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martes, 16 de mayo de 2023

La masonería y el NOM son los principales enemigos de la iglesia (Gabriel Calvo, sacerdote e historiador)



El padre Gabriel habla sobre aspectos muy interesantes y desconocidos para la mayoría de los católicos. Entre ellos se encuentra un frente de mentiras sobre cinco bloques:

1. La Edad Media, el Islam y las Cruzadas

2. La Inquisición Española

3. La obra de España en América

4. La Revolución Francesa y la Ilustración

5. El ascenso al poder del nazismo y el "silencio" del Papa. Pío XII sobre la matanza de judíos.

Luego explica cómo la fundación de la Universidad y de los hospitales fue obra de la Iglesia Católica. Explica, además, cómo la filosofía de la masonería (fundada ésta en 1717 en Inglaterra) se ha infiltrado en el ambiente católico. Habla también del protestantismo, cuya esencia es el ataque al catolicismo; y de otros asuntos de interés.

Duración 16:05 minutos

domingo, 16 de enero de 2022

El Papa Francisco y los pobres de ‘Pfizer’, en el Vaticano la forma es sustancia, el ‘Chrislam’, América deja de ser católica.



Como quien no quiere la cosa ya estamos en el tiempo ordinario, demasiado ordinario y con los temas de siempre. La epidemia está aquí y no se le ve que esté dispuesta a dejarnos. Vamos aprendiendo a manejar sus caprichos que siguen sorprendiendo y poco más.

Desde estas líneas hemos recomendado en más de una ocasión la vieja película ‘católicos’ que nos parece que ha adquirido un estatus de profética de estos tiempos que vivimos. Hoy encontramos con gozo el artículo de The Wanderer Católicos. La película e introducción de Jack Tollers «Lo primero que hay que destacar es que la novela de Brian Moore que la inspiró, fue escrita un año antes, en 1972, hace exactamente medio siglo. Al año siguiente, 1973, se rodó esta película que presentamos a nuestros lectores, asombrados como estamos ante su actualidad y lo bien tratados que están todos los tópicos, sobre todo el principal, que es el afán procedente de Roma de suprimir de una vez y para siempre la celebración de la misa según el Rito de San Pío V».

«¿Qué ha de hacer un cristiano en una Iglesia decaída, digamos, corrompida; un hombre de verdad a quien le toca el sino de vivir en mala época? ¿Está obligado a hablar? El problema se complica terriblemente con otras preguntas. ¿Qué misión pública tiene? ¿Hasta dónde está corrompida la Iglesia? ¿Qué efecto positivo se puede esperar si chilla? ¿Cómo ha de chillar? «(…) esta película es profética en la medida en que, puesta como está en un futuro no especificado (los tiempos de Vaticano IV), parecería que Roma finalmente conseguirá lo que quiere: sencillamente, la abolición del sacrificio perpetuo».

Entramos en uno de los temas de las noticias de hoy que nos parece especialmente espinoso para el Papa Francisco. Edward Pentin, no dudamos que muy bien informado, nos dice que: «Hemos sabido que el año pasado el Papa Francisco mantuvo reuniones privadas secretas con el director ejecutivo de Pfizer, mientras surgen dudas sobre la efectividad de las vacunas, que ahora son obligatorias para todo el personal y visitantes del Vaticano». Hechos extraños por el personaje, Bourla, y por su secretismo. Un portavoz de Pfizer dijo: «No podemos confirmar ni negar, ya que, de acuerdo con nuestra política, los movimientos de nuestros ejecutivos se consideran confidenciales». Estos encuentros secretos, secretados, no son una excepción y en noviembre de 2019, poco antes del inicio de la epidemia, el Papa Francisco recibió en privado a Melinda Gates, reunión bien conocida en el Vaticano, nunca anunciada ni reconocida oficialmente.

Por el Pontificio Consejo para la Cultura han pasado Stephane Bancel, director ejecutivo de Moderna, el Dr. Anthony Fauci, director médico del presidente Joe Biden, y el Dr. Francis Collins, entonces director de los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. El Estado de la Ciudad del Vaticano fue uno de los primeros en administrar vacunas tras firmar un contrato con Pfizer a finales de 2020 para ofrecer su producto farmacéutico Pfizer-BioNTech en exclusiva a todo el personal, y las primeras vacunas datan de principios de 2021. El Papa Francisco y el Vaticano han impuesto la inyección de Pfizer para todo el personal y visitantes desde el 23 de diciembre de 2021. En territorio vaticano a partir del 31 de enero será necesaria la triple vacunación (dos dosis más un refuerzo). Desde la introducción de la vacuna, el Vaticano no ha informado de ningún caso de hospitalizaciones o muertes.

Parolin, descartó esta semana cualquier derecho a la exención por motivos de conciencia porque la vinculación de la vacuna con el aborto “parecen no tener justificación”, ya que el producto de Pfizer solo ha sido probado pero no fabricado utilizando líneas celulares derivadas del aborto. En el Papa Francisco es importante a quien recibe y como, en estos casos en secreto, y a quien se niega a recibir. Parece que el molestan sus cardenales, los de la Iglesia católica, y no los recibe para no perder el tiempo, recibe otros «cardenales» de la iglesia laica, suponemos que para convertirlos. Albert Bourla es una figura destacada en el mundo farmacéutico y empresarial más influyente de EE.UU., relacionado con Bill Gates. Judío sefardí, Bourla es miembro de Business Roundtable, «el aliado más cercano en la comunidad empresarial de BarackObama» junto con Jeff Bezos de Amazon, Tim Cook de Apple, Safra Catz de Oracle.

Si en Italia la forma es sustancia, en el Vaticano lo es todo. En el proceso ‘Becciu’ lo importante, como en todos los procesos que hemos vivido en los últimos tiempos en el Vaticano, es quedar bien, que todo parezca que es perfecto, la apariencia lo es todo, el fondo es un problema menor que hay que gestionar. Cuando el sistema Vaticano choca con sistemas externos se produce una colisión de la que no sale muy bien parado. La Corte Suprema de Italia acusó a los fiscales de ocultar pruebas clave en el juicio del Vaticano por fraude y en el caso paralelo abierto en los tribunales italianos. El Tribunal de Casación ordenó examinar las pruebas antes de decidir si confirma la orden de arresto internacional contra Gianluigi Dorsey, un corredor italiano con sede en Londres buscado por delitos financieros en Italia y el Vaticano. Acusado por el tribunal del Vaticano en julio, su posición está pendiente debido a la legitimidad del proceso de extradición entre Italia y Gran Bretaña y la orden de arresto italiana que lo inició. El Vaticano no tiene acuerdos de deportación con Gran Bretaña. El caso vaticano está rodeado de errores procesales por parte de fiscales vaticanos que ha rechazado las acusaciones. Un tribunal británico dictaminó que los fiscales del Vaticano habían cometido «terribles» errores y malas interpretaciones.

A estas alturas es muy previsible por donde puede salir el Papa Francisco que nos continúa soltando mantras sin muchas explicaciones y fundamentos: “La rigidez es una perversión que viene precisamente del clericalismo, es otra cosa mala y bajo cualquier rigidez siempre hay podredumbre”. Los agraciados del discernimiento son esta ver los Teatinos.

Un grupo de 24 víctimas de abusos , residentes en Bélgica, pidió a la Gran Cámara del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que responsabilizara a la Santa Sede por la violencia de sacerdotes individuales. Las víctimas se habían acercado al tribunal europeo después de que los tribunales locales dictaminaran que el Vaticano no puede ser considerado responsable de los abusos, por la inmunidad debida a los estados soberanos. El Tribunal Europeo considera que el Papa no puede ser considerado el «principal» de los obispos y que «la conducta inapropiada atribuida directamente a la Santa Sede no se ha llevado a cabo en territorio belga sino en Roma; y que ni el Papa ni la Santa Sede estaban presentes en territorio belga cuando se había cometido la conducta inapropiada atribuida a los líderes de la Iglesia de Bélgica”.

Despedida del actual embajador de Italia ante la Santa Sede, Pietro Sebastiani. El próximo embajador italiano es Francesco Di Nitto, Consejero Diplomático durante el gobierno de Monti, de 2011 a 2013, y desde 2013 en la Presidencia de la República con Napolitano y Mattarella.

Mohamed Mahmoud Abdel Salam, juez del Consejo de Estado de Egipto, sostiene que hay campañas alimentadas en Occidente y en los países árabes para hacer creer a la gente que el Documento sobre la Fraternidad Humana, firmado en Abu Dhabi por el Papa Francisco y el Gran Imán de al Azhar, tendría como objetivo fusionar las diferentes religiones en una «Religión mundial unificada». Explica el contexto del Documento de Abu Dabi que fue concebido como un llamamiento a la paz y la convivencia “dirigido a todos los seres humanos, creyentes y no creyentes”. Pretende desenmascarar la expresión «Chrislam», utilizada por los que quieren «fusionar» el cristianismo y el islam en un solo credo.

Es muy triste que sea en los tiempos del primer Papa procedente de América que estemos ante perdida de la mayoría católica. La atracción que ejerce la teología de la prosperidad que sostiene que la gracia de Dios se refleja en la riqueza material y que está llevando a América Latina, el continente en el que el catolicismo no ha tenido competidores durante siglos, a ser una minoría.

Siguen siendo objeto de comentarios, no precisamente elogiosos, las palabras del Papa Francisco: “Hoy la gente no quiere tener hijos”… “pero hay muchas parejas que tienen perros y gatos”. Un artículo de hoy señala ‘un par de escollos peligrosos’. El primero es lo que llamamos relación causa-efecto: «no tengo hijos (causa determinada) entonces compro perros o gatos (efecto arbitrario». El segundo la supuesta equivalencia entre tener un perro y no tener un hijo: «si no tienes un hijo, entonces cómprate un perro». Es un hecho que hay personas que no tienen ni hijos ni perros, y otras que tienen hijos y perros. El autor lanza una serie de preguntas al Papa Francisco: «¿Cómo se relaciona no tener hijos con tener mascotas?», «¿Cómo depende tener perros o gatos de no tener hijos?», «¿Qué podría causar no querer tener hijos?». Estamos ante otra ‘gracieta’ del Papa Francisco que no es capaz de fundamentar. Es lo que tenemos, es una perdida de tiempo, pretender encontrar respuestas en quién no es capaz de calibrar las consecuencias de sus dichos y hechos.

«Haced lo que él os diga».

Buena lectura.

SPECOLA

martes, 12 de octubre de 2021

María Saavedra refuta 10 mentiras de la leyenda negra española y la evangelización de América



María Saavedra y sus diez alegatos contra la Leyenda Negra: el origen de España, la inquisición en América o el "gran monumento" de los españoles en las Indias.

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Con motivo de las efemérides que se celebraron entre el 7 de octubre de 2021 -el 450º aniversario de la batalla de Lepanto- y el día de la Hispanidad este día 12, Instituto Lepanto organizó este verano un ciclo de conferencias para conmemorar estos dos episodios.

María Saavedra, invitada principal, conversó extensamente sobre la Hispanidad y su misión evangelizadora, uno de los temas en los que más ha profundizado. Es directora de la Cátedra Internacional CEU Elcano y ha escrito multitud de publicaciones y libros, entre ellos La forja del Nuevo Mundo: huellas de la iglesia en la América española o Tan iguales, tan diferentes. La construcción de la identidad iberoamericana. A lo largo de la conferencia, refutó ante decenas de asistentes la refutación de 10 mentiras sobre la hispanidad y su legado.

1º Los visigodos y el controvertido nacimiento de España

Frente a una corriente cada vez más extendida que pretende retrasar el origen de España, Saavedra no dudó en afirmar que “como unidad política independiente, nace con los visigodos”.

A su juicio, España no nace con los Reyes Católicos, casi de forma simultánea al propio descubrimiento –“descubrimiento, si, y no encuentro”, afirma– de América. “Los visigodos crean un ente político que es independiente, que se llama España, que tiene capital en Toledo y que tiene conciencia de ser algo. Hay una lengua, el latín, y una religión, el arrianismo, que fue sustituido por la religión de la inmensa mayoría de los habitantes peninsulares”.

“Hay una realidad que existe”, confirma Saavedra, “y existe antes de que el año 711 los musulmanes invadan la península aprovechando las guerras civiles internas”.

2º La realidad española pervivió a la conquista islámica

En la misma línea, la historiadora continuó refiriéndose a la “conquista islámica”. “Invadieron y construyeron al-Ándalus, pero sobre algo que ya existía, y pese a que permeó muchas de las realidades que existían, sigue subyaciendo la realidad española, la conciencia de pertenecer a algo que nos ha sido arrebatado”.

Citando el De Laude Hispaniae/Spaniae de San Isidoro, la historiadora encuentra “muchos datos que nos hacen ratificar esta idea de la existencia de España”.

“Tú eres, oh España, sagrada y madre siempre feliz de príncipes y de pueblos, la más hermosa de todas las tierras que se extienden desde el Occidente hasta la India. Tú, por derecho, eres ahora la reina de todas las provincias, de quien reciben prestadas sus luces no sólo el ocaso, sino también el Oriente… Tu eres el honor y el ornamento del orbe y la más ilustre porción de la tierra en la cual grandemente se goza y espléndidamente florece la gloriosidad fecunda de la nación goda”.

3º "Reconquista", un término preciso y adecuado

Por ello, la historiadora se muestra favorable a tratar el periodo que transcurre entre el 711 y el 1492 como la reconquista que fue. “Esta tendencia historiográfica en la que tendemos a negar la existencia de una reconquista en el fondo se basa en negar, precisamente, que existía algo antes. Claro que existía, y lo que recuperan los reinos cristianos conforme avanzaban es la antigua Hispania”.

4º Una supuesta unidad prehispánica a recuperar

Explica Saavedra que uno de los tópicos más extendidos por la Leyenda Negra sobre la presencia hispánica en las Indias es el de la existencia de una supuesta e idílica unidad indígena, quebrada por los españoles. “Recuerdo que en Bolivia Evo Morales decía: `volveremos a vivir quechuas y aymaras en paz´, pero eso no se vivía desde hacía muchísimo tiempo: los incas habían masacrado al pueblo aymara para someter lo que hoy es Bolivia al Imperio incaico”.

Es tan solo un ejemplo de que “no había una América. Desde hace algunos años están en auge los movimientos indigenistas que hablan de recuperar una identidad americana anterior a la llegada de los españoles.

Y esto”, dice, “es una falsedad histórica: esas américas que los españoles encuentran fueron los indios del Caribe, en un nivel de civilización comparable a nuestra prehistoria. O los mayas, en decadencia a la llegada de los españoles. Los aztecas, que tenían a los estados sometidos a los impuestos en especies, trabajo o prisioneros para los cada vez más frecuentes sacrificios humanos. Los incas, por último, hicieron unas campañas de conquista que llegaron a establecer un imperio desde los actuales Colombia o Ecuador hasta Chile”.

5º En América, todo se hizo con la misión de evangelizar

Otro de los grandes clichés negrolegendarios es el de la evangelización como mera excusa de los españoles para encontrar oro y plata. Y siendo cierto “que había interés en ello”, “todo se hizo bajo la misión de evangelizar.

“Los reyes asumieron esa evangelización, ya que para Roma y el Papado no era posible encargarse de las grandes dimensiones del nuevo mundo. Los reyes pusieron en marcha el proceso evangelizador con todo lo que llevaba consigo, porque realmente en América todo era misión”.

6º Se respetaron elementos de las culturas previas

¿Cómo lo hicieron? “Improvisando una serie de métodos y técnicas muy novedosas. Tenían que explicar lo que era la Trinidad, la Eucaristía y las verdades de la fe a una serie de pueblos que en su mayoría eran panteístas. Tuvieron que enseñar que Dios es trino, pero que eso no significaba que hubiese tres dioses, complicado de asimilar para un pueblo de estas creencias. Y que en la Eucaristía se come el cuerpo de Cristo pero que eso no es un sacrificio humano”.

“Para ello emplearon, por ejemplo, un catecismo pictográfico o el teatro evangelizador, con fórmulas sencillas que van calando y que pudiesen ir comprendiendo”. Todo ello fue parejo a una “inculturación” por la que, “en la medida de lo posible, se respeta la cultura de los pueblos previos a la llegada de los españoles siempre que sea compatible con la práctica del catolicismo”. No lo eran, explica, “los sacrificios humanos, la simonía o la poligamia”.

7º Los indígenas, “plantas verdes en la fe”, exentos de ser juzgados por la Inquisición

Otro de los grandes mitos vertidos en torno a la evangelización de América fue el de los procesos inquisitoriales sobre los indígenas.

Como explica la doctora, en América, algunos obispos fueron con cierta capacidad inquisitorial. Esto significaba que dentro de su diócesis, la inquisición tenía potestad para velar por que solo los bautizados –el Santo Oficio solo tenía jurisdicción sobre católicos– vigilasen la fe y las costumbres, y con todo, los autos de fe en América fueron en extremo aislados y reducidos.

Uno de ellos fue el de Juan de Zumárraga, primer obispo y arzobispo de México que en 1535 fue investigo del cargo de inquisidor por delegación, y en 1539 ejecutó el proceso contra el cacique don Carlos de Tezcoco. Sabido esto por el rey Felipe II, descubre Saavedra, emitió una fulminante cédula reprobando lo realizado por Zumárraga en la que ordena “que los indios quedan exentos de ser juzgados por la inquisición” y condenados a la pena capital “por ser `plantas verdes en la fe´, en palabras literales del monarca, debido a que “no pueden tener la misma responsabilidad que tienen los cristianos viejos de la península: no hay tribunales que juzguen a las poblaciones nativas”, sentencia.

Especialmente reveladoras de este mito son las Instrucciones para la formación de la Inquisición en la Nueva España, que advierte a los tribunales “que no han de proceder contra los indios, porque es nuestra voluntad que solo uséis de ellos contra los cristianos viejos, y con toda templanza y consideración, porque así conviene que se haga”.

8º El cardenal Rodríguez de Fonseca, condenado por la serie "Isabel"

El siguiente punto que se abordó fue en relación a la esclavitud en América, un aspecto de la Leyenda Negra tan refutado que la historiadora lo abordó de forma tangencial y anecdótica para refutar las calumnias de la serie española Isabel sobre el cardenal Rodríguez de Fonseca.

“Se ha dicho mucho que la reina Isabel le encarga devolver a los esclavos indianos y lo que él hace es venderlos. Esto es una falsedad brutal y el cardenal Fonseca ha quedado para el imaginario colectivo español como lo peor. Y no fue así”, afirma del cardenal, que ordenó “hacer orros e libres a todos nuestros esclavos y esclavas” con los que, al margen de la ley, se había comerciado.

Los indígenas, como habitantes y súbditos libres de la Monarquía Hispánica, “no podían ser esclavizados”, concluye.

9º No hubo un expolio: 1000 hospitales, 30 universidades y cientos de escuelas

Antes de finalizar su ponencia, Saavedra compartió sus recuerdos de Perú. “Estando en Lima, muy cerca del palacio de gobierno, un señor me estuvo explicando los detalles del desfile. Al saber que era de España me dijo: `¿Has podido ver bien nuestra ciudad? ¿Ve todo esto tan bonito? Es lo que nos legaron ustedes los españoles´”.

Aquel recuerdo le valió para una de sus últimas refutaciones. “Es verdad que había mucho oro y mucha plata. Pero cuando América se independiza, se calcula que el número de hospitales fundados por España en sus dominios americanos fue de más de 1000, destaca la historiadora, así como 30 universidades, colegios para niños, para caciques, para mestizos y, también, para mujeres y niñas.

¿Es eso un expolio?, se pregunta la doctora. “Es una inversión. La red de hospitales y escuelas que se construyó por toda América es inmensa y todo el continente americano está repleto de este tipo de realidades”.

10º El mayor monumento de los españoles en las Indias

La autora de Indigenismo y Evangelización. La primera expansión del cristianismo en América (Digital Reasons) deja para el final lo que considera “el gran monumento que construyeron los españoles en las Indias”: el derecho indiano.

“Era la manera de adaptar el derecho castellano a la realidad indiana, y siempre en favor del indígena americano”, explica. “Había delitos que tenían mayor pena q si los cometía un español que si los cometía un indio y desde el primer momento se plantea como proteger a ese indígena” comenta antes de citar las ordenanzas de 1501 y 1503.

Estos documentos “afirman que los indios van a trabajar a cambio de un salario, se marcan unas horas máximas de trabajo, no se pueden exigir más”. Entre otras de sus medidas garantistas, ordenan que “los domingos se les dará una olla de carne a los indios, las mujeres embarazadas trabajarán como máximo hasta el cuarto mes o que los niños no irán a trabajar. Los trabajadores de las minas”, concluye, “transcurrido un tiempo, recibían un descanso de seis meses antes de regresar”.

María Saavedra
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VIDEO El mundo anterior a Lepanto. Hispanidad y Trento.
Puede verse la Conferencia completa en el link que sigue.

Duración 2 horas y 12 minutos


(Es una pena que el audio tenga tan poca calidad)

viernes, 16 de octubre de 2020

No podemos pedir perdón por las ofensas que no hemos cometido (Carlos Esteban)



El perdón está en el centro de nuestra fe. El perdón es piedra de toque de la práctica cristiana. Pedimos perdón a Dios por nuestros pecados y, en la misma oración que Cristo nos enseñó, lo hacemos vinculándolo al perdón que concedemos a quienes nos ofenden. Pedir perdón y otorgarlo sin reservas debería ser algo así como la respiración del cristiano.

Por eso es especialmente deshonesto esta ritualización de ‘perdones’ concebidos como humillaciones y confesiones de culpas históricas, que los exige quien no ha sufrido el agravio a quien no lo ha cometido. Es un perdón que carece de esa condición esencial del arrepentimiento en quien lo pide, porque nadie puede arrepentirse por otro, y cuando se hace es sólo una escenificación de la propia bondad mientras farisaicamente se acusa a quien ya no puede defenderse; y falta en quien exige que se le pida perdón el verdadero sentido de la ofensa, ofendiéndose más bien en nombre de otros, de un colectivo cuya representación se arroga el ‘demandante’, de modo espurio y abusivo, sin otra motivación que la muy poco cristiana de quedar vencedor en una disputa histórica y apuntarse un fácil tanto en la arena política.

Por eso me escandaliza e indigna la actitud del episcopado mexicano, dispuesto a acceder al chantaje del presidente mexicano López Obrador para que pidan perdón en nombre de la Iglesia.
Ni España ni, mucho menos, la Iglesia tienen por qué pedir perdón, y hacerlo es enviar al mundo un mensaje de confusión y engaño, la idea de que la empresa entera de la colonización y evangelización del Nuevo Mundo fue, globalmente considerada, un mal y una ofensa de la que católicos y españoles debamos sentirnos culpables.
Obviando la grosera y mil veces desmontada exageración de la Leyenda Negra, los desmanes que pudieran cometer los conquistadores, no mayores de los que puede encontrarse en cualquier otro episodio similar de la historia, e inevitables en este mundo caído en el que no ‘tutti’ suelen verse mutuamente como ‘fratelli’, constituyen pecados personales por los que quizá pidieron perdón en su momento muchos de los perpetradores y de los que, en cualquier caso, todos ellos han tenido que responder ante un Juez infinitamente justo al que nada se le oculta.

Pero la empresa en sí, llevar la luz de la fe a tierras dominadas por pueblos ferocísimos, acabar con masivos sacrificios humanos, guerras crueles e interminables entre pueblos, un atraso paleolítico; crear universidades, instituciones, aportes técnicos, iglesias, hospitales y, en fin, todas las gigantescas raíces de civilización de las que se han nutrido las naciones que hoy pueblan Hispanoamérica, es razón para lo agradezcan, no para que se empeñen en disfrazar su miseria moral y política, el desolador antro de corrupción, vesania anticristiana y mal gobierno en el que se convirtieron las repúblicas hermanas a poco de separarse de la Corona española, con esta arrogante e injusta petición ante la cual la única actitud digna es la negativa y el silencio.

Carlos Esteban

miércoles, 15 de julio de 2020

América, la bien donada. Los derechos de conquista de España en América (Padre Javier Olivera Ravasi)


Duración 15:34 minutos



(Extractos del libro «Que no te la cuenten I», disponible en Amazon, aquí)


“Mientras exista un confín

de tierra sin alabar 

al que nos vino a salvar,

la tierra no tiene fin”

José María Pemán


“¿Qué derecho tenían los españoles para irrumpir en la paz de los ‘pueblos originarios’? ¿Qué derecho poseían para tomar sus tierras y desparramar sus ideas, su cultura y su religión?”.

Hemos escuchado esta frase una y mil veces, como si fuera un caballito de batalla permanente; detengámonos entonces un poco en ello.

Existe hoy una corriente ideológica que ha logrado instalar en algunos medios lo que sería el “justo reclamo” de las tierras aborígenes “usurpadas” por los descubridores al momento de la conquista.

A estas preguntas intentaremos darle respuesta tratando de resumir al máximo la cuestión y basándonos en los autores más autorizados a nuestro alcance. Sin embargo, digámoslo de una vez, hemos llegado tarde, ya que hace 500 años hubo un grupo de hombres que ya se había planteado el problema de la posible ilegitimidad de la conquista: los mismos españoles…

– ¿Cómo?

Sí, los mismos españoles tuvieron dudas de sus derechos de conquista.

Un rey escrupuloso como Carlos V, el mismo pueblo español y los teólogos más eximios de la corona española comenzaron casi desde el principio, a dudar de la licitud de lo que estaban haciendo (en el curso de la historia, España fue el único país en que se planteó la legitimidad o ilegitimidad de una conquista y que incluso llegó a suspender momentáneamente la empresa hasta tanto no se definiera el asunto)[1].

Fue la inteligencia cristiana la que, de este modo, elaboró un cuerpo de doctrina sólido que se dio en llamarse “la cuestión de los justos títulos”, es decir, la legitimidad o no de los derechos sobre las tierras descubiertas en las “Indias” occidentales.

Pero… ¿qué derechos se invocaban para conquistar? Digamos sucintamente que dos eran los títulos que se invocaban al momento de arrogarse la potestad: la donación papal y el derecho natural.

La donación papal de las tierras

Apenas siete meses después del primer viaje de Colón, Alejandro VI –el Papa reinante– decidía realizar la donación de gran parte del Nuevo Mundo a la Corona de Castilla y León. Para ello redactó la famosísima bula Inter coetera, donde donaba a dicha corona las tierras e islas halladas y por hallar en el occidente, con el cargo de evangelizarlas.

Leamos partes de la misma resaltando algunos párrafos:

“Nos hemos enterado en efecto que desde hace algún tiempo os habíais propuesto buscar y encontrar unas tierras e islas remotas y desconocidas y hasta ahora no descubiertas por otros, a fin de reducir a sus pobladores a la aceptación de nuestro Redentor y a la profesión de la fe católica, pero, grandemente ocupados como estabais en la recuperación del mismo reino de Granada, no habíais podido llevar a cabo tan santo y laudable propósito; pero como quiera que habiendo recuperado dicho reino por voluntad divina y queriendo cumplir vuestro deseo, habéis enviado al amado hijo Cristóbal Colón (…). Estos, navegando por el mar océano con extrema diligencia y con el auxilio divino hacia occidente, o hacia los indios, como se suele decir, encontraron ciertas islas lejanísimas y también tierras firmes que hasta ahora no habían sido encontradas por ningún otro, en las cuales vive una inmensa cantidad de gente que según se afirma van desnudos y no comen carne y que –según pueden opinar vuestros enviados– creen que en los cielos existe un solo Dios creador, y parecen suficientemente aptos para abrazar la fe católica y para ser imbuidos en las buenas costumbres, y se tiene la esperanza de que si se los instruye se introduciría fácilmente en dichas islas y tierras el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo (…).Nos pues encomendando grandemente en el Señor vuestro santo y laudable propósito, y deseando que el mismo alcance el fin debido y que en aquellas regiones sea introducido el nombre de nuestro Salvador, os exhortamos (…) y os requerimos atentamente a que prosigáis de este modo esta expedición y que con el ánimo embargado de celo por la fe ortodoxa queráis y debáis persuadir al pueblo que habita en dichas islas a abrazar la profesión cristiana sin que os espanten en ningún tiempo ni los trabajos ni los peligros (…). Y para que (…) asumáis más libre y audazmente una actividad tan importante (…) haciendo uso de la plenitud de la potestad apostólica y con la autoridad de Dios omnipotente que detentamos en la tierra y que fue concedida al bienaventurado Pedro y como Vicario de Jesucristo, a tenor de las presentes, os donamos, concedemos y asignamos perpetuamente, a vosotros y a vuestros herederos y sucesores en los reinos de Castilla y León, todas y cada una de las islas y tierras predichas y desconocidas que hasta el momento han sido halladas por vuestros enviados y las que se encontrasen en el futuro y que en la actualidad no se encuentren bajo el dominio de ningún otro señor cristiano, junto con todos sus dominios, ciudades, fortalezas, lugares y villas, con todos sus derechos, jurisdicciones correspondientes y con todas sus pertenencias; y a vosotros y a vuestros herederos y sucesores os investimos (…). Y además os mandamos en virtud de santa obediencia que haciendo todas las debidas diligencias del caso, destinéis a dichas tierras e islas varones probos y temerosos de Dios, peritos y expertos para instruir en la fe católica e imbuir en las buenas costumbres a sus pobladores y habitantes”[2].

He aquí el justo título que se ha invocado siempre por parte de España: la donación pontificia de las tierras por descubrir.

Dicha “donación” de las tierras tiene su fundamento en el derecho divino, es decir, en el mismo derecho que posee el Sumo Pontífice de hacer uso de los bienes temporales en orden a lo espiritual. Tal acto jurídico de parte del Papa, no solo no fue discutido en su tiempo, sino que fue aceptado completamente por Europa.

Desde el punto de vista de la Teología el hecho podría explicarse así; antes de subir al Padre, Jesucristo dijo: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado” (Mt 28, 18-20).

Al ser investido Pedro como Vicario (representante) de Cristo en el mundo, también tiene él todo poder en el Cielo y en la Tierra, de aquí que pueda utilizar (como dice la Bula) “la plenitud de la potestad apostólica”, haciendo uso de su potestad patrimonial en vistas del bien común espiritual de las almas. Vale la pena recordar esto: el poder temporal del Papa es siempre en orden a un fin espiritual, de allí que esta donación de América a la corona española tenga el fin principal de llevar el Evangelio a este Nuevo Mundo, sin violarles el derecho que poseen por naturaleza a que se les predique el Evangelio. Dicha donación sin embargo, es “con cargo”, es decir con una cierta obligación de que los reyes (y sus sucesores) deban evangelizar e “instruir en la fe católica e imbuir en las buenas costumbres a sus pobladores y habitantes”, de ahí que, incumplido el cargo, podría perfectamente revocarse[3].

Por último, una cosa que no debe dejar de considerarse es que la donación pontificia otorgaba la propiedad de estas tierras a la “Corona”, no al “Estado Español” (es decir, el gobierno de turno), por esto la autonomía primero y la independencia después de los países americanos, comenzada a inicios del siglo XIX fue legítima. Se adujo que los justos títulos habían caducado al abdicar la Corona en manos de Bonaparte y que no se quería servir sino a la corona española que estaba siendo atacada por los enemigos de la Madre Patria y de la Religión.

Ahora bien; al parecer, dicha “donación” podía ser aceptada por los europeos siguiendo su costumbre jurídica, pero… ¿no era un atropello frente al derecho de dominio de los habitantes precolombinos que no conocían a Cristo ni sabían que la tierra le pertenecía? ¿Qué derecho tenía el Papa de “donar” lo que era “de otros?”.

La conquista frente al derecho natural, según Francisco de Vitoria

Pudiendo quedarse en la respuesta teológica (que no por ello deja de ser cierta)[4], la Cristiandad también intentó preguntarse acerca de los justos títulos en base al orden natural. Es decir, en el caso de que alguien no aceptara la gloriosa donación papal a la corona española: ¿había derecho a asentarse en las tierras americanas? España será, lo repetimos, la única nación en la historia que hizo un examen de conciencia político sobre el tema; no lo hizo Inglaterra con Estados Unidos; no lo hizo la URSS con la infinidad de tierras robadas a diversos países durante el comunismo; no lo hizo Israel con los palestinos. Fue España la que puso un “parate” y se preguntó acerca de lo que estaba haciendo. Es acertada, entonces, la frase de Caturelli cuando dice que “es conveniente volver a señalar que no se conoce, en la historia de la humanidad, una actitud semejante: un doctor, Vitoria, muchos doctores españoles, un rey y un pueblo, por propia decisión, plantean de modo permanente, la legitimidad y moralidad de sus actos; una nación tiene el propósito de no soslayar el drama, nunca resuelto del todo en el tiempo finito de la historia, de la conciencia cristiana”[5].

Fue, como decíamos, Francisco de Vitoria quien encabezó el planteo acerca de los “justos títulos”. Bastaba, ciertamente, con la donación; sin embargo quiso desmenuzar la madeja para volver a armarla luego. Para ello recurrió al derecho natural e internacional[6].

Veámoslo poco a poco según su propia visión[7]:

La sociedad y comunicación natural

“Los españoles tienen derecho a recorrer los territorios de los Indios y a permanecer allí, mientras no causen daños a los bárbaros, y estos no pueden prohibírselo”.

Es de derecho natural o más bien, está ínsito en la naturaleza humana el que seamos animales sociales (“animal político” llamaba Aristóteles al hombre), de aquí que era legítimo al español el visitar Las Indias y ofrecer un intercambio de bienes sin causarles daño alguno. Por el mismo motivo les sería lícito comerciar con ellos y participar de los bienes que no son de nadie (res nullius) como por ejemplo, recoger el oro de los campos, las perlas o los peces del mar, etc.; el principio es: “las cosas que no son de ninguno son de quien las ocupa o posee”.

La propagación de la religión cristiana

Se pasa ahora del precedente motivo de derecho natural al derecho divino positivo, derecho y deber al mismo tiempo (existencialmente prioritario) de poder predicar y comunicar la salvación cristiana por parte de la Iglesia y sus miembros.

Así lo declara:

“Los cristianos tienen derecho de predicar y anunciar el Evange­lio en las provincias de los bárbaros y aunque esto es de derecho común y está permitido a todos, pudo, sin embargo, el Papa enco­mendar esta misión a los españoles y prohibírsela a los demás. Si los indios se oponen es lícito llevarles guerra” –afirmaba nuestro autor.

Está el derecho (y la obligación) de los cristianos de propagar el Evangelio y esto no solo se deriva de las palabras de Cristo (“id y ense­ñad a toda creatura…”), sino también surge a partir del derecho de recorrer el territorio libremente y comerciar con sus gentes, enseñando también “la verdad a los que quieran oír”; además, porque quedarían fuera del estado de salvación si no se les predicara y también los indios tenían derecho a ser instruidos en la Fe. ¿O acaso no es también un “derecho humano” el poder acceder a un culto? ¿Con qué derecho se les denegaría esa facultad a los aborígenes que aun no habían conocido el mensaje del Evangelio? ¿Qué ley se invocaría para impedirles la posibilidad de religarse con el Dios Verdadero?

La religión cristiana nunca ha sido impuesta por la fuerza y si en algunas ocasiones lo fue, se trató de un exceso reprochable por parte de la autoridad; el abrazar la Fe implica una aceptación libre de la voluntad (“non ad imponendam, sed disuadendam”, decía San Agustín, es decir, disuadiendo, no imponiendo).

El Papa Alejandro VI, en este caso, podía encomendar esta misión a determinado grupo de personas (las coronas de Castilla y León y sus vasallos) y prohibírselo a los demás para unificar los criterios; ¿con qué derecho? Con el de ser la cabeza de la Iglesia y pastor supremo.

Defensa de los indios convertidos

“Si algunos bárbaros se convierten al cristianismo, y sus prín­cipes quieren por la fuerza o por medio del terror volverlos a la idolatría, los españoles por esta razón, si no hay otra forma, pueden también hacer la guerra, hasta destituir a veces a sus gobernantes”.

Es decir, si los indios, aun permitiendo la predicación la impidieran después la conversión de algunos, matando o castigando a los convertidos (como ocurrió en diversas ocasiones y como sucede en Medio Oriente con los musulmanes que se convierten al cristianismo), los españoles tendrían el derecho de defender a esos terceros contra la persecución declarándoles la guerra y hasta destituyendo a sus jefes como se hace en la guerra justa.

Entra aquí en juego la legítima defensa del tercero, como sucede incluso en la moral individual. ¿Qué derecho tiene un hombre de entrometerse en el caso de una joven que desea hacerse un aborto aludiendo que “puede hacer lo que quiera ‘con su cuerpo’”? El derecho (y la obligación) que tiene quien interviene es el derecho que le da la defensa de un tercero indefenso (el hijo).

El cambio o suplantación del príncipe

“Si una buena parte de los bárbaros se hubiera convertido a la fe de Cristo…, mientras sean cristianos de verdad puede el Papa con causa justa, pídanlo ellos o no, darles un príncipe cristiano y quitarles los otros príncipes infieles”.

Dicha frase se desprende del poder temporal que posee el Papa en orden a lo espiritual. Si el gobernante que posee un grupo de cristianos es mediocre o bien contrario al bien común espiritual, aquel –como jefe de los cristianos– puede sugerir un dirigente más adecuado para sus súbditos.

Tiranía de los gobernantes

En el ámbito del derecho natural, el daño de los terceros inocentes legitima también en favor de estos a los conquistadores –como dice Vitoria; los españoles pueden intervenir en su favor “ante el daño de los inocentes, como cuando se ordena el sacrificio de hombres o la matanza de hombres libres de culpa con el fin de devorarlos”.

Así comenta el propio pa­dre Vitoria: “Aun sin la autoridad del Pontífice, los príncipes españoles pueden prohibir a los bárbaros tan nefastas costumbres y ritos, porque tienen derecho a defender a los inocentes de una muer­te injusta (…). Se puede intimar a los bárbaros a que desistan de semejantes ritos; si se niegan, existe ya una causa para hacerles guerra y emplear contra ellos todos los derechos de guerra. Y si tan sacrílega costumbre no puede abolirse de otro modo, se puede cambiar a sus jefes e instituir nuevos gobiernos”.

Ya hemos señalado que la estructura de la sociedad precolombina podía caracterizarse como una sociedad de dominadores y de esclavos. La enorme bibliografía actual así lo muestra tanto la referida a Mesoamérica cuanto a la América andina, de allí que semejante tiranía terminara en la alianza de grupos indígenas con los conquistadores españoles para luchar contra caciques y vecinos tiránicos.

Dicha existencia de “leyes inhumanas que perjudi­can a los inocentes” da el derecho de intervención; es el caso –como se vio– de los sacrificios humanos y la antropofagia que, aunque practicados en diversísimos lugares de América, alcanzaron su culmen entre los aztecas. El derecho natural exige la defensa del inocente y por ello se puede obligar a los indios a aban­donar esas prácticas; si se niegan, entonces podría declarárseles la guerra.

La verdadera y libre elección

“Si los bárbaros mismos, comprendiendo la prudente administra­ción de los españoles, libremente quisieran –tanto los príncipes como los súbditos– tener y recibir como soberano al rey de España, este podría ser y sería título legítimo y aun de derecho natural”.

Este es el caso de las reducciones jesuíticas y franciscanas, en donde los indios optaban libremente por pertenecer a la Corona de España al entender el beneficio enorme que les traía en el ámbito material y espiritual. 

En razón de aliados y amigos

“A veces los mismos bárbaros guerrean entre sí legítimamente, y la parte que padeció injusticia y tiene derecho a declarar la guerra, puede llamar en su auxilio a los españoles y repartir con ellos el botín de la victoria”.

Este último fue el caso (el mismo Vitoria lo recuerda), de la alianza de los tlaxcaltecas con Cortés y sus españoles para derrocar la tiranía del imperio azteca.

Reflexiones finales

Como dice Caponnetto, “la verdad es que los indios ejercieron entre ellos, con toda naturalidad, las prácticas comunes del saqueo, la invasión armada, la expansión violenta, el reparto de bienes y tierras como botín de guerra y el despojo más absoluto de las tribus vencidas. Impuestos, cargas, retribuciones forzadas, exacciones y pesados tributos, fueron moneda corriente en las relaciones indígenas previas a la llegada de los españoles. Y la noción jurídica de propiedad era tan inexistente como la de igualdad. El más fuerte sometía al más débil, las tierras eran propiedad arbitraria de los jefes vencedores, el trabajo forzado para un Estado despótico y divinizado resultaba la norma, y quienquiera que hubiese osado plantear –como lo hicie­ron los españoles– cuáles eran los justos títulos de las tribus domi­nantes para enseñorearse sobre las dominadas, no hubiese pasado del balbuceo inicial”[8].

Hay una cosa que es muy cierta: los principales dueños de la tierra que encontraron los españoles (aztecas, incas y mayas), lo eran a expensas de otros dueños. Y no faltaron los casos en que, gracias a la Conquista, diversos pueblos sojuzgados pudieron reencontrarse con una situación más benigna que les había sido negada. También es cierto que no todos los bienes ni todas las propie­dades de las que se apoderaron los españoles tenían dueño conoci­do; además, existían enormes regiones y riquezas sin ex­plorar ni descubrir ni trabajar (¡solo el 5% de América estaba poblada!).

No somos nosotros, hombres “desarrollados” del siglo XXI los que nos preguntamos acerca de los “derechos” de propiedad de España en América. Ya en aquellas épocas otros lo hicieron antes, y hasta podríamos invertir la carga de la prueba preguntándonos: “¿eran justos los títulos que tenían los indios antes de que llegaran los españoles?”.

En efecto, fue en el Perú que el Virrey Don Francisco de Tole­do, se propuso indagar la real dimensión de la injusticia del siste­ma incaico y, consiguientemente, el grado de justificación que en­contraba la acción española. Para ello se sumió en la investigación de las célebres Informaciones y dispuso la preparación de una ‘historia verdadera’ a cargo de Pedro Sarmiento de Gamboa. Tanto allí como en la Historia Índica, se contienen argumentos más que suficientes para enten­der que la tan mentada “propiedad indígena” de los grupos dominan­tes se asentaba en razones de fuerza y de despojo.

Además, como ya se ha dicho, España no instaló “colonias”, sino “encomiendas” y “reparticiones” y “virreinatos”. Se “encomendaba” lo inhóspito y se “repartía” lo habitado para poder evangelizarlo y civilizarlo. Es distinto fundar una ciudad en el desierto y hacerla “propia”, que saquear una casa particular llena de bienes.

Lo cierto es que España se desangró fundando ciudades en lugares inhóspitos (como por ejemplo, Santiago del Estero en Argentina, donde el calor llega a los 50° y donde hay que recorrer casi 1000 kilómetros para poder llegar al mar). Podría haber elegido primero lugares más “redituables” para ello, como Buenos Aires (que tiene zona costera), pero quiso privilegiar la evangelización antes que la comercialización.

Como bien dice Caponnetto: “Los fabricantes de leyendas negras que vuelven y revuelven constantemente sobre la mantra por el oro como única razón de la Conquista, deberían explicar también por qué España llega, perma­nece y se instala no solo en zonas de explotación minera sino en territorios inhóspitos y agrestes, que las espadas tuvieron que abrir a su paso para qué luego pudiera fecundarse el surco e izarse la Cruz de Cristo. Por qué no se abandonó la empresa conquistadora si recién en la segunda mitad del siglo XVI se descubren las minas más ricas, como las de Potosí, Zacatecas o Guanajuato. Por­ qué, en resumen, si sólo contaba el oro, no es sólo un mercado ne­grero y esclavista, un vulgar lupanar financiero, lo que ha quedado como testimonio de la acción de España en América, sino un con­glomerado de naciones ricas de Fe y de Cultura”[9].

En fin, España quiso servir a Dios antes que a Mamón.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi, SE

[1] Véase al respecto el precioso libro de Jean Dumont, El amanecer de los derechos del hombre: la controversia de Valladolid, Encuentro, Madrid 1997, pp. 280.

[2]«Inter coetera» (1era.) de Alejandro VI, del 3 de mayo de 1493; traducción extraída de America Pontificia primi saeculi evangelizationis, 1493-1592, J. Metzler, I, Vaticano 1991, 71-75. Existe también, al día siguiente de esta, una reedición sustancialmente igual a la presente pero con la inclusión de la línea imaginaria que establecía el límite entre los territorios castellanos y portugueses por conquistar.

[3] Para quien quiera ampliar dicha tesis, vea Enrique Díaz Araujo, Propiedad indígena, UCALP, La Plata 2009, 111 pp. y América, la bien donada, UAG, Guadalajara 2005, tº 1, del mismo autor. A quien interese el tema sobre la facultad de donar tierras por parte del Papa, puede consultar también al gran santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, II IIae, q. 10, a. 10: “Se debe considerar que el dominio y autoridad han sido introducidos por el derecho humano, mientras que es de derecho divino la distinción entre fiel e infiel. Ahora bien, el derecho divino, que procede de la gracia, no abroga el derecho humano, que se funda en la razón natural. Por lo tanto, la distinción entre fiel e infiel, en sí misma, no abroga el dominio y jurisdicción de los infieles sobre los fieles. Puede, no obstante, ser derogado, en justicia, ese derecho de dominio o prelacía por sentencia u ordenación de la Iglesia, investida de la autoridad de Dios. Efectivamente, los infieles, debido a su infidelidad, merecen perder su autoridad sobre los fieles, que han sido elevados a hijos de Dios. La Iglesia, sin embargo, unas veces lo hace y otras no. (…) Mas en el caso de los infieles no sometidos temporalmente a la Iglesia o a sus miembros, no estableció esta ese derecho, aunque pudiera jurídicamente establecerlo. La Iglesia adopta esa postura para evitar el escándalo. También el Señor manifestó que podía excusarse del tributo porque los hijos son libres (Mt 17,24). Sin embargo, mandó pagar el tributo para evitar el escándalo”.

[4] Seguimos aquí las consideraciones hechas por Ramón Menéndez Pidal, Vitoria y las Casas, Espasa-Calpe, Madrid 1958, 20-30 y en Alberto Caturelli, El nuevo mundo, UPAEP, México 1991, 177-182.

[5] Alberto Caturelli, op cit., 178.

[6] Hay, sin embargo, quienes ven en el teólogo salmantino una ayuda similar a un salvavidas de plomo…. Esta es la posición de Enrique Díaz Araujo. Según el historiador argentino, Vitoria, alejándose del legítimo derecho papal de donación, atacó indirectamente a la corona española con sus “razones naturales”, dando pie a un futuro ataque de la intelectualidad liberal y masónica. Para este autor, el verdadero derecho español sobre América es la donación papal del Vicario de Cristo y, el resto, macanas. Cfr. Enrique Díaz Araujo, América, la bien donada, UAG, Guadalajara 2005.

[7] Véase aquí los extractos traídos por Cayetano Bruno, La España misionera, Didascalia, Rosario 1990, 82-84.

[8] Antonio Caponnetto, Hispanidad y leyendas negras, Ediciones Cruzamante, Buenos Aires 1989, 97.

[9] Antonio Caponnetto, op. cit., 107.