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viernes, 22 de septiembre de 2017

Problemas que me preocupan [3 de 3] (José Martí)



Decidiéndonos por Él no sólo no perdemos nada sino que lo ganamos todo; y, además, nuestra vida es, entonces, muy hermosa y merece la pena ser vivida. El mismo sufrimiento (que siempre se ha considerado un absurdo) tiene ahora una razón de ser, un sentido ... si lo unimos al sufrimiento redentor de Jesús

Hay en el Evangelio, unas palabras de Nuestro Señor, que son, a este respecto, muy consoladoras, pues también van dirigidas a nosotros, como todo lo que viene escrito en el Nuevo Testamento. Son aquellas en las que exclama Jesús: "Venid a Mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, que Yo os aliviaréTomad sobre vosotros mi yugo; y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón; y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt 11, 28-30).

A nadie le gusta sufrir. Si eso se diera en alguien, estaríamos ante una personalidad enfermiza. El deseo del sufrimiento por el sufrimiento mismo es un absurdo y no es cristiano. Nunca lo ha sido, aun cuando ha habido cristianos que, no conociendo su fe, lo han pensando así, pero eso es herético, no es cristiano. 

Ahora bien: si ese sufrimiento nuestro lo asociamos al de Jesucristo, la cosa cambia completamente ... pues Jesús, tomando sobre sí nuestros pecados, y haciéndolos suyos, padeció por nosotros, entregando su vida, voluntariamente, para salvarnos del pecado y hacer posible nuestra salvación, lo cual lo hizo por puro amor. Si hacemos eso, digo, entonces nos encontraremos que el yugo que tenemos que soportar, que es -en realidad- nuestra vida, en la que siempre hay todo tipo de dolores, sufrimientos y contrariedades, es un yugo completamente diferente.

¿Por qué? Pues porque no hacemos sino reflejar en nosotros la vida de Jesús y, si lo amamos, de verdad, sólo desearemos compartir su propia vida y hacerla nuestra. Si Él, el Justo entre los justos, murió por unos pecados que no había cometido, y lo hizo porque nos quería y quería salvarnos, aunque ello le llevó a la muerte, y muerte de cruz, ¿qué de extraño tiene si nosotros padecemos un poco por unos pecados que sí que hemos cometido ... y lo hacemos para estar más unidos a Él, porque deseamos amarlo del mismo modo que Él nos amó?

Uniendo nuestros sufrimientos a los suyos, éstos adquieren un carácter redentor; son también, en cierto modo, "sus" sufrimientos, pues tal es la unión que tenemos con Él, si estamos en estado de gracia, que somos uno en Él. Sus acciones son nuestras y las nuestras son suyas. Esto se entiende un poco a la luz del misterio del Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia. Esto decía san Pablo: "Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo en beneficio de su cuerpo, que es la Iglesia" (Col 1, 24)

Somos miembros de su Cuerpo, somos en Él, y somos, realmente, con nuestra propia personalidad, que no desaparece, tal y como sí ocurre en las ideologías de tipo inmanentista, hoy en día tan en boga. Somos en Él pero no nos confundimos con Él, ni desaparecemos; conservamos, en Él, nuestro propio yo. ¿Cómo, si no, podríamos decirle que le queremos? El amor requiere siempre de un yo y de un tú que "se dicen" mutuamente su amor, el uno al otro y el otro al uno, en perfecta reciprocidad y en totalidad.

El Amor (con mayúsculas), que es el Espíritu Santo, hace que esto sea posible. Así lo creemos y así se nos ha enseñado, desde los Apóstoles hasta nuestros días: la Tradición y el Magisterio perenne y auténtico de la Iglesia son los que han guardado, con fidelidad, el depósito de la fe, que es lo único que puede dar vida a un cristiano, su fe, teniendo en cuenta que, como dijo san Pablo, "el justo vive de la fe"(Rom 1, 17; Gal 3, 11; Heb 10, 38); la fe en Aquél que dijo de sí mismo: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por Mí" (Jn 14, 6)

Y, sin embargo, hoy vivimos en el reino de la mentira: "LLegará un tiempo en el que los hombres no soportarán la sana doctrina, sino que, dejándose llevar de sus caprichos, reunirán en torno a sí maestros que halaguen sus oídos; y se apartarán de la verdad, volviéndose a las fábulas" (2 Tim 4, 3-4). Tal vez ese momento o ese tiempo haya llegado, puesto que hoy en día se llama verdad a lo que es mentira y al revés. Esto es muy grave ... y tiene su castigo: "¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal" (Is 5, 20a).

Hoy se ha perdido el sentido común ... sencillamente porque se ha perdido la fe en Dios, que es el autor de todo cuanto existe. Se ha perdido el amor por la verdad. El ser ha sido olvidado y sustituido por el sentir.  

Si Jesucristo es la Verdad, como lo es, y nos separamos de Él, automáticamente nos situamos en la mentira y nos hacemos "hijos del diablo" [Esto dijo Jesús a los fariseos: "Vosotros tenéis por padre al Diablo, y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él era homicida desde el principio, y no se mantenía en la verdad, porque en él no hay verdad. Cuando dice la mentira, habla de lo suyo, porque es mentiroso y padre de la mentira" (Jn 8, 44)] y nos hacemos, también, esclavos: "Todo el que comete pecado es esclavo del pecado" (Jn 8, 34). ¡Cuánto ganaríamos si nos decidiéramos por Jesús y estuviéramos cerca de Él, escuchando sus Palabras y dejando que penetraran en nuestro corazón, para hacerlas nuestras, pues "las palabras que Él dice son Espíritu y Vida" (Jn 6, 63)!

Hoy se ha perdido completamente la fe en lo sobrenatural. Todo lo que no se entienda se considera que es falso. El hombre se ha fabricado su propia "religión", como se hacía en la época prehistórica o en el caso de los romanos y los griegos, en donde había un "dios" para cada cosa. Y esa "religión" humana que permite todo: divorcio, adulterio, fornicación, aborto, homosexualidad ... y todo tipo de aberraciones ... esa "religión" que "dice" que respeta la "libertad" es un engañabobosun absurdo y una falacia ... ¡todo mentira!

Prueba de ello es que nadie puede disentir de ese "pensamiento" único que hoy se ha dado en llamar "lo políticamente correcto". Todo el mundo tiene que pasar obligatoriamente por el aro y cambiar su "chip". Quien no lo haga, quien siga llamando pan al pan y vino al vino, ése tal es ridiculizado, expulsado de su trabajo, amenazado, perseguido, apaleado e incluso se juega su propia vida, pues entre los fanáticos de ese "Nuevo Orden Mundial" (NOM)masónico, que son más cada día, los hay que son mercenarios y que no dudarían ni un momento en matar, si es preciso, a todo aquél que se oponga a sus directrices.

Es la dictadura del odioEn el marxismo este odio estaba basado en la lucha de clases. Hoy está basado en la lucha de sexos. La ideología de género se ha ido introduciendo paulatinamente, de modo "legal" en los colegios  [con el consentimiento de nuestros políticos] con el fin de adoctrinar a los niños en el ateísmo y en todo tipo de aberraciones sexuales, siendo ésta, además, una "asignatura" obligatoria. Y todo ello en un proceso imparable, en donde la libertad de elección de los padres, con relación a la educación de sus hijos, cada vez cuenta menos. Es el Estado quien se va a ir encargando de esa labor, tal y como se hace en los países comunistas.

Tal imposición de lo irracional está favorecida por el ambiente social, el cual, a su vez, está siendo manipulado constantemente, en los medios de comunicación (televisión, internet, prensa escrita, etc...). Mediante todo tipo de artimañas subrepticias, se va influyendo en la mente de las personas, haciéndoles creer -y consiguiéndolo- que lo que siempre se ha considerado "bueno" es algo anticuado y, en cambio, lo que siempre ha sido "contra natura" es, en realidad, lo más normal del mundo ... y  no sólo es lo "normal" sino que es, además, señal de "progreso". 

La Palabra de Dios está, como siempre, advirtiendo de la gravedad de actuar de esa manera. Recordemos otra vez al profeta Isaías: "¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, de los que ponen tinieblas por luz y luz por tinieblas, de los que cambian lo amargo en dulce y lo dulce en amargo!" (Is 5, 20). Y más tarde o más temprano -más bien temprano que tarde- aparecerán los nefastos resultados de este proceder insensato que se está extendiendo por todo el planeta sin que apenas lo percibamos. 

Grande es el poder de la mentira. Jesucristo hablaba del Diablo dándole el nombre de "príncipe de este mundo" (Jn 14, 30a); sin embargo, añadía: "nada puede contra Mí" (Jn 14, 30b), como así es. El Diablo es un ángel caído, una criatura, al fin y al cabo. Jesucristo es Dios: "Todo se hizo por Él, y sin Él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho" (Jn 1, 3). "Todo ha sido creado por Él y para Él. Él es antes que todas las cosas y todas subsisten en Él" (Col 1, 16b-17).

Si callamos ante esta clarísima injusticia del "pensamiento único", que pretende apoderarse del alma de las personas, estaríamos siendo cómplices, mediante nuestro silencio, del fin de la racionalidad y de la libertad humana. El llamado "progresismo", que es lo más alejado del verdadero progreso, inficionaría nuestro espíritu de manera tal que quedaríamos realmente esclavizados y en una situación de totalitarismo absoluto, incapaces de pensar por nosotros mismos. Sólo podría darse como "bueno" aquello que el Estado decidiera que es "bueno". El llamado Nuevo Orden Mundial (NOM) tiende a invadirlo todo ... y esto, desgraciadamente,  está ocurriendo también en la Iglesia, cada día con más fuerza y con más descaro: la mayor autoridad moral de la tierra está poniéndose al servicio del mal y de la mentira ... ¡es como para echarse a temblar!

Y de no reaccionar a tiempo -y no lo estamos haciendo- se llegaría a un punto tal que la famosa novela de George Orwell, titulada "1984", realmente espeluznante, se quedaría en un simple remedo de aquello en lo que se transformaría este mundo. El camino que el mundo está siguiendo, en su práctica totalidad, sólo nos puede conducir a la ruina y a la perdición ... ¡y no sólo del cuerpo! El alejamiento de Dios y la conversión al mundo -que eso es el pecado- nos aleja de la verdad y, por lo tanto, de la libertad y de la alegría, nos hace esclavos: "Todo el que comete pecado es esclavo del pecado" (Jn 8, 34).  Los dioses que los hombres fabrican sólo producen vacío y desesperanza.

Por lo tanto, como muy bien dice san Pablo, "siendo conscientes del momento presente, ya es hora de que despertéis del sueño, pues ahora nuestra salvación está más cerca que cuando abrazamos la fe" (Rom 13, 11)

¡Es preciso despertar de nuestro sueño! ... O el mundo se autodestruirá; y con él las personas que más queremos: nuestros hijos y nuestros nietos, entre otros. Es cierto que dijo el Señor: "No tengáis miedo a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; temed, ante todo, al que puede hacer perder alma y cuerpo en el infierno" (Mt 10, 28). Y es un verdadero consuelo saber que eso es así ... Pero, como vemos, el diablo y sus secuaces están ahora por la labor de atacar directamente el alma para perdernos a todos, no sólo nuestro cuerpo -insisto- sino también nuestra alma (¡y según Nuestro Señor esto es algo que sí que tenemos que temer!). 

La situación es muy grave y no podemos consentir que el Diablo siga tomando la delantera, como está ya ocurriendo durante bastante tiempo sin que nos hayamos enterado.  Es la hora de luchar ... y no de cualquier modo, sino con todas nuestras fuerzas, conforme al consejo que nos da el autor de la carta a los hebreos:"Aún no habéis resistido hasta la sangre en vuestra lucha contra el pecado"(Heb 12, 4).

Lógicamente,  para esta lucha no podemos usar las armas del mundo, sino las de Dios. San Pablo, en su carta a los efesios, nos lo recuerda: "Revestíos con la armadura de Dios para que podáis resistir las insidias del diablo, porque no es nuestra lucha contra la carne o la sangre, sino contra los principados, las potestades, las dominaciones de este mundo de tinieblas, y contra los espíritus malignos que están en los aires. Por eso, poneos la armadura de Dios para que podáis resistir en el día malo y, tras vencer en todo, permanezcáis firmes." (Ef 6, 11-13). 


En Efesios 6, 14-18 se nos indica cuáles son estas armas.


José Martí

P. James Martin: "los católicos LGBT no están obligados a practicar la castidad" (Padre Jorge González)



La cosa va a velocidades de vértigo. Barbaridades doctrinales y morales estamos hartos de escucharlas, qué se le va a hacer. Que sor Veneranda nos diga que ponerse la casulla para celebrar es una bobada porque Jesús no tenía una, que Paco, el párroco de San Serenín, afirme que es igual ser musulmán o católico, o que Maripepa, de la iglesia de base más básica, nos instruya con un nuevo concepto teológico según el cual una cosa es el evangelio y otra la doctrina de la Iglesia, se sabe que existe y tampoco tiene mayor trascendencia que la de los cuatro que siguen ahí tirando.

Otra cosa es lo que pueda afirmar el jesuita padre James Martin, porque ese reverendo no es un cualquiera, sino nada menos que un asesor vaticano, y eso hace que sus teorías se hagan más peligrosas por lo que asesora y a quien asesora. Esto es como si a la Tacones la ponen como defensora de la castidad en las madres Társilas. Ya me entienden.

El padre Martin se despacha hoy con una novedosa novedad según la cual, evidentemente siguiendo las directrices de Amolis laetitia, y en contra de toda la tradición moral de la Iglesia, hasta llegar a la Veritatis Splendor, ha decidido que las normas morales absolutas no existen y que todo es un puro subjetivismo.

Así no se corta un pelo cuando afirma tajantemente, sin lugar a dudas, que “los católicos LGBT no están obligados a practicar la castidad”.
Como ven, interesante. No es que diga que hay que abolir completamente el sexto mandamiento, que no se atreve, aunque me da que lo piensa por el contexto de toda la disertación que ha colocado en youtube. Pero sí que el colectivo LGBT no está obligado a ser casto, apelando a la supuesta “tradición teológica que sostiene que una doctrina no se convierte en tal hasta que sea aceptada por todos los fieles”.

Esto es, no digo ya una barbaridad, que lo digo, sino una solemne tomadura de pelo, porque según la última chorrada del P. Martin, la Iglesia católica ha dejado de tener doctrina ya que no conozco una sola que no haya tenido que aguantar disidencias. Antes, in illo tempore, cuando alguien se empeñaba en negar la doctrina, era excomulgado, es decir, si usted no está en comunión con la Iglesia, porque niega puntos esenciales, pues se vaya de la Iglesia. Ahora es al revés: si usted no está de acuerdo con algo, se cambia la doctrina y punto, o como mínimo se le dispensa personamente.

¿Qué usted no asume personalmente la obligación de la misa dominical? Pues entonces no le obliga. ¿Qué no acepta la transustanciación? Pues más de lo mismo. ¿Que una persona o un colectivo no aceptan la doctrina sobre la castidad que ha de mantenerse fuera del matrimonio católico? Pues está claro: no están obligados.

Este padre es un asesor del papa, y lo que dice está en perfecta consonancia con el capítulo VIII de Amoris Laetitia que consagra el final de la moralidad objetiva para que todo dependa de que subjetivamente se acepten las normas morales o no.
No tengo ganas de escribir más. Pero esto es gravísimo. Sobre todo porque están consiguiendo dividir a la Iglesia no en cosas menores, como ritos o pequeñas costumbres, sino en la esencia misma de la moral.

Padre Jorge González

NOTA: En un artículo de Life Site News se explica con detalle todos los auténticos disparates que dice este hombre jesuita, sin ningún tipo de pudor ... ¡y sin ser excomulgado! Algo muy gordo tiene que estar a punto de suceder, cuando se consienten todas estas cosas desde el Vaticano.

Muchos saludos a Wojtyla y Caffarra. Con Francisco se cambia la familia (Sandro Magister)

FUENTE: IL SETTIMO CIELO


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El terremoto que cambió la cara a la Pontificia Academia para la Vida ha golpeado también al Instituto de Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, creado por Juan Pablo II y con el teólogo y luego cardenal Carlo Caffarra como su primer presidente.

Desde hoy este histórico Instituto ha sido anulado y sustituido por otro Instituto con un nombre diferente.

En efecto, así se lee en el artículo 1 del Motu Proprio "Summa familiae cura" publicado esta mañana, con el que el papa Francisco "ha puesto la firma" al viraje:
"Con el presente Motu Proprio instituyo el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia, el que, vinculado a la Pontificia Universidad Lateranense, sustituye al Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, establecido por la Constitución apostólica 'Magnum Matrimonii sacramentum', el que por lo tanto deja de funcionar".
Están despedidos, en consecuencia, todos los docentes del difunto Instituto, mientras conservan su cargo el actual gran canciller Vincenzo Paglia y el presidente Pierangelo Sequeri, cuyo nombramiento por parte del papa Francisco ha sido hace un año el preludio del actual cataclismo.

Los dos acompañan la publicación del Motu Proprio con una nota que subraya el "involucramiento directo" del Papa, quien – siguen diciendo – "confía la tarea de modelar las reglas, las estructuras y la operatividad del nuevo Instituto teológico" a las mismas "autoridades académicas del histórico Instituto Juan Pablo II", esto es, justamente, precisamente a ellos dos y no a otros.

Al describir el "más amplio horizonte" en el que deberá moverse el Instituto, Paglia y Sequeri remiten, naturalmente, a "Amoris laetitia", pero también a "Laudato si'" y al "cuidado de lo creado".

Queda ahora por ver quiénes serán los docentes del nuevo curso, quiénes serán reconfirmados y quiénes no, tanto en Roma como en las otras sedes de todo el mundo.

Así también se verán qué destino tendrán las últimas publicaciones del difunto Instituto, especialmente ese "Vademecum" sobre la recta interpretación de "Amoris laetitia", el cual es visto como la peste de los paladines de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar.

Sandro Magister

Los videntes: caso de MEDJUGORJE (Padre Alfonso Gálvez)

Parte de un ensayo del padre Gálvez titulado Mística y Poesía


Como ocurre con ciertos tesoros valiosos pero sumamente raros, las falsificaciones abundan. Los profetas, las videntes y los carismáticos abundan como moscas en verano.

Dejaremos aparte casos como el de Fátima, en el que creo sinceramente, pero del que desgraciadamente de nada, o de muy poco, se puede estar seguro en relación con este acontecimiento. El contenido del famoso tercer secreto ha sido ampliamente manipulado, falsificado y escamoteado. Y en cuanto a la personalidad de Sor Lucía fue sustituida tendenciosamente por otra distinta, sin que al fin se haya sabido nada del paradero de la auténtica. Todo por obra de un Poderoso Sistema cuyo eje principal es la más elevada Jerarquía de la Iglesia. En la actualidad apenas si cabe certeza sobre lo único que parece seguro: que la voluntad de la Virgen ha sido dada de lado en favor de intereses creados ideológicos y políticos.

Respeto fielmente la posible autenticidad de las visiones o revelaciones privadas y doy por bueno el juicio de la Iglesia en cada caso, aunque es bien conocido que ninguna de ellas tiene carácter oficial ni exige de nadie la obligación de ser creídas.

Pero una vez afirmado ese principio, veamos algunos ejemplos en particular que alertan acerca de la prudencia con que se debe proceder en este punto (...)

[En concreto] volviendo a tiempos más recientes, nos enfrentamos al caso de Medjugorje, acerca del que mucho se ha dicho y se ha escrito además de haber sido examinado por expertos, diversas comisiones y subcomisiones, y acreditado por Obispos y personas de actualidad (unas veces a favor y otras en contra), etc., hasta lo indecible. 

En la actualidad, lo último decidido por el Vaticano de manera oficial, es que al fin van a ser aceptadas solamente las siete primeras visiones, aunque acerca de las demás nada se dice. Según lo cual cabe la posibilidad de que las restantes sean falsas. El problema que se plantea entonces consiste en que, caso de que se consideren las siete primeras visiones como verdaderas, no parecería probable que unas verdaderas videntes fueran capaces de inventarse las siguientes. Pero si se admite que, admitidas las siete primeras, todas las siguientes pueden ser falsas, ¿cómo entonces se puede creer en la sinceridad de las videntes con respecto a las primeras?

Este extraño caso consiguió recordarme una curiosa anécdota que me ocurrió hace ya bastantes años. Me encontraba conversando con cierto sujeto cuando, al cabo de un buen rato, me dice sin preámbulos:

—Y ahora, esto que le voy a decir sí que es cierto.

Confieso que me quedé sorprendido, pero para pensar a continuación: Si lo que me ha dicho hasta ahora es una mentira, este hombre es un embustero. Pero si es un embustero, ¿por qué voy yo a creerme lo que piensa decirme a partir de ahora?

Por otra parte, según aseguró firmemente la vidente principal, la Virgen le había dicho que el Papa Francisco era el mejor Papa que la Iglesia había tenido en toda su Historia.

La cosa era para quedarse perplejo. Pues parece difícil admitir que la Virgen María desconozca la Historia de la Iglesia, y no ya la pasada, sino ni siquiera la presente. Decir tal cosa, por muchas alabanzas que se pudieran acumular a favor del Papa Francisco, puede parecer que se usan palabras mayores. Por lo demás, las razones que pueda tener el Vaticano para admitir semejante montaje, del que podría decirse que carece de Lógica, son completamente desconocidas.

Los tesoros materiales falsificados son normalmente difíciles de descubrir. Y aunque no debiera suceder lo mismo con los que pertenecen al orden espiritual o sobrenatural, los falsos y falsas videntes a lo largo de la Historia de la Iglesia han existido siempre con tanta abundancia, que a menudo han sido muchos los engañados

Bastaría, sin embargo, poseer un verdadero amor a Dios y estar animado de un sincero afán por la verdad, para descubrirlos con prontitud.

Padre Alfonso Gálvez

La Iglesia se desarrolla, pero su contenido no cambia (Cardenal Juan Sandoval)

 Juan Sandoval Íñiguez, cardenal emérito de Guadalajara, en Méjico

Duración 6:05 minutos

Sobre la existencia histórica de Jesucristo (Padre Santiago Martín)

Duración 11:15 minutos

Decreto sobre la Educación en los Colegios Católicos (Monseñor Aguer)



El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, emitió el Decreto N° 096/2017, sobre la educación en los colegios católicos. Este es el texto, completo y oficial, del mismo:

VISTO

Que en los colegios católicos los alumnos deben recibir una educación integral basada en la doctrina de la Iglesia, de modo que sean formados en la visión cristiana del mundo y adhieran a ella con el pensamiento y el afecto; y

CONSIDERANDO

Que me compete velar para que en los niños, adolescentes y jóvenes no se frustre la finalidad propia de la educación católica; y

Que periódicamente llegan a este arzobispado quejas respecto de la transmisión de cuestiones esenciales en diversas asignaturas;

Por el presente documento

Establezco que tanto en los colegios que dependen directamente del Arzobispado de La Plata, cuanto en los pertenecientes a congregaciones religiosas, se observen, con toda fidelidad y diligencia las orientaciones que señalo en los siguientes acápites:

1. La Enseñanza Religiosa Escolar y la Catequesis tienen como referencia doctrinal insoslayable el Catecismo de la Iglesia Católica y el Compendio del mismo. Los textos que se usen y las explicaciones de los profesores y catequistas deben ajustarse siempre a aquellos instrumentos para mostrar a los alumnos, sin ambages, la verdad católica, con los métodos y actividades que correspondan a la edad de los educandos. Se les ha de ayudar, asimismo, con igual cuidado, a que adviertan los errores y comportamientos desordenados que se difunden en la cultura vigente, para evitar incurrir en ellos. En el Catecismo se encuentra también la enseñanza de la Iglesia sobre la sexualidad humana y sobre la justicia social, temas a los que se refieren los puntos que siguen.
2. En lo que respecta a la Educación para el amor, la castidad, el matrimonio y la familia, sígase puntualmente lo que he establecido en “El orden del espíritu en la sexualidad. Aportes preliminares al ordenamiento de la educación sexual en la escuela”. Prohíbo expresamente que en esta área tan delicada y bella se recurra como fuente de inspiración a la “teoría de género” y a los textos que la sostienen. En el momento oportuno hay que exponer con argumentos sólidos una crítica de esa teoría, hoy ampliamente difundida, que pretende negar las diferencias biológicas entre el varón y la mujer, de modo que los alumnos puedan discernir rectamente y no sean arrastrados por este error.
3. Las asignaturas referentes al orden social, político y económico, cualquiera sea el nombre que les atribuya el currículo oficial, deben inspirarse en el Catecismo y en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, publicado bajo la autoridad de San Juan Pablo II el año 2004.
Espero de los Representantes Legales, Directivos, catequistas, capellanes y docentes el cumplimiento de estas disposiciones con sinceridad, prudencia sobrenatural y caridad.

Encomiendo a la Junta Regional de Educación Católica la inspección permanente, en el orden doctrinal y el pedagógico, de estas indicaciones, para que se asegure la plena identidad católica, tanto de las instituciones que se encuentran bajo su inmediata dependencia, cuanto de los colegios pertenecientes a congregaciones religiosas, cuyos alumnos, en cuanto tales, son fieles de esta Iglesia Particular.

Dos observaciones finales:

- Lo que prescribo en este decreto vale, y con mayor razón podría decirse, para todos los Institutos Superiores de formación existentes en la arquidiócesis, sin excepción alguna.

- De acuerdo a lo establecido por San Juan Pablo II en la Constitución Apostólica Fidei depositum, del 11 de octubre de 1992, el Catecismo de la Iglesia Católica es un instrumento válido y autorizado al servicio de la comunidad eclesial y como norma segura para la enseñanza de la fe. A ningún docente le está permitido transmitir lo contrario de lo que en él se contiene, y a su tenor debe juzgarse la validez y licitud de textos o apuntes ofrecidos o recomendados en uso a los alumnos.

Sin que obste nada en contrario.

Dado en nuestra Sede Arzobispal de La Plata, a catorce días del mes de septiembre del año del Señor 2017, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.

Decreto N° 096/ 2017
+ Héctor Aguer

Arzobispo de La Plata

Por mandato del Señor Arzobispo.

Dra. María A. Cabrera
Vice canciller

Reg. Libro IV de Títulos, folio 163, 14/09/2017.

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