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jueves, 9 de diciembre de 2021

El episcopado austriaco se alinea con el Estado para discriminar a los no vacunados



Hay una modalidad de ‘descarte’ de personas que se hace cada día más descarada, oficial y multitudinaria, de la que participa la jerarquía eclesial en lugares como Austria, y contra la que el Papa no tiene nada en absoluto que decir. Nos referimos a la exclusión de los que se niegan a vacunarse contra el coronavirus.

El caso más paradigmático es el de Austria, tanto por ser la primera democracia occidental que obliga a vacunar con COVID-19 a toda su población adulta, y los objetores de conciencia se enfrentan a multas de 3.600 euros (4.080 dólares) al día y a penas de cárcel si se niegan a pagar las sanciones prohibitivas, como por su cultura fuertemente católica, como vieja sede del Sacro Imperio.

Allí la nueva ley, que entrará en vigor el 1 de febrero de 2022, permanecerá activa durante tres años, modificará la estricta legislación austriaca sobre protección de datos para permitir la vinculación de los registros sanitarios electrónicos privados con los registros de vacunación centralizados y afecta a los niños hasta los 14 años, de cuyo acatamiento responderán los padres.

Ante esta vulneración sin precedentes de innumerables leyes, tratados y convenciones internacionales, la iglesia nacional tenía que pronunciarse, y lo ha hecho con el habitual acto de equilibrismo moral al que empezamos a estar acostumbrados. Por un lado, los obispos parecen apoyar los derechos individuales al calificar la «vacunación obligatoria» como una «grave injerencia en la integridad física y la libertad de la persona», y, por otro, los obispos se contradicen al ofrecer al Estado carta blanca sobre la autonomía corporal.

Los obispos añaden que la vacunación obligatoria «sólo es admisible si se han agotado todas las demás posibilidades, teniendo en cuenta la proporcionalidad, para proteger a la población -en caso de pandemia-, el sistema sanitario y, por tanto, la vida humana».

Los obispos instaron a los católicos a vacunarse, citando la declaración del Papa Francisco de que «la vacunación es un acto de caridad.» Dado que «los llamamientos anteriores no han sido suficientes», se justifica la obligación legal del Gobierno de obligar al pinchazo, argumentan los obispos.

Carlos Esteban

Razones por las que desaconsejo la “vacunación” obligatoria


UN ARTÍCULO QUE HAY QUE LEER SI QUEREMOS DESPERTAR


Antes de empezar a exponer mis razones por las que desaconsejo la vacunación obligatoria diré que, a pesar de que no soy médico ni biólogo ni experto en ningún tema sanitario, creo que tengo la suficiente formación intelectual en otros campos, como para poder diferenciar entre lo que es lógico y lo que no lo es. Por esta razón no entraré en ningún argumento científico de orden sanitario, para no caer en la red de aquel médico cuya carta tuve ocasión de leer y que nos catalogaba a todos los que opinábamos de este tema sin pertenecer al ámbito sanitario de IMBÉCILES; pero sí en un análisis lógico de la realidad en la que estamos inmersos porque creo que cualquier persona formada tiene derecho a hacerlo. También quisiera decir que no niego la existencia del virus aunque, como afirma el premio nobel Montagnier, creo que ha sido creado a partir de otro ya existente manipulado artificialmente.


EXPOSICIÓN DE RAZONES

- No hay debate público, abierto y plural en los medios de comunicación de masas sobre la necesidad o no de someterse a este tratamiento. Sencillamente se han acatado, por parte de prácticamente todos los dirigentes políticos del mundo, las decisiones de un organismo, la OMS, cuando menos muy controvertido, dirigido por una persona de pasado oscuro en Etiopía, al que financia el partido comunista chino y las grandes farmacéuticas (BIG PHARMA), y que constantemente ha incurrido en decisiones contradictorias a lo largo de estos últimos ya casi 2 años de “PLANDEMIA”. Sencillamente, a los que no comulgamos con la verdad oficial se nos tacha de “negacionistas” cuando en realidad los negacionistas son aquellos que niegan cualquier debate sobre la verdad.

- Poco antes de la organización de todo este circo mediático se cambiaron los requisitos, por parte de la OMS, para calificar una epidemia como pandemia. Lo que toda la vida había sido una condición “sine qua non” para declarar pandemia, que no era ni más ni menos que el % de incidencia en la población, ahora se ha cambiado, cómo no, por la globalización de la enfermedad. Es decir, basta con que aparezca en varios sitios del mundo a la vez, (lo que es muy fácil hoy día de provocar) aunque sea con un % de incidencia muy bajo, para declararlo pandemia. Desde luego lo que no se puede negar es que con este nuevo concepto de pandemia es más fácil extender EL MIEDO Y EL PÁNICO en la población y mantenerla sumisa a una serie de medidas que incluso quiebren sus derechos básicos más inalienables.

- Nadie, ni farmacéuticas, ni gobiernos, ni personal sanitario alguno, ni siquiera las aseguradoras se hacen responsables de los efectos secundarios de este tratamiento a corto, medio y largo plazo. Para muestra vale un botón: invito a cualquiera que no se haya vacunado, o que lleve una dosis y quiera inocularse la segunda o la tercera o las que en lo sucesivo vendrán, a que solicite a su médico o personal sanitario o entidad sanitaria pertinente, que le prescriba con receta el tratamiento; eso sí, con firma, sello y número de colegiado y que exija el consentimiento informado, es decir, que le informen de la composición exacta de lo que le van a inocular y las posibles reacciones adversas. Verán que sorpresa se llevan. Nadie firmará. Qué raro, ¿no?.

- Una vacuna, por definición, proporciona inmunidad contra una enfermedad. Este tratamiento, ya está aceptado incluso por el establisment médico/farmacéutico, que no inmuniza contra nada y ya están hablando de sucesivas dosis. No quiero convertirme en cobaya de un tratamiento experimental que no protege de forma efectiva y permanente contra nada y no quiero tomar un tratamiento médico de por vida contra un virus que estas inyecciones ni siquiera previenen.

- No confío en la demonización brutal y sistemática que se ha hecho por parte de los gobiernos y los medios de comunicación de masas de los tratamientos alternativos a esta “vacuna” como son, la ivermectina y el dióxido de cloro, ya comprobada su eficacia al 100% contra este virus en varios países sudamericanos cuya incidencia ya roza el cero y las recuperaciones el 100% . Pero de esto no sabemos nada por los medios de comunicación de masas en España, todos bien untados por el gobierno.

- El establisment médico/farmacéutico no sabe los efectos a corto, medio y largo plazo. Entonces, por qué tanta prisa en inocular a la población con un tratamiento que ya ha provocado decenas de miles de efectos secundarios graves y la muerte a miles de personas. Sabemos que Bill Gates es uno de los magnates más importantes de la industria farmacéutica y todos conocemos sus declaraciones sobre la sobrepoblación del mundo y su drástico remedio. No les creo.

- ¿Debo arriesgar mi vida con un tratamiento del que nada se sabe de los riesgos futuros que puedo correr cuando ellos, los ejecutivos de las grandes farmacéuticas, se sabe que no se han vacunado alegando que “se sacrifican generosamente para que la vacuna llegue a más personas”. Puesto que no soy idiota, no confío en ellos ya que no arriesgan nada.

- A propósito del debate que debiera surgir pero que no lo consienten ni los gobiernos ni los medios de comunicación bien untados por ellos, han surgido por todo el mundo distintos grupos de “profesionales por la verdad”; “médicos por la verdad”, “abogados por la verdad”, …etc , con el único fin de esclarecer la verdad de todo este circo mediático mediante un debate público en los medios. En vez de facilitarlo, lo que han hecho los medios es demonizar a estos colectivos, insultarlos, estigmatizarlos, y postergarlos en sus respectivos trabajos, muchos han perdido su empleo por esta causa, encasillarlos con el adjetivo de “negacionistas”, llamarles asesinos, egoístas, irresponsables, que debieran ser confinados y demás lindezas para provocar su muerte profesional. Pero al campo, al fin y a la postre, no se le pueden poner puertas y la verdad al fin resplandecerá tarde o temprano. Me fío mucho más de estos colectivos que son capaces de arriesgarlo todo, su profesión, su vida, sus familias, su prestigio por el resplandecimiento de la verdad, que no de estos magnates de las farmacéuticas que ya tienen un largo historial de multas por prácticas amorales y catástrofes provocadas por sus tratamientos milagro en muchas partes del mundo, sobre todo en África y Asia. Para muestra un botón: PFIZER ha sido multada con más de 6.000 millones de dólares durante los últimos 30 o 40 años, no recuerdo bien ahora, por este tipo de prácticas a las que me he referido antes.

- Otra cuestión importante, generalmente aceptada por el público, es la ausencia de autopsias en las muertes para distinguir quienes han muerto con COVID o por COVID. ¿por qué se prohibieron las autopsias?.¿Tal vez porque se habría descubierto que muchas de las muertes se habrían producido no por COVID sino con COVID por patologías previas?. No lo sabremos. Lo cierto es que un tanto por ciento altísimo de personas fallecidas eran personas de más de 75 años con patologías previas muchos de ellos abandonados en sus residencias de ancianos.

- Otro tema sin aclarar es el de las famosas PCR de las que el propio descubridor Kary Mullis, ya fallecido, ha comentado en repetidas ocasiones su inutilidad para detectar cualquier tipo de virus, y que convenientemente manipuladas en cuanto a los ciclos por segundo a las que se realicen pueden dar positivos a todas luces falsos. Es decir es una herramienta que convenientemente manipulada sirve para aumentar o disminuir la incidencia de la enfermedad según convenga para una buena dosificación de miedo y pánico en la sociedad. ¿Hasta cuándo va a guardar silencio el gremio sanitario?

- Se están ignorando los efectos secundarios de estos tratamientos cuando se sabe ya que los producen y en cantidades significativas, pero como no se cuentan en los medios de comunicación o cuando se hace no se atribuyen a la inoculación del tratamiento, el resultado es que al contarse sólo algunos de forma aislada e intermitente y sin causalidad, la población no los correlaciona con la inoculación de la “vacuna”. Como dato significativo diré que en este último año y medio transcurrido se han producido muertes por síncopes, problemas de miocarditis, infartos y otros motivos médicos entre deportistas de élite sin patologías previas aparentes, con una incidencia del 150% más que lo producido habitualmente. Es decir, si en un año normal, por ejemplo, morían en todo el mundo 20 deportistas de élite, en este último periodo “plandémico” se han producido 50 casos de desvanecimiento, en algunos casos con resultado de muerte, sin que sepamos por qué pero al parecer todos estaban ya vacunados.

- Por último, aunque tengo bastantes más razones para desaconsejar la “vacunación”, diré que jamás en mi vida, y tengo casi 70 años, vi semejante campaña de marketing pro-vacunación. Ha sido bestial el bombardeo a los cerebros de las personas a través de los medios de comunicación que sistemáticamente han abierto todos los días sus informativos con más de un cuarto de hora acojonando, permítaseme la expresión, al personal para después poner la “vacuna” como remedio infalible para inmunizarse aunque el paso del tiempo ha demostrado la gran falacia, ya que la “vacuna” ni inmuniza ni protege del contagio y ya se habla de tercera dosis, con la que ya se han inoculado al parecer más de 4 millones de personas en España, y de dosis posteriores semestrales de recuerdo. 

O sea, dependencia total y absoluta de por vida de las farmacéuticas y GRAN NEGOCIO ASEGURADO PARA ELLAS, SUS VOCEROS POLÍTICOS Y LOS MEDIOS.

Sebastián Bel Bravo