BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



domingo, 21 de noviembre de 2021

Una medida cautelar, por favor



Si tuvieras que elegir, ¿elegirías hacer antes lo más urgente o lo más importante? Esta pregunta ha sido usada por muchos que imparten cursos de consciencia, más que para encontrar respuesta, para provocar un estado reflexivo, introspectivo. Suele suceder que la mente se bloquea ante la disyuntiva que se le plantea, se para, incapaz de tomar una decisión. ¿Y si no hubiera que elegir siquiera? ¿Y si, reflexionando, encontramos que, lo más urgente y lo más importante, pueden coincidir?

Digo esto porque ayer leí un cartel, en el que una médico/a/e llamada Manuela Dobón Rebollo, anunciaba un cursillo para sanitarios, titulado “Trombocitopenia trombótica inmune inducida por la vacuna del SARS-CoV-2”. Sí, has leído bien. ¿Pudo decirlo más claro? ¡Las vacunas producen trombos! Lo dice esa especialista en hematología, así, rotundamente. Eso me llevó a pensar que, si la justicia fuera como debe ser, esa señora estaría declarando en la Audiencia Nacional, si no como acusada, como testigo, en el caso de genocidio más grave de toda la historia. Si la justicia funcionara como debe, acto seguido de tomar declaración, el juez ordenaría el cese cautelar inmediato de esas mal llamadas vacunas.

Porque aquí no se trata de ser pro-vacunas o anti-vacunas, ni se trata de ser pro-ciencia o anti-ciencia. Se trata, tan solo, de que no se inyecten productos sin garantía, de los que nadie quiere responder. Las vacunas causan trombos y esa es la razón por la que se organizó tal cursillo como supongo que se estarán organizando en la mayoría de hospitales de España. ¿Qué hay que hacer ante esa evidencia? Dejar de vacunar inmediatamente. Es lo más urgente, lo más importante. Tiempo habrá para averiguar si los trombos los produce el grafeno, la proteína de marras o los fetos abortados. Se trata, tan solo, de aplicar el principio de prudencia ¿Desde cuándo ha estado reñida la prudencia con la ciencia?

Pero, si dicho cursillo tuvo lugar el pasado día 3 y estamos a 19 ¿Cómo es que el juzgado aún no la ha llamado? ¿No se habrán enterado? ¿Y el Defensor del Pueblo tampoco? ¿Cuándo fue la última vez que defendió al pueblo ese señor? ¿Ningún colegio de médicos ni de farmacéuticos?.. Aunque mejor será que nos dejemos de reproches y nos centremos en lo importante, en lo urgente, que es parar la vacunación, ahora mismo, ante la evidencia de que las vacunas producen trombos. Lo puede declarar la Dra. Dobón y un montón de médicos más; y si el juez quiere estar aún más seguro, puede reunir los historiales clínicos de miles de conciudadanos que han sufrido trombos después de haberles inoculado la mal llamada vacuna.

Señores jueces, todos somos conscientes de que una justicia lenta es, ya de por sí, una injusticia, pero en el caso que nos ocupa, es aún más grave, pues de nada sirve que se invaliden, un año después, las criminales medidas impuestas por políticos corruptos, que siguen violando la Constitución, con reincidencia, premeditación y alevosía; como de nada servirá que se invalide la mortífera inoculación dentro de un año. ¿Tampoco se han enterado de que ahora van a por los niños? ¿Qué harán si los niños sufren trombos? ¿Hará falta llegar ahí para que empecemos a reflexionar?

Los católicos ‘sufrientes’, hoy todo se sabe, actualidad del 68, Benedicto XVI, ¡Viva Cristo Rey!


(Se tocan sólo algunos de los temas de los que trata Specola en este artículo)


Hoy es la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, instaurada por el Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925 para animar a los católicos a reconocer en público que Cristo es Rey: «el deber de adorar públicamente y obedecer a Jesucristo no solo obliga a los particulares, sino también a los magistrados y gobernantes», «su regia dignidad exige que la sociedad entera se ajuste a los mandamientos divinos y a los principios cristianos, ora al establecer las leyes, ora al administrar justicia, ora finalmente al formar las almas de los jóvenes en la sana doctrina y en la rectitud de costumbres.» Inmediatamente a la institución de la festividad, numerosos pueblos y ciudades del mundo levantaron monumentos en honor a Cristo Rey de todos conocidos. Las noticias de hoy, sin pretenderlo, son el termómetro de cómo la intuición de Pío XI al crear la fiesta de Cristo Rey no estaba muy descaminada y hoy seguimos sufriendo los mismos problemas que le dieron origen.

El grupo de católicos ‘sufrientes’, ignorados, y rara vez mencionado por la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos o cualquier otro obispo, son las mujeres que se han arrepentido después de un aborto. Hoy una de ellas nos lo cuenta: «Cientos de miles de nosotros miramos, esperamos y oramos para que los obispos nos hablaran. En cambio, los obispos votaron para no tomar una posición contra los políticos católicos que presionan por el aborto. Doscientos veintidós obispos se negaron a estar con su rebaño herido». «Antes de arrepentirme de mis abortos, no pude recibir la Sagrada Eucaristía. Ningún buen sacerdote me habría concedido la absolución si hubiera sabido de mi grave pecado. Sin embargo, a nuestras figuras políticas católicas, que tienen un papel público, no solo se les dice que son «buenos católicos», sino que ahora los obispos les permiten recibir la Sagrada Comunión libremente». «La Iglesia Católica no ha cambiado de posición. Actitudes como este silencio suyo, obispos, crean una confusión aún mayor. El aborto es un pecado grave. Es asesinato, y todos los que lo empujan son cómplices, ¡incluidos todos los obispos que se callan!»

-------

El Código de Derecho Canónico en vigor en el canon 212, establece que los fieles «tienen el derecho, y en ocasiones también el deber, de expresar sus pensamientos sobre el bien de la Iglesia a los sagrados Pastores»

Algunos fieles italianos manifiestan su malestar por un comunicado de sus obispos con motivo del ‘día de la vida’. Se refiere a la obligatoriedad de la vacunación que se está convirtiendo en un motivo de enfrentamiento en Europa: «Uno se pregunta dónde ha terminado la virtud cristiana de la prudencia y el principio de precaución de la medicina hipocrática, resumidos en la expresión latina primum non nocere». Lamentan la ausencia de «una intervención aclaratoria, además de un consuelo pastoral para aquellos que legítimamente intentan evitar la experimentación genética en niños. El silencio de la Iglesia, que ciertamente no carece de herramientas culturales y de investigación para emitir un juicio sobre estos temas, parece una deserción desconcertante». «Haber colocado el Evangelio y la Constitución en el mismo nivel demuestra un angustioso aplanamiento en el mundo y la degradación de una Iglesia reducida al rango de «sierva de la ciencia»».
-------

Ettore Gotti Tedeschi nos ofrece uno se sus artículos, siempre interesantes, sobre «Similitudes entre hoy y sesenta y ocho»: «Ambos se manifiestan en un contexto de impugnación del capitalismo y el autoritarismo, cambiando solo las motivaciones declaradas. Ayer, en 1968, la petición de una libertad más absoluta, hoy la petición de una «sostenibilidad» más absoluta (medioambiental, y sobre todo de inclusión)». «Desde un punto de vista más religioso-moral, hubo un auge de la teología de la liberación que se extendió por todas partes. Entonces nacieron los sacerdotes obreros, primero opuestos por la jerarquía, luego acogidos y legitimados en el Vaticano II contemporáneo. Se difundió una nueva doctrina católica propuesta por varios Don Mazzolari, Don Milani, Dom Franzoni, etc. En total, 68 grupos de católicos disidentes ocuparon la catedral de Parma pidiendo a la iglesia que distribuyera los bienes entre los pobres, desafiara al capitalismo, destituyera a los sacerdotes conservadores, celebrara misas batidas …». ¿ Es legítimo preguntarse si estamos ante un segundo sesenta y ocho avanzado que utiliza las oportunidades de la crisis económica moral que se inició a finales de los sesenta y eliminar, definitivamente, los residuos de la civilización cristiana?

Macron, el viernes por la mañana, irá al Vaticano para encontrarse con el Papa Francisco en una audiencia privada. Según La Croix, le gustaría persuadir al Papa Francisco para que intervenga en Bruselas o en Estrasburgo en los primeros días de 2022 para relanzar el papel de Europa en el periodo en que Francia asumirá la presidencia rotatoria de la UE.

-------

Carta de Benedicto XVI que aparece en una colección de «ensayos en honor a Livio Melina» durante diez años (2006-2016) decano del Pontificio Instituto Juan Pablo II de Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, sucediendo en este cargo a los cardenales Caffarra y Scola: «Livio Melina es sin duda uno de los grandes de la teología moral de este siglo. Con valentía y competencia defendió una teología moral que sigue la tradición de la Iglesia. Así es exactamente como se desarrolló su creatividad». El Papa Benedicto XVI se lamenta de no poder colaborar en la publicación en su honor: «Encontraré la manera de asegurarle a Don Livio mi amistad y mi admiración».

El Papa Francisco ha hablado del Papa Benedicto con ocasión de la entrega anual del galardón a él dedicado. A lo largo de la semana, aparecieron fotos del emérito con los ganadores que apareció «lleno de alegría de vivir». Para el Papa Francisco su antecesor «se caracterizó por una enseñanza luminosa y un amor inquebrantable por la verdad». Se encuentra entre los «grandes maestros de la filosofía y la teología de nuestro tiempo». «No olvidemos que Benedicto XVI continuó estudiando y escribiendo hasta el final de su pontificado. Hace unos diez años, mientras cumplía sus responsabilidades de gobierno, se comprometió a completar su trilogía sobre Jesús y dejarnos así un testimonio personal único de su constante búsqueda del rostro del Señor ”.

«Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad».

Buena lectura

Specola

Natalia Sanmartín: «La comunión en la mano es un caballo de Troya en la Iglesia»



Hay quienes piensan, entre ellos algunos intelectuales católicos, que el tiempo que nos toca es el mejor tiempo posible para vivir. ¿Qué opina sobre esa afirmación?

Depende de cómo se interprete la frase. Todos vivimos en el tiempo en el que debemos vivir, porque todo nuestro ser, incluidas las circunstancias en las que hemos nacido, forman parte de la voluntad de Dios, así que en ese sentido no tengo problemas con la idea. Pero si ese “mejor” se extiende a la época en sí, a la idea es que esta es la mejor de las épocas, entonces no estoy de acuerdo. Es muy difícil juzgar el momento en el que uno vive, nunca hay perspectiva suficiente, pero me parece evidente que estamos inmersos en una época cada vez más oscura, hostil y brutal, aunque se defina a sí misma como tolerante y civilizada, en la que todo el orden cristiano se está derrumbando con enorme rapidez. Esta especie de veneno ha penetrado también en la Iglesia mediante una labor de desgaste, confusión y secularización que no ha comenzado hoy, pero que se está acelerando cada vez más. Es una crisis que tiene una característica inquietante, el hecho de que hay una enorme cantidad de gente que no la ve.

¿No es una visión demasiado pesimista o incluso desesperanzada?

Creo que es una visión dolorosa, sí, pero realista, y que no tiene nada que ver con la desesperanza, sino con abrir los ojos y ver dónde estamos y qué es lo que tenemos delante. Me parece fundamental asumir que vivimos en una cultura que no solo ha dejado de ser cristiana, sino que apenas es ya cristianizable, que no solo es indiferente a la fe, sino radicalmente hostil a ella. Pero esto no excluye la esperanza, porque nada de lo que sucede ni en el mundo ni en la Iglesia es gratuito; Dios lleva las riendas de la historia. A nosotros nos toca lo que siempre ha tocado a los cristianos, preservar lo que se nos ha dado, conservar la fe de los apóstoles, no una nueva fe, sino la fe que la Iglesia ha custodiado a lo largo de los siglos, y hacerlo para nuestra salvación y la de los que vengan detrás de nosotros.

Usted da una gran relevancia a la liturgia y ha hablado en muchas ocasiones de la misa tradicional, que está muy presente en este cuento de Navidad. ¿Qué relación hay entre fe y liturgia y por qué es tan importante?

La Iglesia enseña que lo que se reza es lo que se cree, por eso la liturgia ha expresado a lo largo de los siglos la fe milenaria de la Iglesia, lo que ésta siempre ha creído, y por eso es tan importante protegerla y preservarla. La liturgia se nos ha dado en primer lugar para rendir culto a Dios, pero también es una escuela de fe y de piedad para nosotros. Eso explica, y puedo decirlo porque lo he vivido personalmente, la fuerza de conversión que tiene la liturgia tradicional, el modo en que expresa las grandes verdades cristianas. Para mí la misa tradicional es inseparable de mi fe, descubrirla me trajo de vuelta a la práctica religiosa y puso luz donde las clases de religión, las catequesis y las convivencias escolares pusieron confusión. Su reverencia, su misterio, su riqueza y su fuerza enseñan con mucha más claridad que el mejor de los catecismos verdades eternas, como la presencia real, el valor sacrificial de la misa o la sacralidad del culto a Dios.

El motu proprio Traditionis Custodes del Papa Francisco ha limitado recientemente la misa tradicional. ¿Cómo ha recibido en su caso esa decisión?

Con estupor, con dolor y una enorme sensación de impotencia. Como la mayoría de los que amamos la liturgia tradicional, yo nací después de la reforma litúrgica y descubrí la antigua misa casi por casualidad, en la medida en que un cristiano puede creer en la casualidad. He madurado mi fe gracias a ella y gracias también a los esfuerzos del Papa Benedicto XVI, que quiso ponerla al alcance de todos los fieles como el tesoro de la Iglesia que es. Él recordó que lo que la Iglesia católica ha considerado sagrado en el pasado tiene que seguir siendo sagrado. Por eso, a poco que uno tenga presente el principio de no contradicción y no abdique de la razón, la primera reacción ante lo que está ocurriendo es como mínimo de incredulidad.

En el motu proprio se habla de los fieles como nostálgicos de otros tiempos, pese a la juventud de una gran parte de los católicos de misa tradicional y el creciente número de vocaciones. ¿Se puede sentir nostalgia de una misa que no se conoció?

Es evidente que no. Y que basta con abrir los ojos para ver que esa descripción no se corresponde con la realidad. Tengo una relación muy estrecha con monasterios benedictinos, como Clear Creek o Le Barroux, que celebran la liturgia tradicional, me he encontrado con muchas personas de muy distintas procedencias, muy diferentes entre sí, en muy distintos países, que acuden a misa tradicional, algunos en sus parroquias, otros en monasterios y otros en lugares con presencia de institutos sacerdotales tradicionales, como es mi caso en Madrid. Hay una enorme cantidad de familias y de jóvenes, generaciones de católicos que ya han sido bautizados y educados en la antigua liturgia, escuelas, universidades, congregaciones y seminarios que aman y celebran esta misa, la misma que santificó a tantos grandes santos de la Iglesia. Y hay también un creciente número de seminaristas y sacerdotes diocesanos que quieren conocerla y celebrarla. Afortunadamente, la mayor parte de los obispos conocen que esta realidad y están siendo prudentes al aplicar el motu proprio en sus diócesis. Pero no hay duda de que vienen tiempos difíciles, que exigirán mucha oración, mucha fe y fortaleza.

¿Cree que Traditionis Custodis acabará con la misa tradicional?

Creo que hay un elemento importante que TC no ha tenido en cuenta. Los católicos tradicionales no pertenecen a ningún movimiento, no forman una organización, no es una realidad homogénea, no es una estructura que se puede disolver, hay todo tipo de personas entre ellos, como es propio de la Iglesia. Pero la mayor parte de ellas tienen algo en común: han sacrificado mucho por la misa, han pagado un precio alto por un tesoro que han encontrado enterrado en el campo, y están acostumbrados al esfuerzo. Mi experiencia es que una vez que conoces la misa tradicional no es sencillo volver atrás, no se vuelve atrás. Y en último término, las cosas son bastante simples si se miran con perspectiva: pese al daño y el dolor que ha generado el motu proprio, y las dificultades que vendrán, los cristianos nacemos y morimos, los pontificados comienzan y se acaban, pero la antigua liturgia de la Iglesia permanece. Ha sobrevivido a los siglos, y no dudo de que seguirá haciéndolo.

En una entrevista reciente, usted se ha posicionado en contra de la comunión en la mano. ¿Por qué?

Creo que la historia de la comunión en la mano es la historia de un caballo de Troya. Siempre me llama la atención que se hable tanto sobre las tensiones que vivió el Papa Pablo VI por la encíclica Humanae Vitae y tan poco sobre las que le produjo este conflicto y sobre el modo en que intentó reconducirlo. Durante su pontificado, él reafirmó la que sigue siendo la ley general de la Iglesia en este ámbito, la comunión en la lengua, y estableció un indulto, una excepción, para resolver el problema de algunas regiones donde la comunión en la mano se practicaba en abierta desobediencia a Roma, entre ellas Bélgica, Holanda y Alemania. La decisión le produjo mucho sufrimiento, porque no era partidario de la medida, como tampoco lo fueron la mayoría de los obispos que consultó antes de tomarla. Temía que hacerlo debilitase la fe en la presencia real de Cristo en el sacramento, un temor que él mismo confirmó más tarde y que le llevó a limitar el indulto, aunque no logró evitar que la práctica se generalizase. Lo terrible de todo esto es que lo que nació como una respuesta pastoral a una desobediencia se ha convertido en una práctica generalizada y hasta impuesta, como hemos visto en esta pandemia, en la que se ha aplastado de forma intolerable la piedad y los sentimientos religiosos de todos los fieles que comulgamos como prescribe la ley de la Iglesia.

¿Y qué supone personalmente para usted?

Para mí es una cuestión fundamental de adoración y de veneración a Dios. Si se cree no solo intelectualmente, sino también, por decirlo así, con las entrañas, que Cristo está realmente en el sacramento, la única actitud posible es postrarse de rodillas ante Él y recibirlo como hicieron los grandes santos, los mártires y la inmensa mayoría de los cristianos que nos han precedido.

En su cuento de Navidad una madre le explica a su hijo que la muerte no es el final, sino «un despertar». En un mundo que no quiere pensar en el misterio de la muerte, ¿tiene sentido tratar de explicársela a un niño?

Es cierto que la muerte es un misterio, pero también lo es que la revelación y la doctrina de la Iglesia arrojan luz sobre ese enigma, no es una realidad de la que no sepamos absolutamente nada. A mí me parece que en la educación de un niño cristiano la muerte tiene que ocupar su lugar, porque sin ella no se puede explicar qué es el hombre, por qué es como es y por qué debe ser redimido y salvado. ¿Cómo se explica la redención o el pecado original sin hablar de la muerte? Hay un temor natural a la muerte, pero creo que a un niño puede explicársele, en su lenguaje y poco a poco, lo que sabemos de ella y de lo sucede tras ella. Sin esa explicación, la vida humana es un rompecabezas sin sentido.

Su cuento de Navidad es un cuento sacramental, lo ha explicado en más de una ocasión. ¿Es posible contemplar el mundo de forma sacramental?

Simone Weil dice en uno de sus escritos que resultaría absurdo que cualquier iglesia, construida por manos humanas, esté repleta de símbolos, y que el universo no esté infinitamente lleno de ellos. Sólo hay que leerlos. Yo creo que es así y que esa es la manera correcta de contemplar la creación, el orden que Dios ha impreso en el mundo, el secreto de un mundo que vemos de espaldas, en esa imagen tan hermosa de Chesterton. El cuento de Navidad, que escribí para los benedictinos de Barroux, cuenta la historia de un niño que le pregunta insistentemente a Dios, durante tres años, si la Navidad existe, si es real, y de cómo Dios escucha y responde a esa voz.

En el cuento se reza, y se reza en latín. ¿Por qué?

Mi madre y mi abuela me enseñaron a rezar las letanías del rosario en latín, no los misterios, pero sí las letanías, y para mí es natural hacerlo así; rezarlas en vernácula me resulta extraño. También es lo más natural en el contexto del cuento, porque es la historia de un niño criado en un entorno católico tradicional. El latín sigue siendo la lengua de la Iglesia, es un idioma dulce y musical, con un significado que no cambia, y eso es parte de su belleza.

En el cuento vuelva a plantear la idea del alejamiento del mundo, de un mundo en el que cada vez es más difícil educar en el fe cristiana, pero del que pocos pueden separarse. ¿Cómo afrontar ese reto?

Es una pregunta muy difícil de responder. La Iglesia ha enseñado siempre que un cristiano debe tener una sana distancia con el mundo, vivir en el mundo, pero no pertenecer a él. Esto me parece muy evidente ahora, cuando la secularización, el error y la confusión han roto todos los diques fuera y dentro de la Iglesia. Hoy no basta con elegir un colegio católico o enviar a los niños a catequesis, porque muchos colegios católicos transmiten algo que ya no es posible considerar catolicismo, y lo mismo ocurre en un buen número de parroquias. Yo creo que son las familias, y en especial las madres en los primeros años, las que deben asumir esa función, las que deben inculcar y transmitir la fe. Un niño católico debería crecer en un entorno de piedad católica, con toda su fuerza, su poesía y su belleza, y con una liturgia que le acerque al misterio y la adoración.

¿En algún momento se propone evangelizar desde la literatura o esta idea está lejos de su pensamiento cuando escribe?

No me propongo evangelizar al escribir, sino simplemente hablar de cosas que me parecen buenas, valiosas y verdaderas, que son importantes para mí y creo que es importante defender, y son pocas. El cardenal Newman cuenta en sus diarios que nunca escribió una línea sin una razón, sin un motivo que en su opinión justificase hacerlo. Yo creo en ese principio, y trato de seguirlo.