BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



viernes, 6 de enero de 2017

Solemnidad de la Epifanía del Señor (6 de enero) [CATHOLICVS]


FUENTE: CATHOLICVS


ET INTRANTES DOMVM INVENERVNT PUERVM CVM MARIA MATRE EIVS ET PROCIDENTES ADORAVERVNT EVM ET APERTIS THESAVRIS SVIS OBTVLERVNT EI MVNERA AVRVM THVS ET MYRRHA

"Y entrados en la casa, vieron al Niño con María, su Madre, y de hinojos le adoraron, y abriendo sus tesoros le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra" (Mt 2,11)


¿Los Reyes Magos son los padres?



¿Cómo responder a la pregunta “quiénes son los Reyes Magos”?
Las navidades son unas fechas de gran alegría… sobre todo para los pequeños de la casa. Con gran ilusión se esmeran en colocar las figuras del Belén, en tocar la pandereta y cantar villancicos en la función del colegio y, como no, en escribir la carta a Reyes Magos…
Después de la emoción de ver la cabalgata de Reyes, sus carrozas, recoger caramelos… en casa, entran las prisas por poner unos dulces para los Reyes Magos, comida para los camellos y colocar los zapatos para que dejen allí los regalos.
Aunque es una época de gran disfrute también para los padres, al ver y compartir la emoción de sus pequeños, siempre llega un día en que todo cambia. «Papá, mamá, ¿quiénes son los Reyes Magos?, ¿de verdad que vienen de Oriente?, ¿cómo pueden llevar en una sola noche juguetes a todos los niños del mundo?, y los camellos, ¿cómo entran en el salón?» ¿Qué hacemos ante las preguntas curiosas de los niños?
No es aconsejable desvelar a los niños este secreto mientras se encuentran en una etapa evolutiva temprana y no pueden entender todo lo que rodea a «este misterio». Más allá de los regalos, los Reyes Magos representan una tradición cultural y religiosa llena de emociones, magia e ilusiones. Sin embargo, cuando la información sea demandada muy insistentemente, se recomienda contar lo que sabemos con mucho tacto, y de manera que el niño entienda las explicaciones.
El mejor momento para hablar depende de cada caso. «A veces suelen preguntarlo como consecuencia de comentarios que han escuchado a sus compañeros del colegio o quizá porque se plantean escenas que no tienen cabida en la realidad… “¿cómo van a pasar los camellos por la ventana?”. Sobre los seis, siete u ocho años empiezan a estar preparados para comprender que los Reyes Magos son “reales”; pero debemos ser flexibles, en esta etapa comienza a desarrollarse el pensamiento abstracto y dependerá de cada niño en particular. Entre los 8 y los 11 años es la franja más habitual para descubrirlo».
El aterrizaje real debe ser suave, respetuoso con la tradición y estar acompañado de complicidad entre los padres y los hijos en todo momento. Se considera que una buena opción decirles: «¿Quieres que te cuente una historia que explica este secreto?, mis padres me la contaron a mí y ahora quiero contártela yo a ti…».
Otra sugerencia como ejemplo puede ser: Cuando el Niño Jesús nació, los Reyes Magos de Oriente se acercaron con sus pajes guiados por una estrella y le llevaron regalos. El niño Jesús se puso muy contento, entonces los Reyes Magos pensaron que todos los niños serían muy felices así. De esta manera los papás y los familiares de los niños se convierten en pajes de los Reyes Magos y se encargan de dar regalos en su nombre a todos los niños del mundo.
Lee esta sencilla historia que te ayudará a explicarle a tus hijos quiénes son los Reyes Magos.
Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escucharle como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta en voz algo baja, como con miedo, le dijo:
– ¿Papa?
– Sí, hija, cuéntame.
– Oye, quiero… que me digas la verdad.
– Claro, hija. Siempre te la digo -respondió el padre un poco sorprendido.
– Es que… -titubeó Cristina.
– Dime, hija, dime.
– Papá, ¿existen los Reyes Magos?
El padre de Cristina se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.
– Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?
La nueva pregunta de Cristina le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:
– ¿Y tú qué crees, hija?
– Yo no sé, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.
– Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos … pero…
– ¿Entonces es verdad? -cortó la niña con los ojos humedecidos-. ¡Me habéis engañado!
– No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen – respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Cristina .
– Entonces no lo entiendo. papá.
– Siéntate, cariño, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.
Cristina se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:
-Cuando el Niño Dios nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
– ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.
– ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:
– Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal:
– Sois muy buenos, queridos Reyes, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?
– ¡Oh, Señor! -dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas. Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero no podemos tener tantos pajes., no existen tantos.
– No os preocupéis por eso -dijo Dios-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.
– ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez los tres Reyes con cara de sorpresa y admiración.
– Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños? -preguntó Dios.
– Sí, claro, eso es fundamental – asistieron los tres Reyes.
– Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?
– Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje -respondieron cada vez más entusiasmados los tres.
– Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?
Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír:
– Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia. Y, alrededor del Belén, recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.
Cuando el padre de Cristina hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo:
– Ahora sí que lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.
Y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.