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jueves, 6 de noviembre de 2025

Francisco José Delgado, absuelto y restituido: Toledo confirma su inocencia tras una persecución de origen opaco




El Arzobispado de Toledo ha hecho público un comunicado en el que confirma la plena inocencia del sacerdote Rvdo. D. Francisco José Delgado Martín y declara restablecida su buena fama y reputación. La sentencia, dictada el 28 de julio de 2025 por un tribunal colegiado y declarada firme el 18 de septiembre, concluye que todas las acusaciones eran infundadas y sin valor probatorio. Con ello se cierra un proceso canónico que, durante más de un año, puso en entredicho injustamente la figura de un sacerdote que ha mantenido siempre su obediencia, respeto y comunión plena con la Iglesia.

El propio Arzobispado lamenta ahora que el comunicado emitido en febrero de 2024 pudiera generar interpretaciones erróneas que dañaron el buen nombre del sacerdote, y aclara que las medidas disciplinarias entonces impuestas, como la prohibición temporal de usar redes sociales, no fueron en ningún momento una condena. Reconoce además la actitud ejemplar de Delgado, que acató las disposiciones canónicas con fidelidad y serenidad.

Sin embargo, el caso deja tras de sí un eco inquietante. Las denuncias, impulsadas desde ámbitos con aroma a cloaca romana, parecen formar parte de una maniobra confusa y de origen opaco, que llevó a un sacerdote inocente a ser señalado sin pruebas. El desenlace judicial pone de relieve la existencia de una persecución injusta, que muchos interpretan como una operación interesada donde confluyen intereses y presiones contra la repercusión pública que el sacerdote venía teniendo en su apostolado con cientos de miles de seguidores. A la luz de la sentencia firme, queda demostrado que no hubo delito alguno, y que se trató de un intento de silenciar voces fieles a la verdad y la tradición de la Iglesia.

El restablecimiento público de su buen nombre es, por tanto, una reparación necesaria. La justicia eclesial ha hablado con claridad, y el Arzobispado de Toledo ha cumplido con el deber moral de reconocer el daño causado. Ahora corresponde devolver a D. Francisco José Delgado no solo su reputación, sino también el respeto y el espacio pastoral que nunca debieron serle arrebatados.

Dejamos a continuación el comunicado íntegro del Arzobispado de Toledo:

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Comunicado del Arzobispado de Toledo en relación al sacerdote D. Francisco J. Delgado Martín
05/11/2025
Archidiócesis de Toledo

1) En el mes de enero de 2024, el Rvdo. Sr. D. Francisco José Delgado Martín, sacerdote diocesano de Toledo, fue denunciado ante la Santa Sede por el Sr. Escardó Steck por un presunto delito de calumnia y difamación contra el derecho a la buena fama (c. 220 CIC), por unas intervenciones en redes sociales. También por el presunto delito de impedir el ejercicio de la potestad de la autoridad eclesiástica de la “Misión Especial al Sodalicio de Vida Cristiana”, en relación con dichas intervenciones. Se añadió además otra denuncia por el presunto delito de provocar la aversión o el odio a la Sede Apostólica a través del programa La Sacristía de la Vendée, difundido a través de la plataforma YouTube.

2) Este Arzobispado de Toledo, después de realizar la investigación previa conforme a derecho, abrió el proceso penal judicial, el día 6 de septiembre de 2024, contra el Rvdo. Sr. D. Francisco José Delgado Martín, siguiendo las normas procesales que contempla la Ley de la Iglesia.

3) El día 28 de julio de 2025, el tribunal colegiado nombrado para conocer este proceso penal dictó sentencia y, examinadas las acusaciones formuladas contra el acusado, determinó que las imputaciones eran infundadas y carentes de valor probatorio. En su parte dispositiva, la sentencia afirma que no consta ninguno de los delitos por los que se acusaba al Rvdo. D. Francisco José Delgado y, en consecuencia, se le declara inocente. Después de cumplido el período de apelación conforme a Derecho, el 18 de septiembre se decretó la sentencia firme.

4) Lamentamos que el comunicado emitido por la Archidiócesis, el 28 de febrero de 2024, haya podido generar interpretaciones erróneas que dañaron el buen nombre y la fama de D. Francisco José Delgado Martín. Asimismo, lamentamos que la imposición de medidas disciplinares como la prohibición de usar medios de comunicación o redes sociales, haya sido interpretada como una condena impuesta por el Arzobispado o la Santa Sede, algo que es rotundamente falso.

5) Valoramos la buena actitud de D. Francisco José Delgado Martín que, desde que se impusieron las medidas mencionadas, siempre ha mostrado obediencia y respeto escrupuloso al proceso canónico y a sus superiores, permaneciendo en plena comunión eclesial a lo largo de todo el proceso.

6) En consecuencia: dictada sentencia y siendo firme, con el fin de asegurar la verdad de los hechos y reafirmar el compromiso con la justicia, con el afectado y con la comunidad cristiana, consideramos que queda restablecida la buena fama y reputación del Rvdo. D. Francisco José Delgado Martín como presbítero de esta Iglesia particular de Toledo.

En Toledo, a 5 de noviembre de 2025

lunes, 20 de octubre de 2025

La Santa Misa, perseguida



En 2007 Benedicto XVI promulgó el motu proprio Summorum Pontificum acompañado de una carta en la que declaró que el rito antiguo jamás había sido abrogado (Cf. Summorum Pontificum 1). No podía ser de otra manera. De hecho, el Concilio de Trento había dejado establecido en un canon dogmático: «Si alguno dijere que los ritos recibidos y aprobados de la Iglesia Católica que suelen usarse en la solemne administración de los sacramentos pueden despreciarse o ser omitidos por el ministro a su arbitrio sin pecado, o mudados en otros por obra de cualquier pastor de las iglesias, sea anatema» (Denzinger 856).

Este canon XIII sobre el Sacramento de la Eucaristía condena como herética la idea de que un pastor de la Iglesia –el Papa incluido– pueda sustituir los ritos tradicionales por otros nuevos. El canon posee valor dogmático, no sólo disciplinario. Su formulación universal (quemqumque) excluye toda excepción. De ahí que la sustitución del Rito Romano por el Novus Ordo no sólo resulte ilegítima, sino contraria a la Fe católica según el magisterio del Concilio de Trento.

Por otra parte, San Pío V declaró solemnemente en la encíclica Quo primum tempore:

«Que absolutamente a ninguno de los hombres le sea licito quebrantar ni ir, por temeraria audacia, contra esta página de Nuestro permiso, estatuto, orden, mandato, precepto, concesión, indulto, declaración, voluntad, decreto y prohibición. Más si alguien se atreviere a atacar esto, sabrá que ha incurrido en la indignación de Dios omnipotente y de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo».

La frase «pueden despreciarse o ser omitidos» denota que la naturaleza de los ritos es intocable. Incluso si un papa intentase abrogarlos o efectuar cambios arbitrarios en ellos, sería un acto gravemente pecaminoso. Como vemos, el mencionado concilio declara que no sólo los sacerdotes y prelados, sino que ni siquiera el Papa puede alterar ni revocar ritos reconocidos por la Iglesia, porque forman parte de la Tradición y de la Fe apostólica, que no está sujeta a alteraciones arbitrarias. En el documento Quo primum tempore, San Pío V declara explícitamente que el decreto del Misal Romano no es negociable ni pasible de modificación por parte de nadie, ni siquiera el Sumo Pontífice. Las palabras «temeraria audecia» indican que toda tentativa de alterar el decreto supondría una grave infracción del derecho litúrgico. De las frases citadas se desprende claramente que, con arreglo a la doctrina del Concilio de Trento y el decreto de San Pío V, nadie, ni siquiera un pontífice, tiene autoridad para derogar o sustituir el Misale Romanum ni ningún otro rito reconocido y aprobado por la Iglesia. Tanto uno como el otro documento determinan que la liturgia constituye un depósito de fe que pertenece a la Iglesia y no puede ser modificado arbitrariamente. De ese modo, la liturgia de la Iglesia, en tanto que manifestación de la Fe apostólica, es intocable, y el Papa carece de autoridad para modificarla a su antojo.

Benedicto XVI afirma que la Misa Tridentina no ha sido jamás formalmente revocada, y con ello desmiente lo que se ha enseñado y practicado durante décadas. Las declaraciones oficiales del tiempo de Pablo VI, si bien son ambiguas, deben entenderse (y aplicarse) como un sustituto obligatorio del rito tradicional por el nuevo. La praxis eclesial de los años setenta y ochenta confirma esta interpretación: la celebración pública del Vetus Ordo estaba prohibida en casi todas partes, salvo raras concesiones a sacerdotes ancianos. Consciente de la obligación tridentina, Benedicto XVI evitó afirmar que Pablo VI había abolido el rito antiguo. Con esto, trató de exonerar a Pablo VI de la acusación de herejía material. En vez de afirmar que el Novus Ordo sustituyó al rito tradicional, lo presentó como una forma ordinaria de un rito romano del que se conserva también una forma extraordinaria que jamás ha sido abrogada. Pero esto no es más que una construcción jurídico-retórica que no se sostiene a la luz de la teología litúrgica tradicional y la realidad de los hechos.

La idea de las dos formas, ordinaria y extraordinaria, de un mismo rito romano es una distinción de índole jurídica, no teológica. Las diferencias entre la Misa Tradicional y la de Pablo VI son tan abismales –en cuanto a teología, estructura, espiritualidad y expresión de lo sagrado– que no se puede hablar verdaderamente de dos formas de un mismo rito. La nueva Misa abandonó elementos centrales del Rito Romano: unicidad de anáfora, continuidad ritual y centralidad del Sacrificio. A todos los efectos, la Misa nueva se asemeja más a un culto protestante que a la liturgia católica tradicional. Afirmar que se trata de un único rito sólo sirve para justificar la coexistencia canónica de ambas misas, pero no se corresponde con la realidad litúrgica ni doctrinal.

En 2021, con el motu proprio Traditionis custodes, el papa Francisco introdujo restricciones al uso del Misal. Tras una lectura atenta y serena del documento, nos gustaría exponer algunas reflexiones de naturaleza litúrgica y teológica. El documento, en efecto, revela cierta rigidez jurídica y traza unas líneas marcadamente restrictivas. Con todo, lo que se presenta como un acto de fuerza se puede interpretar fácilmente como un síntoma de debilidad: un intento de imponer la autoridad por medio de la norma en unos momentos de evidentes dificultades pastorales y litúrgicas.

En la carta a los obispos, el Pontífice expresa su preocupación por un uso que considera instrumental del Misal Romano de 1962, y afirma que podía contribuir a fomentar el rechazo del Concilio. Reveló además que en 2020 mandó a la Congregación para los Obispos enviar un cuestionario a todos los prelados sobre la aplicación de las disposiciones del papa Ratzinger, y declaró: «Las respuestas recibidas revelaron una situación que me apena y preocupa, confirmando la necesidad de intervenir». Hasta ahora no se habían revelado los pormenores de la consulta. Pero en el libro escrito mano a mano por monseñor Nicola Bux y Severino Gaeta La liturgia non è uno spettacolo (2025), sale finalmente a la luz la verdad: los resultados de la consulta fueron totalmente contrarios a cuanto afirmaba Francisco.

1) El informe, jamás publicado en su totalidad, demuestra que la mayoría de los obispos se consideraban satisfechos con la normativa entonces vigente (Summorum Pontificum de 2007) y pensaban que imponer restricciones acarrearía más males que beneficios, como divisiones litúrgicas y riesgo de cismas.

2) Al contrario de lo que sostenía el papa Francisco (que hablaba de divisiones y abusos litúrgicos), el informe pone de manifiesto que los problemas proceden más bien de una minoría de obispos hostiles a la Misa Tradicional o que no la conocen, no de los fieles vinculados a ella.

3) El documento subraya que en aquellos lugares en que Summorum Pontificum se ha aplicado bien, con colaboración entre el clero y los obispos, la situación es tranquila y fructífera.

4) Se observa entre la juventud una marcada atracción hacia la Misa Tradicional, vivida como una experiencia sincera y sagrada, con frecuencia asociada a un regreso a la Fe, vocaciones y renovación espiritual.

5) El informe recomendaba una formación teológica más profunda en los seminarios en ambas formas del rito, y proponía la libertad de elección para los fieles, de conformidad con el espíritu de unidad promovido por Benedicto XVI.

6) Algunos obispos, sobre todo en el mundo hispano y en Italia, tendían a minimizar la liturgia tradicional o ponerle trabas porque la veían como algo molesto o como un peligro que había que contener.

7) Un balance completo de las repuestas al cuestionario del Vaticano reconocía que el efecto de Summorum Pontificum había sido positivo y no suponía un peligro para la unidad de la Iglesia.

Hoy, Traditionis custodes resulta ser lo que muchos ya sospechaban desde el principio: no es un documento pastoral, sino un texto ideológico fruto de prejuicios doctrinales y hostilidad a la Tradición católica. El papa Francisco justificó la supresión de la Misa de siempre alegando hacerlo en respuesta a una consulta a los obispos que, como ahora sabemos, no sólo no habían solicitado una intervención represiva, sino que ponía en guardia contra las consecuencias que ésta podía tener.

El rechazo a Summorum Pontificum, que había empezado a restañar heridas profundas en la vida de la Iglesia, no fue por tanto fruto del discernimiento, sino de la voluntad de eliminar todo lo que parezca, así sea remotamente, una fe integral, un culto sagrado, un sacerdocio jerárquico y una liturgia obediente y orientada a Dios. En resumidas cuentas: todo lo que la Iglesia siempre custodió y que hoy en día se considera un residuo peligroso que hay que extirpar.

La línea trazada por Traditionis custodes es clara: se trata de marginalizar, o incluso eliminar, toda expresión visible de la Tradición viva. No se teme a la Misa de antes porque divida, sino porque convence, atrae y convierte. No se combate el Vetus Ordo porque sea estéril, sino porque lleva fruto.

Cabe señalar que no se actúa con la misma solicitud ante las graves desviaciones doctrinales imperantes en ciertas conferencias episcopales, en particular la alemana. ¡Por no hablar de los aberrantes abusos litúrgicos que se dan a diario en parroquias de todo el mundo! El rigor reservado a los grupos vinculados a la tradición litúrgica resulta entonces desproporcionado y es síntoma de un juicio ideológico y no pastoral. El punto neurálgico del documento, del que se derivan las disposiciones sucesivas, es el artículo 1, que reza: «Los libros litúrgicos promulgados por los santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano». Ahora bien, desde el punto de vista del derecho, esto resulta ser una interpretación arbitraria. Summorum Pontificum no había reconocido un privilegio, sino un derecho subjetivo basado en la inmunidad jurídica concedida por la bula Quo primum de San Pío V, como sostienen también el canonista Raymond Dulac y el liturgista monseñor Klaus Gamber. El propio cardenal Ratzinger decía precisamente que era una liturgia artificial:

«La promulgación de la prohibición del Misal que se había desarrollado a lo largo de los siglos desde el tiempo de los sacramentales de la Iglesia antigua, comportó una ruptura en la historia de la liturgia cuyas consecuencias sólo podían ser trágicas. Como ya había ocurrido muchas veces anteriormente, era del todo razonable y estaba plenamente en línea con las disposiciones del Concilio que se llegase a una revisión del Misal, sobre todo considerando la introducción de las lenguas nacionales. Pero en aquel momento acaeció algo más: se destruyó el antiguo edificio y se construyó otro, si bien con el material del cual estaba hecho el edificio antiguo y utilizando también los proyectos precedentes. No hay ninguna duda de que este nuevo Misal comportaba en muchas de sus partes auténticas mejoras y un verdadero enriquecimiento, pero el hecho de que se presentase como un edificio nuevo, contrapuesto a aquel que se había formado a lo largo de la historia, que se prohibiese este último y se hiciese parecer la liturgia de alguna manera ya no como un proceso vital, sino como un producto de erudición de especialistas y de competencia jurídica, nos ha producido unos daños extremadamente graves»1.

Esta afirmación da fe de que el nuevo Misal no es, ni en la forma ni en el fondo, una evolución del Rito Romano, sino una transformación radical que ha roto la continuidad orgánica con la tradición litúrgica precedente. Una cuestión jurídica y teológica esencial es la índole jurídica del Misal de San Pío V. Al parecer, el artículo 1 del motu proprio excluye su validez como expresión de la lex orandi de la Iglesia latina. Pero es algo que contrasta con la realidad histórica y canónica. El Misal tradicional ha gozado de vida oficial ininterrumpida durante varios siglos, ha sido venerado y utilizado por innumerables santos y está explícitamente blindado y protegido por la constitución apostólica Quo primum, como ya dijimos. Monseñor Gamber se pregunta con toda razón si el Papa tiene autoridad para abrogar un rito recibido y transmitido a lo largo de siglos. Según él y muchos otros teólogos, como Cayetano y Suárez, la respuesta es negativa. El Sumo Pontífice es custodio, no creador ni destructor, de la liturgia. Ningún documento de la Iglesia, ni siquiera el Código de Derecho Canónico, atribuye al Papa potestad para abolir un rito de tradición apostólica. Dice S.E. monseñor Athanasius Schneider en Credo: compendio de la Fe católica:

«771. ¿Puede un papa derogar un rito litúrgico de costumbre inmemorial en la Iglesia?

No. Así como un papa no puede prohibir o abrogar el Credo de los Apóstoles ni el Credo Niceno-Constantinopolitano por una nueva fórmula, tampoco puede abrogar los ritos milenarios de la Misa y los sacramentos o prohibir su uso. Esto se aplica tanto a los ritos orientales como a los occidentales.

772. ¿Podría alguna vez prohibirse legítimamente el rito romano tradicional para toda la Iglesia?

No. Se basa en el uso divino, apostólico y pontificio antiguo, y tiene la fuerza canónica de la costumbre inmemorial; nunca puede ser abrogado o prohibirse».

De lo que se desprende, canónica y teológicamente, que el Rito Romano tradicional no ha sido abrogado y que no puede ser revocado ni prohibido. Sigue existiendo como auténtica expresión de la verdadera lex orandi y los sacerdotes siguen teniendo derecho a celebrarlo, lo mismo que los fieles a participar en él.

En la Carta a los obispos observamos que el Papa se habría inspirado en San Pío V, el cual, tras el Concilio de Trento, estableció un único Misal Romano para toda la Iglesia latina. Con todo, el paralelo es equívoco; San Pío V no introdujo un nuevo rito. Lo que hizo fue restablecer el Rito Romano ya existente y proteger los que como mínimo tenían doscientos años de antigüedad. Mientras que el Misal de Pablo VI es una creación novedosa que rompe la continuidad, y que apoyándose en la autoridad de San Pío V habría que descartar al carecer de suficiente antigüedad. Aunque el motu proprio Traditionis custodes aparezca revestido de un tono legislativo severo, no resuelve las cuestiones doctrinales y litúrgicas surgidas a raíz de la reforma postconciliar. Intenta establecer por vía normativa algo que no se ha podido consolidar por la vía pastoral ni por la teológica.

En cuanto ordinatio rationis y no por la mera fuerza de la obediencia, la ley obliga a obedecer a una autoridad legítima. Separada del ordenamiento racional, la voluntad del legislador lleva peligrosamente a una peligrosa conculcación del derecho y a la negación de la realidad.

Según un sano concepto del derecho, alejado de maquiavelismos, es esa racionalidad la que rige la norma. Si la norma no tomase su medida de la ordinatio rationis, terminaríamos en una actitud totalmente arbitraria por parte de la autoridad. ¿Qué hizo Benedicto XVI con Summorum Pontificum? Partió de la constatación de que existían dos formas del rito en la Iglesia latina (de ahí la afirmación de que los libros litúrgicos antiguos no habían sido abrogados), una de las cuales era multisecular, y trató de encuadrarla jurídicamente con miras al bien común. Podrá discutirse si se hizo del mejor modo posible (en realidad, la afirmación dos formas del mismo rito es en sí errónea; ¿cómo es posible, por poner un solo ejemplo muy básico, que un rito en el que el sacerdote no separa los dedos índice y pulgar para no perder el menor fragmento de la Hostia consagrada tenga el mismo significado que otro que permite recibir la Comunión en la mano y que la distribuyan ministros extraordinarios?).

¿Qué hizo el papa Francisco? Decidió utilizar el derecho en contra de la realidad, inventándose que la única forma del Rito Romano sería la que salió de la reforma proyectada por Pablo VI, con lo que mandó a paseo el Rito Romano multisecular. Aunque contenga elementos de éste, ha sufrido una transformación tan radical que no es posible invocar una continuidad en la forma. En este caso, la reforma no ha consistido en una recuperación de la forma, sino en la creación de una nueva forma. Esta nueva forma señala precisamente algo nuevo. El autor cita a los autores de la reforma litúrgica, como el padre Joseph Gélineau y monseñor Anibale Bugnini, que hablaban de un Rito Romano destruido en lugar de un desarrollo del mismo. En el Consilium estaban presentes seis teólogos protestantes como asesores. Lo cual es importante teniendo en cuenta que en el Osservatore Romano del 19 de marzo de 1965 Bugnini hizo una declaración escandalosa: «Tenemos que sacar de nuestras oraciones católicas y de la liturgia católica todo lo que suponga una piedra de tropiezo para nuestros hermanos separados, o sea los protestantes»; la reforma era necesaria para que «las oraciones de la Iglesia no fueran causa de malestar espiritual para nadie». Y Jean Guitton, que desde luego no tenía nada de tradicionalista y era amigo de confianza de Pablo VI, afirmó:

«Es decir, que Pablo VI tiene la intención ecuménica de eliminar de la Misa, o al menos corregir o atenuar, lo que sea excesivamente católico en un sentido tradicional, y acercar la Misa católica –insisto– al rito calvinista»2.

Por eso declaró Klaus Gamber: «Una cosa es segura: que el Novus Ordo Missae que se nos presenta ahora no cuenta con la aprobación de la mayoría de los padres conciliares»3. De hecho, observando la realidad, no se puede menos que afirmar que el Misal promulgado por Pablo VI no se ajusta a las demandas que habían surgido de Sacrosanctum Concilium. En ningún punto prevé esta constitución apostólica «la supresión del Ofertorio tradicional ni la formulación de nuevas plegarias eucarísticas, la eliminación o modificación de casi todas las oraciones, que la celebración se realice de cara al pueblo, que el Canon se rece en voz alta ni mucho menos que la Comunión pueda recibirse en la mano»4. Ni siquiera se han respetado las indicaciones positivas sobre el mantenimiento de la lengua latina y el canto gregoriano. Por último, el voluntarismo jurídico que anima Traditionis custodes ha llevado en otros párrafos a despreciar el derecho canónico y a que se comentan errores jurídicos, como sobradamente demuestra el P. Rivoire. Es más, la cuestión litúrgica es más que un asunto de ritos; es también un tema fundamental que afecta la relación entre el Papa y la Revelación divina, que se expresa en la Escrituras y la Tradición.

«Lo desconcertante no es tanto que Francisco contradiga a su predecesor, sino que despache un rito plurisecular como si se tratara de un asunto puramente disciplinario»5.

Si la liturgia tradicional está viva hoy no es por nostalgia, sino porque expresa de modo sublime el sentido del sacrificio, la centralidad del culto divino, el silencio adorante y la íntima unión que liga fe y rito. Mientras que su rechazo se muestra como una opción ideológica en vez de pastoral, y corre el riesgo de fomentar la división en lugar de remediarla. La caridad y la verdad obligan a afirmar que el Rito Romano tradicional, calificado por el cardenal Schuster de lo más hermoso que hay en este mundo, sigue siendo un tesoro de la Iglesia que es preciso custodiar, celebrar y transmitir aunque conlleve sacrificios. El cardenal Darío Castrillón Hoyos declaró que «no puede prohibirse ni considerarse perjudicial una Misa que durante siglos nutrió al pueblo cristiano y la sensibilidad de numerosos santos como San Felipe Neri, San Juan Bosco, Santa Teresa de Lisieux […] y el padre Pío de Pietrelcina; se puede sostener que el rito antiguo expresa mejor el sentido del sacrificio de Cristo que representa la Santa Misa»6.

No se puede abolir la Tradición con un motu proprio. Las amenazas, prohibiciones y rescriptos no conseguirán extirpar la sed de lo sagrado, de la verdad y de continuidad que Dios ha grabado en el corazón de tantos fieles, sean jóvenes o mayores. Si la Jerarquía reniega de sus raíces, los católicos tienen el deber de mantenerse fieles a lo que Iglesia siempre ha creído, celebrado y enseñado.

Pietro Pasciguei


1 Mi vida, Encuentro, 2006, pp. 176-177.

2 Lumiere 101, Radio domenicale di Radio-Courtois, 19 de diciembre 1de 993.

3 The Reform of the Roman Liturgy, Harrison, Nueva York 1993, p. 61.

4 Il motu proprio Traditionis Custodes alla prova della razionalità giuridica, Amicizia Liturgica, p. 21.

5 Il motu proprio Traditionis Custodes alla prova della razionalità giuridica, Amicizia Liturgica, p. 20.

6 E. Cuneo – D. di Sorco – R. Mameli, Introibo ad altare Dei, p. 7.

(Traducido por Bruno de la Inmaculada)

domingo, 7 de septiembre de 2025

«Un genocidio»: un obispo habla sin rodeos del sufrimiento de los cristianos en Nigeria




Hace años que vengo denunciando el genocidio que los cristianos están sufriendo en Nigeria por parte del terrorismo islamista.



Es un genocidio del que muchos no hablan en Occidente. Para la mayoría de los políticos y de los medios europeos, esa tragedia no existe o no es calificada por su nombre. Recordemos que en una resolución aprobada el 8 de febrero de 2024, el Parlamento Europeo condenó la violencia contra los cristianos en Nigeria, denunciando que desde 2009 52.000 cristianos han sido asesinados en ese país y que 18.000 iglesias y 2.200 escuelas cristianas han sido destruidas. A pesar de ello, la resolución evitó el término "genocidio", una calificación negada por los mismos que acusan falsamente de eso mismo al Estado de Israel.

Este lunes, un obispo católico nigeriano ha hablado sin rodeos sobre el sufrimiento de los cristianos en Nigeria. Monseñor Wilfred Chikpa Anagbe, obispo de Makurdi, afirmó en una entrevista con Nico Spuntoni publicada por el diario italiano Il Tempo:
"Necesitamos que el mundo sepa lo que está sucediendo aquí, especialmente en Benue. La palabra más precisa para describir la situación real en Nigeria es genocidio. La eliminación total de la población cristiana está en marcha. Un genocidio a manos de los yihadistas que también es una guerra religiosa contra nosotros".
El obispo católico de Makurdi explica lo que quiere decir con estas últimas palabras:


"Durante años, se ha aplicado una estrategia calculada de islamización de zonas enteras del país, implementada mediante una agenda que incluye acciones violentas. En el estado de Benue, donde se encuentra mi diócesis, el 98% de la población es cristiana y se ha convertido en uno de los más peligrosos. Los atacantes son musulmanes extranjeros que destruyen iglesias, matan a habitantes indefensos y expulsan a otros, queman sus tierras y luego regresan para ocuparlas. Pero es un plan de conquista que también incluye acciones no violentas".

Monseñor Anagbe detalla con estas palabras las presiones islamistas contra los cristianos nigerianos:
"Cambian los nombres de las aldeas por nombres árabes. El radicalismo islámico está influyendo en la dinámica social en Nigeria: recientemente, 12 estados cerraron escuelas durante semanas durante el Ramadán. ¡Pero no son sólo musulmanes los que viven en esos lugares! Esto causa un daño considerable a los estudiantes nigerianos. Y si en Arabia Saudita y Afganistán no están cerradas, ¿por qué sí lo están en Nigeria?"
Sobre quienes niegan que la situación en Nigeria sea causada por el terrorismo islamista, como han hecho algunos medios y políticos occidentales, el obispo de Makurdi señala:
"Niegan la realidad. Incluso hubo quienes afirmaron que lo que ocurre en nuestras tierras es atribuible al cambio climático. Los poderosos se refugian en la corrección política para evitar ir directo al grano, y esto es paralizante. Todos saben lo que nos están haciendo, y debemos definirlo por lo que es. Si esto no es una guerra religiosa, díganme, ¿qué es?"
El entrevistador comenta que en junio se produjo la masacre de 200 cristianos en Yelewata, y pregunta al obispo si hay alguna historia que le haya impactado especialmente. Monseñor Anagbe señala:
"Prendieron fuego a una habitación, quemando vivos a todos, incluidos dos bebés de 3 y 5 meses. Una madre que se había refugiado en un tejado tuvo que presenciar la masacre de sus cinco hijos y, presa del dolor, saltó al vacío. Pero la masacre de Yelewata es solo la punta del iceberg, porque cada día hay un ataque en nuestros pueblos. Tenemos testigos de mujeres embarazadas descuartizadas por terroristas que luego les arrojan a los bebés en el vientre".
En la entrevista, el obispo nigeriano alerta sobre la deriva que sufre Europa: 
"el radicalismo islámico ya es fuerte en Bélgica, Francia y el Reino Unido" , y advierte que países vecinos como Mali, Burkina Faso y Chad "no pueden acoger a millones de personas que buscan asilo. Ni siquiera Europa puede siquiera pensar en planificar una recepción de esta magnitud. Así que lo mejor para todos es resolver la situación aquí y garantizar la seguridad de los cristianos nigerianos".

ELENTIR 

lunes, 17 de marzo de 2025

Masacran cristianos en Siria… y el PP vota con Al-Qaeda con el silencio cómplice de la COPE


Mientras los cadáveres de cristianos y otras minorías aún humeaban en los escombros de Latakia y Tartus, el Parlamento Europeo aprobaba el pasado 12 de marzo —con fervor ecuménico y geoestratégico— una resolución que respalda al “gobierno interino” de Siria, encabezado por Ahmed al-Sharaa, un personaje con vínculos más que documentados con Hay’at Tahrir al-Sham, es decir, la Al-Qaeda reciclada en versión democrática para consumo europeo.

Sí, han leído bien. Y sí, el Partido Popular Europeo —con el español incluido, faltaría más— votó a favor. Y lo hizo después de que entre el 6 y el 9 de marzo se perpetraran auténticas masacres contra comunidades cristianas y alauitas en Siria, especialmente en las regiones costeras del país. Las cifras oscilan entre 2.000 y 7.000 muertos, según distintas fuentes. ¿Responsables? Milicias “aliadas” al gobierno interino respaldado por Bruselas. O sea, los amigos de los amigos del PPE.

La resolución europea, titulada con el eufemismo de siempre —»La necesidad del apoyo de la UE para una transición y reconstrucción justas en Siria»—, no contiene ni una sola palabra de condena explícita a estas matanzas. Ni una. No por olvido, sino porque molesta. Condenar a los verdugos podría hacer incómodo el respaldo al nuevo gobierno, y ya sabemos que en política exterior todo se negocia, incluso la sangre de los inocentes.

Resulta grotesco que el Partido Popular, tan dado a posar en procesiones, firmar tuits sobre la “Navidad en familia” y apelar a las raíces cristianas de Europa, haya votado a favor de una resolución que calla ante la masacre de cristianos en tiempo real. No hablamos de algo lejano o difuso. Hablamos del viernes negro del 7 de marzo, cuando las iglesias de Jabla, Banias y Tartus fueron saqueadas, sus fieles ejecutados y los altares profanados.

Pero no se preocupen: si el asesino promete democracia, el PP le da su bendición parlamentaria.

Mientras el Arzobispo grecocatólico de Homs clamaba por justicia, mientras los Patriarcas sirios firmaban un llamamiento conjunto para frenar “las horribles masacres”, el PPE, los socialistas, Renew y los Verdes sellaban con entusiasmo una resolución que premia a los patrocinadores del terror. Todo sea por aislar a Bashar al-Ásad, el mal oficial, aunque eso implique pactar con los hijos bastardos del yihadismo.

¿Y los obispos españoles? Nada. El silencio es atronador. Tal vez estén demasiado ocupados preparando su “Semana Santa inclusiva”.

Y mientras tanto, ni una sola palabra en la COPE, la emisora propiedad de los obispos. Nada en sus informativos. Nada en sus tertulias. Y Ángel Expósito —con su habitual tono indignado selectivo— tampoco ha dedicado ni un minuto a denunciar la masacre de cristianos en Siria. ¿Se les habrá pasado por alto? ¿O están demasiado ocupados bendiciendo desde el micrófono las consignas del PP?

¿Serán cómplices también los purpurados de sangre inocente por no usar un medio de comunicación pagado con los cepillos de misa para defender a los cristianos martirizados? ¿O acaso el fin justifica los medios? Si no, que se lo pregunten a don Fernando Giménez Barriocanal, vicesecretario de asuntos económicos de la Conferencia Episcopal Española, quien no pierde ocasión de presumir —donde se lo permitan— de su influencia directa sobre “su” COPE, esa que manipula con guante de seda y sonrisa beatífica.

De los socialistas y su cacareada “corriente cristiana” ya no se espera nada. Hace tiempo que se echaron al monte y solo conservan el nombre como adorno nostálgico. Ni siquiera duele su traición, porque ya es parte del paisaje. Pero lo del PP… lo del PP clama al cielo.

Mientras se redactan estas líneas, los cementerios en Siria siguen recibiendo a nuestros hermanos cristianos. Y en Bruselas, el PP levanta el pulgar. En Madrid, la COPE calla. Y en las sacristías, se planifica el próximo desayuno con políticos.

Pero tranquilos, que luego vendrán a hablarnos de mártires. Cuando les convenga.

Aurora Buendía

jueves, 7 de septiembre de 2023

La UE se negó a debatir la persecución a los cristianos pero sí debatirá el beso de Rubiales



La izquierda sigue imponiendo su agenda ideológica más sectaria y aberrante en las instituciones europeas, contribuyendo a su degradación.



ERC considera el beso de Rubiales como «violencia en el deporte»

La agencia Europa Press ha informado esta mañana que el 14 de septiembre el Parlamento Europeo debatirá el beso de Luis Rubiales a una futbolista, utilizado por el feminismo de izquierdas para desatar una disparatada polémica y una auténtica caza de brujas. El gobierno de Pedro Sánchez ha utilizado ese beso para tapar el escándalo por su rebaja masiva de penas para agresores sexuales, mediante una ley promovida por la facción de extrema izquierda del gobierno.

El beso de Rubiales será abordado en un debate sobre "violencia y la discriminación en el deporte" en la reunión que se celebrará ese día en la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo, Francia. El debate fue propuesto por el partido de extrema izquierda Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), uno de los aliados parlamentarios de Sánchez.

ERC apoyó a detenidos por preparar un ataque violento a ciclistas

ERC tiene dos eurodiputados en la cámara legislativa de la Unión Europea: Jordi Solé Ferrando y Diana Riba i Giner, ambos adscritos al grupo parlamentario de Los Verdes/Alianza Libre Europea. Es una paradoja que ese partido quiera debatir un beso como una forma de "violencia en el deporte", pues hace sólo unos días ERC apoyó a varios separatistas detenidos por querer reventar de forma violenta La Vuelta ciclista a España, mediante un ataque que podría haber provocado heridos graves e incluso muertos entre el pelotón ciclista.

ERC votó en contra de debatir la persecución contra los cristianos

Da la casualidad, además, de que el año pasado el Parlamento Europeo rechazó una petición de debatir la persecución a los cristianos en el mundo, una persecución que ya contaba por entonces con cifras terribles: en 2021, 5.898 cristianos fueron asesinados por su fe, 6.175 cristianos fueron detenidos por sus creencias y 5.110 Iglesias fueron atacadas, según datos de la ONG Puertas Abiertas. En total, más de 360 millones de cristianos sufren altos niveles de persecución y discriminación por su fe.

El asesinato de una cristiana por musulmanes no conmovió a la izquierda

La izquierda votó en contra de celebrar ese debate y tumbó la petición. ERC fue uno de los partidos que votaron en contra de ese debate, solicitado por el eurodiputado francés Jean-Paul Garraud, del grupo Identidad y Democracia. Esa petición llegó tras el asesinato de la mujer cristiana Deborah Samuel, golpeada y quemada hasta la muerta por un grupo de musulmanes en Nigeria tras ser falsamente acusada de blasfemar contra Mahoma. Por lo visto, a ERC esto le parece menos importante que el beso de Rubiales.

ELENTIR

lunes, 12 de junio de 2023

Cuidemos a los curas



La Iglesia está atravesando una crisis pocas veces vista en su historia. Y las crisis nunca son gratis; tienen su costo, que en este caso lo paga la totalidad de sus miembros, y el precio son las humillaciones, las cancelaciones, las persecuciones despiadadas a veces y disimuladas otras, propiciadas generalmente por quiénes debieran ser el principio y forma del rebaño.

Y cada cual se apaña como puede para resistir. Los laicos somos los que más barata la sacamos: nuestro propio estado nos exige obligaciones y deberes que nos apartan en buena medida del fragor de la lucha. El cuidado de la familia, la propia profesión y las ocupaciones habituales de cualquier persona que vive en el mundo, lo ubican en territorios que, a su manera son más pacíficos. En pocas palabras, un laico podrá, en el peor de los casos, estar sometido a su esposa o a su esposo; a su suegra o a sus padres, pero nunca estará sometido a un obispo, o a un prior o a un provincial, que suelen ser los superiores más exquisitamente crueles.

Por eso, yo insisto en la necesidad de cuidar a los sacerdotes que son la pieza más frágil de todo el engranaje. Y lo son porque el deber de su propio estado los obliga a estar permanentemente en el ojo del ciclón, sin poder apartarse del vórtice, como sí podemos apartarnos los laicos. Y deben hacerlo, además, acarreando todas las difíciles condiciones propias de su estado: la soledad raramente compensada con la amistad de sus colegas; la casi permanente sensación de vacuidad de sus vidas a las que los conduce ejercer su ministerio en un mundo tan apartado de Dios y en una Iglesia en contubernio con ese mundo; la fragilidad emocional que provoca esta situación; la precariedad económica, sobre todo en países como el nuestro, en el que son verdaderamente pobres; la agitación permanente entre el querer permanecer fieles a Dios y a la Tradición y, a la vez, la necesidad de someterse a los caprichos de su obispo y al frenesí pastoral que se les impone, y tantas otras situaciones más que podríamos mencionar. Y esto le sucede a sacerdotes de todas las diócesis argentinas, de las más pequeñas a las más grandes, y le sucede a sacerdotes de España, y le sucederá también a los de todos los países de lo que alguna vez fue la Cristiandad. Y lo sé porque con mucha frecuencia me escriben al mail simplemente para relatarme sus casos porque se han sentido identificados con algo que yo pude haber escrito en el blog.

Hace algunos días, las monjas benedictinas de Pienza, que están siendo perseguidas en estos meses por su obispo y por la Santa Sede (el valor de su monasterio ubicado en un sitio de privilegiada belleza es de varios millones de euros), escribieron una larga carta en la que, entre otras cosas, decían:

Pero además de los conventos y monasterios perseguidos, hay muchos sacerdotes, para quienes la soledad y la sensación de abandono son aún más difíciles de sobrellevar, sobre todo cuando su ostracismo está motivado por su fidelidad a Cristo. Pero cada uno de nosotros debe reaccionar en conciencia ante la tiranía que se está instaurando en la Iglesia, porque una respuesta coral y decidida podrá demostrar, en primer lugar, que no es compartida ni deseada por la mayoría de los fieles y, en segundo lugar, que la apostasía actual sólo puede frenarse mediante un retorno incondicional a Nuestro Señor. Durante demasiado tiempo nos hemos antepuesto a Jesucristo, el diálogo con el mundo al deber de evangelizar a todas las naciones, como Él nos ordenó. Pero ¿cómo hacerlo, cuando estamos solos, distraídos de la oración y el recogimiento por acontecimientos que no tienen nada de espiritual? ¿Cómo hacerlo, cuando se está privado de los Sacramentos, del consuelo de la Misa, del alimento del Pan eucarístico?

Lo que mencionan las religiosas es fundamental. No podemos pasar sin los sacerdotes porque no podemos pasar sin los sacramentos. Podemos pasar sin los obispos, a quienes vemos muy de tanto en tanto, pero no sin sacerdotes a quien vemos, y necesitamos, cada día o cada domingo. Por eso, en este momento crucial, tan difícil y doloroso por el que está atravesando la Iglesia, creo que es un responsabilidad particularmente delicada que nos incumbe a nosotros, los laicos, acompañar y sostener a aquellos sacerdotes que, en su intención de mantenerse fieles a la fe y a la tradición de los apóstoles, son hostigados a diestra y siniestra. Cada uno sabrá el modo de hacerlo; no siempre se trata de ayudas económicas, que también, sino de la amistad, la cercanía y el agradecimiento pues, sin ellos, estaríamos perdidos.

The Wanderer

miércoles, 5 de abril de 2023

La persecución de Roma contra la Misa tradicional es la cuestión más importante en el mundo actual



Como Michael Matt destacó en su reciente Remnant Underground, los gobiernos tiránicos han prohibido ocasionalmente la Misa Tradicional porque han odiado la inmutable Fe Católica que encarna. La Iglesia, para que les imitemos, siempre ha presentado los santos ejemplos de aquellos católicos que han arriesgado su libertad, e incluso sus vidas, para preservar la Misa frente a tal persecución. Hoy, sin embargo, aquellos que pretenden ser la jerarquía católica en Roma nos han dado una señal inequívoca de que estos tiempos están diabólicamente desorientados: están intentando hacer más para proscribir la Misa tradicional que lo que los gobiernos tiránicos han sido capaces de hacer nunca.

Como los católicos informados comprenden, la prohibición de la Misa no sería un signo de desorden tan profundamente maligno si no fuera por la Constitución Apostólica de San Pío V de 1570, Quo Primum, que dejó inequívocamente claro que «en adelante, ahora y para siempre, en todas las provincias del mundo cristiano» la Misa tradicional debía ser la única forma aprobada, aparte de los ritos que ya habían estado en uso durante mucho tiempo:"Este nuevo rito es el único que debe usarse, a menos que la aprobación de la práctica de decir Misa de otra manera haya sido dada en el mismo momento de la aprobación y constitución de esa iglesia por la Sede Apostólica hace al menos 200 años, o a menos que haya prevalecido una costumbre de un tipo similar que haya sido seguida continuamente por un período de no menos de 200 años, casos que en su mayor parte Nos no rescindimos en modo alguno la prerrogativa o costumbre mencionadas.”

San Pío V no había ideado un «nuevo rito», sino que se había embarcado en un laborioso proceso de estudio y codificación de lo que había estado vigente durante siglos:"Decidimos confiar este trabajo a hombres doctos de nuestra selección. Ellos cotejaron muy cuidadosamente todo su trabajo con los códices antiguos de Nuestra Biblioteca Vaticana y con códices fiables, conservados o enmendados de otros lugares. Además de esto, estos hombres consultaron las obras de autores antiguos y aprobados concernientes a los mismos ritos sagrados; y así han restaurado el Misal mismo a la forma y rito originales de los Santos Padres."

Cuando se vean obligados a elegir entre esta santa y antigua Misa tradicional que ha nutrido a los santos por un lado, y el siempre cambiante y perpetuamente irreverente Novus Ordo Missae que nos ofrecen apóstatas por el otro, ¿qué elegirán los católicos cuerdos? ¿Qué elegirían todos los santos?

Sabemos, por supuesto, que las autoridades de Roma han intentado prohibir la Misa tradicional porque creen que se interpone en el camino de las «reformas» promulgadas por el Vaticano II. Sin embargo, irónicamente, las iniciativas más destacadas del Concilio deberían hacer que sus defensores animaran con entusiasmo a los fieles católicos a adherirse a la Misa tradicional. Después de todo, es este Concilio el que pone tanto énfasis en la libertad religiosa y en la necesidad de que cada individuo siga lo que le dicta su conciencia. Además, el tema dominante del ecumenismo exige el respeto de todas las creencias y prácticas religiosas, especialmente las cristianas. ¿Por qué, entonces, estos innovadores se oponen a que los católicos ejerzan la libertad religiosa para seguir sus conciencias de una manera que está dentro de la categoría de creencias cristianas aceptables?

La respuesta está clara desde hace más de cincuenta años: los innovadores saben que la Fe Católica integral encarnada por la Misa tradicional representa efectivamente un obstáculo en el camino «irreversible» del falso ecumenismo. En su La dimensión ecuménica de la Reforma Litúrgica, el P. Grégoire Celier citaba las palabras de Annibale Bugnini sobre la necesidad de eliminar estos obstáculos de la liturgia de la Iglesia:"Siempre es difícil tener que manipular textos venerables que han alimentado tan eficazmente la piedad cristiana durante siglos, y que aún hoy llevan el olor espiritual de los tiempos heroicos de la Iglesia primitiva . . . Sin embargo, hemos considerado necesario afrontar esta tarea para que la oración de la Iglesia no sea fuente de angustia espiritual para nadie . . . Al hacer estos difíciles sacrificios, la Iglesia se ha guiado por el amor a las almas y el deseo de hacer todo lo posible para allanar el camino hacia la unión de nuestros hermanos separados, quitando cualquier piedra que pudiera constituir siquiera la sombra de un riesgo de tropiezo o disgusto." (p. 25).

Esta confesión del principal arquitecto del Novus Ordo Missae no hace más que confirmar lo que está meridianamente claro para quienes han comparado la Misa de Pablo VI con la que San Pío V nos aseguró que nunca podría ser derogada. Tuvieron que deshacerse de la Misa tradicional porque desagradaba a los no católicos.

Como Michael Matt mencionó en su Remnant Underground, el falso espíritu ecuménico que animaba gran parte de la innovación del Vaticano II había sido claramente condenado por Pío XI en Mortalium Animos:"Ciertamente, semejantes intentos no pueden ser aprobados por los católicos, fundados como están en esa falsa opinión que considera que todas las religiones son más o menos buenas y dignas de alabanza, puesto que todas ellas manifiestan y significan de diferentes maneras ese sentido que es innato en todos nosotros, y por el cual somos conducidos a Dios y al reconocimiento obediente de sus mandatos. No sólo están equivocados y engañados los que sostienen esta opinión, sino que, al distorsionar la idea de la verdadera religión, la rechazan, y poco a poco se van desviando hacia el naturalismo y el ateísmo, como así se les llama; por todo ello se deduce claramente que quien apoya a los que sostienen estas teorías y tratan de ponerlas en práctica, abandona por completo la religión divinamente revelada."

Sin embargo, muchos Padres conciliares sinceros y otros católicos siguieron adelante con las novedades. Seguramente lo hicieron con la creencia de que estos esfuerzos atraerían a los no católicos a la Iglesia.

Pero hemos visto que en la mayoría de las naciones que tenían una fuerte población católica antes del Concilio ha sucedido exactamente lo contrario: al decir a los católicos que todas las religiones cristianas son agradables a Dios y que sus caminos llevan al Cielo, llevaron a muchas almas a creer que, después de todo, no necesitaban realmente seguir las enseñanzas de la Iglesia. Así que dejaron de seguirla. Y a medida que los católicos abandonaban la Fe, los defensores del falso ecumenismo redoblaron sus esfuerzos impíos, provocando el abandono masivo de la Iglesia.

¿Es todo esto completamente desconcertante o podemos encontrar una explicación sencilla? Si asumimos que los papas anteriores al Vaticano II estaban en lo cierto, el panorama resulta tan claro como trágico: los enemigos de la Iglesia (especialmente los masones) trataban de introducir errores liberales y modernistas en la enseñanza católica para subvertir la religión; pero fue en el Vaticano II, cuando finalmente lograron introducir estos sutiles errores, que han estado aprovechando desde entonces en su intento de destruir la Iglesia. Con su falso ecumenismo no pretendían llenar los bancos de las iglesias sino quitar de en medio a los católicos fieles de su camino hacia un nuevo orden mundial.

Así que hoy vemos a Francisco y sus colaboradores atacando la Misa tradicional con gran ferocidad al mismo tiempo que apoya varias iniciativas del Gran Reinicio. El hombre no está confundido; más bien persigue implacablemente una agenda anticatólica para aplastar la oposición más potente a dicho Gran Reinicio. Al hacerlo, podría decirse que está cometiendo el crimen de odio más extenso en la historia de la humanidad –perseguir a millones de católicos que simplemente quieren creer lo que la Iglesia siempre ha enseñado- todo por el bien de servir a una agenda globalista demoniaca. Esta es la cuestión más importante en el mundo de hoy.

¿Por qué el grupo de personas más malvadas jamás reunido tiene un miedo y una aversión tan desproporcionados hacia aquellos que simplemente creen en lo que la Iglesia siempre ha enseñado? Como todos los santos podrían decirnos, porque seguimos a Cristo, y nuestros enemigos siguen al príncipe de este mundo, lo sepan o no. Como tales, debemos seguir el ejemplo que los católicos irlandeses, los mártires ingleses, los vendeanos franceses, los cristeros mexicanos y los carlistas españoles nos dan para mantener la Misa y la Fe católica no adulterada que nuestros enemigos heréticos desprecian.

Nos acercamos rápidamente al momento culminante de esta batalla espiritual que involucra al mundo entero como nunca antes ha ocurrido. Por mucho que detestemos la forma en que Francisco persigue a aquellos a los que pretende representar, deberíamos verlo como una señal de que estamos haciendo la voluntad de Dios y no podemos abandonar nuestro camino. Nos interponemos en el camino de los globalistas demoníacos y no tenemos intención de ceder – sabemos que Dios los aplastará y Él nos dará toda la gracia que necesitamos para resistir mientras tanto. Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros.

Robert Morrison

domingo, 29 de enero de 2023

No podemos tratar igual a dos religiones que dicen cosas tan distintas como éstas



Una respuesta a los que pretenden equiparar el Islam con el Cristianismo

Una vez más, el terrorismo islamista pone sobre la mesa un asunto incómodo para aquellos que, erróneamente, consideran que todas las religiones son iguales.

Los nuevos nazis: una multitud celebra el asesinato de judíos gritando 'Alá es grande'

Se da la coincidencia de que el primer crimen se llevó a cabo en el marco de varios ataques a iglesias católicas, mientras que el segundo se hizo en un ataque contra una sinagoga judía. Una vez más, y teniendo en cuenta los numerosos precedentes de atentados terroristas cometidos por islamistas, cabe preguntarse: ¿esos crímenes se llevan a cabo siguiendo los preceptos del Islam o contradiciéndolos?

A la hora de responder a esa pregunta, creo que hemos de partir de la base de que ser musulmán no convierte a nadie en mala persona. Estoy convencido de que la amplia mayoría de los musulmanes son personas que no tienen ni la más mínima intención de hacer daño a nadie. De hecho, muchos de los atentados del terrorismo islamista se dirigen contra los propios musulmanes en países de mayoría islámica. El extremismo islámico suele manifestar un odio atroz hacia otras ramas del propio Islam. No olvido tampoco que en España y en Israel hay musulmanes sirviendo a su Patria en las Fuerzas Armadas, y lo hacen desde el respeto a las personas que profesamos otras creencias.

No escribo estas líneas para juzgar a todos los musulmanes por igual, porque sería una grandísima injusticia. A las personas hay que valorarlas por sus actos, y si un musulmán lleva una vida decente y hace buenas obras, no merece ser señalado por las malas obras de otros.

Mi propósito no es juzgar a las buenas personas que profesan el Islam, de distintas formas, sino valorar el propio Islam y si merece la equiparación que algunos hacen entre ésa y otras religiones. Indudablemente, a lo largo de la historia muchos han cometido toda clase de atrocidades en nombre de Dios y también en nombre de la Libertad y en nombre del ateísmo, y eso no significa que ser creyente, amar la Libertad o ser ateo te conviertan en un criminal. La pregunta clave es: ¿tu religión o tu ideología te llevan a favorecer la convivencia con otras personas, o es al contrario? Ésta es la pregunta que algunos parecen olvidar a la hora de valorar las religiones y las ideologías.

Evidentemente, no es lo mismo una ideología que fomenta el odio y la violencia hacia otros y que acaba desencadenando matanzas -como ha ocurrido con el comunismo y el nacional-socialismo- que una ideología que defiende la libertad, la paz y la tolerancia. Y lo mismo podemos decir de las religiones.

En el Sagrado Corán, que es un libro escrito en tono imperativo, la Sura 9:29 dice lo siguiente en referencia a cristianos y judíos:
"¡Combatid contra quienes, habiendo recibido la Escritura, no creen en Alá ni en el último Día, ni prohíben lo que Alá y Su Enviado han prohibido, ni practican la religión verdadera, hasta que, humillados, paguen el tributo directamente!"
Por el contrario, en el Evangelio según San Mateo (5, 43-48) se leen las siguientes palabras de Jesucristo:

"Habéis oído que se dijo: “‘Amarás a tu prójimo’ y aborrecerás a tu enemigo”. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto".

Así pues, hay una religión que llama a combatir a los que no creen en Alá, y hay otra religión que llama a amar a nuestros enemigos, incluso a los que nos persiguen. Cuando un musulmán se dedica a combatir a las personas de otras religiones puede encontrar una justificación en su libro sagrado. Un cristiano que odia a otra persona, aunque sea un enemigo, está incumpliendo un mandato del propio Cristo. Se pongan como se pongan algunos, no, no todas las religiones son iguales ni equiparables, y deberíamos ya abandonar la ficción de que lo son.

Por supuesto, todo creyente tiene derecho a ejercer su libertad religiosa, sean cuales sean sus creencias, pero esto no significa que todas las religiones sean iguales, de la misma forma que la libertad de expresión no significa que todas las opiniones sean iguales. Que exista esa libertad no me impide afirmar que ciertas ideologías están basadas en errores, y lo mismo cabe decir de determinadas religiones, entre ellas el Islam, a juzgar por lo que dice el Corán.

Lo más alarmante es que decir esto sobre el Cristianismo es algo habitual y que no conlleva ninguna clase de violencia, pero hoy en día, en Europa, el mero hecho de someter a crítica al Islam está convirtiéndose en una práctica de riesgo a causa de la intolerancia y de la violencia de muchos seguidores de esa religión.

Por otra parte, creo necesario recordar que hace sólo 11 días conocimos un informe que señala que los cristianos están sufriendo niveles altos o extremos de persecución en 36 países islámicos, entre ellos algunos supuestamente "moderados" como Marruecos, Túnez y Turquía.

En varios países europeos hay ya porcentajes importantes de inmigrantes procedentes de algunos de esos países islámicos, y con ellos se está trasladando a Europa la intolerancia que los cristianos sufren en dichos países. Aquí en Occidente, los musulmanes tienen plena libertad para practicar su religión, algo que no ocurre con los cristianos en países islámicos. Los musulmanes que residen en Europa deberían ser los primeros en exigir para cristianos y judíos en los países islámicos el respeto y la libertad que exigen para sí mismos en Europa.

En este sentido, ya va siendo hora de señalar que el problema que tiene Europa no es la "islamofobia", sino el extremismo islámico. La islamofobia no ha provocado masacres terroristas como la del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, la del 11 de marzo de 2004 en Madrid o la del 7 de julio de 2005 en Londres. Fueron islamistas. Si el Islam no se esfuerza por corregir sus errores y moderarse, ¿qué clase de respeto es el que nos pide?

ELENTIR

viernes, 27 de enero de 2023

‘Esto no es un hecho aislado, hay una gran cantidad de detenidos por yihadismo’ (Rubén Pulido)



Duración 8:27 minutos

Así fue el ataque terrorista de Algeciras



Duración 2:24 minutos

https://youtu.be/Tucp_2Qcvis

Algeciras, Vox y la cara dura de la izquierda sobre inmigración ilegal, okupas e islamismo



Izquierda política y mediática no rectifican ni ante el asesinato de un sacristán

En las últimas horas se han conocido varios detalles sobre el individuo que cometió el asesinato de un sacristán en Algeciras este miércoles.



El asesino es un inmigrante ilegal, islamista y okupa

Yassine Kanjaa, que es como se llama el autor del crimen, entró ilegalmente en España procedente de Marruecos, se había decretado su expulsión desde hace meses -pero seguía en España-, era un islamista radical y residía en una casa "okupa" de Algeciras. Para más inri, sus actos han demostrado que le movía el odio al Cristianismo, como ha quedado patente con su asesinato de un sacristán, las heridas graves que le provocó a un sacerdote y sus ataque a iglesias.

Un fruto más de las políticas irresponsables de la izquierda

A la vista de estas características, lo mejor que podría haber hecho la izquierda política y mediática es guardar un vergonzoso silencio en torno a este crimen, porque si por algo se caracteriza la izquierda es por su constante intento de alimentar el odio al Cristianismo, amparar a los okupas y ser tolerante con la inmigración ilegal y el Islam radical (recordemos, sin ir más lejos, los vínculos de Podemos con un régimen islamista como el de Irán). Son las políticas izquierdistas las que han creado el caldo de cultivo ideal para este crimen. Las mismas políticas izquierdistas que han sumido en la inseguridad a tantos barrios alejados de los chalets en los que residen los políticos progres que se muestran tan permisivos con la inmigración ilegal, los okupas y el islamismo.

En vez de pedir perdón, la izquierda se lanza a atacar a Vox

Ante lo ocurrido en Algeciras, la izquierda debería sentirse avergonzada y pedir perdón por lo que está haciendo. Pero si por algo se caracteriza la izquierda es por su absoluta falta de vergüenza, que le lleva a provocar problemas y después no asumir ninguna responsabilidad al respecto. Es más: para la izquierda, la culpa siempre es de otros. Y como de costumbre, la izquierda mediática se ha lanzado a atacar precisamente a Vox, el partido que lleva años alertado de los peligros de la inmigración ilegal, los okupas y el islamismo. Podemos ver aquí algunos ejemplos de la basura que han publicado algunos medios de izquierda y de extrema izquierda en las últimas horas:

En la misma línea, la ministra podemita Ione Belarra ha tachado de "miserable" a Vox por reiterar lo que viene denunciando desde hace años. Y por mucho que mientan y manipulen, Vox no ataca a los inmigrantes, sino que critica la inmigración ilegal. Que los propagandistas de la izquierda quieran confundir una cosa y la otra es algo normal, pero no deja de ser muy ruin.

Lo realmente miserable es lo que está haciendo la izquierda con sus políticas

Contestando la rabieta de la izquierda, pues no, miren: lo miserable es dar barra libre a la inmigración ilegal, a los okupas y al radicalismo islámico, que es lo que viene haciendo la izquierda desde hace años, simplemente porque tiene la esperanza de pescar votos entre esos colectivos. Lo miserable es la permisividad de la izquierda con toda clase de maleantes, que está provocando que muchos barrios sean inseguros, que haya muchos vecinos ya no se atreven a salir solos a la calle o que tienen miedo de dejar sus viviendas solas sus viviendas por si se mete un okupa en ellas. Lo miserable es que las políticas de la izquierda hayan traído a ese asesino islamista a España y le hayan dejado quedars, de la misma forma que han traído a violadores, maltratadores y otros delincuentes que se han aprovechado del coladero de este gobierno en materia de inmigración.

Aquí, en España, los auténticos racistas son los que piensan que los españoles tenemos que aguantar de todo a los inmigrantes ilegales porque nos consideran "blancos opresores" y a ellos los ven como "racializados oprimidos" a los que les debemos toda clase de disculpas y de reparaciones por el mero hecho de tener la piel más clara. Los demagogos son los políticos de izquierdas que les dicen a los españoles que ellos defienden a los más pobres, pero luego les llenan los barrios de delincuentes mientras esos políticos se van a vivir a chalets en barrios acomodados y seguros, a costa del sueldo que les pagan los españoles a los que han engañado.

Los que estigmatizan son los que te llaman "racista" y "xenófobo" por rechazar la inmigración ilegal y por denunciar el radicalismo islámico, dos posiciones absolutamente legítimas que para nada tienen que ver con el odio por motivos raciales o de nacionalidad. Es más: muchos inmigrantes legales, incluyendo muchos musulmanes, han llegado a España huyendo de esos fanáticos islamistas, y ahora se encuentran con la desgracia de tener que padecerlos también aquí por la irresponsabilidad de nuestros políticos de izquierdas y de sus corifeos mediáticos.

Para terminar, los que están rompiendo nuestra convivencia son los que quieren barra libre para okupas, inmigrantes ilegales e islamistas con la esperanza de conseguir entre ellos los votos que no obtienen entre los españoles y los inmigrantes legales que viven honradamente, que pagan sus impuestos y que no hacen mal a nadie

Es el mismo gobierno que ha beneficiado a cientos de violadores con la ley del "sólo sí es sí". No dejan de hacer favores a quienes se saltan la ley, a quienes quieren vivir a costa de los demás y a quienes quieren imponernos el Islam más extremista, y aún tienen la cara dura de llamar "miserable" al partido que se opone a todas sus fechorías.

Elentir