BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



sábado, 12 de octubre de 2013

Acerca de la Iglesia Católica y su historia (2)


La Iglesia, fundada por Jesucristo, se mantiene aún viva después de dos mil años de todo tipo de vicisitudes. La evolución de la Iglesia no ha seguido siempre una línea recta. También en la historia de la Iglesia "Dios escribe recto con renglones torcidos". Una de las cosas más impresionantes de la historia de la Iglesia es el hecho de haber permanecido fiel a su esencia,  pues habiéndose dado grandes progresos, innegables, ha habido también innumerables deficiencias por parte de algunos de los miembros de la Iglesia Jerárquica.

Cristo sigue hoy viviendo en sus miembros. Y no sólo en sentido metafórico. No tenemos más que leer el Evangelio y el Nuevo Testamento: "Quien a vosotros oye, a Mí me oye; quien a vosotros desprecia, a Mí me desprecia; y quien me desprecia a Mí desprecia al que me ha enviado" (Lc 10, 16). Y en otro lugar: "En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a Mí me lo hicisteis" (Mt 25, 40). Y cuando San Pablo se acercaba a Damasco, con la idea de detener a todos los que creyeran en Jesucristo, de repente le envolvió un resplandor, "cayó al suelo y oyó una voz que le decía: 'Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Respondió: '¿Quién eres tú, Señor?'. 'Yo soy Jesús, a quien tú persigues' (Hech 9, 4-5).


Si queremos escuchar a Jesucristo (y así es como debemos proceder), el mejor modo de hacerlo es a través de sus palabras, contenidas en el Evangelio y en el Nuevo Testamento. No son palabras cualesquiera: "Las palabras que os he hablado son Espíritu y son Vida" (Jn 6,63), decía Jesús. Dice el apóstol Pablo que "la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que una espada de doble filo: entra hasta la división del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y descubre los sentimientos y pensamientos del corazón" (Heb 4,12), de modo parecido a lo que decía San Juan en el Apocalipsis, hablando de Jesucristo: "De su boca salía una espada afilada de dos filos" (Ap 1, 16).


Por otra parte, sabemos que Jesucristo es Dios, el único Dios verdadero"Yo y el Padre somos uno" (Jn 10,30) y que ha fundado su Iglesia"Yo te digo a tí que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mt 16, 18), poniendo a Pedro al frente"Apacienta mis ovejas" (Jn 21,17), una Iglesia a la que ama (¡y de qué manera!): "Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia y se entregó a Sí mismo por ella" (Ef 5,25), por la que se preocupa"Padre, guarda en tu Nombre a aquellos que me has dado, para que sean uno, como nosotros" (Jn 17, 11); "Padre, quiero que los que me diste estén también conmigo, donde Yo estoy... " (Jn 17,24). "... que el Amor con el que Tú me amaste esté en ellos y Yo en ellos" (Jn 17,26). El amor de Jesús a cada uno de sus miembros, que forman la Iglesia, es tal que podemos atribuirle a Él las palabras que, en el Cantar, el Esposo dirige a la esposa:

¡Levántate, ven, amada mía,
hermosa mía, vente!
Paloma mía,
en los huecos de las peñas,
en los escondites de los riscos,
muéstrame tu cara,
hazme escuchar tu voz:
porque tu voz es dulce,
y tu cara muy bella!  (CC, 2, 13-14)



Y esto no es algo del pasado. La Palabra de Dios siempre es actual. Hace referencia a los hombres de todos los lugares y de todas las épocas, tanto en lo relativo a sus problemas y dificultades como en la solución que les da. Ésta es la única Palabra que puede salvarnos, en este momento crítico de la Iglesia. Jesús sigue estando con nosotros; no nos ha dejado solos: "YO SOY el primero y el último, EL QUE VIVE; estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos" (Ap 1, 17).
(Continuará)