BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



lunes, 25 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (19) [Discernimiento]

Si se desea acceder al Índice de esta primera parte sobre Fundamentalismo cristiano, hacer clic aquí

Esto decía San Pablo:  "En cuanto a mí, poco me importa ser juzgado por vosotros o por un tribunal humano. Ni siquiera yo mismo me juzgo. Pues aunque en nada me remuerde la conciencia, no por eso quedo justificado. Quien me juzga es el Señor. Por tanto, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor: Él iluminará lo oculto de las tinieblas y pondrá de manifiesto las intenciones de los corazones" (1 Cor 4, 3-5) 

Con relación al papa Francisco yo no soy quién para juzgarle, ni a él ni a nadie. Pero como decía en la entrada "Misericordia y verdad"  si bien es cierto que no se puede juzgar nunca a las personas concretas, no es menos cierto que sí se puede -y, a veces, se debe- emitir un juicio con relación a hechos concretos o a determinados comentarios. De no ser así ni siquiera podríamos hablar, pues cualquier frase es ya un juicio. Esto es del sentido común más elemental. Hay una diferencia esencial entre "juzgar" acerca de hechos o acciones, lo que es necesario, y "juzgar" a una determinada persona, lo que no debe hacerse nunca. San Agustín lo expresaba diciendo que "tenemos que odiar el pecado, pero amar al pecador"

Continuando con los dichos y hechos de nuestro papa, lo preocupante (al menos a mí me preocupa) es que ya no se trata de que sus dichos y sus hechos se interpreten de una manera o de otra, que es lo que viene ocurriendo hasta ahora. Los hay a quienes todo lo que diga el papa les parece bien, puesto que lo ha dicho el papa; y también los hay a quienes todo les parece mal, por la misma razón. En ambos casos se comete un error. Cada vez que el papa haga o diga algo, en los comentarios que se hagan al respecto, nuestra referencia no puede ser "porque lo ha dicho el papa". Si Dios nos ha concedido una inteligencia es para que la usemos, de modo que la pregunta que un cristiano, un católico, debe hacerse cuando habla o actúa el papa es si sus palabras o sus acciones están en conformidad con la doctrina de la Iglesia de veinte siglos, portadora y transmisora de la única verdad, que se encuentra en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. La referencia que debemos tomar es Jesucristo fielmente interpretado por la Iglesia de siempre


Analizando los dichos y hechos del papa Francisco, en el año y medio que lleva de pontificado, nos encontramos con que todos son coherentes ... lo que, en principio, es bueno. Sin embargo dejaría de serlo si se pudiera demostrar que el contenido de algunos de esos dichos y hechos no coincide con lo que siempre ha dicho la Iglesia. No debemos olvidar que la Iglesia no la hacen los papas. Fue fundada por Jesucristo. Pedro y sus sucesores -los papas- han recibido un depósito, y este depósito tienen la obligación grave de mantenerlo íntegro, sin quitar ni añadir nada, por una razón muy sencilla; y es que la realidad a la que se refiere este depósito es Palabra de Dios. Como tal, está por encima del tiempo y del espacio; esta Palabra posee una perenne actualidad y puede -y debe- ser siempre aplicada en todo momento y lugar.




Sabemos muy bien que "Jesucristo es el mismo, ayer y hoy y lo será siempre" (Heb 13, 8) Por lo tanto, no es la Iglesia la que debe acomodarse a los criterios del mundo, que son contrarios a Dios, sino que es el mundo el que debe transformarse, de modo que todos seamos uno en Cristo Jesús, conforme a las palabras de San Pablo A LOS CRISTIANOS de Galacia: "No hay judío ni griego, no hay hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gal 3, 28). Y éste fue precisamente el deseo de Jesús poco antes de morir, con relación A SUS DISCÍPULOS, tal y como queda reflejado en la oración sacerdotal de la última cena, en la que Jesús le rogaba a su Padre: "Que todos sean uno: como tú, Padre, en Mí y Yo en Tí. Que también ellos sean uno en nosotros, PARA QUE EL MUNDO CREA que Tú me has enviado" (Jn 17,21)

Siendo esto así, la pregunta que nos hacemos, como cristianos que somos por la gracia de Dios, es si estas verdadescontenidas en las Sagradas Escrituras y fielmente interpretadas por la Iglesia durante veinte siglos ... y que son indiscutibles, al tratarse de la palabra de Dios, han sido tergiversadas o cambiadas en la Iglesia del momento actual. Si así fuese (¡evidentemente debería de estar demostrado de manera que no diese lugar a dudas!) entonces, con todo el dolor de nuestro corazón y de nuestra alma, nos veríamos obligados a mantenernos fieles a la Iglesia de siempre, que es la única verdadera, pues "es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hech 5, 29). 

Y aunque los que representan a la Iglesia lo hacen legítimamente -esto no se pone en duda- habría que pedir por ellos para que volvieran a la verdadera Iglesia, a la cual representan (conforme a derecho), pero de la que, de hecho, se han apartado, al haberse acomodado al mundo. Esto no lo digo yo; lo dice el apóstol Santiago [y lo dijo también Jesucristo]:  "Quien desee hacerse amigo del mundo se convierte en enemigo de Dios" (Sant 4,4). No podemos ignorar esta realidad y mirar para otro lado, como si se tratara de algo que no va con nosotros. Todos los cristianos estamos llamados a ser luz del mundo: "Vosotros sois la luz del mundo" (Mt 5, 14). Por eso, debemos dar testimonio de Jesucristo, con nuestra vida, para salvar a la Iglesia, que es su Cuerpo Místico, del que todos los cristianos formamos parte. 


Y si nos encontramos con falsos pastores, como -de hecho- suele ocurrir, por desgracia, no debemos consentir que nos engañen, y tenemos la grave obligación de atender a las consignas que nos dio nuestro Maestro cuando dijo: "Mirad que nadie os engañe. Pues muchos vendrán en mi Nombre diciendo: 'Yo soy el Cristo', y engañarán a muchos" (Mt 24, 4-5). Y más adelante: "Si alguien os dice: 'Mirad, el Cristo está aquí o allá', NO LO CREÁIS. Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, y harán grandes signos y prodigios para engañar, si fuera posible, incluso a los mismos elegidos" (Mt 24, 23-24).  Para que no quede ninguna duda respecto a cómo debe ser nuestra actuación, y para que permanezcamos siempre alerta nos dice: "Mirad que os lo he avisado" (Mt 24,25)


¿Qué debemos hacer, entonces, ante tanta confusión? ... dado que "surgirán falsos profetas que engañarán a muchos" (Mt 24,11). Pues bien. Esto dice el Señor:  "Vigilad y orad para no caer en tentación" (Mt 26, 41). Y no tener miedo, pensando en las palabras de Jesús: "En el mundo tendréis tribulación. Pero confiad: Yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33). Es muy importante que pongamos en El toda nuestra confianza, pues  "al crecer la maldad, se enfriará la caridad de muchos"Pues bien -nos dice el Señor-: "Cuando comiencen a suceder estas cosas, erguíos y levantad la cabeza porque se aproxima vuestra redención (Lc 21,28). 

Palabras muy consoladoras, como todas las que provienen de la boca de nuestro Maestro: "Vosotros sois mis amigos" (Jn 15, 14). Jesús es nuestro amigo y no permitirá que nos ocurra nada que nos pueda separar de Él: "¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, o la persecución, o el hambre, o la desnudez, o el peligro, o la espada?" (Rom 8, 35).  "En todas estas cosas vencemos con creces gracias a Aquel que nos amó. Porque estoy convencido de qu ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las cosas presentes, ni las futuras, ni las potestades, ni la altura, ni la profundidad, ni cualquier otra criatura podrá separarnos del amor de Dios, que está en Cristo Jesús, Señor Nuestro" (Rom 8, 37-39). 



Pongamos la barca de la Iglesia en manos del Señor y pidámosle fervientemente por ella para que se mantenga firme en su Palabra y no se deje arrastrar por los nuevos movimientos modernistas que quieren cambiar su Iglesia por otra "Iglesia" que ya no sería la suya, y esto incluso aun cuando su Vicario en la Tierra hubiese sido legítimamente constituido como tal. 

No tenemos otro camino: "Yo soy el Camino" -decía Jesús. "Nadie va al Padre sino es a través de Mí" (Jn 14, 6). Si queremos salvarnos sigamos los consejos que nos da san Pablo, cuando escribe a los colosenses: "Así como acogisteis a Cristo Jesús, el Señor, caminad en Él, arraigados y edificados sobre Él, permaneciendo fuertes en la fe, tal como aprendisteis, y manifestando generosamente vuestro agradecimiento" (Col 2, 6-7), pues  "en cuanto al fundamento nadie puede poner otro distinto del que está puesto, que es Jesucristo (1 Cor 3, 11). Además,  tenemos la seguridad (porque Jesús nos lo ha dicho) de que "quien persevere hasta el fin, ése se salvará" (Mt 24, 11-13). Por eso, le pedimos con confianza que nos conceda la gracia de la perseverancia final para que podamos estar siempre junto a Él, a su lado, en mutua reciprocidad de amor, por eternidad de eternidades.



 (Continuará)