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sábado, 9 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (13) [Soberbia y verdad]

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Parece ser (vamos, ¡me parece a mí!) que el solo hecho de estar seguro de algo es una actitud fundamentalista. Lo "progre", lo que está en consonancia con los tiempos modernos es la inseguridad. Si uno no se pronuncia nunca sobre ningún tema de un modo categórico,[ tomando como dogma la perniciosa idea de la tolerancia (mal entendida)], si sus expresiones son siempre del tipo: "Esta es mi opinión, yo pienso así; tú piensa lo que quieras. Haz con tu libertad lo que te venga en gana" ... ¡Qué bien suenan estas palabras a los oídos de todos! ... ¡Hasta da la impresión de que tienen razón! Y entonces decimos de esas personas que están abiertas al "diálogo". Esto, que parece una banalidad, es, sin embargo, algo tremendo, porque supone tomar como base del diálogo no la apertura a la verdad (en la que no se cree) sino la libertad para pensar como uno desee; y si lo hace según su conciencia siempre estará bien. ¡Un disparate colosal, al que estamos asistiendo todos los días!

Ciertamente, hay muchísimos temas en donde lo propio -y lo correcto- es precisamente que cada uno dé su opinión [¡con fundamento!] para tener así un conocimiento mayor y más profundo del tema del que se está tratando o investigando. En este caso sí habría un verdadero diálogo, porque el objetivo es que se produzca un mayor enriquecimiento de todos en el conocimiento de la verdad sobre el tema en cuestión. Digamos que se puede hablar de auténtico diálogo cuando se parte de un hecho cuya verdad y cuya realidad nadie pone en duda. 


[Se da por supuesto que existe algo que se llama verdad y que las personas se esfuerzan en conocer ese algo, poniendo cada una su granito de arena]. 


La reflexión serena sobre ese hecho da lugar a un mejor conocimiento del mismo.Y puesto que nunca se acaba por completo de conocer las cosas en toda su profundidad, aquí sí que tiene sentido hablar de diálogo, de verdadero diálogo. Todos los aportes para un mejor conocimiento de algo cuya realidad nadie discute son siempre enriquecedores para quienes dialogan: la mutua ayuda no sólo es de agradecer sino que es necesaria


Esto es lo que normalmente ocurre en el terreno del conocimiento científico [cuando no hay otros intereses de por medio]. Nadie niega -en principio- la realidad de un hecho que ha sido seriamente comprobado de modo experimental por uno o varios equipos de científicos. Y sobre esa base común que, insisto, es admitida por todos y nadie discute sobre ella ni la pone en tela de juicio, se van dando distintas teorías, admitiendo como la más buena -lo que se denomina teoría válida- aquella (o aquellas) que expliquen mejor el hecho científico en cuestión. 


Aunque dicho de un modo breve y esquemático, básicamente así es como se trabaja científicamente y es así como progresa la ciencia. Unas teorías sustituyen a otras conforme van surgiendo hechos experimentales nuevos, ya que la técnica progresa también con la ciencia y se van obteniendo aparatos de medida cada vez más precisos, entre otras cosas. Al usar instrumentos más perfeccionados es muy posible que se descubran hechos experimentales que, anteriormente, ni se sospechaba que existían; en cuyo caso se requiere de nuevas teorías científicas, que serán válidas en la medida en que expliquen los nuevos descubrimientos, además de los que ya se conocían antes. De ese modo las teorías anteriores, que eran válidas hasta ese momento, son cambiadas por otras nuevas -más válidas- que expliquen lo mismo que las anteriores y, además, los nuevos hechos experimentales que las antiguas teorías eran incapaces de explicar. 


Y así avanza la Ciencia: unas teorías van siendo sustituidas por otras, tal y como se ha explicado. Aquí es preciso avanzar que un científico serio y riguroso: (1) Admite la existencia de un mundo real, que es independiente de su conocimiento. (2) Se esfuerza al máximo para desentrañar toda la verdad posible acerca de esa realidad que se resiste a ser penetrada por su pensamiento. Dicho de otro modo: un auténtico científico es esencialmente humilde. Y no se aferra a sus teorías, pues lo que más le importa es el acercamiento a la verdad. Si existe una teoría que se acerque a la verdad y la explique mejor que él lo hacía con la suya, no tiene ningún reparo en admitir esa nueva teoría. Un buen científico es básicamente realista. ¿Qué sentido tendría todo una vida consagrada a la ciencia si resulta que no hay nada que investigar, porque nada existe? Si el científico pensara como idealista, entonces su esfuerzo no tendría ningún sentido y su vida habría sido un fracaso.




Pero hay temas que no admiten discusión. Y es preciso, por ello, tener las ideas muy claras, en un mundo en el que todo se considera opinable, hasta lo más bárbaro. Hoy el mundo camina por un sendero demasiado ancho que no le conduce a la verdad, ni a la verdad científica ni a ningún otro tipo de verdad. Se ha establecido como dogma (el dogma del modernismo ateo) un "nuevo" concepto de "libertad" en el que la verdad desaparece. En este nuevo sistema de valores sería "verdad" sólo aquello que uno decidiera que es verdad, haciendo uso de su libertad. Las cosas serían lo que cada uno decidiera que las cosas son; o sea, no serían. No habría cosas: lo que es, no tendría ser. ¡Esto es absurdo! : si cada uno tiene "su verdad" acerca de una cosa; y esas "verdades" son diferentes, entonces la misma cosa sería, al mismo tiempo, otra o varias cosas diferentes. Se cae así en la dictadura del relativismo. Y pretendiendo ser libre y un nuevo dios, el hombre acaba majara [los hechos lo demuestran] 

Aunque parezca increíble y producto de la imaginación lo que acabo de decir en el párrafo anterior, sin embargo es algo que estamos viviendo hoy en día y en lo que estamos sumergidos. Se ha perdido el sentido común más elemental, mediante la divinización de la libertad [una libertad sui generis y falsa, por supuesto]. En el nuevo lenguaje lo que uno libremente decida eso es la verdad. El hombre es el nuevo dios, es quien decide lo que es y lo que no es, lo que está bien y lo que está mal.


¿Y ocurre 
también esto  con la ciencia? En honor a la verdad, y por desgracia, hay que contestar afirmativamente. Infinidad de ejemplos nos dan la razón. Digamos algo acerca de uno de los más conocidos y de los más debatidos. Científicamente se sabe, y está demostrado, sin lugar a ninguna duda, que cuando espermatozoide y óvulo se unen para formar un cigoto, éste es ya un nuevo ser humano [en su primera fase de desarrollo], con un código genético propio, distinto del de su madre. Este código genético se mantiene a lo largo de toda su vida en sus diferentes fases: cigoto, embrión, feto, niño, adolescente, joven, adulto y anciano. No es una célula más del cuerpo de la madre, sino una persona distinta, aunque (¡eso sí!) indefensa y dependiente completamente de su madre. Destrozarla en cualquiera de sus fases es un asesinato, un crimen. ¡Esto dice la ciencia, y está sobradamente demostrado!

Pero parece ser que ... por encima de la ciencia está la "persona" - en este caso
 la madre, - que decide sobre el ser de este espécimen, "aconsejada" por las clínicas abortivas que quieren el bien de la madre [o sea, su dinero]. 

Pues no hay ningún problema ... [consejo clínico]. Se dice a la madre -engañándola descaradamente-
que la "célula" o "embrión" que lleva dentro es como un "pegote" que ha aparecido en su cuerpo, de modo que, si le molesta, se le puede extirpar ... y ya está. Eso es decisión suya. Me viene a la mente el famoso -y lamentable- dicho de las feministas:  "nosotras parimos, nosotras decidimos"

Para que la mujer no tenga problemas de conciencia (no vaya a pensar que está cometiendo un crimen y que está matando a su propio hijo) se le hace creer -desde la misma clínica- que no tiene por qué preocuparse, que lo que tiene dentro de sí aún no es persona hasta que ... [y aquí aparecen los políticos con sus "leyes"... hasta que tenga tres meses, cuatro, cinco, ..., o incluso después de haber nacido, como ocurre en algunos países]. 


De modo que, a partir de ahora, es el hombre -como nuevo dios- el que decide, con su libertad, si el feto es o no una persona o cuándo comienza a serlo -si es que se puede decir que lo es en algún momento- y aun admitiendo que lo fuese, en ese caso se atribuye el poder de decidir acerca de cuáles son sus derechos -si es que tiene alguno- o si debe ser considerado bajo la categoría de cosa, mientras permanezca en el vientre materno. [¡Una auténtica monstruosidad, que está a la orden del día!]


¿Qué ha ocurrido aquí? ¿No tiene nada que decir la ciencia?  Tendría mucho que decir, e
n realidad, pero ... hay otros intereses [económicos, políticos, morales,  etc.] de por medio. Y ... ¡en algo tan grave, calla! [Sería injusto meter en el mismo saco a todos los médicos, pues los hay con ideas muy claras y coherentes con esas ideas, aunque se jueguen el puesto de trabajo] 

Las consecuencias están a la vista. Por múltiples razones, y a pesar del sentido común, el número de abortos va en aumento. La razón última, aunque no se quiera admitir, es el olvido de Dios. Y, por lo tanto, el egoísmo como norma frente al amor; como consecuencia, tiene lugar un oscurecimiento de la inteligencia. El niño pasa a ser una carga y una amenaza que puede estropear la vida y la felicidad de la madre. Además, para que la gente se acostumbre y acabe viéndolo como algo completamente normal, los políticos legalizan el aborto. Esto está a la orden del día ... ¡Y aquí no pasa nada!


Es más: el que se oponga al aborto -que normalmente suelen ser los católicos que aún sigan siéndolo - será tachado de fundamentalista (aunque no use ningún tipo de violencia). En realidad de verdad, si aplicamos aquí la definición de fundamentalismo dada por el papa Francisco, entendido como violencia ideológica -y también física- los fundamentalistas no son los cristianos que se oponen al aborto (pacíficamente, además) sino que lo son todos los partidarios del aborto [con violencia ideológica y con violencia física, violencia que sufre principalmente el feto, al que matan, y también aquellos que aconsejan a las madres que no cometan ese disparate que las marcaría para toda la vida, y que-si no desean al hijo- que lo den en adopción. Pues bien: éstos son perseguidos, porque están fastidiando el negocio del aborto a las clínicas abortivas: éstas llaman a la policía que acude rápidamente para evitar que la clínica se arruine por culpa de esos "desalmados" que aconsejan a las mujeres que no aborten. ¡Esto es duro, es difícil de comprender ... pero es la verdad, es lo que está ocurriendo!


(Continuará)