BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



viernes, 9 de diciembre de 2022

Abascal anuncia una moción de censura contra el golpe de Sánchez a la independencia judicial



El golpe a la separación de poderes conocido anoche ya ha tenido una respuesta firme desde el tercer partido más votado de España.

Ayer Perú y ahora España: golpe del gobierno izquierdista contra la independencia judicial

¿España se dirige hacia una dictadura? Hay datos alarmantes que indican ese derrotero

En una rueda de prensa, el presidente de Vox, Santiago Abascal, ha denunciado la liquidación de "los últimos vestigios de la separación de poderes" en España, acusando al gobierno de amenazar directamente "los derechos y libertades de todos los españoles", y ha señalado que "ha llegado el momento de presentar una nueva moción de censura", tras la presentada por Vox hace dos años y en la que otros partidos de la oposición, como el Partido Popular y Ciudadanos, se pusieron del lado del gobierno. "El Grupo Parlamentario de Vox iniciará hoy mismo conversaciones para proponer un candidato neutral, con experiencia de Gobierno, que no milite en partido político alguno y que se comprometa a convocar elecciones inmediatas", ha señalado Abascal.

Podéis ver aquí el vídeo completo de la rueda de prensa (dispone de subtítulos para las personas con problemas de audición):

Aquí podéis leer la transcripción de la intervención de Abascal, publicada por Vox:

"Hoy, 9 de diciembre de 2022, el señor Sánchez ha iniciado un nuevo ataque a la Constitución y a los principios más elementales del Estado de Derecho.

Hoy, el señor Sánchez ultima el asalto al Poder Judicial, liquidando los últimos vestigios de la separación de poderes y, por lo tanto, amenazando directamente, los derechos y libertades de todos los españoles.

Hoy, al permitir que el gobierno pueda nombrar directamente a dos magistrados del Tribunal Constitucional, sin control por el propio Tribunal de la idoneidad y legalidad de los designados, asalta al gobierno de los jueces; vulnera el artículo 159.3 de la Constitución, que obliga a que las renovaciones del Tribunal sean por tercios de sus miembros; y, de paso, coloca a dos de sus cómplices, con la exclusiva finalidad de perpetuar la ilegalidad.

Hace apenas dos años, VOX presentó una moción de censura denunciando la deriva ilegal que había iniciado el gobierno social comunista; su desprecio a la Constitución; su alianza con golpistas y filoterroristas y los graves daños que iba a ocasionar al Estado de Derecho.

Por desgracia, en aquella ocasión las demás fuerzas de la oposición hicieron una lectura partidista, sin entrar a valorar el discurso que advertía de lo que ya estaba sucediendo.

Espero que en este momento de especial gravedad prevalezca el sentido de Estado, porque es evidente que ha llegado el momento de presentar una nueva moción de censura.

El Grupo Parlamentario de VOX iniciará hoy mismo conversaciones para proponer un candidato neutral, con experiencia de Gobierno, que no milite en partido político alguno y que se comprometa a convocar elecciones inmediatas.

Sea cual sea el resultado de la moción, es el deber de toda la oposición presentarla. Todos los diputados del Congreso deben retratarse ante este nuevo golpe a la Constitución. Y nosotros debemos dejar constancia nacional e internacional de los verdaderos actos y planes del señor Sánchez y de sus cómplices.

Para que nos hagamos una idea, el señor Sánchez está preparando un escenario en el que podría dar el autogolpe que ha dado Pedro Castillo en Perú, y no habría capacidad legal de detenerle o de juzgarle porque los delitos han sido derogados.

España está sufriendo un gobierno extremista, que pretende perpetuarse en el poder arrasando cualquier impedimento legal o moral.

Por ello, es la hora de la unidad. El pueblo español, como en sus mejores momentos, ha de unirse frente a quienes le quieren robar su pasado, su presente y su futuro.

Con la fuerza de las urnas, debemos conformar un gobierno que reconstruya la democracia herida y devuelva a los españoles la libertad arrebatada. En VOX no descansaremos hasta conseguirlo".

ELENTIR

ÚLTIMA HORA | Declaración institucional de Santiago Abascal ante el golpe de Estado de Pedro Sánchez



Duración 3:19 minutos

¡LO PAÍS COMPARA A VOX CON NAZIS, BULO DE TVE ATACANDO A ABASCAL Y GOLPE DE ESTADO DE SÁNCHEZ!



16:41 minutos


Bienvenidos a RoberSR!!!

Nuevo vídeo en el canal comentando la vergonzosa comparación entre VOX y el nazismo realizada por el medio progre Lo País, el nuevo bulo de Televisión Española para atacar a Abascal y el enésimo asalto de Pedro Sánchez a la democracia Española.

Todo esto y mucho más en el vídeo de hoy!!!

No podemos volver al ritual que el Concilio reformó (según el Papa Francisco)



44:16 MINUTOS



El Papa Francisco redobla las restricciones de la misa en latín en una nueva carta
“No veo cómo es posible decir que se reconoce la validez del Concilio [Vaticano II] – aunque me asombra que un católico pueda presumir de hacerlo – y al mismo tiempo no aceptar la reforma litúrgica nacida de Sacrosanctum Concilium', escribió el Papa Francisco.
Hoy nos acompaña el Sr José Antonio Ureta para hablar del tema

--------

Añado a continuación algunos puntos de la Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la Sagrada Liturgia, tomados de la página web del Vaticano.

PROEMIO

1. Este sacrosanto Concilio se propone acrecentar de día en día entre los fieles la vida cristiana, adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las instituciones que están sujetas a cambio, promover todo aquello que pueda contribuir a la unión de cuantos creen en Jesucristo y fortalecer lo que sirve para invitar a todos los hombres al seno de la Iglesia. Por eso cree que le corresponde de un modo particular proveer a la reforma y al fomento de la Liturgia.

Formación de profesores de Liturgia

15. Los profesores que se elijan para enseñar la asignatura de sagrada Liturgia en los seminarios, casas de estudios de los religiosos y facultades teológicas, deben formarse a conciencia para su misión en institutos destinados especialmente a ello.

Sólo la Jerarquía puede introducir cambios en la Liturgia

22. §1. La reglamentación de la sagrada Liturgia es de competencia exclusiva de la autoridad eclesiástica; ésta reside en la Sede Apostólica y, en la medida que determine la ley, en el Obispo.

§ 2. En virtud del poder concedido por el derecho la reglamentación de las cuestiones litúrgicas corresponde también, dentro de los límites establecidos, a las competentes asambleas territoriales de Obispos de distintas clases, legítimamente constituidos.

§3. Por lo mismo, nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la Liturgia.

Conservar la tradición y apertura al legítimo progreso

23. Para conservar la sana tradición y abrir, con todo, el camino a un progreso legítimo, debe preceder siempre una concienzuda investigación teológica, histórica y pastoral, acerca de cada una de las partes que se han de revisar. Téngase en cuenta, además, no sólo las leyes generales de la estructura y mentalidad litúrgicas, sino también la experiencia adquirida con la reforma litúrgica y con los indultos concedidos en diversos lugares. Por último, no se introduzcan innovaciones si no lo exige una utilidad verdadera y cierta de la Iglesia, y sólo después de haber tenido la precaución de que las nuevas formas se desarrollen, por decirlo así, orgánicamente a partir de las ya existentes. En cuanto sea posible evítense las diferencias notables de ritos entre territorios contiguos.

Lengua litúrgica

36. § 1. Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular.
§ 2. Sin embargo, como el uso de la lengua vulgar es muy útil para el pueblo en no pocas ocasiones, tanto en la Misa como en la administración de los Sacramentos y en otras partes de la Liturgia, se le podrá dar mayor cabida, ante todo, enlas lecturas y moniciones, en algunas oraciones y cantos, conforme a las normas que acerca de esta materia se establecen para cada caso en los capítulos siguientes.
§ 3. Supuesto el cumplimiento de estas normas, será de incumbencia de la competente autoridad eclesiástica territorial, de la que se habla en el artículo 22, 2, determinar si ha de usarse la lengua vernácula y en qué extensión; si hiciera falta se consultará a los Obispos de las regiones limítrofes de la misma lengua. Estas decisiones tienen que ser aceptadas, es decir, confirmadas por la Sede Apostólica.
§ 4. La traducción del texto latino a la lengua vernácula, que ha de usarse en la Liturgia, debe ser aprobada por la competente autoridad eclesiástica territorial antes mencionada.

Lengua vernácula y latín

54. En las Misas celebradas con asistencia del pueblo puede darse el lugar debido a la lengua vernácula, principalmente en las lecturas y en la «oración común» y, según las circunstancias del lugar, también en las partes que corresponden al pueblo, a tenor del artículo 36 de esta Constitución.

Procúrese, sin embargo, que los fieles sean capaces también de recitar o cantar juntos en latín las partes del ordinario de la Misa que les corresponde.

Si en algún sitio parece oportuno el uso más amplio de la lengua vernácula, cúmplase lo prescrito en el artículo 40 de esta Constitución.

Comunión bajo ambas especies

55. Se recomienda especialmente la participación más perfecta en la misa, la cual consiste en que los fieles, después de la comunión del sacerdote, reciban del mismo sacrificio el Cuerpo del Señor. Manteniendo firmes los principios dogmáticos declarados por el Concilio de Trento, la comunión bajo ambas especies puede concederse en los casos que la Sede Apostólica determine, tanto a los clérigos y religiosos como a los laicos, a juicio de los Obispos, como, por ejemplo, a los ordenados, en la Misa de su sagrada ordenación; a los profesos, en la Misa de su profesión religiosa; a los neófitos, en la Misa que sigue al bautismo.

Unción de enfermos

73. La «extremaunción», que también, y mejor, puede llamarse «unción de enfermos», no es sólo el Sacramento de quienes se encuentran en los últimos momentos de su vida. Por tanto, el tiempo oportuno para recibirlo comienza cuando el cristiano ya empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez.

Uso del latín o de la lengua vernácula

101. §1. De acuerdo con la tradición secular del rito latino, en el Oficio divino se ha de conservar para los clérigos la lengua latina. Sin embargo, para aquellos clérigos a quienes el uso del latín significa un grave obstáculo en el rezo digno del Oficio, el ordinario puede conceder en cada caso particular el uso de una traducción vernácula según la norma del artículo 36.

 § 2. El superior competente puede conceder a las monjas y también a los miembros, varones no clérigos o mujeres, de los Institutos de estado de perfección, el uso de la lengua vernácula en el Oficio divino, aun para la recitación coral, con tal que la versión esté aprobada.

 § 3. Cualquier clérigo que, obligado al Oficio divino, lo celebra en lengua vernácula con un grupo de fieles o con aquellos a quienes se refiere el § 2, satisface su obligación siempre que la traducción esté aprobada.

Canto gregoriano y canto polifónico

116. La Iglesia reconoce el canto gregoriano como el propio de la liturgia romana; en igualdad de circunstancias, por tanto, hay que darle el primer lugar en las acciones litúrgicas.

Los demás géneros de música sacra, y en particular la polifonía, de ninguna manera han de excluirse en la celebración de los oficios divinos, con tal que respondan al espíritu de la acción litúrgica a tenor del artículo 30

Roma, en San Pedro, 4 de diciembre de 1963.

Yo, PABLO, Obispo de la Iglesia Católica 

El callejón sin salida del conservadurismo



1. ¿Es idéntico pensar y actuar como conservador y pensar y actuar como católico? ¿Son iguales los enfoques conservador y tradicional? ¿Qué distingue al conservador de los amantes de los principios perennes? ¿Es la conservación, como tal, un criterio en sí mismo, o se juzga la conservación por su objeto? Estas son sólo algunas de las preguntas que surgen cuando se trata de salirse del entramado de un lenguaje aproximado y evitar malentendidos y errores fatales tanto para el conocimiento como para la acción.

Este es un problema que se ha presentado muchas veces, a partir de los cambios de época que han visto las grandes transformaciones impuestas por las revoluciones modernas, y particularmente frente a los resultados de la Revolución Francesa. La pregunta surgió instantáneamente, no en sus términos formales, sino en su esencia, después de la derrota de Napoleón en Waterloo y la Restauración posterior. La pregunta que surge (y que con frecuencia se vuelve a plantear) podría formularse en estos términos: cuando la revolución se encuentra en dificultades o detenida, ¿qué camino tomar para superarla no sólo en sus efectos, sino también en sus causas? En consecuencia, ¿qué pensar y cómo hacer para sanar lo que ha sido alterado por la fuerza?

El Congreso de Viena eligió el camino de la conservación más que el de la tradición. La Restauración, en efecto, mantuvo gran parte del orden napoleónico, mantuvo a las clases dominantes civiles y militares instaladas por los regímenes pro-franceses en las filas ya ocupadas, hizo suyos muchos cambios territoriales impuestos por el expansionismo revolucionario. Así se comportaban generalmente los reyes, una vez que regresaban a sus respectivos tronos. La “política de la amalgama”, emprendida por el ministro Medici, y refrendada por Fernando I, en el Reino de las dos Sicilias, constituye, a su manera, un caso ejemplar. El deseo de conservar lo ya existente hizo que el retorno al orden anterior fuera, en gran medida, sólo aparente, y sentó las bases para posteriores reveses.

Este diseño fue (diversamente) criticado por autores como el Príncipe de Canosa, Antonio Capece Minutolo, el Conde Monaldo Leopardi, el Conde Clemente Solaro della Margarita. Probaron de nuevo el modelo, mostraron sus errores, señalaron la raíz de sus fracasos. Manteniendo el pasado cercano (absolutista o napoleónico), no se volvió a la tradición, sino que se consolidó la revolución -en sus resultados y en sus hombres- y se sentaron las premisas para la reanudación del fermento revolucionario y para el debilitamiento de la fuerza política. estructuras, que afirmó querer proteger.

2. Si nos detenemos a considerar la tipología de la actitud conservadora, nos damos cuenta, ya a primera vista, de que tiende a considerar un hecho como un valor. Inclinarse, es decir, a preferir lo existente como existente (apreciado y defendido) y por tanto un cierto poder, como efectivo. Entre los que se jactan de la legalidad (entendida positivamente) y los que plantean el problema de la legitimidad, la mensconservador expresa una armonía con el primero, en lugar de tomar en consideración el dilema planteado por el segundo. Del mismo modo, entre el orden existente y la necesidad de justicia, el conservadurismo (generalmente) se adapta al primero, en lugar de tomar partido por el segundo. Como podría representar el diálogo de Sófocles entre Creonte y Antígona: después de todo, el tirano, llamando a la observancia de sus preceptos ("edictos humanos") invoca la conservación de una estructura normativa, mientras que Antígona la impugna apelando a una normatividad superior (las "leyes divinas"), es decir, a principios que trascienden y juzgan todo poder.

La fenomenología del conservadurismo se manifiesta en una serie de actos y tesis, que establecen unos rasgos recurrentes y unos desembarcos reveladores. Es típico del conservador adoptar como criterio el "rendir para no perder", excepto para comprobar más tarde, contra su voluntad, que el ceder mismo era el requisito previo para la derrota (a pesar de cualquier intención en contrario). Además, el conservadurismo (muchas veces) toma la forma de la opción por el “mal menor”, ​​por lo que a pesar de cualquier intención diferente, termina aceptando y consolidando el mal, en lugar de reemplazarlo por el bien (deseado). Por otra parte, el conservador parece estar hipotecado por el miedo a la inestabilidad, la anarquía o el caos, hasta el punto de considerar preferible un arreglo institucional considerado (en su conjunto) injusto a su eventual impugnación.

El trasfondo de estos marcos (teórico-prácticos) - implícita o explícitamente - es una especie de "debilidad espiritual", que pone entre paréntesis las grandes cuestiones de principio. Sobre esta premisa, se admite que "los enemigos de ayer son los aliados de hoy", y se teoriza que las instituciones nacidas de la Revolución (Francesa) y sus consecuencias, en el proceso del que forma parte, deben ser ellas mismas preservadas, ser plenamente vinculantes o son apreciables en sí mismos.

Esta actitud presupone (más o menos conscientemente) la convicción de la irreversibilidad de la historia, o más bien de su camino unívoco y horizontal. Por lo tanto, solo se podría registrar el movimiento "hacia adelante" o "hacia atrás" (no "arriba" o "abajo"). El tiempo mismo, en su sucesión, pasa a ser asumido como vehículo de aumento cualitativo. De modo que, después de una transformación revolucionaria, cualquier "retorno al orden" sería imposible (operacionalmente) o imposible (teóricamente). Habría, pues, que limitarse a evitar los excesos de la praxis revolucionaria, exigiendo como máximo el respeto a ciertos "valores" (como tales, inevitablemente abstractos).

3. Si se busca la esencia del conservadurismo, considerado en sí mismo, no es difícil ver en él una categoría de liberalismo. Como tal, constituye una ideología, y no se confunde con el espíritu natural de conservación de la propiedad (y de todo lo que de ella participa). Propiamente, es decir, es un punto de vista absolutizado, no la responsabilidad de la mayordomía o la tendencia racional a perseverar en lo que se conoce como válido.

En el marco del liberalismo, el conservadurismo pretende sustraer algo del campo de la opinión. Frente al convencionalismo liberal, el conservador tiene como objetivo "proteger" algunos bienes de la posibilidad de aniquilamiento (por vía normativa, administrativa o judicial). Pretende estabilizar las inevitables fluctuaciones del sistema, sustentando un ancla (en cierto sentido, inquebrantable). De este modo, sin embargo, cae en una aporía fatal: por un lado, acepta la primacía de la opinión, y por otro la excluye; o viceversa, bajo un aspecto defiende unos bienes como independientes de toda voluntad, y bajo otro acepta la institucionalización de la primacía de la libertad (como criterio de sí misma).

Tipificando la experiencia histórica, se puede observar que el conservadurismo constituye la sustancia de la Revolución en su fase napoleónica. En efecto, una vez en el poder, la Revolución apela a la preservación (de sí misma), a consolidar lo adquirido, a estabilizar las estructuras que ha producido y a evitar nuevos sobresaltos. En efecto, precisamente al intuir el peligro de sucumbir (ante la inevitable reacción), la revolución victoriosa se presenta como portadora del orden y de la paz, evidentemente del orden producido por la revolución. Ofrece a los antiguos adversarios la posibilidad de una convivencia no conflictiva, pero en sus propios términos y dentro del ámbito de sus propias normas.

En última instancia, el conservadurismo corresponde a la pretensión de cristalizar el proceso revolucionario en una determinada fase, ignorando o descuidando su dinámica intrínseca. Visto más de cerca, toma la forma de unirse al lado perdedor de la revolución misma, es decir, al anterior y "superado" por su posterior radicalización. En su mayor parte, adopta el liberalismo cristalizado en su versión menos consecuente con las premisas, abrumado (históricamente) por su desarrollo en democratismo y libertarismo. Con esto, el conservadurismo asume que puede encontrar una mediación entre la primacía del ser y la primacía del devenir. Pero esta mediación, aunque imposible desde el punto de vista teórico, parece tanto más ilusoria desde el punto de vista operativo. En esta imagen,

El conservador, por lo tanto, termina apuntando a perpetuar un orden particular, sin trascenderlo objetivamente. Lo defiende a fondo sin evaluarlo hasta el final. Su orientación epistémica, más que realista, es empirista.

En resumen, el conservadurismo se revela como el "camino muerto" en el que se agota la reacción a la subversión programática, o el "callejón sin salida" que (objetivamente) neutraliza la oposición a las transformaciones revolucionarias. Más que la premisa, constituye el "malentendido capital" con respecto a la contrarrevolución (tanto desde el punto de vista intelectual como operativo). A fortiori, el conservadurismo es (objetivamente y más allá de las intenciones) la "falsificación radical" de la tradición (entendida en su sentido axiológico).

4. Un análisis conciso revela que el enfoque conservador es inconfundible con el fundamento (del juicio y de la acción) en la tradición. Esto requiere una evaluación a partir de la cual distinguir lo accidental y lo esencial, lo transitorio y lo precioso, lo repetitivo y lo tradicional. Donde el segundo término es el criterio del primero, y no al revés. De modo que el primero debe ser objeto de un discernimiento selectivo, y viene a revelarse (por sí mismo) sólo el simulacro del segundo.


Pensar la tradición significa acomodarse a la primacía del ser, de la contemplación y de la finalidad, por tanto con la primacía de la inteligencia, la verdad y la bondad. Al mismo tiempo, presupone el escrutinio de la experiencia y la prioridad noética del "sentido común", es decir, de la aprehensión primaria de la realidad (en sus diversos aspectos) y de la naturaleza de las cosas.

La tradición auténtica (en cualquier ámbito, desde el político al jurídico, desde el artístico al literario) entrega lo que es válido, lo que perdura, lo que permanece, no lo que prevalece, lo que fue o lo que pasa. En la medida en que mantiene lo permanente en lo transitorio, lo más alto en lo más común.

Se entiende, por tanto, que la tradición no consiste en la imitación de lo ya acontecido, ni en la hipostasiación del pasado. Más bien, se sustancia en la capacidad de atesorar el legado de verdad y bienes, de adquisiciones y perfecciones. Por tanto, más que un ansiado residuo (según una precedencia horizontal) constituye una fundada prenda de esperanza (por su elevación vertical).

Giovanni Turco - Fuente