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miércoles, 14 de abril de 2021

Aniversario. En recuerdo a Antonio Livi, verdadero defensor fidei, a un año de su muerte



Aniversario / En recuerdo a Antonio Livi, verdadero defensor fidei, a un año de su muerte. Un artículo del blog de Aldo María Valli

En homenaje a Livi y a su temple de defensor fidei vuelvo a compartir con vosotros amplios extractos de la entrevista que concedió en 2018.


Duración 10:31 minutos

***


Traducido por Miguel Toledano para Marchando Religión


La pastoral del Papa Francisco, ya aplicada durante décadas al norte de los Alpes, conduce a una Iglesia moribunda. ¿Cómo no se da cuenta el papa Francisco?

Porque a él lo eligieron precisamente para eso. Él mismo lo dijo: «mis hermanos cardenales me han elegido para que me ocupe de los pobres y para que lleve adelante la reforma». En realidad, se trató del grupo de teólogos de Sankt Gallen, en Suiza, Godfried Danneels, Walter Kasper y otros, que ya con ocasión de la elección de Benedicto XVI tenían la idea de que el papa que podía avanzar la reforma en la Iglesia, en el sentido luterano del término, podía ser él, Bergoglio.

Una reforma en sentido luterano; porque la pastoral o política de entendimiento interreligioso con los luteranos y también con todos los demás trata de lograr que los luteranos sean apreciados y aprobados, de forma que el catolicismo sea cada vez más redimensionado en el sentido de arrepentirse de todos sus pecados.

Oficialmente, el teólogo del papa Francisco, el más cercano a él, Antonio Spadaro, director de La Civiltà Cattolica, publica artículos de uno de sus hermanos jesuitas, Giancarlo Pani, el cual sigue diciendo lo siguiente: la Iglesia del siglo XVI se equivocaba, pecó en su relación con Lutero. Lutero tenía razón y actualmente es necesario rehabilitarlo y hacer lo que él quería. Una Iglesia sin sacerdocio, una Iglesia sin magisterio, una Iglesia sin dogmas, una Iglesia sin interpretación oficial de la Sagrada Escritura, puesta a cargo de personas que la interpreten a través de su libre examen según el supuesto espíritu que aquélla les sugiera. Una Iglesia sinodal, en la que los sacerdotes, obispos y papa ya no sean expresión de lo sagrado, sino de la política, de la comunidad, que elige y nombra.

El mismo Papa se expresa así: «Hay que lograr la Iglesia del pueblo». Pero el pueblo es una imagen puramente retórica. Ya no se saber ni lo que quiere decir pueblo, que es una multitud de personas distintas. Incluso en política, la expresión «pueblo» es puramente retórica, cuánto más en teología. Por ejemplo: decir que el pueblo quería cambiar la Misa es una tontería, esto nunca fue ni posible ni acreditado. Al pueblo pertenecen los que, como el Padre Pío en su momento, estaban llenos de fe, y también quienes no tienen fe alguna. Al igual que los que querían reformar cosas porque la Misa en latín no les gustaba y la querían en italiano, aunque no entendieran las palabras de la Misa ni en latín ni en italiano. La Iglesia jamás ha llevado a cabo acciones de forma «democrática», como cuando se eligen representantes procedentes de una base de representados: nunca trató lo que debe enseñar en función de lo que piensa la gente. La Iglesia debe enseñar lo que dijo Jesús: ¡la cuestión es bastante simple!

¿Seguro que la elección del Papa Francisco fue orquestada?

Sí, estoy absolutamente seguro de ello. Entre otras cosas, lo sé por numerosos testimonios. Es una certeza histórica. Las certezas históricas se basan siempre en testimonios. Los testimonios son falibles, pero en mi opinión es muy probable que las cosas fueran así. Nadie ha sugerido ninguna otra tesis. No obstante, a veces se dice una cosa absurda: vamos, que el Papa Francisco fue elegido porque lo quiso el Espíritu Santo. Menuda tontería. El Espíritu Santo inspira a todos los hombres para que hagan el bien, pero no todos los hombres hacen lo que el Espíritu Santo inspira: algunos hacen cosas buenas y otros hacen cosas malas.

Si pienso en el cardenal Kasper, que ya antes era herético y quería destruir la santa Misa, el matrimonio, la Comunión y el derecho canónico, y que ahora dice el Papa que es su teólogo por excelencia y le pide que organice el Sínodo de la familia, me digo a mí mismo: esto está totalmente orquestado. Y todo esto repercute sobre todo: reconocimiento de Lutero, preparación de una Misa en la que la Consagración ya no sea la Consagración, en la que el término «sacrificio» quede eliminado, para que guste a los luteranos.

Estamos ante lo mismo que pasó con Pablo VI, quien, en la Comisión del Concilio Vaticano II presidida por Annibale Bugnini, encargada de preparar el Novus Ordo Missae, dio entrada a luteranos para que dijeran lo que les gustaba y lo que no de la Misa católica. ¡Qué absurdo! Ahora sabemos que se trata de un plan muy bien orquestado, que no data de ahora, sino de comienzos de los años sesenta.

Durante más de cincuenta años, los teólogos heréticos, malvados, han tratado de conquistar el poder y ahora lo han conseguido. Por eso hablo de herejía en el poder. Herejes no son los papas; nunca he dicho esto de ningún Papa. Los papas han sufrido dicha influencia sin oponerse a ella. Han seguido esa idea loca de Juan XXIII, que decía lo siguiente: afirmemos la doctrina de siempre, pero sin condenar a nadie. Esto es imposible; la condena forma parte de la explicitación del dogma, es la otra cara de la moneda. Si se quiere aplicar el dogma en los tiempos actuales, en los que existen herejías, hace falta necesariamente condenarlas. No condenar nada significa aprobar todo; y aprobar todo significa que la fe católica deja de existir.

Ud. habla de herejía en el poder. ¿Qué quiere decir?

No quiero decir personas que profesen formalmente una herejía, porque si fuesen autoridades eclesiásticas resultarían excomulgadas sin poder seguir ejerciendo su función, sino herejías profesadas formal e insistentemente por teólogos que tuvieron mucho poder al comienzo del Concilio Vaticano II, gracias o a causa de Juan XXIII, y también en el postconcilio, porque todos los papas han continuado tratando con respeto a estos teólogos heréticos. Algunos, como Benedicto XVI, tanto como prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe como ya Papa, han mantenido una posición ortodoxa y piadosa por lo que se refiere a la adoración de Dios y al respeto de la sacralidad de la Encarnación, pero en definitiva también estaban unidos de hecho a estos teólogos heréticos. Cuando Benedicto XVI, en calidad de Papa, habla de Karl Rahner, dice claramente que ambos estaban de acuerdo en apoyar a los obispos para orientar el Concilio en una cierta dirección, dirección horrible, y que sólo después se separaron por ciertas desavenencias.

Benedicto XVI, como Papa, también ha dicho que Hans Küng le pidió cambiar el dogma de la infalibilidad y que él le respondió: «Sí, lo pensaremos». Quiero decir que ninguno de los papas ha tenido una actitud firme de condena de los teólogos neo-modernistas, sino que por el contrario han tenido una actitud comprensiva con ellos. En mis libros nunca condené personas, sino teorías, cuando éstas eran objetivamente incompatibles con el dogma católico. Las intenciones y relaciones con personalidades no me interesan. Soy experto en lógica y únicamente puedo examinar una proposición, un método, y en este sentido realizo afirmaciones que sean absolutamente ciertas e incontestables. Cuando critico la tendencia a la herejía en Benedicto XVI no ignoro que es santo y que ha hecho muchas cosas buenas en la pastoral de la Iglesia, así como que siempre ha tenido recta intención. Pero esto no quita nada al hecho de que siempre ha manifestado simpatía por el neo-modernismo, que consiste sustancialmente en dos cosas: ignorar la metafísica y querer explicar el dogma con criterios de hermenéutica basados en el existencialismo y la fenomenología; o sea, ignorar – cosa terrible y muy tonta – las premisas racionales de la fe, que santo Tomás denomina praeambula fidei.

Juan XXIII dijo que la Iglesia no condena a nadie, pero en la actualidad la herejía que ocupa el poder condena a quienes defienden la doctrina católica. ¿Qué ha sucedido?

Desde Juan XXIII se tiene la idea de que la pastoral de la Iglesia consiste en traducir el dogma en un lenguaje comprensible, aceptable para el hombre moderno – cosa que es un mito, una fantasía – y en encontrar el bien incluso en las posiciones teóricas más contrarias al dogma. Yo sostengo que se trata de una pastoral que, en cuanto tal, es errónea y nociva para la Iglesia, y en cuanto teoría se trata de una acción, una praxis errónea que doctrinalmente no tiene apoyo alguno de infalibilidad. La praxis puede ser errónea por ser acto derivado de un juicio prudencial que puede juzgarse erróneo por quien expresa otros juicios prudenciales, como los míos, que son juicios no apoyados en la infalibilidad. Así, cuando yo critico esta pastoral, que me parece desastrosa, utilizo juicios, adjetivos y adverbios que dejan claro que se trata de mi opinión. Dios juzgará, pero no hay nada dogmático en el hecho de juzgar la conveniencia de una línea pastoral. Los que hacen daño a la Iglesia consideran dogmáticamente la pastoral del Concilio y de los papas siguientes al mismo como la única necesaria y hablan de «nuevo Pentecostés de la Iglesia» y de «intervención del Espíritu Santo», como si tales juicios prudenciales, que yo considero erróneos, fuesen por el contrario dogmáticamente infalibles e incluso santos y constituyesen lo único que la Iglesia puede hacer.

Por eso hay también opresión por lo que se refiere a aquéllos a quienes critican. Critican una opinión legítima en nombre de una opinión ilegítima, que es pensar que la Iglesia debería necesariamente aplicar este tipo de pastoral fundada en cosas absurdas, como por ejemplo la noción del «hombre moderno», que no existe. En Europa hay una gran diversidad de hombres modernos. La cultura de Polonia, Hungría, Eslovenia o París son completamente diferentes. Piensan que el hombre moderno sería el de París o Francfort, pero ignoran completamente África, América latina, una gran parte de Asia, ignoran que en la conciencia de todos los hombres hay mucho más de lo que leen en los periódicos, revistas, publicaciones académicas. Por ejemplo: me parece falso pensar que el hombre moderno es ateo. Todo hombre tiene la certeza de que Dios existe, basada en el sentido común. Los pastores de almas que confiesan a moribundos lo saben muy bien. Incluso Voltaire, en el último momento, pidió un sacerdote para que le diese la absolución. Sabía muy bien que Dios existe y que Jesucristo es Dios.

¿Piensa que la teología de Joseph Ratzinger podría ser la salida a la crisis de la Iglesia?

Absolutamente no. Por lo que ya he dicho. Ya en su «Introducción al Cristianismo» demostraba una cultura católica influenciada por la cultura protestante, y en teología se comportaba a partir de un combate voluntario contra el neotomismo y la neoescolástica, con sus preambula fidei y su teología natural. Para él, se pasa directamente del ateísmo a la fe, cosa que la Iglesia rechaza dogmáticamente, como afirma el Concilio Vaticano I; la encíclica Fides et ratio dice lo contrario. No se pasa del ateísmo a la fe, se pasa del conocimiento natural de Dios a la fe únicamente a través de los preambula fidei, si se busca la salvación y se tiene la posibilidad de comprender la veracidad del mensaje de Cristo.

En todo caso, me parece que el pensamiento de Ratzinger puede ser criticado como teólogo; otra cosa es su acción pastoral como prefecto de la Congregación para la fe y luego como Papa. Como Papa hizo muy poca pastoral dogmática, hizo pastoral que yo llamo «literaria». Produjo documentos que se derivan más de la teología que del magisterio. Si se hace teología y se pone el trabajo propio al mismo nivel que el de los teólogos, ya no se está haciendo magisterio, que consiste en volver a proponer el dogma para explicarlo. Sus encíclicas son al noventa por ciento pura teología y empleó una gran parte de su pontificado escribiendo los tres volúmenes de su Jesús de Nazaret.

El año pasado Ud. denunció la persecución contra su persona y contra quienes no se alinean con la dictadura el relativismo. ¿Se mantiene aún dicha persecución?

Va de mal en peor, y dicha persecución se justifica con ciertas afirmaciones imprudentes por parte del Papa actual. Todos los fieles a la doctrina, al derecho canónico, los que quieren que no se excluyan las certezas de la fe, son abiertamente acusados de herejía. Herejía pelagiana y gnóstica. En realidad, el Papa mira a aquéllos animados de buenas intenciones que firmaron primero las Dubia y luego la Correctio filialis y les responde: «Sois fanáticos». El Papa y todos los demás ignoran que hay dos niveles en la fe de la Iglesia: el nivel del dogma, las certezas absolutas, que son poco numerosas; y el nivel de las explicaciones y aplicaciones del dogma, que llegan hasta la pastoral; estas últimas son numerosas, pero se refieren únicamente a lo accidental. Sobre lo sustancial, por el contrario, no caben escuelas de pensamiento. La fe de la Iglesia es siempre la misma y quienes se adhieren a ella no pueden ser reprendidos, no deben ser perseguidos: se les debe ayudar a cumplir con su deber y es necesario darles la razón. Llegará el día en que el Papa lo haga; cuando Dios quiera.

¿Qué les pasa a los que no se doblegan? ¿En qué consiste la persecución?

Todo el mundo puede verlo. Pienso lo que les ha sucedido a los Franciscanos de la Inmaculada y a cuantos escriben libros y hacen una pastoral de clarificación y de superación de la desorientación pastoral, cuyos libros y conferencias en muchas diócesis son prohibidas

Yo, por ejemplo, dirijo una serie de publicaciones que, con el título de Divinitas Verbi, ha producido ya seis números. Pues bien, han sido rechazados en librerías católicas, sin que figuren tampoco en sus escaparates. Tampoco los cita Civiltà Cattolica entre sus recensiones. Esto llama la atención. Avvenire los combate abiertamente. En Italia, toda la prensa católica oficial (Civiltà Cattolica, Avvenire, Famiglia Cristiana, Ediciones Paulinas), practica un ostracismo frente a esta buena doctrina o si acaso la cita en términos despectivos, como si fuese obra de un lunático. El diario de la Conferencia Episcopal Italiana, que acoge los peores tratados de fe y los exalta como si ejemplos que permiten el progreso de la reforma dentro de la Iglesia, cuando yo me dirigí al mismo diciendo que no me parecía bien que Avvenire publicase una catequesis de Enzo Bianchi – que practica un ateísmo disfrazado de «buenismo» y que dice abiertamente que Jesús es una criatura y que Dios se hizo hombre y, por consiguiente, dejó de ser Dios para ser sólo hombre – me atacó duramente. En la sección de cartas al director, que todo el mundo lee, afirmó que soy un lunático, mentiroso, incompetente… yo, que escribí en dicho periódico durante más de treinta años, antes de la «transformación».

Esta «conjura del silencio» por lo que se refiere a los hombres como yo produce un efecto limitativo con ese ostracismo, que perjudica gravemente el trabajo académico y editorial, puesto que si los libros no son aceptados en las librerías ni se venden, resulta inútil escribirlos. Sea como sea, lo importante es reconocer la herejía y la pastoral que la favorece. Es lo que se escribe en la Correctio filialis titulada De hæresibus propagatis, a saber, corregimos al Papa no por ser herético – jamás diría yo eso – sino porque su pastoral favorece la propagación de la herejía. Por lo demás, ha puesto al frente de la Iglesia a los peores herejes, a los que ordena escribir sus encíclicas.

Francisco dijo a Eugenio Scalfari que el Infierno no existe. ¿Le convierte eso en hereje?

No. El Papa sería herético sólo si afirmase estas cosas formalmente. Él deja que se digan. Como lo hace, por ejemplo, dejando decir al General de los jesuitas que no se sabe cuál es la doctrina histórica de Jesús porque en aquella época nadie tenía una grabadora para registrar sus palabras o que el demonio es un símbolo del mal. Éstas no son, por tanto, doctrinas expresadas por él, que, por el contrario, en Gaudete et exultate afirma que el demonio es una persona viva y verdadera. Pide que sean otros los que las digan en el marco de la praxis. Una praxis funcional que crea confusión y un contexto favorable a las reformas que él quiere llevar a cabo, y frente a las que cualquiera que se oponga es acusado de ser jansenista y gnóstico.

***

A finales de 2018 el inolvidable monseñor Antonio Livi escribió el prólogo al libro de Aldo Maria Valli y Aurelio Porfiri Desarraigados. Diálogos acerca de una Iglesia líquida (editorial Chorabooks). 

En dicho texto se podía leer, entre otras cosas, la siguiente: “Conozco a Aurelio Porfiri y a Aldo Maria Valli desde hace muchos años, y ello por diversas razones. Me cabe poder expresar algunas ideas sobre este texto, Desarraigados, en el cual los dos autores tratan de plantar cara a algunos problemas de plena actualidad en la Iglesia, una Iglesia en gran crisis, casi líquida, como dice el subtítulo del libro.

Los autores Aurelio Porfiri y Aldo Maria Valli hablan como católicos, sincera y profundamente creyentes, y no temen que cuanto escriben pueda atraerles enemigos: la verdad tiene derechos que son superiores al interés personal. Como dice el Evangelio, la verdad os hará libres, no las conveniencias dictadas por exigencias de carrera… 

Querría decir lo siguiente a estos dos amigos míos: no os dejéis silenciar o atemorizar por cuantos os perjudiquen pública u ocultamente. Al revés, sabiendo con certeza que defendéis la verdad del Evangelio frente a la herejía o a la instrumentalización política, ¡alegraos y regocijaos ante la persecución! Sufrir por la verdad de Cristo en esta tierra es título cierto de mérito para gozar de la paz y alegría del paraíso cuando nos diga nuestro Señor Jesús: adelante, siervo bueno y fiel: ¡has sido fiel en las cosas pequeñas y ahora te concedo un gran premio!”.

jueves, 27 de junio de 2019

Cardenal Kasper: El Papa quiere que las conferencias episcopales decidan sobre el celibato sacerdotal (Carlos Esteban)



El cardenal alemán Walter Kasper ha declarado a medios alemanes que, en su opinión, el Papa quiere dejar en manos de las iglesias nacionales la decisión de ordenar a hombres casados, informa La Croix.

El teólogo favorito del Papa, el cardenal alemán Walter Kasper, es personalmente partidario de la ordenación de hombres casados, ‘viri probati’, pero se muestra convencido de que Su Santidad quiere dejar esta decisión en manos de las conferencias episcopales, siguiendo el mismo espíritu de libertad sinodal que se aplica a la comunión de los divorciados vueltos a casar, ha declarado al portal de la Conferencia Episcopal Alemana, Katholisch.de.

«La situación (vocacional) difiere tanto en las distintas partes del mundo que no es posible dar una solución universal uniforme”, señala Kasper. «Cada conferencia episcopal debe primero decidir si es partidaria (de ordenar a casados) y describir cómo piensa aplicarlo. Y luego debe someter sus propuestas al Papa”.

El cardenal, cerebro gris de los sínodos de la Familia que culminaron en la publicación de la exhortación Amoris Laetitia, cree que el Papa mostrará una postura de apertura a las propuestas razonables. “Tengo la impresión de que si sus argumentos están bien fundamentados, serán recibidos positivamente”, dice. “Por tanto ahora la pelota está en el tejado de las conferencias episcopales”.

En lo que se refiere a Alemania y otros países de Occidente, resulta “imperativo y urgentísimo” debatir la posibilidad de ordenar ‘viri probati’ -casados que reúnan una serie de condiciones que les hagan candidatos fiables al sacerdocio-, ya que la carencia de sacerdotes está creando situaciones desesperadas. “Sencillamente, no podemos seguir con la situación actual. Hoy a menudo el sacerdote se ve obligado a gestionar cuatro o cinco parroquias. No tienen tiempo para la labor pastoral”.

La inmigración, que se considera en la jerarquía católica occidental como la panacea para tantos problemas sociales y económicos, no es, curiosamente, solución alguna en este caso, dice Kasper. “Importar sacerdotes de India o África no es realmente una solución”, asegura. “Algunos son buenos, pero en muchos casos las diferencias culturales son demasiado grandes”. ¿No se le ha ocurrido al cardenal y a otros entusiastas de la inmigración masiva procedente del Tercer Mundo aplicar este mismo razonamiento a la sociedad en general?

Como ha desvelado el Instrumentum laboris -tachado de “herético” y “apóstata” por el también cardenal alemán Walter Brandmüller-, y como se esperaba ya universalmente desde su convocatoria, en el próximo Sínodo de la Amazonía se tratará, precisamente, de esta cuestión de la ordenación de casados. Pero se ve que hay prelados demasiado impacientes para esperar a octubre.

Carlos Esteban

Palabras retorcidas: Kasper “niega” reunión secreta respecto al Sínodo sobre la Amazonia



Al calificar como una “difamación” y un “absurdo completo” los informes que hablan sobre una reunión secreta llevada a cabo el 25 de junio por prelados modernistas para tratar el Sínodo sobre la Amazonia, el cardenal Walter Kasper en realidad los confirmó.

Kasper fue uno de los participantes de la reunión secreta.

Al hablar el 26 de junio en el sitio web Die-Tagespost.de, definió a la reunión como un [presunto] “simposio teológico serio”, aunque el campo modernista ha abandonado los argumentos teológicos, al menos desde la elección del papa Francisco.

El cardenal admitió que la reunión secreta fue para hablar sobre la abolición del celibato sacerdotal.

Kasper tiene un historial respecto a mentir en público. En octubre del 2014 negó públicamente haber dicho que no se puede hablar “con los africanos y con personas de países musulmanes” sobre la aceptación de la fornicación homosexual, porque para ellos es “un tabú”.

Como consecuencia de ello, el periodista a quien hizo sus controvertidas declaraciones publicó la grabación del audio.

jueves, 20 de junio de 2019

El tren de la Amazonia ya ha salido. Próxima parada, Alemania (Sandro Magister)


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Desde el lunes 17 de junio, el sínodo de la Amazonia, convocado en Roma para el próximo mes de octubre, tiene su “Instrumentum laboris”, el documento base sobre el que debatirá.
Ocupa 59 densas páginas, pero bastan estas pocas líneas de su párrafo 129 para comprender adónde quiere llegar Francisco:
“Afirmando que el celibato es un don para la Iglesia, se pide que, para las zonas más remotas de la región, se estudie la posibilidad de la ordenación sacerdotal para personas ancianas, preferentemente indígenas, respetadas y aceptadas por su comunidad, aunque tengan ya una familia constituida y estable, con la finalidad de asegurar los Sacramentos que acompañen y sostengan la vida cristiana”.
La última vez que el papa había previsto esta meta había sido en la rueda de prensa del avión de vuelta de Panamá, el 27 de enero de 2019, cuando a la pregunta: “¿Permitirá la ordenación sacerdotal de hombres casados?”, respondió, primero, repitiendo con Pablo VI: “Prefiero dar la vida antes que cambiar la ley del celibato”, pero inmediatamente después admitió dicha posibilidad “en las zonas más remotas” como en las “islas del Pacífico” y “tal vez” en la Amazonia y “en muchos otros lugares”. Y acabó recomendando la lectura de un libro del obispo Fritz Lobinger que lanza, entre otras, la idea – “interesante” según Francisco– de ordenar a hombres casados concediéndoles sólo el “munus”, la tarea, de administrar los sacramentos, no también la de enseñar y gobernar, como sucede en cambio en cualquier ordenación.
Lobinger, de 90 años, fue obispo de Aliwal, en Sudáfrica, de 1988 a 2004. Pero nació y creció en Alemania, donde aún vive. Y no es el primer obispo o teólogo alemán del que se ha servido Jorge Mario Bergoglio en estos últimos años para aumentar la atención y el consenso a la ordenación de hombres casados, con la Amazonia como campo de pruebas.
Antes de él se pueden citar el teólogo y maestro espiritual Wunibald Müller, con el que Francisco tuvo en 2015 un intercambio de correspondencia precisamente sobre este tema, que hizo público el propio Müller.
Pero sobre todo hay que recordar al obispo emérito de la prelatura brasileña de Xingu, Erwin Kräutler, de 80 años, austríaco, miembro del consejo preparatorio del sínodo de la Amazonia, que en varios encuentros con el papa siempre ha recibido por parte de este cálidos ánimos para luchar por este resultado, ahora como miembro del consejo preparatorio del sínodo.
Por no hablar del cardenal Cláudio Hummes, de 85 años, brasileño pero de familia alemana, desde hace años también él claro defensor de la ordenación de hombres casados, presidente de la red eclesial panamazónica que une a 25 cardenales y obispos de los países de esa región, y que el papa ha querido como relator general del sínodo.
Todo con la indefectible bendición del más amado, por Bergoglio, de los cardenales y teólogos alemanes, Walter Kasper, de 86 años, el cual, en una reciente entrevista al periódico “Frankfurter Rundschau”, ha dicho que Francisco espera poder firmar una decisión del sínodo favorable a la ordenación de hombres casados.
El eje entre el papa argentino y Alemania no sólo caracteriza este sínodo de la Amazonia. Tiene también un antes y un después.
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El “antes” ha sido la génesis del doble sínodo sobre la familia.
Cuando Bergoglio, elegido papa hacía menos de un año, confió al cardenal Kasper la relación introductoria del consistorio de febrero de 2014 y Kasper apoyó precisamente la concesión de la comunión eucarística a los divorciados que se han vuelto a casar, el destino del sínodo sobre la familia ya estaba escrito.
Ese sínodo, en sus dos sesiones de 2014 y de 2015, se dividió verticalmente en dos sobre esta cuestión, pero Francisco decidió llegar a la meta prefijada a pesar de todo e imponiendo su autoridad, aunque fuera mediante la ambigua nota a pie de página de la exhortación postsinodal “Amoris laetitia”.
A partir de entonces, cualquier obispo del mundo puede autorizar, en su diócesis, la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, por la que habían luchado los primeros, en los años noventa, algunos obispos de Alemania, con Kasper a la cabeza, a los que se enfrentó con firmeza el papa Juan Pablo II y el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la congregación para la doctrina de la fe.
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Después del doble sínodo sobre la familia en el Vaticano hubo un intermedio, también este con perfume de Alemania y, más concretamente, de la ciudad de la Suiza alemana llamada Sankt Gallen, sede de encuentros, antes y después del 2000, de ese club de cardenales progresistas -futuros grandes electores de Bergoglio al papado- que tenía en los alemanes Karl Lehmann y Kasper y en el italiano y jesuita Carlo Maria Martini sus exponentes de relieve.
Se trataba de decidir el argumento del sínodo sucesivo y en la agenda del papa Francisco estaba en el primer puesto la cuestión de la ordenación de hombres casados.
Es decir, otro de esos “temas sinodales” que el cardenal Martini había propuesto afrontar en una serie de sínodos sucesivos, en su memorable intervención en el sínodo de 1999 en la que enumeraba:
“La falta de ministros ordenados, el papel de la mujer en la sociedad y la Iglesia, la disciplina del matrimonio, la visión católica de la sexualidad…”.
Bergoglio, sin embargo, eligió dejar pasar el tiempo y asignó al sínodo programado para octubre de 2018 el tema de los jóvenes, con la intención de discutir en él, eventualmente, “la visión católica de la sexualidad”, incluida la homosexualidad.
Pero esto no sucedió por una decisión prudencial, tomada sobre la marcha, del propio Bergoglio, y el sínodo sobre los jóvenes acabó siendo uno de los más aburridos e inútiles de la historia.
Pero estaba en programa para el 2019 el sínodo especial de la Amazonia. Y aquí se ha retomado plenamente la agenda de Martini, no sólo con la ordenación de los hombres casados prácticamente decidida antes de que inicie el sínodo, sino incluso con un deseo enigmático, presente también en el párrafo 129 del ”Instrumentum laboris”, a saber: “identificar el tipo de ministerio oficial que puede ser conferido a la mujer”, que no será el “diaconado femenino”, que el papa Francisco ha pospuesto para que sea objeto de una “profundización ulterior”; pero un “ministerio” debería haber, tal vez sacramental.
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Pero no acaba aquí. Porque el sínodo de la Amazonia tendrá también un “después”. Y lo tendrá precisamente en Alemania.
El pasado mes de febrero la conferencia episcopal alemana, reunida en su asamblea plenaria en Lingen, ha puesto en marcha un sínodo nacional con tres “foros” preparatorios sobre los temas siguientes:
- “Poder, participación, separación de poderes”, presidido por el obispo de Spira, KarlHeinz Wiesemann;
- “Moral sexual”, presidido por el obispo de Osnabrück, FranzJosef Bode;
- “Forma de vida presbiterial”, presidido por el obispo de Münster, Felix Genn.
Está de nuevo en marcha la agenda Martini y en las relaciones introductorias de la asamblea plenaria de Lingen se ha dicho “apertis verbis” que se quiere llegar a legitimar los actos homosexuales (objetivo que no se ha cumplido en el sínodo sobre los jóvenes) e introducir la ordenación de los hombres casados en Alemania (por lo tanto, no sólo en las remotas periferias de la Iglesia como la Amazonia).
También se ha insistido a fin de que para dichas decisiones baste un voto de mayoría, sin que una minoría pueda bloquear su entrada en vigor y sin que sea necesario el vía libre por parte de la Iglesia católica en su conjunto.
Todo hace entender que Francisco no ha puesto objeciones a este programa de la Iglesia de Alemania, una de las Iglesias más desastrosas del mundo, con todos los índices bajando en picado, menos el de la riqueza económica. Y que sin embargo ha sido promovida por Bergoglio como faro de su pontificado
Sandro Magister

viernes, 7 de junio de 2019

Cardenal Kasper: el Papa aceptará sacerdotes casados si los obispos lo piden (Carlos Esteban)




El teólogo favorito del Papa, el cardenal alemán Walter Kasper, ha declarado que Francisco aceptará la ordenación de casados si los obispos se lo piden en el Sínodo de la Amazonía, al tiempo que da por zanjada la polémica sobre el sacerdocio femenino, informa Inés San Martín en Crux.

“Si los obispos acordaran en consentimiento mutuo ordenar a hombres casados -los llamados ‘viri probati’-, opino que el Papa lo aceptaría”, ha asegurado el cardenal alemán Walter Kasper, quizá el teólogo que más ha influido en el presente pontificado. Cosa muy distinta, asegura Kasper, es el asunto del diaconado femenino, que tantos han visto como puerta de atrás para la entrada de las mujeres en el sacerdocio. En este caso, dice Kasper, una innovación así rompería con “milenios de tradición”.

Que el Sínodo de la Amazonía no va tanto de las necesidades evangelizadoras de esta región sudamericana como de buscar el modo de introducir algunas de las innovaciones que interesan sobre todo a la Iglesia alemana es algo que se lleva insinuando desde que se convocó. Aquí el Rin, aunque muy inferior al Amazonas en caudal, lleva más agua.

“El celibato no es un dogma”, nos recuerda Kasper. “No es una práctica inalterable”. Y continúa en línea con lo que ya expresara el propio Santo Padre en una de sus ruedas de prensa en vuelo: “Personalmente, soy muy partidario de mantener el celibato como forma de vida obligatoria con un compromiso a la causa de Jesucristo, pero no excluye que hombres casados puedan ejercer un ministerio sacerdotal en situaciones especiales”. Las excepciones, ya saben, esos casos extremos, discernidos “uno a uno”, que, indefectiblemente, tienden a convertirse en la norma.

“Preferiría dar la vida a cambiar la ley del celibato”, dijo Francisco, citando a Pablo VI. “No estoy de acuerdo con permitir el celibato opcional”.

Pero luego vino el “pero”, esa adversativa que tiende a hacer trizas lo que se ha dicho antes. Y es que en seguida pasó a hablar de la posibilidad de que en lugares “muy, muy remotos” fuera necesario recurrir a hombres casados ordenados a tal efecto. Uno por uno. Discerniendo.

Carlos Esteban

miércoles, 1 de mayo de 2019

El cardenal Kasper niega la ‘conjura de San Galo’ (Carlos Esteban)



De hecho, asegura Kasper, él mismo sólo estuvo seguro de la candidatura del arzobispo de Buenos Aires, el cardenal Jorge Bergoglio, tras una reunión de una quincena de cardenales el 11 de marzo de 2013, un día antes del comienzo del comienzo del cónclave.

El cardenal alemán responde así a las acusaciones de ‘colusión’ para elegir a Bergoglio, lo que constituiría una falta que acarrea la excomunión ‘latae sententiae’ o automática, contra los que se insinúa en el libro recién publicado por Gerald O’Connel, The Election of Pope Francis, en la que se narra la reunión citada por Kasper.

Para empezar, explica Kasper, el grupo, creado por el carismático cardenal progresista Carlo Maria Martini, ni siquiera era lo bastante grande para influir decisivamente en la elección de ningún candidato, y no existía ‘red’ alguna que actuara durante el cónclave.

Carga Kasper contra las “teorías de la conspiración” y las “estúpidas sospechas de manipulación” a las que, para ser rigurosos, han dado alas autores como Austen Ivereigh, autor de la biografía ‘autorizada’ de Bergoglio y secretario en su día del cardenal británico perteneciente al Grupo Cormac Murphy-O’Connor, quien habría sido el encargado de pedir al argentino su consentimiento.

Por no hablar, naturalmente, del recientemente difunto cardenal Danneels, que llegó a calificar de ‘mafia’ al grupo del que él mismo había sido cabeza.

Kasper encuentra “totalmente errónea” la denominación, imaginamos que burlona, de su colega Danneels y asegura que en San Galo deliberaban sobre experiencias y perspectivas pastorales, no sobre posibles sucesores para Juan Pablo II, en primer lugar, y luego para Benedicto XVI. Por lo demás, añade Kasper, el grupo se reunió por última vez en 2006.

Carlos Esteban

sábado, 27 de abril de 2019

¿El cardenal Kasper concelebró con una ministro protestante?



El cardenal Walter Kasper presidió el 26 de abril una Eucaristía en la catedral de Colonia, para celebrar el 100º jubileo de la Asociación de Alemanes Católicos “Neudeutschland”.

Un video publicado por la arquidiócesis de Colonia muestra al cardenal predicando, con los concelebrantes detrás de él.

Entre ellos está, claramente visible, una ministro protestante revestida con una túnica negra y corbata.

La Misa fue seguida por un encuentro que adoptó a resolución, en la que se pide la ordenación de obispos, sacerdotes y diáconos mujeres, pidiendo la abolición del celibato, y el “cambio” de la moral sexual de la Iglesia.

www.domradio.de/video/kardinal-walter…

sábado, 30 de marzo de 2019

Cardenal Walter Kasper se regodea en la hipocresía (comentado por José Martí)



El cardenal Kasper ha afirmado que el papa Francisco padece una “monstruosa deslealtad” por parte de algunos cardenales.

Al hablar en marzo en Herder Korrespondenz dijo que los cardenales deben ser los primeros en “ayudar al Papa”, en vez de oponerse a él en público. Luego continuó denunciando las
revelaciones del ex nuncio Viganò como “inconcebibles”.

Kasper dice que preguntó a diplomáticos si se le permitiría a uno de ellos criticar públicamente a su gobierno. La respuesta fue: “si hace eso, debería ser despedido al día siguiente”.

Como es usual, Kasper estuvo manipulando la situación, porque Viganò estaba jubilado cuando puso al descubierto la duplicidad del papa Francisco.

Por su parte, Kasper causó un escándalo internacional cuando en 1993 desafió públicamente a Juan Pablo II por “no permitir” que los adúlteros reciban la Comunión, cuando estaba asentado como obispo de Rottenburg- Stuttgart (Alemania).

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Reflexión

Si lo que de veras interesa es la verdad, tal como prescribe Nuestro Señor Jesucristo, ¿por qué tanto miedo en que esa verdad salga a relucir? La solución no es el ataque "hipócrita" contra quien da testimonio de unos hechos, que nadie ha podido rebatir, sino sacar a relucir esos hechos. El esclarecimiento de la verdad es fundamental para luchar contra todo tipo de perversidad, sea ésta cual fuere. Si lo que Monseñor Viganò dijo es cierto ... ¡pues que salga a relucir! Dice la Biblia que el que ama la verdad viene a la luz, para que sus obras queden manifiestas. No es eso lo que está ocurriendo; tan solo ataques para "defender" al papa Francisco. Pero, defender ¿de qué? Si la conciencia de Francisco es recta, ¿de qué puede tener miedo? ¿Acaso no le interesaría, a  él mismo, que se investigaran los hechos que Monseñor Viganò señaló en agosto del pasado año y, de ese modo, poder rebatirle ... o no, si es verdad todo cuanto dice. Pero, sin embargo, todo esto se tapa, se mira a otra parte, y aquí no ha pasado nada. Eso es, a mi entender, un grave error, que disminuye la credibilidad del papa Francisco, en todo cuanto dice (¡y se contradice!). Pero en el pecado se lleva la penitencia, porque "nada hay oculto que no vaya a descubrirse", tal y como decía Jesús. El problema lo tiene el cardenal Kasper que se empeña en defender al Papa, independientemente de lo que éste diga y haga, como si fuese el fundador de la Iglesia. Y no es así. Francisco está contribuyendo a la destrucción de la Iglesia con sus dichos y con sus hechos ... aunque Dios no se lo permitirá, porque Él sí que cuida de los suyos y da su Vida por sus ovejas. No así los malos pastores, que los hay en abundancia. Contra ellos deben de ir dirigidas las diatribas de Kasper y no contra los obispos y sacerdotes que aman la verdad  y la sana doctrina.

José Martí

sábado, 13 de octubre de 2018

Francisco y las malas compañías (Carlos Esteban)


Decía Chesterton que al católico, al entrar en la Iglesia, se le pide que se quite el sombrero, no la cabeza. Pero cada vez son más mis hermanos católicos que nos conminan a que nos deshagamos, no ya de la cabeza, sino de los mismos ojos, y que siguiendo la extraña aritmética del jesuita padre Spadaro, sumemos dos más dos y nos salga cinco.

Quizá sea algo jesuita, teniendo, como tenemos, el primer Papa surgido de la compañía. Decretaba su fundador, San Ignacio, que la obediencia al superior debe ser como la de un cuerpo muerto y afirmar que lo blanco era negro si así lo disponía quien tiene autoridadQuizá por eso no soy jesuita, o tal vez la instrucción resulta tan contraria a la naturaleza humana que la propia compañía ha destacado en los pasados pontificados más por su rebeldía que por su obediencia

También, después de todo, se suponía que los jesuitas no debían aspirar a ningún cargo eclesiástico, ni siquiera a la dignidad de Monseñor, y ahí los tenemos, cubriendo la dignidad más alta de la Iglesia.

Viene todo esto a cuento de que, contra lo que puedan creer quienes no nos conocen, nada nos gustaría más a quienes hacemos Infovaticana que no ver lo que vemos ni sacar la conclusiones inevitables.

A cuenta de McCarrick y Viganò estamos viendo un cambio de estrategia en el Vaticano bastante triste: distraer la atención hacia Juan Pablo II. ¿Quién, después de todo, le nombró arzobispo de Washington y cardenal de la Iglesia? Karol Wojtyla fue proclamado santo por Francisco, pero es evidente que resultó muy desafortunado en muchos de sus nombramientos, aunque es un poco desconcertante desviar culpas hacia alguien que Francisco ha canonizado para diluir la hipotética culpa del propio Francisco.
En cualquier caso es un cargo válido, y no voy a prescindir ni de los ojos ni de la cabeza para constatarlo. Pero lo peor que puede decir de Juan Pablo II, en ese sentido, es que sus nombramientos fueron buenos y malos, y que se rodeó de hombres buenos y menos buenos.

En Francisco, en cambio, hay que hacer una pirueta mental imposible para no advertir que sus nombramientos son casi invariablemente desastrosos, y apuntan en una preocupante dirección. La constancia en rodearse de clérigos implicados en casos turbios o famosos por sus opiniones heterodoxas hace difícil achacarla a un caso de mala suerte.

Lo de McCarrick es casi una anécdota, una gota en el mar, y si algo ha hecho difícil no creer en el testimonio de Viganò es que el historial pontificio de Francisco hace ver extraordinariamente plausible su veracidad. De hecho, ha sido más confirmada que desmentida por las fuentes vaticanas, desde el silencio empecinado del Santo Padre a la desconcertante carta de Ouellet, en la que admite el cargo principal.

Uno de los ‘mandatos’ implícitos de Francisco al ser elegido Papa era la reforma en profundidad de la Curia romana y, a tal efecto, al principio de su pontificado, eligió un equipo de nueve cardenales para que le asistieran en ese empeño. Cinco años después, la reforma no ha avanzado un milímetro, pero el C9 se ha convertido en una especie de ‘junta’ que gobierna por encima y al margen de las congregaciones.

Y entre estos ‘HOMBRES DEL PAPA’  está el coordinador del equipo, apodado ‘el vicepapa’, el cardenal hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga, del que existe un voluminoso dossier con sus enjuagues financieros en los que desaparecieron millones de dólares, que nombró mano derecha a un obispo auxiliar acusado de abusos a seminaristas -de forma lo bastante creíble como para haber sido destituido- y que llama ‘mentirosos’ a seminaristas que se han atrevido a denunciar el clima de ‘tiranía gay’ que reina en el seminario mayor de Tegucigalpa.

También tenemos -¿o teníamos? es difícil saber- en el consejo a Pell, que lleva ya años en su Australia natal ‘con licencia’ para responder en juicio penal de un caso de abusos a menores. A Pell se le puso al frente de las finanzas vaticanas, y en su ausencia, en lugar de elegir formalmente a otro, Francisco ha dejado que haga y deshaga en el IOR Monseñor Ricca, conocido por sus indiscreciones homoeróticas repetidas. Este fue el monseñor cuyo caso llevó al Papa a su celebérrima pregunta-afirmación: “¿quién soy yo para juzgar?”, tan celebrada en el mundillo LGBT.

Está el chileno Errazuriz. Cardenal chileno. Chile, donde toda la cúpula está llamada a declarar por el ministerio fiscal del país a cuenta del encubrimiento masivo de curas pedófilos. En Chile, por cierto, Francisco también dio muestras de sus curioso criterios de elección de prelados cuando se empeñó, contra el criterio del propio episcopado, en nombrar obispo de Osorno a Juan Barros, acusado de complicidad pasiva con Karadima. Fue la ocasión en la que Francisco llamó a las víctimas que protestaban contra el nombramiento “calumniadores”, aunque al final la presión pública le forzó a aceptar la tercera renuncia presentada por Barros.

Otro hombre fuerte del C9 es el cardenal Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana que, por su cuenta y riesgo, hizo votar en asamblea que los cónyuges protestantes de fieles católicos podían recibir la comunión en determinadas circunstancias, a lo que el Papa dijo primero que sí, luego que no y luego que depende.

Lo del Papa con los alemanes es cosa curiosa por demás. A poco de ser nombrado aconsejó la lectura de otro de sus teólogos de cabecera, el cardenal Walter Kasper, para quien “los dogmas nunca han dejado asentada definitivamente cuestión alguna”, entre otras opiniones de ortodoxia más que cuestionable.

Digo que es curioso no porque sea la alemana una de las jerarquías eclesiales más ‘avanzadas’ y críticas con la tradición eclesiástica, sino porque Francisco ha hecho famosas dos peticiones, dos deseos -una Iglesia pobre para los pobres y la atención a las periferias- y no hay Iglesia nacional a la que parezca más cercano que la alemana, entre las más ricas -como sociedad y como culto- y, desde luego, no especialmente tercermundista.

De los obispos americanos ‘apadrinados’ por McCarrick y elegidos por Francisco -Farrell, Tobin, Wuerl, Cupic- podríamos considerar al Papa meramente ingenuo o confiado. Si no fuera porque a Farrell -auxiliar de McCarrick en Washington, con quien vivió durante seis años en la misma casa- le ha nombrado, ni más ni menos que, prefecto para el megadicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, lo que suena casi a perfecto ejemplo de humor negro. A Tobin y a Cupich -ya saben, el hombre que cada vez que abre la boca sube el pan- les ha convocado para el presente sínodo, aunque el primero -“Nighty night, baby. I love you”- se ha excusado de asistir, queremos creer que por vergüenza torera.

Y llegamos al asunto que mantenemos en portada, de la pluma del gran vaticanista del National Catholic Register, Edward Pentin: LOS HOMBRES SELECCIONADOS PARA ELABORAR EL DOCUMENTO FINAL DEL SÍNODO AHORA EN MARCHA. Tampoco es que importe mucho: Baldisseri -otra ‘creación’ cardenalicia de Francisco- ya ha venido a reconocer indirectamente que el texto está redactado, y que los obispos y toda su cháchara aportarán, como mucho, puntualizaciones.

Podríamos seguir y seguir, desde el homosexualista jesuita Padre James Martin, estrella del pasado Encuentro Mundial de las Familias, partidario de cambiar en el Catecismo de la Iglesia Católica la expresión “intrínsicamente desordenado” -en referencia a la homosexualidad- por “diferentemente ordenado”; hasta el padre Thomas Rosica, asesor de la Oficina de Prensa vaticana en lengua inglesa, que recientemente aseguró que con Francisco la Iglesia entraba en “una nueva fase” -otra-, y que este Papa podía permitirse contradecir la Tradición porque estaba por encima de ella y de la Escritura.

Seguir pretendiendo que “todo está bien”, que el único problema de la Iglesia está en quienes la ‘atacan’ y que todo lo que nos choque de las actitudes de Francisco es porque “no lo hemos entendido bien” empieza a ser, muy seriamente, dejarse la cabeza en la puerta de la Iglesia para entrar en ella.

Carlos Esteban

lunes, 14 de mayo de 2018

El cardenal Kasper sigue generando confusión (Gloria TV)


Duración: 39 segundos


TRANSCRIPT


Cardinal Kasper Keeps Making Confusion


The Anti-Catholic Cardinal Walter Kasper has claimed in an interview with Vatican Insider that Second Vatican Council’s decree on Ecumenism Unitatis Redintegratio (8) basically allows Protestant Communion. 

In reality, the passage speaks about “worship in common” and says that this “should not be considered as a means to be used indiscriminately for the restoration of Christian unity.” 

Worship in common has always been understood as assisting at a liturgy and not as receiving Communion.

TRADUCCIÓN


El cardenal Kasper sigue generando confusión

El cardenal anticatólico Walter Kasper ha afirmado en una entrevista con Vatican Insider que el decreto del Concilio Vaticano Segundo sobre Ecumenismo Unitatis Redintegratio (8) básicamente permite la Comunión Protestante. 

En realidad, el pasaje habla de "adoración en común" y dice que "no se debe considerar como un medio para ser utilizado indiscriminadamente para la restauración de la unidad cristiana".

La adoración en común siempre se ha entendido como ayudar en una liturgia y no como recibir la Comunión.

Cardenal Kasper sobre la comunión para los cónyuges protestantes