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viernes, 9 de enero de 2015

Cuidado con los falsos profetas (3) [El caballo de Troya]

Como veníamos diciendo, el mal hace uso del bien y esconde su verdadera cara para no ser rechazado. Lo peor de todo es que se encuentra infiltrado en la Iglesia, como caballo de Troya y no es denunciado ni siquiera por el santo Padre en su discurso a la Curia. El gran pecado que asola a la Iglesia son los falsos pastores: aprovechándose de su cargo, emiten opiniones que son perversas. Tal es el caso del obispo de Amberes  que aboga abiertamente por el reconocimiento de las parejas homosexuales. Y nadie lo depone de su puesto; y no se conoce que haya habido ni siquiera una reprimenda o una amonestación por parte de sus superiores de la Curia, siendo así que está provocando un gran escándalo entre los fieles cristianos, aquellos que luchan por mantenerse fieles a la verdadera Iglesia de Cristo, que es la Iglesia Católica. La raíz del problema no se encuentra en el exterior, en las periferias, sino en el interior, en el mismo centro, que es donde hay que buscar la solución.


Obispo de Amberes (Bélgica), Mons. Johan Bonny
En uno de los textos más antiguos de la literatura cristiana (Pastor de Hermas, mandamiento undécimo) se dice lo siguiente: "Esos -me dijo- son creyentes, y el que está sentado en la silla es un falso profeta, que destruye la mente de los siervos de Dios; mas destruye la de los vacilantes, no la de los fieles verdaderos. Los vacilantes acuden a él como a un adivino, y le preguntan sobre lo que les va a suceder; y él, el falso profeta, como quien no tiene en sí pizca de fuerza de espíritu divino, les contesta conforme a las preguntas de ellos, según los deseos de su maldad, y llena sus almas a la medida de lo que ellos pretenden. Y es que, estando él vacío, vacuamente responde a gentes vacuas; porque, cualquier cosa que se le pregunta, responde conforme a la vacuidad de quien le pregunta. Sin embargo, no deja de decir algunas palabras verdaderas, pues el diablo le llena de su propio espíritu, a ver si logra así hacer pedazos a alguno de los justos" [cita tomada del libro "La oración", del padre Alfonso Gálvez]

El apóstol Pablo escribe, en su segunda carta a los corintios, acerca de los aquellos pastores que abusan de su posición privilegiada para inducir a error a las ovejas que les han sido encomendadas: "Esos tales son falsos apóstoles, operarios engañosos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo. Y no ha de extrañar, pues el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. Por tanto, no es mucho si sus ministros se disfrazan de ministros de justicia; pero su fin será según sus obras" (2 Cor 11, 13-15). Cuando habla de los peligros a los que está expuesto un ministro de Cristo y enumera una larga lista por la que él mismo ha pasado, se refiere también, de modo explícito, a los que se hacen pasar como apóstoles, pero no lo son: "peligros entre los falsos hermanos" (2 Cor 11, 26). A ellos se refiere también el apóstol san Juan diciendo: "Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Porque si hubieran sido de los nuestros habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que ninguno de ellos es de los nuestros" (1 Jn 2, 19).  

Como sabemos, tras el discurso de Jesús sobre el pan de vida, "muchos de sus discípulos se echaron atrás y no andaban ya con Él" (Jn 6, 66). Entonces preguntó Jesús a los Doce si también ellos se querían ir. Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tu tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos conocido y creído que Tú eres el Santo de Dios" (Jn 6, 68-69). Pues bien, cuando se supondría que los que habían quedado serían aquellos que nunca lo abandonarían, Jesús, que los conocía bien a todos, les respondió: "¿No os elegí Yo a los Doce? Sin embargo, uno de vosotros es un diablo" (Jn 6, 70). Y hace san Juan el siguiente comentario: "Hablaba de Judas, hijo de Simón Iscariote, pues era éste, uno de los Doce, el que le iba a entregar" (Jn 6, 71)

Por lo tanto, no todos aquellos que pasan por representantes de Jesucristo lo son realmente: entre ellos puede haber algunos que traicionan el Mensaje recibido y no transmiten la Palabra de Dios, que Jesús enseñó, y que es válida para todas las épocas y lugares del mundo. Necesitamos alguna señal para identificarlos y no ir tras ellos. Ya hemos indicado algo en la primera parte de esta entrada (en especial los párrafos tercero a quinto). Pero nos vendrá bien escuchar también lo que dice san Juan acerca de las cautelas que hemos de tomar ante el error: "Carísimos, no creáis a cualquier espíritu; antes bien, examinad si los espíritus son de Dios, porque se han presentado en el mundo muchos falsos profetas. En esto conoceréis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo vino en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiese a Jesús, no es de Dios; ése es el espíritu del Anticristo, de quien habéis oído que va a venir, y ya está en el mundo" (1 Jn 4, 1-3)
(Continuará)