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domingo, 16 de diciembre de 2018

Noticias varias 16 diciembre de 2018




ADELANTE LA FE


 ¿Se basa la Misa ad orientem en un concepto de Dios como Alguien que está allá arriba a lo lejos?


INFOCATÓLICA


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Polonia y Hungría vetan el acrónimo LGTBI en un documento oficial de la UE

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Vísperas de la defenestración

CATAPULTA

Otro desquicio postconciliar

Un nuevo “mártir” interreligioso

Bestiario bergoglista (52)

Selección por José Martí

Pagliarani, la FSSPX y Roma



[Apuntes 41] Este sábado fue difundida una reciente entrevista al padre Davide Pagliarani; interesante reportaje en más de un punto, alguno que personalmente me alertó y me preocupó, dejándome cavilando acerca de ¿qué tanto las opiniones de este joven sacerdote italiano son las actuales opiniones mayoritarias de la FSSPX?, aunque, por supuesto, no son la postura oficial de la hermandad fundada por Lefebvre, como no lo puede ser una simple charla con un periodista.

Por ejemplo, si el renovado diálogo (¿o es que todavía no puede considerarse renovado?) de la FSSPX y Roma, volverá a recorrer la misma vía de la discusión teológica sobre las “diferencias doctrinales”que la hermandad tiene con la doctrina del Concilio Vaticano II, por ejemplo sobre la libertad religiosa, mucho me temo que los deseados -por mí- guiños a través de la mesa de negociaciones y el brindis con buen vino añejo, firmando el acuerdo, no cuentan por el momento con ningún remoto signo a la vista en el horizonte.

Pagliarani no quiere saber no sólo ya nada de “guiños”, pero ni siquiera de “hermenéuticas de la continuidad”. Lo ha dicho claramente en la entrevista: “El Papa Benedicto XVI estimó que las divergencias entre Roma y la Fraternidad Sacerdotal San Pío X residían en un problema de interpretación de los textos del Concilio. Bastaba con analizar esos textos para hacer posible el acuerdo. Pero nuestra posición no es esa: la Fraternidad San Pío X rechaza del Concilio Vaticano II todo aquello que se opone a la Tradición católica”. Mucho me temo que posturas como esta de Pagliarani: “El Papa tendría que declarar erróneo el decreto sobre la libertad religiosa y corregirlo en consecuencia”, afirmando, al fin de cuentas, que la condición que pone la FSSPX para unirse a Roma es que Roma… ¡corrija el Concilio Vaticano II!... bueno, bueno… ¿no les dije yo que tengo la inevitable sensación de que a los miembros de la FSSPX les falta buen sentido del humor?... ¿Qué piensan ustedes?...

Recordemos que el padre Pagliarani es Superior General de la FSSPX desde el pasado mes de julio, cuando se reunió en Écone el Capítulo General de la Fraternidad. Por supuesto que en semejante reunión debió hablarse, intercambiarse opiniones, discutirse... acerca del estado de las relaciones de la FSSPX con Roma. Pero, como vivimos en momentos en que los católicos fieles y conscientes (y conscientes, reitero esto último, porque existe otro tipo de católicos), cada vez que se encuentran, intercambian puntos de vista sobre la situación actual en el Global Estado de la Iglesia Militante de Cristo en esta Tierra. Esto, inevitablemente, también debe ser cierto para la FSSPX, y seguro que lo fue para el pasado Capítulo General. Y, aún con más razón, ya que la FSSPX no puede evitar verse obligada a hacer juicios prudenciales sobre sus propias relaciones con la Santa Sede. Por lo tanto, ¿cómo ve la FSSPX el actual estado de la Iglesia?... Algo dice Pagliarani sobre esto en la entrevista, (léanla) pero es su opinión, importante sí, porque es el Superior General, pero es sólo "su" opinión. Si el Capítulo General tomó intra portas, alguna secreta decisión al respecto, ¿cuál ha sido esa decisión?...

En mi caso sólo puedo sentir una inmensa compasión por aquellos involucrados en tales decisiones. Por un lado, los tres obispos de la Hermandad son ahora treinta años mayores que cuando fueron consagrados. Si su actual tránsito por la tercera edad se complementara con un "sine mandato Apostólico" al momento en que se vieran obligados por las circunstancias (como Lefebvre en 1988) a consagrar nuevos obispos..., eso incurriría en nuevas excomuniones latae sententiae; así que en tal caso se produciría un verdadero paso atrás de facto en las relaciones de la FSSPX y la Santa Sede.

Por otra parte, si la opción es avanzar hacia una -no previsible hoy- decisión de obediencia a Roma... nadie necesita que se le recuerde la forma en que Roma es capaz de tratar a quienes tiene a su merced. Y, a pesar de la retórica, sabemos bien que la Misericordia no es un sello distintivo del régimen actual.

Reconociéndome un cínico, tiendo a pensar que cualquier acuerdo debería asegurar el estado financiero independiente de esta querida y admirable Hermandad, de modo que, si posteriormente hubiera mala fe de parte de Roma, la FSSPX podría reanudar su curso anterior sin daños mayores. "Las manos fuera del efectivo y de las propiedades" me parece una consideración muy importante. Los temas monetarios parecieran ser uno de los principales motivos del salvaje régimen visitatorial impuesto por el Papa a los Franciscanos de la Inmaculada. Pero, ¿qué puedo saber yo acerca de las complejidades de la situación actual en ese punto?

De lo que estoy seguro es que los miembros de la FSSPX son nuestros amados hermanos en el Señor, por quienes en este momento todos los que tratamos de vivir en legítima unidad con Roma, tenemos una considerable obligación de orar. Y, al hacerlo, también orar dando gracias por todo lo que la FSSPX ha hecho por el mantenimiento de la Fe.

No podemos olvidar que el obispo Bernard Fellay fue el único sucesor de los apóstoles que dio su firma a la Correctio filialis.

El acuerdo China-Vaticano es secreto sólo de palabra. He aquí cómo funciona (Sandro Magister)



*
Del acuerdo firmado el 22 de setiembre entre el Vaticano y Chin se ha dicho sólo que se refiere al nombramiento de los obispos. Sus cláusulas son secretas. Pero entre entonces y ahora han ocurrido tantas cosas, que permiten comprender demasiado cómo funciona ese acuerdo.
El cardenal Zen Ze-kiun (en la foto), de 88 años, voló deliberadamente desde Hong Kong a Roma para entregar personalmente al papa Francisco una apasionada carta-apelación de su autoría, de siete páginas, sobre la dramática situación en la que está sumergida en China, después del acuerdo, la Iglesia Católica llamada “underground” o clandestina.
Para la otra parte de la Iglesia china, la oficial, reconocida por las autoridades de Pequín, por el contrario, todo parece desarrollar a beneficio del régimen.
También los últimos siete obispos impuestos a la fuerza contra la voluntad de Roma han sido reconocidos por el Papa, quien los ha liberado de la excomunión producida en el momento de su ordenación ilegítima, a pesar de la ausencia de cualquier pedido público suyo de perdón y el hecho que dos de ellos tenían amantes e hijos. El papa Francisco se ha inclinado incluso a levantar la excomunión a un octavo obispo nombrado exclusivamente por el gobierno, fallecido en enero de 2017, pero que las autoridades de Pequín han querido verle rehabilitado a toda costa.
Más aún, el Papa se ha visto obligado a tragarse el envío a Roma justamente de uno de los siete obispos excomulgados, Guo Jincai, como delegado de la Iglesia china al sínodo mundial celebrado en octubre pasado. El anuncio de su envío lo han dado primero las autoridades chinas y sólo después el Papa lo incluyó en la lista de sus invitados.
Guo Jincai es desde hace años un perfecto hombre del régimen. Es miembro de la Asamblea del Pueblo, el parlamento chino, promovido a ese rol por el Departamento Central de la Organización del Partido Comunista, y es secretario general y vicepresidente del Consejo de los obispos chinos, es decir, la seudo Conferencia Episcopal, hasta ayer jamás reconocida por Roma, conformada únicamente por los obispos oficialmente reconocidos por el gobierno, al que ahora le corresponderá, según el acuerdo, indicar al Papa el nombre de cada futuro obispo, elegido previamente mediante una votación “democrática” por parte de representantes de las respectivas diócesis, todos ellos a su vez designados y amaestrados por funcionarios del Partido Comunista.
Acosado por los periodistas luego de la noticia del acuerdo con China, Francisco dijo que en todo caso será siempre el Papa el que tenga la última palabra.
Pero por lo que ha acontecido hasta ahora, resulta que los que “hablan” son siempre y únicamente las autoridades chinas, con el Papa que se limita a decir “sí” cada vez. Quizás incluso anticipando los deseos de otros, como ocurrió con la erección, por parte de la Santa Sede, de la nueva diócesis de Chengde, anunciada el mismo día de la firma del acuerdo sin que se dijera el por qué.
El motivo se lo entendió poco tiempo después, con la asignación de esta nueva diócesis precisamente a Guo Jincai, el emisario enviado por el régimen al sínodo. Quienes determinaron los límites de ésta y de otras 96 diócesis fueron, desde hace años, las autoridades chinas, por iniciativa unilateral de ellos, copiando los límites de las provincias y arrojando a la basura las 137 diócesis de la geografía vaticana. La Santa Sede jamás había aceptado esto. Pero ahora el primer paso ha sido dado por el papa Francisco. Y a partir de esto se conseguirá, vista la reducción del número de diócesis, la progresiva puesta en fuera de juego de casi treinta obispos clandestinos.
Sobre los cuales la presión del régimen se ha hecho todavía más pesada después de la firma del acuerdo.
Alguno de ellos ya ha claudicado, como el obispo de Lanzhou, Han Zhihai, cuyo acto de sometimiento ha coincidido con su promoción a presidente de la local Asociación Patriótica de los Católicos Chinos, es decir, del histórico instrumento de control del régimen sobre la Iglesia, que hasta ayer la Santa Sede siempre juzgó “inconciliable” con la doctrina católica, pero a la cual están obligatoriamente inscriptos todos los obispos oficiales.
Otros, por el contrario, resisten sin doblegarse, como el obispo de Wenzhou, Shao Zhumin, llevado por la policía a mitad de noviembre para una enésima e inútil jornada de adoctrinamiento en una localidad desconocida. Es la quinta vez en los últimos dos años que las autoridades chinas lo han secuestrado, al punto que en junio de 2017 incluso la embajada de Alemania en Pequín protestó públicamente en defensa suya.
Es a esta Iglesia en resistencia que el cardenal Zen le ha dado voz, en su apelación a Francisco, para que no se sienta abandonada por Roma. Inaudito.
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Esta nota ha sido publicada en "L'Espresso" n. 51 del 2018, en los kioscos el 16 de diciembre, en la página de opinión titulada "Settimo Cielo" confiada a Sandro Magister.
He aquí el índice de todas las notas precedentes:

> "L'Espresso" al séptimo cielo
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La nota ya había sido impresa en L’Espresso cuando llegó una noticia ulterior que la confirma plenamente.
En el hotel Diaoyutai de Pequín, que el Estado chino reserva a sus propios huéspedes, el enviado vaticano Claudio Maria Celli ha oficializado el traspaso, como cabeza de la diócesis de Mindong, del obispo “clandestino” Vincenzo Guo Xijin al “oficial” Vincenzo Zhan Silu, uno de los siete al que el papa Francisco levantó la excomunión el día de la firma del acuerdo.
De aquí en adelante Guo Xijin figurará solamente como auxiliar del nuevo ordinario de la diócesis.
Al mismo tiempo, en la otra diócesis de Shantou, el anciano obispo “clandestino” Pietro Zhuang Jianjian se ha jubilado y en su lugar ha sido incardinado el obispo “oficial” Giuseppe Huang Bingzhang, otro de los siete excomulgados.
Tanto Zhan Silu como Huang Bingzhang son también vicepresidentes de la seudo Conferencia episcopal puesta a los pies de las autoridades chinas.
Ya hace un año monseñor Celli se había dirigido a Pequín para obtener esta doble sustitución, a pesar de que los dos obispos ahora promovidos todavía estaban excomulgados. Pero había encontrado fuertes resistencias, que el cardenal se había apurado también entonces en hacer notas al papa Francisco. Al intentar convencer a los dos obispos “clandestinos”, Celli había dicho que el Papa en persona les pedía este paso atrás, “porque de otra manera el acuerdo entre China y el Vaticano no puede firmarse“.
Hoy el acuerdo existe y la operación ha llegado a puerto. Todo se lleva a cabo.
Sandro Magister