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lunes, 23 de marzo de 2020

Como si la muerte no existiera (Bruno Moreno)


 
Desde el deísmo de los viejos enciclopedistas de la Ilustración, se puso de moda vivir etsi Deus non daretur, como si Dios no existiera o no fuera evidente. Cualquier niño que hubiera estudiado el catecismo podría haber predicho que las consecuencias no serían buenas. Dejando a un lado guillotinas y revoluciones, uno de los efectos más curiosos fue que, una vez que la gente se acostumbró a vivir como si Dios no existiera, sin darse cuenta terminó viviendo también etsi mors non daretur, como si la muerte no existiera.

En las sociedades antiguas, la muerte siempre estaba presente. El arte, el pensamiento, la religión y la vida cotidiana ofrecían un constante memento mori, a veces sombrío, en ocasiones macabro y, en el mejor de los casos, esperanzado, pero siempre presente. Desde hace algo menos de un siglo, sin embargo, la muerte prácticamente ha desaparecido de la vida social y del pensamiento. Al desaparecer Dios de la escena, dejó de haber respuesta para el gran enigma de la muerte y no hay nada que resulte más incómodo y embarazoso que un enigma sin respuesta. 

Si el enigma no tiene respuesta, la única solución es esquivar la pregunta. Así, se nos promete de diversas maneras que los avances de la técnica curarán tantas enfermedades, aliviarán tantos sufrimientos y retrasarán tanto la muerte que ya no tendremos que preocuparnos de todo eso durante muchos años. Promesa incumplida, por supuesto. 

En realidad, en lo que más ha tenido éxito la técnica es en esconder la muerte y el sufrimiento. La gente ya no muere en sus casas, sino en habitaciones aisladas de blancas paredes, de forma aséptica y donde no molesten mucho. Además, podemos imaginarnos que no sufren, porque si hace falta se les seda o se les eutanasia como si fueran animales. Finalmente, en vez de enterrarse, se incineran higiénicamente y sus cenizas se esparcen y olvidan, de modo que nadie tenga que sufrir molestos recuerdos de su propia mortalidad. Si Dios no existe, el hombre es dios, pero, para que el hombre sea dios, la muerte no puede existir o, al menos, no puede ser muy visible.

En ese mundo, la epidemia de coronavirus ha irrumpido con la fuerza de un elefante aficionado a las cacharrerías. No se trata simplemente del número total de muertos, que es grande, pero inferior en uno o dos órdenes de magnitud al de otras causas de muertes cotidianas, como el cáncer y las enfermedades cardiovasculares. La epidemia, sin embargo, ha sido inesperada, rápida y brutal, literalmente está amontonando los muertos en los hospitales y ha forzado a gran parte del mundo a encerrarse, contemplarla por televisión y hablar de ella. Ese es el problema: no se puede ignorar y exige nuestra atención.

Quizá al cabo de unos meses nos olvidemos del paso del coronavirus entre nosotros, como se han olvidado otras epidemias anteriores, pero al menos por ahora nos obliga a recordar la propia muerte y la muerte de los que están a nuestro alrededor. Las ilusiones se derrumban y, con temblor, sospechamos que quizá pueda ser que a lo mejor posiblemente algún día no muy lejano también nosotros nos muramos. Quizá, solo quizá, pero un quizá basta para echar por tierra todo el mundo que nos hemos construido sin Dios, en cumplimiento de la vieja tentación: seréis como dioses. Si nos morimos, es que no somos dioses. Paradójicamente, las máscaras que obliga a ponerse el coronavirus han tenido esta consecuencia: la máscara que llevábamos ha caído y nos encontramos frente a frente con nuestra propia mortalidad y finitud.

Algunos clérigos desorientados se preguntan si la epidemia del coronavirus es un castigo, una pregunta que habría asombrado a cualquier predicador de los primeros dieciocho siglos de la Iglesia, por lo menos. ¡Claro que es un castigo! Como enseña la doctrina cristiana más básica, todo el mal que sufrimos es consecuencia y castigo del pecado original y de los pecados posteriores. El Señor castiga a los que ama, como el padre a su hijo preferido. Por otra parte, llevamos décadas y décadas incumpliendo pública, legal y orgullosamente todos los preceptos de la ley divina. Cincuenta millones de abortos cada año (una cifra que desafía a la imaginación), el asesinato “médico” de ancianos, la conversión de la avaricia y la acumulación en las bases de nuestro sistema económico, la destrucción del matrimonio y la familia, el desprecio de las virtudes más básicas, la exaltación del vicio, la negación de la verdad más evidente cuando no coincide con extrañas modas e ideologías políticas, la apostasía masiva entre los cristianos y la tibieza entre los que aún no hemos apostatado… ¿De verdad creíamos que iba a salirnos gratis esta vida vivida como si Dios no existiese y como si el hombre fuera Dios?

La buena noticia, sin embargo, es que los castigos de Dios en esta vida siempre son saludables. Dios los permite y los inflige como medio de arrepentimiento y salvación. Si sufrís, es para vuestra corrección. Dios os trata como a hijos, porque ¿qué hijo hay a quien su padre no castigue? No sufrimos porque sí, sufrimos para nuestra corrección, para que nos volvamos a Dios de nuevo y elevemos la vista al cielo. La epidemia no es un sinsentido, una broma cruel del azar, sino parte de la providencia de Dios, que es más sabia que los hombres. La epidemia es una llamada a la conversión.

La respuesta de la Iglesia a todas las epidemias, guerras, calamidades y sufrimientos de la historia ha sido siempre la misma, porque no puede hacer más que repetir lo que dijo su Maestro: si no os arrepentís, pereceréis igualmente y no vuelvas a pecar, no sea que te ocurra algo peor. Son frases de Cristo, el Hijo de Dios que es la misericordia misma, pero también la verdad misma. Si los hombres están enfermos de un mal mucho peor que el coronavirus, pero no quieren reconocerlo, la misericordia consiste en decirles la verdad de su pecado, aunque se ofendan, giman, griten y pataleen.

Y cuando las palabras no se escuchan o ya no hay quien las pronuncie porque los mismos cristianos se han hecho adoradores del mundo, Dios nos manda acontecimientos terribles que nos obliguen a abrir el oído de una vez, para que al menos algunos se conviertan y sean perdonados. Yo reprendo y disciplino a todos los que amo; sé, pues, celoso y arrepiéntete.

Ese es el significado del coronavirus. Los antiguos sabían, igual que nosotros, que las enfermedades son fenómenos naturales. Ellos, sin embargo, recordaban algo que nosotros hemos olvidado: que la naturaleza está en manos de Dios y de su Providencia. El coronavirus, como todas las criaturas, cumple las órdenes de Dios y ha sido enviado para decirnos a todos: ¡convertíos, sed santos, volved a Dios!

Convirtámonos, no sea que también muramos como tantos están muriendo: solos, asqueados, sin sentido, sin Dios y sin esperanza. Convirtámonos, para que podamos elevar los ojos al cielo, más allá de la muerte y el sufrimiento. Convirtámonos y así recordaremos que hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados y que nuestro guardián no duerme, no duerme ni reposa el guardián de Israel. La muerte existe, pero nosotros sabemos que no hay que tenerle miedo, porque la muerte ya ha sido vencida. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?

Bruno Moreno

NOTICIAS VARIAS 23 de marzo de 2020


INFOCATÓLICA

La Casa general de las Hijas de San Camilo en Roma es puesta en cuarentena con decenas de religiosas infectadas de coronavirus 

IL SETTIMO CIELO

Coronavirus. La Iglesia también sufre el contagio de una retórica vacía

ASIA NEWS

Coronavirus: los contagiados en India podrían llegar hasta 300 millones

ADELANTE LA FE

¿Podría el coronavirus aumentar la asistencia a la Misa Tradicional? (Peter Kwasniewski)

INFOVATICANA

El cardenal Burke apuesta por la celebración de misas públicas a pesar del coronavirus

SPECOLA

Las entrevistas al Papa Francisco, inapropiado en tiempos de peste, Urbi et orbi desde el Vaticano vacío, el cura en el tejado.

THE WANDERER


Insensatez


GLORIA TV NEWS

Un obispo rompe el silencio: “Dios no está hablando, está gritando”

Selección por José Martí

Segundo contagio de Covid-19 en el Vaticano (Carlos Esteban)



Que sepamos, naturalmente, porque las fuentes de la Santa Sede no son exactamente transparentes. Pero parece que se ha producido un segundo caso de contagio en el diminuto Estado Vaticano, donde Su Santidad sigue recibiendo y estrechando manos.

Se trataría de un empleado del Gobernotato del Estado de la Ciudad del Vaticano, concretamente de la oficina tránsito de mercancías, la aduana ubicada dentro de la estructura del edificio ferroviario, actualmente cerrada al público pero con empleados que aún operan dentro. El empleado, que se presentó a trabajar hasta el 4 de marzo, dio positivo mientras estaba fuera del estado y está hospitalizado en el Hospital Spallanzani en Roma que se encuentra en territorio italiano donde las noticias no pueden ser encubiertas.

Estaba en Italia y se sometió a exámenes médicos. Por lo tanto, la parte interesada habrá presentado el certificado médico a los superiores y permanecerá en su hogar en cuarentena, informa nuestro Specola.

El Vaticano es potencialmente un polvorín vírico. Aunque la actividad se ha reducido considerablemente y las visitas turísticas han desaparecido por completo, vemos a Su Santidad reuniéndose con prelados y embajadores, sin que se vean guantes ni mascarillas. Y estamos hablando, por lo demás, de un ‘Estado’ de gran densidad de población con una población de absoluto riesgo, ya que la edad media de los monseñores es muy elevada.

Carlos Esteban

Evangelio según S. Juan 13, 5-9



“Después echó agua en una jofaina y comenzó a lavar los pies de sus discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido.”Jn. 13, 5

Entender que Dios nos ama desde su trono celestial es reconfortante. Es decir, tener el favor del Rey, siempre nos viene bien e incluso nos podemos sentir protegidos.

Comprender que Dios no sólo se hizo uno de nosotros, sino que quiso hacerse el más pequeño, eso ya nos suele costar un poco más. Ver en el lavatorio de los pies un amor verdadero de un amigo, y ver un amigo tal que está dispuesto incluso a limpiar la suciedad acumulada en la planta del pie, que hasta allí llega el detalle de su amor, eso ya no es tan fácil. En muchos casos, ni nosotros iríamos tan lejos para aquellos a los que se supone que amamos. Ni nos consideramos tan indignos de una tarea tan baja, ni consideramos que nuestros queridos son tan dignos de que nosotros les lavemos los pies.

Con lo que cuesta dejar que otro tenga la última palabra, o dejar que en un momento malo digan algo de más y no tenérselo en cuenta, o sufrir una injusticia, o no tener en cuenta un defecto de alguien con quien convivo… ¿lavarle los pies? Si me cuesta mirarle a los ojos… ¿cómo cogerle el pie, echarle agua, y secarlo con aquello que viste mi desnudez?

Y no es que esto tuviera algo de importancia para Jesús, sino que le pone a San Pedro entre la espada y la pared: O me dejas que te quiera como a un verdadero amigo, o no podrás tener parte conmigo. Tan solo si se admite que Jesús nos quiere como a verdaderos amigos suyos, podremos, entonces, entender el valor de su muerte en la Cruz. Si no creo que es capaz de lavarme los pies, ¿cómo comprenderé que es capaz de dar su vida por el amor que me tiene? Imposible. Y Jesús se lo deja ver con toda claridad. No es que sea importante, sino que ante SU humildad de lavarme los pies, me pide a mí la humildad de aceptar su cariño, su amor, su amistad verdadera. Es inequívoco el Señor con sus palabras a San Pedro.

Llegó a Simón Pedro, que le dice: “Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?” Jesús le respondió: “Lo que yo hago, tú ahora no lo entiendes, lo entenderás después”. Díjole Pedro: “No me lavaras los pies jamás”. Jesús le respondió: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo”.Jn. 13, 6-9

Suficiente por hoy.
misatradicionalmurcia

Francisco se hace tertuliano (capitán Ryder)





O, más propiamente, colaborador.

Ya casi forma parte del paisaje del programa de Jordi Évole.

Hay que reconocer que este Papa, incluso encerrado por la cuarentena, no deja de dar noticias, o como se dice hoy, «de crear contenidos». Otra cosa es la categoría del contenido.

Hace unos meses Francisco concedió una entrevista a este periodista, en principio, para hablar «de los migrantes».

Parece que este domingo vuelve al programa, vía skype, para hablar del coronavirus.

El periodista nos explicó ayer en TV las escasas dificultades que había tenido para conseguir esta segunda colaboración. Al parecer, la solicitó un día y al día siguiente recibió la confirmación.

Es bueno que en el Vaticano tenga claras las prioridades. Hace un par de años 4 Cardenales plantearon unas cuestiones que nos preocupan a muchos católicos y aún no han recibido respuesta. Dos ya han fallecido, los otros continúan esperando. Con ellos, algunos entre los que me cuento.

Volvamos a la relación Évole-Francisco que promete casi tan grandes momentos, no para la Iglesia, como la Scalfari-Francisco.

De esta segunda nos han llegado como perlas nunca suficientemente desmentidas:

– Que el Papa no cree en el infierno

o

– Que el Papa cree que Jesús no era verdadero Dios.

No está mal.

De la entrevista con Jordi Évole nos enteramos del concepto de honestidad que tiene Francisco.

En un vídeo desvelado después de la entrevista (no formaba parte de ésta), Jordi Évole le confiesa al Papa que esa entrevista es su último programa.

Francisco responde que lo importante es que haga lo que haga esto se realice con honestidad. Y remata, «nunca deje de ser honesto porque si yo te concedí la entrevista es porque te respeto, te lo dije». Es decir, de todos los periodistas que hay en España esta cualidad de Jordi Évole es la que llamó su atención, la de la honestidad.

Para cuando concedió esta entrevista Jordi Évole ya había dado muestras sobradas de «su honestidad».

Repasemos un par de episodios que pueden darnos una idea.

- El 19 de enero de 2015 escribía un artículo en El Periódico sobre el documental Ciutat Morta. En dicho artículo defendía al okupa Rodrigo Lanza, sobre el que había recaído una condena por lo sucedido en el desalojo de un inmueble en Barcelona. En dicho artículo Jordi Évole defendía totalmente al okupa poniendo en cuestión la versión policial. No fue el único «periodista honesto» que salió en su defensa. El crimen por el que había sido juzgado y condenado era dejar tetrapléjico a uno de los policías que participaron en el dispositivo, quien recibió una pedrada no teniendo casco protector. El citado policía era padre, creo, de 4 hijos.
 
- Por si había alguna duda sobre la catadura del okupa que mereció la defensa de este periodista «vaticano» diremos que dos años después asesinó por la espalda a Víctor Laínez. El crimen de Víctor Laínez, llevar unos tirantes con la bandera española.

- Otro episodio señalado fue la entrevista que realizó a Arnaldo Otegi, portavoz de la banda terrorista ETA, y condenado él mismo como secuestrador del empresario Luis Abaitua. El programa se destacó por el trato exquisito dispensado al terrorista y la foto posterior todos abrazados, miembros del programa, Évole incluido, con Otegi.

Cabe preguntarse a la luz de estos hechos:

¿Está Francisco tan informado como presume constantemente?

Si lo está en este caso, ¿conoce los hechos señalados en este artículo?

¿Hay alguien que le asesore sobre el periodista al que concede la entrevista?

¿Qué concepto se tiene en el Vaticano de la honestidad?

Si no es problema para la Iglesia que la amoralidad sea alabada por el mismo Pontífice públicamente ahora puede entenderse que la orquesta del Titanic continuase tocando mientras el barco se hundía. No otra cosa hacemos los católicos al guardar silencio sobre estos extremos.

Capitán Ryder

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Notas
 
- Hasta algunos Tradis empiezan a estar más que satisfechos con Francisco. En España, en concreto, Juan Manuel de Prada no cabe en sí de gozo, aunque esto formará parte de otra entrada.

-  ARTICULO DE JORDI EVOLE

http://www.guerrillerosglobales.com/politica/jordi-evoleciutat-morta-o-como-la-mierda-flota/

Según Jordi Evóle, Rodrigo Lanza fue “Juzgado por la estética”
Los autores del documental están agotados, pero satisfechos. Y no les debe faltar un puntito de rabia por todos aquellos, yo el primero, que hemos hablado tan tarde de los dramáticos, injustos y tristísimos hechos que narra. Ojalá hubiesen querido participar todos los implicados: los exalcaldes o los jefes y compañeros del policía que resultó gravemente herido, para contar con todos los puntos de vista. Pero no contestaron a la invitación.

Gracias Xavi y Xapo por mostrarnos otra versión de los hechos, la que se quiso silenciar, gracias por denunciar la tortura y por no estigmatizar a nadie por algo tan superficial como su estética.
https://okdiario.com/espana/evole-rufian-tambien-aplaudieron-asesino-rodrigo-lanza-admiracion-eterna-1601754

https://www.elespanol.com/opinion/tribunas/20171217/apoyo-rodrigo-lanza-periodistas-politicos-reflexiones/270092990_12.html

https://www.outono.net/elentir/2018/10/19/jordi-evole-que-trato-cordialmente-a-otegi-acribilla-a-insultos-al-partido-de-ortega-lara/

- Vídeo Francisco-Évole