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sábado, 1 de febrero de 2025

El miedo a Franco (Pío Moa)





1. Las leyes tiránicas de memoria tratan precisamente de falsear la memoria. La de Franco. Porque Franco salvó a España del frente popular, de la guerra mundial, de la vuelta a la guerra civil querida por el maquis, del criminal aislamiento exterior, del hambre y miseria de la república… A los corruptos tiranuelos actuales les da miedo que los españoles recuerden lo que pasó realmente. Es lógico.

2. Al invocar un falseado recuerdo de Franco, el PSOE busca tapar sus delitos. Y muchos no entienden que con ello dan pie a clarificar el pasado y el propio carácter de la oligarquía PPSOE. Porque su pretendida legitimidad solo descansa en la falsificación de la historia

3. El gobierno pretende identificar la democracia con el PSOE. Pero, según su propia lógica, democracia exige antifranquismo, y el PSOE solo “luchó” contra el franquismo mucho después de muerto Franco, por lo que nada le debe la democracia. ¡Aquí los demócratas habrían sido comunistas y ETA!

4. Muchos no entienden que la democracia no habría sido posible sin la gran labor constructiva del franquismo. Nunca pudo venir de comunistas; o de socialistas expertos mayormente en corrupción. Y aclararlo debe abrir paso a una regeneración política urgente.

5. Dicho de otro modo: si queremos acabar con la putrefacción política causada por la defunción del régimen del 78 es esencialísimo recuperar la historia real contra los déspotas que intentan prohibirla para seguir delinquiendo.

Pío Moa

miércoles, 15 de enero de 2025

El año del Franco y del PSOE / Reconquista y nueva era (Pío Moa)



El año del Franco y del PSOE

**Caído el régimen del 78, se abre un período incierto, en que, o España involuciona a una tiranía más o menos a la venezolana, o se impone un nuevo régimen con una Constitución democrática que corrija los serios errores de la anterior. Sería el sexto régimen político desde la Restauración.

**El año 2025 puede (debería) ser el de Franco y del PSOE. El de la verdad histórica sobre uno y otro. Y la verdad, reivindicada sobre la farsa, debería poner fin a un PSOE históricamente enemigo de la libertad y de la integridad nacional de España.

**El arma mejor contra el PSOE es la verdad histórica. Por eso han impuesto leyes para impedirla

**A los principios esenciales de unidad nacional y democracia que defiende VOX habría que añadir la neutralidad de España en la guerra europea que planean las oligarquías de la UE.

**La posición histórica y geopolítica de España es muy particular, y aunque VOX entre en los movimientos europeos contra la degeneración antidemocrática, woke, lgtbi y belicista en Europa y en Usa, y colabore con ellos, creo que debería mantener una clara independencia: Trump es un nacionalista o imperialista useño, y sus intereses de fondo no coinciden con los de España, algo que debe tenerse en cuenta.

**Alice Weidel está políticamente muy bien, pero no me parece que sus inclinaciones o costumbres familiares sean para airearlas como un mérito. Los niños no son mascotas, y su primer derecho es a un padre y una madre reales

**No es ninguna paradoja que las feministas simpaticen tanto con el islam: lo que odian y desprecian es ante todo la condición femenina, no al varón, como parece.

**Hay una derecha que no distingue entre Dios y el César, y que se cree predilecta de Dios, aunque Dios no parece muy convencido de ello.




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Reconquista y nueva era.

**La Reconquista fue posible por la previa existencia del reino hispanogodo. Y a su vez hizo posible el cruce del Atlántico y el Pacífico por barcos españoles, inaugurando en la historia humana una nueva era que terminaría con la SGM:

**No hay progre que no odie la Reconquista y que deje de ensalzar a Al Ándalus. Aunque casi ninguno hable árabe. Ni es casual que quienes fomentan la inmigración ilegal masiva, protegen a Marruecos y odian a España, detesten la Reconquista y hasta prohíban su nombre… ¡por motivos “científicos”!

**La Reconquista no solo enfrentó a cristianos contra musulmanes, ese fue el aspecto religioso; pero políticamente enfrentó a España contra Al Ándalus. Son dos facetas que no deben confundirse como a veces se hace. Cristiana era toda Europa occidental pero la Reconquista fue un fenómeno netamente español.

**En el aspecto religioso, la Reconquista terminó con la toma de Granada; en el político, con la reincorporación de Navarra.

**Para la Iglesia era esencial la expulsión del islam y recristianización de la península, pero la reunificación política lo era bastante menos. La secesión de Portugal debió bastante a Roma.

**Un aspecto poco atendido de la Reconquista fue la influencia francoborgoñona, que en parte la enriqueció y en parte la distorsionó.

**En todas las sociedades pugnan tendencias integradoras y disgregadoras, que en la Reconquista alternaron repetidamente. Que triunfara mayoritariamente la integradora se debió a la memoria e influjo del reino hispanogodo. Sin él no habría habido España, sino Al Ándalus o taifas cristianas.

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domingo, 12 de enero de 2025

Año de Franco (IV) Aznar derrota a Franco (Pío Moa)



“Aznar derrota a Franco” es el título irónico de un capítulo de El PSOE en la historia de España. Hemos visto cómo la simplona disyuntiva democracia/dictadura puede confundir por completo la historia. Cómo la democracia republicana fue caótica y derivó hacia un régimen totalitario que afortunadamente no cuajó porque perdió la guerra. Cómo Franco reafirmó la continuidad histórica de España, a la que libró de la II Guerra Mundial, y derrotó al maquis y a un criminal aislamiento exterior, mantuvo la soberanía nacional y dejó una sociedad reconciliada, sin los viejos y brutales odios, en excelente salud social y más próspera que nunca antes. Hemos visto también cómo su régimen no fue fascista ni totalitario, sino de cuatro partidos y con un estado mucho más pequeño que el actual. Y cómo no logró consolidarse debido al cambio de orientación de la Iglesia y a la propia relevancia de un Franco que resultó insustituible. Cómo no tuvo oposición democrática, sino ante todo comunista y/o terrorista, y cómo la transición vino necesariamente del propio franquismo. Miremos ahora, a grandes líneas, la evolución de la democracia.

1. El referéndum de 1976 había derrotado a los rupturistas que negaban legitimidad al franquismo y lo adjudicaban al frente popular (confundido con la república). No obstante, por debilidad intelectual de la derecha, los derrotados pudieron ir apropiándose o usurpando la bandera de la democracia, en detrimento de la misma.

2. Oficialmente, el franquismo fue sustituido por la democracia con la Constitución de 1978, tras una preparación de tres años. La Constitución consagró aspectos esenciales del legado de Franco, en particular la unidad nacional, la economía de mercado, la monarquía o la bandera con que fue vencido el frente popular. Y amplió las libertades a los partidos que se titulaban herederos de los derrotados en la guerra civil –y vueltos a derrotar en el referéndum del 76– a quienes se otorgó una autoridad político-moral inapropiada, por antihistórica, al olvidarse su trayectoria.

3. Se suponía que, con todo, no había mucho que temer, dado que la solidez de la sociedad salida del franquismo dificultaba por sí sola la vuelta a las viejas convulsiones. Se pensaba también que, de un modo u otro, comunistas, socialistas y separatistas habrían aprendido la lección de la historia y evitarían recaer en las querencias totalitarias del pasado.

4. Un defecto muy peligroso de la Constitución fue la distribución del país en autonomías con derecho a expandirse indefinidamente a costa de la unidad nacional. Tal concesión partió de la derecha, y dentro de ella del sector democristiano hegemónico en la UCD de Suárez: casualmente, eran también democristianos los separatistas vascos y catalanes, provisionalmente presentados como simples autonomistas. Pero esos partidos no renunciaban a sus postulados de origen, utilizaron las concesiones en enseñanza y medios de masas para ejercer una propaganda antiespañola y debilitar los lazos de unión nacional, en particular el idioma común. Problema agravado por el terrorismo separatista, sobre todo vasco, aunque también catalán.

5. No solo los separatistas utilizaban las concesiones para avanzar en sus designios: también el PSOE volvió a sus tendencias totalitarias al llegar al poder en 1982, vulnerando la independencia judicial, cosa que aceptó el PP, para entrar en el reparto de jueces, junto con los separatistas. Esta y otras maniobras se combinaban con una corrupción rampante y, finalmente, ante el peligro de perder las elecciones, con una furiosa propaganda de lucha “heroica” contra el desaparecido franquismo. Ello fue posible debido al abandono toda lucha de ideas o cultural por una derecha deseosa de “olvidar” el franquismo

6. A principios de este siglo, la izquierda y los separatistas habían ganado por completo la batalla histórico- cultural, por incomparecencia de la derecha, consiguiendo la legitimidad que les había negado el referéndum del 76, y con ella ancha vía para sus políticas cada vez más dañinas. Con todo, la democracia subsistía, aun si con serios problemas. Pero fue el 20 de noviembre de 2002 –fecha muy simbólica– cuando el PP de Aznar condenó al franquismo oficialmente (y en tonos amenazantes) sumándose al discurso político-histórico del PSOE y los separatistas.

7. La condena del franquismo significaba la condena al referéndum del 76, que todos pretendían olvidar, e, implícitamente, a lo que había salido de él, la monarquía y la propia democracia entre otras cosas. Más en profundidad, era una bomba de relojería contra la herencia ya mencionada del franquismo. No fue en absoluto un hecho anecdótico o menor, como a veces se trata, sino algo así como un golpe de estado encubierto, que transformó el régimen del 78 y abrió paso a una verdadera involución.

8. La labor de Aznar fue lógicamente continuada por el PSOE de Zapatero con leyes sucesivas contra las libertades, la convivencia en paz y en libertad y la propia Constitución. Destacaré tres: a) la ley de “memoria histórica”, de estilo soviético, por la cual unos políticos generalmente corruptos e incultos se permitían dictar a la población lo que debía pensar de su propia historia; al paso que se identificaban con los chekistas autores de crímenes atroces, juzgados y fusilados en la posguerra, y a los que llamaban víctimas. Así se desvanecía la esperanza de que hubieran aprendido la lección de la historia. b) Las leyes “de género”, que cultivan el odio entre los dos sexos, culpabilizando arbitrariamente a uno de ellos. c) Las leyes “de odio”, por las que los citados políticos pretenden reglamentar hasta los sentimientos de las personas, algo que supera a los totalitarismos tradicionales.

9. Por su parte, los separatismos crecieron en audacia, ya con Aznar, y más aún después, hasta que en 2017, el separatismo catalán se sintió lo bastante fuerte para intentar el golpe de estado y la secesión de Cataluña, como había hecho en 1934. Para entonces había surgido otro partido claramente partidario de la unidad nacional y de restablecer las normas democráticas, VOX, el rey reaccionó y el PP se vio forzado a aplicar la Constitución, si bien de manera floja e insuficiente. Por el momento del golpe fracasó, sin que el problema se hubiera solucionado.

10. Desbancado el PP del gobierno por un PSOE que explotaba su corrupción –siendo aún más corrupto–, los socialistas, con Sánchez a la cabeza, coronaron la involución profanando la tumba de Franco (con la complicidad pasiva de la Iglesia y la monarquía, que debían su propia subistencia a Franco, y del PP, salido directamente de los altos cargos del franquismo). Y, finalmente, un PSOE aliado tradicionalmente con los separatismos, procedió a legalizar el golpismo con una amnistía anticonstitucional. Esto ha significado simplemente el fin de la Constitución, por tanto del régimen del 78, como el fraude electoral de febrero de 1936 significó el fin de la república.

11. Hoy el país se encuentra en la disyuntiva de evolucionar a una tiranía similar a la bolivariana de Venezuela, o restablecer con nuevas normas y nueva Constitución la unidad nacional y la democracia. A lo que debe añadirse la neutralidad ante la nueva guerra europea que planean unas oligarquías de la UE, cada vez más ajenas a lo que siempre se ha entendido por democracia.

PÍO MOA

Año de Franco (III-b) Franquismo y democracia (Pío Moa)



La degradación del pensamiento político, sobre todo en medios periodísticos, lo hace girar sobre la simpleza dictadura/democracia. Pero, como hemos visto, la dictadura de Franco fue extraordinariamente constructiva, mientras que la democracia republicana fue caótica y brutal, y el frente popular perseguía una dictadura de tipo soviético. Por eso debe clarificarse mejor la cuestión en relación con el franquismo.

1. Franco preconizaba en 1930 una democratización en orden. Prefería con monarquía, pero cuando esta se suicidó al año siguiente, aceptó la república y la defendió eficazmente en 1934 contra el asalto del PSOE, los separatistas catalanes y la izquierda en general. Asalto que, aun fracasado, dejó malherida a una república la cual recibió la puntilla con el fraude electoral de febrero de 1936 por el frente popular.

2. Pese al caos republicano, Franco se mantuvo fiel al régimen pensando que podría corregir sus graves defectos. Pero cuando la legalidad republicana, es decir, la propia república, fue destruida por el frente popular, Franco y otros muchos comprendieron que había que elegir entre aceptar el aplastamiento o rebelarse. Y optaron por lo segundo, pese a las condiciones prácticamente desesperadas del comienzo.

3. La experiencia republicana, degenerada en frente popular, hizo pensar a Franco y a muchos otros que la democracia liberal clásica estaba caducada y no podía funcionar en España, donde la pobreza y los odios demagógicos desatados por partidos violentos y totalitarios impedían una convivencia ordenada y en libertad. La idea había cundido mucho en Europa después de la I Guerra Mundial, una sangrienta confrontación entre estados liberalparlamentarios: de aquella contienda habían salido la revolución soviética y una intensa subversión comunista que muchos países solo pudieron afrontar con medidas dictatoriales o fascistas.

4. Por lo tanto, ganada la guerra, el franquismo buscó una articulación política que superase tanto la democracia liberal como el sistema comunista. El resultado fue, primariamente, una dictadura concebida con el objeto de crear una sociedad libre de la miseria y de los odios brutales de la república, que impidiese una vuelta al pasado.

5. La dictadura de Franco no fue totalitaria ni fascista. En estas, un partido único ocupa todo el estado, y el estado ocupa la sociedad, como ocurría en la URSS y, en menor medida, en los estados fascistas. Pero el franquismo no tenía un solo partido, sino cuatro, llamados “familias”: Falange, carlismo, monarquismo de tradición liberal, y católicos-políticos ligados al Episcopado. Los cuatro se unían teóricamente en un Movimiento Nacional, que no pasaba de ser un ministerio con pocos recursos y en la práctica representaba solo a la Falange. Las tensiones entre las “familias”, no se dirimían en elecciones, consideradas focos de demagogias, sino por el arbitraje de Franco. La economía, aun si con cierta intervención estatal, era básicamente de libre mercado. Y el estado no ocupaba la sociedad, pues era pequeño –mucho más pequeño que ahora– y poco entrometido en la vida corriente de la gente.

6. La representación popular se hacía en unas Cortes llamadas orgánicas (democracia orgánica), con sectores sindical, municipal y –aunque no en la práctica– familiar, más un grupo de jefes del Movimiento, otro de representantes de la universidad, las reales academias y demás instituciones culturales, otro de delegados de las cámaras de comercio e instituciones técnicas y científicas, más altos cargos políticos y 40 procuradores nombrados directamente por Franco. Esta composición debía evitar las demagogias atribuidas a la lucha de partidos por el sufragio universal, procurando una política general más responsable y eficiente. En realidad nunca funcionó como parlamento efectivo, siendo el gobierno, con representantes de las cuatro “familias” el principal elemento de orden.

7. Los muy amplios poderes atribuidos a Franco entrañaban un peligro implícito de degenerar en tiranía. Sin embargo, caso no muy habitual, Franco los ejerció con gran cautela y moderación, sin violentar al poder judicial ni a las Cortes ni a las leyes establecidas por el propio régimen (la Constitución la actual ha sido violentada casi constantemente por los gobiernos de PP y PSOE. Lo mismo había pasado en la república) Sin embargo, la especial autoridad de Franco no dejaba de ser una debilidad del régimen, pues nada garantizaba que a su muerte surgiera otro gobernante de su nivel. La muerte del benéfico dictador y los efectos de fondo del Vaticano II, serían la causa determinante de una obligada transición a la democracia, mejor o peor llevada.

8. La campaña del PSOE con el título “50 años de libertad”, encierra dos falsedades radicales: atribuir implícitamente la libertad a dicho partido, y negarla al franquismo. Pero debe distinguirse entre libertad personal y libertades políticas. En la personal, aquella en que no intervenía el estado, existía en el régimen de Franco mucha más que ahora, cuando el estado ha cobrado un volumen (gastos y funcionarios) cuatro o cinco veces mayor que en el franquismo, ejerce sobre los ciudadanos una vigilancia como nunca se había visto, y pretende controlar y reglamentar casi todos los aspectos de la vida personal, hasta los sentimientos (“delitos de odio”, “cancelación”, etc.)

9 . En cuanto a las libertades políticas, las había, obviamente, para los partidos que ganaron la guerra civil, y no, en principio, para los que la habían querido, provocado y ocasionado. Pero incluso para estos se fue relajando la censura conforme el régimen se liberalizaba desde finales de los años 50, quedándose en algunas restricciones y manteniéndose cierta persecución sobre comunistas y terroristas. Manifestación de este hecho es que las amnistías de la transición solo pudieron afectar a unos centenares de presos políticos, número insignificante en una población de 36 millones de habitantes supuestamente contrarios al régimen. En las cárceles no había demócratas ni socialistas (ni el PSOE molestó gran cosa al régimen ni a la inversa).

10 La democracia puede entenderse de dos maneras: como intervención popular cada cierto tiempo para elegir a los partidos u oligarquías que deben gobernar; o mediante una aquiescencia mayoritaria al gobierno expresada en plebiscitos o referéndums y en general ante la actuación de los gobiernos. Y el respaldo popular al franquismo se puso de relieve en dos ocasiones especiales: cuando, durante los años 40, el régimen se vio acosado por soviéticos, anglosajones y la propia ONU, y por el maquis, acoso que no habría podido resistir si el mismo se hubiera combinado con un espíritu de odio o rebeldía en el interior; y cuando, al morir Franco, la disyuntiva de una democracia por reforma o por ruptura, la población, por mayoría aplastante, se inclinó por la salida a partir de la legitimidad histórica del franquismo.

11. En la historia real, el franquismo surgió como remedio a una sociedad enferma de odios, miseria y antagonismos, con amenaza de romper su trayectoria cultural, política e histórica, o de partirse en varios estados. La cura de esa enfermedad exigió una convalecencia de tres décadas y media, pero al final, la sociedad estaba lo bastante sana para permitir una democracia sin las epilepsias del pasado, salida del propio franquismo, y cuya corrosión, hasta el golpismo actual, procede precisamente de los que, como el PSOE, se han empeñado en luchar “heroicamente” contra un régimen desaparecido hace medio siglo y contra el que no habían luchado antes.

miércoles, 8 de enero de 2025

Franco (III-a) Un balance del franquismo (Pío Moa)



Aunque es muy difícil sintetizar en unos pocos puntos la cuestión, y dada la enorme cantidad de desvirtuaciones y falsedades en torno a ella, expondremos aquí algunas líneas generales.

1. Ganada la guerra, los nacionales se aplicaron como tarea prioritaria a reconstruir el país, física y políticamente,con ánimo de convertirlo en potencia importante en Europa. Sin embargo el optimismo inicial chocó con la ingente dificultad de la herencia de hambre y la desintegración económica de la zona izquierdista. A ese problema se sumó la guerra en Europa, durante la cual Inglaterra restringió el comercio español (petróleo, plástico, fertilizantes…) valiéndose de su dominio del mar.

2. La guerra en Europa estalló, como había querido Stalin, entre Francia e Inglaterra por un lado, y Alemania por el otro. Franco la había temido porque el beneficiario evidente sería la URSS y declaró enseguida la neutralidad. No obstante existía el peligro de verde arrastrado a la contienda por invasión o presiones extremas.

3. Los nacionales (salvo los monárquicos y los próximos al episcopado) simpatizaban más con Alemania–que les había ayudado en la guerra civil y con la que no tenía España conflicto histórico– que con Inglaterra, que invadía España en Gibraltar. No obstante, Franco insistió en la reconstrucción del país, y se mantuvo al margen pese a las presiones de Hitler: solo entraría en guerra si esta era corta, algo que sabía imposible. Al invadir Hitler la URSS, cuando la victoria alemana parecía segura, Franco envió la División Azul como pago por la ayuda recibida en la guerra civil.

4. Una vez derrotada Alemania en 1945, España hubo de afrontar nuevas amenazas: soviéticos, anglosajones y otros decidieron aislarla internacionalmente. Era una medida criminal, porque España no había entrado en la guerra y porque, podía y buscaba provocar una gran hambruna en el país. No obstante, en aquel muro exterior encontró España una grieta, Argentina, y la diplomacia franquista evitó la catástrofe.

5. El aislamiento exterior se combinó interiormente con una guerra de guerrillas (el “maquis”), sumamente peligroso en aquellas arduas condiciones de hostilidad externa y de graves carencias económicas internas.No obstante, hacia 1948 el maquis estaba prácticamente vencido, aunque derrotar política y diplomáticamente el aislamiento no se lograría plenamente hasta bien entrados los años 50.

6. Pese a tantas contrariedades, el balance de esos años 40 puede calificarse de espléndido: España se libró de las matanzas y miserias del resto de Europa, se reconstruyó penosamente, pero con sus propias fuerzas, y al terminar los años 40 los indicadores económicos (consumo de energía, construcción y urbanización, enseñanza sobre todo primaria y secundaria, regadíos, repoblación forestal, tráfico aéreo, teléfonos, esperanza de vida al nacer…) superaban netamente a los del mejor año de la república. Tales éxitos frente a la hostilidad exterior y a la subversión interior no se habrían logrado sin una básica adhesión popular al nuevo régimen: el recuerdo de la república y del frente popular estaba demasiado fresco para suscitar nostalgias en la mayoría.

7. La alianza entre las potencias ganadoras de la guerra mundial no podía durar mucho, como previó Franco, vino la “guerra fría” y ante la resistencia demostrada por el franquismo Usa tuvo que avenirse a un acuerdo, dada la inestimable posición geoestratégica de España ante una posible invasión soviética de Europa occidental. Dado que Usa era la única protección real ante una posible expansión soviética, España permitió, como otros países europeos, la presencia de bases useñas, a cambio de resquebrajar el aislamiento, y finalmente España entró en la ONU en 1955.

8. La presencia useña, con sus productos industriales y culturales, influyó en España y en el propio régimen, pero este mantuvo una esencial independencia política y cultural, en relación con Hispanoamérica y sin dejarse arrastrar a guerras ajena, como la de Vietnam (Franco profetizó la derrota de Usa). Tampoco hubo reconocimiento de Israel: España había salvado a decenas de miles de judíos de la persecución nazi (los anglosajones no hicieron nada al respecto), pero luego Israel secundó el aislamiento de España, la cual encontró en cambio apoyo en varios países árabes –entonces en vías de secularización varios de ellos–. Otro respaldo fundamental contra el aislamiento fueron bastantes países hispanoamericanos.

9. Las imposiciones exteriores obligaron a organizar la economía –con notable éxito, dadas las circunstancias– sobre el modelo llamado “autárquico”, que a finales de los años 50 se mostraba agotado, como tantos otros. A finales de esa década, y superado el aislamiento, España se sumó al modelo keynesiano posterior a la II Guerra Mundial, que dio a Occidente “los treinta (años económicamente) gloriosos”, y que a su vez se agotaría poco antes de la muerte de Franco.

10. Un balance de conjunto podría ser este: en los años 40, el franquismo libró a España de las destrucciones de la guerra mundial que afectaron a casi todo el resto de Europa; el país se reconstruyó con sus propias fuerzas, sin incurrir en la enorme deuda económica, moral, política y militar del resto de Europa occidental hacia Usa; superadas con éxito las enormes dificultades y la peor hostilidad de los años 40-50, el país conoció durante quince años una de las tasas de crecimiento más rápidas del mundo.

11. El éxito económico del franquismo ha sido muy ponderado en diversas historias de la época, pero son probablemente más importantes otros logros: la superación de los odios brutales de los años 30 y la salud social. En cuanto a esta, al morir Franco España era el mejor o uno de los mejores países del mundo en cuanto a delincuencia y población penal, drogas, abortos, suicidios o estabilidad familiar, etc., y se había situado entre los tres primeros en esperanza de vida al nacer. etc. Y la población, en su inmensa mayoría, estaba reconciliada y moderada políticamente, lo que hizo posible una transición sin serios traumas, decidida popularmente a partir de la legitimidad de aquel régimen.

PÍO MOA

martes, 7 de enero de 2025

Año de Franco (II) Qué fue la guerra civil (Pío Moa)

MÁS ESPAÑA Y MÁS DEMOCRACIA


Puesto que la democracia procedió de la legitimidad del franquismo (aprobada en referéndum) y no de la ruptura con ella, y a su vez el franquismo provino de la guerra civil, es preciso empezar por esta última el análisis histórico-político.

1. Las historias de la guerra civil suelen ser una selva de datos, a menudo parcial o totalmente falsos, de juicios sobre personajes, anécdotas y relatos parciales, en los que no pocas veces se diluye lo esencial: por qué se llegó a la guerra y qué se jugaba en ella por los dos bandos. Las versiones más habituales son tres: la de la derecha tipo PP, la de la izquierda y los separatistas, y la de la derecha tradicional.

2. La versión tipo PP habla de unos grupos criminales o enloquecidos de uno y otro bando a quienes les dio por matarse entre sí, no se sabe bien por qué, y arrastrar al resto del país. La estupidez de semejante “explicación” no merece más comentario que el del asombro por que hayan podido expresarla diversos historiadores y periodistas.

3. La versión de la izquierda tiene más dignidad intelectual, aunque es perfectamente falsa: la guerra habría enfrentado a las fuerzas democráticas republicanas con las fuerzas reaccionarias que empobrecían y explotaban al “pueblo”. La tesis podría funcionar si no fuera porque los partidos “democráticos” eran principalmente un PSOE y una PCE dispuestos a imponer la llamada “dictadura del proletariado”, es decir, de ellos mismos; y porque la izquierda en general, durante la república, empobreció notablemente a los trabajadores masificando el paro y duplicó el número de muertos por hambre.

4. La versión de la izquierda empeora si atendemos a la propia guerra civil, en la que el frente popular desarticuló la economía y produjo la mayor hambre conocida en España en el siglo XX, pese a disponer inicialmente de casi toda la industria y de grandes extensiones agrarias. En cambio los “reaccionarios” aseguraron un abastecimiento suficiente para la población de su zona, aunque en la posguerra tuvieron que afrontar las consecuencias de la increíble desorganización económica de la mitad del país que había estado en manos izquierdistas.

5. La tercera versión argumenta que la guerra procedió de la rebelión de la parte sana de la sociedad para defender a la Iglesia y a España contra el desorden tiránico de una izquierda antirreligiosa y fundamentalmente comunista. Esta explicación es más demostrable que las anteriores, pero resulta un tanto roma: por ejemplo, habla de “bando republicano” identificando república y frente popular y otorgando a este la legitimidad de la primera, cuando fue el frente popular quien destruyó la legalidad republicana, haciendo inevitable la guerra. Este es un error de gran calado, que en nuestros días ha permitido la desvirtuación de la transición democrática.

6. Entender la guerra exige apreciar la composición política de los dos bandos. El frente popular se componía de dos partidos realmente fuertes y de masas el PSOE y el PCE, ambos aspirantes a transformar radicalmente la cultura e historia del país imitando a la URSS. En torno a ellos giraban los republicanos de izquierda, de representatividad y fuerza popular muy escasas, y los anarquistas, que pronto fueron desbancados. Otros dos partidos clave fueron los separatistas vascos y catalanes (PNV y Esquerra). Por ello cabe describir al frente popular como, esencialmente, alianza de partidos sovietizantes y separatistas a quienes los sovietizantes reconocían derecho de secesión.

7. El bando nacional también integraba a partidos o tendencias heterogéneas: las más visibles, aunque no las principales, las carlistas y falangistas; además monárquicos, sin apoyo popular pero sí entre el generalato y las clases altas; y católicos procedentes de la extinta CEDA, que había llegado en la república a ser el partido con más votos populares. Dado que el frente popular aspiraban en definitiva, a romper la continuidad política, histórica y cultural de España, el elemento de unión entre los nacionales puede describirse como el intento de garantizar dicha continuidad sobre la base de la unidad nacional y la cultura cristiana.

8. Tal diversidad política obligó a los dos bandos a un gran esfuerzo unificador, a fin de combatir eficazmente al enemigo. Al frente popular le unía la voluntad de aplastar al bando nacional, al que llamaban “fascista” por motivos de utilidad propagandística, pero las divergencias entre sus partidos eran tan fuertes que motivaron numerosos asesinatos y dos pequeñas guerras civiles entre ellos mismos. Los únicos con una estrategia política y militar inteligente, los comunistas, intentaron afirmar la unidad empleando a menudo el terror contra sus aliados. Sin lograr imponerse del todo, aunque sí lo bastante para sostener la guerra por cerca de tres años.

9. Las divergencias en el bando nacional también amenazaban la cohesión y la eficacia militar. Sin embargo se logró la unidad de acción entre sus tendencias o partidos sin recurrir al terror entre ellos. Su unidad fue garantizada por la parte del ejército que se le había unido, poco politizada pero disciplinada, y particularmente en el prestigio de Franco. Este había emprendido la rebelión en condiciones que –como expresó el socialista Prieto– garantizaban su derrota, pues casi todos los recursos financieros, industriales y la mayor parte de los militares habían quedado en manos del frente popular. Haber superado una situación prácticamente desesperada con unas tropas reducidas pero eficaces, dio a Franco una aureola y prestigio que hicieron indiscutibles sus decisiones.

10. Al desarrollarse la contienda en medio de las gravísimas tensiones europeas que desembocarían en la II Guerra Mundial, se produjo pronto una intervención exterior en apoyo de uno u otro bando. Los nacionales obtuvieron ayuda fundamentalmente de Italia y Alemania, también de Usa (petróleo), mientras que el frente popular la obtuvo de la URSS y en alguna medida de Francia o Méjico, también de Usa. En cuanto a Inglaterra y Francia, procuraron la “no intervención” para que las llamas de España no se cruzasen los Pirineos: menos de veinte años antes habían ganado la I Guerra Mundial, con apoyo de Usa, y procuraban mantener el statu quo salido de su victoria.

11. Mussolini y Hitler apoyaron a Franco porque no querían tener un régimen soviético y sí un aliado en la retaguardia europea. La intervención de Stalin fue más compleja: estuvo dictada por la convicción de que pronto estallaría una nueva guerra en Europa, y por la obsesión de evitar que comenzase por el este, entre la Alemania nazi y la URSS, que podría destruir al régimen soviético. En cambio, si estallaba por el oeste, entre las potencias democráticas y las fascistas, él quedaría arbitro de la situación. Entonces la guerra de España le dio la oportunidad de atraer a Francia e Inglaterra al choque con Alemania e Italia: toda su estrategia política se centró en presentar al frente popular como un régimen democrático al que debían defender obligatoriamente las otras democracias (aunque lo sostuviera la URSS, paradójicamente). Como sabemos, la obvia desconfianza de Londres y París hacia Moscú, y la victoria de Franco, frustraron esa estrategia. La cual, en cambio, tendría éxito en septiembre de 1939, solo cinco meses después de la guerra de España, mediante un Pacto germanosoviético con el que nadie había contado, y que hizo comenzar la guerra europea efectivamente por el oeste.

12. Deben señalarse diferencias de fondo entre las intervenciones fascistas y la soviética. Ni Hitler ni Mussolini llegaron a condicionar de modo algo significativo la conducción política y estratégica de Franco, mientras que Stalin, al recibir el grueso de los recursos financieros del frente popular, enviados por el PSOE, se hizo el verdadero amo de las izquierdas españolas, ayudado además por un partido comunista fanáticamente adicto a Moscú y que se convertiría en el partido hegemónico de las izquierdas. Por otra parte la policía política soviética actuaba en territorio español con independencia del gobierno izquierdista. Otra diferencia histórica muy relevante es que Hitler no había cometido por entonces los genocidios conocidos en la II Guerra Mundial, mientras que Stalin llevaba tras sí verdaderas montañas de cadáveres.

13. En resumen, el sentido de la guerra civil fue la oposición entre quienes aspiraban a sovietizar o disgregar a España en pequeños estados manejables desde el exterior, y quienes querían impedirlo a toda costa. La causa precisa de la guerra fue la destrucción de la legalidad republicana por el PSOE y los separatistas catalanes principalmente, en dos golpes sucesivos: la insurrección de octubre de 1934, planteada directamente como guerra civil, que fracasó pero dejó malherida a la república; y el fraude electoral de febrero de 1936, que le dio la puntilla, destruyendo su legalidad. Con lo que dejó a sus contrarios ante el dilema de sublevarse o ser aplastados desde el poder. El fraude electoral izquierdista abrió paso a un nuevo régimen que no llegó a consolidarse por haber perdido la guerra después de haberla provocado.

Pío Moa

lunes, 6 de enero de 2025

Ante el año de Franco (I) Por qué la transición (PÍO MOA)



1. Para rehuir o desviar la atención de sus responsabilidades penales, el gobierno del PSOE ha decidido hacer de 2025 algo así como “el año contra Franco”, bajo el título “50 años de libertad”, como si antes no hubiera habido libertad y como si la libertad se debiera al PSOE. Entender esta cuestión es esencial, porque está en la base de todas las políticas desde la transición.

2. La propaganda del PSOE ha presentado al franquismo como una tiranía brutal, incluso genocida, pero aquí entra su primera contradicción. Si fue así, ¿por qué el PSOE no luchó contra ella como hicieron o hicimos los comunistas, afrontando a veces serios riesgos? Al morir Franco solo había un reducido número de presos políticos, ninguno socialista o demócrata, y casi todos comunistas o terroristas. Esta realidad se ha disimulado con ampulosas retóricas antifranquistas, pero la “lucha” del PSOE contra Franco solo se volvió “heroica” mucho tiempo después de haber desaparecido su régimen. Hay que prestar gran atención a este dato, que suele ser pasado por alto.

3. Una segunda contradicción es la pretensión de que la libertad se debió en alguna medida importante al PSOE. Pero por aquellas fechas el número de socialistas era insignificante, así que muy poco pudo influir, aunque pronto el partido se inflara por muchas ayudas recibidas. Y eran personas, como es fácil comprobar, que no solo no habían hecho oposición real a la “dictadura genocida”, sino que habían hecho carrera y prosperado en ella, incluso dentro del mismo funcionariado. También este aspecto suele ser minusvalorado en los análisis e historias corrientes, y tiene gran importancia.


4. Si la oposición real al franquismo era totalitaria comunista o terrorista y no había demócratas en las cárceles, ¿de dónde podía haber venido la transición democrática? Evidentemente, solo podía haber venido de donde vino: del propio franquismo, organizada o impulsada por personas como Fernández-Miranda o Suárez, que habían sido jefes del Movimiento, o por Juan Carlos, un rey decidido por Franco. Nuevamente, esto suele olvidarse o minusvalorarse y es la evidencia decisiva.

5.- Otra cuestión es: ¿Por qué el franquismo, sin ser un régimen democrático, pudo derivar a una democracia sin haber sido derrocado? La respuesta es que el régimen se había agotado políticamente y sus cuatro partidos o familias estaban en descomposición, pero al mismo tiempo la oposición era demasiado débil y sin apoyo popular para derribarlo.

6.- ¿Cómo se produjo el agotamiento del franquismo y cuándo empezó la transición? El franquismo constaba cuatro tendencias “familias” o partidos principales: carlista, falangista, monárquico y próximo al episcopado. El lazo de unión entre los cuatro era el carácter común católico, y el régimen mismo se proclamó católico y seguidor de las orientaciones sociales del papado. Hasta el II Concilio Vaticano de los años 60, Roma y la Iglesia española habían sido un puntal esencial del régimen, pero con dicho concilio se produjo un divorcio que desahució ideológicamente al régimen. Peor aún: gran parte de la Iglesia pasó a apoyar a comunistas, separatistas y terroristas etarras. En las historias y la retóricas supuestamente explicativas sobre la reciente historia del país, este dato crucial apneas recibe la importancia que tiene.

7. Con el Vaticano II empieza realmente la descomposición del régimen, y por tanto una transición que podría haber conducido a reproducir un caos como el de la república o el Frente Popular. Este peligro lo sentían vivamente algunos sectores del régimen, que creían posible mantener el franquismo tal cual después de la desafección de la Iglesia y de la muerte de Franco. Pero los sectores decisivos del régimen constataban que la sociedad creada por el franquismo, muy mayoritariamente reconciliada, políticamente moderada y próspera, hacía muy difícil la repetición de aquella vieja historia.

8. No obstante, el peligro persistía y era doble: que la oposición que surgía no hubiera asimilado la experiencia histórica, y que intentara volver a las andadas aprovechando las dificultades y vacíos de un cambio de régimen sin precedentes. Y, efectivamente, la oposición intentó repetir algo parecido al Pacto de San Sebastián que trajo la república, agrupándose en torno al Partido Comunista en una Junta que se llamó descaradamente “democrática”, y en una “plataforma” también llamada alegremente “democrática” en torno a un PSOE todavía apenas existente pero que saltaba a la palestra con mucho más radicalismo verbal que el PCE (como había pasado en la república, por lo demás).

9. Se creó así una triple pugna entre los rupturistas, que reivindicaban una supuesta legitimidad del frente popular y por tanto una vuelta a las convulsiones del pasado; el llamado “búnker”, que creía posible mantener el régimen como si no hubiera pasado nada importante desde el Vaticano II; y los reformistas, que auspiciaban un cambio democrático “de la ley a la ley”, es decir, partiendo de la legitimidad histórica del franquismo. El cerebro de la reforma fue Torcuato Fernández Miranda. La pugna fundamental, entre reforma y ruptura, se desarrolló durante 1976 hasta culminar en el referéndum de diciembre de ese año. Los intentos rupturistas mediante movilizaciones callejeras, un intento de huelga general, cierto terrorismo y el boicot al referéndum, fracasaron. El referéndum decidió por enorme mayoría popular que la transición salida del régimen era la única salida viable, mientras tanto el búnker como los rupturistas se demostraban demasiado débiles para impedirlo y no tuvieron más remedio que resignarse de mejor o peor grado.

10. En las historias habituales sobre la época, el referéndum de diciembre del 76 apenas es tratado más que como una anécdota o un trámite, pese a su carácter históricamente decisivo, al desarmar cualquier otra opción y asegurar el tránsito básicamente pacífico y ordenado de un régimen a otro. Lo que vino después, bajo el impulso de Juan Carlos y la dirección de Suárez, requiere otro análisis. Baste aquí reseñar que Torcuato, verdadero organizador del cambio y mentor de Suárez, se vio muy pronto desasistido tanto de Suárez como del rey, y la transición comenzó a tomar un rumbo no del todo distinto, pero sí más complicado. Y dado que todo giraba y sigue girando en torno al significado histórico del franquismo, debemos seguir precisamente con ese significado.

Pío Moa

domingo, 8 de octubre de 2023

¿Un rey 2030? (por Pío Moa)



Felipe VI no ha querido seguir su propio ejemplo cuando defendió la Constitución contra el butifarréndum, y ha encargado el gobierno a un sujeto aliado con los partidos más abiertamente antidemócratas, anticonstitucionales y antiespañoles, con los que se identifica el sujeto. Hemos llegado a un punto en que la forma constitucional (proponer una investidura al fallar la anterior) se opone radicalmente al contenido constitucional. Algo muy semejante a la ascensión formalmente democrática del nazismo al poder

¿Por qué lo ha hecho el rey? Creo que el problema de fondo radica en que comparte con dicho sujeto un proyecto de gran alcance, en el que la idea de España y de la democracia se disuelve: la llamada “agenda 2030”, enésima utopía liberticida, diseñada como novedad por un grupo de políticos e hipermillonarios iluminados y anglómanos. Proyecto compartido asimismo por el PP , y solo contrariado por VOX. Estos son acuerdos estratégicos y de largo alcance, dentro de los cuales las discrepancias sobre la identidad y unidad de España y sobre las libertades, resultan asuntos menores y fácilmente salvables.

El proyecto o agenda incluye tácitamente la eliminación progresiva no solo de las identidades nacionales, sino de los propios idiomas, sustituidos por el inglés como lengua superior de comunicación y cultura, proceso castrador ya bastante avanzado en España. Y Felipe VI ha dado sobradas muestras de su anglomanía, como emplear a menudo el inglés en la propia España, presidir un Instituto llamado Elcano para dirigir la política exterior española según los intereses de Londres, mantener una oficiosa sumisión a la monarquía inglesa, o educar a su presunta sucesora en Gales, de hecho Inglaterra, la potencia invasora de Gibraltar, cosa que no parece quitar el sueño a un rey de España.

Ocurre, además, que dentro de esa agenda es obligada la demolición de la herencia del franquismo, aunque esta venga de antes. Demolición que incluye a la monarquía, además de la unidad nacional o la transición democrática. El padre del rey actual firmó la ley de memoria histórica, que le deslegitimaba precisamente por su origen, y Felipe ha firmado la llamada cínicamente democrática, que destroza la democracia.

Dicen algunos que Felipe no tenía otra salida que llamar al sujeto en cuestión. Desde luego que sí tenía otras opciones. Pero si realmente no pudiera hacer nada para impedir un gobierno demoledor de la unidad nacional y la democracia, ¿de qué sirve la monarquía? Históricamente, la monarquía se deslegitimó y suicidó en un corto proceso entre 1929 y 1931. Lo he tratado en varios libros y artículos, lo resumiré aquí en otro momento. También la monarquía actual puede suicidarse, vemos indicios.

¿Puede esto terminar bien? Nada es imposible, pero suena en extremo improbable

Pío Moa

miércoles, 24 de agosto de 2022

Propuesta de un debate (Pío Moa)



Le Figaro ha publicado un artículo de un señor Emilio Silva en respuesta a mi entrevista con Isabelle Schmitz en Le Figaro histoire. Me parece excelente la iniciativa porque puede abrir el necesario debate intelectual y democrático que vengo proponiendo en vano desde hace muchos años. Y sería muy justo que el debate partiera de Francia, porque en España no solo no ha sido posible, sino que se han dictado leyes para impedirlo; y porque la guerra de España tiene un alcance histórico e ideológico que va más allá de la propia España.

Para empezar conviene establecer una diferencia. Yo soy un historiador independiente de cualquier poder o partido político, que lleva muchos años silenciado por los grandes medios en España, mientras que Silva preside una asociación subvencionada por el poder socialista con dinero público, que se nos obliga a pagar a todos, y de acuerdo con una ley que trata de imponer a los españoles, desde el poder, su versión de la historia, persiguiendo la discrepancia y atacando así las libertades de investigación, opinión y expresión. Esta diferencia de entrada no es banal.

Que el señor Silva se ampare en una ley totalitaria ya hace sospechar que su versión ha de ser falsa. Claro que, a pesar de la sospecha, esa versión podría ser correcta en términos históricos y el franquismo haber practicado un «genocidio». La palabra pretende equiparar al franquismo con el nazismo, una idea que no se sostiene ideológica, política ni históricamente, pero que tiene gran efecto emocional sobre las personas desinformadas, así que habrá también que hablar de ello.

En todas las guerras se cometen atrocidades por unos y otros, por lo que interesa ante todo entender cómo se ha llegado a ella. Y una de mis conclusiones es la decisiva responsabilidad del PSOE (mucho mayor que la de los comunistas o los anarquistas) en la destrucción de la legalidad republicana, la preparación deliberada de la guerra, el terror y la entrega de la soberanía a Stalin. Son conclusiones extraídas, no de la propaganda franquista, sino de la muy abundante documentación de la izquierda, que he investigado durante diez años. Es evidente que al poder socialista le interesa mucho ocultarlo y sustituir la historia por una «memoria» emocionalmente manipulada. Y al no poder rebatir mis tesis, ocultarlas e impedirles circular es uno de los objetivos básicos que esta ley contra las libertades públicas.

En segundo lugar conviene entender el carácter y objetivos de los bandos en pugna, y ese es otro tema de fondo a debatir. ¿Fue una guerra entre fascistas y demócratas como suele plantearse? Lo veremos también.

Y finalmente, es revelador el empleo del término «revisionismo», como si fuera un pecado mortal. Claro que soy revisionista, porque investigo, y la revisión es una exigencia elemental de la razón y la ciencia, opuesta precisamente al despotismo dogmático que las leyes de «memoria» quieren imponer.

Propongo al señor Silva, o a cualquier otro, empezar por las ideas y prácticas del PSOE acerca de la república, en especial a partir del verano de 1933.

Pío Moa

sábado, 6 de agosto de 2022

Quién fue Franco ¡Definitivo! (Pío Moa)




De Francisco Franco se puede afirmar con certeza lo siquiente: Se educó, civil y militarmente, en el régimen liberal de la Restauración (1875-1923), e hizo una brillante carrera militar en Marruecos.

En 1930 se declaró partidario de una democracia ordenada en contraposición con su hermano Ramón, golpista republicano.

Preocupado por las violentas derivas de una caótica democracia republicana, defendió no obstante al régimen contra el alzamiento armado del PSOE y la Esquerra, en octubre de 1934, a cuya derrota contribuyó. Y no intentó ningún contragolpe.

Aunque de preferencias monárquicas, aceptó y respetó la legalidad republicana más que cualquier político, en especial los de izquierda y separatistas, que conspiraron contra ella y realizaron golpes de estado. Y no participó en ningún golpe o proyecto de golpe de la derecha.

En 1936 no se alzó contra la república, sino contra un frente popular que precisamente acababa de destruir el régimen tras unas elecciones fraudulentas. Después de haber fracasado en su insurrección de 1934.

Mantuvo durante la guerra civil plena independencia política y militar ante Hitler y Mussolini, pese a disponer de muy escasos recursos financieros y comprar su ayuda a crédito.

No perdió ninguna batalla, aunque fracasara inicialmente ante Madrid; y ganó la guerra. partiendo de una inferioridad de recursos que a casi cualquier otro le habría inducido a abandonar ya al principio. Y derrotó después a una peligrosa guerrilla comunista (el maquis) Esto puede decirse de muy pocos generales del siglo XX en cualquier país.

No solo no se supeditó a Hitler y Mussolini durante la guerra civil, sino que evitó a España la mundial, y nadie más que él podría haberlo hecho, pese a las presiones de Hitler, sorteando también las amenazas y chantajes de los Aliados cuando estos iban ganando.

Para entonces había llegado a dos conclusiones generales. a) que la democracia era inviable en un país como la España republicana, empobrecida, de grandes desigualdades sociales, repleta de odios políticos y con partidos exclusivistas y sin visión del interés general. Y b) que después de la durísima prueba de la república, el frente popular y la guerra, el país necesitaba un largo período para reponerse, superar la miseria y los odios que hacían imposible una convivencia en paz y en libertad. Y que ese período debía corresponder a una dictadura en la que no existieran partidos.

No obstante, el franquismo no correspondió del todo a esa concepción. De hecho era un régimen de cuatro partidos, llamados “familias”: carlistas, falangistas, monárquicos y los más decisivos católicos políticos ligados al episcopado. Franco arbitraba entre ellos para impedir que sus fuertes diferencias se hicieran antagónicas.

El franquismo nunca tuvo verdadera oposición democrática, sino totalitaria, es decir, comunista y/o terrorista. Los presos políticos fueron muy pocos a partir de los años 50.

Franco y su régimen resistieron un aislamiento delictivo decretado contra el país, pese a no haber participado en la guerra mundial, por las potencias vencedoras (soviéticos y anglosajones principalmente). Y en las más difíciles circunstancias reconstruyeron el país con éxito notable. Sin la deuda política del resto de Europa occidental con los ejércitos useño y soviético, ni con el Plan Marshall.

Dejó al morir un país más próspero que nunca antes, libre de los odios que habían destrozado a la república, lo que permitió el paso a una democracia en principio no convulsa y con una monarquía reinstaurada por él.

En resumen, cabe afirmar que durante cuarenta años venció a todos sus enemigos, interiores y exteriores, a menudo muy poderosos y de gran peligrosidad. Todo esto es la evidencia misma y sin embargo, por ello mismo resulta inadmisible para quienes se empeñan en derrotarlo “por ley” varias décadas después de fallecido. 

Así, nos enteran de que fue militarmente inepto o mediocre, un dictador políticamente tan incapaz como brutal, sin verdadera inteligencia suplida por una astucia aldeana o “gallega”…, con la que al parecer superaba todos los obstáculos y derrotaba a todos sus adversarios. ¡Cuántos historiadores o pseudohistoriadores trazan semejante retrato! Ahora, ¿pintan con él a Franco o a sí mismos?

Un problema particular, al margen del anterior, es el del carácter de su régimen. ¿Fue una dictadura? Se lo puede conceptuar así, por carecer de elecciones generales de partidos, por la restricción de las libertades para los partidos que habían perdido la guerra después de haberla organizado y provocado, y por los poderes excepcionales asumidos por Franco. 

Sin embargo hay dictaduras y dictaduras, como hay democracias y democracias. Las democracias no funcionan bien, y puede llegar a autodestruirse, en sociedades muy desiguales, pobres y plagadas de partidismos irreconciliables, como fue precisamente la II República. 

Y en el mundo actual abundan las democracias formales, pero caóticas y corruptas, hacia las que viene derivando la española actual. 

La dictadura de Franco no fue tiránica, sino progresivamente liberalizadora, reconstituyó literalmente a la sociedad española y la dejó preparada para una convivencia en paz y libertad, que es a lo que aspiran en general las democracias reales. Fue un régimen legitimado por las circunstancias históricas y también democráticamente por el referéndum de diciembre de 1976, cuyo olvido sistemático ha llevado a la democracia actual a bambolearse perdiendo sus raíces históricas a merced de cualquier usurpación. Plantear la cuestión de otro modo nos lleva a absurdos como una democracia con leyes tiránicas como las de memoria, al gusto de etarras, comunistas separatistas o socialistas…

Pío Moa

miércoles, 8 de junio de 2022

Pío Moa: España fue el país más y mejor organizado del mundo.









«Podemos definir como gran época de España aquella extendida entre el último cuarto del siglo XV y mediados del XVII, cuando el país dejó una huella profunda en la historia de Europa y de la humanidad […] 

¿A qué se debió la prolongada hegemonía hispana? Parece claro que tuvieron en ella un papel relevante la organización interior, que le permitió utilizar sus recursos con mayor eficiencia, junto con un espíritu esforzado, inteligente, inventivo y arrojado, que no ha vuelto a alcanzarse en España desde entonces. Aquel espíritu y organización nacieron con los Reyes Católicos. 

El objeto de este estudio es precisamente tratar de entender y explicar cómo ocurrió todo ello». (De la Introducción).

sábado, 14 de mayo de 2022

Stanley G. Payne: "Vox no tiene ningún miedo a contar la verdadera historia de España"



El hispanista arremete contra el gobierno del PSOE y sus leyes "soviéticas", reivindica a Pío Moa y advierte del miedo en la universidad española a enfrentarse con la ortodoxia de izquierdas que está implementada en el país
El historiador e hispanista estadounidense, Stanley G. Payne. (EFE/María C. Martín)

"Ahora creo que Juan Negrín no era una marioneta de Moscú", la frase, que podría ser de Ángel Viñas si no fuera por el adverbio inicial, me la soltó Stanley G. Payne hace ya diez años en un hotel en la plaza de Conde del Valle de Suchil. Lo rememoro mientras me explica por Zoom ahora que el revisionismo en España tiene una acepción negativa insólita. Payne, señalado por la "ortodoxia de izquierdas", según explica él mismo, como uno de los exponentes del "revisionismo", ha modificado de hecho su visión sobre algunos aspectos de la Guerra Civil y el franquismo a lo largo de los años, por más que el adjetivo se use más bien para denostar a una corriente de historiadores que cuestionan el relato oficial impuesto en la democracia.

En esa década, el hispanista estadounidense también se ha derechizado bastante, hasta el punto de explicar a El Confidencial que el historiador referente de la Transición, Javier Tusell, solo prestó atención a las demandas de la izquierda, para hacer juego de equilibrios en el relato de la historia de España. Aprovechando ese lapso de tiempo en el que no solo se desarrolló la primera ley de Memoria Histórica del PSOE de Zapatero, sino que se sacó adelante la de Memoria Democrática de Sánchez, —un enunciado de tipo "soviético" en su opinión—, El Confidencial ha preguntado al historiador sobre el estado de la cuestión.

"Las leyes de memoria histórica del PSOE son directamente soviéticas"

Según la versión del atípico hispanista, alejado de los Paul Preston o Hugh Thomas, el Partido Popular ha sido cómplice de la mentira histórica sobre la II República y el franquismo: "El PP cedió a las demandas de la izquierda en cuanto a la historia contemporánea", "Franco era más liberal que Putin", "las leyes de memoria histórica del PSOE son directamente soviéticas". Era difícil quedarse con un solo titular.

El estigma del revisionismo

Lo grave, tal y como cuenta El Confidencial, es que se cumplen treinta años de historiografía sobre la Guerra Civil manipulada por una "ortodoxia oficial de izquierdas" que extiende sus tentáculos hasta la mismísima universidad. La época del "revisionismo" de la derecha, de Pío Moa y sus Mitos de la Guerra Civil, —que Payne elogia— y de una bronca sin igual a cuenta de las leyes socialistas sobre la memoria. Atención que el viejo historiador "más cerca de los 90 que de los 80", referente de esos revisionistas, se explaya sin tapujos sobre el gran cisma nacional de la historia que sigue siendo el de la II República y la Guerra Civil.

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PREGUNTA. ¿El PSOE está reescribiendo para sus intereses la historia de la II República?

RESPUESTA. Parece que sí, el régimen actual de la monarquía parlamentaria empezó en la Transición con un pacto de silencio que incluía una voluntad de ignorar la historia y que se plasmó, por ejemplo, en leyes como la de la Amnistía, así como la utilización de ese pasado para discursos partidistas. Nunca el discurso histórico tuvo más peso que en la Transición, pero paradójicamente ese silencio consistió en permitir que cada partido usase el pasado con sus propios fines, con el resultado de una falsificación de los hechos que ha llegado con el tiempo a unos grados de desfachatez impresionantes.

P. ¿Cuáles son esos hechos falsificados en el discurso político?

R. El mayor de ellos es quizás la idea machacona de la II República como un paraíso democrático sin coerciones ni trabas. Si hubiera sido así, ¿cómo se explicaría la gran tragedia que supuso la Guerra Civil? No es mínimamente creíble y resulta incluso irracional. La realidad es que fue un régimen complicado, con varias fases históricas, que tuvieron como denominador común la voluntad constante de las izquierdas de excluir a las derechas del poder, un planteamiento que no casa directamente con la visión idílica, porque en esencia se trataba de arrinconar a la mitad de la población. Así, los términos políticos de la Segunda República sentaron las bases de la confrontación desde el mismo comienzo con esa idea de excluir a sus rivales, como por ejemplo, atacar a la iglesia católica, que respaldaba entonces un 40% de la población.

P. Se califica de revisionismo la corriente que cuestiona esa visión idílica de la II República...

R. Es una suerte de españolismo, porque la realidad es que la historia se nutre de investigaciones nuevas y eso implica revisar lo que se ha contado con anterioridad. Lo que pasó en España es que ya en los últimos años del franquismo y en los primeros de la democracia se estableció una ortodoxia en los discursos y en la universidad. Curiosamente en España, como también en Grecia respecto a su propia guerra civil, se ha impuesto una suerte de censura muy en el estilo soviético, lo que conlleva esa forma de entender cualquier rechazo de la versión oficial como un desafío que hay que enterrar por mucho que esté avalada con datos. El mayor ejemplo de esto lo representa Javier Tusell, un gran historiador que, sin embargo, tuvo esa coacción en la Transición, de forma que se dedicó a la crítica de las derechas sin meter mano a las izquierdas. La "trampa Tusell" fue esa, escribir con acierto sobre la derecha y, en cambio, obviar lo relativo a la izquierda por temor a la presión de ser tachado como revisionista. Como referente dejó una visión incompleta.

"A Vox no le asusta contar la historia de España porque no temen ser tachados de franquistas"

P. ¿No ha sido esto uno de los detonantes principales de la eclosión de Vox? Es indudable que hay una vinculación muy importante de ese partido con el pasado. El cabreo de una parte de la población con esa versión del pasado "oficialista" de la democracia.

R. El exponente de eso ha sido el PP más bien, que ha sido complaciente con esa versión de la izquierda durante años, porque desde su planteamiento de centroderecha sencillamente se ha asustado y ha preferido pasar de puntillas también sobre esas manipulaciones. El fenómeno de Vox ha surgido porque, a diferencia del PP, no han tenido reparos en abrazar una versión menos acomodaticia con el régimen actual. A Vox no le asusta contar la historia de España porque no temen ser tachados de franquistas por no seguir esa ortodoxia, lo contrario que el PP, que durante toda la democracia ha tratado de evadirse de esa cuestión.

P. No es un problema único de España, en Europa tampoco se ha querido confrontar ese pasado, el caso de la Francia de Vichy, por ejemplo, lo que ha creado un malestar y una reivindicación del discurso sobre el pasado.

R. Sí, es verdad, hay versiones de este tipo de ortodoxia en otros países. La resistencia francesa es un claro ejemplo, no es verdad que todo el país estuviera en una lucha contra los alemanes, claro. En Italia, en cambio, ha habido más rigor historiográfico porque los matices a la versión ortodoxa partieron de los propios académicos, mientras que aquí lo enarboló principalmente Pío Moa, que no era un historiador, en parte porque la universidad estaba secuestrada. Hay un problema en España un poco "credencialista", porque parece que solo un profesor puede escribir la historia, una suerte de gremialismo un poco enfocado para seguir con la versión ortodoxa. En Estados Unidos o Inglaterra no existe, en cambio, tanto recelo en cuestiones de historia, no se tacha a alguien de aficionado por no ser académico, lo toman de forma diferente. En España se ha llevado a un punto muy extremo porque los propios académicos son los guardianes de esa ortodoxia y la promueven.

P. ¿En qué se refleja esa aversión a los Pío Moa que están fuera del discurso oficial?

R. Existe mucho temor a ser apartado por ir en contra de ese discurso, de esa "ortodoxia" y es muy real, con casos conocidos. Los que discrepan de esas ideas sencillamente van con mucho cuidado de no meter la pata, de no molestar en ese aspecto. Es muy terrible, de verdad que se teme quedar apartado o excluido. La puntilla la ha dado el PSOE con sus leyes de memoria, porque además de validar a esa ortodoxia, la oficializan con un planteamiento que es soviético, una censura de estado directamente.

P. Se ha debatido mucho sobre Putin y la idea de una recuperación de la URSS.

R. Hay un continuismo en la forma, aunque las ideas que mueven a Putin no sean comunistas, yo diría más bien que es una vuelta al imperialismo zarista, aunque con la tradición aprendida en la URSS, por ejemplo hay una vinculación con la iglesia ortodoxa muy fuerte que va más allá incluso que la de Franco con la religión católica, que además era más liberal que el ruso. Un fuerte componente de tradición y nacionalismo con una herencia en las tácticas soviética que ha permanecido en las estructuras de poder de Rusia, pero básicamente es Nicolás I, autoritario, militarista, religioso, una vuelta al siglo XIX.

Julio Martín Alarcón

martes, 25 de agosto de 2020

El testamento político de Francisco Franco





Españoles: 

Al llegar para mí la hora de rendir la vida ante el Altísimo y comparecer ante Su inapelable Juicio, pido a Dios que me acoja benigno a Su presencia, pues quise vivir y morir como católico. En el nombre de Cristo me honro y ha sido mi voluntad constante ser hijo fiel de la Iglesia, en cuyo seno voy a morir.

Pido perdón a todos, como de todo corazón perdono a cuantos se declararon mis enemigos, sin que yo los tuviera por tales. Creo y deseo no haber tenido otros que aquellos que lo fueron de España, a la que amo hasta el último momento y a la que prometí servir hasta el último aliento de mi vida, que ya sé próximo.

Quiero agradecer a cuantos han colaborado con entusiasmo, entrega y abnegación en la gran empresa de hacer una España unida, grande y libre.

Por el amor que siento por nuestra Patria, os pido que perseveréis en la unidad y en la paz y que rodeéis al futuro Rey de España, Don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado y le prestéis, en todo momento, el mismo apoyo de colaboración que de vosotros he tenido.

No olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta. Velad también vosotros, y para ello deponed, frente a los supremos intereses de la Patria y del pueblo español, toda mira personal.

No cejéis en alcanzar la justicia social y la cultura para todos los hombres de España y haced de ello vuestro primordial objetivo.

Mantened la unidad de las tierras de España, exaltando la rica multiplicidad de sus regiones como fuente de la fortaleza de la unidad de la Patria.

Quisiera, en mi último momento, unir los nombres de Dios y de España y abrazaros a todos para gritar juntos, por última vez, en los umbrales de mi muerte:

¡Arriba España! ¡Viva España!

Francisco Franco
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Tomado del libro: "Los mitos del franquismo" (2015) del prestigioso historiador español Pío Moa.