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lunes, 30 de octubre de 2017

Prohibido hablar mal de Lutero. Y el Papa se censura a sí mismo (Sandro Magister)



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El 31 de octubre se disparan los festejos por los quinientos años exactos de la fecha-símbolo de la Reforma protestante. Y por parte de las altas jerarquías de la Iglesia Católica las celebraciones han sido hasta aquí prácticamente en un único sentido: un coro de elogios a Martín Lutero. "Una medicina para la Iglesia", ha dicho de él el papa Francisco, al extraer la síntesis de su viaje ecuménico a Suecia, exactamente un año atrás.

Pero "L'Osservatore Romano" o "La Civiltà Cattolica" se han cuidado muy bien de republicar lo que Jorge Mario Bergoglio escribió sobre Lutero y Calvino antes de ser elevado al papado.

Sobre la Reforma protestante se conserva de él un solo escrito, de hace treinta años. Pero fue reeditado en el 2014 con un prólogo del jesuita Antonio Spadaro, director de "La Civiltà Cattolica" y confidente entre los más cercanos al papa Francisco, sin la mínima toma de distancia de las pesadísimas invectivas antiprotestantes contenidas en ese escrito.

En efecto, cuando este escrito volvió a ver la luz, el eminente teólogo protestante Paolo Ricca, valdense, expresó de este modo su desánimo, en un editorial en la revista "Riforma":
"Me pregunto cómo es posible tener hoy todavía, o hace treinta años, una visión tan deformada, distorsionada, tergiversada y sustancialmente falsa de la Reforma protestante. Es una visión con la cual no sólo no se puede iniciar un diálogo, sino ni siquiera una polémica, tan lejana y tan deforme es respecto a la realidad".
Él inclusive llega a dudar que se pueda celebrar junto al actual Papa el festejo de la reforma.
"Una cosa es cierta: a partir de una visión de este tipo, querer llevar a cabo en el 2017 una celebración ecuménica del quinto centenario de la Reforma parece literalmente imposible".
Pero, como se sabe, el papa Francisco ha logrado reanudar los hilos del diálogo y a acreditar en la opinión pública la imagen de una Iglesia católica más que nunca amiga de Lutero y agradecida por todo lo que él hizo.

Naturalmente que hizo esto quitando totalmente ese escrito suyo, el cual puede ser releído útilmente aquí:

> Lutero a la hoguera. No, a los altares. La doble visión del Papa jesuita

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Pero esta censura sobre el Bergoglio antiluterano no es la única censura de esta estación ecuménica. A ella se puede agregar otra, de un autor que está entre las firmas valiosas de "L'Osservatore Romano", Marco Vannini, renombrado experto de teología y de mística, especialmente alemana, y estudioso de Lutero.

Vannini publicó este año un libro que desde el título permite entender de qué lado está: "Contra Lutero y el falso Evangelio".

Vannini se define "quizás hereje pero católico romano", aunque en un artículo del 2004, en tiempos del papa Karol Wojtyla, "La Civiltà Cattolica" lo juzgó diciendo que él "excluye la trascendencia, suprime las verdades esenciales del cristianismo y por vía neoplatónica desemboca inexorablemente en una gnosis moderna".

Es un hecho que con el papa Francisco él se ha convertido en una firma reiterada de "L'Osservatore Romano".

Pero no esta vez. Ni siquiera una línea sobre su docto libro contra Lutero. Curiosamente, quien lo ha dado a conocer y divulgado ha sido en Italia sólo la revista "Il Regno", voz acreditada del catolicismo progresista, con una entrevista al autor.

Una entrevista en la que Vannini comienza de este modo:
"Mi frecuentación de los textos de Lutero tiene su origen en mi juventud. Después pasé a mi interés predominante, la mística alemana anterior y posterior al protestantismo. La polémica contra Lutero es hoy ciertamente 'inactual' porque, me parece, el mundo católico o ex católico ha hecho suyas tesis, tendencias y modos de ser del mundo protestante luterano. El luteranismo y la Reforma en general son responsables de uno de los males más graves de nuestro mundo: el individualismo, el primado del sujeto que pone en el centro el amor de sí mismo, lo cual es 'radix omnis mali et peccati', raíz de todo mal y de todo pecado, tal como recita san Agustín, retomado muchas veces por Meister Eckhart. Ésta es la razón de mi hostilidad respecto al luteranismo. No es una casualidad que Lutero sea tan amado por presuntos laicos que no tienen ningún afecto ni por Cristo ni por el cristianismo".
Más adelante, en la entrevista, dispara más de su "vis" polémica. Por un lado, contra el uso que hace Lutero de las Sagradas Escrituras:
"Justamente no perdono el uso que hace Lutero, a su gusto, de las Escrituras, por ejemplo, cuando define totalmente un texto como palabra de Dios separándolo de todo el resto o cuando toma de las Escrituras lo que le sirve y desecha lo que no va. Cuando hace años estuve a cargo de los prólogos a la Biblia de Lutero, sus manipulaciones contra el Papa me parecieron insoportables".
Por otro lado, contra su rechazo de las filosofías de Platón y Aristóteles:
"El Evangelio auténtico consiste en el hecho que la luz de Dios, la luz eterna, es siempre y absolutamente para cada hombre. En Lutero encuentro, por el contrario, algo diabólico: hay un espíritu de la mentira que contrasta con la nobleza del espíritu, con la verdad y con la honestidad profunda que se respira al leer a los grandes filósofos. Cuando Lutero se enfrenta con la gran filosofía, definiéndola como 'prostituta del diablo', advierto una hostilidad radical: aquí su falso Evangelio late con fuerza. Es falso, porque nace no de lo universal de la razón que es lo más hermoso que poseemos, sino que es fruto de sus elecciones individuales".
Vannini llega a involucrar, junto a Lutero, también al apóstol san Pablo:
"La fe cristiana sin la lección de la filosofía antigua estaría difunta. Hoy, quizás, podría ser una gnosis o una secta entre tantas, si no hubiese encontrado en su camino a estos grandísimos y honestos filósofos que también han sido cristianos y a los que Lutero ofende y desprecia. El cristianismo no habría sobrevivido sólo con san Pablo, a quien Lutero tanto ama. Sobre esto habría que leer a Nietzsche, poderoso psicólogo que desenmascara la profunda actitud de auto-afirmación de san Pablo, quien comienza la Epístola a los Romanos ofendiendo descaradamente al mundo clásico, lo cual es una deshonestidad absoluta".
Es una tesis que merece ser discutida, como se ve, tanto más en tiempos como los actuales. Pero una tesis que los órganos de comunicación oficiales se han cuidado muy bien de comentar, como si la única palabra ordenadora vigente sea decir que la Reforma protestante fue "un acontecimiento del Espíritu Santo".

Al pobre cardenal Gerhard L. Müller, el defenestrado ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, no le ha quedado de hecho más que la tribuna de un blog "extranjero" para repetir las elementales y perdurables diferencias que dividen a la Iglesia Católica del protestantismo:

> Quella di Lutero? Non fu riforma, ma rivoluzione

Sandro Magister