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sábado, 25 de octubre de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? 2ª parte (9) [Apostasía]



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Tal es la razón por la que pienso que no es descabellado decir que nos hallamos en una situación de "apostasía universal" o, al menos, muy próximos a ella. ¿Coincidirá ésta con aquella "apostasía universal" de la que se habla en la Biblia, la que tendrá lugar al final de los tiempos? No podemos saberlo. Pero lo que no se puede negar es el hecho de que estamos llegando - y de modo vertiginoso - a tal situación de apostasía, a escala mundial, aunque haya todavía mucha gente empeñada en negar lo que es evidente. 

Se insiste, por activa y por pasiva, en enmendar la plana a Dios y en la negación de cualquier verdad cristiana de tipo sobrenatural; y esto hasta el extremo de negar, incluso, la misma historicidad de las Sagradas Escrituras; en particular, todos los hechos relatados en los Evangelios y en el resto del Nuevo Testamento. Según estos "entendidos" lo relatado allí fue una invención de la primitiva comunidad cristiana, pero no hechos ocurridos realmente ... por cierto, una afirmación gratuita e inventada por estos nuevos "innovadores" que no pueden demostrar absolutamente nada de lo que dicen.


[Como curiosidad que puede venir al caso, añado aquí que en el año 70 tuvo lugar la destrucción de Jerusalén, tal como estaba profetizado por Jesucristo que iba a ocurrir. ¿No es extraño que tal evento histórico no aparezca en ninguno de los Evangelios? La explicación, a mi entender, es muy sencilla; y es que los Evangelios fueron escritos anteriormente al año 70, a excepción del evangelio de san Juan. Por eso no mencionan tal hecho. Y, además, como la muerte de Cristo era muy reciente, los escritos de los Evangelios son un fiel reflejo de lo que ocurrió históricamente. En ellos se relata aquello que los apóstoles vieron, oyeron y palparon. Aquí no existe ningún invento de la comunidad primitiva, ni nada que se le parezca. La mentira siempre ha sido -y seguirá siendo- el arma que utilizan los "hijos de este mundo", aquellos que tienen por padre al Diablo, según las palabras utilizadas por el mismo Jesucristo, al responderle a los judíos que no entendían su lenguaje porque no podían oír sus palabras: "Vosotros tenéis por padre al Diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él era homicida desde el principio, y no se mantenía en la verdad, porque en él no hay verdad. Cuando dice la mentira, habla de lo suyo, porque es mentiroso y padre de la mentira. Pero a Mí, que digo la verdad, no me creéis" (Jn 8, 44-45)] 

Es bastante "corriente" encontrarse hoy con "católicos" que niegan todo tipo de milagros por intervención divina así como los dogmas fundamentales de la Iglesia: la divinidad de Jesucristo, su Resurrección y Ascensión a los cielos, su Presencia real en la Eucaristía, la virginidad de María, etc. ... y siguen considerándose católicos (cuando, ciertamente, no lo son) ¿Qué formación es la que han recibido? ¿Quién les ha enseñado la doctrina? ¿Cómo puede explicarse tal anomalía? La respuesta a esta pregunta es muy difícil, porque son muchos los factores que pueden influir en ella. De todos modos, hay una razón, que es la más profunda y misteriosa de todas, y que nos sobrepasa. Está relacionada directamente con el pecado que, como decía san Pablo, es un "misterio de iniquidad" (2 Tes 2, 7) y también nos advertía, en su carta a los efesios, que "nuestra lucha no es contra la sangre o la carne, sino contra los principados y potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos que están por las regiones aéreas" (Ef 6, 12)

Es un hecho completamente actual que todo aquello que posea carácter sobrenatural es negado o silenciado [y esto ocurre también en algunos casos de altas jerarquías eclesiásticas]. Ya en el año 1972 decía el papa Pablo VI que "el humo de Satanás" se había infiltrado en la Iglesia. Hoy podemos decir que es el propio Satanás el que está infiltrado. Claro está que tal afirmación no puede ser demostrada. Pero tenemos las palabras de Jesús que, como siempre, nos sirven de guía, y de luz, en este mundo tenebroso: "Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7, 16). ¿Qué frutos son los que observamos? Pues -si somos observadores- reconoceremos que el llamado modernismo se ha infiltrado en el corazón mismo de la Iglesia y amenaza con destruirla a corto plazo, si Dios mismo no interviene, de alguna manera. Recordemos que el papa San Pío X decía ya, en su encíclica "Pascendi", que la herejía modernista es la suma de todas las herejías. Y esa herejía, que conduce a la apostasía completa, es la que -de modo sibilino- se encuentra merodeando por el Vaticano.

No cabe ninguna duda de que Dios intervendrá, pues no va a consentir que su obra se deshaga y que la muerte de su propio Hijo haya sido en vano. Tenemos la seguridad de que "las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia" (Mt 16, 18) Esa es nuestra esperanza, y sabemos que no será defraudada, pero se impone el ser realistas y el llamar a las cosas por su nombre. Y vistas las cosas, tal y como están, me parece que esa intervención divina debe de estar ya a las puertas ... de modo que nos conviene estar preparados y vigilar de continuo, porque "el Diablo ronda como león rugiente buscando a quien devorar" (1 Pet 5, 8). 

Por supuesto que no podemos conocer ni el día ni la hora y sabemos, además, que "un día ante Dios es como mil años, y mil años como un día" (2 Pet 3,8).  En cualquier caso, lo que está claro es que la negación de todo lo sobrenatural así como la invención de nuevas "doctrinas", meramente humanas, que pretenden destronar a Dios y colocarse en su lugar, no puede traernos sino consecuencias nefastas, porque "de Dios nadie se ríe" (Gal 6, 7)

En fin, acabamos esta entrada con unas palabras del apóstol Judas Tadeo: "Carísimos, teniendo mucho interés en escribiros sobre nuestra común salvación, me he visto en la necesidad de hacerlo para animaros a luchar por la fe transmitida a los santos de una vez para siempre" (Jd, 3)


(Continuará)

¿Fundamentalismo cristiano? 2ª parte (8) [Fidelidad]



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En su momento, Benedicto XVI habló de la "hermenéutica de la continuidad" para expresar así que la doctrina actual de la Iglesia seguía siendo la misma, antes y después del Concilio Vaticano II, pero lo que observamos que se está produciendo, realmente, es una "hermenéutica de ruptura" con la Tradición anterior.



Se utilizan una serie de expresiones ambiguas, impropias de la Iglesia, que pueden confundir y dar lugar a diferentes interpretaciones. Se ponen en tela de juicio determinados puntos de la doctrina de la Iglesia, que no pueden ser cambiados, pues son doctrina revelada.  Para poder realizar el cambio se los presenta como "avances pastorales en la "misericordia" hacia las personas, cuando  ni son avances [sino auténticos retrocesos en la comprensión de lo que es la doctrina católica] ni son pastorales [pues una pastoral que no respete la doctrina no es una verdadera pastoral] ni ejercitan la misericordia con los pecadores [no, al menos, la misericordia de la que Jesús habla en el Evangelio, que es la verdadera misericordia, la cual va siempre acompañada de la verdad y de la justicia; así como del reconocimiento de su pecado por parte del pecador]

Los que así proceden no son verdaderos pastores sino ladrones y salteadores, a quienes no les importan las ovejas (Jn 10, 8). Ahí están las palabras del Señor que son las únicas que nos pueden salvar y a las que tenemos que acudir siempre: "Yo soy la puerta [de las ovejas]; si alguno entra por Mí se salvará, y entrará y saldrá, y encontrará pastos" (Jn 10, 9). No hay otro camino para entrar en el redil si no es a través de Jesucristo y con Jesucristo.

Se utiliza hoy mucho la palabra "misericordia" como si se tratara de un nuevo descubrimiento: la "misericordina" es la pastilla eficaz para solucionar todos los problemas. Por supuesto que Dios es infinitamente Misericordioso"Dios es rico en misericordia" (Ef 2,4), pero también es infinitamente Justo. [En Dios, Misericordia y Justicia, Misericordia y Verdad son una misma cosa, pues Dios es Simple].
"Os escribo esto, hijitos -dice san Juan- para que no pequéis. Pero si alguno peca [verdad del pecado, que merece castigo, en justicia], tenemos un abogado ante el Padre, Jesucristo, el Justo. Él es propiciación por nuestros pecados, [misericordia ejercida por Dios cuando se reconocen los propios pecados, como tales pecados, ante Él, siguiéndose de ahí un auténtico arrepentimiento por haberlos cometido y una gran confianza en Dios, que nos dará su gracia para seguir luchando por serle fieles] pero no sólo por los nuestros, sino por los de todo el mundo" (1 Jn 2, 1-2) [Todos deberían tener acceso al Mensaje salvador de Jesús, y para ello el Maestro nos necesita].

Porque así es:  el Mensaje de Jesús debería llegar al mayor número posible de personas, pero -eso sí-  sin falsear dicho Mensaje, como Palabra de Dios que es, para transmitirlo íntegramente de generación en generación hasta el final de los tiempos. Es una nota esencial de la verdadera Iglesia la fidelidad al depósito recibido. ¿Por qué queremos inventar una nueva doctrina diferente a la que ya hay y, además, seguir llamándole Iglesia Católica? Esto es algo diabólico. Si tal cosa se hiciera podemos tener la absoluta seguridad de que ya no estaríamos ante la Palabra de Dios, sino que eso sería ... ¡otra cosa!. 

La división que se está produciendo en la Iglesia entre conservadores (tradicionalistas) y progresistas (influidos por la herejía modernista) es realmente escandalosa (a mí me recuerda un poco lo que sucede entre los políticos, como si en la Iglesia se pudiera ser de izquierdas o de derechas. A este respecto, considero desafortunada la expresión del santo Padre cuando dijo aquello de "yo no he sido nunca de derechas". Esas palabras, de izquierda y derecha, no tienen -o no deberían de tener- ningún sentido en el seno de la Iglesia Católica. Desde luego no es ése el deseo de Cristo, quien cuando rogó a su Padre por sus discípulos le pidió: "Que todos sean uno: como tú, Padre, en Mí y Yo en Tí, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado(Jn 17, 21).

¡Qué lejos estamos del cumplimiento de esas palabras del Señor, que son las únicas que pueden y deben servir de guía para que la Iglesia se mantenga auténticamente fiel al Mensaje recibido!.  Por esencia la Iglesia tiene que ser conservadora, si se nos permite todavía esa expresión, en el sentido de que debe mantener sin cambio aquello que le ha sido encomendado. De no hacerlo así estaría faltando a su misión: "Timoteo,  guarda el depósito" (1 Tim 6, 20). La obligación de la Iglesia es la de transmitir íntegramente el Mensaje recibido de Jesucristo, que "es el mismo ayer y hoy y lo será siempre" (Heb 13, 8) y que dijo: "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Lc 21, 33; Mt 24, 35). 

Otra cosa diferente es lo que llamamos pastoral, que es la manera práctica de hacer llegar esas palabras a todo el mundo. Y aquí sí que es preciso hacer un buen uso de la imaginación, aquí sí que pueden haber distintos enfoques, con vistas a que la gente conozca al Señor y lo quiera, pero siempre desde la fidelidad a la doctrina. Y éste es el gran problema que tiene hoy en día planteada la Iglesia, esa falta de fidelidad a la doctrina de siempre, por una razón que yo entiendo que no puede ser otra sino la pérdida de la fe en Jesucristo como verdadero Dios y como verdadero hombre; y como el Único en quien la salvación es posible. 

Decir, por ejemplo, como dijo el papa Francisco: «los que son cristianos, con la Biblia, y los que son musulmanes, con el Corán», porque «uno solo es DIos: el mismo» ... es un grave error doctrinal, que no se atiene a verdad, desde el momento en que Dios se ha revelado en Jesucristo. Si se cree en Jesucristo, debemos creer en sus palabras. Y lo que le oímos decir es: "Quien no está conmigo, está contra Mí" (Mt 12, 30). "Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre" (1 Jn 2, 23). "Yo soy la Verdad" (Jn 14,6), etc ... Las palabras de Jesús son clarísimas. Y quieren decir lo que dicen. No admiten ninguna otra interpretación que lo que se dice en ellas, tal y como se dice. ¿A quién hacemos caso, entonces? ¿A lo que dice Jesús o a lo que dicen los demás? Esa decisión debemos de tomarla ante Dios, porque lo que está en juego es nada más y nada menos que nuestra salvación o nuestra condenación eterna. Y esto no es ningún invento mío, sino que es doctrina perenne de la Iglesia, que no puede ser modificada ni cambiada por nadie.

Así, pues, la primera regla [-y yo diría que la única, al menos en el momento actual- ] para una auténtica y eficaz pastoral es la de predicar la verdadera doctrina católica, de modo íntegro, porque la gente no conoce al Señor y, por eso mismo, es desgraciada. Esta tarea se impone hoy con más urgencia que nunca. Sin embargo, no sólo no se está actuando en este sentido, sino incluso en sentido contrario, enseñando a la gente "verdades" que no son tales y que, por supuesto, no reflejan fielmente -e incluso traicionan- la Palabra de Dios. Si hubiera que encontrar una respuesta para explicar la situación en la que se encuentra la Iglesia, tal vez habría que acudir al hecho de que muchos de los que tienen que transmitir la fe al pueblo cristiano, ellos mismos la han perdido. Y no se puede enseñar aquello que no se sabe, o mejor -en este caso- aquello que no se vive [estoy hablando en términos generales, porque me consta de que, gracias a Dios, aún quedan pastores fieles al Evangelio y a la Tradición de la Iglesia; así como también fieles católicos que los siguen, porque escuchan en ellos la verdadera palabra de Dios. La pena es que este número es cada vez menor]

Hay, hoy en día, muchísimos católicos [católicos sólo en el sentido de que fueron bautizados al poco de nacer, pero nada más] que no conocen su fe, que no conocen a Jesucristo. Entre otras cosas, aparte de su propia responsabilidad personal ante Dios, que la tienen, porque aquellos que deberían dar a conocer a Jesucristo [comenzando por la más alta Jerarquía dentro de la Iglesia] transmiten una palabra de Dios adulterada, tergiversada e incompleta; o sea, no transmiten la palabra de Dios, pues ésta sólo puede ser bien conocida si se transmite en toda su integridad. Para desdicha del pueblo cristiano esto sólo ocurre en contados casos. 

(Continuará)

¿Fundamentalismo cristiano? 2ª parte (7) [Aggiornamento]



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Cuando ya estaba perfectamente claro cuál es -y ha sido siempre- la doctrina de la Iglesia, han ido apareciendo a lo largo de la segunda mitad del siglo XX -y continúan apareciendo- una serie de "innovadores" (influidos por las filosofías de Kant y de Hegel, fundamentalmente) que dicen que la Iglesia se ha quedado anticuada y rezagada con respecto al mundo moderno.  

De hecho ese fue uno de los motivos más importantes que llevó al papa Juan XXIII a la celebración del Concilio Vaticano II. [Como sabemos éste tuvo lugar en cuatro sesiones espaciadas en el tiempo, la primera de las cuales fue presidida por el propio Papa Juan XXIII el 11 octubre de 1962. Muerto Juan XXIII, continuaron el resto de sesiones con el siguiente Papa Pablo VI, dándose por concluido dicho Concilio el 8 de diciembre de 1965] . Fue allí cuando se afianzó el término "aggiornamento" -que aún se sigue utilizando- como si en esa palabra se encontrara la síntesis más completa del Vaticano II.  Su significado podría ser el de "puesta al día", o el de "adaptarse a los tiempos modernos"; pero, ¿qué significa eso exactamente? No queda suficientemente claro y se presta a interpretaciones diversas.


Es evidente que cuando el papa Juan XXIII convocó el Concilio con el fin de renovar y "aggiornare" tendría una idea clara de aquello a lo que se refería al usar esa palabra. Básicamente -al menos, así yo lo interpreto- se trataba de que la doctrina católica llegara al mayor número de personas y de modo explícito indicó que el sentido de dicho Concilio era solamente "pastoral"; que la doctrina de la Iglesia estaba clara y que no podía tocarse de ninguna de las maneras. Así se puede leer en el discurso de apertura del Concilio Vaticano II que tuvo lugar el 11 de octubre de 1962: 


El gesto del más reciente y humilde sucesor de San Pedro, que os habla, al convocar esta solemnísima asamblea, se ha propuesto afirmar, una vez más, la continuidad del Magisterio Eclesiástico, para presentarlo en forma excepcional a todos los hombres de nuestro tiempo, teniendo en cuenta las desviaciones, las exigencias y las circunstancias de la edad contemporánea (...) El supremo interés del Concilio Ecuménico es que el sagrado depósito de la doctrina cristiana sea custodiado y enseñado en forma cada vez más eficaz (...)


Es necesario que la Iglesia no se aparte del sacro patrimonio de la Verdad, recibido de los Padres; pero, al mismo tiempo, debe mirar a lo presente, a las nuevas condiciones y formas de vida introducidas en el mundo actual, que han abierto nuevos caminos para el apostolado católico (...). El Concilio Ecuménico XXI  [puesto que han habido veinte concilios a lo largo de la Historia de la Iglesia y éste era el que hacía veintiuno] (...) quiere transmitir pura e íntegra, sin atenuaciones ni deformaciones, la doctrina que durante veinte siglos, a pesar de dificultades y de luchas, se ha convertido en patrimonio común de los hombres; patrimonio que, si no ha sido recibido de buen grado por todos, constituye una riqueza abierta a todos los hombres de la adhesión renovada, serena y tranquila, a todas las enseñanzas de la Iglesia, en su integridad y precisión, tal como resplandecen principalmente en las actas conciliares de Trento y del Vaticano I (...)

Una cosa es la substancia de la antigua doctrina, del "depositum fidei", y otra la manera de formular su expresión; y de ello ha de tenerse gran cuenta —con paciencia, si necesario fuese— ateniéndose a las normas y exigencias de un Magisterio de carácter predominantemente pastoral (...). 
Es motivo de dolor el considerar que la mayor parte del género humano —a pesar de que los hombres todos han sido redimidos por la Sangre de Cristo— no participa aún de esa fuente de gracias divinas que se halla en la Iglesia católica


De modo que lo que no se puede hacer es intentar cambiar la Iglesia de siempre, fundada por Jesucristo, y transformarla en otra "iglesia" distinta (que ya no sería la verdadera Iglesia) con el pretexto de que la Iglesia tiene que ponerse al día, tiene que "aggiornarse": la "pastoral" ha de ser, por lo tanto, diferente de la que había sido hasta ahora.

Todo eso es cierto, bien interpretado, puesto que es misión de la Iglesia que el Mensaje de Jesús llegue a todos los hombres. También ha de pensar en el modo más efectivo de conseguirlo, que de eso se trata cuando se habla de pastoral. Lo que no puede hacerse es cambiar el Mensaje evangélico. Y lo que es aún peor: realizar ese cambio diciendo que no hay tal cambio



Con la excusa de la "nueva pastoral" y de que los cristianos tenemos que estar pendientes de los llamados "signos de los tiempos", lo que de hecho se está haciendo -aunque se quieran cerrar los ojos para no ver- es un cambio en la doctrina. Evidentemente, esto se va a negar; pero los hechos están ahí para que el que quiera ver, que vea.



(Continuará)