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jueves, 24 de noviembre de 2011

EL SOCIALISMO O LA NUEVA "RELIGIÓN" (II)

¿Qué entiende el señor Zapatero por libertad?
La expresión, por él pronunciada: "La libertad os hará verdaderos" parece indicar que, según él, sólo hay una verdad; y que esta verdad es la libertad. El que es libre ése es el que se hace verdadero.

 ¿Libre? ¿Libre en qué sentido? ¿Libre para qué? ¿A qué se está refiriendo, en realidad, el señor Zapatero, si es que se refiere a algo, cuando hace uso de esa palabra tan hermosa como es la libertad? No nos lo dice de un modo expreso, pero podemos adivinar rápidamente lo que nos quiere transmitir; y, además, sin temor a equivocarnos. No tenemos más que analizar, aunque sea muy por encima, lo que ha ocurrido aquí en España, desde que él ha estado como Presidente del Gobierno. Y encontraremos la respuesta.

Puesto que sería una labor ingente el análisis riguroso, contrastado con la realidad, del enorme número de disparates, contrarios al sentido común, que han tenido lugar en estas dos legislaturas del señor Zapatero, me voy a limitar sólo a aquellos que considero más significativos, por su enorme trascendencia: las mal llamadas políticas sociales, consideradas por los socialistas como un gran progreso, como lo más importante que ha ocurrido durante su mandato.

Y por desgracia,  es verdad que ha sido lo más importante, pero no para bien, sino para hundir moralmente a la Nación española. Estos señores socialistas, con repetido cinismo, con un cinismo increíble, repiten una y otra vez, machacona e hipócritamente, que gracias a estos siete años y medio de mandato socialista, se han conseguido auténticos logros sociales, verdaderos avances en política social.

En honor a la verdad hay que reconocer su gran habilidad en este sentido. Lo primero de todo ha sido el creerse sus propias mentiras (convenciéndose a sí mismos de que son verdad). Una vez que han logrado engañarse a sí mismos (¡supuestamente!) viven en ese ambiente de mentira con toda naturalidad, hablan con tal "sinceridad" que engañan fácilmente a muchas personas; y se quedan más anchos que largos.

Porque, en efecto, todavía hay mucha gente que piensa que socialismo es sinónimo de progreso y de avance. Los hechos lo desmienten, pero ¿qué importan los hechos? En esto, como en tantísimas otras cosas, los socialistas son "fieles discípulos" de sus maestros, Lenin y Stalin, quienes aseguraban que si los hechos estaban en contra de sus teorías, peor para los hechos. Pero veamos algunos de lo que ellos consideran grandes logros sociales:

1. Se ha legalizado el aborto considerado ahora como un "derecho" de la mujer. Razonamiento: la mujer es dueña de su cuerpo y puede hacer con él lo que quiera. Ya está bien de tanta opresión y discriminación contra la mujer.

Este "razonamiento" no resiste un análisis científico acerca de aquello en lo que consiste realmente el aborto: el óvulo fecundado por el espermatozoide (o zigoto) es ya un ser humano, una persona, con toda la dotación genética que tiene cualquier ser humano adulto. 

Científicamente, no existe la menor duda de que esto es así. Se trata de un hecho verificable y fácilmente contrastable experimentalmente: un nuevo ser humano, en su primera fase de desarrollo, como embrión, ha comenzado a existir. Se trata de una vida humana diferente a la de la madre. NO es un apéndice del cuerpo de la madre. Es SU hijo que, si nadie lo impide, se irá desarrollando paulatinamente en su vientre, hasta que que su madre dé a luz.

¡Por supuesto que es dependiente de su madre! Eso ocurre también con los niños recién nacidos, con los niños pequeños en general, con personas con determinado tipo de enfermedad, con algunos ancianos que no se pueden valer por sí mismos, etc. ¡Pero ser dependiente no significa dejar de ser persona!  Nadie tiene derecho a disponer de la vida de otro ser humano y eliminarlo porque su existencia le es "molesta": en el caso del embrión humano, que anida en el vientre de su madre, su único "delito" (¿?) es el haber sido concebido, operación en la que él no ha tenido nada que ver, puesto que antes de eso no existía. Es imposible concebir una inocencia mayor que ésta. 


A mí me asombra que muchos de los que están en contra de la pena de muerte estén, en cambio, a favor del aborto. La vida es un don que se ha recibido de Dios y sólo Él, que la da, puede poner fin a esa vida, cuando y como quiera. Y, sin embargo, el hombre (el gobernante, que lo permite o incluso lo proclama como un derecho) se toma esa prerrogativa y, además, para más inri, lo hace sólo en el caso de los más débiles e indefensos, de aquellos que son completamente inocentes; respetando, por otra parte, en clarísima incoherencia, la vida de aquéllos que, éstos sí culpablemente, han asesinado a otras personas. Inaudito, pero cierto.

¿Cómo se puede proclamar el "derecho" al aborto, el "derecho" a matar impunemente a un ser humano inocente; y quedarse tan panchos? Es más, ¿cómo se puede llamar a ese "derecho" una "liberación" de la mujer? ¿Liberación? Tal vez, pensándolo "bien", (o mal) sí que lo es, pero en un sentido nefasto: la mujer "se libera" de su hijo, se "deshace" de él; por cierto, con el consejo de aquellos que debieran ayudarla a no abortar, enseñándole lo que tal acción significa, a saber, un auténtico crimen contra un ser indefenso que, además, es su propio hijo. Esto no se le dice. No se le habla de las consecuencias psicológicas graves que se van a derivar para ella, en el caso de que aborte. No se le advierte que va a ser una "desgraciada" si consiente en abortar; que tal acción no le va a reportar ningún bien. No se le comenta que va a vivir, en adelante, con la conciencia de culpabilidad por haber consentido en asesinar a su propio hijo ... Los que así la “aconsejan” son todavía más culpables que ella. Y tendrán que responder ante Dios (y también ante la justicia humana, si ésta existiera) por haber colaborado en la muerte de un ser humano inocente.

¿Cuáles son las razones ocultas de estos “consejos”? ¿Por qué proceden así? A mí sólo se me ocurre una cosa: y es que si se le dijera la verdad (pura y dura) a la mujer que, por las razones que fuere, ha decidido abortar, entonces –con bastante probabilidad- cambiaría de opinión y dejaría de abortar… ¡con lo que el negocio del aborto se iría a pique! ¡Y eso no les interesa! (intereses bastardos) ¿Qué deben hacer entonces? 

Pues lo que están haciendo: engañarla. Se le dice que, en realidad, lo que tiene en su vientre no es más que un conjunto de células que hay que extirpar, como cuando se extirpa un tumor; que, como no se ve al niño, ni siquiera en la ecografía, es que aún no existe... y así un montón de mentiras más.

Se trata, en definitiva,  de imponer la "libertad" del hombre sobre los hechos, no importa que éstos estén verificados de modo inequívoco: "Señora, usted no está matando a nadie; sólo está interrumpiendo un embarazo no deseado. Si sigue adelante, el niño que nazca será un desgraciado, porque es un niño no querido. Es mejor interrumpir el proceso y que éste no prosiga. Y quédese tranquila, que no pasa nada". 

Con "buenas" palabras se engaña a la mujer para que aborte, aprovechándose de su situación psicológica anormal. Según el señor Zapatero, y con él los socialistas convencidos, si la mujer ejerce "libremente" su "derecho" a matar a su hijo, se está haciendo verdadera. Su acción, "realizada con libertad", convierte la acción en buena (¡Qué disparate, Dios mío!).

Eso sí: debe querer abortar. Si así lo quiere, está en su derecho. Y este querer de la mujer justifica que aborte. Y debe quedarse tranquila, que lo que ha hecho está muy bien hecho, porque hay una causa que lo justifica: su libertad. Nadie le ha coaccionado a abortar. Por lo tanto, su decisión “libre” convierte en bueno el aborto. (A todo esto, y a más, es capaz de llegar el hombre cuando se aparta de Dios).

El razonamiento anterior, que parece perfecto, adolece de un error fundamental; y es que mi libertad no es causa de la verdad. Si lleváramos este razonamiento a cualquier campo de la existencia humana, ésta sería inviable. El disparate y el caos serían mayúsculos. 

Se pueden poner infinidad de ejemplos: supongamos que yo, libremente, decido robar, o pegar a alguien que me cae antipático, o insultar a cualquiera que se cruce en mi camino; incluso matar a los que me fastidian o se meten conmigo. Y, "en justicia", según el “razonamiento” anterior, habría actuado bien, porque mi acción ha sido realizada libremente. (¡Ojo!: MI libertad. ¿Y la libertad de los OTROS?) 

Por otra parte, no deja de ser bastante incoherente e ilógico, el modo de actuar de nuestro gobierno socialista, aquí en España. Si la libertad me hace verdadero, como pretende Zapatero, entonces, como se ha visto, siempre que haga uso de mi libre albedrío, sin coacciones, será verdad y será bueno lo que haga.

Pues bien: si eso es así, no entiendo a cuento de qué vienen toda esa cantidad ingente de prohibiciones, absurdas, por otra parte, la mayoría de ellas: no se puede fumar, no se puede circular a más de 110 km/h, no se pueden comer golosinas, etc... ¿Y por qué no? Si yo actúo libremente puedo hacer lo que quiera, según esta filosofía del señor Zapatero; es más: es que si no lo hiciera así, sería un mentiroso, no me haría "verdadero" (¡Qué majaderías, Dios mío!).

Y es que parece que hay un matiz que no hemos tenido en cuenta, un matiz que explicaría todas esas "aparentes" incoherencias: "esa libertad, que hace verdaderos", es solamente para unos cuantos; entre ellos, por supuesto, los políticos. Ellos, los políticos socialistas, son los que tienen que decidir, con SU libertad, lo que es bueno, bello y verdadero para el resto de los mortales.

lunes, 14 de noviembre de 2011

EL CRISTIANO ANTE LAS ELECCIONES GENERALES DEL 20-N


Lo primero de todo, y lo lógico, en un cristiano y, sobre todo, en un católico, es conocer bien los consejos que nos dan nuestros pastores acerca de cómo debemos proceder. Esto viene recogido en la Nota ante las elecciones generales de 2011 de la Conferencia Episcopal Española.

Son diez puntos. Haré referencia en este artículo tan solo a los puntos 5 y 7 que, en mi opinión, son los más concretos; y los que hacen referencia a situaciones especialmente graves, que conciernen a temas tan debatidos como los del aborto, el “matrimonio” homosexual y la “Educación” para la ciudadanía.

Al actuar así, la Iglesia no se está entrometiendo en cuestiones políticas. Es todo lo contrario: El Estado se ha arrogado a sí mismo un poder que no le corresponde, inmiscuyéndose en temas morales, que no son de su competencia. Y es un grave deber, por parte de la Jerarquía Eclesiástica el de orientar a sus fieles, de modo que si votan no lo hagan a favor de aquellos partidos que se oponen claramente a la ley de Dios.

Resumiendo, nos dicen nuestros obispos lo que escribo a continuación en letra cursiva (lo que va entre paréntesis y con letra azul es mío):

Son peligrosos y nocivos para el bien común:

a) Determinadas opciones legislativas que no tutelan adecuadamente el derecho fundamental a la vida de cada ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural, o que incluso llegan a tratar como un derecho lo que, en realidad, constituye un atentado contra el derecho a la vida. (Oposición rotunda, pues, al aborto y a la eutanasia)
b) Ordenamientos legales que no reconocen al matrimonio en su ser propio y específico, en cuanto unión firme de un varón y una mujer, ordenada al bien de los esposos y de los hijos, (oposición total al mal llamado “matrimonio” homosexual),…, en un matrimonio estable, que no quede a disposición de la voluntad de las partes ni, menos aún de una sola de las partes (oposición al divorcio y, en particular, al divorcio “express”)
c) Las imposiciones ideológicas del Estado que lesionen el derecho de los padres a elegir la educación filosófica, moral y religiosa que deseen para sus hijos. (oposición clarísima a la llamada “educación” para la ciudadanía)

Estos consejos serán mejor o peor recibidos por la gente, pero eso es lo que los obispos, en comunión con el Papa, nos dicen acerca de la postura que “debe” tomar un católico, si actúa con recta conciencia, a la hora de votar en las elecciones generales del 20-N.

En un artículo de Infocatólica (no recuerdo ahora exactamente cuál) se hacía un poco de historia rápida y se decía lo que viene a continuación:

En treinta años la situación de la familia en España ha cambiado de modo vertiginoso. En 1981 se legaliza el divorcio y en 1985 se despenalizó el aborto en tres supuestos. Lo que ha venido después, particularmente en los últimos años, se ha calificado de auténtico “tsunami” contra la familia y la vida. 
Desde 2004 se han intentado promover diecinueve leyes o directivas que introducen la ideología de género, la agilización del divorcio, la supresión de los conceptos de paternidad y maternidad, el vaciamiento del concepto de matrimonio y la destrucción de la vida naciente o terminal
Al mismo tiempo este proyecto de ingeniería social ha promovido la anticoncepción, la esterilización masculina y femenina, y la  equiparación de la unión de personas del mismo sexo al matrimonio. Todo este bagaje ha entrado de lleno en el campo de la educación con un conjunto de leyes y directivas que violentan el derecho de los padres a la educación de sus hijos.
El resultado de todo este cambio legislativo, unido a una cultura relativista y laicista, está resultando devastador para la sociedad española: ha descendido la tasa de nupcialidad, aumentan los divorcios y por tanto crece el número de familias rotas; la natalidad en España ha decrecido peligrosamente (1.38 % por pareja) y aumentan los abortos quirúrgicos, la dispensación de la PDD, etc. 
Todos estos datos se exacerban cuando los relacionamos con el número de parados (4.978.300 personas), el incremento de las drogas, el alcoholismo, la frecuencia de la prostitución, la pornografía, etc.

A la vista de lo cual, si hay algo que queda claro es que un católico no puede votar al Partido Socialista ni a Izquierda Unida o a partidos afines a éstos, por razones evidentes. Es más: un católico socialista es una contradicción. No se puede ser católico y socialista al mismo tiempo. Y si alguien afirma tal cosa o bien es un ignorante (que no sabe lo que significa ser católico, ni lo que es el socialismo; y me consta que hay muchas personas así); o bien, que es lo más grave, es un cínico, que pretende “nadar y guardar la ropa”.

El socialista convencido no es ya que sea ateo, sino que es antirreligioso (o mejor, anticatólico) y, además, descaradamente. ¿Cómo puede un socialista coherente pedir el voto católico o, lo que es peor, afirmar tranquilamente que es católico, como el que más, o acusar a la Iglesia de que se mete en política y de que lo mejor que podía hacer es quedarse calladita?

Pues sí que puede. Por una razón muy sencilla: porque la mentira es el ambiente propio en el que se desenvuelve el socialismo (desgraciadamente); se maneja en ella como pez en el agua. No se rigen por la razón, sino por sentimientos de odio y de resentimiento contra todo lo que se les opone. Utilizan la razón sólo si les conviene, cuando les conviene y mientras les convenga, en una extraña mezcla de buenas palabras y de intenciones torcidas para engañar al mayor número posible de gente.

¿Y qué diremos del PP, el Partido Popular? De momento sólo podemos decir que es el principal partido de la Oposición. No está en el poder; por lo tanto no se le pueden pedir responsabilidades sobre actos que no son suyos. Durante los ocho años que estuvo en el Poder (de 1996 a 2004) España prosperó bastante en lo económico. ¿Que ha habido gente en el PP (y la sigue habiendo) que deja mucho que desear? Eso es un hecho. Pero son casos contados. Sería deseable que pudiéramos votar a personas concretas, en lugar de listas cerradas; pero todo se andará (eso espero).

¿Qué dice el PP en su programa, en particular en aquellos temas que, como cristianos, nos interesan de un modo especial? Ciertamente, no se define claramente en todos ellos (sí en algunos); pero deja la puerta abierta a una solución. Mi opinión personal (ojalá que esté en lo cierto) es que, como buenos políticos, actúan con cierta mano izquierda, al objeto de conseguir un mayor número de votos por parte de todos los españoles; y conseguir la mayoría absoluta, de modo que luego puedan hacer y deshacer, sin necesidad de contar con el apoyo de partidos minoritarios, que hagan casi imposible que pueda cumplir luego sus promesas electorales (en el caso de que llegue al Gobierno).

Entre esas promesas he leído algunas que me han parecido bien:

Con relación a la Educación para la Ciudadanía se cambian los contenidos por otros relativos al aprendizaje de los valores constitucionales y el conocimiento de las instituciones españolas y europeas… evitando los contenidos adoctrinadores.
Con relación al tema del aborto  se cambiará  el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida
Con relación al tema del matrimonio homosexual, aunque no aparece explícitamente en su programa (que yo sepa), sin embargo sí habla de la importancia de las familias como un sustento esencial de la sociedad, a las que apoyará, en especial a las que tienen hijos menores y a las familias numerosas. Por otra parte, en el debate del 7 de Noviembre entre Mariano Rajoy y Alfredo P. Rubalcaba, si mal no recuerdo, salió a relucir que Mariano ha interpuesto ya un recurso contra la denominación de “matrimonio” en el caso de personas del mismo sexo, un tema sobre el que ya había hablando antes con Zapatero, indicándole que deberían llamarse “uniones de hecho” o algo así.

En fin, hay un programa del PP que no está en contradicción con la nota de la Conferencia Episcopal. Otra cosa es que luego lo cumpla. Y que sea más concreto en algunos puntos. Pero para eso es necesario que gobiernen. El votante observará entonces lo que hacen en realidad. 

Por otra parte, no podemos tampoco juzgar todo el "futuro" del PP por aquellas acciones u omisiones de las que adoleció en el pasado.  

Yo espero que, si gana las elecciones, y las gana con mayoría absoluta, y es un partido honrado, actúe en consecuencia. Y que no engañe a quienes les han votado. 

Espero que cumpla pronto y bien el compromiso adquirido en su programa.

Espero que el próximo curso escolar la EpC  sea ya historia; y que el diseño de esa nueva “educación cívica” que sustituirá a la EpC no se convierta en un nuevo intento adoctrinador, aunque sea de otro signo. Las imposiciones ideológicas no son buenas nunca.

Espero que suprima de las leyes el mal llamado “derecho” al aborto, lo más pronto posible (puesto que tal “derecho” no existe, es una falacia).

Espero también que suprima la palabra “matrimonio” en lo que concierne a la unión entre homosexuales (no hay tal “matrimonio”, no puede haberlo por más que se empeñen: un hombre no es una mujer, y viceversa; y entre dos personas del mismo sexo no puede haber prole ni familia, por lo tanto).

Mi intención personal  es la de votar al PP, darle un voto de confianza y ver luego cómo actúa, en relación a sus promesas electorales. De un modo muy expreso, Vidal-Quadras pide a Rajoy que derogue el aborto, el matrimonio homosexual y EpC en sus primeros cien días de gobierno.

Este voto al PP no está reñido con la nota de los obispos respecto a las elecciones: En el programa del PP se indica claramente que “se cambiará  el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida”. ¿En qué sentido? No lo especifica con claridad. Pero pienso que se les puede dar un voto de confianza y ver qué ocurre. Es cierto que el famoso tercer supuesto, que hablaba del aborto permitido en caso de  “grave peligro para la vida o la salud física o psíquica de la embarazada” en cualquier momento de la gestación, era “de hecho y, por desgracia”,  un coladero para el aborto; aunque no tendría por qué ser así. Aquí entra en juego la conciencia de los médicos y el buen asesoramiento a la mujer para que no aborte. De ahí la enorme importancia de la moral en éste como en tantos otros aspectos de la vida social.

Podría ocurrir que ese tercer supuesto desapareciera. Lo ideal sería volver a la ley anterior a 1985, lo que parece bastante difícil, pero no imposible: como poder ser, puede ser. Otra cosa es que llegue a ser.  No podemos saberlo. Se trata de “futuribles”, lo que significa que también puede ocurrir que todo siga igual, e incluso es lo más probable, viendo cómo está el mundo (esto no lo pongo en duda). Pero no es seguro: siempre cabe la posibilidad del cambio (aunque éste sea menos previsible). Esta es la razón, pienso yo, por la que hay católicos que han decidido no votar, o bien votar en blanco.

Yo mismo pensaba hacerlo. Y así lo escribí en este blog en la “segunda carta a Mariano Rajoy”. Pero también en dicha carta especificaba que mi actuación a la hora de votar dependería mucho de lo que leyera en su programa, y estaría en función, también, de lo que fuera viendo durante estos días previos a la votación. He optado finalmente por votar PP. Por supuesto que es posible que me equivoque; es posible que mi decisión no sea la mejor, aunque eso sólo Dios lo sabe. Yo me atrevería a decir, con San Pablo: “En cuanto a mí ni siquiera yo mismo me juzgo. Quien me juzga es el Señor” (1 Cor 4, 3.4).

En cualquier caso, hay algo que es completamente cierto. En la situación actual en la que vivimos ahora no nos estamos enfrentando a “futuribles”, sino a hechos comprobados y muy concretos, elevados a la categoría de ley; es el caso de aberraciones tales como el “derecho” al aborto o el “derecho” al “matrimonio” entre personas del mismo sexo.

Y es preciso, con necesidad de urgencia, poner todos los medios a nuestro alcance para salir de esta situación lo más pronto posible. Votar al PP “puede” ser un primer paso en ese proceso, aunque no sea “la solución”. Lo deseable (es mi opinión personal) sería que el PP consiguiera una mayoría absoluta; de ese modo no dependería de ningún otro partido para llevar a cabo sus propuestas electorales.

Comprobaríamos, entonces, sobre hechos concretos, hasta qué punto son sinceras las palabras que el Sr. Rajoy nos está diciendo ahora. Y en qué medida piensa llevarlas a cabo. Pero si no le damos ninguna oportunidad de llevar a cabo sus proyectos y nos basamos sólo en conjeturas… creo que nos estamos jugando demasiado y que no deberíamos desentendernos. Acudamos, como siempre, a las palabras que decía el Señor: “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7, 16). Porque así es: un árbol se conoce por sus frutos. Cierto. Pero dejemos que se haga un árbol. Dejemos que se planten primero las semillas. Y después, sólo después, estaremos en condiciones de emitir algún juicio; y -esta vez sí- en base a hechos comprobados y no a meros “futuribles” o suposiciones.

Por otra parte pienso que la crisis actual que padecemos en España (en particular) y en toda Europa (en general) no es sino la consecuencia de una crisis muchísimo más profunda, que es causa y raíz de todas las demás crisis: el rechazo de Dios. Nos estamos avergonzando de nuestras raíces cristianas, negándolas cínicamente y actuando contra la verdad de los hechos históricos y contra toda evidencia. Y eso es grave: “A quien me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mt 10,33)

En el Nuevo Testamento podemos leer lo siguiente (y esto es Palabra de Dios): “No os engañéis: de Dios nadie se burla. Lo que el hombre sembrare, eso cosechará” (Gal 6,7).
Estas palabras no deberían caer en saco roto, sino que deberíamos meditarlas, muy seriamente, en nuestro corazón. Nos va en ello la vida; no sólo esta vida terrena (que también: separados de Dios somos “ya” unos infelices; tanto más infelices cuanto menos conscientes somos de nuestra desgracia) sino también, y sobre todo, nos va en ello la vida eterna.

De nosotros depende, porque aunque “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4) también ha querido que trabajemos por nuestra salvación: “Con temor y temblor, trabajad por vuestra salvación” (Fil 2, 12). Él ya ha puesto todo de su parte. Y ya sabemos qué es lo que Él quiere y lo que Él espera: nuestro corazón.

Ahora es nuestro turno. Ahora nos toca a nosotros el mover pieza. No lo pospongamos. “Hoy es el día de nuestra salvación” (2 Cor 6,2). Y tengamos confianza siempre, porque el Señor nunca nos desampara, si somos humildes, y amamos la verdad: “un corazón quebrantado y humillado, Señor, Tú no lo desprecias” (Sal 51, 19).

lunes, 7 de noviembre de 2011

EL SOCIALISMO O LA NUEVA “RELIGIÓN” (I)

Recuerdo aquí aquellas palabras que pronunció José Luis Rodríguez Zapatero: “La libertad os hará verdaderos”, parafraseando y adulterando las palabras de Jesucristo: “La verdad os hará libres” (Jn 8,32). Se me ocurre algún comentario acerca de estas palabras del señor Zapatero:

En principio, si se las considera superficialmente, aparecen como una solemne tontería, sin sentido,  y cuyo único objetivo es el de dárselas de gracioso. Pero, por otra parte, si bien se piensa, no cabe duda de que se trata de un enfrentamiento, sin ningún tipo de remordimiento de conciencia por parte del señor Zapatero, al parangonarlas con las palabras de Jesucristo, intentando colocarse a su misma altura. 

Nadie que creyera que Jesucristo es el Hijo de Dios haría esa comparación; y menos aún, siendo presidente del Gobierno de España, y manifestándose públicamente sin ningún tipo de recato. Contradiciendo a Jesucristo, está contradiciendo a Dios (en quien obviamente no cree), haciéndole mentiroso. No es verdad lo que decía Jesús. La verdad es la que él expresa en su frase, una frase que está en perfecta concordancia  con el pensamiento socialista que él representa en España en este momento.

Como sabemos, “a Dios nadie lo ha visto jamás; Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, Él mismo es quien lo ha dado a conocer” (Jn 1, 18). Ese Dios Unigénito, que "se hizo hombre y habitó entre nosotros” (Jn 1,14) es Jesucristo, quien dijo de Sí mismo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6). Verdadero Dios: “Felipe, el que me ve a Mí ve al Padre” (Jn 14,9). “El Padre y yo somos uno” (Jn 10,30)…y verdadero hombre, con una misión: “Yo soy Rey. Yo para esto he nacido y para eso vine al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz” (Jn 18,37).

¿Cuál es la gran verdad que nos revela Jesucristo? Nos revela a Dios en Sí mismo. No tenemos más que observar qué hizo Jesús a lo largo de toda su vida. Él mismo nos lo dice: “Yo no hago nada por mí mismo, sino que hablo lo que me enseñó mi Padre. Y el que me ha enviado está conmigo; no me deja solo, porque Yo hago siempre lo que le agrada” (Jn 8, 28-29)

Viendo a Jesucristo, conocemos cómo es Dios. “En Cristo estaba Dios reconciliando consigo al mundo, no tomándole en cuenta de sus pecados” (2 Cor 5, 19). El mensaje que nos trae Jesús es el del Amor personal y único que Dios Padre tiene por cada uno de nosotros, que se expresó viniendo Él mismo, en la Persona de su Hijo, para salvarnos y que pudiéramos estar con Él algún día. En palabras de San Pablo, hablando de Jesucristo dice: "me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal 2,20). 

Y dice San Juan en otro lugar: “Ved qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, y que lo seamos” (1 Jn 3,1). Esta es la gran verdad acerca de la vida que Jesucristo nos ha enseñado (nos ha revelado) para que lleguemos a ser auténticamente libres: “Si permanecéis en mi palabra, seréis en verdad discípulos míos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8,32). Palabras éstas que son Palabra de Dios, quien no puede cometer ningún error.

Sigue diciendo San Juan que, como siempre, es muy claro cuando habla: “¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Éste es el Anticristo, que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo también posee al Padre” (1 Jn 2, 22-23). Y más adelante: “Todo espíritu que confiesa que Jesucristo vino en carne, es de Dios; pero el espíritu que no confiese a Jesús, no es de Dios” (1 Jn 4, 2-3). “Quien tiene al Hijo tiene la vida; quien no tiene al Hijo, no tiene la vida de Dios” (1 Jn 5,12). Las citas se podrían multiplicar, pues están por todo el Evangelio y el Nuevo Testamento.

Pues bien, frente a estas palabras de Jesucristo acerca de la libertad que proviene de vivir en la verdad (o mejor, de vivir en Él, que es la Verdad) tenemos las palabras del señor Zapatero contradiciéndolas, de un modo irónico y descarado  “La libertad os hará verdaderos”.

En principio, no merecerían ningún tipo de comentario, por la sandez que suponen. Pero dado que han sido pronunciadas por el presidente de España, representante máximo del socialismo, a modo de simulacro, voy a tomármelas en serio y a realizar un pequeño análisis acerca de ellas. Intentaré averiguar, teniendo en cuenta los hechos acontecidos durante esta etapa de gobierno socialista, si obedecen realmente a algo más que a simples palabras. Mi intención es llegar así a algún tipo de conclusión acerca del pensamiento socialista, “encarnado” en este momento histórico en la persona del señor Zapatero y en su equipo de Gobierno.

Como método de trabajo, usaré como referencia “inequívoca” las conocidas palabras: “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7,16),   pronunciadas por Jesús, palabras que, como todos sabemos, son de sentido común, aunque por desgracia, éste brille por su ausencia en la época en la que nos ha tocado vivir.