BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



Mostrando entradas con la etiqueta Seminarios. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Seminarios. Mostrar todas las entradas

sábado, 19 de marzo de 2022

LOS SEMINARIOS DIOCESANOS SON NECESARIOS



¿Qué hacer con la disminución de seminaristas en España, y en general en Europa? La Congregación para el Clero ha venido insistiendo ante los obispos en la necesidad de programar una reducción de seminarios, proponiendo una reagrupación de seminaristas y sugiriendo la posibilidad de crear algunos seminarios interdiocesanos o reagrupar las pocas vocaciones de dos o más diócesis. Los obispos siempre se han mostrado reticentes a una solución que en gran parte se asemeja a un atajo que no parece conducir fácilmente a la solución, ya que las pocas experiencias que conocemos de los seminarios que nos recomiendan no siempre han resultado todas exitosas. La propuesta de agrupación de seminaristas se haría con miras a los siguientes elementos de valoración de cada caso y según la propia Ratio formativa que gobierna los seminarios: 1) la formación que ofrece el seminario; 2) la calidad de los estudios eclesiásticos; y 3) la apertura al crecimiento de la vocación sacerdotal que puede significar la convivencia más numerosa de seminaristas en un centro regional, o en el seminario que tiene pocos seminaristas más que las diócesis que tienen menos.

Si nos detenemos primero en el centro académico, ya regional o sencillamente de otra diócesis, sobre todo si ambos centros cuentan con un Instituto Superior que imparte con garantía universitaria los estudios de Filosofía y Teología preceptivos, no siempre es mejor el centro regional o de reagrupación que el centro diocesano. Es un hecho objetivo la variedad de profesores que todo claustro lleva consigo, y los alumnos están prestos a evaluar a sus miembros, concluyendo por su cuenta que unos profesores son mejores que los propios de casa y otros notablemente peores y a veces científicamente menos preparados. Hoy son bastantes las diócesis que cuentan con nuevas generaciones de sacerdotes bien formados, que han cursado sus estudios en Universidades nacionales y de otros países, sobre todo en las Universidades romanas, pero también en Universidades civiles nacionales o extranjeras. Estos sacerdotes han cursado con éxito notable estudios de humanidades y ciencias, necesarias y complementarias de los estudios específicamente eclesiásticos. Los centros superiores diocesanos son centros afiliados e incluso integrados en Universidades y Facultades, centros que tienen hoy que pasar los estándares universitarios establecidos por las Facultades que los afilian o patrocinan conforme a norma. Estos centros no sólo cuentan con profesores sacerdotes, también con profesores laicos, hombres y mujeres, catedráticos y docentes en universidades civiles y que, con grande generosidad, son profesores de los claustros de los seminarios.

Por otra parte, cuando los obispos quieren pedir a alguien que complete o se especialice en estudios de postgrado suelen pensar en jóvenes sacerdotes más que en seminaristas, para enviarlos a una Universidad o Facultad. Esto no excluye que algunos seminaristas sean enviados a una determinada Universidad o Facultad de la Iglesia, a veces como residentes de un colegio o convictorio para seminaristas de distintas procedencias. Pasaron los años ochenta del pasado siglo que tan mal recuerdo nos traen y que a algunas diócesis dejaron sin ordenaciones durante años, hasta que los obispos devolvieron de nuevo los seminaristas a sus diócesis de origen.

Si ahora consideramos la necesaria formación humana, espiritual y pastoral que debe acompañar a la formación académica, y que los seminaristas han de recibir como candidatos al ministerio sacerdotal, como lo prescribe la Iglesia, no cabe la menor duda que esa formación encuentra en la propia diócesis un encaje natural que no suele darse del mismo modo fuera de ella. Es así precisamente por la variedad que los seminarios receptores tienen de pequeños grupos de seminaristas de otras diócesis, por lo que se ven obligados a orientar la formación, aun siguiendo las pautas generales de la Iglesia, de modo más genérico y sin el contexto y la referencia natural a la comunidad diocesana propia de cada grupo de seminaristas. Se puede decir que para eso ya está la diócesis, pero los seminaristas no pueden estar yendo y viniendo de un lugar a otro a lo largo del curso académico; y más si, por añadido, tienen que cumplir con el régimen pastoral que les ocupe el fin de semana, sin dejar espacios convenientemente tranquilos para el estudio personal prolongado y el tiempo que requieren las lecturas.

Más todavía, si se alejan del desarrollo que la vida litúrgica tiene en la propia diócesis, para la cual se preparan en el Seminario diocesano, vinculados a la celebración del Obispo en la catedral de la diócesis y en las parroquias a criterio del propio Obispo. Una liturgia más doméstica, sin duda bien realizada correcta, les recortará la experiencia fundamental de la celebración de la fe como meta a la que conduce la vocación al sacerdocio. La introducción en la vida pastoral, aconsejada especialmente para los últimos cursos de formación del candidato al sacerdocio, es inseparable de esta experiencia celebrativa y solemne en aquellos tiempos y festividades que la reclaman. Esta experiencia de litúrgica que acompaña la misma introducción en la acción pastoral, a la que introduce el Seminario, es el ámbito en el que se aprende a vivir la imposibilidad de separar práctica pastoral y celebración de la fe, como lo ha clarificado para quienes padecen confusiones indeseadas la Comisión Teológica Internacional en el documento «La reciprocidad entre fe y sacramentos», que sancionó con su aprobación el papa Francisco el 19 de diciembre de 2019.

Falta en esta reflexión aludir al Seminario diocesano como la plataforma determinante de la pastoral vocacional, continuada y no eventual, que constituye la comunidad del Seminario diocesano para los adolescentes y jóvenes que sientan la llamada de Jesús que les invita a seguirle; y para aquellos a los que se les comunique por contagio deseable la inquietud y la pasión de la vocación sacerdotal. Una pastoral vocacional sin contexto pierde enteros a la hora de su concreción cotidiana y de su programación a lo largo del año pastoral en la diócesis.

Por todo ello, la reagrupación de seminaristas sólo puede darse por necesidad perentoria, sin que la opción por ella contribuya a disminuir aún más el número de seminaristas. Donde se cierra el Seminario será muy difícil volverlo a abrir durante años, como pone de manifiesto la experiencia. No enumeramos los cierres que esta experiencia nos proporciona, para que nadie piense que menoscabamos cualquier situación de emergencia, porque las emergencias acontecen contra nuestra voluntad. Sin embargo, hemos de contar con que los prejuicios han sido siempre malos consejeros, porque deforman la realidad, y algunas soluciones que se postulan pueden ser necesarias en las emergencias reales, pero a veces ni siquiera, cuando sobre su realidad se suscita la crítica sospecha de que se pueden crear primero las emergencias para aplicar después las soluciones.

Estas reflexiones que me sugiere la fiesta de San José, custodio del primer Seminario de la historia, la casa y la familia de Nazaret, quieren ayudar a poner en común la preocupación que la disminución de las vocaciones sacerdotales suscita, y a no cesar en suplicar de Dios las vocaciones que necesitamos, sin tranquilizar nuestra conciencia con la vana ilusión de que se puede paliar esta pérdida de vocaciones con el compromiso pastoral de los laicos. Esta resignación parece a veces esconder falta de fe en que Dios escucha siempre nuestras súplicas y, como único Señor de la mies, no dejará de enviar obreros a su mies, porque los campos, la mies y los obreros son siempre y sólo suyos.

En la Fiesta de San José
Patrono de la Iglesia y de las vocaciones sacerdotales
19 de marzo de 2022

Monseñor Adolfo González Montes
Obispo emérito de Almería

sábado, 8 de agosto de 2020

Sobre el cierre del seminario de San Rafael




Estos días escuchábamos la noticia referente al cierre del seminario de San Rafael. Una persona que conoce bien la situación nos habla de ello.

Quien no conoce la diócesis de San Rafael difícilmente pueda comprender porque a los laicos y sacerdotes ha entristecido tanto la noticia del cierre del Seminario “Santa María Madre de Dios”.

Soy laica, nacida y criada en esta diócesis. Aquí también trabajo y vivimos en la actualidad con mi esposo e hijos.

Nuestro Seminario comienza con Monseñor León Kruk, 4to Obispo de nuestra diócesis que comprende los departamentos de San Rafael, Malargüe y General Alvear. Un territorio de 87.286 km. Cuando León Kruk inicia su actividad pastoral, año 1973, se evidencia la necesidad de contar con un seminario diocesano donde formar sus propios pastores. Para las 250.000 almas encomendadas a su ministerio solo había nueve sacerdotes diocesanos y diez sacerdotes religiosos.

Fue así que, después de muchas oraciones y sacrificios, recién el 24 de marzo de 1984, se pudo fundar nuestro Seminario. Se veía a esta casa de formación, como obra de Dios y manantial de bendición y gracias para toda la diócesis. Prueba de ello es el aporte de laicos y empresas para las obras de construcción. La mayoría de las familias sanrafaelinas contribuyeron y contribuyen, en la medida de sus posibilidades, al sostenimiento de la Institución.

Muchos frutos de santidad han dado este Seminario, algunos visibles… pero los más, invisibles y solo conocidos por Dios.

Centenares de sacerdotes se han formado en esta casa de estudios con una enseñanza coherente, sólida y fiel al Magisterio de la Iglesia. Dios se ha valido de esta generosa Institución, y de sus sacerdotes, para que la Semilla del Reino sea esparcida. Baste el actual ejemplo del trabajo de los sacerdotes diocesanos en Cuba; las decenas de sacerdotes incardinados en otras diócesis de Argentina y el mundo. Y el aporte de sacerdotes que NUESTRO SEMINARIO ha realizado al clero castrense.

Esta referencia meramente histórica de nuestro Seminario es para que se pueda, aunque sea sucintamente, apreciar la entrañable y estrecha relación que el Seminario tiene con el pueblo sanrafaelino y con miles de laicos dispersos por el país, incluso en el mundo.

Que no parezcan exageradas las cadenas de Rosario, Horas de Adoración, Novenas, Treintenas a San José, pedidos en las redes sociales, cartas a nuestro Obispo, Nunciatura e incluso a la Santa Sede pidiendo para que no se cierre esto que es TAN NUESTRO…

Al Seminario “Santa María Madre de Dios” aprendimos a quererlo siendo niños… a la casa de mis padres todos los sábados (días de apostolado) iban a almorzar los primeros años entre tres y cinco seminaristas y terminábamos nuestra sobremesa con una guitarreada… Somos 11 hermanos, pero en nuestra mesa siempre había lugar para un curita más. Luego de casada, siendo parte del Movimiento Familiar Cristiano, fueron varios sacerdotes de NUESTRO SEMINARIO quienes asesoraron a los distintos grupos de matrimonio. También fueron varios los sacerdotes de NUESTRO SEMINARIO los que atendieron y acompañaron los grupos parroquiales donde iban nuestros hijos. Y con el tiempo, nuestro hogar se transformó en aquello que al principio conté era la casa de mis padres: siempre en la mesa había lugar para un curita más de NUESTRO SEMINARIO. Nuestros hijos aprendieron a apreciar, respetar y querer a los sacerdotes de NUESTRO SEMINARIO como nosotros lo aprendimos en nuestra casa natal. Y les voy a explicar porque la gran mayoría de nuestra diócesis sureña comparte este cariño entrañable por NUESTRO SEMINARIO:

¿Había o hay algún enfermo de urgencia en terapia intensiva? Un sacerdote de NUESTRO SEMINARIO va a administrarle la Unción o llevarle el Santo Viático… No importa la hora, puede ser la madrugada, un sacerdote de NUESTRO SEMINARIO estará en vela en el Servicio Sacerdotal Nocturno por si alguna urgencia lo requiere.

¿Había o hay algún problema de adicción en hijos o amigos? ¡Que gracia la nuestra! Un sacerdote de NUESTRO SEMINARIO te va a aconsejar, ayudar, consolar… para eso se formó y sigue formando: estas son las problemáticas actuales y NUESTRO SEMINARIO debe saber dar respuestas.

¿Había o hay alguna dificultad o ruptura familiar? ¿Algún matrimonio o pareja amiga pensando en la separación? Con cuanta sencillez, humanidad y visión sobrenatural un sacerdote DE NUESTRO SEMINARIO va a aconsejar, va a custodiar el orden natural y va a saber acompañar.

¿Estabas preocupado o lo estás por la educación de tus niños? ¡Bendito sea Dios! Hay Colegios, atendidos por sacerdotes de NUESTRO SEMINARIO, que se disponen a acompañar en la educación familiar.

Hay recreos con niños correteando alrededor de sacerdotes DE NUESTRO SEMINARIO, que al igual que San Juan Bosco comparten con ellos sus alegrías para hacerse cercanos y acercarlos a Dios.

Hay sotanas por los pasillos y filas de niños que, sacerdotes de NUESTRO SEMINARIO, van a confesar y acercar al Banquete Celestial.

¿Había o hay algún enfermo en la familia? Rápido, avisamos en el hospital, y un sacerdote de NUESTRO SEMINARIO, asignado exclusivamente para ese apostolado, va a confesarlo y llevarle la Sagrada Comunión diariamente si el enfermo lo pide y también lo va a acompañar.

¿Sabes la necesidad material de alguna persona o las carencias de algún barrio o asentamiento? Ahí está Caritas. Y algún sacerdote de NUESTRO SEMINARIO, incluso en su propio vehículo, va a socorrer y llevar mercadería, ropa, medicamentos a esa familia o lugar. Es más, si la emergencia lo requiere, algún sacerdote de NUESTRO SEMINARIO pueda prestar sus instalaciones y conseguir lo que haga falta para que en su parroquia se instale un comedor infantil. No importa su siesta, no importan los ruidos, no importa su poca privacidad.

¿Falleció algún familiar? ¡Qué inmenso consuelo y que Misericordia la de Dios! No importa si es plena pandemia, si la cuarentena y el miedo al contagio impide alguna actividad, si incluso a tu madre no pudiste velar… Un sacerdote de NUESTRO SEMINARIO se va a asegurar que no le falte el Responso, que aún en la frialdad de una morgue, ese querido difunto se lleve la bendición final.

¿Cometiste un pecado mortal y tu conciencia no te deja continuar? ¡Que dicha la de nuestra diócesis! Con 28 parroquias, algún sacerdote de NUESTRO SEMINARIO siempre vas a encontrar disponible para confesar. Casi a la hora que desees y si tus disposiciones lo permiten la Misericordia de Dios se va a hacer actual.

Y podría seguir enumerando acontecimientos pasados y actuales de nuestro pueblo donde algún sacerdote de NUESTRO SEMINARIO ha sido protagonista, organizador, gestor o acompañante: Bautismos, Comuniones, Confirmaciones, Retiros, Campamentos, Peregrinaciones, Convivium, Obras de teatro, Autos Sacramentales, Congresos, Viajes, Conferencias, Aniversarios… Siempre fieles, siempre atentos a dar respuesta a las necesidades espirituales y también materiales de su rebaño.

Respetuosos y obedientes al Magisterio de la Iglesia, siempre buscando la gloria de Dios, siempre buscando que sus fieles amen y respeten lo más sagrado: La Sagrada Eucaristía, la santísima Virgen y la Santa Madre Iglesia representada en la persona del PAPA.

Quizás los medios periodísticos pueden informar. Pero difícilmente puedan situar en su justo lugar el dolor de todo un pueblo, porque ante un posible cierre de este Seminario, toda la diócesis ha mostrado su disconformidad y ha sido noticia en la gran mayoría de los medios nacionales e internacionales. Este seminario es parte de la historia, de la vida, de la cotidianidad de nuestro San Rafael, Malargüe y General Alvear.

Fabiola Martín de Pérez

lunes, 13 de mayo de 2019

Homosexuales en seminarios. Una investigación clamorosa en Brasil (Sandro Magister)



*
La investigación no es muy reciente, sus resultados fueron dados a conocer en la primavera del 2017 en idioma portugués en la “Revista Eclesiástica Brasileira”. Pero “Il Regno - Documenti” ha publicado en estos días la traducción íntegra en italiano, haciéndola así conocida para un público más vasto, en una cuestión que es de ardiente actualidad.
La cuestión es la de la homosexualidad en los seminarios.
Desde hace algunos meses la homosexualidad es tabú en la cúpula de la Iglesia. Se prohibió hablar de ella también en la cumbre sobre los abusos sexuales llevada a cabo desde el 21 al 24 de febrero. Pero su difundida presencia en el clero y en los seminarios es una realidad conocida desde hace tiempo, al punto que en el 2005 la Congregación para la Educación Católica difundió una instrucción, precisamente sobre cómo afrontarla.
Esa instrucción confirmó no sólo que los actos homosexuales son “pecado grave”, sino también que las “tendencias homosexuales profundamente arraigadas” son “objetivamente desordenadas”. Por eso el que practica esos actos, manifiesta esas tendencias o de alguna manera apoya la “cultura gay” de ninguna manera debería ser admitido al Orden Sagrado.
Éstas son las directivas pastorales de entonces. ¿Pero en realidad cuándo han sido aplicadas? La investigación antes mencionada tuvo como objetivo verificar lo que sucede hoy en dos seminarios en Brasil, tomados como muestra.
Los autores de la investigación, Elismar Alves dos Santos y Pedrinho Arcides Guareschi, ambos religiosos de la Congregación del Santísimo Redentor y ambos especialistas en psicología social y con prestigiosos títulos académicos, interrogaron a fondo a 50 estudiantes de teología de esos seminarios, logrando resultados decididamente alarmantes.
Ante todo, dicen los entrevistados, la homosexualidad en sus seminarios “es una cosa común, una realidad cada vez más presente”. Tan normal que “llega incluso a ser banalizada”. Es una convicción difundida entre ellos “que en realidad el 90% de los seminaristas hoy es homosexual”.
Algunos homosexuales – dicen – “buscan el seminario como medio de fuga para no asumir delante de la familia y de la sociedad las responsabilidades vinculadas a su comportamiento”. Otros “se descubren homosexuales cuando ya están en el seminario”, encontrando allí un ambiente favorable. Y casi todos, se dice que el 80%, “van a la búsqueda de socios sexuales”.
En efecto, la homosexualidad – declaran –, “es una realidad presente en los seminarios no sólo en el orden del ser, sino también en el orden del obrar”. Muchos la practican “como si fuera una cosa normal”. Escriben los autores de la investigación: “En la visión de los que participaron en la investigación, en el contexto actual de los seminarios una buena parte de los seminaristas está a favor de la homosexualidad. Y más todavía, sostiene que si hay amor en una relación homosexual no hay nada malo. Dicen: ‘¿Si hay amor, qué es lo que está mal?’”.
Los participantes en la investigación piden más que nada que “debe haber un diálogo entre los homosexuales y la Iglesia”. Pero justamente un diálogo para hacer que “la homosexualidad en el interior de los seminarios sea bien acompañada y bien orientada”.
En otras palabras, los entrevistados lamentan que los superiores no hacen nada en materia de homosexualidad, pero ellos esperan ser aceptados y admitidos al Orden Sagrado en cuanto tales, con “una acogida que acepte humanamente a la persona tal como es”.
“Es claro – concluyen los autores de la investigación – que existe una discrepancia entre lo que la Iglesia propone sobre cómo orientar la homosexualidad en los seminarios y el modo en el que los seminarios y las casas de formación perciben y afrontan este fenómeno”.
¡Más que discrepancia! Entre la instrucción del 2005 y los comportamientos relevados en la investigación hay un abismo.
Pero se advierte también que la instrucción del 2005 es cómo si ya no tuviera ningún valor, a juzgar por cómo se mueve hoy la cúpula de la Iglesia respecto a este argumento crucial.
Para romper el silencio sobre la homosexualidad en los seminarios y entre el clero se ha tenido que mover el Papa emérito Benedicto XVI, en los “Apuntes” sobre el escándalo de los abusos, publicados por él el pasado 11 de abril después que durante dos meses su sucesor Francisco los había tenido guardados en el cajón del escritorio. “Vox clamantis in deserto” [Voz que clama en el desierto].
Sandro Magister

jueves, 3 de enero de 2019

Expulsan al rector del seminario de Boston y lo reasignan a la Catedral de Worcester (Carlos Esteban)



Acusado de alimentar una “cultura tóxica” de abuso y encubrimiento de homosexuales, James Moroney ha sido cesado como rector del Seminario de San Juan en la archidiócesis presidida por el cardenal Sean O’Malley, Boston, y transferido a la oficina diocesana para el culto divino y como rector interino de la Catedral de San Pablo, en la diócesis de Worcester, informa Church Militant.

Naturalmente, no hay ‘nada que ver aquí’, sencillamente un inusual cambio de ocupación para el ex rector del Seminario de San Juan, en Boston, James Moroney. De hecho, su nuevo superior, el obispo de Worcester Robert J. McManus, se ha mostrado públicamente agradecido de disponer de “las aptitudes de liderazgo pastoral” de Moroney, quien a su vez ha expresado de su deseo de “poder servir a la gente de Worcester en los próximos años”.

Pero no es así como lo ven fuentes cercanas al seminario, que recuerdan que el traspaso se ha producido tras las acusaciones de que Moroney permitió que una “cultura tóxica” de abuso y encubrimiento de homosexuales floreciera durante su permanencia en San Juan.
“No es inusual que se dé esta opacidad en estas situaciones”, dijo Terry McKiernan, fundador y codirector del grupo de vigilancia BishopAccountability.org. “La forma en que se informa de esta reasignación nos oculta información básica que realmente necesitamos tener”.
La partida de Moroney se produce cuatro meses después de una investigación de presunta corrupción moral en San Juan. En agosto, dos exalumnos hicieron públicas sus denuncias de que, detrás de una apariencia de ortodoxia, el seminario está plagado de actividad homosexual, intimidación y abuso.

El seminarista John Monaco recordó su experiencia en San Juan de 2014 a 2016.
”Durante mis dos años en este seminario, presencié en abundancia el comportamiento inapropiado de profesores y seminaristas”, dijo. “Se sabía que algunos sacerdotes” obsequiaban “a otros seminaristas con generosos regalos y favoritismo. Otros sacerdotes formaban pandillas con seminaristas e incluso invitaban a algunos a sus habitaciones para ” fiestas ” privadas.
El cardenal Sean O’Malley ya tuvo que encajar fuertes críticas por su pasividad después de que su oficina recibió una carta en junio de 2015 con detalles de la depredación sexual en serie de Theodore McCarrick

O’Malley canceló su aparición en el Encuentro Mundial de Familias de Dublín para supervisar la investigación. Cuando la investigación comenzó, O’Malley puso a Moroney en licencia sabática para el semestre de otoño, comenzando de inmediato, “para que pueda haber una investigación totalmente independiente sobre estos asuntos”, explicó el cardenal.

Carlos Esteban

sábado, 3 de noviembre de 2018

Confirmada de nuevo la relación entre abusos y homosexualización del clero (Carlos Esteban)



En los años 50, la proporción de homosexuales en el clero duplicaba la existente en la población general; en los ochenta, era ocho veces mayor, coincidiendo con la mayor incidencia de abusos clericales a menores, concluye el último informe del Ruth Institute.

La homosexualidad en el clero no tiene ninguna relación con la plaga de abusos sexuales entre sacerdotes y religiosos. Lo hemos oído centenares de veces, repetido por adalides de las tesis LGBT como el omnipresente jesuita padre James Martin, asesor vaticano de comunicaciones. Es, incluso, la versión oficial de la jerarquía, que lo ha afirmado explícitamente en algunos casos, como el del cardenal Blase Cupich, Arzobispo de Chicago, o implícitamente por el propio Santo Padre cuando en referencia a los escándalos ignora por completo este aspecto y busca la explicación en un ‘clericalismo’ de difícil definición.

La base de esta, para muchos, negación de la evidencia se basa en una serie de estudios en profundidad llevados a cabo a raíz de la primera gran ola de escándalos de encubrimiento de abusos clericales en 2002, especialmente, el Informe John Jay de 2004, que se replicó de nuevo en 2011.

Pero el sociólogo Padre Paul Sullins ha realizado un reciente estudio para el Ruth Institute que sí advierte un nexo evidente entre la creciente homosexualización del clero a lo largo de las últimas décadas y el aumento de los abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes y religiosos

La tesis central del informe es que la proporción de varones homosexuales en el sacerdocio pasó de ser el doble del de la población general en los años cincuenta a alcanzar ocho veces más en los ochenta, una tendencia que guarda una evidente correlación con el aumento de los casos de abusos. Además, los sacerdotes ordenados en los años sesenta que advertían la existencia de una subcultura homosexual en los seminarios representaban un 25%, llegando a un 50% entre los ordenados en los ochenta.

Sullins, en una entrevista concedida al National Catholic Register, no disputa los hallazgos del John Jay College, sino el razonamiento que llevó a los autores del estudio a negar esta relación. El Informe John Jay de 2011 la rechazaba porque la tendencia de abuso no se correspondía con la tendencia de homosexualización de los seminarios.

El problema metodológico, señala Sullins, es que el porcentaje de sacerdotes ordenados cada año apenas afecta a la población general de sacerdotes, rondando apenas el uno por ciento. Así que aun en el caso de que todos los ordenados en un año concreto fueran homosexuales o de que todos fuera heterosexuales, apenas afectarían a la proporción de sacerdotes de una u otra orientación sexual en activo. Lo que hay que observar, señala Sullins, es la cantidad de sacerdotes homosexuales en activo en cada año estudiado, hayan sido o no ordenados recientemente. Y eso es lo que hace este estudio, logrando una casi perfecta correlación entre el aumento en la proporción de homosexuales en el sacerdocio con la incidencia de abusos, de 0’98 (La correlación absoluta es 1).

Sullins pone mucho cuidado en advertir que este estudio no pretende en absoluto sugerir que la mayoría, mucho menos todos, los sacerdotes con atracción hacia otros varones abusen o siquiera tengan tendencia a abusar de menores. Se limita a reconocer lo que parecen sugerir los datos, es decir, que la incidencia de abusos es mayor dentro de la población clerical con tendencias homosexuales.

Hay, sin embargo, una fuerte resistencia entre la jerarquía católica, y especialmente la norteamericana, a hacer referencia a alguna a este ‘elefante en la sala de estar’, y los informes John Jay les han proporcionado hasta ahora una magnífica excusa ‘académica’ para no tener que hacer frente a un problema que es evidente para el resto del mundo.

El propio informe de 2011 que negaba toda correlación admitía, al mismo tiempo, que más del 80% de las víctimas conocidas de abusos eran varones, y que el 78% no eran ‘niños’, sino menores que habían pasado la pubertad.

Carlos Esteban

martes, 21 de agosto de 2018

Cardenal Tobin: nuevamente no sabía “nada”




Los sacerdotes de Newark hablaron el 17 de agosto en catholicnewsagency.com sobre los abusos homosexuales en el seminario y la arquidiócesis de Newark, lo cual incluye alcoholismo, fiestas y acoso homosexual.

Ese mismo día, Joseph Tobin, el cardenal pro-homosexual de Newark, publicó una carta a su clerecía afirmando que “nadie… me habló alguna vez sobre una ‘subcultura homosexual’ en la arquidiócesis de Newark”.

Desde 1986 al 2000, la arquidiócesis de Newark fue dirigida por el depredador homosexual y más tarde cardenal Theodore McCarrick, de 88 años. La atmósfera homosexual siguió bajo el sucesor de McCarrick, el arzobispo John Myers, de 77años, quien dirigió la arquidiócesis de Newark desde el 2001 a 2016.

En 2016, McCarrick promovió a su camarada, el arzobispo pro-homosexual de Indianápolis, Joseph Tobin, a presidir Newark.

Tobin apoya las llamadas Misas homosexuales y elogió el libro de propaganda homosexual “Building a Bridge” [Construyendo un puente], del [sacerdote jesuita] James Martin.

En mayo de 2017 Tobin dio una calurosa bienvenida a una “peregrinación” homosexual que se llegó hasta la catedral de Newark, organizada por un militante homosexual.