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domingo, 6 de agosto de 2023

Juan Pablo II y la Teología del cuerpo – Un estudio del Modernismo



Al igual que Blondel y de Lubac descubrieron el “auténtico cristianismo” con 2000 años de retraso, así Karol Józef Wojtyla (el papa Juan Pablo II) descubrió la “auténtica sexualidad cristiana” para la Iglesia a los 2000 años de su existencia.(1)

Introducción a la Serie de artículos

La «Teología del cuerpo» es una invención de Karol Józef Wojtyla, conocido por la historia como el papa Juan Pablo II. (2)

Los temas principales de la nueva filosofía y teología propias de Wojtyla acerca de la dimensión corporal del amor humano, el sexo, la sexualidad, el matrimonio y el celibato se gestaron y tomaron su forma concreta a través de un largo período que empezó incluso antes de su ordenación sacerdotal en 1946 y continuó cuando fue hecho obispo auxiliar y luego el Cardenal Obispo de Cracovia, Polonia (1958-1978).

El 5 de septiembre de 1979, cuando no llevaba todavía un año de pontificado, Juan Pablo II, en su audiencia general de los miércoles, pronunció el primero de ciento veintinueve discursos basados en los textos revisados de un libro suyo, ya publicado, acerca de la Teología del Cuerpo(TDC). Seis discursos basados en el Cantar de los Cantares se habían preparado, pero nunca vieron la luz del día por ser considerados demasiado delicados para un público juvenil. El último discurso del papa acerca de la Teología del Cuerpo se pronunció cinco años más tarde, el miércoles, 28 de noviembre de 1984.

Como obra catequética, la Teología del Cuerpo es antropocéntrico, esto es, centrado en el hombre, a la vez que personalista, acorde al tema central del Concilio Vaticano Segundo y el estilo filosófico personalista y fenomenológico propio de Wojtyla.

Desde un punto de vista católico, el mismo nombre «teología del cuerpo» es problemático.

Teología [del griego theós, que significa Dios, y logos que significa discurso], en todas sus formas, se centra en Dios y sus atributos, en todo lo divino, las verdades reveladas y temas de fe, pero no, propiamente, en el hombre.

En lo que se refiere al cuerpo humano, el hombre es uno. Está compuesto tanto por un alma espiritual y racional como por un cuerpo material que da al hombre su identidad corporal. El alma inmortal e intelectual, infundida al cuerpo en el momento de la concepción, es el principio substancial que informa al cuerpo y le da vida. El cuerpo sin el alma es inerte, un cadáver.

¿Cómo puede existir, entonces, una «Teología del Cuerpo»?

Es una pregunta difícil, aunque sólo es uno de tantas preguntas que el autor (Wojtyla) y sus partidarios se han esforzado en responder en defensa de un «nuevo» «desarrollo» «revolucionario» en la enseñanza sexual católica al que llaman la «Teología del Cuerpo».

El hecho de que la Teología del Cuerpo sea difícil de leer y aun más difícil de entender es algo en que están de acuerdo tanto los adeptos como los detractores de la obra de Wojtyla.

De hecho ha dado lugar a un pequeño negocio de alcance mundial que tiene como su única finalidad la de explicar y divulgar esta nueva teología entre los laicos tanto católicos como no católicos, el clero y los religiosos. Aun no ha llegado el día en que los que rinden culto a Juan Pablo II se den cuenta de que la razón por la que los escritos de Juan Pablo II son difíciles de comprender probablemente sea porque no son católicos, o quizá sea más justo y más preciso decir que en lo que sus escritos tienen de originales, no son católicos y en lo que tienen de católicos, no son originales.

Dadas ciertas complejidades inusuales y la naturaleza multifacética de la controversia de la Teología del Cuerpo (TDC), el autor ha elegido un formato de pregunta y respuesta para proporcionar una visión más clara de los temas críticos que se han de tratar.

Iª Parte

Los orígenes de la Teología del Cuerpo

¿Cuándo se hizo pública, por primera vez, la Teología del Cuerpo (TDC) de Wojtyla?

El manuscrito original que versa sobre la TDC y recopila el trabajo de Wojtyla se publicó en italiano bajo el título Uomo e donna lo creó: Catechesi sull’amore umano (Hombre y mujer los creó: una catequesis sobre el amor humano) antes de su elevación al papado en 1978. (3) Después de que fue nombrado papa, Juan Pablo II dio una versión revisada de sus propias charlas, en pequeños fragmentos, en las audiencias generales de los miércoles desde el otoño de 1979 hasta el otoño de 1984, con tan sólo unas pocas interrupciones, muy oportunas. El título alternativo de su obra, Teología del Cuerpo, lo puso el mismo papa.

El primer ciclo de charlas acerca de la TDC de Juan Pablo II, que llevaba por título «Lo que se quiere decir con ´Comienzo,´» basado en los dos relatos del Génesis y que versaba sobre la indisolubilidad del matrimonio, se dio el 5 de septiembre de 1979, un año antes del inicio de Sínodo de obispos en Roma acerca del Papel de la familia cristiana en el mundo moderno de 1980.

¿Existe más de una traducción de la TDC al inglés?

Sí. La primera traducción al inglés la publicaron las Hijas de San Pablo en el año 1997. Esta traducción se hizo a partir de un texto obtenido en las oficinas del periódico vaticano L’Osservatore Romano en las que se traducen y publican la versión inglesa de los discursos del papa después de las pronuncie. En el caso de la TDC, el gran número de traductores, cada uno en un estilo distinto, dio lugar a muchas inconsistencias entre las versiones.

En el año 2006, Michael Waldstein trajo a la luz una traducción inglesa, nueva y mejorada, del libro Hombre y mujer los creó – Una teología del cuerpo basada en el texto en lengua polaca de Wojtyla que contenía un sistema de títulos originales de cada capítulo además de seis charlas adicionales que nunca se habían publicado más que en lengua polaca. (4) Waldstein es un personaje central en cualquier conversación sobre la TDC. Es el presidente y fundador del Instituto Teológico Internacional para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia en Gaming, Austria. Se creó este centro de estudios a petición de Juan Pablo II.

¿La TDC hunde sus raíces en las primeras ideas y escritos de Wojtyla sobre la sexualidad humana?

El 11 de Mayo de 2006, el Papa Benedicto XVI, dirigiéndose a los que formaban parte del Instituto para Estudios sobre el Matrimonio y Familia, reconoció que:La idea de "enseñar a amar" ya era propia de Karol Wojtyla cuando era un sacerdote joven y después le llenaba de vigor, como joven obispo, cuando se enfrentaba a los momentos difíciles que llegaron al publicar la profética encíclica, que llegó justo a tiempo, de mi predecesor Pablo VI, "Humanae Vitae". Esa fue la circunstancia que le hizo comprender la necesidad de emprender un estudio sistemático de este tema.

En su ensayo «El misterio del ‘Amor Justo'», John T. Crosby, profesor de filosofía en la Universidad Franciscana de Steubenville, Ohio, y un proponente de la TDC, afirma que «Karol Wojtyla ha albergado una afinidad especial hacia el amor entre el hombre y la mujer desde los primerísimos días de su ministerio sacerdotal» y que «demostró una habilidad inusual para reflexionar» sobre este amor. (5) Crosby cita del libro de Juan Pablo II Cruzando el umbral de la esperanza:Como sacerdote joven aprendí a amar al amor humano [esto es, el amor entre el hombre y la mujer]. Este ha sido uno de los temas fundamentales de mi sacerdocio. . . . Si uno ama el amor humano, naturalmente surge la necesidad de dedicarse completamente al servicio del 'amor justo,' pues el amor es justo, es bello. (6)

Crosby afirma que el primer libro de Wojtyla, Amor y Responsabilidad, nacido de su experiencia pastoral con parejas jóvenes, es un estudio profundo y original del «amor justo». (7)

¿Cuándo se escribió Amor y responsabilidad?

Amor y responsabilidad se tomó de una serie de charlas, dirigidas a universitarios, que se centraban en la moral sexual católica, relaciones conyugales, castidad y ética sexual dadas por Wojtyla en 1958 y 1959 en la Universidad Católica de Lublin (KUL), siendo obispo auxiliar de Cracovia. En 1960, se publicó la primera edición de Amor y responsabilidad en lengua polaca con el título Matos I Odpowiedzialnosc por el TNKUL (Sociedad Intelectual de la Universidad Católica de Lublin). Las ediciones en francés e italiano se publicaron en 1965, pero la versión inglesa no vio la luz hasta 1981. (8)

¿Cuál fue el impacto que tuvo Amor y responsabilidad sobre la TDC?

Tuvo un impacto grande en la TDC. Como afirmó Juan Pablo II, la filosofía y los temas básicos de la TDC vieron su origen en Amor y responsabilidad, además de algunos de sus escritos anteriores como Persona y acto. (9) Amor y responsabilidad incluye las ideas iniciales de Wojtyla acerca del valor sexual del cuerpo, el matrimonio, el adulterio, la castidad, la continencia, el celibato y, por encima de todo, el valor y la supremacía de la «persona». El mismo título que escogió Wojtyla para la obra, Amor y responsabilidad, preconizó la naturaleza radical de sus futuras catequesis sobre el sexo y el matrimonio, esto es, la Teología del cuerpo.

El título, Amor y responsabilidad, señaló, además, el inicio de un ataque encubierto a las enseñanzas tradicionales de la Iglesia acerca de los fines primarios del matrimonio, a saber, la procreación y la educación de los hijos y la formación de una familia (un principio que Wojtyla no veía con buenos ojos puesto que estimaba que tal elemento devaluaba el amor conyugal) para dar mayor importancia a las «relaciones interpersonales,» la «integración», «amor» y «responsabilidad.»

¿Cuál es el fundamento filosófico de Amor y responsabilidad?

Amor y responsabilidad representa uno de los primeros intentos de Wojtyla de «casar» la escolástica tradicional de Santo Tomás de Aquino con las filosofías seculares modernas(modernistas), en particular la de Max Scheler, un discípulo de Edmund Gustav Albrecht Husserl, el padre de la fenomenología. (10) Es un secreto a voces que aun cuando era un joven seminarista, Wojtyla encontró carencias en la escolástica y mantenía la esperanza de desarrollar un sistema filosófico y ético nuevo que incorporara la objetividad del tomismo con el personalismo y el subjetivismo humano del Schelerismo — un sistema que era más adecuado para las exigencias y problemas de esa criatura mítica salido de Gaudium et Spes, a saber, «el hombre moderno». (11)

¿Salió bien este intento de «casar» tales ideas?

¡De ninguna manera! ¿Cómo podría salir bien?

Las pasiones intelectuales de Wojtyla se decantaban claramente a favor de Scheler en detrimento de Santo Tomás.

En este cruce de caminos, viene a la mente el aviso de San Pablo acerca de los que «cerrarán sus oídos a la verdad y se volverán a los mitos», (12) y la de San Pío X, quien, en su encíclica Pascendi de 1907, relacionó la afinidad de los modernistas por las novedades filosóficas y teológicas con su odio a la escolástica, y señaló que «no hay señal más segura de que un hombre está en camino hacia el modernismo que cuando empieza a mostrar su aversión por este sistema». (13)

Wojtyla sabía que no debía atacar directamente al tomismo, pero sí intentó eludirlo.

Estas observaciones y críticas a Wojtyla y a sus primeros escritos son validadas, aunque indirectamente, incluso por los promotores de sus obras.

El P. Richard N. Hogan, discípulo de Juan Pablo II, aunque reconoce la contribución de las tradiciones tomista y agustiniana que parten de la existencia de Dios y son «objetivas, deductivas y basadas en principios«, sin embargo cree que nuestra «cultura moderna» exige que, ahora, las verdades de la fe deben ser reveladas por nuevos caminos que son «principalmente subjetivos, inductivos y experienciales«. (énfasis añadido) (14) Hogan destaca la contribución de Wojtyla en este sentido:La dificultad, sin embargo, estriba en tomar las "joyas" de la fe... y presentarlas de un modo nuevo a través de un nuevo sistema filosófico, sin cambiar el contenido de estas "joyas". Necesitamos otro genio, otro San Agustín, otro Santo Tomás, que haga por nuestra era lo que cada uno de estos santos hizo por la suya. Juan Pablo II es otro Santo Tomás, otro San Agustín.

Wojtyla vio que la fenomenología proporcionaba una manera de volver a vincular las normas éticas a la realidad.... A pesar de las críticas que Wojtyla hizo a la obra de Scheler, vio que el uso que éste hacía de la fenomenología proporcionaba una poderosa herramienta para el estudio de la ética cristiana. Si las normas cristianas enseñadas por la Revelación pudieran entenderse como normas interiores, es decir, si estas normas pudieran percatarse a través de la experiencia, dejarían de tener el carácter de leyes externas impuestas desde fuera (el énfasis es nuestro). Además, se podría hablar de estos valores de una manera subjetiva, adecuada al mundo moderno. (15)

Como informó Zenit News, el 22 de marzo de 2003, unos cuarenta y tres años después de escribir Amor y responsabilidad, Juan Pablo II elogió tanto a Husserl como a Scheler en una recepción en el Vaticano para los delegados del Instituto Mundial de Fenomenología, con sede en Estados Unidos. El Papa dio gracias a Dios por haberle permitido participar en la «fascinante empresa» que supuso la investigación y el desarrollo de las obras de Scheler, desde sus años de estudio y enseñanza e incluso más tarde, «en las sucesivas etapas» de su vida y de su ministerio pastoral.

Al perfilar la fenomenología como «sobre todo, un estilo de pensamiento, una relación intelectual con la realidad, cuyos rasgos esenciales y constitutivos se espera captar, evitando prejuicios y esquematismos«, el Papa terminó su discurso describiendo la fenomenología como «una actitud de caridad intelectual hacia el hombre y el mundo y, para el creyente, hacia Dios, el principio y fin de todas las cosas» (el énfasis es nuestro). (16)

¿Fue muy leído en Estados Unidos Amor y responsabilidad cuando se publicó en inglés en 1981?

Al aparecer más de veinte años después de la edición polaca, el libro probablemente pasó desapercibido para la mayoría de los laicos católicos, aunque es posible que gozara de cierta popularidad en ciertos círculos académicos católicos y entre clérigos, religiosos y seminaristas.

¿Cuándo se leyó Ud. Amor y responsabilidad?

Lo leí por primera vez en el año 1981, poco después de que se tradujera al inglés. La nueva edición incluía algunos elementos adicionales que no estaban presentes en el texto original de Lublin de 1960, como una nueva introducción de Karol Wojtyla, ahora sentado en la Cátedra de San Pedro como Juan Pablo II; algunas referencias a la encíclica Humanae Vitae publicada por el Papa Pablo VI el 25 de julio de 1968; un estudio adicional sobre sexología y ética sexual; y unas «notas» en las que el Papa remite a sus obras anteriores, especialmente Persona y acto.

El libro fue un «regalo» de un amigo de muchos años, un sacerdote tradicionalista, que se sintió tan angustiado después de leerlo que lo tiró a la papelera, pero, pensándoselo mejor, lo sacó y me lo envió. Al igual que a él, a mí también me inquietaron muchos aspectos del libro.

Brevemente, ¿qué aspectos concretos de Amor y responsabilidad le inquietaron?

Pues, incluso para un profano, estaba claro desde el principio que el autor de Amor y Responsabilidad se había adentrado en aguas filosóficas muy extrañas y peligrosas.

En su introducción original, escrita en 1960, Wojtyla afirma que su obra «no es una exposición de doctrina». (17) Más bien, refleja en toda ella «un carácter personalista». (18) Atribuye el origen del libro a la «incesante confrontación de la doctrina con la vida», es decir, con la experiencia vivida por las personas, por él mismo y por los demás. (19) «La moral sexual pertenece al ámbito de la persona. … El nivel personal es el único plano adecuado para todo debate sobre cuestiones de moral sexual», explica Wojtyla. (20)

También afirma que su libro «nació principalmente de la necesidad de establecer las normas de la moral sexual católica sobre una base firme, una base lo más definitiva posible, apoyándose en las verdades morales más elementales e incontrovertibles y en los valores o bienes más fundamentales», en particular, el bien de la persona en el contexto del «amor y la responsabilidad» (el énfasis es nuestro). (21) Lo que implica esta afirmación es patente: la Iglesia tuvo que esperar casi 2000 años para que Wojtyla pusiera «la moral sexual católica sobre una base firme», como si para tal tarea la Ley Natural, las Escrituras, el Magisterio de la Iglesia y la Tradición hubieran demostrado ser inadecuados.

En su nueva introducción a la traducción inglesa de Amor y responsabilidad, escrita después de que fuera nombrado papa, Juan Pablo II reafirma la primacía de la «experiencia» en el ámbito de la moral sexual.

La intención del libro es ofrecer una oportunidad de ‘confrontación’ continua e ininterrumpida; una oportunidad de ‘poner a prueba la experiencia con la experiencia'», explica el Papa. (22) Punto seguido, amplía su tesis sobre el valor de la experiencia:“ Esta obra está abierta a todo vestigio de experiencia, venga de donde venga, y es al mismo tiempo un llamamiento permanente a todos para que dejen que la experiencia, su propia experiencia, se haga oír, en toda su extensión, en toda su amplitud, y en toda su profundidad. ... Si los omitimos [es decir, los contenidos de la experiencia], estaremos restando valor y empobreciendo la experiencia, y privándola así de su validez, siendo, como es, la única fuente de información y la base de todo conocimiento fiable sobre cualquier tema. Amor y responsabilidad, con esta suerte de metodología, no teme ni debe temer nada que pueda ser legitimado por la experiencia. La experiencia no tiene por qué temer a la experiencia. La verdad sólo puede salir ganando de tal confrontación". (23)

¿Puede citar un ejemplo concreto de Amor y responsabilidad que ilustre cómo las desventuras filosóficas de Wojtyla afectaron a su capacidad de comunicar las verdades objetivas que sustentan las enseñanzas perennes de la Iglesia sobre la moral sexual?

Uno de los ejemplos más extraños se encuentra en el capítulo V, «Sexología y ética», que, como se ha señalado anteriormente, fue escrito en una fecha posterior por Wojtyla como un suplemento a los cuatro capítulos anteriores. (24) Contiene la única referencia al aborto en el libro.

En una sección titulada “El problema del control de la natalidad”, Wojtyla introduce la cuestión del aborto provocado, al que se refiere eufemísticamente como «el acto de interrumpir artificialmente el embarazo». (25)

Wojtyla afirma que moralmente, “‘la interrupción del embarazo’ es una ofensa muy grave”, pero en su escrito tan sólo se centra en la experiencia de la persona que aborta, no en el niño que es asesinado:“Es [el aborto], de hecho, una interrupción artificial del ritmo biológico natural con consecuencias muy profundas. No hay analogía para el enorme sentimiento de resentimiento que deja en la mente de una mujer. No puede olvidar el hecho del aborto y tampoco librarse del resentimiento que alberga contra el hombre que le llevó a ello. Aparte de sus efectos físicos, el aborto artificial provoca una neurosis de ansiedad con sentimientos de culpa hasta la médula, y a veces incluso una profunda reacción psicótica. En este contexto, podemos destacar la importancia de las declaraciones de las mujeres que sufren depresión durante el climaterio y que, a veces, una década después del suceso, recuerdan el embarazo interrumpido con pesar y sienten una culpa tardía por ello. ...(26)

Ahora bien, la realidad objetiva es que el aborto provocado es el asesinato deliberado de un niño no nacido con la cooperación al menos tácita de su madre. Es el asesinato más vil, porque no sólo se priva al niño no nacido de su vida física, sino también de su vida espiritual, ya que se le priva del Sacramento del Bautismo, la llave de la puerta del cielo.

Sin embargo, en ningún lugar hace mención Wojtyla del niño no nacido cuando habla del aborto. Además, si bien es cierto que matar al propio hijo es un crimen antinatural que provoca una grave «neurosis» y «psicosis» -así como la virtud es su propia premio, el pecado es su propio castigo-, habría sido más apropiado, que Wojtyla, como pastor de almas, recordara a sus lectores del peligro de la muerte eterna si la mujer y sus cómplices no se arrepintieran y son absueltos de su grave pecado.

Luego, como para echar sal en la herida (y más desde una perspectiva provida), Wojtyla concluye su declaración anterior con la observación de que «no hay motivos para discutir el aborto en relación con el control de la natalidad. Hacerlo sería bastante impropio (el subrayado es nuestro)».

Una vez más, la realidad objetiva es que el aborto inducido es la íntima servidora de la anticoncepción y la esterilización. Ambos se estimulan mutuamente y compiten entre sí. Parafraseando a Planned Parenthood, el aborto siempre es necesario como respaldo a la anticoncepción defectuosa u omitida.

Wojtyla cometió un grave error cuando negó la conexión inherente entre el aborto y el control de la natalidad. [En la segunda parte de esta serie volveremos a examinar este punto concreto en relación con la Comisión de Cracovia].

En los dieciocho años que transcurrieron entre la publicación de Amor y responsabilidad y la finalización de TDC, ¿qué acontecimientos influenciaron el punto de vista de Wojtyla acerca del sexo y el matrimonio?

Se me ocurren al menos tres:La participación de Wojtyla en el Concilio Vaticano II, especialmente su influencia en Gaudium et Spes;
La creación por Wojtyla, en 1966, de un grupo especial de investigación, conocido como la «Comisión de Cracovia», con el fin de volver a examinar las enseñanzas de la Iglesia sobre el amor conyugal;
La contribución del cardenal Wojtyla a la encíclica Humanae Vitae, publicada por el Papa Pablo VI el 25 de julio de 1968.

¿Desempeñó Wojtyla un papel importante en el Concilio Vaticano II?

Al principio no, pero su influencia creció lentamente durante la segunda mitad del Concilio, tras su nombramiento como arzobispo de Cracovia el 13 de enero de 1964. Hay que recordar que Wojtyla no recibió el birrete rojo de manos del Papa Pablo hasta el 26 de junio de 1967, mucho después de la clausura del Concilio. (28)

Del 31 de enero al 6 de abril de 1965, Wojtyla participó en la redacción del Esquema XIII, Gaudium et Spes, la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, pero no fue uno de los principales artífices del documento, tal como se llegó a decir. (29)

Sin embargo, su influencia, así como la de los padres conciliares que compartían algunas de sus ideas revolucionarias sobre el matrimonio, como el Cardenal Leo Jozef Suenens de Malines-Bruselas y el Cardenal Paul-Émile Léger de Montreal, puede verse en Gaudium et Spes, Parte I, Capítulo 1 «La dignidad de la persona humana», y Parte II, Capítulo I «Fomentar la nobleza del matrimonio y de la familia», con sus connotaciones fuertemente «personalistas»; en la descripción del amor conyugal como «una forma primaria de comunión interpersonal»; y en la ausencia clamorosa de los términos “primario” y “secundario” en lo que se refiere a los fines del matrimonio en el texto del decreto. (30)

Llegados a este punto, puede ser útil recordar que en la apertura de la segunda sesión del Concilio, el 6 de octubre de 1963, ya se hablaba entre los padres conciliares de que se acercaba un cambio de paradigma sobre el matrimonio y sus fines.

Este rumor se alimentó aún más cuando el Papa Juan XXIII, en marzo de 1964, sólo unos meses antes de su muerte, con la aprobación del Cardenal Giovanni Battista Montini, su heredero, encargó la creación de una Comisión Pontificia especial para estudiar los recientes avances de la anticoncepción hormonal y para reexaminar la oposición de la Iglesia a la anticoncepción a la luz de las nuevas tendencias demográficas. (31)

El Papa Pablo VI eliminó el tema del «control de la natalidad» del orden del día del Concilio, ¿verdad?

Sí. El 23 de junio de 1964, un año después de la muerte del Papa Juan XXIII, el Papa Pablo anunció la reformulación y reorganización de la Comisión Pontificia para el Estudio de los Problemas de la Familia, la Población y la Natalidad que, en efecto, eliminó las bombas de relojería que eran el «control de la natalidad» y el «control de la población» de los puntos a deliberar por los Padres del Concilio.

Cuando Pablo VI promulgó Gaudium et Spes el 7 de diciembre de 1965, incluía la famosa nota 14 a pie de página en la que el Papa Pablo VI afirmaba: “Por orden del Sumo Pontífice, se han confiado a una comisión algunas cuestiones que requieren una investigación más profunda y cuidadosa para que lleve a cabo un estudio sobre la población, la familia y los nacimientos, a fin de que, una vez terminado, el Sumo Pontífice pueda emitir un juicio. Con la actual doctrina del Magisterio sobre estos asuntos, este santo sínodo no pretende proponer soluciones concretas en este momento”. (32)

¿Seleccionó el Papa Pablo al arzobispo Wojtyla para formar parte de la Comisión Pontificia para el control de la natalidad?

El Papa Pablo nombró a Wojtyla para que se uniera a las deliberaciones de la Comisión durante su quinta, última y más importante, reunión en junio de 1966, pero Wojtyla decidió no asistir, bien por las delicadas complicaciones políticas que atañían al Cardenal Primado Stefan Wysznski y al régimen comunista, bien porque ya había desarrollado una vía de comunicación más directa y eficaz con el Papa.

Randy Engel

Notas a la Parte I

Esta paráfrasis del autor es un juego de palabras de una serie de nueve partes de Si Si No No (Sociedad San Pío X) titulada «Creen que han ganado» de autor anónimo, «Hirpinus» y traducida de Courrier de Rome. Está disponible en http://www.sspxasia.com/Documents/SiSiNoNo/1993_August/They_Think_Theyve_Won.htm. Para un incomparable TAC de la mente modernista de Maurice Blondel y el P. Henri de Lubac, véase la encíclica de San Pío X, Pascendi Dominici Gregis (1907).

Nacido el 18 de mayo de 1920 en Wadowice (Cracovia), Polonia, Wojtyla perdió a su madre y a su hermano Edmund antes de alcanzar la mayoría de edad. Poco antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, se matriculó en la Universidad Jagellónica de Cracovia, donde estudió filosofía, literatura y humanidades, escribió poesía y se unió al Grupo de teatro rapsódico de vanguardia «Studio38». Con la guerra llegó la ocupación nazi y luego el dominio soviético. En octubre de 1942, fue aceptado como candidato a las órdenes sagradas en el seminario clandestino organizado en Cracovia bajo el arzobispo Adam Sapieha. Fue ordenado sacerdote el 1 de noviembre de 1946. Dos semanas más tarde, tras obtener el permiso de Stalin para abandonar Polonia, partió a Roma para estudiar en el Angelicum. Dos años más tarde regresó a Cracovia, y en 1954 obtuvo el título de profesor de grado y postgrado en la Universidad Católica de Lubin (KUL). Incluso después de su nombramiento como obispo auxiliar de Cracovia en 1958, la afición de Wojtyla por la novedad filosófica siguió floreciendo, como lo demuestra su sensacional ciclo de conferencias sobre el sexo, la sexología y la ética sexual en Lubin entre 1958 y 1959.

Giovanni Paolo II, Uomo e donna lo creò: Catechesi sull’amore umano. Roma: Città Nuova y Libreria Editrice Vaticana, 1985. Como señala Michael Waldstein, el original polaco tiene el mismo título, pero no el subtítulo.

Juan Pablo II, Man and Woman He Created Them: A Theology of the Body, traducido por Michael Waldstein, Pauline Books & Media, Boston, 2006.

El Papa Benedicto XVI, «Authentic and the Authentic Theology of the Body», traducido por Michael Waldstein, Pauline Books & Media, Boston, 2006. Benedicto XVI, «El amor auténtico se transforma en luz», (Zenit News) enhttp://www.zenit.org/article-15995?l=english

John F. Crosby, «The Mystery of ‘Fair Love'» en http://www.catholic.net/rcc/Periodicals/Igpress/cwr4-99/essay.html.

Juan Pablo II, Crossing the Threshold of Hope, editado por Vittorio Messori; traducido del italiano por Jenny McPhee y Martha McPhee, Alfred A. Knopf, Nueva York, 1994, p. 123.

Karol Wojtyla (Papa Juan Pablo II), Amor y responsabilidad, traducción inglesa, Farrar, Strausand Giroux, Inc., Nueva York, 1981.

Para una breve descripción del estudio (incompleto) de Karol Wojtyla de 1969 Osoba y Czyn (Persona y Acto), que ha sido retitulado The Acting Person: A Contribution to Phenomenological Anthropology (Analecta Husserliana), véase http://www.amazon.com/Acting-Person-Contribution-Phenomenological-Anthropology/dp/9027709858/ref=sr_1_1?ie=UTF8&s=books&qid=1202238403&sr=8-1

Para más información sobre Person and Act, véase «Wojtyla’s Walk Among the Philosophers», de George Weigel, en http://www.eppc.org/publications/pubID.2779/pub_detail.asp.

En septiembre de 1951, el arzobispo Eugeniusz Baziak, administrador apostólico de Cracovia, concedió al joven Wojtyla un permiso para realizar los exámenes de acceso a la universidad. Del 1 al 3 de diciembre de 1953, Wojtyla completó esa tarea presentando su tesis sobre el sistema ético de Max Scheler. En 1960, el mismo año en que se publicó Amor y responsabilidad, la Academia de Ciencias de la Universidad Católica de Lublin publicó la tesis del obispo auxiliar Wojtyla, «Evaluación de la posibilidad de construir una ética cristiana basada en el sistema de Max Scheler». Véase «Biografía (Pre-Pontificado) de Su Santidad Juan Pablo II», disponible en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 13 de febrero de 2001.
11. Gaudium et Spes [Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual] promulgada por el Papa Pablo VI, 7 de diciembre de 1965. Disponible en http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vatii_cons_19651207_gaudium-et-spes_en.html.

«Porque se acerca el tiempo en que los hombres no soportarán la sana doctrina, sino que, teniendo deseos de oír, se amontonarán maestros a su medida, y, dejando de escuchar la verdad, se desviarán hacia los mitos» (II Tim 4, 3-4).
Papa Pío X, Pascendi Dominici Gregis, 8 de septiembre de 1907, «El modernista como reformador» (38).
Ibid.

«La fenomenología representa una ‘caridad intelectual’, dice Juan Pablo II», Zenit News, Vatican City, 24 de marzo de 2003.

Wojtyla, Amor y responsabilidad, 1981, p.15.

Ibid, p.18.
Ibídem, p. 15.
Ibídem, p. 18.
Ibídem, p. 16.
Ibídem, p. 10.
Ibid., Véase también «En la raíz de la filosofía de Karol Wojtyla», Zenit News, 19 de febrero de 2006, que contiene lo más destacado del congreso de tres días celebrado en Madrid sobre «La filosofía personalista de Karol Wojtyla». Según Jaroslaw Merecki, «la experiencia, primera fuente de la filosofía del hombre, y el encuentro con la fenomenología son las fuentes de la filosofía de Karol Wojtyla».
Todo el capítulo 5, «Sexología y ética», empezando por el uso poco riguroso que hace Wojtyla de términos como «sexología» y «control de la natalidad», y después por su lenguaje sexual explícito, es muy problemático, no sólo el ejemplo del aborto que se cita.

Ibídem, p. 284.
Ibídem, 284-285.
Ibid. 285.

Tras la muerte del cardenal Adamo Stefano Sapieha, el 21 de julio de 1951, Eugeniusz Baziak, arzobispo de Lviv (Ucrania), fue nombrado administrador apostólico de Cracovia, cargo que ocupó hasta su muerte, el 15 de junio de 1962. El 16 de julio de 1962, Wojtyla fue nombrado Vicario Capitular, y en diciembre del año siguiente fue designado Obispo Metropolitano de Cracovia.

El P. Ralph M. Wiltgen no menciona el nombre de Wojtyla en su obra clásica The Rhine Flows dInto The Tiber, Tan Books, Rockford, Il., 1985.

Véanse las notas a pie de página de Donald R. Campion, en The Documents of Vatican II (Walter M. Abbott,S.J., General Editor, American Press, 1966, pp. 249, 250, 252, 254 y 256), que coincide enérgicamente en esta apreciación sin mencionar a Wojtyla por su nombre.

Los seis miembros de la Comisión original se reunieron en octubre de 1963 en Lovaina. Los seis miembros de la Comisión original se reunieron en octubre de 1963 en Lovaina. Una Comisión ampliada, de tres niveles, creada por el Papa Pablo VI, se reunió en Roma en abril y junio de 1964, una vez en 1965, y celebró su última reunión en abril de 1966 con la presencia de 72 miembros
Gaudium et Spes, parte II, capítulo 1, nota a pie de página nº 14.

Tomado de “Catholic Family News

miércoles, 2 de septiembre de 2020

¿Qué está mal en el Personalismo y en la ‘Teología del Cuerpo’?



Una entrevista a Don Pietro Leone, por el Hermano André Marie, M.I.C.M. Catholicism.Org
Me gustaría agradecer a New Catholic por publicar el análisis de Personalismo y Teología del Cuerpo. Mis agradecimientos van también al Hermano André Marie por su autorización, así como por brindar la ocasión de ofrecer a los lectores una síntesis más estructurada de los dos sistemas. Hago llegar mi bendición sacerdotal a todos los lectores, deseándoles todas las gracias y la felicidad en el Señor.
Don Pietro Leone

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13 de mayo del 2020

Fue un gran agrado entrevistar al estimado sacerdote y teólogo Don Pietro Leone sobre el Personalismo y la “Teología del Cuerpo” (TDC). La entrevista se desarrolló vía e-mail y fue gentilmente facilitada por la editorial en inglés Loreto Publications.

Me interesé en entrevistar a Don Pietro leyendo su sensacional libro, The Family under Attack [La Familia Atacada], que él menciona en la entrevista.

Que tanto el Personalismo del Papa Juan Pablo II, como su TDC están completamente abiertos a la crítica y a la impugnación como construcciones filosóficas y teológicas no infalibles, es algo que está fuera de toda discusión.

Sin embargo, el hecho es que algunos pueden escandalizarse por tales críticas que, como señala Don Pietro, se formulan “únicamente a la luz de la Fe y de la Razón: a la luz de la Verdad, sobrenatural y natural”. La teología personal y hasta el “auténtico Magisterio” están, sin duda, sujetos a esa crítica; en tanto que la crítica se realice según la Tradición y la analogía de la Fe, estas obras per se no infalibles están tan abiertas a la crítica como el pensamiento de cualquier otro teólogo o filósofo. Aquellos que se sientan confundidos, están invitados a leer Amoris Lætitia y el ‘Magisterio Auténtico’. *

Aparte de su libro, al que ya me he referido, mi Reverendo interlocutor menciona también en sus réplicas un ensayo en cinco partes, publicado por Rorate Cæli. Ver más abajo, los links a las siguientes partes:

1. SEXUALIDAD A LOS OJOS DE LA IGLESIA Y DEL MUNDO: https://rorate-caeli.blogspot.com/2017/03/the-church-and-asmodeus-part-1.html

2. RECIENTE DOCTRINA MARITAL DE LA IGLESIA, HASTA EL PAPA FRANCISCO: 1. ‘AMOR’: https://rorate-caeli.blogspot.com/2017/03/the-church-and-asmodeus-part-2.html

3. RECIENTE DOCTRINA MARITAL DE LA IGLESIA, HASTA EL PAPA FRANCISCO: 2. PECADO MORTAL Y SAGRADA COMUNIÓN: https://rorate-caeli.blogspot.com/2017/03/the-church-and-asmodeus-part-3-and.html


5. CONCLUSIÓN

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¿Qué está mal en el Personalismo y en la ‘Teología del Cuerpo’? Una entrevista a Don Pietro Leone, por el Hermano André Marie, M.I.C.M.

- En su libro, usted escribe con pesar del “personalismo”. Al parecer hay numerosos personalismos– como  sistemas diferentes, pero relacionados- en la filosofía moderna. ¿Cómo definiría al personalismo que usted critica? ¿Cuáles son sus características más destacadas?

El término ‘personalismo’ es usado en las teorías éticas que acuerdan preeminencia a la persona en un cierto campo. Podemos distinguir dos tipos principales de personalismo: uno político y uno personal. El primero es la teoría de que el bien personal adquiere prioridad sobre el bien común; el otro es una teoría que podemos expresar con las palabras del Papa Juan Pablo II en su libro ‘Amor y Responsabilidad’ como la teoría de que un ser humano es ‘una persona y no una cosa’, un bien que sólo con amor puede ser adecuadamente tratado.

Este segundo tipo de personalismo, que es el que estaremos considerando, ha sido sostenido por diferentes filósofos modernos tales como Max Scheler, Emmanuel Mounier, Dietrich von Hildebrand y, por supuesto, por el Papa Juan Pablo II. Podemos aproximarnos al personalismo del entonces Papa, por vía de Max Scheler, por quien estuvo muy influido.

El Personalismo de Max Scheler

Además de las tesis éticas previamente mencionadas, hay otras cuatro características centrales del personalismo de Scheler que será bueno señalar:

- El amor es el principio formal del personalismo, que determina a éste como un sistema ético. En síntesis, se trata de una ética del amor.

- El amor en cuestión es amor como experiencia: en efecto, es el amor de los sentidos. Esto significa que su ética es fenomenológica: concierne a la experiencia, cómo son experimentadas las cosas, cómo aparecen.

- El amor, según él, también desempeña un rol epistemológico, revelando la esencia y el ‘valor’ de una persona.

- Finalmente, el amor desempeña un rol adicional, el metafísico, determinando a la persona en cuanto tal.

En síntesis, podemos entender su personalismo en los términos más generales como una ética del amor; es decir, del amor de los sentidos, que tiene, a la vez, un aspecto epistemológico, al revelar el valor de la persona, así como un aspecto activo, al determinar el yo.

Procedemos a criticar estas cuatro características de su personalismo, una a una.

El amor es el principio formal de su filosofía y, en cuanto tal, es su punto de partida: la filosofía de Scheler procede del sujeto, es decir, de la experiencia del amor, que supuestamente revela verdades acerca de las personas. Aquí, el personalismo traiciona su descendencia del padre de la moderna filosofía subjetivista, o sea, Descartes. La filosofía de este último también procede del sujeto, para ser precisos, del sujeto en su acto de pensar, del cogito: ‘Pienso, luego soy’.

El problema con el subjetivismo es que ignora o menosprecia la realidad objetiva, que es el ‘Ser’, como se le conoce técnicamente. La filosofía del Ser, en contraste, procede, pues es su punto de partida, del Ser.

El amor de los sentidos

Al identificar al amor con el amor experiencial, ignora el otro tipo principal de amor que, esencialmente, no es experiencial en absoluto; es decir, el amor como virtud (por ejemplo, el amor de la voluntad que se orienta al Bien objetivo). Y, sin embargo, es esta última forma de amor, con la cual toda seria ética del amor se preocupa: es esta forma de amor la que, cuando es elevada por la gracia para hacerse el amor sobrenatural de la Caridad, es el amor que Dios nos ordena y que es el único que será juzgado en el último día.

El amor en su aspecto epistemológico

Toma el amor de los sentidos como un principio epistemológico; en otras palabras, como una guía para conocer a la persona. Y, sin embargo, tal amor no es una guía apropiada para el conocimiento, pues El amor experiencial es difuso, en el sentido de que no revela con claridad su objeto– ese ‘valor’ de que nos habla Scheler. De hecho, no revela su naturaleza, ni su fuente: ¿la fuente de este valor o bondad que yo veo en la otra persona, reside en ella o, de hecho, sólo en mí mismo y en que sólo estoy ‘proyectando’ en ella, algo mío?

La facultad humana de conocer no es el amor de los sentidos, ni el de la voluntad, sino más bien el intelecto. Proclamar que el amor revela la naturaleza de una persona es, de hecho, dar al amor prioridad sobre el conocimiento. Pero lo contrario es, de hecho, cierto: debo conocer algo o a alguien, antes de amarle.

El amor, en su aspecto activo

Sostiene que la persona se determina a sí misma, como una persona, mediante el amor. Percibe a la persona, no como una sustancia, sino como un principio activo; no como un ser, sino como devenir. Pero esta teoría es contraria a la realidad, al prescindir de la sustancia y del Ser.

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El primer problema que criticamos en el personalismo de Scheler fue su subjetivismo. En la práctica, el subjetivismo es un problema esencial, sobreponiéndose a todos los demás. Los otros tres que hemos criticado son todos subjetivistas en sus fundamentos: es subjetivista preferir al amor como una experiencia al amor orientado al Bien objetivo, dar al amor prioridad por sobre el conocimiento, prescindir de la sustancia y del ser.

La Filosofía del Ser, en cambio, procede de la realidad objetiva, presenta una visión coherente y precisa de lo que es esa realidad y en este nuestro presente campo de interés, de lo que es la persona, su valor y lo que es el amor.

El Personalismo del Papa Juan Pablo II

El Papa está preocupado por dar al personalismo un fundamento en la fe y en Santo Tomás. A diferencia de Scheler, el Papa distingue entre el amor de los sentidos del ‘verdadero amor’ que somete nuestros sentidos al verdadero bien o valor de la otra persona percibido como un don de sí mismo. Se refiere aquí, por supuesto, al amor de la voluntad, la expresión definitiva que encuentra en el amor de Cristo, Quien se dio a Sí mismo, por nosotros, en la Cruz y nos anima a imitar este amor en el amor a nuestros hermanos. Además, acepta la definición tomista de persona como la ‘sustancia individual de naturaleza racional’.

Y, sin embargo, es innegable que el amor experiencial desempeña un rol importante en el personalismo del Papa, más notablemente en toda su visión del amor y unión marital. Sin duda, en el amor experiencial explícitamente se distancia del tomismo, declarando que Santo Tomás no habla de las ‘experiencias vividas por la persona’.

También debería decirse que el Papa típicamente no define en absoluto el amor en su larguísima encíclica Familiaris consortio, que se ocupa principalmente del amor. Sólo lo describe y eso, en términos de auto donación o, para ser más preciso, como la ‘auto donación total”. Cuando, en consecuencia, él habla de ‘amor’ en general y en el contexto del matrimonio en particular, es lógico concluir que típicamente entiende el amor en su sentido normal, vale decir, como amor experiencial, amor de los sentidos. No obstante, en cualquier caso, él entiende el amor, o sea, como lo entenderá el lector promedio, de manera que, en efecto, su doctrina del amor se remonta finalmente a una doctrina del amor experiencial.

Si el Papa no integra bien las doctrinas personalista y tomista en materia de amor, tampoco integra bien sus doctrinas sobre la persona. Frecuentemente habla del rol creativo del amor por la persona (tanto por uno mismo como por el otro), pero no explica qué quiere decir con este rol creativo: ¿es moral o metafísico? ¿Quiere decir, en otras palabras, que amando me hago persona, en el sentido moral, como una buena persona? ¿O quiere decir que, amando, me hago una persona, en el sentido metafísico, como una persona tout court [a secas]? No se nos da ninguna explicación.

Por consiguiente, se asume que entiende el concepto en su significado más obvio: el último, el sentido personalista, que ya hemos examinado previamente. Lo mismo es cierto para otros conceptos importantes para él, tales como el valor y la libertad. Éstos no están definidos y, por lo tanto, se asume que los entiende en su sentido más obvio: ‘valor’, entendido como el valor que atribuyo a las cosas; la ‘libertad’, como la libertad de hacer lo que quiero. Un sentido personalista, subjetivista, en ambos casos.

Vemos, en conclusión, que el Papa Juan Pablo II, aunque propenso a dar una base metafísica católica a su personalismo, en la práctica no lo consigue. La causa probablemente se encuentre en su visión personalista subyacente de la realidad.

En el análisis final, entonces, su personalismo difiere del de Scheler, como lo hemos delineado ya: aparte del postulado básico del personalismo (que un ser humano es una persona que debe ser tratada con amor y no una cosa); típicamente, el Papa

a) toma al amor como un punto de partida filosófico;
b) entiende el amor (al menos el marital) como un amor de los sentidos;
c) sostiene que el amor revela el valor de una persona y
d) sostiene que el amor hace de una persona, una persona.

En efecto, discrepa de Scheler esencialmente al sostener esta cuádruple posición, no explícita, sino implícitamente.

En la medida en que comparte el personalismo de Scheler, también cae víctima del error esencial de ese sistema que es el subjetivismo.

Este fue, sin duda, el error por el cual fue criticado por el maestro de su tesis doctoral, en Roma, probablemente el mayor teólogo tomista del siglo XX, el Padre Reginald Garrigou-Lagrange, OP.


- ¿Tiene el personalismo algún primer principio? Si es así, ¿cuál es? Consideraría como primer principio el ético mencionado más arriba: que el ser humano es una persona y no una cosa que debe ser tratado con amor. ¿Hay algo que el personalismo haga bien?

Claramente este primer principio es correcto, aunque es importante especificar de qué forma de amor estamos hablando. De hecho, la forma de amor relevante en este asunto es el último que mencioné antes, literalmente la virtud del amor, el amor de la voluntad: buscar el bien del otro, tener una actitud de buena voluntad hacia toda la especie humana.

- ¿Cómo contrastaría el personalismo con la antropología aristotélico-escolástica de Santo Tomás?

La antropología aristotélico-escolástica es parte de la Filosofía del Ser y, en cuanto tal, es de carácter objetivo. Percibe al hombre a la luz de su naturaleza, que es la naturaleza humana y de su fin último; del mismo modo, percibe su amor a la luz de esa misma naturaleza humana y a la luz del fin último del amor en cuestión. Por tanto, contrastaría esta antropología con la personalista diciendo que la anterior es objetiva y ésta, subjetiva.

- ¿También el personalismo tiene un contraste con la primitiva antropología platónico-patrística de los Padres? ¿y cómo?

A primera vista, el personalismo tiene más en común con esta temprana tradición que con la aristotélico-tomista, puesto que tanto para Platón como para San Agustín (el Padre de la Iglesia más influido por Platón), el amor y el corazón asumen una posición de gran prominencia. Recordamos la doctrina platónica del eros y la famosa frase de San Agustín: ‘Ama y haz lo que quieras’, Dilige et quod vis fac.

No obstante, cualquier similitud que pudiese haber entre el personalismo y su tradición están menos marcados que sus respectivas divergencias. Para Platón, así como para San Agustín, el amor está arraigado en la realidad objetiva. Para Platón, el amor (eros) es de dos tipos: el amor de los sentidos (el amor experiencial) y el amor a la Verdad. Su descripción, en el Simposio, del ascenso del alma hacia Dios, traza la transformación del amor inferior en el amor superior. En términos más generales, no está principalmente interesado en el sentir, sino en el querer (que es la razón por la cual el ascenso es también percibido como un proceso ascético) y en la Verdad (razón por la que llama el ascenso, una ‘dialéctica’). Para San Agustín, el corazón tiene su propia ley y lleva grabado, indeleblemente, sobre sí, las ‘Leyes del Bien’.

También vemos que tanto Platón como San Agustín se interesan, por sobre todo, en la transformación del amor terrenal en el amor a Dios: en el desapego de todo lo que es bueno y hermoso de este mundo, sean personas o cosas, para adherirse a la esencia inmutable y eterna de toda la bondad y belleza que es Dios. Con Platón, esta visión está relacionada con su primer principio metafísico de las ‘Ideas’, con San Agustín se relaciona con su profunda fe y santidad.
Por supuesto, el Papa Juan Pablo II, como católico, Papa y hombre de Dios, comparte esta visión, pero estamos hablando aquí de él como un personalista y el personalismo está preocupado, en primera instancia, de la ética interpersonal.
- El Papa Juan Pablo II y otros filósofos personalistas se vieron profundamente afectados por los totalitarismos rivales del siglo XX, principalmente el nazismo y el comunismo soviético. ¿Piensa usted que su filosofía personalista fue, de alguna manera, una sobrerreacción a la naturaleza brutalmente despersonalizadora de estas ideologías ateas y estatistas?

Esto es correcto con toda seguridad. El comunismo marxista, por supuesto, no ve al ser humano como persona, sino como un ‘individuo’ carente de valor en sí y los regímenes totalitarios en general ven al hombre como un objeto. El personalista Dietrich von Hildebrand estaba entre los más conspicuos opositores a Hitler y el Papa Juan Pablo II sufrió bajo el comunismo soviético. El trasfondo totalitario del siglo pasado era y es una invitación para que todos meditemos seriamente sobre el amor y la dignidad humana, como sin duda lo es el totalitarismo que estamos presenciando en la China de hoy y en la Unión Europea, conducida por los masones, con su visión del hombre como un objeto y su promoción de la impureza y la carnicería de los nonatos a escala masiva.

Sin embargo, no es necesario elaborar ninguna nueva teoría filosófica para entender tales cosas. La fe, junto con la teología, la patrística y la filosofía perenne, nos proporcionan la más profunda comprensión que hay del hombre, su dignidad y su amor.

- Respecto de la llamada Teología del Cuerpo (TDC), ¿fluye lógicamente del personalismo y cómo fluye?

Podríamos notar, en primer lugar, dónde se encuentran los escritos del Papa sobre el personalismo y la TDC. El primero puede ser encontrado particularmente en sus publicaciones previas a su elección al papado (por ejemplo, en ‘La Persona en Acción’ y en ‘Persona y Responsabilidad’) y esta última en sus discursos del Ángelus, de 1979 a 1984, aunque ambas doctrinas caracterizan generalmente su Magisterio auténtico, así como en el Nuevo Catecismo.

Teología del Cuerpo es el nombre dado al sistema de ética sexual del Papa. Su ética sexual debe ser vista como parte de su ética marital que, a su vez, es parte de su ética personal, que es el ‘personalismo’. Vemos entonces que la Teología del Cuerpo y la ética marital, en la que está situada, son sistemas personalistas de pensamiento.

Como los sistemas personalistas de pensamiento, la ética sexual y marital del papa tienen al amor como su principio formal. En otras palabras, el amor sexual es lo que determina su ética sexual y el amor marital es lo que determina su ética marital. En Familiaris Consortio (Nº 11), describe estas dos formas de amor, respectivamente, (junto con su relación de una con la otra) como: ‘una auto donación corporal completa, la señal y fruto de una auto donación personal completa’.

- ¿Qué características de la TDC están más en contraste con la tradición católica, filosófica y teológica?

Permítame presentar diez de esas características. Para más características y detalles, refiero al lector a mi libro ‘Family under Attack’ [La Familia Atacada] y el ensayo posterior ‘The Church and Asmodeus’ [La Iglesia y Asmodeo], en el sitio ‘Rorate Caeli’.

* La primera característica de la TDC (y del sistema marital al que pertenece), que contrasta con la Tradición Católica que hace del amor su principio formal: enseña que el amor determina la ética. La Tradición supone, por el contrario, que es la ética la que determina el amor. La realidad objetiva de la naturaleza y la sexualidad humanas, con sus finalidades como están expresadas en la Ley Natural determinan la forma cómo el hombre debería amar. Esto se expresa en términos escolásticos, diciendo que el conocimiento es lógicamente previo al amor: el conocimiento de la realidad objetiva, de la Verdad, nos indica qué amar y cómo amarlo.

* Un segundo rasgo de la TDC (y su ética marital) que contrasta con la Tradición es que trata característicamente al amor de los cónyuges en solitario, con exclusión del amor que existe entre padres e hijos.

* Otro problema es el del (los) fin(es) del matrimonio. Dado que la ética sexual y marital del Papa son una ética del amor, el amor entre los cónyuges se convierte en la única finalidad del matrimonio y la sexualidad. Sin embargo, esto excluye la finalidad para la cual el matrimonio y la sexualidad han sido orientados por el Creador, léase la procreación. En términos escolásticos, el finis operandi (la meta del que trabaja) desaloja o al menos oscurece el finis operis (el propósito de la obra). Para ser consecuente, el Papa describió el acto conyugal como esencialmente un acto del amor, ‘con la posibilidad… de la procreación’ (Persona y Comunidad, capítulo 19). De esta forma, la TDC entra en conflicto con la doctrina de la Iglesia respecto del orden de los fines del matrimonio. Esta enseñanza sostiene que el fin primero del matrimonio es la procreación (y educación) de los hijos y que el segundo es el amor entre los cónyuges. El Papa Pío XII definió la doctrina tradicional y condenó explícitamente la inversión de los fines del matrimonio, tanto en De Finibus Matrimonii, de 1944, como en el ‘Discurso a las Matronas’, de 1951. En la primera, rechaza la teoría de que ‘el mutuo amor y la unión de los esposos deberían ser desarrollados y perfeccionados por la auto entrega corporal y espiritual’, en el segundo, agrega que ‘tales ideas y actitudes contradicen clara, profunda y seriamente el pensamiento cristiano’. La visión condenada por el Papa Pío XII, así como tantas posturas heterodoxas, posteriormente fueron contrabandeadas en el Magisterio, de modo oblicuo, mediante el Concilio Vaticano II. Después entró en el Código de Derecho Canónico, en el Nuevo Catecismo y en varias encíclicas, encontrando su forma más burda, a la fecha, en Amoris Lætitia. Esta visión ha sido promovida y popularizada ampliamente por la TDC.
Si el amor entre los esposos es considerado el único fin del matrimonio y de la sexualidad y se ignora el fin procreativo, entonces ambos cónyuges deben ser puestos al mismo nivel, en pie de igualdad, en el matrimonio. Vemos que el Papa mantiene esta posición, por ejemplo, en Familiaris Consortio. Esto contradice la perenne doctrina de la Iglesia, de que el marido es la cabeza de su mujer y de la familia.

Otra característica de la TDC (y del sistema marital al que pertenece), que se opone a la tradición católica es el tipo de amor que es; es decir, el amor personalista de la ‘auto donación total’. La Tradición católica no ve el amor marital y sexual de ese modo. Por el contrario, ve al amor marital como un amor de la voluntad, más particularmente como un amor de amistad y de compañía, que implica la mutua asistencia al punto del sacrificio personal que característica pero no esencialmente abarca el amor sexual. La Tradición católica ve este último amor como un amor de los sentidos, desordenado por el Pecado Original, que, en consecuencia, debe ser moderado por, y en cuanto sea posible, el amor de la voluntad. Ambas formas de amor deben ser elevadas por los cristianos, con la ayuda de la gracia, al amor sobrenatural de la caridad. Hay dos razones por las que la tradición no puede considerar el amor marital o sexual como una total auto entrega, en el sentido propio del término. La primera es metafísica y reside en la incomunicabilidad de la persona humana: es imposible que la persona humana se dé a sí misma a otra; la segunda razón es moral y reside en el Mandamiento de amar a Dios en un sentido total, o sea, con todo el corazón, con toda el alma, etc., pero al prójimo sólo en un grado menor, vale decir, como a uno mismo.

Alguien podría, por supuesto, replicar (al menos en el caso del amor marital, en general) que los esposos deberían amarse entre sí con un amor totalmente sacrificado, según la sentencia de Nuestro Señor: ‘Amaos unos a otros, como Yo os he amado’, y que esto, por cierto, está en concordancia tanto con la Tradición, como con la teología del Papa. No obstante, no se puede decir que un amor tan completamente sacrificado encuentre su expresión en un acto radicalmente sensual como lo es el acto de la unión conyugal. La clase de acto que es ‘señal y fruto’ de un amor completamente sacrificado, de una vida de auto entrega total, debe ser algo del orden del martirio.

Hay otra razón por la cual la Tradición no puede considerar al amor sexual, en particular, como una total entrega de sí y esa es que el amor sexual implica no sólo dar, sino también tomar: tomar la posesión del otro y el recibir el placer- sin el cual el acto del amor sería indudablemente imposible.

El amor de la auto entrega total es inadecuado como principio formal de la ética sexual y marital, porque es muy amplio en su campo, permitiendo, por ejemplo, la anticoncepción, así como las relaciones entre parejas no casadas o del mismo sexo. El Papa entiende la totalidad del amor como excluyendo la anticoncepción, pero claramente no puede excluir todos los demás pecados de impureza, tales como la cohabitación extramarital. Para demostrar que todos los actos contrarios al Sexto Mandamiento están errados es necesario acudir a doctrinas tales como la de la finalidad procreativa del matrimonio, la del vínculo matrimonial y la del sacramento.

Una consecuencia particular de considerar el amor marital y sexual como una ‘total auto entrega’ es divinizarlos, en el sentido de elevarlos al nivel del amor del hombre por Dios. Porque el amor de ‘auto entrega total’ es el amor que Nuestro Señor nos manda practicar para con Él, como lo acabamos de recordar e indudablemente es posible tener sólo para con Él. Luego, aquí el Papa, lisa y llanamente, amalgama dos tipos de amor que, según la Tradición, son completamente diferentes: el amor de los sentidos y el amor divino (aquí, en el sentido del amor del hombre hacia Dios).

Un efecto de idealizar el amor marital y sexual de esta forma es que ya no pueden ser vistos coherentemente como imperfectos en ningún sentido. Esto puede explicar el por qué el Papa desprecia la concupiscencia inherente al amor sexual, el desorden heredado del Pecado Original, a veces hablando de la ‘Inocencia Original’, como un estado al cual es posible retornar.

Su idealización del amor sexual y marital también explica cómo el Papa (en Familiaris Consortio y en el Nuevo Catecismo, por ejemplo) es capaz de poner los estados de casado y de celibato en el mismo nivel, en oposición con la Tradición de la Iglesia (ver Concilio de Trento, sesión 24, canon 10). Porque la Iglesia siempre enseñó que el estado del celibato es el único estado que permite, tanto al varón como a la mujer, amar con una entrega total de sí mismo, pero si el matrimonio ofreciese la misma entrega amorosa total, entonces las dos formas de vida pasarían a ser equivalentes (al menos en este sentido).

Hay otras dos formas en las cuales el Papa diviniza el amor de los esposos y que está en presentar el amor sexual como una expresión (o sea, es una imagen) del amor de Dios por el hombre (que es el Cristo por Su Iglesia) y como una expresión (imagen) del amor de Dios por Sí Mismo, al interior de la Santísima Trinidad.

Este tipo de acto humano puramente natural es, sin embargo, muy diferente del amor sobrenatural de Dios por el hombre, así como de Su amor por Sí Mismo, que se dice ser una expresión (o imagen) de tal acto. Además, debería decirse que la divinización de tales actos es completamente ajena al pensamiento católico.

La generación física, aunque en el nivel puramente natural promueve el mayor bien humano, es decir, la conservación de la especie humana, en el nivel sobrenatural pasa por la muerte, tanto física como espiritual (si la descendencia no renace con el bautismo y no termina su vida en estado de gracia). Por esta causa, San Gregorio de Nisa describe la Virginidad Consagrada como un triunfo sobre la muerte.

La divinización de tales actos indudablemente pertenece, no a la Iglesia Católica, sino, por el contrario, a la tradición gnóstica, manifiesta de modo particular en la tradición y el simbolismo masónicos. El fundamento para su divinización no es nada más profundo o edificante que la visión masónica de que el hombre es divino, lo que implica que el acto del hombre, en su vida, también debe ser divino.

Concluyamos estos comentarios sobre la TDC con una palabra acerca de su naturalismo y subjetivismo inherentes, en el cual sus errores fundamentales, teológicos y filosóficos, descansan respectivamente:

Naturalismo:

Al identificar el amor de total auto entrega, un amor del orden natural, como el principio formal de la ética marital y sexual, el papa efectivamente excluye el orden sobrenatural y los dones de la fe.

En su presentación de la TDC, como TDC, el Papa ignora gran parte de la doctrina marital de la Iglesia, tanto filosófica como teológica, como ya vimos, en los siguientes casos:

la naturaleza del amor entre los esposos,
el hecho de que abarca no solamente el amor entre los cónyuges, sino también su amor por los hijos;
el hecho de que está llamado convertirse en el amor sobrenatural de la caridad;
el vínculo espiritual del matrimonio;
el sacramento del matrimonio;
los fines del éste, en su orden tradicional, que son la procreación, la mutua asistencia y el remedio de la concupiscencia y su fuente en el Pecado Original;
el rol del varón como cabeza de la esposa y de la familia.

Otra importante doctrina de la Iglesia, estrechamente relacionada a la ética marital y sexual, que es ignorada, es la de la dignidad sobrenatural del hombre derivada de su ejercicio de la caridad. Vemos al Papa insistiendo, por contraste, en la dignidad puramente natural del hombre, tanto aquí como de manera más general, en el Nuevo Catecismo.

El naturalismo es, además, evidente no solo en el desprecio del orden sobrenatural, sino también en el intento de naturalizar las doctrinas sobrenaturales, notabilísimamente la de la Santísima Trinidad. Es en el naturalismo, entonces, que situamos el error teológico fundamental de la TDC.

De hecho, podríamos preguntarnos si esta atribución de las verdades de la teología trinitaria a la ética interhumana (respecto de la auto entrega total de las Personas Divinas y su constitución de su Personalidad)- no fueron el punto de partida para el personalismo del Papa en cuanto tal. La total auto donación y su constitución de personalidad son, indudablemente, dos de los axiomas de su personalismo, como lo hemos señalado en nuestra respuesta a la primera pregunta de más arriba. Estos dos elementos se hicieron particularmente evidentes en la TDC.

Subjetivismo

El sistema ético marital y sexual del Papa, siendo personalista, procede del sujeto; el amor es su principio formal: el amor al bien en lugar del conocimiento de lo verdadero; de este modo, se aparta de la realidad objetiva, es decir, en concreto, de la tradición filosófica y teológica: de las doctrinas enumeradas en la sección precedente. Absorbe en sí misma la doctrina de la Santísima Trinidad, en un sentido naturalizante, revirtiendo, en consecuencia, los roles de sirvienta y de ama, propios de la filosofía y de la teología, respectivamente. Es esencialmente, un amor entre los esposos, más que un amor dirigido principalmente a los hijos; se caracteriza por la experiencia, también por la aprehensión del valor del otro y por la libertad los que, en ausencia de una definición, son entendidos en un sentido subjetivo. La TDC en particular, como una ética del amor sexual, se caracteriza por el placer; este amor ha sido divinizado. Todos los elementos enumerados en este párrafo son marcas propias del subjetivismo de la TDC, las cuales describiríamos como su error filosófico fundamental.

Mirando a la TDC en su contexto histórico, podríamos decir que apunta a trasponer elementos del amor del Mundo en un contexto católico para purificarlo; no obstante, el amor sigue siendo excesivamente mundano y de autoestima: algo que es esencialmente para los cónyuges un fin en sí mismo. Una actitud similar se ve en Humanæ Vitæ de Paulo VI, quien, mientras condena laudablemente la anticoncepción, habla explícitamente de una evaluación ‘personalista’ y ‘subjetiva’ del matrimonio, ofreciendo la “paternidad responsable’ como un nuevo ideal para las parejas como algo opuesto a la generosidad de los padres.

- ¿La TDC, como otras de las llamadas ‘teologías del caso genitivo’, no es propiamente una teología, en absoluto, porque no tiene a Dios como su finalidad? ¿Es demasiado antropocéntrica para incluso, ser considerada una ‘teología’?

El Papa usa el término ‘Teología del Cuerpo’, en primer lugar, porque entiende el cuerpo como una imagen de Dios. Aquí entra en conflicto con toda la Tradición Católica, que entiende al hombre como hecho a imagen y semejanza de Dios en vez de poseer un alma espiritual (ver, por ejemplo, la Summa de Santo Tomás I Q. 93). El cuerpo, por contraste, como todo lo creado, más bien debe ser visto como un vestigio de Dios, en su derivación del creador.

El Papa igualmente entiende la unión conyugal como una imagen de Dios. Por el contrario, Santo Tomás ve el gozo en la posesión de un bien compartido con una compañera (I Q. 39) (eminentemente verdadero acerca del amor marital) y la procreación misma (I Q. 93), solo como vestigios de la Santísima Trinidad.

Se puede concluir que la relación entre Dios y el cuerpo es demasiado remota como para justificar el término ‘Teología del Cuerpo’

- Muchos católicos declaran haber sido ayudados por la TDC, porque, por medio de ella, se apartaron de ciertos vicios o de erróneas visiones del mundo y comenzaron a llevar una vida católica. Algunos sostienen que la TDC les ayudó en su matrimonio. Estas personas, debería señalarse, estaban generalmente atrapadas en el vicio sexual y los errores asociados de la revolución sexual. ¿Qué diría a esa gente que está ofendida por su crítica a una cosa que ella considera útil?

No tengo la intención de ofender a nadie, ni de faltar a la piedad respecto del Santo Padre el Papa Juan Pablo II, un gran hombre, admirable en muchos sentidos. Gran parte de sus enseñanzas sobre el matrimonio y la sexualidad es simplemente una reiteración de la revelación católica y de la Ley Natural. Es tal enseñanza la que puede ayudar a la gente a superar verdaderamente los vicios, a vivir en castidad y a vivir virtuosamente el matrimonio católico.

En cuanto a que esta enseñanza va más allá o hasta contrasta con la Tradición Católica, he intentado criticarla solamente a la luz de la fe y la razón, sobrenatural y natural. Si la gente encuentra que una u otra de mis conclusiones es errónea, deberían dejarla a un lado, pero si está correcta, deberían aceptarla, porque Nuestro Señor vino para que conociésemos la Verdad, la Verdad que ‘nos hace libres’

- ¿Cómo respondería a la superficial acusación de que criticar a la TDC es ‘puritano’, ‘victoriano’ o ‘jansenista’?

Si la crítica a la TDC se hace a la luz de la fe católica, entonces es irrebatible. La Iglesia ya tiene un sistema de ética marital y sexual: vivido fielmente trae la felicidad y el gozo. Si alguien lo pone en duda, que intente vivirlo coherentemente. Es cierto que el personalista Dietrich von Hildebrand sostenía que la ética marital católica subestimaba el amor de los esposos, pero en el clima actual, lo que es más urgente e indudablemente lo más urgentemente requerido, desde mi punto de vista, es una comprensión de la realidad objetiva o el Ser: Dios y Su Voluntad como expresados en la creación y una vida que se conforme radicalmente a ellos.

- Si la TDC no es la cura a lo que aflige a los católicos que son atacados brutalmente por la actual cada vez peor revolución sexual, ¿cuál es esa cura?

La pureza y la castidad dentro del matrimonio, pero particularmente dentro la vida consagrada: un testigo, una luz que derramar en las tinieblas de un Mundo Caído.

Referencias:








Título original:

What’s Wrong with Personalism and ‘Theology of the Body’? An Interview with Don Pietro Leone by Brother André Marie, M.I.C.M


Traducción: Valinhos