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viernes, 27 de febrero de 2015

Cuidado con los falsos profetas (14) [Tentaciones (3ª) Apostasía]

Estábamos comentando que, ciertamente, todas las tentaciones son graves, si se cae en ellas, pues toda caída en tentación es pecado; y el pecado separa de Dios ... pero la tercera tentación -como decíamos- es especialmente grave, si se cae en ella, pues se trata, nada menos, que de la tentación de apostasía. 

La caída en esta tentación supone que Dios deja de ser el Supremo Bien para el hombre y es cambiado por otras cosas, a las que se da la máxima importancia. Y así, el mundo, con todos sus atractivos y riquezas, aparece ante el hombre como el "nuevo dios", como el único "dios", en realidad ... El auténtico Dios desaparece del horizonte del pensamiento del hombre, y todo queda reducido a este mundo, pues se considera que no hay otro. Y ya sólo queda, como la única realidad, el "comamos y bebamos que mañana moriremos" (1 Cor 15, 32). Todo lo demás son ilusiones. Y la muerte pone fin a todo. Es el final definitivo. ¿Qué sentido tiene pensar en lo sobrenatural? Ninguno.


Esta tercera tentación va directamente contra el primero y principal de los mandamientos de la Ley de Dios: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente" (Lc 10, 27). En lugar de colocar a Dios como el centro de la vida y de la existencia, el hombre es ahora el único que cuenta, el que decide todo, sin ningún tipo de sujeción o sometimiento a nadie. Y desde esa postura, pretende -incluso- cambiar las leyes de la naturaleza. 

Al asumir el hombre el papel de dios -un papel que no le corresponde, puesto que es una criatura-, se sitúa en la mentira, la cual defiende a capa y espada, como si fuera la única verdad. A aquél que continúe creyendo en Dios se le perseguirá, porque estará actuando contra el Sistema, contra los valores del mundo, que son los únicos reales, a saber:  la exaltación del propio yo, el poder, la riqueza, las cosas, la fama, la consideración de los demás, etc... El nuevo y único ídolo es ahora el "dios" dinero, ante el que todos tendrán que inclinarse. Porque este "dios" es el que proporcionará al hombre todas las satisfacciones que éste sea capaz de imaginar ... ¡Y si no fuera así, ...,  y la realidad lo desmintiera, ..., pues peor para la realidad!,  como diría Lenin. 


¿Por qué será que ha aumentado de modo tan desorbitado el número de suicidios  en el mundo y esto, además, tiene lugar de modo que el mayor número de suicidios se da, en general, cuanto más "civilizada" es la sociedad. La razón habría que buscarla, tal vez, en que en una sociedad hedonista, individualista y egoísta, como es la nuestra, caracterizada por su relativismo moral y su antropocentrismo (lo centra todo en el hombre y en su bienestar material), es lógico que aparezca pronto el vacío existencial y la carencia de sentido de la vida; lo cual pretende llenarse acudiendo a sucedáneos como el alcohol, el sexo y las drogas, entre otros, que -como sabemos- producen el efecto contrario al perseguido; es decir, se produce así en las personas un vacío aún mayor, un vacío que se hace insoportable; generándose, además, una dependencia tan grande de esos productos, que se convierte en esclavitud. 

"Os lo aseguro: todo el que comete pecado es esclavo del pecado" (Jn 8, 34): esto son palabras de Jesucristo. Y se trata de una realidad que estamos viendo todas los días, en cualquier instante y lugar. 


Ni siquiera cosas que -en sí mismas- tienen una connotación positiva, como puede ser la escucha de una buena música, la visión de alguna película fuera de lo común, el contacto con la naturaleza, etc ... son capaces de llenar el corazón del hombre; eso sí: sirven de entretenimiento y distracción; y, además, se pueden transformar en moralmente buenas si, al ejecutarlas, no nos quedamos sólo en ellas -como si fuesen la única realidad existente- sino que las referimos a Dios, a modo de agradecimiento. Así se pone de manifiesto el carácter referencial de las cosas, que hace honor a la verdad, y no su carácter de finalidad, que hace de ellas un todo, que se persigue por sí mismo.  


Está claro que las cosas que son malas -en sí mismas- pues son "contra natura" (como en el caso del aborto y de la homosexualidad, por poner algún ejemplo); y que suponen una manifiesta perversidad, producen una penosa esclavitud en aquél que las pone por obra.  Y no puede ser de otro modo, pues el hombre, por más que se empeñe, es incapaz de transformar en bueno lo que es intrínsecamente malo; tampoco puede conseguir fabricar la felicidad conforme a las reglas que él elija.  La felicidad -la auténtica- está ligada a unas reglas que vienen dadas con la propia naturaleza


El hombre ha sido creado para amar y para ser amado. Y en la medida en la que actúe así será feliz. Y dejará de serlo en tanto en cuanto se aparte de esa regla fundamental, que es principio y fin de toda su existencia. Por eso, las personas que están más cerca de Dios, como es el caso de los santos, son las más felices.  Al fin y al cabo, el hombre fue creado "a imagen y semejanza de Dios" (Gen 1, 26) ...  y  "Dios es Amor" (1 Jn 4, 8).




Tengamos presente, por otra parte, que la Creación es cosa de Dios y no del Diablo; éste no es ningún "dios" sino que es también una criatura de Dios; una criatura creada libre (un ángel) pero que usó de su libertad para rebelarse contra Dios (y se transformó en demonio; éste es, pues, un ángel caído). Relata la Biblia que después de crear Dios el mundo "vio que todo era muy bueno" (Gen 1,31). Pues bien: en ese "todo" estamos incluidos, de una manera especial, las personas humanas que, para Dios tenemos un valor infinito; y lo tenemos, no por nosotros mismos -lo que sería imposible- sino porque Él nos lo ha dado. Y nos lo ha dado porque así lo ha querido, libérrimamente.


Nuestro valor se debe a la íntima unión que tenemos con Jesucristo, conforme a la petición que Él hizo a su Padre en la oración sacerdotal de la Última Cena: "Que todos sean uno: como Tú, Padre, en Mí y Yo en Tí, que también ellos sean uno en Nosotros" (Jn 17, 21). En otro lugar del Nuevo Testamento también leemos: "¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis?" (1Cor 6, 19). 


Porque así es: en Él somos uno: Él es la Cabeza y nosotros los miembros de ese Cuerpo Místico de Jesucristo, que es la Iglesia: "Vosotros sois Cuerpo de Cristo y miembros cada uno por su parte" (1 Cor 12, 27). "Somos para Dios el buen olor de Cristo" (2 Cor 2, 15). ¿A qué más podemos aspirar? Nuestro valor infinito ante Dios procede del hecho de estar unidos íntimamente, por la gracia, con Jesucristo, Nuestro Señor: "Ved qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, y que lo seamos" (1 Jn 3, 1). Somos verdaderamente hijos de Dios, hijos en el Hijo, pero realmente hijos. Y esto es pura gracia y puro Don, aunque sólo se da a aquellos que optan por Jesucristo, pues el Amor es algo a lo que nadie puede ser obligado. Dignidad infinita, pues, la del hombre, a la cual ha sido elevado por Puro Amor de Dios, sin mérito alguno de nuestra parte. 

De ahí la respuesta de Jesús al Diablo: "Adorarás al Señor tu Dios y a Él sólo servirás" (Lc 4, 5-8). Frente a la dignidad infinita que Dios nos ha concedido, hay muchos hombres que prefieren rebajarse a sí mismos a niveles peores que los de las bestias quienes, al fin y al cabo, son seres irracionales. Se prefieren a sí mismos y a las cosas, en lugar de optar por Dios. La soberbia les lleva a la desobediencia y a la maldad; e instalándose en la mentira y en la esclavitud consideran que están en la verdad y que son libres (engañándose a sí mismos). Las consecuencias de esta actitud del hombre con relación a Dios las estamos viendo: basta mirar el mundo en el que vivimos ...; y esto no ha hecho más que empezar. El rechazo y el alejamiento de Dios, la sustitución de la Religión de Dios por la "religión del hombre" está conduciendo a éste a su autodestrucción como persona.


Si Dios no existe todo está permitido, decía Fédor Dostoiesky; la única ley que impera es la ley del más fuerte. (¡Estamos volviendo atrás!). Todos desean tener más y más, y cada vez más; y no por ello son más felices (¡y lo saben!); al contrario, cada día que pasa están más vacíos y más desesperanzados. Y todo ello porque han hecho su opción por la mentira, han hecho del dinero, de las cosas y de las riquezas (del "tener", en definitiva) lo único importante; lo cual los sitúa en la mayor de las falsedades. 


Es el "ser" y no el "tener" lo que nos puede dar la felicidad. Y nosotros "somos" (somos realmente nosotros mismos) sólo en Dios. Si algo "tenemos", lo primero de todo es ser conscientes de que lo hemos recibido; y lo segundo, ser conscientes -también- de que lo recibido no es para que nos lo quedemos nosotros de modo egoísta sino para ofrecérselo a Él, por amor: un dar-recibir entre Dios y cada uno de nosotros que puede hacer de la vida una maravillosa aventura. En expresión de san Agustín "nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Dios", pues hemos sido creados con ansias de infinitud. Ninguna cosa puede colmarnos que no sea Jesús. 



(Continuará)

El aborto, la eternidad de España y VOX (Pío Moa)



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González Quirós, uno de los dirigentes de VOX, considera el aborto moralmente un crimen, pero, señala, ahí se produce una colisión de dos derechos y hay casos en los que el aborto está justificado. Además, el orden político y el orden moral son diferentes. La ley tiene que hacerse por el consenso de la sociedad, y solo el 0,7% de la población, según encuestas del CIS, estima importante la cuestión del aborto
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Haré algunas observaciones:

Es obvio que hay casos en que el aborto está justificado, como hay casos en que matar está justificado. Sin embargo no me parece buena argumentación el resto.

La cuestión está en definir qué casos son esos. Y la definición no puede hacerse desde “la colisión de dos derechos”, que es como lo plantean los abortistas: el derecho a la conservación de la vida chocando con el “derecho” a disponer del propio cuerpo, valorado este como prioritario, y la vida en gestación como una especie de tumor en el cuerpo materno. Quizá González Quirós no quiso decir eso, pero al hablar de colisión de derechos lo da a entender.

El orden político es también un orden moral, aunque con sus particularidades y exigencias, pues de otro modo la vida política derivaría al maquiavelismo. Es un problema casi eterno del pensamiento político, que no debe darse por resuelto. De todas formas, si el aborto es un crimen, la ley y el consenso deben abordarlo como tal.

No es del todo cierto que la política, en este caso la ley, deba hacerse siempre por consenso social. Los consensos se hacen entre los partidos, y la opinión pública predominante en una sociedad cambia considerablemente de un tiempo a otro, generalmente a partir de consensos entre políticos y por el influjo o manipulación de los medios de masas. Un partido debe defender principios claros y solo a partir de una defensa hábil de ellos puede establecer consensos razonables. Pues muchos consensos no lo son.

Por lo tanto, si el aborto es moralmente un crimen, como dice González Quirós, debe resultar muy preocupante que solo un 0,7% de la sociedad lo considere una cuestión importante (quizá considera más importante las andanzas de Belén Esteban, por ejemplo. Por lo menos les presta mucha más atención). Se trata así de un "consenso social" perverso, nacido de consensos políticos. Porque ello sugiere que la sociedad española está profundamente desmoralizada, con muy escasa sensibilidad moral. Una degradación muy alarmante, que debiera hacerse un gran esfuerzo por remediar, en lugar de resignarse a ella con fatalismo. También en la Alemania hitleriana la sociedad llegó a dar poca importancia a cuestiones que la tenían moralmente y debían tenerla políticamente.

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No sé si interpreto fielmente el pensamiento de González Quirós, pues la suya fue una intervención improvisada y breve, que dificulta perfilar bien las ideas. Pero espero que, tal como han sido expuestas, no sean adoptadas por VOX. Este partido recién nacido, en el que tengo esperanzas, se encuentra con serios problemas derivados del silenciamiento que le hacen los grandes partidos y sus medios, y del hecho real de una sociedad largo tiempo sometida a la “cultura” del embuste, en la que parece que solo calan mensajes triviales o tramposos, algo que no puede remediarse de pronto ni a gritos.


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Otro punto me ha alarmado en González Quirós: "España no es una realidad eterna, platónica", afirma. A él le gustaría que durase todavía algo más que él mismo, pero, bueno, alguna vez España será una parte de otra cosa y eso es un proceso al que no tenemos derecho a detener, porque el "proyecto europeo tiene sentido”. 
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Veamos: 

a. España no es eterna. Obvio. Ninguna cosa creada lo es. Tampoco el señor González Quirós, y seguramente no le gustará que con tal "argumento" alguien quisiera quitarle la vida, por la violencia o de forma suave. Me da la impresión de que en el caso de España no le parece mal liquidarla, ya que no es eterna.

b. España siempre ha sido parte de otra cosa: de Europa occidental, del mundo hispanoamericano, del mundo en general. Nueva obviedad. La cuestión es de qué modo y en qué circunstancias forma parte.

c. Lo que evidentemente quiere decir González es que España debe aceptar una eutanasia que cree dulce, renunciando a su soberanía en la UE (“Europa”, dice) Y que no tenemos derecho a oponernos a ello porque el proyecto “europeo” tiene sentido (implícitamente, el proyecto español, la soberanía española, no lo tendría)

d. El señor González Quirós debiera saber que no existe un proyecto europeo, sino europeísta: básicamente, crear una especie de nuevo imperio con su nacionalismo peculiar que sustituyera a las culturas y naciones y hasta idiomas históricamente formados. Un proyecto de tinte originariamente cristianodemócrata (al menos respetaba las raíces cristianas) y actualmente socialdemócrata y directamente anticristiano. Es decir, un proyecto contra la cultura, las culturas y las naciones europeas, manejado, como es cada vez más el caso, por unas burocracias sin apenas representatividad real. 

A González Quirós le parece un proyecto con "sentido", a mí me parece nefasto y a la larga inviable. Y mi derecho a oponerme a él no es menor, creo que bastante mayor, que el suyo a apoyarlo. En cualquier caso, el modo acrítico, casi diríamos beato, con que González Quirós ensalza lo que llama "Europa" contrasta con su buena disposición a liquidar cuanto antes, diluyéndola en "Europa" a una España a la que, en definitiva, no encuentra sentido. De ese modo, ¿por qué oponerse a los separatismos? ¿Qué importa si España se disuelve en la UE entera o por partes?
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Creo que no es ésta la orientación predominante en VOX, un partido que me parece muy interesante; también es posible que yo esté exagerando. Me gustaría.

PÍO MOA