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jueves, 19 de diciembre de 2024

Torreciudad: confusión, tensiones y una guerra eclesial mal gestionada



El conflicto en torno al santuario de Torreciudad, marcado por el enfrentamiento entre el Opus Dei y el obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez Pueyo, ha derivado en una crisis que combina decisiones unilaterales, tensiones con la Conferencia Episcopal Española y constantes apelaciones a Roma.

Desde el intento inicial del Opus Dei de lograr el reconocimiento diocesano de Torreciudad, las negociaciones se han visto frustradas por exigencias económicas desorbitadas, la polémica designación de un rector y la retirada de referencias al santuario en el anuario episcopal. Todo esto, sumado a las acusaciones del obispo contra medios como Infovaticana y la aparente fractura dentro de su propia diócesis, refleja un estilo de gobierno que ha profundizado la confusión y sembrado división entre los fieles.

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1)-Inicio de las negociaciones

Hace aproximadamente dos años, el Opus Dei solicitó formalmente al obispo de Barbastro-Monzón iniciar los trámites para que Torreciudad fuera reconocido como santuario diocesano, paso previo a su posible consideración como santuario nacional e internacional.

2)-Cambio de reglas por parte del obispo y un canon desorbitado

Las negociaciones avanzaban aparentemente bien, pero a mitad de camino el obispo Pérez Pueyo decidió cambiar las condiciones del acuerdo. Los más lenguaraces hablan de lo bien que se lo pasaba el cardenal Ghirlanda en su papel de consejero azuzador. Una de las exigencias más controvertidas fue la imposición de un canon anual de 600.000 euros a la Prelatura, una cantidad desproporcionada e injustificada. Esta demanda provocó el rechazo inmediato del Opus Dei y, posteriormente, un clamor en contra por parte de la opinión pública, que obligó al obispo a retirar su petición para evitar un mayor desgaste. A partir de este punto, las relaciones se deterioraron profundamente y el Opus Dei decidió plantarse.

3)-El conflicto del rector

En un intento de forzar la situación, el obispo solicitó al Opus Dei una terna de candidatos para elegir al nuevo rector del santuario. La Prelatura se negó rotundamente, argumentando que, según el acuerdo vigente entre ambas partes, la potestad de nombrar al rector de Torreciudad corresponde al Opus Dei y no al obispo diocesano. A pesar de esta negativa, el obispo Pérez Pueyo, en un acto unilateral, nombró a un sacerdote de su confianza, un anciano que apenas oficia misa los sábados. Una decisión simbólica y provocadora que solo logró aumentar la tensión.

4)-Intervención de Roma

El enconamiento de ambas posturas llevó al obispo Pérez Pueyo a buscar respaldo en Roma. El Papa Francisco, consciente de la gravedad del conflicto, nombró a un mediador plenipotenciario para discernir una solución que contentara a ambas partes. Actualmente, este mediador se encuentra en plena tarea de escucha y análisis. Mientras tanto, Pérez Pueyo continúa paseándose con frecuencia por Roma, buscando verse con el Papa para relatar lo mal que le tratan los del Opus Dei y, según cuentan algunos observadores, lamentarse bajo la columnata de Bernini como un mártir en vida.

5)-El anuario de la Conferencia Episcopal

En medio de este escenario enrarecido, la Conferencia Episcopal Española publicó su anuario de 2023, donde se trataba a Torreciudad como un santuario español más, con fotografías a todo color incluidas. Esta inclusión no pasó desapercibida: Infovaticana publicó la noticia en exclusiva y yo misma comenté la evidente contradicción. Si Torreciudad aparece como santuario en un documento oficial de la CEE, ¿no es esto un reconocimiento tácito de su estatus canónico, más allá de la indefinición que intenta imponer el obispo Pérez Pueyo?

6)-El enfado monumental del obispo

La publicación del anuario desató la ira del obispo de Barbastro-Monzón, que movió sus hilos en la CEE para retirar las referencias a Torreciudad y eliminar las fotografías. Una semana después, la Conferencia Episcopal accedió a la petición y modificó el anuario, además de emitir una nota de prensa para justificar el cambio. La nota explica que la inclusión fue un error y que, en realidad, Torreciudad no es un santuario, sino un oratorio semipúblico.

7)-Incoherencias y preguntas sin respuesta

Lejos de resolver el problema, la actuación de la Conferencia Episcopal ha generado aún más dudas. ¿Por qué el obispo Pérez Pueyo nombra a un rector de un oratorio semipúblico? Si Torreciudad no es un santuario, ¿cuál es la justificación para su intervención? ¿Qué sentido tiene la llamada “urgente” a la CEE para “arreglar” un entuerto que solo ha provocado más contradicciones? Y lo más preocupante, ¿por qué el gabinete de comunicación de la Conferencia Episcopal se presta a ser instrumento en una disputa personal, sin consultar al resto del episcopado, al Comité Ejecutivo o a la Permanente? Por su parte, el obispo Pérez Pueyo no ha dado explicaciones públicas, pero su actuación ha levantado críticas tanto por la su feligresía como en círculos más amplios de la Iglesia, incluyendo muchos de sus compañeros en el episcopado.

8)-Rebelión en Barbastro-Monzón

Como si esto fuera poco, otro hecho revela el profundo malestar en la diócesis de Barbastro-Monzón. El pasado 16 de diciembre, los sacerdotes de la diócesis celebraron su tradicional encuentro navideño en Torreciudad, como ocurre todos los años. Sin embargo, en esta ocasión, el obispo Pérez Pueyo no estuvo presente, al menos en la foto. Su ausencia resulta sintomática: a pesar de su enfrentamiento con los responsables del santuario y, por extensión, con el Opus Dei, sus sacerdotes decidieron reunirse igualmente en Torreciudad. ¿Estamos ante una rebelión tácita del clero diocesano, que ha optado por ignorar la posición de su obispo?

9)-Una batalla que daña a la Iglesia

Lo ocurrido en Torreciudad no es solo un conflicto administrativo o canónico, sino el reflejo de una gestión poco inteligente y dañina para la imagen de la Iglesia. La situación plantea dudas sobre la capacidad de las instituciones eclesiásticas para manejar de manera transparente y eficiente cuestiones que afectan no solo a los fieles locales, sino también a la imagen de la Iglesia en general. En un momento en el que la credibilidad de la institución está bajo escrutinio constante por esos medios laicistas en colaboración con reliprogres herejes, este tipo de incidentes no hacen más que profundizar las divisiones internas y sembrar confusión entre los fieles.

El caso de Torreciudad pone sobre la mesa la necesidad de un liderazgo claro y de una comunicación más eficaz dentro de la jerarquía eclesiástica, especialmente en asuntos que tienen un impacto significativo tanto espiritual como administrativo. Mientras en Roma buscan una solución, la pregunta persiste: ¿quién maneja realmente los hilos de esta crisis? Porque lo que ha quedado claro es que, en este caso, la vanidad y la torpeza han ganado la partida. Y los fieles, como siempre, son los grandes damnificados.

Aurora Buendía

jueves, 31 de agosto de 2023

Fue necesario un Papa jesuita para demoler el Opus Dei. Así se hizo realidad la leyenda

IL SEPTIMO CIELO


Mucho se ha hablado de la enemistad entre la Compañía de Jesús y el Opus Dei. Pero los dirigentes de la Obra pensaron y temieron que el cuento de hadas se hiciera realidad desde el principio, cuando en 2013 el jesuita Jorge Mario Bergoglio ascendió al trono de Pedro. Su decisión fue encerrarse en un silencio total, adentrarse en las sombras como un topo en su agujero, con la esperanza de que este pontificado transcurriera sin hacerles daño, sin derribar sus conquistas en los años dorados de Benedicto XVI y más aún de Juan Pablo. II.

En cambio, esto es exactamente lo que sucedió. Primero con paso lento, luego con un movimiento cada vez más acelerado hasta el golpe final este mes de agosto, el Papa Francisco desmanteló lo que el Opus Dei había construido de sí mismo durante décadas.

En el título nada cambia: la Obra sigue siendo una «prelatura personal», la única con esta calificación en la Iglesia, pero primero con la constitución apostólica » Praedicate evangelium » del 19 de marzo de 2022, luego con la carta apostólica » Ad carisma tuendum ” del 14 de julio siguiente y luego nuevamente con el motu proprio del 8 de agosto de 2023, el Papa Francisco la vació de sustancia, la degradó a una «asociación clerical pública de derecho pontificio con facultad de incardinar a los clérigos», es decir, a una simple congregación de sacerdotes, hoy alrededor de 2 mil, sometidos a control. del dicasterio vaticano para el clero, al no tener autoridad sobre aquellos 90 mil laicos que eran su punto fuerte en la sociedad, que ahora han vuelto a depender, canónicamente, de sus respectivos párrocos y obispos. Así es: porque así lo establece el nuevo canon 296, modificado por Francisco, del código de derecho canónico, que a su vez remite al canon 107 del mismo código (a menos que se aplique la interpretación contraria) .(por Juan Ignacio Arrieta, secretario del departamento de textos legislativos, según el cual, según el canon 302 del mismo código, las asociaciones definidas simplemente como «clericales» están efectivamente gobernadas por clérigos, pero también están compuestas por fieles).

En las aspiraciones del Opus Dei, realizadas en gran medida en los años dorados, la prelatura personal debía ser una especie de diócesis sin territorio propio delimitado pero extendida al mundo entero, con su obispo en la persona del prelado de la Obra, su clero y sus fieles. Por tanto, debía formar parte, en esta forma tan especial, de la estructura jerárquica de la Iglesia, y referirse en la curia a la congregación de los obispos.

El reconocimiento del Opus Dei como prelatura personal se remonta a 1982, siete años después de la muerte del fundador, el español Josemaría Escrivá de Balaguer, proclamado santo en 2002. Sin embargo, contrariamente a sus expectativas, el Código de Derecho Canónico de 1983 no lo sitúa entre las estructuras jerárquicas sino en el capítulo “De populo Dei”.

Por otro lado, los dos sucesores de Escrivá fueron nombrados obispos: primero Álvaro del Portillo, luego Javier Echevarría, que estaba en el cargo cuando Bergoglio se convirtió en Papa. A su muerte, le sucedió en 2017 el actual prelado, Fernando Ocáriz (en la foto), a quien, sin embargo, Francisco no concedió la dignidad episcopal. Y este es ya el primer golpe que el Papa jesuita asesta a la Obra, preludio de la posterior prohibición absoluta en 2022 de que el prelado reciba la orden episcopal, sin perjuicio de su derecho a «utilizar las insignias correspondientes» al título honorífico. de “protonotario apostólico supernumerario”.

Al comienzo del pontificado de Francisco, el Opus Dei contaba con dos cardenales destacados: en la curia Julián Herranz Casado, un canonista autorizado; en Perú Juan Luis Cipriani Thorne, arzobispo de Lima. Además, en todo el mundo había numerosas diócesis gobernadas por miembros de la Obra: sólo en Perú media docena, todas con obispos conservadores, a los que regularmente se oponían, según el guión, obispos jesuitas de orientación opuesta.

El caso es que, bajo Francisco, Herranz y Cipriani abandonan rápidamente la escena, también por razones de edad, y también los obispos de la Obra van desapareciendo. Hoy sólo queda uno en Perú, Ricardo García García, al frente de la minúscula prelatura territorial de Yauyos-Cañete-Huarochiri.

En 2016, el nombramiento como director de la oficina de prensa del Vaticano del estadounidense Greg Burke, ex corresponsal en Roma de la revista Fox News y Time, el «numerario» del Opus Dei, es decir, su miembro célibe con derechos de castidad, pobreza y obediencia, como el famoso portavoz de Juan Pablo II Joaquín Navarro-Valls.

Burke sucedió al jesuita Federico Lombardi y, literalmente, había sido ascendido durante años en la Secretaría de Estado con el título de «asesor superior de comunicación», con vistas a su ascenso. Pero, en realidad, el Papa lo trató muy mal, utilizando sus propios encargados de comunicación personal y evitando sistemáticamente la oficina de prensa.

En octubre de 2018, durante el sínodo sobre la juventud, a Burke incluso se le negó la tarea de informar él mismo diariamente sobre lo que sucedía en la sala del tribunal. El 31 de diciembre siguiente dimitió del cargo, y con él su suplente, la española Paloma García Ovejero.

Hoy en el Vaticano, el Opus Dei ya no juega ningún papel importante, después de perder la presidencia del IOR, el «banco» de la Santa Sede, en el ya lejano 2012, con la expulsión de su «supernumerario» Ettore Gotti Tedeschi. En la jerarquía mundial, el único miembro destacado de la Obra hoy es José Horacio Gómez, arzobispo de Los Ángeles desde 2010 y presidente de la conferencia episcopal de Estados Unidos de 2016 a 2019, pero nunca nombrado cardenal por el Papa Francisco.

Mientras, por el contrario, la corte de los jesuitas crece dramáticamente en torno al Papa reinante, encabezada por tres cardenales: el luxemburgués Jean-Claude Hollerich, director del actual sínodo sobre la sinodalidad, el canadiense Michael Czerny y el italiano Gianfranco Ghirlanda, todos con roles protagónicos. También hay un cuarto cardenal jesuita, el español Luis Francisco Ladaria Ferrer, prefecto saliente del dicasterio para la doctrina de la fe, pero tiene el defecto de no estar de acuerdo con las derivas doctrinales permitidas por Francisco, que de hecho se liberó. de él enviándolo a su retiro y reemplazándolo con un personaje de dirección diametralmente opuesta.

Al día siguiente del motu proprio papal del 8 de agosto, el prelado del Opus Dei Ocáriz declaró la total sumisión a lo establecido. Lo que un gran conocedor del tema, Giancarlo Rocca , sacerdote de la Sociedad de San Pablo y director desde 1969 del monumental «Diccionario de los institutos de perfección», resumió así en «Settimana News»:

“El Papa Francisco redujo el Opus Dei a un estatus incluso inferior al de instituto secular, tal como había sido aprobado en 1950, con el orgullo de haber sido el primero y modelo de institutos seculares. Luego, como instituto secular, el Opus Dei tenía un presidente general y podía incardinar a sacerdotes y laicos. En la nueva formulación del Papa Francisco, sólo los clérigos pueden ser incardinados en la nueva asociación clerical pública bajo el dicasterio para el clero. Parece claro que el Opus Dei está privado de los laicos, que constituían su fuerza y ​​que ya no pueden ser considerados sus miembros”.

Geraldina Boni , profesora de derecho canónico y eclesiástico en la Universidad de Bolonia, ha identificado a su vez «una contradicción difícil de resolver» en la asimilación hecha por Francisco entre la calificación de «prelatura personal» todavía aplicada al Opus Dei y su nueva definición de asociación compuesta únicamente por clérigos.

Pero a pocos parece importarles esta enésima confusión creada por el Papa reinante, quizás también por esa aversión generalizada que ha penalizado al Opus Dei durante décadas, independientemente de sus méritos o defectos reales.

Una prueba clara de esta aversión histórica se puede leer, por ejemplo, aquí, en esta conversación publicada póstumamente en 2003 entre cuatro ilustres y estimados intelectuales católicos italianos, el primero de los cuales fue un hombre clave para determinar el desarrollo del Concilio Vaticano II:


No parece que Bergoglio pensara muy diferente sobre el Opus Dei que ellos, visto cómo lo redujo como Papa.

martes, 29 de agosto de 2023

La presión sobre el Opus Dei perjudica a la Iglesia (Carlos Esteban)



El motu proprio que degrada las prelaturas personales es sólo la última pieza de una batalla contra el movimiento fundado por san Josemaría Escrivà de Balaguer, en la que el Papa se contradice yendo contra el Concilio y el principio de sinodalidad, escribe Riccardo Cascioli en La Nuova Bussola Quotidiana. Por su indudable interés, reproducimos el artículo.

(Richard Cascioli/La Brújula Cotidiana)-«¿Qué tiene el Papa contra el Opus Dei?», tituló recientemente Crisis Magazine , una influyente revista católica estadounidense. Pregunta que muchos se han hecho tras la enésima mortificación infligida al movimiento fundado por san Josemaría Escrivá de Balaguer en 1928, el pasado 8 de agosto con un nuevo Motu Proprio el Papa Francisco modificó los cánones 295 y 296 del Derecho Canónico para «retroceder» las prelaturas personales asimilando «a asociaciones clericales públicas de derecho pontificio con facultad de incardinar clérigos». Y como la única prelatura personal existente es el Opus Dei, el objetivo del Papa es claro.

Hasta ese momento, las prelaturas personales estaban asimiladas a las diócesis, según lo establecido por el Concilio Vaticano II en el decreto Presbyterorum Ordinis en su artículo 10.

Se dijo que ésta era la enésima mortificación bajo este pontificado. De hecho, la batalla personal del Papa Francisco contra el Opus Dei ya comenzó en 2017 cuando se negó a consagrar obispo al nuevo prelado, monseñor Fernando Ocáriz, un claro signo de discontinuidad con pontificados anteriores. En efecto, recordamos que fue San Juan Pablo II quien elevó el Opus Dei a prelatura personal en 1982 con la constitución apostólica Ut Sit, al término de un minucioso trabajo de una comisión conjunta de canonistas que habían estudiado la mejor manera de asegurar el desarrollo del carisma del Opus Dei al servicio de la Iglesia. Y fue el propio San Juan Pablo II quien ordenó obispo al primer prelado del Opus Dei, monseñor Álvaro del Portillo, en enero de 1991, y luego, en 1995, también ordenó a su sucesor, monseñor Javier Echevarría Rodríguez.

La falta de nombramiento episcopal de monseñor Ocáriz fue el preludio de otros cambios; tomó algún tiempo pero llegó rápidamente con la reforma de la Curia Romana de marzo de 2022 (Constitución Apostólica Predicate evangelium ) seguida en julio por el Motu proprio Ad charisma tuendum que adapta las disposiciones: las competencias sobre las prelaturas personales pasan de la Congregación de los obispos a la del clero, y el prelado del Opus Dei no puede ser obispo (esto es una curiosidad, porque es el único sacerdote que no puede ser nombrado obispo por decreto).

Parecía que esto era el final, porque llegado a este punto el Opus Dei ha reformulado los Estatutos para adaptarlos a las nuevas disposiciones. Casi un año de trabajo y entre junio y julio la revisión fue entregada a la Santa Sede, sin saber que mientras tanto el Papa Francisco preparaba una nueva sorpresa que obligará ahora a los expertos de la Obra a revisar una vez más los Estatutos.

Pese a ello, la reacción oficial – en consonancia con la espiritualidad del movimiento – es de total colaboración: «Acogemos con sincera obediencia filial las disposiciones del Santo Padre – escribió monseñor Ocáriz a los aproximadamente 90.000 miembros de la Obra – y os pido para mantenernos, también en esto, todos muy unidos. Seguimos el mismo espíritu con el que san Josemaría y sus sucesores aceptaron cualquier decisión del Papa sobre el Opus Dei. Siendo la Obra una realidad de Dios y de la Iglesia, el Espíritu Santo nos guía en todo momento».

Si este es el espíritu con el que los miembros del Opus Dei viven estas circunstancias, lo cierto es que las decisiones del Papa han suscitado perplejidad y oposición, como lo demuestra la intervención de la canonista Geraldina Boni: en un artículo publicado en el sitio web del Centro Studi Livatino la Boni cuestiona la última decisión del 8 de agosto porque asimilar las prelaturas personales a las asociaciones clericales va en contra de la voluntad de los padres conciliares y pone en riesgo el «auténtico carisma».

No se trata de discusiones teóricas, sino de una restricción concreta a la autonomía del movimiento y de la posibilidad de llevar a cabo su misión. Un caso emblemático es el del santuario mariano de Torreciudad, en España: construido en los años 60 por voluntad de san Josemaría, se ha convertido en destino de cientos de miles de peregrinos, que siempre han encontrado sacerdotes de la Obra para acogerlos. Pero ahora el obispo local ha expropiado efectivamente al Opus Dei el santuario, asumiendo su administración; y a partir del próximo 1 de septiembre lo gestionará un sacerdote designado por el obispo.

En cualquier caso, el tema de la conservación del carisma del Opus Dei preocupa también al profesor Luis Felipe Navarro, rector de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, que recuerda a La Bussola cómo en el origen del Opus Dei está la «llamada universal a la santidad, santificando las realidades temporales, a través del trabajo y la familia». “El carisma del Opus Dei es laico – explica el profesor Navarro – la gran mayoría de sus miembros son laicos, casi todos casados. Y un punto importante que subraya san Josemaría es que todos los miembros son iguales, no hay miembros de la serie A y de la serie B, los laicos tienen la misma importancia que los sacerdotes». Entonces, ¿cómo se concilia esto con la asimilación a las asociaciones clericales? «Este será el trabajo a realizar en la revisión de los Estatutos,para hacer posible la preservación del auténtico carisma en las nuevas circunstancias», afirma Navarro, que no obstante se muestra confiado en el resultado.

Sin embargo, la tarea no es fácil porque se tiene la sensación de que el objetivo fundamental de la Santa Sede es -carisma o no- el de someter al Opus Dei a estricto control, tendencia que se observa también en otros movimientos eclesiales. Pero el movimiento fundado por san Josemaría Escrivà de Balaguer goza de especial atención, tanto porque es el único al que se ha erigido en prelatura personal como porque tiene que pagar por una especie de «leyenda negra» contra él, que inspiró las «fantasías» de Dan Brown.

Y ciertamente tiene muchos enemigos en el Vaticano y, sobre todo, en el círculo íntimo del Papa, hasta el punto de que, para atacar al Opus Dei, el Papa Francisco se contradijo en al menos dos principios centrales de su pontificado. En primer lugar, la aplicación del Concilio: como hemos recordado, la institución de la prelatura personal y su asimilación a las diócesis había sido una intuición conciliar, que antes no existía. El motu proprio del 8 de agosto trastoca por completo lo que los padres conciliares querían con la prelatura personal, es decir, un instrumento más eficaz en la perspectiva pastoral de la misión en todo el mundo.

Además, la forma en que han madurado estos pasajes es la negación de la sinodalidad , que dentro de poco más de un mes será el tema del Sínodo. De hecho, si la creación de una prelatura personal supuso un largo diálogo y un trabajo conjunto entre expertos de la Obra y de la Santa Sede, las decisiones del Papa Francisco se tomaron por mandato, ciertamente madurado en un pequeño círculo de asesores que no sentían necesario el diálogo ni ‘compartir el camino’ con los líderes del Opus Dei.

Carlos Esteban

jueves, 10 de agosto de 2023

Francisco y el Opus Dei



A juzgar por los dos “motu propio” que Francisco ha dedicado al Opus Dei en el plazo de un año, no parece que el Pontífice tenga especiales simpatías por el Opus Dei. Bajo una forzada argumentación de carácter jurídico-canónico, el Papa altera significativamente el carisma de la Obra, cosa que ningún Papa anterior había hecho con los carismas que han surgido en la Iglesia. Al contrario, los Pontífices han ido ajustando el Derecho Canónico a las nuevas realidades que el Espíritu Santo ha ido suscitando en la Iglesia, y no al revés, como en este caso.

San Josemaría Escrivá forma parte de la nómina de santos que han conformado realidades eclesiales nuevas, rompiendo moldes. San Benito, San Francisco, Santo Domingo, San Ignacio de Loyola, son ejemplos de grandes innovadores, fundadores de formas pastorales completamente nuevas en la Iglesia. Los Papas entendieron que estaban ante el soplo de Espíritu, acogieron estas novedades y les dieron un cauce jurídico acorde con su carisma.

Pero con el Opus Dei, no es así. San Josemaría fundó una realidad eclesial completamente nueva en la Iglesia, formada por laicos y laicas comprometidas a santificarse en medio del mundo. De esos laicos saldrán algunos sacerdotes, con la misma vocación que los laicos, para atender sacramentalmente a sus hermanos. Así lo vio Pio XII quien creó una figura jurídica nueva (los institutos seculares) para proteger el carisma de la nueva realidad eclesial. Y San Juan Pablo II dio un paso más convirtiendo el Opus Dei en prelatura personal. Aunque, efectivamente, las prelaturas personales están formadas por clérigos, en la Bula de erección de la Obra en prelatura se habría la vía para una vinculación de los laicos, que, en los Estatutos aprobados también por el Papa, se perfilaba mejor. El carácter laical y secular de la Obra es un elemento básico de su carisma que Francisco liquida con su motu proprio. De ser un gran movimiento laical, pasa a ser clerical, con los laicos en un papel secundario.

¿Puede un Papa ahogar por razones estrictamente jurídicas un carisma como el del Opus Dei? Militan de una forma o de otra en la Obra unas 90.000 personas. Los medios de apostolado de la Obra son enormes: universidades, colegios, centro de capacitación agraria y de promoción de la mujer, dispensarios, clubs juveniles, iglesias públicas, parroquias, centros de retiros y un largo etcétera que convierten a la Obra en la institución más importante de la Iglesia. ¿Puede un Papa ignorar todo esto? 

Pues parece que lo ignora. Parece estar más preocupado por cambiar la forma jurídica de una institución que ya tenía una, que funcionaba bien, fiel a la Santa Sede y al Magisterio, que por el cisma alemán. Sorprenden estas prioridades en una Iglesia que necesita evangelizar. El propio Papa, por ejemplo, en la última JMJ (donde por cierto había muchos jóvenes provenientes de centros vinculados al Opus Dei) ha insistido en la evangelización. ¿No es el Opus Dei un magnífico instrumento de evangelización en todo el mundo?

El fin de la evangelización, que ha de ser prioritario, ha cedido a una disputa académica entre canonistas. El jesuita y canonista Ghirlanda ha encabezado una persistente campaña para forzar estos motu propio. Y el Papa, a quien se le supone una mayor altura de miras, ha sucumbido a la presión. Algo incomprensible, si consideramos que lo prioritario es la evangelización, el apostolado y, sobre todo, el que realiza la Obra desde las mismas entrañas de la sociedad.

​En este caso, la Iglesia no ha actuado como en otros momentos de la Historia: adaptando el Derecho a los carismas que han ido surgiendo. La Compañía de Jesús, por ejemplo, fue una novedad eclesial en muchos aspectos y bastante rupturista frente las Órdenes religiosas de su época. Un Ghirlanda del siglo XVI quizás hubiera ahogado el carisma de San Ignacio. Se ha hecho con el Opus Dei una interpretación rígida del Derecho Canónico, lo cual contradice las repetidas manifestaciones de Francisco contra la rigidez. No parece que predique con el ejemplo.

El Papa advierte constantemente contra el clericalismo. Y, sorprendentemente, un carisma eclesial sustancialmente laical y secular lo convierte en clerical, colocando a los laicos en posición subordinada a los clérigos, cuando el carisma fundacional y novedoso del Opus Dei es precisamente que unos y otro comparten el mismo carisma y la misma vocación y así, los laicos, pueden tener cargos directivos en la Prelatura.

La Obra acatará y obedecerá al Papa, sabiendo que tras un Papa viene otro y lo que ha hecho uno lo puede corregir otro. Pero hay algo que el motu proprio no podrá cambiar: el sentido de pertenencia. Los miles y miles de laicos católicos que han encontrado su hogar espiritual en el Opus Dei, seguirán sintiéndose miembros de la Obra, por supuesto no desde el punto de vista jurídico canónico, pero sí en el espiritual. En la Obra, sacerdotes y laicos, aunque unos canonistas hayan querido trastocar su espíritu, seguirán compartiendo el mismo carisma y la misma vocación. Y el tiempo irá poniendo las cosas en su sitio. Clemente XIV disolvió la Compañía de Jesús en el siglo XVIII. Cuando unos decenios más tarde, Pío VII restableció la Compañía, resurgió con mucho más vigor y convirtiéndose en la institución más numerosa de la Iglesia.

Por Anónimo (La Cigüeña De La Torre)

 

El reciente motu proprio del Papa Francisco con el que da otra vuelta de tuerca al Opus Dei pilló desprevenida a la cúpula de la prelatura.

 INFOVATICANA


Aunque por Roma comenzaba a rumorearse que pronto se publicaría «algo» sobre las prelaturas y que por tanto afectaría de lleno a la Obra, lo que nadie se esperaba es que fuera justo después de la JMJ. La Santa Sede no informó previamente al Opus Dei de la publicación de este nuevo reajuste en el que «asemeja» las prelaturas a «asociaciones clericales públicas de derecho pontificio con facultad de incardinar clérigos».

Prueba de ello es la reacción oficial del Opus Dei respecto al motu proprio del año pasado y la que ha habido con este último. Cuando se publicó Ad charisma tuendum, (en donde el Papa dejó por escrito que el prelado no será obispo, los encasillaba en el Dicasterio del Clero y les obligaba a reformar los Estatutos), a la misma hora que se publicó el motu proprio la página web de la Obra publicó un amplio comunicado dando su opinión y una carta del prelado para tranquilizar a sus fieles.

En aquella ocasión, la Obra fue informada previamente del día de la publicación de Ad charisma tuendum, pero esta vez no ha sido así. Los responsables del Opus Dei (y todos los fieles) se enteraron de este nuevo mazazo a través del boletín oficial de la Santa Sede. La Obra respondió horas más tarde con un escueto comunicado en el que se limitaban a decir que «Estudiaremos qué consecuencias puedan tener estas modificaciones para la configuración jurídica del Opus Dei».

Justo el día de antes, el prelado del Opus Dei escribió un mensaje dirigido a los fieles de la Obra en el que pedía que «no dejéis de rezar por los frutos de la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, como una expresión más de unión con el Romano Pontífice. Pongamos a los jóvenes, que son el presente y el futuro de la Iglesia, bajo el manto maternal de Nuestra Señora de Fátima».

La publicación de este motu proprio ha pillado a Fernando Ocáriz en la otra punta del mundo. El prelado del Opus Dei no ha acudido a la JMJ sino que emprendió un viaje apostólico por varios países de Asia como Filipinas, Indonesia o Australia en donde ha logrado reunir a varios miles de fieles. Mientras Roma decretaba, por orden de Francisco, un retroceso en el camino jurídico del Opus Dei, el prelado se encontraba a miles de kilómetros de la Ciudad Eterna y sin capacidad de maniobra.

Verano convulso para el Opus Dei

Este es el segundo verano consecutivo en el que la prelatura salta a la palestra y no por nada que hayan hecho ellos sino por decisión del Vaticano.

Este motu proprio ha sentado como un jarro de agua fría para muchos miembros de la prelatura que se han vuelto a sentir ‘agredidos’ o ‘menospreciados’ por esta decisión y cada vez el descontento empieza a ser mayor entre muchos fieles que solo ven ataques por parte de Roma.

A este motu proprio, hay que sumarle la polémica de los días pasados con Torreciudad o el nuevo atropello jurídico de la Santa Sede contra José María Martínez, el ex profesor de Gaztelueta al que el Vaticano investiga canónicamente en un proceso que carece de ninguna garantía jurídica. Todo este cúmulo de circunstancias unidas en un breve espacio de tiempo, quien sabe si casualidad o no, está generando un clima de tensión y frustración al ver como los asesores cercanos a Francisco consiguen que deshaga lo dictado por sus antecesores.

Algunas de estas voces cuentan a InfoVaticana que no se entiende la publicación de este motu proprio justo después de la JMJ. Tampoco dan crédito a que lo saquen ahora cuando la Obra ya ha presentado el primer borrador de los Estatutos al Dicasterio del Clero a petición de este, lo que obligará de entrada a hacer algunos cambios.

En esta línea, estas voces hablan de que la Obra se la juega todo a una carta: los Estatutos. No son pocos quienes piensan que quizá con este motu proprio el Opus Dei deba ir pensando en buscar otro ‘traje’ que se ajuste a su medida si la figura jurídica de la prelatura personal deja de serles útiles por culpa de la imposición de la visión del cardenal jesuita Gianfranco Ghirlanda. Lo que está claro es que el Opus Dei no tenía cerrado su camino jurídico y vuelve casi a la casilla de salida. Todo apunta a que si quieren salvaguardar el carisma y la protección jurídica de los fieles laicos, deberán buscar otra fórmula.

domingo, 23 de julio de 2023

ELIMINAR AL OPUS (Eulogio López)

HISPANIDAD


Decíamos ayer… que van a por el Opus Dei, a cargarse la Obra. El poder de los jesuitas en el Papado de Francisco se ha disparado y lo cierto es que la Compañía de Jesús no está en este momento como para dar lecciones a nadie. Desde luego, no al Opus Dei, cuya crisis es una fruslería comparada con la que atraviesan los hombres de San Ignacio. Es igual: los jesuitas quieren acabar con la Obra.

Lo del obispo de Barbastro es como lo de las inmatriculaciones del PSOE, que quedó en nada pero Pedro Sánchez sacó pecho para asegurar que había acabado con otro ‘privilegio de la Iglesia’. La estupidez era tan gorda como esto: las catedrales no eran de la Iglesia porque no estaban matriculadas, registradas, a su nombre. Eran del pueblo, que es lo que dicen los gobernantes cuando pretenden meter la mano en el bolsillo ajeno, porque al pueblo le representan ellos hasta en las catedrales y basílicas.

Los hechos: el obispo de Barbastro, monseñor Ángel Pérez Pueyo, ha decidido nombrar a un rector para el Santuario de Torreciudad, ubicado en Huesca. El prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz, le ha recordado que el Santuario de Torreciudad pertenece al Opus Dei, más que nada porque la Obra lo construyó y ha prestado la atención pastoral a millones de peregrinos que han acudido libremente hasta allí. Por cierto, el señor obispo debería preocuparse más por su Iglesia ... Los curas de Huesca se dividen en dos: los que creen en Dios y en la transustanciación eucarística y los que no creen. Créanme, el santuario mariano de Torreciudad, donde se confiesan miles de personas cada año, les viene muy requetebien.

Dudo que al obispo de Barbastro se le haya ocurrido esta hazaña a él solito pero el silencio de Papa Francisco, justo en el momento en que él mismo ha puesto en solfa al Opus Dei, la verdad es que no ayuda. Que esto surja, justamente tras la andanada de Francisco con su ‘motu proprio’, que le quita galones a la Obra pero, lo que es más importante, que puede terminar con el espíritu laical del Opus Dei. O sea, que puede cargarse al Opus. En estos momento, el Opus se encuentra a la espera de la respuesta de El Vaticano sobre sus nuevos estatutos. A día de hoy, la Obra no necesita unos nuevos estatutos, lo que necesita es sacudirse su modorra actual.

Eliminar la Obra de San Josemaría Escrivá no creo que sea bueno para la Iglesia. Y no: el autor de este artículo, servidor, no es miembro del Opus Dei

Eulogio López

martes, 27 de junio de 2023

¿Acabará Francisco con el Opus Dei?



Hoy es 26 de junio. Se cumplen 48 años de la muerte de José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei y en 2028, el Opus Dei cumplirán 100 años de existencia. También estamos en vísperas de que el Papa Francisco dé su visto bueno a los nuevos Estatutos del Opus Dei que, por hacerlo comprensible, han sido elaborados por la Obra intentando cumplir con el 'motu proppio' 'Ad Charisma Tuendum', del Papa Francisco, y, al mismo tiempo, mantener el carisma de la Obra. Tiene bemoles que un 'motu proppio' titulado "Para proteger el carisma" (eso significa Ad Charisma Tuendum) sólo apunte a destruir el carisma de laicidad del Opus Dei, pero de humedades hablaremos luego. Pues resulta que la respuesta vaticana está a punto de llegar.

Nuevamente, el Papa tendrá que imponerse a algunos de los que le rodean. Sí, ya sé que los eligió él pero eso no nos soluciona e
Para entendernos, la gran aportación de España a la Iglesia en el siglo XVI y probablemente en toda la Edad moderna, fue la Compañía de Jesús, y la gran aportación de España a la Iglesia en el siglo XX, fue el Opus Dei. Es más, los jesuitas no han logrado asfixiar a la Obra y mira que lo han intentado desde su primeros vagidos. Y la Obra se convirtió en una de las columnas de la ortodoxia de la Iglesia. Por eso ha sido tan calumniada.

'Ad Charisma Tuendum" (para proteger el carisma) nació precisamente, para cargarse el carisma del Opus Dei. El carisma del Opus Dei es muy sencillo: todos, también los laicos, tienen ser santos, mientras que el contenido de Charisma Tuendum nace, mismamente, para cargarse la laicidad del Opus Dei y dificultar que adquiera importancia dentro del Vaticano, que los jesuitas están muy crecidos con su primer pontífice.

No se equivoquen: el cardenal Gianfranco Ghirlanda, el enemigo de las prelaturas personales, vaya usted a saber por qué, había planteado un decreto aún más duro, que simplemente se cargaba el Opus Dei, a costa de convertir a los miembros seglares de la Obra, la inmensa mayoría, en poco menos que en una pía unión y separándolos, orgánicamente de los sacerdotes que les atienden sacramentalmente y que poseen ese mismo carisma. y sabe que a San Josemaría fundador de la Obra la palabra "carisma" le producía sarpullidos: "siempre se han llamado dones", aseguraba.

Acabar con el espíritu de la Obra no parece una buena idea. Y en vísperas del Sínodo de la Sinodalidad, mucho menos

Reacción del Opus Dei, que, por si no lo saben, repito, está en crisis, pero no de carisma sino de santidad, pero eso ahora no importa: obediencia al Papa, muy loable, pero redacción de unos nuevos estatutos para adaptarse al 'motu proppio' de Francisco. Y la aprobación o devolución de esos nuevos estatutos, me dicen, es inminente.

Pues cuidado porque si los reparos son muchos, si Francisco hace caso del también jesuita Ghirlanda, se puede cargar el espíritu del Opus Dei que, a pesar de los pesares, continúa siendo una de las columnas de la Iglesia actual.

El cardenal Guirlanda que ya entorpeció otras prelaturas, como la de los clérigos anglicanos convertidos al catolicismo, conseguiría la venganza jesuita contra el Opus Dei.

Y todo esto nos lleva a algo mucho más importante: ¿vive el Papa secuestrado en el Vaticano por quienes le rodean? Porque eso es lo que parece.

Nuevamente, Francisco tendrá que imponerse a algunos de los que le rodean. Sí, ya sé que los eligió él pero eso no nos soluciona el problema.

Acabar con el espíritu laical de la Obra no parece una buena idea. Y en vísperas del Sínodo de la Sinodalidad, mucho menos. Porque la redicha sinodalidad es otro jardín lleno de plantas venenosas donde se ha introducido, con toda su buena intención, Francisco. Como dijo Pablo VI de su admirado Juan XXIII, cuando este convocó el Vaticano II: Este muchacho no se ha dado cuenta de cómo ha agitado el gallinero.j

'Ad Charisma Tuendum": ¿para proteger el Carisma del Opus Dei o para cargárselo?

En Madrid, a 26 de junio de 2023, festividad de San Josemaría Escrivá

martes, 31 de enero de 2023

Navarra. La socialista Chivite le quita el concierto en bachillerato a dos colegios vinculados al Opus Dei que imparten educación diferenciada

HISPANIDAD


El Departamento de Educación del Gobierno de Navarra —Ejecutivo que preside la socialista María Chivite-- ha remitido este lunes a los centros Irabia-Izaga y Miravalles-El Redín --ambos vinculados al Opus Dei, el primero como obra corporativa y el segundo por haberle encargado la orientación espiritual-- la notificación de la extinción de los conciertos educativos de la etapa de Bachillerato en ambos colegios por mantener separado al alumnado por su género, informa Navarra.com.

La decisión del Departamento de Educación de recortar la libertad de elección de los padres, a las que recurre el vicepresidente del Gobierno foral, Javier Remírez, se produce una vez recibidas y analizadas las alegaciones de los centros, que han sido rechazadas.

Y todo ello, se produce a pesar de que el TSJ de Navarra diera la razón a los colegios de educación diferenciada y suspendiera el castigo contra sus conciertos.

La motivación de la extinción de los conciertos radica, según el Gobierno de Navarra, en lo que consideran un "incumplimiento" de la disposición adicional 25ª de la LOMLOE, al mantener separado al alumnado de Bachillerato por su género.

Cabe recordar que el vicepresidente del Gobierno de Navarra, el socialista Javier Remírez, ha escogido la educación diferenciada (sólo chicas) para la enseñanza de su hija, pues la matriculó en el colegio Miravalles-El Redín hace ya unos años en Primaria y la ha mantenido en este centro académico, a pesar de que él mismo actúa desde el Ejecutivo contra estos colegios de educación diferenciada, donde se imparte la enseñanza obligatoria separada para chicos y chicas, publicó Navarra.com.

El socialista Remírez, que llegó a la vicepresidencia gracias a un acuerdo con los herederos de Batasuna de EH Bildu, ostenta la dirección de Igualdad del Ejecutivo foral, desde donde se persigue este tipo de enseñanza y se quiere impedir que cualquier otro ciudadano pueda escoger en libertad esta educación para sus hijos.

El colegio Miravalles-El Redín ha informado mediante carta a los padres que: "Es una resolución que no compartimos y que vamos a recurrir, ya que entendemos que, entre otras cuestiones, no respeta el principio de confianza legítima de las familias cuando eligieron para sus hijas e hijos el modelo educativo diferenciado".

lunes, 1 de noviembre de 2021

Opus Dei. Agenda 2030 (post eliminado)



Seguramente, fruto de una prudente reflexión de cara a Dios y a la salvación de las almas, los encargados de la página https://opusdei.org han quitado el artículo que festejaba la «Agenda 2030» (el artículo se encontraba aquí: https://opusdei.org/es/article/agenda-2030-ods-laudato-si-aniversario/).

Nobleza obliga, también nosotros hemos decidido eliminar el nuestro (que se encontraba aquí: https://www.quenotelacuenten.org/2021/10/31/opus-dei-modelo-2030/), guardando debida copia de lo que allí estaba, por cualquier consulta

Dejamos, por si sirve, una hermosa imagen que nos llegó hoy y que, aunque hecha para España, bien podría servir de inspiración para varios de nuestros países hispanohablantes para,

Que no te la cuenten…

P. Javier

domingo, 31 de octubre de 2021

Opus Dei, ¿modelo 2030? (Padre Javier Olivera Ravasi)



Tocar el tema de «La Obra» es meterse en camisa de once varas; y esto no porque existan tópicos que sería mejor “ni mencionar” (como dice San Pablo), sino porque al hacerlo, uno tiene la sensación de que, al criticar ciertas posturas de algunos de sus miembros, se estaría llevando agua para el molino enemigo.

Y no es así.
Ni adherimos a la leyenda negra de los Dan Brown de este mundo o de ciertos ex-miembros que dejaron el Opus Dei (con culpas compartidas, seguramente) ni tampoco creemos que todo sea color de rosa. Porque desde que el hombre es hijo de Adán, nada lo es.
Sin embargo, el creciente número que, año tras año -según nos informan- está abandonando esa institución (por las mejores razones), debería hacer reflexionar a quienes se encuentran a la cabeza de la misma. Una de ellas sea quizás, lo que recientemente ha circulado en internet, conforme a la misma página oficial, haciéndose eco del 5º aniversario de la Agenda 2030 (en rigor de verdad, el texto data del 25 de Septiembre de 2020 pero aún permanece en la página como entre los más vistos a fines de octubre de 2021).


Captura de pantalla, página https://opusdei.org/es/ (30/10/2021; ver al fondo, a la derecha)

¿Qué se dice allí? Pues lo que ya se sabe, que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) han sido aprobados por las Naciones Unidas e intentan un “desarrollo integral: social, económica y ambiental” de la humanidad por medio de 17 objetivos, entre los cuales se señalan, específicamente:

– “Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas” (objetivo 5).

– “Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible” (objetivo 16).

Asimismo, se recalca que “la Agenda 2030 es perfectamente asumible por la Iglesia”, creyendo (¿ilusamente?) que lo que el mundo entiende hoy por “inclusivo”, “empoderamiento”, “igualdad entre los géneros”, no es otra cosa que modos diversos de expresar la misma realidad.


Fuente:


Y uno se pregunta: ¿en serio lo creerán?

- “Es que ciertos encumbrados funcionarios eclesiásticos están fomentando también esta agenda” -dirá alguno.

- "Pues sí; pero aunque así lo hicieran, no pasaría de ser un acto político, es decir, prudencial y, por ello mismo, falible".

En fin; Dios quiera que algunos se den cuenta.

Porque una cosa es “amar apasionadamente al mundo” y otra pernoctar con él…

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi, SE

lunes, 8 de junio de 2020

Hakuna, ¿una escisión del Opus Dei o un signo de los tiempos? (Elisa Suárez)

Una de las noticias más recientes dentro el mundo católico, al menos en España, es el final de la etapa del sacerdote José Pedro Manglano en el Opus Dei. De manera resumida podría decirse que Manglano inició en 2013 una actividad pastoral fuera de la Obra, pero con permiso de la Prelatura. Esta actividad, llamada Hakuna, surgió como consecuencia de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de aquel año, la primera que presidió el papa Francisco. De hecho, Hakuna se identifica desde el primer momento con el famoso lema del pontífice argentino “¡Hagan lío!”. En poco tiempo, Hakuna comenzó a expandirse entre gente joven e incluso adquirió personalidad jurídica propia de carácter canónico: es una asociación privada de fieles. Es decir, una organización reconocible de creyentes católicos emanada por iniciativa propia. Cuenta desde octubre de 2017 con unos estatutos avalados por el cardenal Osoro –el hombre de Francisco en Madrid.

El tiempo –o, mejor dicho, el Espíritu Santo a través del tiempo– dirá si Hakuna es una nueva organización de laicos dentro de la Iglesia, igual que lo son Regnum Christi, los Focolares, Comunión y Liberación, o el Camino Neocatecumenal, aparte del mismo Opus Dei. Cada una con sus matices y particularidades. Y con sus indudables buenos frutos y gracia de Dios. Que Hakuna haya nacido como una especie de hija, renuevo, esqueje o escisión de la Obra no supone mayor problema. La historia de la Iglesia está repleta de sucesos similares. Teresa de Calcuta nos podría explicar su caso.

Sin embargo, hay varios rasgos en Hakuna que merecen analizarse. En primer lugar, su propio nombre, que nos recuerda a la película de El rey león. Porque la expresión “hakuna matata” es swahili, quizás el idioma más conocido del continente africano y el segundo más hablado en Kenia después del inglés, la lengua de los colonizadores. Se da la coincidencia de que la labor del Opus Dei en África comenzó precisamente en Kenia, y antes de la independencia. Este país centroafricano es neurálgico para la Prelatura. Sin embargo, este aspecto, quizás anecdótico, va unido a dos de las características más distinguibles de la asociación fundada por Manglano: la música y el voluntariado. Porque el nombre de Hakuna se debe a un proyecto musical. La música –y no hablamos precisamente del Requiem de Mozart, ni del Regina Caeli gregoriano– es una parte importante de la espiritualidad Hakuna.

La asociación genera, practica y vende música, sobre todo de cultura popular. Con guitarra, en conciertos animados, batería, coros simpáticos y chicas de dulce voz que cantan: “Buenazo, entregado y humillado me seduces”. Algo parecido a lo que en EEUU se ha llamado “rock cristiano” y que se ha expandido a otros países. Se trata de una renovación de la música de parroquia que usaba partituras de The Beatles o de Frank Sinatra, pero quitando versos como “I did it my way” o “Help me if you can” para encajar con calzador el padrenuestro o alguna canción que pudiera entonar sin problema de conciencia alguno un presbiteriano. No olvidemos que Hakuna tiene sus raíces en la JMJ… de Río de Janeiro.

Hakuna es una extensión de todo lo festivo y juvenil de una JMJ. Y del carisma de Francisco. Pero su fuente doctrinal originaria es el Opus Dei. Parece una burda simplificación, pero resulta complejo localizar rasgos de Hakuna fuera de estas tres patas con que comenzó a caminar. Por eso, a lo musical se une el voluntariado, aunque en Hakuna se llama de otro modo: “compartiriados”. Porque en Hakuna casi todo está renominado. Pero es una nueva nominación que suena a anuncio viral, a abreviatura de whastapp, a palabros como “infotainment”, “guglear”, “tengo una call”, “estoy in love con esta casa”, “te súperquiero”, etc. Así, a lo que siempre se ha llamado curso de retiro o ejercicios espirituales ellos lo llaman “God’s stop”; y, si dura sólo media tarde, entonces es un “God’s break”. Por supuesto, en su página web la tienda –donde venden libros de Manglano, sudaderas, camisetas, gorras, y, por supuesto, sus propios CD– se llama “shop”. Montan “Pray Stations”: acompañar al Santísimo en capillas o iglesias vacías. El papel que en su momento ocupó el latín y el griego en la Iglesia ha sido tomado, de manera artificiosa en muchos casos, por el inglés, y no el de Shakespeare precisamente. Aquí no acaba la cosa, pues sus grupos de oración y de fe compartida reciben el nombre de “revolcaderos”. Y sus miembros se definen como “pringados”, porque están para “servir o pringarse”. De modo que, en vez de “vocación”, lo que tienen es una “llamada” que consiste en “pringarse”. Esa familiaridad coloquial o campechana explica que suelan referirse a Manglano como Josepe.

Todo esto forma parte de una estética muy reconocible y que hace de Hakuna algo más parecido a un Starbucks o una acampada en el monte que a una misa en latín en una capilla gótica. De hecho, uno de los libros de Manglano, editado por la propia organización, se titula Santos de mierda. El evidente tono provocativo de este título pretende reflejar su contenido, que, en gran medida, incide en uno de los puntos en que más insiste la asociación: la santidad se encuentra incluso en lo menos bello de la vida, y la vida consiste en la unión de lo espiritual y lo carnal, “lo más trascendente y lo más inmanente, lo más divino y lo más terreno, lo más bello y lo más repulsivo”. Porque los temas relativos a masculinidad, feminidad, sexualidad, pareja, etc. aparecen con una alta frecuencia. Incluso existen actividades específicas para matrimonios, como los “Pit Stop”, que son “entradas en los boxes de la escudería o equipo (los miembros del Revolcadero)”.

Quizás aquí radique una de las grandes diferencias, además de la estética, con el Opus Dei: Hakuna es mixto. La Prelatura siempre ha mantenido una clara separación entre la sección de mujeres y la de varones. Los centros de formación de un matrimonio de miembros de la Obra son diferentes: un centro de mujeres para ella, un centro de hombres para él. Además, en el Opus Dei los centros de formación son, de ordinario, las casas donde residen las personas que dirigen la vida corriente de la asociación, y estas personas son laicos célibes. Lo cual remarca más la necesidad interna de la Obra de funcionar de modo separado. Nada de esto se plantea en Hakuna. Aún más: las actividades habituales de Hakuna se suelen celebrar en cualquier parroquia que quiera colaborar o en domicilios particulares. Y esto, evidentemente, encaja con tremenda facilidad en la sociedad actual y en una Iglesia que tiene depositadas muchas esperanzas en eventos como la JMJ.

Porque, aparte de otras consideraciones, quizás el rasgo que mejor defina la espiritualidad de Hakuna sea su devoción eucarística. La vida de los miembros o simpatizantes de esta organización tiene como centro la Adoración Eucarística, por lo general con Horas Santas, pero también con visitas frecuentes a sagrarios, así como oración diaria, piedad mariana, lectura del Evangelio y de algún libro espiritual, y otras prácticas religiosas. Sus cursos de retiro suelen desarrollarse conviviendo en silencio algunos días con una comunidad contemplativa.

Sin embargo, estos rasgos, que asemejarían a Hakuna con el Opus Dei, aunque fuese de manera vaga, incluyen un tono que marca una gran separación. Porque, como dicen los miembros de Hakuna, su devoción al Santísimo consiste en arrodillarse “ante Cristo Hostia”, para, de esta forma, “aprender a vivir alegremente arrodillados ante el prójimo, ante la vida y ante el mundo”. ¿Arrodillarse ante el prójimo, ante el mundo? Sin duda alguna, se trata de un prisma y una mentalidad muy postconciliar. Porque va más allá de las genuflexiones que están viéndose por todo el mundo a resultas del “black lives matter” de estos días. Lo de arrodillarse ante el prójimo y ante el mundo, en sentido literal, suena demasiado a Francisco, a expresión que chirría teológicamente. Porque ¿es posible arrodillarse ante el prójimo, y aún más ante el mundo, si uno se arrodilla ante Cristo? ¿En qué sentido una cosa lleva a la otra? Evidentemente, el fundador Manglano lo podrá explicar muy bien y presentar su mensaje sin problema de encaje con la doctrina católica. Pero es, a fin de cuentas, una manera de ver la vida que sigue la estela de esa parte de la Iglesia con ganas de abrazarse al Siglo. Hakuna representa un modelo alternativo a la espiritualidad de nuestros abuelos. Por eso, Manglano asegura que “el cristianismo no es la religión de la cruz, sino que es la religión del amor”. Si hace un siglo se subrayaba la cruz, ahora se subraya el amor.

Por si la estética no lo hubiera dejado claro, la sección de su web con consejos de libros y películas –“Feed your soul” se llama esta sección– ofrece un apartado cinematográfico de tono secularizado muy evidente: abundan títulos como American History X (Tony Kaye, 1998), Solas (Benito Zambrano, 1999), Amores perros (Alejandro González Iñarritu, 2000), Up in the air (Jason Reitman, 2009), así como largometrajes entre lo recargado y lo pretencioso como El árbol de la vida (Terrence Malick, 2011) y Amor y letras (Josh Radnor, 2012). Para compensar, aparecen obras del cine religioso italiano más frecuente, como el telefilme Santa Rita de Casia (Giorgio Capitani, 2004). Destacan, como excepciones, películas de Mel Gibson (por supuesto, La pasión de Cristo, 2004) y Un hombre para la eternidad (Fred Zinnemann, 1966), una especie de antigualla en mitad de una filmoteca muy reciente en la que no existe ni un título de John Ford. Sin embargo, esta sección también cuenta con una nutrida selección ecléctica y bastante clásica de lecturas espirituales y de formación humanística en la que tanto caben Régine Pernoud, Joseph Pieper, Jean Guitton, Werner Jaeger, Romano Guardini, Rilke, C. S. Lewis, Platón, André Frossard, François-Xavier Nguyen van Thuan, Joseph Ratzinger, Louis de Wohl, Teresa de Calcuta, Josemaría Escrivá, Charles Péguy, Manuel García Morente, Vittorio Messori, Chesterton o Teresa de Jesús, como Kiko Argüello, Pablo d’Ors, el papa Francisco, y el propio José Pedro Manglano.

Una de las curiosidades de los libros aconsejados es uno sobre sexualidad del sacerdote Mikel Gotzon Santamaría, miembro numerario del Opus Dei. Lo cual no deja de suponer un recordatorio de otra circunstancia: la sede de Hakuna Books es la misma que la de Ediciones Palabra, vinculada a la Obra. O al menos era la misma dirección hasta hace poco. El hecho de que tanto Opus Dei como Hakuna nacieran en Madrid, y de que ambas basaran gran parte de sus primeros pasos en lo que ahora se llama voluntariado, no puede ser mera casualidad. Es como si Hakuna no sólo hubiera nacido del Opus Dei, sino que fuera una versión del siglo XXI de lo que fundó el santo Escrivá de Balaguer.

El aragonés Escrivá era un cura joven que en Madrid intentaba hacer, como podía, la voluntad de Dios. Lo que el Espíritu Santo le pedía, él lo vivía a la manera propia de lo que era el 1900. Siendo un chaval, en Logroño, se sintió removido por unas huellas en la nieve; las que había dejado un carmelita descalzo. Aquello le cambió la vida: veía en el sacrificio, en la cruz, el amor a Dios. Y, así, creyendo que Dios lo llamaba para algo, rezaba y rezaba durante años. Y fundó el Opus Dei, tras escuchar las campanas de una iglesia de Chamberí. Sentía que Dios le hablaba, mientras hacía un trayecto en tranvía. En la Obra fundada por Escrivá se encontraba una Iglesia católica, a lo San Pío X, con el mundo moderno. Pero el Opus Dei no renunciaba a un solo rasgo que lo que era aquella Iglesia católica a lo San Pío X. Lo mundano no eliminaba ni un mínimo aspecto de lo católico. El Opus Dei rescataba a Santo Tomás de Aquino, cantaba en latín y sabía, antes y después del Concilio Vaticano II, que los cálices y los copones deben llevar, al menos, un baño de oro por dentro. El Opus Dei era tradición dentro de un mundo moderno. Era el ángelus a las doce del mediodía en mitad de una fábrica, una jaculatoria mariana en mitad de una sesión bursátil, un rosario en el tractor.

El fundador del Opus Dei decía que había que “amar el mundo apasionadamente”, porque había salido de las manos de Dios; y había que trabajar con tesón y cariño, porque el mismo Cristo así lo había hecho en el taller de José. Es decir; el concepto de “mundo” en el Opus Dei estaba referido a Dios. Sin Dios, el mundo no era más que enemigo del alma. Un planteamiento que, tras el Concilio, se ha desdibujado. A esto hay que añadir otra circunstancia: el Opus Dei sufrió los efectos antirreligiosos de la Guerra Civil española. El santo Escrivá tuvo que refugiarse y huir, caminando entre bosques e iglesias calcinadas, hasta que entró en Andorra y luego marchó a la España de Burgos, pasando primero por Pamplona. Donde años más tarde fundaría la famosa universidad.

El problema es que ha sucedido el Concilio y el siglo XXI. Tras la II Guerra Mundial, el Opus Dei se expandió por todo el mundo a un ritmo intenso. Cada año se empezaba la labor de la Obra en uno o dos países nuevos: Portugal, Italia, Francia, Reino Unido, Suiza, Estados Unidos, México… Pero, tras el año 1965 se inicia un parón que dura hasta el último año de Pablo VI. Entre 1965 (Bélgica y Nigeria) y 1978 (Bolivia) sólo hay un nuevo país en la expansión de la Obra: Puerto Rico (1969). Con Juan Pablo II y con Benedicto XVI, el Opus Dei recuperó su ritmo, sin casi ningún año en blanco en su apertura de nuevos centros en nuevos países. Sin embargo, a partir de 1998 el ritmo de internacionalización de la Obra se ha ralentizado. Y, durante el actual pontificado, no ha habido ningún nuevo país en el mapa de la Prelatura. Desde 2011 (Sri Lanka), nada.

A estos datos hay que añadir otros. En 1975, cuando muere Escrivá, el Opus Dei cuenta con 60.000 miembros, de los cuales casi un millar eran sacerdotes (un 1,6%). En 1996, la ya Prelatura ha pasado a tener 80.000 fieles y 1.600 sacerdotes propios (un 2%). En 2018, la cifra se eleva respectivamente a 92.900 miembros y 2.095 sacerdotes (un 2,3%). El crecimiento entre 1975 y 1996 es de un 33%, pero entre 1996 y 2018 el incremento ha sido del 16%, mientras que entre 1975 y 2018 el porcentaje de sacerdotes de la Prelatura ha pasado del 1,6% al 2,3%. En los últimos veinte años el aumento de presbíteros (31%) ha sido el doble que el de laicos dentro de la Obra.

Durante estas dos primeras décadas del tercer milenio, se evidencia un cierto problema de encaje del Opus Dei en la España actual y, en general, en este Occidente secularizado y en esta Iglesia cada vez más expuesta intelectualmente al Siglo, más a la defensiva en un mundo dominado por ideologías cada vez más implacables. Aún más: en Madrid, la gran ciudad del Opus Dei, ha habido un descenso del número de centros. En los años 90 llegó a haber en un área muy acotada cuatro centros juveniles de la Obra entre Diego de León (la sede nacional y también un colegio mayor de numerarios) y la iglesia del Espíritu Santo, encomendada a la Prelatura. Tres de aquellos centros, dirigidos a universitarios, ya no existen; el otro, dirigido a chavales de bachillerato, se mudó a la sede de un colegio mayor. A su vez, ese colegio mayor tuvo que trasladarse a otro emplazamiento donde ya existía un centro de la Obra. El antiguo chalé donde se desarrollaba la labor de una de estas casas del Opus Dei lleva diez años cerrado. Otros centros juveniles de distritos como Salamanca o Retiro también desaparecieron.

Este estancamiento, con puntuales retrocesos en España, obedece a causas muy variadas y complejas, como el envejecimiento de la población y como la descristianización social. Los datos de matrimonios canónicos, divorcios, asistencia a misas, etc. reflejan un descenso de la práctica católica en Occidente, del cual no se escapa España. Es raro encontrar una familia española, sea o no del Opus Dei, sin un divorciado, una convivencia extramarital o una pareja gay. Aumenta el número de personas que se declaran ateas o agnósticas, y se normalizan actitudes o ideas nada conciliables con la doctrina de la Iglesia. Resulta casi quimérico encontrar un partido político que plantee la derogación del llamado matrimonio homosexual. Además, dentro de la agenda papal hay nuevos temas que copan el protagonismo: se habla más de inmigración que de aborto, y se habla más de “salario mínimo vital” y derribar fronteras que de celebrar dignamente la misa y en latín.

Con independencia de los buenos, y excelentes, frutos espirituales tanto de Hakuna como del Opus Dei, se detecta en la evolución de ambas organizaciones el reflejo de una deriva sociológica, con respuestas diferentes en sendas entidades. El Opus Dei llegó a contar con personajes de la talla de Antonio Fontán o de Laureano López Rodó. Y entre sus exmiembros destacaban Jacinto Choza, Miguel Fisac o Raimon Panikkar. A estos nombres se unen almas admirables como Montserrat Grases, Álvaro del Portillo, Tomás Alvira, su esposa Paquita Domínguez, Guadalupe Ortiz de Landázuri, Isidoro Zorzano, admitidos como venerables o beatos por la Iglesia, y dentro de poco reconocidos como santos. Son cotas que parecen alejadas de la situación actual. ¿La influencia espiritual y humana del Opus Dei es la misma hoy que en la España de 1970 o de 1995? Incluso la estética de la Prelatura ha variado algo. En su libro dedicado al Opus Dei, Messori decía que la estética de la sobriedad castellana era lo que caracterizaba a los centros de la Obra. También en Italia. Los muebles castellanos eran la señal de una nobleza de espíritu que hundía sus raíces en la tradición y en la austeridad, en la ascética encarnada en el ajuar. Eran como versos de San Juan de la Cruz o de Teresa de Ávila esculpidos en las paredes de las casas del Opus Dei. Pero los nuevos centros, o los centros viejos una vez remodelados o traslados a otra ubicación, lucen otra estética, la de Ikea.

En cualquier caso, a todas las preguntas aquí planteadas responderá, en su momento y a su manera, el Espíritu Santo.

Elisa Suárez