisco. Pienso, por ejemplo, en el libro de Socci, "Non é Francesco"

Pero dicho esto, en mi opinión,
ha habido y hay, por parte de Benedicto XVI, una alianza activa o pasiva en pro de Bergoglio. Si Benedicto quisiera, y si lo hubiera querido, estuvo y está lleno de ocasiones para desenmascarar esa presunta conspiración que lo derribó


[¡Esta idea es muy importante no olvidarla, porque suele presentarse, a veces, a Benedicto XVI, como una víctima ... que no podía haber hecho otra cosa que lo que hizo, lo cual no es cierto!]

Eligió y elige el camino contrario: da su respaldo a Francisco, lo convalida, lo avala, lo cohonesta, lo elogia. Sea por omisión o por emisión de juicios. En las contadas pero relevantes ocasiones en las que se los vio juntos, jamás faltaron los encomios recíprocos, y en el libro reciente de Peter Seewald, “Últimas conversaciones”, calla redondamente al respecto, cuando nada le hubiera impedido hablar claro. Se me perdonará la crudeza, pero yo a esto lo llamo complicidad.

-¿No cabe algún atenuante, o la consideración de que factores que no conocemos lo obligan a comportarse así?

Por cierto que caben atenuantes, y por eso mismo expreso mi opinión de modo respetuoso y sin condenas. Pero supongamos que las amenazas que ha recibido y que recibe son tan brutales como para que no pueda levantar el índice acusador ante las ya inadmisibles impiedades y sandeces de Bergoglio. ¿Es necesario, además, que lo elogie, como cuando declaró, el 28 de junio de 2016, que se sentía protegido por su bondad? Si hay alguna “bondad” bajo cuyo manto protector yo no quisiera estar, es la de Bergoglio. Los argentinos católicos conocemos de sobra cómo funciona ese manto de bonhomía (afabilidad) protectora. Y ahora también lo saben quienes no son argentinos.

Me resisto a creer que Benedicto está en un gulag que le impide filtrar cualquier protesta, queja, advertencia o disidencia. Porque hasta en los gulags verdaderos, que eran genuinos infiernos, se pudo hacer algo para que la verdad trascendiera. 

¿Son tan infranqueables los muros del Convento Mater Ecclesiae, como para que no pueda llegarnos siquiera una pálida señal de que fue obligado a abdicar y de que en su lugar se encuentra el Pastor Insensato del que habla Ezequiel? Cabe la triste posibilidad, en suma, de que Benedicto y Francisco estén contestes en el curso de acción que han tomado los sucesos. Al fin de cuentas, hay diferencias sustantivas entre ambos, pero también hay un común denominador que coadyuva a instalar la hermenéutica de la ruptura. El espinazo que quebró el Concilio no lograron enderezarlo ninguno de los pontífices que le sucedieron. En el mejor de los casos, hubo intentos por ponerle un corset a ese espinazo fracturado.

-¿Cómo evalúa entonces, y en síntesis, la renuncia de Benedicto?

De evaluar su renuncia me ocupo en el capítulo tercero de este nuevo libro mío, “No lo conozco”. Se titula: “Ante una renuncia que nos duele”. No juzgo ni debo juzgar intenciones, pero entiendo que fue un acto de humana debilidad que podría haberse evitado; un abandono de rectificaciones incipientes que podrían haberse continuado hasta las últimas consecuencias. Una mirada más sobrenatural, acaso, hubiera podido retenerlo en el timón de la Nave. Hay unos versos del fraile Antonio Vallejos que se aplican al caso, y que pueden ayudarnos a entender mejor las cosas. Están dirigidos a San Pedro, y dicen en un fragmento:

“En ver­dad, en ver­dad te digo, Cefas:

cuando más joven, eras tú muy dueño
de ceñirte y de andar por don­de­quiera;
exten­de­rás, un día, siendo viejo,
tu dies­tra y tu sinies­tra;
y otro, no tú, te habrá ceñido y puesto
donde tú no quisieras.”

En determinadas circunstancias ya no puede Pedro optar por andar “por donde quiera”. Debe aferrarse a la cruz y concluir allí sus días. Dios le dé a Bene­dicto, “siendo viejo”, la gracia de no ser dueño de “andar por donde quiera”, sino de pre­fe­rir la dies­tra y la sinies­tra ceñi­das al Madero, para sal­var con san­gre el honor de la Verdad. 

Y Dios quiera que signifique algo bueno, como tú me sugerías antes, que él conserve sus atributos pontificales y el tratamiento de “Papa Emérito”. Por el momento, esto, al menos para mí, es una incógnita. Pero en lo que tu pregunta tiene de llamamiento a la esperanza, la acepto y la suscribo.

"Promemoria" contra el general de los jesuitas, por una casi herejía (Sandro Magister)



> Todos los artículos de Settimo Cielo en español

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De los sacerdotes nacidos en la diócesis de Carpi, que el Papa Francisco va a visitar el domingo 2 de abril, hay uno en especial que le causa problemas.

Se llama Roberto A. Maria Bertacchini y se ha formado en la escuela de tres jesuitas de primer orden: los padres Heinrich Pfeiffer, historiador del arte y docente en la Gregoriana, Francesco Tata, que había sido provincial de la Compañía de Jesús en Italia, y Piersandro Vanzan, escritor de renombre de "La Civiltà Cattolica". Experto en la figura de San Agustín, es autor de libros y ensayos en revistas de teología.

La semana pasada, don Bertacchini le envió a Francisco y al cardenal Gerhard L. Müller, prefecto de la congregación para la doctrina de la fe, un "Promemoria" de seis páginas muy crítico con las tesis planteadas en una reciente entrevista por el nuevo prepósito general de la Compañía de Jesús, el venezolano Arturo Sosa Abascal, muy cercano al Papa.

"Es una tesis", escribe don Bertacchini, "de tal gravedad que no se puede permanecer en silencio sin ser cómplices de la misma", porque se corre el riesgo de "desembocar en un cristianismo sin Cristo".

El texto íntegro del "Promemoria" se puede leer en esta otra página de Settimo Cielo:

> Promemoria…

Publicamos, a continuación, una SÍNTESIS

La entrevista del general de los jesuitas criticada por don Bertacchini es la que concedió al vaticanista suizo Giuseppe Rusconi y que fue publicada en el blog Rossoporpora el pasado 18 de febrero, después de haber sido controlada palabra por palabra por el propio entrevistado.

Settimo Cielo dio un amplio resumen de la misma en varios idiomas.

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PROMEMORIA 

Acerca de la entrevista del general de los jesuitas sobre la falta de fiabilidad de los Evangelios

por Roberto A. Maria Bertacchini

En una entrevista que concedió el pasado mes de febrero, el general de los jesuitas insinuaba que las palabras de Jesús sobre la indisolubilidad del matrimonio no son un punto de estabilidad teológica, sino que son más bien un punto de partida de la doctrina, que hay que desarrollar después convenientemente. Algo que, en última instancia, podría suceder defendiendo exactamente lo contrario, es decir, la compatibilidad del divorcio con la vida cristiana. Dicha iniciativa ha provocado, en mi opinión, una situación explosiva.

Obviamente, Arturo Sosa Abascal S.I. tiene mucho cuidado en no caer en una clara herejía. Y esto, en un cierto sentido, es aún más grave. Es necesario, por lo tanto, resumir todo el curso de su razonamiento.

La pregunta que plantea es si los evangelistas son fiables y dice: hay que discernir. Por consiguiente, no está claro que lo sean. Una afirmación tan grave debería ser argumentada ampliamente, porque se puede admitir incluso el error en un detalle narrativo; bien distinto es, por el contrario, revocar -y plantear como dudosa- la veracidad de las enseñanzas doctrinales.

Da igual: nuestro jesuita no entra en el mérito de la cuestión, sino que de manera muy hábil apela al Papa. Y visto que Francisco, respecto a la cuestión de parejas separadas y demás, hasta el momento de la entrevista no había citado nunca pasajes en los que Jesús apelase a la indisolubilidad matrimonial, el mensaje implícito de nuestro jesuita es obvio: si el Papa no cita estos pasajes, significa que ha discernido y considera que no son palabras de Jesús. Por lo que, en consecuencia, no serían vinculantes. Pero, ¡todos los Papas han enseñado lo contrario! ¿Y qué importa? ¡Se habrán equivocado! O habrán dicho y enseñado cosas que eran adecuadas para su tiempo, pero que no lo son para el nuestro.

Que quede claro: el ilustre jesuita no dice esto "apertis verbis", pero lo insinúa, lo da a entender. Y así da una clave interpretativa de la pastoral familiar del Papa que se aleja de la enseñanza tradicional. De hecho, hoy "sabemos" que muy probablemente -es más, casi seguro-, Jesús nunca enseñó que el matrimonio es indisoluble. Fueron los evangelistas, que lo entendieron mal.

¿Un cristianismo sin Cristo?

Esta cuestión es de tal gravedad que no se puede permanecer en silencio sin ser cómplices de la misma. El riesgo es desembocar en un cristianismo que reduce el mensaje de Jesús; es decir, en un cristianismo sin Cristo.

En el Evangelio de la misa del 24 de febrero pasado el pasaje del Evangelio era el de Marcos 10, 2-12 sobre el repudio. Pues bien, ¿es aceptable pensar que no se sabe si Jesús dijo esas palabras y que no serían vinculantes?

El "sensus fidei" nos dice que los evangelistas son fiables. En cambio, nuestro general de los jesuitas rechaza esta fiabilidad y omite el hecho que también San Pablo había recibido de la Iglesia esta doctrina como procedente de Jesús. Y como tal la había transmitido a sus comunidades: "A los casados les ordeno, no yo sino el Señor: que la mujer no se separe del marido; pero si se separa, que permanezca sin casarse o que se reconcilie con el marido; y que el marido no repudie a la mujer" (1 Cor 7, 10-11).

La coherencia de este pasaje con los textos de los Evangelios sinópticos sobre el repudio y el adulterio es muy clara. Y sería absurdo imaginar que aquellos dependen de Pablo y no de tradiciones pre-pascuales. No sólo. En Efesios 5, 22-33 Pablo retoma la enseñanza de Jesús, e incluso la refuerza. La retoma porque cita el mismo pasaje del Génesis citado por Jesús; la refuerza porque Cristo ama a la Iglesia de manera indisoluble, hasta dar su vida, y más allá de la vida terrena. Y dicha fidelidad Pablo la pone como modelo de la fidelidad conyugal.

Por consiguiente, es evidente que hay una clara y manifiesta continuidad en la enseñanza entre la predicación pre-pascual y la predicación post-pascual; y es también evidente la discontinuidad con el judaísmo, que conservaba el repudio. Por lo tanto, si el propio San Pablo funda sobre Cristo dicha discontinuidad, ¿tiene algún sentido poner en duda los Evangelios? ¿De dónde procede ese salto que inspiró la praxis de la Iglesia antigua, sino de Cristo?

Obsérvese que en ambiente greco-romano se admitía el divorcio y, además, existía el concubinato que, sin dificultad alguna, podía desembocar en un vínculo conyugal, como demuestra, por ejemplo, la historia de San Agustín. Y en la historiografía vale el principio según el cual una inercia cultural no se cambia sin causa. Por consiguiente, al estar el cambio históricamente demostrado, ¿cuál sería la causa del mismo sino Jesús? ¿Y si fue Cristo, por qué dudar de la fiabilidad de los Evangelios?

Por último si Jesús no pronunció esas palabras, ¿de dónde nace el drástico comentario de los discípulos ("Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse") en Mateo 19, 10? Entre esos discípulos estaba Mateo y no salen bien parados: demuestran ser lentos en entender y estar apegados a las tradiciones que Jesús contesta. Por consiguiente, desde un punto de vista historiográfico, la perícopa de Mateo 19, 3-12 es plenamente fiable, tanto por motivos de crítica interna como externa.

El horizonte dogmático 

Por otra parte, afirmar que no se sabe si Jesús, efectivamente, pronunció esas palabras y que, en esencia, no serían vinculantes, es una herejía "de facto", porque se niega la inspiración de la Escritura. En la Segunda Carta a Timoteo, 3, está clarísimo: "Toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia".

"Toda" incluye, evidentemente, también a Mateo 19, 3-12, porque si no se estaría afirmando que hay "otra" palabra que prevalece sobre la propia Escritura y sobre su inspiración. De hecho, afirmar que algunas palabras de Jesús no son fiables es abrir una brecha en el dique de la "fides quae". Brecha que disgregaría todo el dique. Pongo unos ejemplos:

(a) Si Jesús no ha pronunciado esas palabras, los evangelistas no son fiables. Y si no son fiables, no son veraces. Y si no son veraces, tampoco pueden haber sido inspirados por el Espíritu Santo.

(b) Si Jesús no ha dicho esas palabras, ¿ha dicho realmente todas las otras que nosotros aceptamos como buenas? Quien no es fiable en una cuestión innovadora, podría no serlo en otras, como la resurrección.

¿Y si para dar el sacerdocio a las mujeres "La Civiltà Cattolica" no duda en poner en discusión un magisterio solemne invocado como infalible? ¿No sería el caos? ¿A qué autoridad bíblica hay que apelar si los propios exegetas están perennemente divididos, y cada vez lo están más? Así es como el dique se desmorona.

Y no acaba aquí, porque si seguimos las dudas del general de los jesuitas, no sólo se humilla a San Pablo, sino también al Vaticano II. Efectivamente, esto es lo que se lee en "Sacrosanctum Concilium" 7:

"Cristo está siempre presente en su Iglesia […]. Está presente en su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es El quien habla".

Visto que los pasajes sobre la indisolubilidad del matrimonio se leen en misa y, más concretamente: Marcos 10, 2-12 el viernes de la VII semana del tiempo ordinario y el domingo XXVII del año B; Mateo 19, 3-12 el viernes de la XIX semana del tiempo ordinario y Mateo 5, 27-32 el viernes de la X semana, se deduce que el Vaticano II atribuye estas palabras a la autoridad de Jesús.

Por lo tanto, quien apoya las dudas del general de los jesuitas no reniega sólo del Vaticano II y, además, de una constitución dogmática, sino que duda de la Tradición hasta el punto de reducir a una abstracción inalcanzable la propia autoridad de Jesús maestro. Por consiguiente, estamos ante un verdadero y propio bombardeo en alfombra ante el cual es absolutamente necesaria una reacción firme.

Concluyendo: la transición de una religiosidad de la ley a una del discernimiento es sacrosanta, pero está llena de insidias y exige una formación cristiana de excelencia que hoy, por desgracia, escasea. Y también un amor verdadero y una deferencia hacia la Palabra divina.

En cualquier caso, si se adula al mundo con el único objetivo de evitar conflictos y persecuciones, no sólo se es cobarde, sino que se está totalmente fuera del Evangelio, que exige franqueza y fortaleza en defensa de la Verdad. Jesús no tuvo miedo a la cruz, y tampoco los apóstoles. San Pablo, a este propósito, es claro:

"Los que buscan aparecer bien en lo corporal son quienes os fuerzan a circuncidaros; pero lo hacen con el solo objetivo de no ser perseguidos por causa de la cruz de Cristo" (Gal 6, 12).

Estar circuncidados significaba, por un lado, entrar en la religiosidad reconocida por Roma como legítima y, por otro, complacer al pensamiento corriente. San Pablo sabe que la verdadera circuncisión es la del corazón y no cede.

Carpi, a 19 de marzo de 2017

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Una apostilla. En el texto íntegro del "Promemoria", don Bertacchini escribe que el Papa Francisco, el 24 de febrero, unos días después de la publicación de la entrevista al padre Sosa, "reprobó las posiciones del general de los jesuitas" dedicando toda su homilía en Santa Marta –algo que no había hecho antes– al pasaje del Evangelio de Marcos con las palabras clarísimas de Jesús sobre matrimonio y divorcio.

En la homilía, según don Bertacchini, Francisco contestó las dudas del padre Sosa resaltando que "Jesús respondió a los fariseos en lo que respecta al repudio y, por lo tanto, el evangelista es fiable".

Pero en realidad, el comentario del Papa Francisco a ese pasaje del Evangelio de Marcos pareció bastante tortuoso, según los resúmenes autorizados de la homilía publicados por la Radio Vaticana y "L'Osservatore Romano".

De hecho, en un determinado momento, el Papa llegó incluso a decir que "Jesús no responde si [el repudio] es lícito o no lo es".

Y también donde el Papa polemiza –justamente, escribe don Bertacchini– con la que él llama "casuística", aflora una contradicción. Porque, ¿qué pide que sea distinto "Amoris laetitia" cuando solicita que se discierna caso por caso a quien admitir a la comunión y a quien no, entre los divorciados que se han vuelto a casar y que viven "more uxorio"?

Carta a los cuatro cardenales que plantearon las Dubia al papa Francisco (José Martí) [2 de 3]



El gran Doctor de la Iglesia, que fue Santo Tomás de Aquino, pronunció estas palabras para que nos iluminen y nos reconforten: 

En el caso de que amenazare un peligro para la fe, los superiores deben ser reprendidos, incluso públicamente, por sus súbditos. Por eso San Pablo, siendo súbdito de San Pedro, le reprendió en público a causa del peligro inminente de escándalo en la fe. Y como dice la Glosa de San Agustín: Pedro mismo dio a los mayores ejemplo de que, en el caso de apartarse del camino recto, no desdeñen verse corregidos hasta por los inferiores.” (Summa theol., II-II, 33, 4c).

En palabras de Monseñor Schnëider, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Saint Mary en Astana, el 23 de noviembre de 2016, para Rorate Caeli:

Los cuatro cardenales con su voz profética demandando claridad doctrinal y pastoral tienen un gran mérito frente a sus propias conciencias, frente a la historia, y frente a innumerables fieles católicos sencillos de nuestros días, empujados hacia la periferia eclesial por su fidelidad a las enseñanzas de Jesucristo sobre la indisolubilidad del matrimonio. Pero por sobre todo, los cuatro cardenales tienen un mérito grande a los ojos de Jesucristo. Debido al coraje de su voz, sus nombres brillarán ardientemente el día del Juicio Final.

Las reacciones exageradas que han surgido en contra de sus Eminencias provienen de ciertos sectores de la Iglesia que han olvidado que la Iglesia no comenzó con el Concilio Vaticano II, el cual ha adquirido más importancia que la propia Palabra de Dios, lo cual es inaceptable ... máxime cuando se trata de un Concilio meramente "pastoral" ... en teoría ... porque, en la práctica, sin embargo, es "condenado" todo aquel que disienta de algunos puntos de dicho Concilio, justo aquéllos que son los más conflictivos, porque se oponen al sentir de la Iglesia de siempre, debido a sus influencias modernistas patentes e innegables, que desplazan a Dios y colocan al hombre en el centro de todo. Estamos llegando ya al extremo en el que la Iglesia ha perdido su propia identidad y se ha rendido ante el mundo.
A raíz, por ejemplo, de la publicación de la AL, resulta que si un penitente va a confesarse de adulterio y el sacerdote no le da la absolución, porque no está arrepentido y piensa seguir en su estado adulterino ... tal penitente va y denuncia a este sacerdote por no seguir las instrucciones del papa Francisco, manifestadas por los obispos de Buenos Aires

Es más: dicho penitente va y se confiesa con otro sacerdote que siga la línea del papa Francisco, según la cual "es suficiente con acercarse al confesionario" para ser perdonado: así acalla su conciencia y luego va y recibe la sagrada comunión en estado de pecado mortal, puesto que ha añadido un sacrilegio al pecado que ya tenía, ..., con el agravante del escándalo que produce en el resto de los fieles que observan estupefactos lo que ocurre ... ¡como si eso fuera lo normal y lo correcto!

Esta división y esta crisis que hay en el seno de la Iglesia no son nuevas, aunque se han ido manifestando, de modo gradual y progresivo, a raíz del Concilio Vaticano II. Y en los últimos cuatro años, con el papa Francisco como Pontífice, este proceso de apostasía se ha acelerado de modo alarmante, llegando a su culmen (de momento, pues surgirán problemas aún mucho más graves) con la publicación de la Exhortación Amoris Laetitia, la cual contradice claramente las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo con respecto al matrimonio

Un ejemplo de lo que se dice en la AL, refiriéndose, en concreto, a los católicos que se han divorciado y se han vuelto a casar-cita textual-: "A causa de los condicionamientos o factores atenuantes, es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado —que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno— se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia" (AL, 305).

En cambio, si leemos el Evangelio, nos encontramos con las palabras de Jesucristo que, puesto que es Dios, además de ser perfectamente hombre, son válidas para todos los tiempos y lugares; unas palabras que son Espíritu y son Vida: "Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra comete adulterio; y quien se casa con la repudiada de su marido, comete adulterio" (Lc 16, 18) ...¡no hay excepciones! ... y  no creo que nadie pueda dar lecciones de misericordia a Jesús.

Tenemos que elegir. ¿Con qué nos quedamos? ¿Con lo que dijo Jesucristo o con lo que dicen sus falsos pastores en algunos puntos de Amoris Laetitia"? ... una exhortación que, por cierto, no es ningún documento magisterial, como bien dijo su Eminencia, cardenal Burke:

"Una exhortación apostólica post-sinodal, por su propia naturaleza, no propone una nueva doctrina y disciplina, sino que aplica la doctrina a la situación actual. La exhortación, por tanto, debe ser recibida con “profundo respeto” por provenir del Romano Pontífice, Vicario de Cristo, pero el respeto no debe confundirse con “creer con fe divina y católica” todo el contenido del documento" 

[El padre Iraburu lo explica bastante bien en uno de sus artículos. Pinchar aquí]

Desde luego, un católico que tenga las ideas claras se quedará con las palabras de Jesucristo, quien no nos puede engañar, puesto que "Él es la verdad" (cfr Jn 14,6). Sin embargo, habrá muchos "católicos" (¡los hay de hecho!) que dirán: ¡Es que lo ha dicho el Papa! ...Actuando así están idolatrando  a un hombre que no está cumpliendo con su misión de "guardar el depósito recibido" (1 Tim 6, 20) y que es merecedor, por lo tanto, de reprensión ... pues no está procediendo con rectitud, según la verdad del Evangelio.

Hay, sin embargo, otros prelados que pretenden hacernos creer que la AL es Magisterio, por ejemplo, Schönborn, Sistach y muchos otros, lo que es falso a todas luces ... pero están haciendo mucho daño a la Iglesia.

[Puede releerse la relación de cardenales que apoyan las Dubia y los que no la apoyan pinchando aquí]

De ahí mi alegría y la de muchos católicos cuando, por fin, después de haber estado tanto tiempo en silencio desde que se publicó la AL, salieron sus Eminencias a la palestra solicitando "públicamente" una respuesta concreta del Papa, de SÍ o NO, a cinco preguntas que le dirigieron [14 de noviembre de 2016], las llamadas Dubia.

Pensé en el incidente de Antioquía, en el que el apóstol Pablo, en su carta a los gálatas, dice lo siguiente: "Cuando vino Cefas [Pedro] a Antioquía, me enfrenté a él cara a cara, porque era digno de reprensión" (Gal 2, 11) ... y se lo dijo "en presencia de todos" (Gal 2, 14) y me vinieron también a la mente estas otras palabras del Apóstol: "Aunque nosotros o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema!" (Gal 1, 8).

Porque eso -y no otra cosa- es lo que está ocurriendo ahora: la palabra que se nos anuncia es distinta de lo que está contenido en el Evangelio y de lo que se nos ha anunciado durante casi dos mil años por la Santa Iglesia Católica y Apostólica, que se ha mantenido fiel a las palabras de su Maestro.

Es imposible que dos verdades contrapuestas y contradictorias puedan ser verdad al mismo tiempo: Un Papa no puede contradecir el Magisterio de los Papa anteriores, porque entonces no existiría tal Magisterio. Lo que dice ahora el papa Francisco tampoco sería Magisterio, por la misma razón. Aplicando la lógica, es perfectamente posible que cualquier Papa posterior le contradiga ... y así sucesivamente. Se ha relativizado la Doctrina hasta el punto de que el Magisterio -y con él la Iglesia- está desapareciendo

Si la Iglesia "oficial" actual contradice a su Fundador y no respeta sus Palabras ni la Tradición y el Magisterio de la Iglesia de toda la vida, desde que ésta se fundó ... entonces nuestra obligación como católicos que desean permanecer fieles a "la verdadera Iglesia" sería la desobediencia a la Iglesia oficialmente constituida, en tanto en cuanto ésta dijese cosas contrarias al Magisterio de siempre. Sólo obedeceríamos en aquello en lo que la Iglesia actual no contradijera las palabras de Jesús.

Un católico debe de tener muy claro, por ejemplo, que "quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo  y de la sangre del Señor" (1 Cor 11, 27) y "quien come y bebe, sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11, 29) por más que la Amoris Laetitia (AL, 305) diga que "es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado —que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno— se pueda vivir en gracia de Dios" ... y, en consecuencia, se pueda recibir la sagrada comunión.

La Tradición de la Iglesia se remonta a unos dos mil años. La AL sólo tiene un año. La afirmación que se hace en la AL es incompatible con la Palabra de Dios. No hay continuidad, como algunos dicen, sino ruptura con la Iglesia de siempre. Estamos ante una "nueva Iglesia" en la que la Palabra de Dios no es ya lo esencial y lo definitivo, en donde lo sobrenatural no cuenta demasiado, pues se ha perdido la fe: Dios ha sido desplazado por el hombre en esta "nueva Iglesia", la cual se ha arrodillado ante el mundo y ha hecho suyos los "valores" del mundo. 

jueves, 30 de marzo de 2017

Aclarando ideas (III): Modernismo en el Concilio Vaticano II [Froilán Aulé]


-Precisamente esas corrientes modernistas y neo modernistas se infiltraron en el Concilio y lo que ayer estaba condenado de pronto se vio casi como doctrina oficial. El Concilio, que había empezado de una manera terminó de otra porque grande fue la influencia de la llamada Nouvelle Théologie que arremetía contra toda la escolástica y cuyos exponentes principales fueron Yves Congar, Danielou, Chenu, Teilhard de Chardin. Entre ellos también estaba Henri de Lubac, pero de otra estatura teológica más elevada.

Lo que sigue fue escrito por un testigo de esos acontecimientos: Ralph M. Wiltgen en su libro "El Rhin desemboca en el Tíber. Historia del Concilio Vaticano II", ha mostrado documentadamente cómo la influencia protestantizante llegó a Roma desde los países bañados por el Rhin (Alemania, Austria, Suiza, Francia y Holanda) y de la vecina Bélgica.


"Los cardenales y teólogos de estos seis países - afirma y documenta el Padre Wiltgen- consiguieron ejercer un influjo predominante sobre el Concilio Vaticano II"

A los teólogos franceses se sumaban Karl Rahner y Schylebeeckx. En definitiva, todos ellos venían a barrer toda la teología anterior. La brecha que se abrió fue de tan serias consecuencias que -después de un período de relativa contención, la de los últimos pontificados- ahora se ha profundizado y el proceso de demolición de la fe se ha acelerado.

Ambigüedades deliberadas

Hubo en los textos del Concilio ambigüedades puestas deliberadamente, es decir con non sanctas intenciones. 

Dicho por quien fuera perito, o sea experto teológico nombrado, el P. Schillebeeckx: "Hemos empleado frases ambiguas y sabemos cómo las interpretaremos en el futuro".

Es que el Concilio había empezado con una buena intención, con un programa que luego fue, en un golpe de mano, echado por la borda.

Y allí se metieron esos peritos que asistían a los obispos, todos de corte modernista, algunos de la Nouvelle Théologie, este mismo Schillebeeckx que posteriormente fue llamado al orden repetidas veces por Roma por sus tesis heréticas sobre la virginidad de María, la Resurrección del Señor y otras muchas más. Para más datos Shillebeeckx fue el principal autor del herético Catecismo holandés.

También estaba en el grupo de expertos el inefable Hans Küng y el joven Ratzinger, quien mucho más tarde abjuraría de todas esas tesis modernistas.

Esa táctica de usar lenguaje ambiguo que se entienda según el gusto de quien lo interpreta es, por principio, antievangélica. El Señor dijo que tu hablar sea si, si y no, no; el resto proviene del Maligno.


Continuará

Carta a los cuatro cardenales que plantearon las Dubia al papa Francisco (José Martí) [1 de 3]



Mis muy queridos cardenales, por quienes siento un gran aprecio y veneración: 

Cardenal Walter Brandmüller
Cardenal Raymond Burke
Cardenal Carlo Caffarra
Cardenal Joachim Meisner

Grande fue mi alegría cuando oí que le plantearon sus cinco "Dubia" al papa Francisco el 14 de Noviembre del pasado año de 2016 (aquí, aquí aquí y, sobre todo, aquí)

Fue un acto de valentía, que yo esperaba fervientemente y que incluso soñaba con él: ¿Cómo es posible -me preguntaba a mí mismo- que tantos cardenales y obispos permanezcan en silencio ante la catástrofe inminente que supone, para la Iglesia, la aplicación de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia (AL) que, en el mejor de los casos, se presta a confusión, por su ambigüedad, en particular en lo concerniente a su capítulo VIII ... aunque no solamente?

[Yo mismo he tenido que aclarar a un amigo cuál era mi posición con relación al papa Francisco. Y esto fue antes del verano de 2016]

El 20 de septiembre del pasado año [con bastante retraso, a mi entender, pues habían transcurrido ya seis meses desde la firma de la AL, que está fechada el 19 de marzo de 2016] sus Eminencias plantearon las Dubia al papa Francisco, de una manera muy respetuosa y en privado ... de lo cual nos enteramos el 14 de Noviembre: estuvieron esperando casi dos meses sin obtener ningún tipo de respuesta; y eso es lo que motivó que hicieran públicas sus Dubia, considerando que tal era su deber como pastores de la Iglesia



El 19 de marzo de 2017 se ha cumplido un año desde que fue firmada la AL (aun cuando ésta no saliera a relucir al público hasta el 8 de abril). A lo largo de todo este año se han escrito infinidad de artículos, de todo tipo, algunos de los cuales han aumentado, aún más, si cabe, la confusión existente en muchos fieles de la Iglesia Católica.


Han pasado más de cuatro meses desde la publicación de las Dubia y la respuesta del papa Francisco sigue sin llegar, en el sentido de que no ha contestado expresamente a las Dubia que le plantearon.

Por otra parte, la respuesta ya la conocen. El Papa dejó la interpretación de AL al cardenal Schönborn (pinchar aquí , aquí y aquí) y luego a los obispos de Buenos Aires. Según el propio Papa, no hay otra interpretación posible (aquí). Esto ya ha tenido sus repercusiones (aquí)

[Además de los ya mencionados, pueden leerse aquí otra serie de artículos escritos con relación a AL, que no pretende ser exhaustiva]

Tal interpretación de los Obispos de Buenos Aires ... que según el papa Francisco es la única posible ... abre la puerta a la posibilidad de que aquellos cristianos divorciados y vueltos a casar, sin manifestar ningún tipo de arrepentimiento por su comportamiento, accedan al sacramento de la Eucaristía, en estado de pecado mortalVa en contra, pues, de la enseñanza del Evangelio: AL supone claramente un peligro para la fe. 

En alusión a la corrección formal al Papa, así lo expresaron en varias ocasiones sus Eminencias, cardenal Caffarra (aquí y aquí) y cardenal Burke (aquí y aquí). Son de destacar, en particular, su Eminencia, cardenal Burke, las entrevistas que le hicieron The Remnant y Raymond Arroyo, dicho sea a modo de ejemplo.

Sin embargo, hay un punto que me preocupa ... no sólo a mí sino a infinidad de católicos:

En principio, el acto de corrección formal se iba a hacer después de Epifanía de 2017. El tiempo pasa y no ocurre nada en ese sentido ... aunque seguimos esperando que se produzca; pero las últimas noticias [el 16 de marzo me entero] afirman que sus Eminencias van a desistir de realizar esa corrección. Parece confirmarse lo que decía Francisco: que él espera que, por el bien de la Iglesia, sus Eminencias desistan en su empeño [¡cuando es precisamente el bien de la Iglesia lo que les ha motivado para que redacten sus Dubia al Papa!]

Esto es una mala noticia, que me deja consternado. Es cierto que viene luego otra noticia posterior, de Edward Pentin, afirmando que la corrección formal sigue en pie, pero al poco se reafirma la noticia inicial insistiendo en que tal corrección formal no se va a producir. Esto ocurría el día 20 de marzo.

Finalmente, como si, efectivamente, fueran a seguir adelante con su corrección formal, aparece una nueva noticia alentadora, el 25 de marzo, festividad de la Encarnación del Señor, según la cual -cito- "el cardenal Burke reafirma que sí habrá corrección formal si Francisco no responde las Dubia" (Ver también aquí). No obstante, sigue sin quedar enteramente claro. El tiempo corre en contra y se trata de una cuestión de enorme envergadura como para ir retrasando dicha corrección.

Y, sin embargo, el 27 de marzo, vuelve a aparecer, otra vez, la noticia de que tal corrección no se va a llevar a cabo:

Duración: 27 segundos

Sinceramente, no lo entiendo: ¿se va a llevar o no se va a llevar a cabo esa corrección?

Su Eminencia, cardenal Burke: en la entrevista que tuvo con Raymond Arroyo el 15 de diciembre de 2016 dejó muy claro cuáles fueron los motivos que les llevaron a plantear las Dubia, en relación con la recta interpretación de AL;  y que no fueron otros que el bien (el verdadero bien) de la Iglesia y de los fieles católicos, muchos de los cuales viven con gran confusión y sufrimiento esta situación irregular y sin precedentes.

Soy consciente, como lo son igualmente sus Eminencias, de que tienen muchos enemigos ... y es más: sus mayores y peores enemigos están dentro de la misma Iglesia, tal y como dijo san Pío X (ver aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, etc ...), pues han llegado, incluso, a insultarles y a amenazarles con quitarles el capelo cardinalicio (aunque luego hayan rectificado, si bien esta rectificación no es muy verosímil ).

También tienen enemigos fuera, por supuesto: no hay más que leer las noticias de los medios de comunicación ... pero esto es algo con lo que un cristiano ya cuenta, de antemano, si es un verdadero discípulo de Cristo, puesto que "todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús sufrirán persecuciones" ( 2 Tim 3, 12) (ver aquí y aquí). 

Les escribo porque deben de saber, también, que no están solos, en contra de lo que afirmó el cardenal Hummes: son muchos ya los cardenales y obispos que se están definiendo apoyando las Dubia como lo que son, en realidad, no un ataque al Papa sino un servicio al ministerio petrino y a la Iglesia (aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, etc...).  Y son innumerables los católicos de a pie, los seglares, que les apoyamos, porque está en juego el porvenir de la Iglesia y de toda la humanidad

[En el siguiente enlace, cuya fuente es Life Site News, puede verse una relación de los cardenales que están a favor y de los que están en contra de las Dubia. Asimismo se puede leer, tomando a Catholicvs como fuente, una lista de obispos y cardenales que están a favor de lo que se pide en las Dubia, aunque no todos lo hayan manifestado expresamente]

Yo rezo todos los días y en todo momento para que el Señor les ilumine. Le pido, de un modo especial, para que no sucumban ante el Sistema¡No se hundan en el último momento, no caigan en la tentación del camino fácil; manténganse fuertes y actúen lo más pronto posible! Tienen -y lo saben muy bien- una grave responsabilidad ante Dios, ante quien tendrán que dar cuenta, no sólo de sus acciones, sino también de sus omisiones! ¡No se dejen llevar por la cobardía! Tengan presente en su mente y en su corazón las palabras de Jesús: "Todo el que me confiese delante de los hombres, también el Hijo del hombre le confesará como suyo delante de los ángeles de Dios" (Lc 12, 8). Eso les ayudará a llevar a cabo su misión sin temor alguno. Como muy bien dijo su Eminencia, cardenal Burke, tenemos que responder de nuestras acciones ante Dios y no ante ninguna conferencia episcopal.

Hay muchos católicos que confían en sus Eminencias. No tengan miedo. No están solos. Piensen en ello, porque se está cumpliendo aquello que dijo el Señor: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño" (Mt 26, 31) ¿Es que nos van a abandonar todos nuestros pastores? Yo no lo creo. ¡Dios no lo permitirá!.

Por otra parte ... ¿qué puede ocurrir? ¿Que se produzca un cisma en la Iglesia? ... ¡Pero si ese cisma ya existe, de hecho! ... ¡Y no son sus Eminencias quienes lo han causado con sus Dubia sino que ha sido AL, precisamente, la gota que les ha llevado a reaccionar y a plantear sus Dubia al santo Padre.

Su Eminencia, cardenal Burke, en una entrevista que tuvo en "la Veritá" el 11 de enero de este año, cuando le preguntaron sobre si las Dubia estaban contribuyendo a dividir a la Iglesia en lugar de unirla, les contestó, muy sabiamente:


"Lo que divide es la falsedad y la ambigüedad. La verdad siempre une. Es absurdo decir que cuatro cardenales que hacen cinco preguntas razonables, y de fundamental importancia para todos los cristianos, están actuando de manera tal que están contribuyendo a dividir a la Iglesia. Nosotros estamos sirviendo al oficio petrino, dándole al Papa la oportunidad de confirmarnos en la enseñanza de la Iglesia, frente a una situación que se está mostrando ambigua en la práctica". Y luego responde a otra pregunta en la que afirma que "no somos sólo cuatro cardenales. Personalmente conozco a otros cardenales que respaldan plenamente las Dubia"

Ante esta situación yo me pregunto: ¿cuál es el mal menor? ¿Evitar un cisma formal, con excomuniones y anatemas por parte de la Jerarquía que gobierna hoy la Iglesia ... o bien, continuar con una Iglesia "unida" en teoría, pero -en realidad- completamente desconcertada ante esta situación de lucha entre cardenales, obispos, sacerdotes y laicos, que enseñan cosas completamente distintas. Tal "unidad" sería "aparente". 

Los intelectuales han hablado, los prelados también, los fieles están listos. Pienso que es el momento de actuar ya ... y hacerlo en coherencia con lo que han venido diciendo en todo momento, sin importarles lo que nadie -sea quien sea- pueda pensar o decir, porque la palabra de Dios es bien clara ... y “nada podemos contra la verdad, sino a favor de la verdad” (2 Cor 13: 8)

¡Y cuanto más tiempo pase sin que se produzca esta corrección formal, más difícil  va a ser revertir la situación y mayor la confusión reinante!.

(Continuará) 

El Letargo de los Guardianes de la Fe (Dietrich Von Hildebrand)



Reproducimos a continuación el primer capítulo del libro “The Devastated Vibeyard” [La Viña Devastada] de Dietrich Von Hildebrand, traducido de la versión inglesa del original en alemán “Der verwuestete Weinberg” del año 1973. El libro fue reeditado en inglés por “Roman Catholic Books”, New York, USA, en el año 1985. 


[Obsérvese su enorme actualidad, muchísimo mayor aún que cuando fue escrito]

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Una de las enfermedades más horripilantes y difundidas en la Iglesia de hoy es el letargo de los Guardianes de la Fe de la Iglesia. 


No estoy pensando aquí en aquellos Obispos que son miembros de la “quinta columna”, que desean destruir la Iglesia desde adentro, o transformarla en algo completamente diferente. 

Estoy pensando en los Obispos, mucho más numerosos, que no tienen esas intenciones, pero que no hacen ningún uso de la autoridad cuando es el caso de intervenir contra teólogos o sacerdotes heréticos, o contra prácticas blasfemas de culto público. O cierran los ojos y tratan, al estilo de las avestruces, de ignorar tanto los tristes abusos como los llamados al deber de intervenir, o temen ser atacados por la prensa o los mass-media y difamados como reaccionarios, estrechos de mente o medievales. Temen a los hombres más que a Dios. Se les pueden aplicar las palabras de San Juan Bosco: “El poder de los hombres malos reside en la cobardía de los buenos”.

Es verdad que el letargo de aquellos en posición de autoridad es una enfermedad de nuestros tiempos que está ampliamente difundida fuera de la Iglesia. Se la encuentra entre los padres, los rectores de colegios y universidades, las cabezas de otras numerosas organizaciones, los jueces, los jefes de estado y otros. 

Pero el hecho de que este mal haya penetrado hasta en la Iglesia es una clara indicación de que la lucha contra el espíritu del mundo ha sido reemplazada por [un] dejarse llevar por el espíritu de los tiempos en nombre del “aggiornamento”. 

Uno se ve forzado a pensar en el Pastor que abandona sus rebaños a los lobos cuando reflexiona sobre el letargo de tantos Obispos y Superiores que, aun siendo ortodoxos ellos mismos, no tienen el coraje de intervenir contra las más flagrantes herejías y abusos de todo tipo tanto en sus Diócesis como en sus Órdenes.

Pero enfurece aún más el caso de ciertos Obispos, que mostrando este letargo hacia los herejes, asumen una actitud rigurosamente autoritaria hacia aquellos creyentes que están luchando por la ortodoxia, ¡haciendo lo que los Obispos deberían estar haciendo ellos mismos! 

Una vez me fue dada a leer una carta escrita por un hombre de alta posición en la Iglesia, dirigida a un grupo que había tomado heroicamente la causa de la verdadera Fe, de la pura, verdadera enseñanza de la Iglesia y del Papa. Ese grupo había vencido la “cobardía de los buenos” de la que hablaba San Juan Bosco, y de ese modo debían constituir la mayor alegría para los Obispos. La carta decía: «como buenos católicos, ustedes deben hacer una sola cosa: ser obedientes a todas las ordenanzas de su Obispo».

Esta concepción de “buenos” católicos es particularmente sorprendente en momentos en que se enfatiza continuamente la mayoría de edad del laico moderno. Pero además es completamente falsa por esta razón: lo que es apropiado en tiempos en que no aparecen herejías en la Iglesia que no sean inmediatamente condenadas por Roma, se vuelve inapropiado y contrario a la conciencia en tiempos en que las herejías sin condenar prosperan dentro de la Iglesia, infectando hasta a ciertos Obispos que, sin embargo, permanecen en sus funciones

¿Qué hubiera ocurrido si, por ejemplo, en tiempos del arrianismo, en que la mayoría de los Obispos eran arrianos, los fieles se hubieran limitado a ser agradables y obedientes a las ordenanzas de esos Obispos, en lugar de combatir la herejía? 

¿No debe acaso la fidelidad a la verdadera enseñanza de la Iglesia tener prioridad sobre la sumisión al Obispo? 

¿No es precisamente en virtud de la obediencia a la verdad Revelada que recibieron del Magisterio de la Iglesia que los fieles ofrecen resistencia a esas herejías? 

¿No se supone que los fieles se aflijan cuando desde el púlpito se predican cosas completamente incompatibles con la enseñanza de la Iglesia? ¿O cuando se mantiene como profesores a teólogos que proclaman que la Iglesia debe aceptar el pluralismo en filosofía y teología, o que no hay supervivencia de la persona después de la muerte, o que niegan que la promiscuidad es un pecado, o inclusive toleran despliegues públicos de inmoralidad, demostrando así una lamentable falta de entendimiento de la hondamente cristiana virtud de la pureza?

La tontería de los herejes es tolerada tanto por sacerdotes como por laicos; los Obispos consienten tácitamente el envenenamiento de los fieles. Pero quieren silenciar a los fieles creyentes que toman la causa de la ortodoxia, aquella propia gente que debería de pleno derecho ser la alegría del corazón de los Obispos, su consuelo, una fuente de fortaleza para vencer su propio letargo. En cambio de esto, estas gentes son vistas como perturbadoras de la paz. Y en caso de que expresen su celo con alguna falta de tacto o en forma exagerada, hasta son excomulgados

Esto muestra claramente la cobardía que se esconde detrás del fracaso de los Obispos en el uso de su autoridad. Porque no tienen nada que temer de los ortodoxos: los ortodoxos no controlan los mass-media ni la prensa; no son los representantes de la opinión pública. Y a causa de su sumisión a la autoridad eclesiástica, los luchadores por la ortodoxia jamás serán agresivos como los así llamados progresistas. Si son reprendidos o disciplinados, sus Obispos no corren el riesgo de ser atacados por la prensa liberal y ser difamados como reaccionarios.

Esta falta de los Obispos de hacer uso de su autoridad, otorgada por Dios, es tal vez por sus consecuencias prácticas, la peor confusión en la Iglesia de hoy

Porque esta falta no solamente no detiene las enfermedades del espíritu, las herejías, ni tampoco (y esto es mucho peor) la flagrante como insidiosa devastación de la viña del Señor; hasta les da vía libre a esos males. El fracaso del uso de la santa autoridad para proteger la Sagrada Fe lleva necesariamente a la desintegración de la Iglesia.

Aquí, como con la aparición de todos los peligros, debemos decir “principiis obsta” (“detengamos el mal en su origen”) [Nota del Centro Pieper: una traducción más fiel sería “detengamos [el mal] en sus principios”]. Cuanto más tiempo se permite al mal desarrollarse, más difícil será erradicarlo. Esto es verdad para la crianza de los niños, para la vida del estado, y en forma especial, para la vida moral del individuo. Pero es verdad en una forma completamente nueva para la intervención de las autoridades eclesiásticas para el bien de los fieles. Como dice Platón, “cuando los males están muy avanzados nunca es agradable eliminarlos”.

Nada es más erróneo que imaginar que muchas cosas deben ser autorizadas a irrumpir y llegar a su peor punto y que uno debería esperar pacientemente que se hundan por su propio peso. 
Esta teoría puede ser correcta a veces respecto a los jóvenes que atraviesan la pubertad, pero es completamente falsa en cuestiones referentes al “bonum commune” (el bien común). 

Esta falsa teoría es especialmente peligrosa cuando se aplica al “bonum commune” de la Santa Iglesia, que involucra blasfemias en el culto público y herejías que, si no son condenadas, continúan envenenando incontables almas. Aquí es incorrecto aplicar la parábola del trigo y la cizaña.

Dietrich Von Hildebrand