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miércoles, 24 de febrero de 2021

Miércoles de la primera semana de Cuaresma (Summa Theologica, III C.46 a.6)

MEDITACIONES ENTRESACADAS DE LAS OBRAS DE SANTO TOMÁS DE AQUINO


INTENSIDAD DEL DOLOR DE CRISTO EN LA PASIÓN (1)

Atended, y mirad si hay dolor como mi dolor (Lam 1, 12).

Cuando Cristo padeció se dio en Él un verdadero dolor, tanto sensible, causado por algún daño corporal, como interior, proveniente de la aprehensión  de algo nocivo, y que se llama tristeza. Ambos dolores fueron en Cristo los mayores que pueden sufrirse en la vida presente. Y esto sucedió por  cuatro razones.

Primero. Por las propias causas del dolor, pues la causa del dolor sensible fue la lesión corporal, la cual llegó a la acerbidad [cualidad de implacable, cruel, despiadado], tanto por la universalidad como por el género del sufrimiento. Porque la muerte de los crucificados es acerbísima, ya que son clavados en las partes nerviosas y sumamente sensibles, esto es, en las manos y en los pies; y  el mismo peso de su cuerpo colgado aumenta continuamente el dolor; y junto con esto está la larga duración del dolor, porque no mueren inmediatamente como sucede con los que son muertos a espada. La causa del dolor interior fue, en primer lugar, el cúmulo de todos los pecados del género humano, por los que satisfacía padeciendo; por lo cual se los atribuye a sí mismo, diciendo con Sal 22, 2: "Las palabras de mis delitos". En segundo lugar, de manera especial, la ruina de los judíos y de otros que delinquieron ante su muerte; principalmente de sus discípulos, que fueron víctimas del escándalo en la Pasión de Cristo. Finalmente, también la pérdida de la vida corporal, que es naturalmente horrible para la naturaleza humana.  

Segundo. Por la capacidad de la percepción del paciente: Cristo estaba óptimamente complexionado en cuanto al cuerpo, ya que éste fue formado milagrosamente por obra del Espíritu Santo (...) En Él fue exquisito el sentido del tacto, de cuya percepción se sigue el dolor. Y también su alma, conforme a sus facultades interiores, percibió eficacísimamente todas las causas de tristeza.

Tercero. Por la pureza del dolor. Porque en los demás pacientes se mitiga la tristeza interior, e incluso el dolor exterior, con alguna consideración de la mente, en virtud de cierta derivación o redundancia de las fuerzas superiores en las inferiores. Esto no aconteció en la pasión de Cristo, porque "permitió" a cada una de sus potencias, "realizar lo que le es propio"

Cuarto. Porque Cristo tomó aquella pasión y aquellos sufrimientos voluntariamente, con el fin de liberar del pecado a los hombres. Por ese motivo, asumió tanta cantidad de dolor cuanta fuese proporcionada a la grandeza del fruto que de ahí iba a seguirse.

Por consiguiente, de la consideración de todas estas causas juntas resulta evidente que el dolor de Cristo fue el máximo posible.

Tomás de Aquino

(1) La traducción correspondiente no me convence del todo, de modo que he usado una traducción intermedia entre que enlaza al libro y la dada por la BAC (Suma de Teología V - Parte III e índices), págs 404 y 405 

Francisco agradece la labor del un congreso religioso proLGTBI de EE UU (Carlos Esteban)



El Santo Padre envió un mensaje en vídeo al Congreso de Educación Religiosa, famoso por la presencia de grupos LGTBI y numerosos disidentes de la doctrina católica, agradeciendo su “larga y fecunda” labor de 65 años, informa LifeSiteNews.

“Queridos hermanos y hermanas: un cordial saludo para todos los participantes en el Congreso de Educación Religiosa patrocinado por la Arquidiócesis de Los Ángeles, que celebra su 65 aniversario y el 50 aniversario del “Día de la Juventud”, dice el Papa en el vídeo dirigido a la conferencia patrocinada por la Archidiócesis de Los Ángeles, que este año se celebra por Internet. “Felicitaciones por estas iniciativas, que ya han recorrido un camino, largo y fecundo, y que en este momento han asumido una realización en forma virtual”.

Se trata de la mayor reunión anual de católicos en Estados Unidos, un evento de tres días que ha llegado a reunir a cuarenta mil personas y que este año celebra su 65 aniversario. Por lo demás, el congreso es conocido como una plataforma para la disidencia, con ponentes que defienden la normalización de la actividad homosexual o proponen novedades litúrgicas mucho más allá de la reforma posterior al Concilio.

El año pasado, por ejemplo, el congreso presentó obras del sacerdote jesuita y abierto homosexual William Hart McNichols, autor de piezas como “Crucifixión Sida”, una imagen irreverente, sino abiertamente blasfema, de Cristo en la cruz.

El lema del congreso de este año es “Proclamad la promesa”, y entre los ponentes figuran el omnipresente jesuita proLGTBI padre James Martin; el también jesuita padre Gregory Boyle, que se opone abiertamente a la enseñanza de la Iglesia sobre el ‘matrimonio’ homosexual, el sacerdocio femenino y la necesidad de estar en gracia para recibir la comunión (o, si se prefiere, lo que debe considerarse “estar en gracia”); y el obispo de San Diego y entusiasta de la causa LGTBI Robert McElroy, que durante la pasada campaña electoral se opuso a sus hermanos en el episcopado sobre la idea de que el aborto deba considerarse un asunto “preeminente”.

Carlos Esteban

La degradación litúrgica pone en peligro la misma fe (Aldo María Valli)

 MARCHANDO RELIGIÓN



Traducido por Miguel Toledano para Marchando Religión

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Últimamente me ha llamado la atención una carta escrita por un religioso dominico que se interesa por la degradación litúrgica imperante y que escribe lo siguiente: “Ya no son los ateos, anticlericales o librepensadores, ni los sin Dios, quienes desean a cualquier precio quitar a los fieles lo que éstos consideran más precioso; sino que son los obispos los que se dedican a dicho objetivo”.

La denuncia es muy fuerte. En la carta, el religioso habla de “iniciativas litúrgicas anárquicas y profanas” que “pululan por todas partes en nuestras iglesias e incluso en nuestras catedrales más venerables, con el consentimiento e incluso la participación de algunos obispos”. De hecho, parece que para estos mismos obispos el peligro es la Misa tridentina según el rito de san Pío V.

Escribe igualmente el autor de la carta: 
“¿Por quién nos toman nuestros obispos? Nos sabemos los textos. Nos consta que el nuevo misal de Pablo VI está únicamente autorizado, no impuesto. Sabemos que Pablo VI jamás ha prohibido la celebración de la Misa conforme al rito de san Pío V. Sabemos que el Concilio, por su parte, y el mismo papa, consideran el latín como la lengua oficial de la Iglesia”. Y sin embargo, “a día de hoy un sacerdote puede prestar su iglesia a musulmanes, budistas, tibetanos, patagones, hippies, papúes, niños, niñas, ambiguos, ambivalentes, ambidextros, anfibios y vendedores ambulantes; pero, por desgracia, si un infeliz sacerdote quiere celebrar la Misa para la cual la misma iglesia fue construida (por el pueblo, no por los sacerdotes) y, si el pueblo desea asistir a la misma Misa que se ha celebrado en dicho lugar durante siglos, resulta que no faltan los anatemas episcopales. Que además proceden de los mismos obispos que hablan de ecumenismo, pluralismo y tolerancia. Obispos que en las relaciones con todo el mundo son un pedazo de pan, pero que contra nosotros, hermanos en la fe y en el sacerdocio, disparan su artillería de forma despiadada”.
El autor de la carta, como se ve, no está exento de retórica polémica, particularmente gráfica cuando sostiene que los obispos y sacerdotes conocidos por ser “un pedazo de pan” cierran la puerta a una única categoría de personas: los católicos que quieren seguir siendo fieles a la liturgia antigua.

Para finalizar, escribe el religioso: “Santo Tomás de Aquino nos dice que la Eucaristía es el bien común de la Iglesia católica. Cuando este bien común queda destruido, se desintegra toda la Iglesia”.

¿Y por qué me ha impactado tanto esta carta? Porque, una vez redactada por el dominico francés Raymond-Leopold Bruckberger, fue publicada en Le Figaro del 24 de enero de 1975. Sí, habéis leído bien: 1975. Pensaréis que hace cuarenta y seis años ya estaban bien descritos y evidenciados, a los ojos de quienes querían ver, todos los problemas que vivimos hoy y que nos provocan amargura tan a menudo.

Además, mientras leía la carta del padre Bruckberger, recibí otra, procedente de una lectora de mi blog Duc in altum. Una carta que revelaba sufrimiento, llena de desánimo, que comienza así: “Quiero manifestar el malestar que me invade cada vez que voy a Misa. Malestar creciente, contra el cual trato de luchar, pero con escaso resultado. Desde que entro en la iglesia no consigo estar tranquila. Veo demasiadas cosas que no proceden. Me digo que no debo juzgar, pero mi sentimiento es más fuerte que yo. Miro a Nuestro Señor clavado en la cruz y le pregunto cómo puede soportar tanto desprecio y tanto abuso. No ha bastado cambiar el Padre nuestro. Ahora los obispos, siempre dispuestos a descuidar lo esencial en pro de lo superfluo, han llegado a inventarse el grotesco intercambio de miradas de paz. Hay quien guiña el ojo, otros hacen una reverencia (a Dios no, pero al que está al lado sí). Toda la escena tiene algo de tragicómico. La Comunión se distribuye rigurosamente en la mano, con los fieles de pie, lo que es el colmo del desastre. Después de la Misa vuelvo a casa con expresión sombría y con sentido de culpa por mis críticas, pero ¿Cómo podría evitar no ver lo que veo?”

El padre Bruckberger, al final de su reflexión y citando el pensamiento de Henri Bergson, el filósofo que el difunto Vittorio Mathieu definió como “el gran olvidado de la filosofía contemporánea”, observa que los ritos y las ceremonias sin ninguna duda emanan de la fe, pero también tienen un efecto sobre ésta. Los ritos y ceremonias pueden consolidar la fe, pero alterados y pervertidos la fe corre el riesgo de ser destruida.

Y, sin embargo, con raras excepciones, nuestros pastores ni ven ni oyen. Y, siempre misericordiosos y acogedores con todos, se muestran súbitamente duros e inflexibles hacia quien se permite recordar que Deus non irridetur.

Aldo Mª Valli

Corresponsal vaticano de ABC: “Francisco es el Papa de todas las religiones” (Carlos Esteban)

 INFOVATICANA


Juan Vicente Boo, veterano corresponsal de ABC en el Vaticano, ha sido entrevistado por la cadena de radio de los obispos, COPE, con motivo de la publicación de un libro, ‘Descifrando el Vaticano’.

“Francisco, por su diálogo con todas sus religiones, se ha convertido en el Papa de todas las religiones”, ha asegurado en COPE Juan Vicente Boo. “Los tres Papas que yo he conocido son fascinantes, cada uno a su modo, Benedicto XVI y Juan Pablo II han marcado distintos puntos de la historia de la Iglesia”.

Boo, que ha pasado en la Roma papal 22 años como corresponsal, cuenta en su último libro, ‘Descifrar el Vaticano’, los entresijos de los tres pontificados que ha cubierto para el diario conservador, teniendo siempre en cuenta que la interpretación es, como no podía ser de otro modo, estrictamente personal.

Que un veterano conocedor del medio califique a Francisco de “Papa de todas las religiones” es, por una parte, perfectamente obvio, porque los esfuerzos del Santo Padre en los últimos tiempos para acercar las religiones en una gran “fraternidad” se han multiplicado desde la firma, durante su viaje a Abu Dabi en febrero de 2019, del pacto por la paz con el gran imán de la mezquita de Al Azhar -usualmente descrito como la máxima autoridad del islam suní-, Ahmed Al-Tayyeb.

El documento en cuestión generó inmediata polémica, especialmente el pasaje en el que se afirmaba que Dios quiere la pluralidad de las religiones.

La perplejidad que despertó en muchos esta afirmación llevó al obispo auxiliar de Astaná, en Kazajstán, Athanasius Schneider, a viajar a Roma y pedir al mismo Papa una aclaración de tal afirmación. En efecto, si las religiones enseñan doctrinas diferentes sobre los mismos puntos, en muchas ocasiones incompatibles entre sí, es imposible que sean todas ellas verdaderas en el mismo grado, y si Dios se complaciera en la existencia de religiones que no son verdaderas se estaría complaciendo en el error.

Su Santidad especificó que el pasaje se refería a la ‘voluntad pasiva’ de Dios, es decir, en el sentido de que quiere lo que tolera, lo que permite que pase. Sin embargo, todas sus declaraciones posteriores sobre el particular parecen reafirmar la interpretación inicial de la mayoría, menos oscura.

El repetido tema de la fraternidad de las religiones, de la idea de que todas las religiones son distintos caminos eficaces para llegar a la misma meta, culminó con la publicación de su más reciente encíclica, Fratelli tutti, centrada en esa misma idea, sobre el esquema más general de la fraternidad de todos los hombres.

Las dificultades doctrinales para avanzar en esa confluencia religiosa, en opinión de muchos, han llevado al Santo Padre a evitar o mitigar aquellos principios del mensaje cristiano que puedan subrayar su lejanía y distinción con respecto a otros credos, llegando a denostar a quienes “hacen de la verdad un ídolo”, frase que hasta la fecha choca por lo incomprensible. ¿Cómo podría la verdad ser un ‘ídolo’? ¿No se definió Cristo a sí mismo diciendo: “Yo soy la verdad”?

En cualquier caso, nos parece un tanto inadecuado por parte de Boo que haga de Francisco un “Papa de todas las religiones” sin haber consultado a ninguna, cada una de las cuales tendrá sus propios líderes e, imagino, alguna objeción que hacer a ese intento de OPA confesional.

Carlos Esteban