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domingo, 24 de enero de 2016

¿Es posible que tengamos un Papa hereje? Anexo Final(Juan Andrés de Jorge)




Imposible terminar esta serie de entradas sin hacer referencia a la anterior entrada del padre Alfonso Gálvez que, de alguna manera, está relacionada también con esta idea del Papa hereje. Leyendo sus escritos y escuchándolo se ve claramente que es un hombre de Dios, de esos de los que tan necesitada está hoy nuestra Iglesia.

Lo que sigue son palabras del padre Alfonso, sacadas de alguno de sus libros, y está tomado del artículo del padre Juan Andrés de Jorge, al que hacíamos referencia al comienzo de este estudio y cuyo título era "Sobre la posibilidad de un Papa hereje y la pérdida de su jurisdicción". Dice lo siguiente:

A los que hemos conocido y vivido la doctrina de siempre, no nos queda sino vivir de añoranzas. . . y de confianza en Dios, de quien estamos seguros que cuidará de su Iglesia. De todos modos, puesto que nos profesamos católicos, seguimos dispuestos a prestar nuestra obediencia y fidelidad a la Jerarquía, tal como siempre lo hemos hecho y tal como lo seguiremos haciendo con la ayuda de Dios.

Doctrinalmente, sin embargo, quizá no valga la pena inquietarse demasiado. Puesto que, según hemos visto, el nuevo Magisterio jamás ha querido imponer su autoridad, confiándolo todo al diálogo y a la discusión, sin pretender tocar para nada, conforme a sus repetidas afirmaciones, los dogmas y las doctrinas establecidas ..., cuando el católico, por lo tanto, desee atenerse a una enseñanza segura, necesariamente habrá de acudir a las establecidas como tales por un Magisterio que sí que comprometió su autoridad (aunque no siempre lo hiciera bajo la forma oficial de definiciones infalibles); que es justamente lo que había venido sucediendo hasta el Concilio Vaticano II.

En cuanto a las nuevas doctrinas, creo que son compatibles, por nuestra parte, con una actitud de respeto a la Jerarquía, cuya legitimidad en modo alguno vamos a negar. Es muy posible que a los católicos a quienes nos ha correspondido vivir en esta etapa de la Historia de la Iglesia y del Mundo, Dios haya querido probar más intensamente en la Fe y la fidelidad. O quizá ha sido su voluntad la de que compartamos más íntimamente la Pasión de Cristo, para que también nosotros, como San Pablo, completemos en nuestras vidas lo que falta a los sufrimientos de Cristo en beneficio de su Cuerpo, que es la Iglesia (Col 1:24). En definitiva, las Puertas del Infierno no prevalecerán contra Ella, y si es verdad, como ciertamente lo es, que el cristiano vive de la Fe (Ro 1:17), también es cierto que alimenta su vida de una esperanza que nunca será confundida (Ro 5:5).

En consecuencia, se avanzan dos grandes desafíos:

1. Ante el hecho de las novedades que se han dado en la doctrina de la Iglesia tanto en el Vaticano II como por parte de los Papas conciliares, y en virtud de que nunca han pretendido ni aquél ni éstos hablar dogmáticamente, se debe seguir [siempre] la Doctrina segura Tradicional declarada como Dogmática.

2. La obediencia verdadera y sacrificial a la auténtica Jerarquía de la Iglesia, con independencia de su grado de corrupción. El límite a la obediencia a la auténtica Jerarquía estaría en el mandato claramente inmoral o contra la fe.


Padre Alfonso Gálvez