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miércoles, 20 de mayo de 2015

VOTO CATÓLICO (20): ABORTO CERO ... lo demás son componendas

Al realizar estas reflexiones en torno al voto católico me doy cuenta de la dificultad que supone el pasar de una a otra y, sobre todo, la dificultad, aún mayor, de saber sobre qué aspecto concreto del tema estoy hablando en cada entrada. Si se quiere acceder al índice de todos los post sobre el voto católico puede pincharse aquíPido disculpas al lector por el inconveniente que esto puede llevar consigo.
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Dios es el autor de la vida humana. Y sólo Él puede decidir acerca de su principio y de su final. Nadie puede otorgarse a sí mismo ese poder: desde el momento de la concepción hasta el final de su vida natural, la vida es un regalo que Dios nos ha dado ... y que, por desgracia, no sabemos apreciar, ni aprovechar, como deberíamos. Dios, al crearnos, primero, y luego al darse a Sí mismo, en la Persona de su Hijo, Jesucristo, nos ha dado la posibilidad de ser contertulios y amigos suyos y, por lo tanto, de ser verdaderamente felices, ya en este mundo.

El Amor, que no busca lo suyo, sino al Amado, es lo que da sentido a la vida, a cualquier vida. Ninguna vida humana es despreciable, pues POR TODOS MURIÓ JESUCRISTO, y lo hizo por amor, porque nos quería ... y nos sigue queriendo. Y si alguien es amado por Dios es señal de que ese alguien es importante. Por eso todos somos importantes, porque a todos nos ama Dios, que nos ha dado la vida a través de nuestros padres y que se nos ha dado, Él mismo, en la Persona de su Hijo, en Jesucristo. Nadie está excluido de este amor si no quiere ser excluído. No acabamos de caer en la cuenta de la realidad del Amor que Dios nos tiene, a cada uno, de una manera personal y única. Eso es lo que nos hace importantes, pues si lo somos para Él es que, en realidad, lo somos.

Dios nos ama, y nos lo ha demostrando, dando su Vida por nosotros, para que también nosotros le demos a Él la nuestra, libremente, de modo que no tengamos ya otra voluntad que no sea la Suya. Dios no nos impone su amor, porque un amor impuesto no sería tal. La libertad es un componente esencial del amor verdadero. 

Por eso Dios ofrece su Amor al hombre. Y, como amor verdadero que es, requiere ser correspondido de la misma manera. Sin reciprocidad no puede darse el amor. Yo soy para tí y tú eres para mí. Esta nota de reciprocidad es igualmente esencial en el auténtico amor. Y no le importan a Dios nuestras diferencias de raza, sexo, edad, capacidades o limitaciones: somos su obra más sagrada. Y aunque herida nuestra naturaleza por el pecado de origen, Dios no nos deja solos, porque nos quiere. 


Lo propio y lo razonable sería vivir de continuo con espíritu de agradecimiento, primero por la vida que Dios nos ha dado, al crearnos, sacándonos de la nada; y segundo, y más importante, por la posibilidad que nos ha concedido -verdaderamente increíble- de que podamos llegar a ser verdaderamente hijos suyos, en unión con su Hijo Jesucristo, por medio del Espíritu Santo.  


Un cristiano, un católico -que lo es por pura gracia- si tiene conciencia de su dignidad, de su ser realmente hijo de Dios (siempre que esté unido a Jesucristo) ... valora todo, porque todo le habla de Dios. Y, en particular, valora su obra más preciada, que es el ser humano, la vida humana; y la valora en cualquiera de sus estadios vitales, desde que comienza a existir como cigoto hasta su fin natural. 

La Iglesia está llamada a defender esta realidad: todos somos valiosos porque Jesús, que es Hijo de Dios, Dios Él mismo, además de ser verdadero hombre (como uno de nosotros), nos amó hasta el extremo y dio su Vida por todos para hacer posible nuestra salvación: su Amor nos hace valiosos. Y si esto es así, como lo es, ¿cómo es posible que un ser humano se atribuya la facultad de decidir acerca de la vida de otro ser humano? ¿Cómo es posible entender que el aborto se justifique y se considere, incluso, como un derecho de la mujer, cuando es un crimen execrable, cometido contra los seres humanos más inocentes que existen, cuales son los niños aún no nacidos, los "nasciturus", que -además- no pueden defenderse? ¿Cómo es posible que se defienda, de igual modo, la eutanasia?

La vida es hermosa; no hay nada que justifique la muerte de un inocente, aunque haya sido concebido como consecuencia de una violación (se le deja nacer y seguro que hay matrimonios sin hijos que están deseando adoptar uno. El niño no es culpable de esa violación. Y a la madre habría que hacerle ver que si aborta, tendrá sobre sí no sólo el sufrimiento grande de una violación que no pudo evitar, sino el sufrimiento culpable y mucho mayor de un asesinato, el de su propio hijo, que sí que pudo evitar). 


Tampoco el aborto está justificado porque se presuponga que el niño que va a nacer lo hará con algún tipo de deficiencia; no deja de ser humano por ello. 


Y desde un punto de vista psicológico, el aborto supone un terrible trauma para la mujer que ha sido mal aconsejada. Todas las clínicas abortistas tendrían que desaparecer ... pero ahí tenemos el gran negocio del aborto. Si las madres sufren trastornos psicológicos graves por haber abortado eso no les va a quitar el sueño a esta gente que les ha practicado el aborto ... y a quienes sólo les interesa percibir el dinero estipulado.


De manera que, en ningún caso, absolutamente en ningún caso, el aborto tiene justificación, cuando es procurado directamente como un fin en sí mismo. 


El terrible problema de fondo es la pérdida de fe en Jesucristo, a quien no se conoce porque no se predica sobre Él. Si se le conociera bien, se le amaría; sus palabras llegarían a nuestro corazón; y éste se alegraría por haber encontrado al Único Amigo que es capaz de entender y comprender las aspiraciones más profundas de nuestro ser, el Único para quien somos realmente importantes, por nosotros mismos. Y Aquél que dice:


"Venid a Mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, que Yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Pues mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt 11, 28-30).


Y para finalizar oigamos lo que nos dice el profeta Jeremías, como palabra de Dios dirigida a él, y a cada uno de nosotros: "Antes de plasmarte en el seno materno, te conocí; antes de que salieras de las entrañas te consagré ..."( Jer 1, 5). Dios es el autor de la vida y nadie puede disponer de la vida de otra persona y menos aún cuando está en el seno materno. Esa persona ha recibido la vida de Dios. Y esa vida es sagrada. El que atenta contra la vida de un inocente transgrede la ley divina y es culpable.


Conclusión: la única opción válida para un católico es la de votar a un partido que respete esta ley divina, sin supuestos de ningún tipo. Y si tal partido no existe, entonces abstención o voto en blanco. 
Y no nos asustemos. Es cierto que el poder del mal es enorme: "El mundo entero está bajo el poder del Maligno" (1 Jn 5, 19), pero si Dios permite el mal es para poner a prueba nuestra fe, así como nuestra confianza y nuestro amor por Él

"Sabemos que todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios, de los que han sido llamados según su designio" (Rom 8, 28). No estamos solos: "Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20). Y tenemos la seguridad de la victoria definitiva"En el mundo tendréis tribulación; pero confiad: Yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33), pues Dios, manifestado en la Persona de su Hijo hecho hombre, Jesucristo, no nos engaña. Él es la Verdad y nos dice que "el cielo y la tierra pasarán pero mis Palabras no pasarán" (Mt 24, 35)


Tampoco podemos tener miedo, porque Él está con nosotros. Miedo sólo del pecado, que es lo que nos separaría del Señor ... pero de ninguna otra cosa más: "No temáis a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; temed -sobre todo- al que puede arrojar el alma y el cuerpo en el infierno" (Mt 10, 28)]



DURACIÓN 1:19 MIN


LA DEFENSA DE LA VIDA NO PUEDE TENER EXCEPCIONES