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martes, 1 de enero de 2019

Los dogmas no pueden evolucionar (Padre Santiago Martín)


Duración 12:50 minutos

Noticias varias 1 de enero de 2019



SECRETUM MEUM MIHI


ADELANTE LA FE

Un nuevo diseño para una misma lucha (Miguel Ángel Yáñez, director)

Nuevas blasfemias y ataques a la Madre de Dios (Germán Mazuelo-Leytón)

¡Estas quedáoslas vosotros! (Sí, si; no, no)

El problema de la comunicación vaticana es que hay demasiada (Carlos Esteban)



“Mi novia y yo rompimos por un problema de comunicación: teníamos demasiada”. He recordado el viejo chiste viendo la escabechina que el Vaticano está llevando a cabo en su comunicación. Mi no solicitado consejo: menos comunicación propia, por favor, y menos intentos de controlar la ajena.

Uno no cambia de caballo en mitad de la corriente ni, según reza el más reciente adagio, entra a saco en su equipo de comunicación en medio de un desastre de imagen. Y, sin embargo, es lo que acaba de hacer el Vaticano al deshacerse de Greg Burke y su equipo, culminación -hasta ahora- de una remodelación que ha puesto a Andrea Tornielli al frente del ‘contenido editorial’, pasando así de voz oficiosa a voz oficial, y que también ha afectado al venerable Osservatore Romano.

Desde el primer día de su pontificado se advirtió que Francisco iba a dar una importancia desusada a la comunicación, creando un dicasterio específico y modernizando los añosos medios tecnológicos de la Santa Sede. Y, desde luego, no cabe duda de que es un Papa mediático, incluso locuaz, que ha hecho pasar el papado de ser un institución más bien reservada y reticente a convertirse en una fuente casi inagotable de titulares. Basta recordar que Vittorio Messori ganó notoriedad al lograr arrancar la primera entrevista a un Papa, Juan Pablo II, y repetir la hazaña con su sucesor, mientras que solo Eugenio Scalfari, fundador de La Repubblica, puede presumir de haber publicado unas cuantas con Francisco.

Y, sin embargo, es un desastre. De Roma parece llegar más ruido que luz, y la imagen de la cúpula eclesiástica es -en estos momentos- tirando a mala para el mundo exterior, y una cacofonía preocupante para los propios fieles. Y no, el asunto no nos parece que se solucione poniendo a Tornielli al frente o deshaciéndose de Burke, como tampoco pareció la mejor idea del mundo, en su día, poner al frente a Monseñor Edoardo Viganò con su bochornoso intento de ‘fake news’ a costa de una carta de Benedicto XVI.

Este último caso sirve bien para ilustrar nuestros temores sobre los esfuerzos de comunicación de la Santa Sede: que, en estos momentos, parecen más dirigidos a convertirla en un arma de propaganda y ‘photo-ops’ que de fluido canal de información fiable.

Lo peor que puede intentar el Vaticano en la segunda década del siglo XXI es controlar la información, que es lo que parece pretender. Desde luego, desde el estallido de la crisis de encubrimiento de abusos sexuales clericales -Segunda Parte- de este verano, el equipo vaticano está, comprensiblemente, en modo de control de daños. Pero en general el esfuerzo se me antoja diseñado por una persona que aún ve la comunicación como si siguiéramos en los años ochenta, un puñado de grandes grupos decidiera qué sabemos y qué no, e Internet fuera un juguetito marginal que, en el peor de los casos, se puede neutralizar.

Incluso si no pesara la consideración moral básica, el evangélico “la verdad os hará libres”, todo intento de acallar, ocultar o maquillar las verdades va a traducirse en un remedio mil veces peor que la enfermedad

‘Transparencia’ es una palabra que se repite tanto como se deja de practicar, pero se va a convertir en el único medio de que la jerarquía no quede doblemente comprometida con cada mala noticia.

Pero las revelaciones escandalosas, al menos para los fieles, son una parte no por espantosa más importante, sobre todo a largo plazo, que la confusión doctrinal. Y en esto no ha pecado Su Santidad por falta de comunicación, sino más bien por exceso. No se puede pedir a nadie que hable constantemente en las circunstancias más dispares y mida siempre sus palabras como si estuviera dictando una encíclica, pero tampoco puede pretender el sucesor de San Pedro que sus palabras tengan el mismo eco que el de cualquier otro, por mucho que se nos advierta de que no habla ‘ex cathedra’.

Se nos habla continuamente de descentralización, pero en una época de comunicaciones constantes, en todas partes y en tiempo real, ha sido inevitable que el centro del catolicismo, el Solio Pontificio, haya adquirido un peso inconcebible en cualquier otra época. Y eso es no solo insólito, sino insano, especialmente cuando no se apaga nunca el micrófono.
Carlos Esteban

Oración al Espíritu Santo por este primer día del año.


Duración 3:25 minutos

Veni, Creator Spiritus
mentes tuorum visita
Imple superna gratia
quae tu creasti pectora.

Qui diceris Paraclitus,
Altissimi donum Dei,
fons vivus, ignis, caritas,
et spiritalis unctio.

Tu septiformis munere,
digitus paternae dexterae;
tu rite promissum Patris,
sermone ditans guttura.

Accende lumen sensibus,
infunde amorem cordibus,
infirma nostri corporis,
virtute firmans perpeti.

Hostem repellas longius,
pacemque dones protinus,
ductore sic te praevio,
vitemus omne noxium.

Per te sciamus da Patrem,
noscamus atque Filium,
teque utriusque Spiritum
credamus omni tempore.

Deo Patri sit gloria
et Filio, qui a mortuis
surrexit, ac Paraclito,
in saeculorum saecula.
Amen.


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Traducción al español 


Ven, Espíritu Creador, 
visita las mentes de los tuyos; 
llena de la gracia divina 
los corazones que tú has creado.


Tú, llamado el Consolador, 
Don del Dios Altísimo; 
Fuente viva, Fuego, Caridad 
y espiritual Unción.

Tú, con tus siete dones, 
eres Fuerza de la diestra de Dios. 
Tú, el prometido por el Padre. 
Tú pones en nuestros labios tu Palabra.

Enciende tu luz en nuestras mentes, 
infunde tu amor en nuestros corazones, 
y, a la debilidad de nuestra carne, 
vigorízala con redoblada fuerza.

Al enemigo ahuyéntalo lejos, 
danos la paz cuanto antes; 
yendo tú delante como guía, 
sortearemos los peligros.

Que por ti conozcamos al Padre, 
conozcamos igualmente al Hijo 
y en ti, Espíritu de ambos, 
creamos en todo tiempo.

Gloria al Padre por siempre, 
gloria al Hijo, resucitado 
de entre los muertos, y al 
Paráclito por los siglos y siglos. 
Amén.

La indulgencia plenaria se otorga en las condiciones usuales (confesión sacramental, comunión y oración de acuerdo con las intenciones del Sumo Pontífice), a todos aquellos que cantan o recitan el Himno del Veni Creator Spiritus este primer día del año para implorar la asistencia divina durante todo el año que viene ...

NOTA: Las "intenciones del Sumo Pontífice" son, según la Tradición:
  1. La exaltación de la Iglesia, 
  2. La propagación de la fe, 
  3. La erradicación de herejías y cismas. 
  4. La conversión de los pecadores, 
  5. Paz y armonía entre los gobernantes cristianos. 
  6. Y las otras necesidades de la sociedad cristiana.

El nombre de Jesús



Domingo de la Octava de Navidad [1 de Enero de 2017)
(Lc 2: 21)

“El nombre de Jesús”

En la Biblia el nombre equivale a la persona nombrada. La importancia de un nombre le viene por la importancia de la persona a quien representa.

El nombre de Jesús tiene una importancia trascendental, pues como nos dice San Pedro: “No hay otro nombre bajo el cielo por el que podamos ser salvados”.

Ante el nombre de Jesús toda rodilla se ha de doblar, como nos dice San Pablo en su carta a los Filipenses. En cambio, vemos en la actualidad, como consecuencia del modernismo que inficiona la Iglesia, que hay muchos que se niegan a doblar la rodilla ante Jesucristo; con ello están negando su divinidad. Hay muchos que se avergüenzan de ser cristianos; con ello, se ha producido una rendición vergonzosa ante los enemigos de nuestra fe. Y ya sabemos lo que el mismo Jesucristo dijo de los que se avergonzaran de Él: “Aquél que se avergüence de mí ante los hombres, también yo me avergonzaré de él ante mi Padre que está en los cielos”.

Pero frente a tantos apóstatas, también hay cristianos fieles: “Me he reservado 7000 varones que no han doblado su rodilla ante Baal” (1 Re 18).

Cuando yo era joven buscaba el sentido de mi vida y la auténtica amistad. Nada de lo que se me ofrecía me parecía adecuado para llenar mi vida y mi corazón. Los mayores me hablaban de la salud y del dinero; pero eso era totalmente incapaz de llenar mi corazón. Yo seguía buscando hasta que me encontré con Cristo.

Hubo muchas cosas en su vida y en sus enseñanzas que me llamaron la atención y me hicieron comprender que esas sí que podían realmente llenar las ansias de mi corazón. Cosas tales como:

Los hombres buscan sus intereses, en cambio Cristo era totalmente desinteresado y lo único que buscaba era nuestro bien. Cristo, por amor, carga con mis pecados para así librarme de ellos; y no sólo eso, sino que también dio su vida por mí. Yo comparaba el amor que me ofrecía Cristo con el que me ofrecían los hombres.

Cristo me enseñó el sentido de la libertad y de la verdad. Aprendí de Él a aborrecer la injusticia y la iniquidad. Cristo cambió por completo mi vida y mi existencia.

De Cristo aprendí que hay más alegría en dar que en recibir; lo cual es inaudito para el hombre de hoy.

Cuando me encontré con Cristo su persona y su mensaje me aturdieron. Me parecían grandiosos y nuevos. Él fue quien me enseñó el valor de perder la propia vida por amor. Él me enseñó también que son bienaventurados los pobres, frente al modo de pensar del mundo que sólo ama la riqueza. Pude comprobar en mi propia persona que se alcanza mucho más cuando no se tiene nada de dinero. Precisamente por eso he podido hacer ricos a muchos.

También me llamó la atención en Jesús la desapetencia que tenía del poder: “No he venido a ser servido, sino a servir y a dar mi vida en rescate por muchos”. También me sedujo de Cristo su obediencia hasta la muerte y muerte de cruz. ¿Acaso la obediencia es mala? La obediencia es fruto del amor; es el amor lo que da excelsitud a esta virtud. Jesús me enseñó también la verdadera amistad: “Ya no os llamo siervos sino amigos”. Su amistad escapa todo lo imaginable.

Él me libró también del temor a la muerte; pues mi muerte se hace gloriosa cuando se une a la suya. Él también me ofreció vivir una vida totalmente nueva, la suya: “Quien coma mi carne vivirá por mí”…

Padre Alfonso Gálvez