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martes, 19 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (18) [Concilio Vaticano II]

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No deja de ser curioso -y preocupante- que estos cristianos "tristes" a los que se refiere el papa Francisco son precisamente aquellos mismos cristianos de los que habla cuando dice en su entrevista que hay también grupos cristianos fundamentalistas. Estos "fundamentalistas" serían los que podríamos llamar "malos católicos" (mundanos, espiritualmente hablando, según el papa Francisco; y muy peligrosos). Como claro ejemplo de malos católicos-desde esta perspectiva- estarían los Franciscanos de la Inmaculada y todos aquellos que siguen manteniéndose fieles a la Tradición multisecular de la Iglesia, aquellos que hacen oración ante el Sagrario y participan en el santo sacrificio de la Misa y creen que Jesús está realmente presente en la hostia consagrada; en fin los "malos católicos" serían aquellos que, contra viento y marea, han permanecido fieles, durante toda su vida, a las verdades establecidas como dogmas en la Iglesia de siempre, porque han visto en ello la voluntad de su Fundador, Jesucristo, a quien aman sobre todas las cosas.

Y los "buenos católicos", siempre según esta "ideología", serían aquellos que dicen amén a todo lo que el Papa diga o le parece que ha querido decir, simplemente porque son palabras del Papa, como si el Papa fuese Dios. Esto es lo que podríamos llamar "papolatría". Se olvida así algo que es esencial y que todo cristiano debe de conocer, a saber: no pertenecemos a la Iglesia de un determinado Papa sino a la Iglesia fundada por Jesucristo. [El Papa, como persona humana que es, cuando no habla ex cathedra, puede equivocarse. Y hasta ahora nunca ha hablado ex cathedra]. Un cristiano tiene la obligación de conocer bien los fundamentos de su fe. Y no olvidar que, sea quien sea el que lo diga, si alguien (aunque fuera un ángel del cielo) predica un Evangelio distinto del que se nos ha transmitido en la Sagrada Escritura, debe ser considerado como anatema (o sea, maldito), según nos dice el apóstol Pablo en la epístola a los Gálatas, capítulo 1, versículos del 6 al 10

Así pues: se diga lo que se diga, la opción por la Verdad, o sea, la opción por Jesucristo, es lo único que tiene que preocupar verdaderamente a un católico que se precie de tal. ¡Eso sí, no por un Cristo a la carta, sino por Jesucristo fielmente interpretado por la Tradición de la Iglesia de veinte siglos! Nadie se puede permitir el lujo de interpretar a su gusto el Evangelio [como ocurre en el caso de los protestantes, para quienes cuenta la sola Escritura]. La institución del Papado es un dogma de fe y nos da una seguridad absoluta acerca de la correcta interpretación de las Sagradas Escrituras, en lo que tienen de esencial con vistas a nuestra salvación. Si perdemos esto de vista, entonces lo hemos perdido todo.

[¡No debemos confundir el Papado con lo que un determinado Papa diga en un determinado momento, por muy Papa que sea! Un Papa que negara, "de alguna manera", algo de lo establecido anteriormente como doctrina segura, tendría que ser cuestionado en su fe por el conjunto de obispos y cardenales que componen la Iglesia ... pues se trataría de un Papa "hereje",  lo que es una contradicción; en ese caso tendría que ser depuesto. No estoy diciendo que ése sea el caso del papa Francisco [tampoco estoy diciendo que no lo sea]. Es un tema muy delicado, porque habría que demostrar de un modo que no diera lugar a dudas de que eso es así. E incluso, supuesto el caso de que se demostrase, el Papa siempre podría decir que no se había interpretado bien lo que dijo; o podría perfectamente retractarse de ello. En ambos casos no perdería su cargo. En fin, este tema merecería un estudio aparte]


Curiosamente se sigue diciendo, usando la expresión hermenéutica de la continuidad, debida al anterior Papa Benedicto XVI que, con las reformas que se están haciendo hoy en la Iglesia - y con las que se pretenden hacer - no se quiere romper con el pasado, sino que hay continuidad. La Iglesia sigue siendo la misma pero adaptada a los tiempos modernos. Esto es la teoría. La realidad lo desmiente. Los hechos que hoy en día se están produciendo indican más bien ruptura que continuidad, con relación a la estructura de la Iglesia de veinte siglos ... ¡como si la Iglesia hubiera comenzado hace cincuenta años, a raíz del Concilio Vaticano II!. Siempre se habla del Concilio, como sinónimo del Concilio Vaticano II (y sólo de ese Concilio y no de los veinte Concilios anteriores), y del espíritu del Concilio (que nadie sabe en qué consiste), porque un espíritu puede ser bueno y puede ser malo [excepto, claro está, si estamos hablando del Espíritu Santo, pero éste "sopla donde quiere y oyes su voz pero no sabes de dónde viene ni adónde va" (Jn 3,8)]. Queda claro que ese Espíritu no se deja agarrar por nadie, sino que es libre y siempre va unido a Jesús: "El Señor es Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor hay libertad" (2 Cor 3, 17). Recordemos también que Jesucristo dijo de sí mismo: "Yo soy la Verdad" (Jn 14, 6) y también: "La Verdad os hará libres" (Jn 8,32). En la unión con el Señor Jesús (que es la Verdad) unión posible por el Espíritu Santo, Espíritu del Padre y del Hijo, encontramos nuestra auténtica libertad: una libertad que va unida siempre a la Verdad, que es Jesús, y una libertad que nos es dada porque estando con Jesús tenemos su mismo Espíritu en nosotros, por pura gracia. 


Y, sin embargo, p
arece como que si se contradice algo (¡no estoy diciendo que se contradiga todo, tan solo algunos puntos!) de lo que fue aprobado en el Concilio, se estuviese, por ello mismo, actuando en contra de la Iglesia, lo que es absolutamente falso. El Espíritu Santo va siempre de la mano de Jesús. Todo lo que nos oculta a Jesús, nos oculta también su Espíritu. Y nos hace esclavos (aun cuando sea el mismo Concilio Vaticano II)


Y de hecho ocurre que dicho Concilio, que pretende imponerse como si fuese Palabra de Dios, inspirada directamente por el Espíritu Santo, contiene -sin embargo- una serie de puntos de dudosa ortodoxia [entre ellos la colegialidad, la libertad religiosa, el ecumenismo y el diálogo interreligioso; aunque no son los únicos]. Por eso mismo no podía nacer con vistas a dar definiciones de tipo dogmático, lo que sí ocurrió con los veinte Concilios anteriores. En teoría nació como un concilio meramente pastoral, en sus intenciones. Y efectivamente no ha definido nada de modo dogmático. Lo extraño del caso es que siendo eso así, como lo es, ¿a cuento de qué esa obsesión en querer imponer a los cristianos una visión tan estrecha de lo que es la Iglesia, reduciéndola a lo que se dice en el Concilio Vaticano II? [máxime cuando dicho Concilio, como digo, tiene algunos puntos muy discutibles desde un punto de vista ortodoxo] La Iglesia es mucho más que eso. Y es el Espíritu Santo (el auténtico, el Espíritu de Jesús) el que la anima y no el "espíritu" del Concilio. 

Del Concilio Vaticano II hay que tomar como absolutamente cierto aquello que está en conformidad con lo que se dijo en los Concilios anteriores, que sí nacieron como dogmáticos. Y, ante la menor duda, un católico debe ir a lo seguro, o sea, a lo definido dogmáticamente por la Iglesia de siempre. De ese modo, aunque sea tachado de "fundamentalista" o de "cristiano triste", puede tener la conciencia tranquila de que está cumpliendo con lo que Dios quiere. Su único "fundamentalismo" (del que puede sentirse orgulloso) consiste en que intenta hacer realidad en su vida las palabras de la Escritura que dicen que: "en cuanto al FUNDAMENTO nadie puede poner otro distinto del que está puesto, que es JESUCRISTO" (1 Cor 3, 11). Bendito fundamentalismo éste, que no se caracteriza precisamente por ningún tipo de violencia 
contra los demás, ni ideológica ni física, (en contra de las afirmaciones del Papa Francisco, en este sentido)




Estamos llegando a una situación límite, en la cual serán muy pocos  los católicos que lo sean de verdad ... y desde luego, no lo serán aquellos que siguiendo doctrinas "oficiales" de la Iglesia, se dejen engañar 
[Digo con toda idea, "se dejen engañar" porque no debemos olvidar que sólo será engañado el que quiera serlo]- por los dichos y retóricas de una inmensidad de "falsos pastores" que surgirán apareciendo como portadores de la auténtica palabra de Dios, cuando serán, en verdad, "lobos disfrazados de ovejas", "ladrones y salteadores", a quienes no les importan en absoluto las ovejas: el "mensaje" que "prediquen" será meramente humano y la figura y la realidad de Jesús quedará relegada a su mínima expresión. 

En esa "nueva doctrina" ya no habrá lugar para nuestro gran Amigo y nuestro Único verdadero Amigo, que es Jesucristo. Las palabras que oiremos serán palabras de hombres, pensadas por hombres y para los hombres. Para dar impresión de continuidad nos encontraremos con el nombre de Jesucristo, pronunciado de vez en cuando, pero este Cristo no será ahora el Cristo real, aquél que formó parte de nuestra historia y que se manifestó como verdadero hombre, y también como verdadero Dios. Será simplemente un Cristo simbólico y lo esencial, en esta "nueva religión" (por llamarla de algún modo) será la solidaridad (¿?) entre los hombres. Cualquier viso de sobrenaturalidad será considerado como peligroso y tachado como sospechoso de "mundanidad espiritual".


Me viene a la mente la escena en la que María Magdalena fue al sepulcro, muy temprano, en la madrugada del domingo, y se encontró con que la piedra del sepulcro estaba quitada. Se quedó fuera, llorando junto al sepulcro. Y cuando dos ángeles, vestidos de blanco, le dijeron: "Mujer, ¿por qué lloras?", ella contestó: "Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto" (Jn 20, 13). La situación actual por la que atravesamos es muy parecida: Nos han quitado al Señor y no sabemos dónde se encuentra. 


Pues bien: ante tantas pruebas como nos esperan, es fundamental tener las ideas muy claras, y pedirle a Dios que nos conceda una fe sincera y auténtica pues, como dijo el mismo Jesús: "llega la hora en que todo el que os dé muerte pensará que hace un servicio a Dios" (Jn 16,2). Los católicos auténticos serán considerados como "malos", "retrógrados", etc... y serán perseguidos por los que se considerarán a sí mismos "buenos católicos, "progres", "puestos al día", "en conformidad con los tiempos actuales", etc... y, además, como poseyendo la verdad, engañando así a miles y miles de católicos, que prestarán oído a sus fábulas, ... pues la  "verdad" que prediquen no será la Verdad (con mayúsculas), que es Cristo. El número de los que conozcan de veras a Jesús será muy limitado, reducido a unos pocos, muy pocos, aquellos que no se avergüencen del Nombre de Jesús, como Dios y hombre verdadero.


Cuando eso ocurra -y ya está ocurriendo en algunos lugares- hagámonos el propósito de grabar en nuestra mente y en nuestro corazón estas hermosas palabras de Jesús, que están dirigidas a cada uno de nosotros, para que no tengamos miedo. Decía Jesús [y sus palabras tienen siempre actualidad]: "Cuando comiencen a suceder estas cosas, erguíos y LEVANTAD LA CABEZA porque está cerca vuestra redención" (Lc 21, 28). Y estas otras: "Vosotros ahora tenéis tristeza, pero OS VOLVERÉ A VER Y SE OS ALEGRARÁ EL CORAZÓN Y NADIE PODRÁ QUITAROS VUESTRA ALEGRÍA" (Jn 16,22)

(Continuará)

¿Fundamentalismo cristiano? (17) [ Evangelización nueva" ]

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Da la impresión (y es más que una impresión) de que cuando se habla de la "nueva" evangelización se estuviera pensando en una evangelización "nueva" [en el sentido de diferente], pues cada vez son menos los pastores que transmiten fielmente el mensaje que Jesucristo nos dejó: callan y ocultan verdades fundamentales; y hacen una selección de pasajes evangélicos que, a su vez, interpretan eliminando siempre todo aquello que no pueden entender; o sea, eliminan lo sobrenatural ... de modo que lo que se nos transmite, lo que nos llega ya no es la auténtica palabra de Dios, sino una palabra "filtrada" según criterios puramente humanos. 

Se quiere sustituir la Religión de Dios por la religión del hombre: en esta "nueva religión" todo tiene una explicación racional, o mejor, "racionalista" ... ¡Hay, sin embargo, una pega, un "ligero"  inconveniente y es que esa "religión" no es la Religión Católica, sino un espécimen, cuajado de mentiras e inventado por una serie de teólogos que han perdido la fe en Jesucristo como verdadero Dios y ven en él tan solo un mero hombre! 

En esa "nueva religión" (por llamarla de alguna manera, pues no es la Religión Católica, aunque se diga otra cosa) habría que reescribir todo el Nuevo Testamento. Y quedarse sólo con lo que se entienda ... y si se mantuviese algo de lo que no se entiende, entonces se le daría una explicación de tipo simbólico. En ese "nuevo engendro" [¡que no evangelización!] las grandes verdades de nuestra fe son eliminadas: Jesucristo no resucitó realmente, ni ascendió a los cielos; sus milagros y los de sus apóstoles son mentiras piadosas; la virginidad de María y su Asunción en cuerpo y alma a los cielos es una falsa leyenda, etc... En definitiva, se quiere quitar todo valor histórico a los Evangelios y transformar su contenido en algo simbólico. Lo importante no serían los hechos que, según ellos, no ocurrieron, sino el sentimiento religioso. En fin, se pretende construir un edificio sin cimientos, una Iglesia sin base, sin fundamento, minimizando y disminuyendo la figura de Jesús. Esto no ocurrirá de modo global, pero serán muchos los que serán seducidos y pensarán -no sin culpa- que están obedeciendo a Dios, cuando en realidad, obedecen preceptos de hombres.

¿Qué está ocurriendo aquí? Simplemente una repetición más del primer pecado, causa de todos los males que afligen a la humanidad. Adán y Eva cayeron en la tentación del "seréis como Dios" (Gen 3, 5). Su gran pecado fue la soberbia, seguido de la mentira y de no reconocer su culpa. El hombre de hoy, como el de todos los tiempos, no es -tampoco en esto- muy original: pretende abarcar a Dios (que es inconmensurable) y hacer un dios a su medida, fabricándose su propia religión, una "religión" que sería cambiante con los tiempos, etc... O sea: ¡un auténtico disparate, basado en la mentira más atroz! ... cuyo origen se encuentra básicamente en el modernismo, teoría filosófica condenada expresamente por el papa San Pío X en su encíclica "Pascendi". El modernismo no es una herejía más, sino la suma de todas las herejías. Por desgracia para nosotros, este tipo de filosofía ha influido mucho en bastantes sectores "progres" de la Iglesia Católica (sectores de gran influencia) así como en la génesis, desarrollo y aplicación del CVII, del que se ha dicho algo en otras entradas, con las consecuencias perniciosas que todo esto ha tenido para la Iglesia, y que ya conocemos.

¡Pero la mentira no es buena!. Ya conocemos la opinión que le merecen a Jesús los mentirosos (una opinión que coincide con la realidad de las cosas). Recordemos lo que dijo, en cierta ocasión, a los judíos: "Vosotros tenéis por padre al diablo y queréis cumplir las apetencias de vuestro padre; el era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla la mentira de lo suyo habla, porque es mentiroso y el padre de la mentira" (Jn 8, 44). Son palabras muy fuertes, pero así es. Y continúa diciendoles Jesús: "Sin embargo, a Mí, que digo la verdad, no me creéis" (Jn 8,45) 

¿A quien hacemos caso, entonces? ¿A aquellos hombres [¡y no importa que algunos de esos hombres sean pastores de la Iglesia, porque serían falsos pastores!] que nos quieren apartar de Dios, del único y auténtico Dios que es el que se ha manifestado en Jesucristo, como verdadero Dios y como verdadero hombre ...  o a Jesús, tal como aparece en los Evangelios y en la Tradición de la Iglesia Católica de casi dos mil años, a quien hemos conocido como a nuestro Amigo y como a nuestro Maestro? ¿A quién vamos a creer?

Es importante tomar una decisión en este sentido porque nos va en ello la salvación eterna. No podemos esquivar la decisión. Tampoco podemos excusarnos ni culpar a nadie de la decisión que tomemos, una decisión libre de la que seremos los únicos responsables. Decía Jesús: "Si no hubiera venido y les hubiera hablado, no tendrían pecado. Pero ahora no tienen excusa de su pecado" (Jn 15,22). 

Debemos, pues, mantenernos vigilantes: "Ya es hora de que despertéis del sueño" (Rom 13, 11), nos decía el apóstol san Pablo, "porque vuestro adversario, el diablo, como un león rugiente, ronda buscando a quien devorar" (1 Pet 5,8) [palabras del apóstol Pedro]. Para vencer en esta batalla contra el diablo tenemos que ponernos la armadura de Dios (Ef 6,13) ... "tomando en todo momento el escudo de la fe" (Ef 6,16a).  "Resistidle firmes en la fe" (1 Pet 5, 9), decía el apóstol Pedro. Y San Juan:  "Esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe" (1 Jn 5,4). El Señor insiste mucho en la necesidad de la fe si queremos salvarnos, una fe que debemos pedirle machaconamente y con confianza, pues sin ella estamos perdidos y derrotados. Sigue diciendo san Juan: "¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el hijo de Dios?". (1 Jn 5,5)

Una "religión" en la que la figura de Jesucristo [del Jesucristo real histórico, no del inventado por algunos teólogos de pacotilla que han perdido la fe] hubiera desaparecido, nos la hubieran robado, sería cualquier cosa menos la verdadera religión. Por supuesto que tal "religión" no sería la Religión Católica [si acaso esto llegara a producirse] y, además, y sin ningún problema de conciencia, no sólo no habría obligación de ser obedecida. Nuestra obligación [ante Dios que es ante quien hemos de rendir cuentas] no podría ser otra que la desobediencia, pues "hay que obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hech 5, 29). 


Lo más sorprendente de todo es que este "nuevo" mensaje "evangélico" [que poco o nada se parece al auténtico, al que hemos recibido los católicos -por pura gracia y sin ningún mérito- a través de los buenos pastores que la Iglesia Católica siempre ha tenido] pretende, sin embargo, aparecer como católico; y no sólo eso, sino que se está llegando hasta el punto - así se está haciendo ya en algunos lugares- de 'imponer' esa visión meramente humanista de la religión católica a todos los católicos. Esto es muy grave (y nos sitúa en lo que diré después acerca de quiénes son, en verdad, los "fundamentalistas" cristianos, los llamados violentos por el papa Francisco)

Los que no comulgan con ese enfoque de la vida cristiana son considerados como rémoras que están retrasando el progreso de la Iglesia, hasta el punto de que los que no piensan conforme a esta "nueva" idea de Iglesia son tachados por el propio Papa de cristianos tristes,   anestesiados, formalistas, hipócritas, etc, ... Incomprensible, pero ahí están los hechos, que hemos señalado tantas veces en estas entradas, para demostrarlo. 

(Continuará)