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jueves, 31 de mayo de 2018

Lo que ocurre en Alemania no se queda en Alemania



La COPE no es la Iglesia (la Conferencia Episcopal, tampoco) [Carlos Esteban]



El católico tiene vedado el optimismo ramplón del mundo, tanto como el pesimismo mundano. No puede pensar que se acerca una Edad de Oro construida por el hombre, esa que venden las ideologías y se deduce de la omnipresente mitología del progreso, y tiene muy claro que la expresión de la Salve, “este valle de lágrimas”, no es exagerada o inoportuna. El autor de El Señor de los Anillos, J. R. R. Tolkien, hablaba en católico cuando decía concebir la Historia como una sucesión de derrotas.

Pero, por otra parte, también participamos de un ‘optimismo ontológico’, nacido de saber que Cristo no vencerá al mundo, sino que ya lo ha vencido -Nolite timere, ego vici mundum-, que la ‘pélicula’ de la Creación tiene un final feliz y está cumplido. Es el ‘Non Praevalebunt’ -las Puertas del Infierno no prevalecerán sobre la Iglesia-, al que de forma tan irreverente, rozando lo blasfemo, se ha referido el Secretario de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, en referencia a una empresa radiofónica, COPE.

Porque COPE, en el mejor de los casos, pertenecería a esas empresas fugaces, por humanas, sobre las que no solo se nos permite ser pesimistas, sino que casi se nos invita a ello. Desde luego, la Historia está repleta de ruinas católicas bastante más serias, benéficas y altruistas que COPE.

Eso, en el mejor de los casos, que no se da en este. Porque COPE, como su hermana 13TV, solo puede considerarse un medio de comunicación católico estirando abusivamente el adjetivo. Con más precisión deberíamos hablar de ‘medio clerical’, es decir, puesto al servicio de los intereses de una casta cuya confusión interesada con la Iglesia toda ha sido causa de muchos de los males que vivimos.

La confusión es tal que desde nuestra jerarquía siempre se ha torcido el gesto a toda iniciativa periodística surgida del laicado católico si no llevaba el prescriptivo olor a sotana y sacristía.

Que estos medios ‘de la Iglesia’ no son medio de evangelización principalmente se puede comprobar fácilmente sintonizándolos en casi cualquier momento. Lejos de ello, estos medios han puesto a la Iglesia en baratillo al unirla en aberrante matrimonio con los intereses de un partido, el que ocupa el gobierno, que se pasa alegremente por el forro no ya los principios irrenunciables de que hablara Benedicto XVI, sino cualquier asociación con la fe cristiana, “salvo en alguna cosa”.

No hay, pues, razón alguna para que Gil Tamayo bastardee las Escrituras para hacer de ese cuestionable instrumento de poder del clero español que actúa como ‘cheerleaders’ de un partido en tantas cosas anticristiano, una ‘obra de Dios’. La COPE, afortunadamente, no es la Iglesia; por no serlo, ni siquiera la Conferencia Episcopal Española es la Iglesia. Y no solo las puertas del infierno pueden prevalecer contra ella, sino también, esperemos, las del Cielo.


Carlos Esteban

Athanasius Schneider Iglesia Militante


Duración 51:24 minutos

Cuando no hay batalla, no hay cristiandad. Cuando no hay batalla, no hay verdadera Iglesia de Dios, no hay verdadera Iglesia Católica. 

El Concilio Vaticano II nos enseña: "A través de toda la historia humana existe una dura batalla contra el poder de las tinieblas, que, iniciada en los orígenes del mundo, durará, como dice el Señor, hasta el día final. Enzarzado en esta pelea, el hombre ha de luchar continuamente para acatar el bien, y sólo a costa de grandes esfuerzos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de establecer la unidad en sí mismo. "(Gaudium et spes, 37)

Esta dramática situación de "todo el mundo [que] está en poder del maligno" (1 Jn 5:19; ver 1 Pedro 5: 8) hace que la vida del hombre sea una batalla. (véase Catecismo de la Iglesia Católica, 409)

NOTA: El vídeo se oye en español

Noticias varias 30 de mayo de 2018



Life Site News

El viejo orden de Irlanda ha sido barrid por un nuevo orden que mata a los niños

Radio Roma Libera

Volver a la Iglesia militante (Monseñor Schneider)

Adelante la Fe (One Peter Five)

¿Por qué todos los obispos chilenos ofrecieron su renuncia al Papa? (Steve Skojec)

The Remnant

Come Back, My Sisters (Remembering the Women Who Educated America)


Que se vayan al Sáhara (Padre Jorge)

La Nuova Bussola Quotidiana


First Things

La gracia bajo presión (George Weigel)

Selección por José Martí

Dominique Wolton asegura que al Papa solo lo quieren “los ateos y los agnósticos” (Carlos Esteban)



En una entrevista concedida al diario ABC, el sociólogo francés Dominique Wolton asegura que le comentó al propio Papa, con quien ha conversado para documentarse para un libro sobre el Pontífice (‘Política y sociedad’), que “los católicos de derecha no le quieren, los de izquierda tampoco, porque va usted más lejos que ellos y es más libre. Los únicos que le quieren son los agnósticos y los ateos”.

El Papa, continúa Wolton, rompió a reír ante el comentario.

Wolton no es precisamente una “fuente hostil”; habla de Francisco con sincera admiración, apreciando su cercanía y afabilidad. “Bromea muchísimo, es muy cálido y cercano”, asegura Wolton. “Francisco siempre es muy natural. Su éxito mundial obedece a que no habla como un Papa, habla como un laico y además es bastante político. Para ser más precisos este hombre vive y aplica el Evangelio. No le gustan los ricos, ni le gustan los poderosos, como en los Evangelios”.

De ahí, opina el sociólogo, viene la oposición al Pontífice desde diversos sectores: 

“Las resistencias proceden de los conservadores porque el Papa critica a la Curia, quiere a las mujeres en la Curia, pide que se tome en consideración la situación personal de los divorciados vueltos a casar para que puedan comulgar, quiere acabar con la industria de las armas, defiende la ecología y no se opone a la unión civil de los homosexuales”.
Naturalmente, no deja de ser la visión de Wolton, que ha mantenido conversaciones con Francisco entre febrero de 2016 y febrero de 2017, pero quizá el autor no aprecia que esas afirmaciones que desgrana y que supuestamente provocan por igual el recelo de los ‘conservadores’ no están ni mucho menos en el mismo plano.

- Criticar a la Curia es casi una tradición, y no es probable que altere al más sensible de los católicos ‘conservadores’.

- Introducir mujeres en la Curia parece responder más a un prurito de seguir las modas del mundo, y es legítimo preguntarse si conviene o no, pero tampoco debería alarmar a nadie, porque la Curia no es una institución de derecho divino, sino una mera administración.

- “Tomar en consideración la situación de los divorciados vueltos a casar para que puedan comulgar” es algo que se hace desde antes de que Francisco llegara a la Cátedra de Pedro. Otra cosa es que la solución sugerida sea, en opinión de muchos, un modo de condonar el adulterio.

- Acabar con la industria de las armas es un pío deseo pero, si se me permite la comparación, está al nivel del discurso de una Miss Mundo. Defiende la ecología, claro: ¿quién está contra la ecología? Cosa muy distinta es estar a favor de grupos ecologistas que anteponen el bien de cualquier especie a la humana, o que convierte a la tierra en un ídolo, una diosa, la Pachamama o Gaia.

- Pero estar a favor de la unión civil de los homosexuales sería preocupante. Y digo “sería” porque no me consta fehacientemente la opinión de Su Santidad. Significaría, simple y llanamente, estar a favor del pecado habitual, y no uno especialmente leve.

Representaría, además, una paradójica situación, porque supondría decirle a los heterosexuales que deben guardar la castidad y abstenerse de mantener relaciones que son, de suyo, naturales, al tiempo que se permitiría a los homosexuales ‘barra libre’ para esas otras relaciones que la Iglesia considera contra natura.

No creo, pese a todo, que al Papa sólo le quieran “agnósticos y ateos”. Eso sería admirable, sería el abandonar el rebaño para ir en busca de la oveja perdida, y si realmente le quisiesen, dejarían de ser agnóstico y ateos y los traería a Cristo.

Desgraciadamente, y por el momento, no es lo que estamos viendo.

Carlos Esteban