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viernes, 1 de junio de 2018

La Santa Sede publica un documento sobre el Deporte, justo lo que esperábamos (Gabriel Ariza)




Acaba de publicar la Santa Sede un nuevo documento del Dicastero para los Laicos, la Familia y la Vida, que puede leerse en su página web oficial, titulado ‘Dar lo mejor de uno mismo’. Documento sobre la perspectiva cristiana del deporte y la persona humana’. [Seguido por una felicitación del santo Padre]

En el mejor de los casos, es dudoso que mereciera una mera nota de pasada. Creo sinceramente que Roma tiene poco que decir de absorbente interés sobre el deporte, como creo que el deporte es una actividad de dudosa transcendencia, que requiere poca o nula atención del Magisterio eclesial y cuya aplicación correcta por parte del cristiano es perfectamente deducible para cualquiera con una conciencia medianamente formada.

Uno espera otras cosas del Magisterio eclesial. 
Uno espera algo distinto del Depósito de la Fe.

En el mejor de los casos, digo. Pero es que no estamos, ni de lejos, en el mejor de los casos.

Cuando acaba de caer Irlanda; cuando en Irlanda, último país de Europa Occidental aún no conquistado por la Cultura de la Muerte, los irlandeses han elegido por una mayoría de dos tercios acabar con la protección al no nacido, y el Vaticano no ha dicho una sola palabra, ni para animar a los católicos a impedir esa atrocidad, ni siquiera para consolarlos y reafirmarlos en la fe cuando esta ya se ha producido, que la Curia me hable de deporte, sinceramente, me suena a tomadura de pelo.

Cuando esta misma semana el Parlamento de un país profundamente católico, Portugal, ha sometido a votación si se permite matar a quien lo pida -discerniendo, eso sí- y el Vaticano no ha encontrado tiempo para una nota, para un par de frases, para un advertencia que pudiera mover a los diputados, la verdad, no sé qué hacer con un documento que me habla del ejercicio físico.

Cuando cuatro cardenales, y después una sesentena de teólogos y pensadores, y finalmente un grupo de sacerdotes de todo el mundo, implora, suplica humildemente que los prelados y, a ser posible, el propio Papa confirme las verdades de fe que las propias palabras del Pontífice ha dejado dudosas y cuestionables, me sobra, por decir poco, que me hablen de fútbol.

Cuando el Papa deja que se publiquen como palabras suyas opiniones -el infierno no existe, las almas que se niegan a la gracia desaparecen, Dios hace a los gays como son- que, en la interpretación más caritativa, son gravemente erróneas y, en la más evidente, contradicen directamente la doctrina inmutable de siglos, y no aclara ni contradice, en serio, que publiquen un documento sobre el deporte me resulta indignante.

No necesito que la Santa Sede me hable de deporte. Puede ser un epígrafe menor en algo más amplio, pueden hacerse algunas referencias en un documento de mayor calado; pero, no, no es lo que espero de Roma. Como tampoco espero que me hablen del Cambio Climático, del que prefiero escuchar a los científicos (que, por cierto, harían bien en explicarme por qué tengo que creerles cuando sus propias profecías han fallado todas, una por una); ni sobre las ‘fake news’ -salvo, quizá, para contarnos en qué estaba pensando Monseñor Viganò cuando trucó la carta de Benedicto-, ni sobre el drama atroz de los rohingya que, por cierto, recientemente han masacrado ha todos los habitantes de una aldea que se han negado a convertirse al Islam.

No, de Roma espero doctrina sólida, clara y firme. Espero palabras que confirme la fe, esa fe de la que es mera custodia la Sede de Pedro, que no puede cambiar ni una coma, porque es un mensaje inmutable y no una filosofía cambiante. Quizá, no sé, tal vez en un sentido tenga razón el Papa cuando nos pide a los cristianos “hacer lío”; pero dudo mucho que deba ser él quien nos haga un lío.

Del documento sobre el deporte, que comente otro. Aquí nos quedaremos esperando cosas más serias.

Gabriel Ariza

“Red homosexual subversiva dentro de la Iglesia”



El renombrado psicólogo holandés Gerard van den Aardweg advirtió sobre una “tiranía homosexual” que está sobre nosotros.

Al hablar el 19 de mayo en el Rome Life Forum [Foro Romano para la Vida] Aardweg explicó que la homosexualidad es neurótica, sólo se ocupa del sexo y de un mundo áspero no deseable para ningún enemigo.

“No crean en la propaganda del ‘matrimonio’ homosexual noble, fiel y amoroso de algunos católicos devotos. Es un truco para vender la aceptación del sexo homosexual”.
Aardweg también advirtió que la propaganda homosexual ha resonado también en documentos de la Iglesia. Desde la década de 1970 hubo documentos vaticanos que incluyeron la fatalista propaganda homosexual del “haber nacido así”.

Además, critica la “retórica de la compasión” y la “representación melodramática de las personas homosexuales como víctimas inocentes de discriminación” en el Catecismo de la Iglesia Católica: 

“Esta hiper dramatización es el material para la elaboración de la propaganda homosexual”.
El paso final de lo que él llama un “estilo quejoso” es “crear una atmósfera donde la objeción a las prácticas homosexuales comienza a sentirse como no cristiana”.
Aardweg señala que al menos desde la década de 1950 un porcentaje desproporcionadamente elevado de seminaristas y sacerdotes son homosexuales. Y:
“Hubo una red homosexual subversiva dentro de la Iglesia, incluso en altos niveles, para hacer que la homosexualidad sea considerada normal”.

Consistorio inconsistente (Fray Gerundio)



En su empeño modernista por acabar con todo lo precedente, como signo de estabilidad, tradición y verdad, Francisco-Bergoglio ha ido minando y desactivando lo que se le entregó el día de su elección. Ha hecho de su Pontificado una especie de deconstrucción, al más puro estilo de la llamada postmodernidad: se desencajan las piezas del antiguo modelo o sistema, se critican y se eliminan una a una, sin proponer un claro modelo sustitutivo, como no sea el de la propia entidad destructiva.

Eso que llaman ahora nuevo paradigma en la Iglesia no es otra cosa que hacer añicos o espachurrar -como decía mi abuela-, todo lo transmitido en la Santa Madre Iglesia a lo largo de los siglos. Dicho de otro modo: me da la sensación de que Francisco ha dejado hecho un guiñapo y unos zorros, lo que se le entregó el día de su elección, pensando ingenuamente –aunque lo dudo-, que era el sucesor del poder de las llaves de Pedro.

Y parece que esto continuará en la misma línea, mientras Dios no le ponga la MOCIÓN DE CENSURA (que la pondrá).

Entre las muchas deconstruccciones de Francisco está la del Colegio Cardenalicio. Me enseñaban en el Noviciado, en aquellos lejanos tiempos, que los cardenales venían a ser la corte del Papa, una especie de guardia de corps, con un sentido doctrinal, que arropaba, de alguna manera, al Pontífice, con su apoyo y hasta con su vida. El color rojo era signo de la sangre martirial, que estarían dispuestos a derramar en la defensa de Cristo y de la Iglesia.

En la mayor parte de los casos, no eran propiamente las personas en sí las que ostentaban esta dignidad, sino por ser los Pastores de las Grandes Diócesis de la Cristiandad. Aquéllas que se habían distinguido por ser las primeras en la expansión del Cristianismo. Las más allegadas a la predicación de los Apóstoles. Las de más historia, tradición y expansión evangelizadora.

Con el tiempo, tuvieron su cardenal las Diócesis más grandes de cada una de las naciones cristianas. O aquellas que concentraban mayor número de fieles. De una u otra forma eran, al fin y al cabo, los grandes representantes de la Cristiandad. Y junto a ellos, hubo siempre cardenales que lo eran en función de su cargo cercano al Gobierno de la Iglesia y con serias responsabilidades en el quehacer cotidiano del pastoreo de los fieles. Todo esto, tenía sus pros y sus contras, como toda obra humana. Pero se entendía y se vivía con orgullo por el cristiano de a pie.

Pues bien, todo ello ha sido destruido por Francisco, que es implacable con cualquier tono musical que suene a Tradición y costumbre. Y como si fuera el dueño del Sistema, en lugar de reconocerse humildemente un puro administrador, hace, rehace y deshace para conseguir –lo ha conseguido ya- la absoluta y total desacreditación de los Cardenales, que han pasado a la categoría de monaguillos en el universo bergogliano, que actúa como un príncipe renacentista-absolutista. 

Mientras reclama para los demás la necesidad de la humildad y el rechazo de los honores, condena fulminantemente el carrerismo que él mismo –según cuentan los que le han conocido-, ha llevado implantando en su marcapasos jesuítico.

El resultado es doble. Por una parte, los cardenales ya no pintan nada y han perdido todo su prestigio. Sólo se ven como un instrumento de poder para asegurarse la descendencia. Son aseguradores de votos, para que Bergoglio siga mandando desde el otro mundo y se pueda garantizar la continuidad deconstructiva. Por otro lado, mientras se castiga a las grandes sedes tradicionales, se regalan títulos cardenalicios para diócesis desconocidas en el mapa y obispos excesivamente conocidos por sus colores preferidos. Aquí sí cuenta el rojo como prelación.

Es como si el Jefe Supremo de un ejército elevara directamente a la categoría de generales a los sargentos de las guarniciones más alejadas, o se dieran títulos de Doctor en Medicina a los chamanes y curanderos de los poblados más subdesarrollados. Francisco quiere acabar con el concepto de excelencia, para reservarlo exclusivamente para él. Todos iguales por debajo.
Así las cosas, no es de extrañar que la Cristiandad, más preocupada con esta suerte de tsunami, ande revuelta con la sospechosa condición de algunos de los nuevos cardenales. Es cierto que puede haber noticias falsas, que puede haber acusaciones sin fundamento. Pero decía mi abuela que cuando el río suena, agua lleva. Y llevamos una época en la que el río se parece a las Cataratas Victoria
Serán o no verdad los affaires del nuevo cardenal boliviano, serán o no verdad los intringulis económicos del protegido papal Maradiaga, o los chanchullos pedofilantes de su obispo auxiliar –el protegido del protegido-; serán ciertos o no, los pichuleos del secretario de Cocopalmeiro –que siguen zambullidos en el más profundo silencio-, o los devaneos de tantos curiales que se sabe que están bajo la protección vaticana.
Es igual. A nadie le importan ya los nuevos cardenales. Cuando el boliviano o el peruano (que también se tira por el rojo) reciban la birreta, los analistas, videntes y televidentes pensarán: Este debe ser amiguete de Francisco. Un voto más. Con eso es suficiente.

En el próximo consistorio, para que siga siendo inconsistentemente eficaz, habrá que nombrar algún cardenal extra de Irlanda, por los servicios prestados. Y varios de China, de los que apoyan la bomba-trampa que se está negociando. Y al jesuíta James Martin, que preferirá llevar un solideo rosa. Y si tuviera que haber alguna mujer, por aquello de las cuotas, al menos habría que elegir a Emma Bonino, que fue la que introdujo en Italia la interrupción del embarazo (el nuevo paradigma de esta semana).

Fray Gerundio

Conversando con Jesús: ¿Sueño o realidad? (5 de 5) [ 22 de 22] (José Martí)





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Como me habéis dado la espalda, Yo os he dejado hacer. Ya sabes lo respetuoso que soy con la libertad que os concedí al crearos. Pero los resultados están a la vista: hay una gran desolación en toda la tierra.  Mi Nombre y el de mi Madre son despreciados y ridiculizados. Apostasía general extendida a casi toda la Iglesia y el mundo, el cual está dominado por el Nuevo Orden Mundial, obra del Maligno. Son muchos los que se avergüenzan de ser cristianos. Y la causa de ello es que la doctrina que reciben no les atrae, pues no les habláis de Mí sino de lo mundano. Y es por eso, entre otras cosas, que los seminarios se encuentren prácticamente vacíos.

Yo esperaba una respuesta más enérgica de mis Cardenales pero no la ha habido: sólo miedo y cobardía, pues muchos de ellos han perdido la fe; o bien, tienen una fe muy débil. Apenas se ha podido oír -tímidamente- la voz de algunos cardenales y obispos ... pero tampoco ellos han sido capaces de hacerte una corrección formal en toda regla (como debería de haber ocurrido) y haberte declarado hereje (herejía material o formal ... , ¿qué más da?) por no ser fiel al Depósito que has recibido.  Una dejación que adquiere una especial relevancia, dada la gravedad extrema de los sucesos que se están produciendo en la Jerarquía y que están afectando perniciosamente a todo mi rebaño.

Comprenderás que no puedo permitir, por más tiempo, que continúe este proceso de secularización y de apostasía generalizada, que se ha extendido por toda la tierra. El mundo entero -y mi Iglesia, en particular, contigo a la cabeza- me ha dado la espalda. Y se están consagrando, como derechos, en las leyes civiles,  lo que son verdaderas aberraciones "contra natura". Tal es el caso, por ejemplo, del mal llamado "matrimonio" entre homosexuales y del "derecho" al aborto, males ambos -junto con otros- que se están propagando, como un cáncer, de nación en nación, con la anuencia de una gran parte de la Jerarquía, siendo tú, sobre todo, como "Vicario" de Cristo, quien debiera de haber hablado y, sin embargo, no lo has hecho; de ahí lo ocurrido en el caso de Irlanda, por poner un ejemplo, el más reciente.

Pues bien: ha llegado el momento de las auténticas "sorpresas" del Espíritu. Actuarás conforme a lo que te he dicho que hagas. Dispones de poco tiempo, porque poco es el tiempo que te queda de vida. Ésta es la única oportunidad que te doy. Y lo que te estoy diciendo no es ningún sueño, sino una visión, una revelación que te hago personalmente para que no te condenes y para que no arrastres contigo a millones de personas a ese "infierno" que tú niegas que existe, pero cuyos umbrales acabas de presenciar.

Cuando despiertes, ten presente lo que te acabo de decir y llévalo a la práctica de manera inmediata. Rodéate de aquellos cardenales que te han corregido y cuéntales TODA la conversación que hemos tenido. Y que conste todo por escrito, como ya te he repetido.

No consentiré que la barca de Pedro se hunda. Se acercan días de gran tribulación. Todos tendrán que definirse. Tendrán que elegir entre la Muerte y la Vida. Si se arrepienten de corazón, aún están a tiempo de salvarse. Pero si eligen seguir separados de Mí, los dejaré. A todos os he dado libertad para que podáis amarme como Yo os amo. Sin esa libertad no podríais amarme. Yo no os puedo imponer que me améis. El amor o es libre o no es amor.  Ésa es la razón por la que, respetando la libertad que os concedí al crearos, si elegís vivir separados de Mí y odiándome, y odiando todo lo que Yo amo, no puedo sino dejaros hacer, por más que el camino que habéis elegido os lleve a la eterna condenación, a la Muerte segunda, la que no tiene retorno: habrá sido elección vuestra, por más que mi deseo sea vuestra salvación. 

Tú tienes que ser mi brazo ejecutor en esta última posibilidad que os quiero dar. Si me obedeces y te arrepientes, te salvarás y te perdonaré todo el gravísimo daño que me has hecho y que has causado a mi Iglesia. Pero es necesario que actúes; y que lo hagas ya. Una vez convertido, confirma a mis hermanos en la fe: ¿recuerdas? 

Presta atención: A aquellos cardenales que eran como tú has sido (es decir, herejes), despídelos. Tienes en tu haber el fenómeno "sorpresas del Espíritu". Házselo saber para que te obedezcan. En cuanto a aquellos cardenales que me han sido fieles, pero que tú has despedido o recluido en puestos de poca influencia, devuélvelos de nuevo a los puestos que ya ocupaban o a otros de mayor responsabilidad, pues en ellos voy a poner mi confianza para sacar a la Iglesia del bache tremendo en el que se encuentra. De entre ellos, Yo elegiré un nuevo Papa. Y éste actuará de manera tal que sean excomulgados todos aquellos sacerdotes, religiosos y monjas que escandalizan a mis fieles, enseñándoles "doctrinas" contrarias a la fe católica; a todos aquellos que aceptan, como normales, los criterios del mundo actual: marxismo, socialismo, aborto, homosexualidad, etc... 

De no hacerlo así perecerás indefectiblemente y tu destino definitivo será ese infierno, del que dices que no existe, pero que, sin embargo, acabas de ver con tus propios ojos. Cuando "despiertes", tendrás la tentación de considerar que toda esta conversación que hemos mantenido ha sido sólo una pesadilla. No ha sido ninguna pesadilla, sino algo real. Desecha esa tentación, como al mismo Diablo, y actúa: ése es el "lío" que Yo quiero.


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Fue entonces cuando desperté de ese sueño en el que soñé que Francisco soñaba; y acto seguido lo escribí para que no se me olvidara. Aunque algo se me haya pasado por alto, pienso que el Mensaje y la voluntad de Jesús con relación al papa Francisco, aparecen con suficiente claridad en ese escrito que reflejo en este blog.


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Caí en la cuenta de que me había quedado durmiendo mientras hacía oración. Al principio me asaltó una duda: ¿Sería realmente cierto que Francisco había tenido esa revelación de Jesús,  a la que yo asistí, como espectador, en mi sueño?  ¿Era ése el modo en el que Jesús pensaba actuar para evitar, en lo posible, el desmoronamiento completo de la Iglesia? ¿Era ésa una respuesta a mi petición? ¿Y por qué a mí -precisamente a mí- tenía que revelarme ese secreto?

Sigo sin entenderlo. Sí sé que sólo Dios es Dios; y que para Él nada hay imposible. Sé también que Dios nos sorprende, a veces, con su manera de hacer las cosas; y que sus planes van más allá de nuestra imaginación: normalmente no los comprendemos. Pero, pasado el tiempo, caemos en la cuenta de que eso que ocurrió -y que no entendíamos- fue realmente lo mejor.

Claro está: en este caso concreto, ¿quién me asegura a mí que Dios va a proceder de ese modo (el que yo he soñado) para salvar a su Iglesia? Es absolutamente cierto que Dios tiene que intervenir, pues de Dios nadie se ríe. Sé que el Maligno, ése que está rigiendo ahora el mundo y la Iglesia, tiene los días contados, pues la victoria final no será suya: no puede serlo, puesto que las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia. Tenemos la Palabra de Jesús, o sea, la Palabra de Dios. Antes de que eso ocurriera, tendría lugar el final de los tiempos. Y Dios acortaría los días de apostasía, pues de lo contrario, nadie se salvaría. Pero, ¿hemos llegado ya a ese final?

Como el Señor es mi Amigo (de lo que estoy muy orgulloso y muy agradecido), sé que puedo confiarle a Él todo, incluso aquellas cosas que se me pasan por la imaginación como una posible solución a los problemas eclesiales. Él no se va a disgustar, porque entiende que es el Amor a Él y a su Iglesia lo que me lleva a pensar en posibles soluciones, por disparatadas que parezcan: Él puede hacer eso ... y mucho más. Eso sí: tenemos la seguridad de que, sea lo que sea lo que haga, siempre será lo mejor.


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Mientras cavilaba de este modo, me pareció escuchar estas palabras del Señor, como dirigidas a Francisco (el Papa de mi sueño, como si el sueño aún no hubiera concluido)

- La mayoría de los cardenales no te harán caso. No te obedecerán. Es más: pensarán que te has vuelto loco. Y eso les dará pie para echarte del trono papal. Se abrirá un Gran Cisma en toda la Iglesia, como jamás hubo otro tan grande. Pero aquéllos que permanezcan fieles, aunque sean pocos,  ("mi pequeño rebaño") ésos se salvarán.

Yo aproveché estas palabras de Jesús a Francisco para seguir conversando con Él.

- Señor -le dije- ¿No podría ocurrir que un conjunto de cardenales -aunque fuesen pocos- se segregaran del resto (dado que se ha producido claramente una traición a tu Iglesia) y que ellos, por su propia cuenta, eligieran a un nuevo Papa, el cual sería el verdadero Papa, siendo el otro un impostor?

No escuché nada. Y seguí hablando:

- Ya sé que en la situación actual esto parece inviable, teniendo en cuenta -además- que cada vez quedan menos cardenales que piensen "en católico". Los pocos que aún quedan están siendo reducidos al silencio o bien son combatidos por el resto de "cardenales". No cabe duda de que hay un cisma, de hecho, en la Iglesia Católica (se reconozca o no) ... situación ésta que se va agravando más cada día que pasa. 

Silencio en el ambiente ... pero seguro de que Él me escuchaba, proseguí:

- La Iglesia está irreconocible, y lo peor de todo es que son muchos [sobre todo, los más jóvenes] los que no han conocido otra Iglesia que ésta. El caballo de Troya -infiltrado en la Iglesia- ha tomado las riendas y no está dejando títere con cabeza.

Continué:

- La iglesia -cada vez con más virulencia- se está "identificando" con el mundo; sus criterios no son ya cristianos, sino "mundanos".


"Por eso el mundo los oye" (1 Jn 4, 5) -escuché con alegría.

-  Quiero hacerte una pregunta, Señor.  

- Dime

- Aunque dudo mucho de que aparezca ese grupo de cardenales "rebeldes" que eligieran un nuevo Papa ... pienso que, en caso de producirse, sería lo mejor, a mi entender. Se produciría -ciertamente- un cisma en la Iglesia, al haber dos Papas. Unos se decantarían por el actual Papa, la inmensa mayoría, "aquellos que son del mundo y por eso hablan cosas mundanas y el mundo los oye". (1 Jn 4, 5). 

- Continúa

Y habría otros, que serían minoría, [ y que, lógicamente, serían excomulgados por Francisco], que seguirían al nuevo Papa, al que habrían elegido, en secreto, unos pocos cardenales con ideas claras y pensamientos conformes a la Doctrina Católica de toda la vida. Éste sería, entonces, el verdadero Papa.

- Sigue

- Entonces quien quedaría excomulgado, por apóstata,  sería Francisco, aun cuando fuesen muchos los que le siguieran. Nos encontraríamos así, otra vez, con una Iglesia catacumbal, como en los primeros momentos del Cristianismo. 

No escuché nada, de modo que proseguí hablando:

- Esta Iglesia sería perseguida por todos, pero esta Iglesia, que sería la verdadera, sería -por eso mismo- la que daría cumplimiento a tus Palabras de que "las puertas del infierno no prevalecerían contra ella" (Mt 16, 18). 

- Esta Iglesia verdadera -continué- estará formada por los que siguen siendo creyentes, como siempre ha sido ... aunque, al ser una minoría mínima, aparecerán como "rebeldes", de modo que, a los ojos del mundo, será la "Iglesia" de Bergoglio la que poseerá toda apariencia de legitimidad, la que será aceptada por el mundo, y la que se quedará con todos los templos. 

- ¿Y qué más?

- No lo sé. He escrito algo en este blog sobre sueños que tuve, pero no dejan de ser elucubraciones. Mi mente no da para más. 

- ¿Sugieres algo?

- Bueno, está claro que se producirá un cisma formal en la Iglesia [digo formal porque el cisma real ya existe, aun cuando no sea reconocido como tal]. Pero pienso que tal cisma es, incluso, necesario, pues servirá para que los cristianos se definan en un sentido o en otro; y así se saldrá de la confusión existente. Todo tendrá que ser revisado. Y habrá que poner, otra vez, las cosas en su sitio, conforme a la Tradición Perenne de la Iglesia de veinte siglos.

- ¿Algo más?

- Señor, soy consciente de que esta prueba a la que estamos sometidos es una prueba de fe. Es ahora, más que nunca, cuando tenemos que demostrar (y podremos lograrlo con tu ayuda, que no nos va a faltar) que nuestro amor y nuestra confianza en Tí no son mera palabrería,  teniendo siempre presente, en nuestra mente y en nuestro corazón, estas palabras que el profeta Isaías pone en el oráculo de Dios, o sea, en tus labios: "Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos, mis caminos" (Is 55, 8). Creo que es aquí donde debemos buscar la respuesta a todas nuestras preguntas.

- Completamente de acuerdo.


- Gracias
José Martí