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jueves, 21 de enero de 2016

¿Es posible que tengamos un Papa hereje? (6 de 7)(Juan Andrés de Jorge)




Por lo que parece, y hasta el momento presente, no se puede hablar de herejías formales, propiamente dichas, en el caso del papa Francisco. Y, sin embargo, aunque aún no ha cumplido los tres años en su Pontificado son ya tantísimas las expresiones papales, bien sea en entrevistas, homilías, exhortaciones apostólicas, etc, ..., que tenemos suficiente material como para formarnos una opinión, bastante objetiva, a mi entender, acerca de la ortodoxia del santo Padre.


Los artículos de las dos anteriores entradas titulados Dos Iglesias, un Papa (de un colaborador de Adelante la Fe) y  Francisco I, el insuperable  del Denzinger-Bergoglio, son lo bastante objetivos como para darnos cuenta de la grave situación en la que se encuentra actualmente la Iglesia.


Lo que queda absolutamente claro, entre otras muchas más cosas,  es que a nuestro Papa no le gusta ni la Tradición ni los tradicionalistas, a quienes llama, además, fundamentalistas ... cuyo único pecado ha consistido en intentar vivir conforme al sentir y al pensar de la Iglesia de siempre, de esa Iglesia que fue fundada por Jesucristo, la única Iglesia verdadera, aquella que no cambia y fuera de la cual no hay salvación ... ¡increíble, pero cierto!


El Denzinger-Bergoglio está realizando un estudio a fondo de los diferentes dichos del Papa Francisco, contrastándolos con el Magisterio de la Iglesia de siempre. Dicho sea de paso, se trata de una labor ingente y meritoria y, sobre todo, necesaria, en estos tiempos de confusión. De dicha página web entresacaré algunas frases del Papá y haré un breve comentario a cada una. Son  tan solo un botón de muestra para indicarnos por dónde van los tiros; y a qué debemos atenernos, si queremos mantenernos en el seno de la verdadera Iglesia.


Francisco: Si uno no peca, no es hombre ... Sin embargo, Jesucristo, que es perfecto hombre, uno de nosotros, no conoció el pecado: "¿Quién de vosotros puede acusarme de pecado?" (Jn 8, 46). El pecado no es "lo propio" del hombre, sino algo postizo, un añadido, consecuencia del mal uso de su libertad (CIC 396). Dios no creo al hombre en estado de pecado. Y, sin haber pecado, era hombre. Todos los males que padecemos son consecuencia de ese primer pecado original. El hombre, al pecar, no dejó de ser hombre. Pero el pecado no lo constituía como hombre, sino que lo disminuyó en su humanidad. Por eso los mejores representantes de la raza humana, "los más hombres", son los santos. El pecado no es necesario para ser hombre. 

Francisco: El verdadero Islam y una adecuada interpretacióndel Corán se oponen a toda violenciaEl Corán es un libro profético de paz. Sin embargo, según Santo Tomás de Aquino, exigir la concordia por coacción, bajo el temor, no entraña la paz. La actual persecución de los cristianos en países musulmanes es buena prueba de ello. Y el propio Corán dice en la Sura 2, 191   hablando de los infieles, es decir, de los que no creen en Allah: "Matadles dondequiera que los encontréis y expulsadles de donde os hubieran expulsado"

Francisco: "Los que son cristianos, con la Biblia, y los que son musulmanes con el Corán, con la fe que recibisteis de vuestros padres, que siempre os ayudará a seguir adelante. Compartir incluso la propia fe, pues Dios es uno solo: el mismo".  Y, sin embargo, "Hay un sólo Dios verdadero: el Dios Uno y Trino" (Concilio de Florencia; XVII Ecuménico). "El único Dios verdadero es Trinidad" (San Agustín de Hipona). El Dios de los cristianos, revelado en Jesucristo, tiene muy poco que ver con el Dios de los musulmanes.


Francisco: "La tendencia que subraya el ascetismo, el silencio y la penitencia es una desviación que se ha difundido, incluso, en la Compañía de Jesús" . Sin embargo, Jesús, con frecuencia, se retiraba solo a rezar: "Una vez despedida la gente, subió al monte para orar a solas. Al anochecer estaba Él solo allí" (Mt 14, 23). Y según Pío XI en su encíclica Divini Redemptoris "para vencer el mal que hoy atormenta al mundo, se necesita una cruzada de oración y penitencia" 

Francisco: "¿Por qué sufren los niños? ... No tengáis miedo de desafiar al Señor: ¿Por qué?". Y, sin embargo, hay una respuesta cristiana a esta pregunta: el pecado es la causa de la muerte y de todos los males de la naturaleza humana (Tomás de Aquino). Además, con su Pasión y Muerte, Jesús da un nuevo sentido al sufrimiento, el cual, unido al de Cristo, puede convertirse en medio de purificación y salvación, para nosotros y para los demás (CIC, 314). Y del mayor mal moral, la muerte de su Hijo, Dios ha sacado el mayor de los bienes, la glorificación de Cristo y nuestra Redención (CIC, 57-58)

Francisco: El proselitismo es una solemne tontería y, sin embargo, el apóstol Pablo habla de que la evangelización es una necesidad imperiosa: "¡Ay de mí si no predicara el Evangelio" (1 Cor 9, 16). Según el Papa Gregorio XVI "la mera rectitud, apartada de la Iglesia, no basta para alcanzar la salvación"

Francisco: [Cuando vio la hoz y el martillo con el Cristo encima que le regaló el Presidente Evo Morales]  (…) se puede catalogar como del género de arte protesta (…) Para mí no ha sido una ofensa. (...) Ese objeto ahora lo traigo conmigo, viene conmigo ... Y, sin embargo, el comunismo es completamente incompatible con los dogmas de la Iglesia, es intrínsecamente malo (Pío XI) y los socialistas tergiversan el Evangelio para engañar (Leon XIII). Nada de esto dice Su Santidad.

Francisco: "Cuando vosotros enseñáis a vuestros hijos quién es Jesús, para qué vino Jesús, qué hizo por nosotros Jesús, hacéis lo mismo, tanto en lengua luterana como en lengua católica, pero es lo mismo". (Visita a la Iglesia luterana de Roma) ... Y, sin embargo, según Santo Tomás de Aquino, en su infidelidad, los herejes, que profesan la fe del Evangelio y la rechazan corrompiéndola, pecan más gravemente que los judíos que nunca la recibieron (Sum Th, II-II, q.10, a.6) ... Luego no es lo mismo ser católico que ser protestante. Hay diferencias esenciales entre ellos, que el Papa debería conocer y dar a conocer -dar doctrina- sin hacer uso de un lenguaje ambiguo. El padre Lucas Prados nos señala muy bien la diferencia entre un sacerdote católico y un pastor protestante: ¡No es lo mismo! ... aunque lo diga el Papa. Ha aparecido libro de oración común católico-protestante ensalzando a Lutero y la Reforma aprobado por un dicasterio curial encabezado por el cardenal Kurt Koch, Presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos. Y el no va más es la siguiente noticia dada por el vaticanista Sandro Magister: Luteranos reciben la comunión durante una misa en el Vaticano, que es ciertamente escandalosa. Según Monseñor Brunero Gherardini tal intercomunión entre católicos y protestantes es imposible: "Es su rechazo a los sacramentos y a la teología de la transubstanciación y de la presencia sustancial, lo que vuelve ilícito e insensato toda communicatio in sacris con los Católicos" ... ¡Y es que no es lo mismo creer que Jesucristo está real y verdaderamente presente en la Eucaristía que no creerlo! Esto es de sentido común ... Además, la presencia real de Cristo en la Eucaristía es un dogma de fe ... y no puede someterse a discusión.

Francisco: "Un cristiano restauracionista, legalista, que lo quiere todo claro y seguro, no va a encontrar nada. La tradición y la memoria del pasado tienen que ayudarnos a reunir el valor necesario para abrir espacios nuevos a Dios. Aquel que hoy buscase siempre soluciones disciplinares, el que tienda a la “seguridad” doctrinal de modo exagerado, el que busca obstinadamente recuperar el pasado perdido, posee una visión estática e involutiva. Y así la fe se convierte en una ideología entre tantas otras". (Entrevista com Antonio Spadaro s.j., 19 de agosto de 2013). Ahora bien: Según el autor de la carta a los hebreos  "la fe es seguridad  de las cosas que se esperan" (Heb 11,1). Sin esa seguridad, ¿cómo sería posible el martirio de aquellos cristianos que mueren antes de renegar de su fe?

Francisco:  "Por su “aventura”, probablemente también Jesús tuvo que pedir disculpas a sus padres. El Evangelio no lo dice, pero creo que lo podemos suponer". (refriéndose a los tres días que se quedó perdido en el Templo). Pero "en Él no hay pecado" (1 Jn 3, 5). Pedir disculpas supone reconocer que algo se ha hecho mal. Pero Jesús era Dios y nada malo podía hacer. No se disculpa sino que les dice: "Por qué me buscábais? ¿No sabíais que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?" (Lc 2, 49) 


Francisco: "Todos nosotros nos encontraremos allá arriba, todos. Es hermoso, da fuerza al alma". Y, sin embargo, dice Jesús: "Si quieres entrar en la Vida eterna, cumple los Mandamientos" (Mt 19,17). Pues aunque "todos fueron redimidos, no todos acceden a la redención"


Francisco: "Las almas aniquiladas no serán parte de este banquete; con la muerte del cuerpo su viaje se acaba y esta es la motivación de la Iglesia misionaria: salvar a las almas perdidas". Y, sin embargo, "el alma es inmortal y afirmar lo contrario es arruinar la fe" (V Concilio de Letrán). "El alma espiritual e inmortal es directamente creada por Dios. Los cuerpos se unirán al alma inmortal" (Catecismo de la Iglesia Católica). "El castigo eterno espera al pecador y a los que tienen fe, la luz de Cristo" (Congregación para la Doctrina de la Fe)


Francisco: Muchas veces pienso en la Virgen, cuando le dieron el cuerpo muerto de su Hijo, tan destrozado, escupido, ensangrentado, sucio. ¿Qué hizo la Virgen? ¿Lleváoslo? No, lo abrazó, lo acarició. Tampoco la Virgen lo entendía. Porque, en aquel momento, se acordaría de lo que el Ángel le había dicho: Será Rey, será grande, será profeta, y dentro de sí, con aquel cuerpo −tan herido, que había sufrido tanto antes de morir− en sus brazos, por dentro seguramente tendría ganas de decir al Ángel: ¡Mentiroso! ¡Me has engañado! (Encuentro con niños gravemente enfermos, 30 de mayo de 2015). 


Sin embargo no es eso lo que se desprende de la lectura atenta y meditada del Evangelio, cuando María se entrega completamente a la voluntad de Dios, después del saludo del Arcángel Gabriel anunciándole que iba a ser la Madre del Mesías esperado. Su respuesta fue inmediata: "He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38). Y cuando algo no entendía "lo guardaba en su corazón" (Lc 2, 19) como, por ejemplo, cuando el anciano Simeón le anunció que su Hijo sería "signo de contradicción" (Lc 2, 34) y que a ella "una espada le atravesaría el alma" (Lc 2, 35). En ningún momento, la llena de gracia se rebeló contra Dios (¡no hubiera sido la llena de gracia!), ni se sintió defraudada porque conocía muy bien el Antiguo Testamento y sabía que "los pensamientos de Dios no son como los de los hombres" (Is 55,8).  En este punto, el santo Padre se acerca muy peligrosamente a la herejía, pues afirma, aunque no con estas palabras exactamente, que María cometió pecado, al rebelarse contra Dios (digo que se acerca porque no está hablando "ex cathedra", sino que -y por eso dice "seguramente"- eso ha sido lo que a él le ha parecido). En mi opinión, y en el mejor de los casos, denota una grave imprudencia.


Francisco:Dispongo por lo tanto que se modifique la rúbrica en la que las personas elegidas para el lavatorio de los pies deban ser hombres o muchachos, de manera que, a partir de ahora, los Pastores de la Iglesia puedan elegir a los participantes en el rito entre todos los miembros del Pueblo de Dios.” Bueno, Jesús elegió a doce apóstoles, varones. Y a ellos les lavó los pies en la noche de la última cena. No se los lavó a la Magdalena ni a las santas mujeres. Por algo sería. Desde el primer Papa hasta el día de hoy, para conmemorar aquel día, el lavatorio de los pies ha sido siempre a hombres. ¿Y acaso discriminaba Jesús a las mujeres? No deja de ser algo rara esta disposición. Y, desde luego, consigue llamar la atención, si es eso lo que se propone. Puede leerse el comentario del Denzinger-Bergoglio para más detalles.


FranciscoJamás he sido de derechas. Fue mi forma autoritaria de tomar decisiones la que me creó problemas. (Entrevista con Antonio Spadaro s.j., 19 de agosto de 2013). ¿Ha sido de izquierdas, entonces ... al igual que socialistas y comunistas? No, eso él no lo ha dicho. ¿Qué entiende el Papa por ser de derechas? Y nos quedamos sumidos en la incertidumbre ... aunque su forma autoritaria de tomar decisiones, como él mismo ha dicho, la sigue manteniendo, como hemos podido ver en los caso de los Franciscanos de la Inmaculada y de Monseñor Liviéres, por poner algún ejemplo.


En fin, no acabaríamos nunca. Lo que sí queda claro es que estamos atravesando una grave crisis en el seno de la Iglesia y que no vislumbramos todavía sus dimensiones: sólo vemos la punta del icerberg. Yo he señalado sólo algunas de las expresiones papales que me han llamado la atención. El Denzinger-Bergoglio responde con detalle y de un modo más exhaustivo a una lista de inquietudes mucho mayor de la que yo he escrito aquí, a modo de ejemplo ... ¡Mirénlas! ... ¡Y eso que no están todas!


En la siguiente entrada procuraré dar una explicación acerca de la conclusión a la que he llegado, después del estudio llevado a cabo. No se trata de un estudio exhaustivo, ciertamente, pero -a mi parecer- es suficiente como para hacerse cargo de que no estamos, precisamente, en una primavera eclesial, sino más bien en un "invierno eclesial" (título de un libro del padre Alfonso Gálvez que puede descargarse aquí). 

(Continuará)

La herejía no es lo único que ofende a la fe católica (Roberto de Mattei)

Siguiendo con el hilo argumental de esta serie de entradas, que es el relativo a las posibles herejías del papa Francisco, copio a renglón seguido parte de un artículo de Roberto de Mattei, titulado "La herejía no es lo único que ofende a la fe católica"


En una larga entrevista publicada el 30 de diciembre pasado en el semanario alemán Die Zeit, el cardenal Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, plantea una cuestión de palpitante actualidad. Cuando la entrevistadora pregunta al Prefecto qué piensa de los católicos que atacan al Papa calificándolo de hereje, responde: «Tengo que disentir, y no sólo por mi cargo, sino por convicción personal. Según la definición teológica, hereje es el católico que niega obstinadamente una verdad revelada que, como tal, la Iglesia exige creer. Otra cosa muy diferente es que quienes están oficialmente encargados de enseñar la fe se expliquen a veces de un modo desafortunado, capcioso o vago. El magisterio del Papa y de los obispos no es superior a la Palabra de Dios, sino que está a su servicio. (…) Por otra parte, los pronunciamientos pontificios tienen un carácter vinculante que puede ser muy variado, desde una decisión definitiva pronunciada ex cathedra hasta una homilía que sirve por el contrario para la profundización espiritual».

Hoy en día se tiende a caer en una simplista dicotomía entre herejía y ortodoxia. Las palabras de monseñor Müller nos recuerdan que entre el blanco (la plena ortodoxia) y el negro (una herejía declarada) hay una zona gris que los teólogos han explorado con precisión.

Hay proposiciones doctrinales que, sin llegar a ser explícitamente heréticas, están condenadas por la Iglesia con una calificación teológica proporcional a la gravedad y a la medida en que se aleje de la doctrina católica.(...) Las censuras teológicas (no confundir con las censuras o penas eclesiásticas) expresan el juicio negativo de la Iglesia sobre una expresión, una opinión o una doctrina teológica en su totalidad. (...)

El diccionario de teología dogmática del cardenal Pietro Parente y monseñor Antonio Piolanti resume la doctrina con estas palabras: «Las fórmulas de censura pueden ser muy variadas dentro de una gradación que va de un mínimo a un máximo. Se pueden clasificar en tres categorías.

Primera categoría: con respecto al contenido doctrinal, una proposición se puede clasificar de:

(a) Herética, si se opone abiertamente a una verdad de fe definida como tal por la Iglesia; dependiendo de su mayor o menor oposición puede clasificarse como próxima a la herejía, que sabe a herejía.
(b) Errónea según la fe, si se opone a una conclusión teológica grave, que deriva de una verdad revelada y de un principio de razón; si se opone a una simple sentencia común entre los teólogos, la proposición se censura como temeraria.

Segunda categoría: con respecto a algún vicio de forma, por lo cual la proposición se juzga equívoca, dudosa, capciosa, sospechosa, malsonante, etc., aunque no contradiga verdad de fe alguna desde el punto de vista doctrinal.

Tercera categoría: con respecto a los efectos que puede tener según las circunstancias particulares de tiempo y de lugar, aunque no sea errónea ni en el contenido ni en la forma. En tal caso, la proposición es censurada como perversa, viciosa, escandalosa, peligrosa, que puede engañar a los sencillos»

En todos estos casos, la verdad católica carece de integridad doctrinal o se expresa de modo imperfecto e impropio. Esta precisión para calificar los errores se desarrolló ante todo entre los siglos XVII y XVIII, cuando la Iglesia tuvo que afrontar la primera herejía que se esforzó por mantenerse interna: el Jansenismo. La estrategia de los jansenistas, como también más tarde la de los modernistas, consistía en proclamar constantemente su plena ortodoxia a pesar de las reiteradas condenas. A fin de evitar la acusación de herejía, se las ingeniaron para encontrar fórmulas de fe y de moral ambiguas y equívocas que se opusieran de frente a la fe católica y le permitieran permanecer en la Iglesia (...)

El papa Clemente XI, en la bula Unigenitus Dei Filius del 8 de septiembre de 1713, censuró 101 proposiciones del libro Reflexiones morales del teólogo jansenista Pascasio Quesnel, entre otras con las calificaciones de «falsas, capciosas, malsonantes, ofensivas a los piadosos oídos, escandalosas, perniciosas, temerarias, injuriosas a la Iglesia y a su práctica, y que saben a herejía misma, que además favorecen a los herejes y a las herejías y también al cisma, erróneas y próximas a la herejía» (Denz.- 1451).

(...) Un análisis de la Relatio final del Sínodo de los Obispos de 2015 realizado según los principios de la teología y la moral católicas, no puede menos que encontrar graves lagunas en el mencionado documento. A muchas de sus proposiciones se les podría dar la calificación de malsonantes, erróneas y otras por el estilo, pero de ninguna se podría decir que es formalmente herética.

En fecha más reciente, el 6 de enero de este año, se ha difundido en todas las redes sociales del mundo un videomensaje del papa Francisco (véase aquí) dedicado al dialogo interreligioso, en el que católicos, budistas, judíos y musulmanes parecen estar situados en un mismo plano, como «hijos de (un mismo) Dios» que cada uno encuentra en su propia religión, en nombre de una común profesión de fe en el amor. Las palabras de Francisco, combinadas con las de los otros protagonistas del video y sobre todo con las imágenes, transmiten un mensaje sincretista que contradice, al menos de forma indirecta, la doctrina de la unicidad e universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia, reiteradas en la encíclica Mortalium animos de Pío XI (1928) y en la declaración Dominus Jesu, del entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fede Joseph Ratzinger (6 de agosto de 2000).

Si queremos aplicar, como simples católicos bautizados, las censuras teológicas de la Iglesia a ese video, habremos de definirlo de la siguiente manera:

Inductivo a la herejía en razón del contenido.
Equívoco y capcioso por lo que respecta a la forma.
Escandaloso por lo que respecta a sus efectos en las almas.

El juicio público y oficial compete a las autoridades eclesiásticas, y nadie mejor que el actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe tiene atribuciones para expresarse en este sentido. Muchos católicos desconcertados lo piden a voces.

Roberto de Mattei

Dos Iglesias, un Papa (Adelante la Fe)


Otro artículo de especial interés, tambíén relacionado con lo que yo estoy escribiendo acerca de si es posible que estemos ante un Papa hereje. Se me están adelantando en las ideas que pensaba exponer y quiero seguir haciéndolo, pero es que estamos asistiendo a la lógica consecuencia de un proceso de desmoronamiento de la Iglesia que comenzó con el Concilio Vaticano II. El original de este artículo puede leerse pinchando aquí.



Luego de haber visto el escandaloso video del Sumo Pontífice, y junto con el video innumerables actitudes suyas que más que confirmar en la fe hacen dudar a los católicos, no puedo dejar de pensar en este famoso texto del sacerdote argentino p. Meinvielle:

«Como se hayan de cumplir, en esta edad cabalística, las promesas de asistencia del Divino Espíritu a la Iglesia y cómo se haya de verificar el portae inferi non prevalebunt, las puertas del infierno no han de prevalecer, no cabe en la mente humana. Pero así como la Iglesia comenzó siendo una semilla pequeñísima (Mt 13, 32) y se hizo árbol y árbol frondoso, así puede reducirse en su frondosidad y tener una realidad mucho más modesta. Sabemos que el mysterium iniquitatis ya está obrando (2 Tes 2, 7); pero no sabemos los límites de su poder. Sin embargo, no hay dificultad en admitir que la Iglesia de la publicidad pueda ser ganada por el enemigo y convertirse de Iglesia Católica en Iglesia gnóstica. Puede haber dos Iglesias, con obispos, sacerdotes y teólogos publicitados, y aun con un Pontífice de actitudes ambiguas; y otra, Iglesia del silencio, con un Papa fiel a Jesucristo en su enseñanza y con algunos sacerdotes, obispos y fieles que le sean adictos, esparcidos como “pusillus grex” por toda la tierra. Esta segunda sería la Iglesia de las promesas, y no aquella primera, que pudiera defeccionar. Un mismo Papa presidiría ambas Iglesias, que aparente y exteriormente no sería sino una. El Papa, con sus actitudes ambiguas, daría pie para mantener el equívoco. Porque, por una parte, profesando una doctrina intachable sería cabeza de la Iglesia de las Promesas. Por otra parte, produciendo hechos equívocos y aun reprobables, aparecería como alentando la subversión y manteniendo la Iglesia gnóstica de la Publicidad.»

Meinvielle, De la cábala al progresismo, Editorial Calchaquí, 1970, Salta, p. 461 – 462.

Aunque algunos tildaron esta afirmación de falsa eclesiología y de incluso de “síntoma de arrogancia”, la verdad es que estas palabras, escritas en 1970, fueron proféticas.


Lo primero que debe observarse es que esta actitud de confusión no ha comenzado con Francisco, sino que viene desde hace muchos años. Este video no lo podría haber realizado el Sumo Pontífice reinante si no hubiese existido el Asís I y el II bajo el pontificado de Juan Pablo II y el Asís III bajo Benedicto XVI, donde ya se había colocado a la religión verdadera al lado de cualquier esperpento, bajo la capa de “pluralismo religioso”.

Tampoco este video podría haberse realizado si la Iglesia hubiese actuado con rapidez frente a los errores, por ejemplo, de Karl Rahner, en donde desalentaba la predicación misionera como consecuencia de aplicar su famoso “cristianismo anónimo”, por querer conciliar la doctrina tradicional con la filosofía contemporánea (Kant – Hegel – Heidegger). Y Rahner no está condenado, ni por Juan XXIII, ni por el Pablo VI, ni por Juan Pablo II, ni por Benedicto XVI. No sólo no está condenado, sino que sus discípulos fueron promovidos por los supuestos Papas santos anteriormente nombrados a las principales cátedras universitarias y a las principales sedes episcopales del mundo.

Por lo tanto, el Papa Francisco es el último colofón de un estado de descomposición de la Iglesia jerárquica que no ha comenzado hoy, sino que ahora se nota más palmariamente.

A pesar de todo, el Papa no puede defeccionar en la doctrina, esto es, en el anuncio de la verdad católica en los documentos magisteriales (por ejemplo, la encíclica Lumen Fidei, no la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, que es un discurso parenético, y que no creo que se lo pueda considerar parte del Magisterio). 

Sólo con sus hechos, esto es, con sus videos, con su modo de gobierno (por ejemplo, al desdibujar la indisolubilidad del matrimonio con el Motu Proprio Mitis Iudex) e incluso con sus gestos y palabras equívocos puede alentar la subversión. Esto es lo que está definido en el Concilio Vaticano por inspiración divina, y no por falsa hidrocefalia. El mito a desmontar es la impecabilidad de los Sumos Pontífices, y su canonización inmediata. O darle a su palabra más autoridad de la que tiene, como el darle a su palabra sobre el cambio climático en la encíclica Laudato Sì la misma autoridad que al juicio moral sobre el aborto, o al parangonarla con la histórica encíclica Rerum Novarum, de León XIII… 

Aun así, los Papas nombrados no han errado en materia doctrinal, esto es, cuando han hablado como Sumo Pontífice, en materia de fe y moral, con intención de definir, y para toda la Iglesia. No han cometido herejía, que es lo que no pueden. Pero no sólo se ataca la fe cometiendo herejías.

Nosotros debemos seguir perteneciendo a la Iglesia de las promesas, las que realizó Jesucristo y los Apóstoles, y no Rahner, Francisco o los modernistas. Debemos seguir rezando y haciendo penitencia por la confusión que están generando los malos Pastores. Y debemos seguir gritando como en el desierto, como san Juan Bautista. ¡Es imposible permanecer callados! De otro modo, nuestro silencio ya se transformaría en complicidad.

Fr. Esteban Kriegerisch, op.