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miércoles, 30 de mayo de 2018

El concepto mítico de pueblo es un peligro para la democracia


 
 
 

Sobre el cardenal electo, monseñor Toribio Ticona


EL INFIERNO (II) (Capitán Ryder)

En este post, Monseñor Segur, desgrana la infinidad de testimonios históricos, proféticos, evangélicos que hacen referencia al infierno.
El Señor, en su infinita misericordia, ha impreso en la conciencia de todos los pueblos esta gran verdad, para que todos ellos tengan su oportunidad de alcanzar la salvación.
Vamos con algunos, de los infinitos, testimonios que ponen de manifiesto esta gran e incomoda verdad, hoy en día.
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Desde un principio se encuentra consignada claramente la existencia de un infierno eterno de fuego en los más antiguos libros conocidos, los de Mises … En ellos se encuentra el nombre mismo del infierno, con todas sus letras.

Así, en el capítulo decimosexto del libro de los Números, vemos a los tres levitas Coré, Dathan y Abiron que habían blasfemado de Dios y rebelándose contra Moisés, “tragados por el infierno”, repitiendo el texto: “Y bajaron vivos al infierno; y el fuego que hizo salir el Señor devoró a otros doscientos cincuenta rebeldes”.

Moisés escribía esto más de mil seiscientos años antes del nacimiento de nuestro Señor, es decir, hace cosa de tres mil quinientos años.

En el Deuteronomio dice el Señor por boca de Moisés: “se ha encendido en mi cólera el fuego, y sus ardores penetrarán hasta las profundidades del infierno”.

En el libro de Job, escrito también por Moisés, según parecer de los más grandes sabios, los impíos, cuya vida rebosa de bienes, y que dicen a Dios: “No tenemos necesidad de Tí, no queremos tu ley: ¿para qué servirte y rogarte?” esos impíos caen de repente en el infierno.

Job llama al infierno “la región de las tinieblas, la región sumergida en las sombras de la muerte, la región de las desdichas y las tinieblas, en la que no existe orden alguno, pero donde reina el horror eterno". He aquí testimonios ciertamente más que respetables y que se remontan a los más apartados orígenes históricos.

Mil años antes de la Era cristiana, cuando no se trataba aún de historia griega ni romana, David y Salomón hablan con frecuencia del infierno como de una gran verdad, de tal modo conocida y admirada de todos, que no hay necesidad de demostrarla. En el libro de los Salmos, David dice, entre otras cosas, hablando de los pecadores: “Sean arrojados al infierno; que los impíos sean confundidos y precipitados al infierno”. Y en otra parte habla de los “dolores del infierno”.

Salomón no es menos explícito. Refiriendo los propósitos de los impíos que quieren seducir y perder al justo, dice: “devorémoslo vivo, como hace el infierno”. Y en aquel hermoso pasaje del libro de la Sabiduría, en que tan admirable pinta la desesperación de los condenados, añade: “He aquí lo que dicen en el infierno, aquellos que han pecado, pues la esperanza del impío se desvanece como el humo que el viento se lleva”.

En otro de sus libros, llamado Eclesiástico, dice también: “La multitud de los pecadores es como un manojo de estopa, y su último fin es la llama de fuego; tales son los infiernos y las tinieblas y las penas”.

Dos siglos después, más de ochocientos antes de Jesucristo, el gran profeta Isaías decía a su vez: “¿Cómo has caído de lo alto de los cielos, oh Lucifer? Tú que decías en tu corazón: Yo subiré hasta el cielo y seré semejante al Altísimo, te vemos precipitado en el infierno, en el fondo del abismo”

En otro pasaje de sus profecías, Isaías habla del fuego, “del fuego eterno del infierno”. "Los pecadores, dice, deben temblar de espanto. ¿Quién de vosotros podrá habitar en el fuego devorador, en las llamas eternas?"

El profeta Daniel, que vivió doscientos años después de Isaías, dice, hablando de la resurrección final y del juicio: “Y la muchedumbre de aquellos que duermen en el polvo, se despertarán, los unos para la vida eterna, los otros para un oprobio que no acabará nunca”.

Existe igual testimonio de los demás profetas, hasta el precursor del Mesías, San Juan Bautista, el cual habla al pueblo de Jerusalén del fuego eterno del infierno, como de una verdad de todos conocida y de la que nadie jamás ha dudado. Hablando de Cristo que viene, exclama:  "En su mano tiene el bieldo y limpiará su era y recogerá su trigo (los elegidos) en el granero, pero la paja (los pecadores) la arrojará al fuego inextinguible” (Mt 3, 12)

La antigüedad pagana, griega y latina, nos habla igualmente del infierno y de sus terribles castigos, que no tendrán fin. Bajo formas más o menos exactas, según que los pueblos se alejaban más o menos de las tradiciones primitivas y de las enseñanzas de los Patriarcas y Profetas, se encuentra siempre la creencia de un infierno, de un infierno de fuego y de tinieblas.

Tal es el Tártaro de los griegos y de los latinos. “Los impíos que han despreciado las santas leyes, son precipitados en el Tártaro para no salir jamás, y para sufrir allí horribles y eternos tormentos”, dice Sócrates, citado por Platón, discípulo suyo.

Y Platón dice también: “Debe prestarse fe a las antiguas y sagradas tradiciones, que enseñan que después de esta vida el alma será juzgada y castigada severamente, si no ha vivido como convenía”. Aristóteles, Cicerón, Séneca, hablan de las mismas tradiciones, que se pierden en la noche de los tiempos.

Homero y Virgilio las han revestido de los colores de su inmortal poesía. ¿Quién no ha leído la relación de la bajada de Eneas a los infiernos, donde bajo el nombre de Tártaro, de Platón, etc, hallamos las grandes verdades primitivas, desfiguradas, pero conservadas por el Paganismo? Los suplicios de los malos son allí eternos, y uno de ellos está pintado como “fijo, eternamente fijo, en el infierno”


El infierno, Monseñor Segur
Capitán Ryder

¿Por qué el aborto es importante para la izquierda? (José Carlos Rodríguez)


Un grupo de feministas reclama la legalización del aborto en Argentina.

La práctica de matar a los hijos incluso antes de que éstos nazcan no es en absoluto nueva. Lo que es reciente es la creación de un movimiento social que defiende el derecho de los padres, y en particular el de las madres, de practicar un aborto. De hacerlo, además, por consideraciones que van más allá de la salud de la madre, como pueden ser el hecho de que la concepción no haya sido deseada, o de que rompa sus planes vitales, o sus expectativas profesionales o económicas. También se ha defendido como un instrumento ideal para mejorar la sociedad, por medio del control de la natalidad que permitiría bien limitar la población, bien hacerla más perfecta desde el punto de vista racial. Incluso se ha utilizado como medio de protesta por las condiciones laborales.

En la historia de este movimiento se suele citar a la inglesa Marie Stopes, pero ella era una firme defensora del control de la natalidad, pero no del aborto, y prefería buscar alternativas a terminar de manera dramática la llegada de un bebé no deseado. Para ella la alternativa era la prevención por métodos anticonceptivos. Stopes creó la Sociedad para el Control Constructivo de la Natalidad y el Progreso Racial. Al otro lado del Atlántico, Margaret Sanger tenía una posición muy parecida, favorable al control de los nacimientos para la mejora de la raza, pero crítica con el aborto.

Ya a comienzos del siglo pasado, Stella Browne planteó el derecho al aborto, y lo hizo en unos términos que nos resultan familiares. Si la mujer podía acabar con la vida de su hijo antes de que naciera, tendría un control total sobre su cuerpo y su sexualidad. También asumió las teorías de Thomas R. Malthus, según las cuales hay que elegir entre la prosperidad y el crecimiento de la población.

Esos términos, los expuestos por Stella Browne, son los que se han impuesto en el movimiento pro aborto: Liberada de la necesidad de tener que continuar con un embarazo, deseado o no, la mujer tiene más opciones para organizar su vida. Se pone en pie de igualdad con el hombre, cuya vinculación con la persona concebida es menor. Y llegamos así a la nueva sociedad, en la que encajan las expresiones “liberación de la mujer” e “igualdad real entre hombres y mujeres”.

No es casualidad que los primeros éxitos del movimiento pro abortista tuviesen lugar en regímenes totalitarios. En Rusia se legalizó en 1920. En la alemania nacional socialista, en 1938. La URSS fue el primer régimen que impuso el aborto libre y gratuito. Tiene una lógica aplastante, pues en un sistema socialista el control es más fácil cuando la población es menor. Eso lo entendía Lenin perfectamente. No en vano, inició una guerra contra su propio pueblo de un alcance y brutalidad desconocidas para la humanidad hasta entonces, y el objetivo de crear esa maquinaria de exterminio era el control político.
“Si transige con el aborto, la Iglesia pone en peligro todo el dogma. La izquierda lo sabe, y entiende que la religión católica, y en realidad el cristianismo en general, son un obstáculo para sus planes”
Las pretensiones del régimen nazi eran menos ambiciosas, y más en línea con la moral progresista de entonces. Cuando se habla de darwinismo social se suele pensar en William Graham Sumner y “la supervivencia del más apto”, pero el mayor influjo de Darwin en el pensamiento social fue en la izquierda.

Y con un razonamiento en principio atractivo: Todos los animales están sometidos a las leyes de la evolución; todos menos el hombre. El hombre es el único que conoce el ambiente y las condiciones de esa evolución, y que puede cambiarlos. Si lo hace, habrá tomado el control de su propia evolución, y será capaz de crear una sociedad sobre bases nuevas. Y con esas ideas, al servicio del socialismo y de un racismo asumido como científico, el movimiento progresista internacional abrazó la eugenesia como una de las principales palancas del progreso.

La Alemania de los años 30’ y 40’ fue la primera en llevar a cabo esos objetivos a gran escala. Y el aborto era un engranaje imprescindible de esta construcción. Después de la guerra, el gusto por la eugenesia ha decaído mucho, sin llegar a desaparecer. Y los argumentos en favor del aborto siguen las líneas de Stella Browne.

Estos son los términos que ha puesto el movimiento pro aborto sobre la mesa. Lo que yo planteo es cuáles son los motivos por los que esta cuestión es tan importante dentro de la izquierda. Por un lado, la igualdad de resultados es propia de la izquierda. Por otro, autores como Miguel Delibes veían incoherente que la izquierda se postulara como adalid de los desfavorecidos y permitiese el crimen definitivo sobre los seres humanos más indefensos. ¿Dónde hay que buscar el motivo de que sea tan importante para la izquierda?

A mi modo de ver donde hay que mirar es a la Iglesia. La Iglesia siempre defenderá al nonato. No hacerlo supondría desechar la mano divina nada menos que en la concepción de las personas. Si transige con el aborto, la Iglesia pone en peligro todo el dogma. La izquierda lo sabe, y entiende que la religión católica y, en realidad, el cristianismo en general, son un obstáculo para sus planes, porque plantean una visión del hombre radicalmente distinta de la suya.

Por eso tiene que defender al aborto. Porque, y aquí llegamos al núcleo del asunto, el aborto es un instrumento político poderosísimo. Pongámonos en la situación de una mujer que ha abortado, o que ha decidido hacerlo, o incluso que se plantea que tendrá que tomar esa decisión en el futuro. Por un lado tiene a la Iglesia acusándola de acabar con la vida de un ser humano, de una persona en potencia. No hace falta recurrir a palabras como “crimen” para que esa acusación caiga con todo el peso moral que asumimos para otros casos en los que se mata a alguien. Por otro lado, tiene a un movimiento que no sólo le dice que no tiene culpa, sino que utiliza los términos más duros para la Iglesia, y le promete que por ese camino, el de la elección sobre el progreso del embarazo, llegará a la plena realización personal. ¿Qué posición es más fácil de asumir? Y una vez asumida, ¿no será más fácil dejar de lado todo lo que se asocie a la Iglesia y su visión de la vida?

Este es el reto al que se enfrenta la Iglesia. Y, a la vista de lo que ha ocurrido en Irlanda, es un reto difícil de superar.

José Carlos Rodríguez

Construir el futuro sobre la ley divina y natural (Roberto de Mattei)



Hace cuarenta años, ​e​l 22 de mayo de 1978, ​con el nombre de Ley 194 para la interrupción del embarazo, se aprobó en Italia, por parte de una clase dirigente democristiana, el homicidio de Estado en masa.

Digo homicidio porque la ley 194 establece la licitud de eliminar al ser humano inocente en el vientre de su madre. Y homicidio de Estado, porque es un crimen aprobado, organizado y costeado por el Estado italiano. Homicido en masa, porque, según cálculos oficiales, las víctimas del aborto en Italia se aproximan a los seis millones, cantidad superior, con diferencia, al total de las bajas mortales en todas las guerras y catástrofes naturales desde la fundación del Estado italiano (1861) hasta la fecha.

Emma Bonino, que junto con Marco Panella luchó con uñas y dientes por la aprobación de dicha ley, en una videoentrevista concedida el pasado 22 de mayo a La Repubblica, afirmó que la ley 194 «ha funcionado». Como puede funcionar también una guillotina o un horno crematorio, dicho así sin la menor consideración por las víctimas asesinadas. Eso sí –añadió Bonino–, al cabo de cuarenta años es necesario «hacer la revisión técnica», es decir, perfeccionar la ley, porque algo no anda bien.

¿Cuál es el problema? La altísima objeción de conciencia por parte de los médicos, que impide una aplicación plena y concienzuda de la ley.

A Bonino le tiene sin cuidado cuáles sean las razones de dicha objeción de conciencia; lo que le importa es que la ley funcione, que prosiga la carnicería, y por eso fomenta una mayor difusión del aborto farmacológico por medio de la píldora abortiva RU 486, a la cual todavía recurren pocas mujeres. Como tantos abortistas, Emma Bonino, considera evidentemente al niño una excrecencia del cuerpo de la madre; si acaso, admitiendo que se trate de una vida humana lo que se desarrolla a lo largo de nueve meses en el seno materno, hace suya la perspectiva por la que los intereses del Estado, la raza, la clase obrera o el individuo justifican la eliminación de un inocente. 

Esta mentalidad sólo tiene un nombre, digámoslo claro y alto: barbarie

Bonino ni se da cuenta de que algo está cambiando en el mundo, de que ya no son sólo las marchas feministas las que llenan las calles, sino las marchas por la vida como las celebradas el pasado 19 de mayo en Roma y el 20 de mayo en Argentina. La prensa, en general, no hace caso de estos actos, pero no se puede contener una protesta que procede de la ley natural escrita con caracter indelebles en el corazón de todo hombre

Presionado por el movimiento pro vida, en menos de un año el presidente Trump ha hecho en EE.UU. más de lo que hicieron sus precedesores en los últimos treinta años. La propia China comunista, tras el fracaso de la desgraciada política del hijo único, ha decidido que a partir de principios de 2019 se revocarán los límites fijados hasta ahora a los nacimientos.

En Italia se está formando un nuevo gobierno. Es lamentable que el llamado pacto de gobierno los temas importantes como la vida y la familia brillen por su ausencia y sólo se tenga en cuenta el aspecto meramente económico. 

Sin embargo, como señaló Virginia Coda Nunziante, si lo único que se entiende es el lenguaje económico, bastaría para empezar con los 200 a 300 millones del gasto público que se dedican cada año a asesinar a nuestros niños e invertirlos en hacer más rentable, no el negocio del aborto, sino el sistema sanitario nacional. 

Uno de los motivos de la crisis de nuestro país es el desplome demográfico causado por el aborto y la contracepción, fruto a su vez de una cultura hedonista y relativista

No se podrá salir de la crisis si no se invierten los presupuestos de la cultura de la muerte. 

Ése es el mensaje de la Marcha por la Vida y otras iniciativas recientes como las de CitizenGo y Pro Vita Onlus, pero también del empeño de tantos jóvenes, grupos y asociaciones que no se rinden, que siguen adelante y que sustituirán esta Italia actual en descomposición por otra que redescubra la ley divina y natural sobre la que edificar su propio futuro.

(Traducido por Bruno de la Inmaculada)

Roberto De Mattei

Noticias varias 29 de mayo de 2018



Infovaticana

Las élites globalistas, exultantes con el resultado del referéndum irlandés

Los que han votado sí al aborto “deberían confesarse” (Ver también en Life Site News)

El sacerdote Hartley Sartorius responde a las calumnias de Jesús Bastante, de Religión Digital


One Peter Five

Irlanda elige la muerte



P. Dwight Longenecker

IRLANDA Y EL FIN DEL CATOLICISMO CULTURAL

Il Settimo Cielo

Últimas noticias desde Santa Marta: hay un complot de los EE.UU. contra el acuerdo entre Roma y Pekín (Sandro Magister)

Infocatólica


Adelante la Fe


Carta abierta a los Diputados argentinos sobre la ley del aborto (Padre Jorge Luis Hidalgo)

Katholisches


La Nuova Bussola Quotidiana

La Iglesia de Milán secuestrado por el encanto del Ramadán

Boletín del Vaticano

Audiencia a la delegación de la Federación Internacional de las Asociaciones de los Médicos Católicos , 28.05.2018

Selección por José Martí

La solución final irlandesa (Bruno Moreno)


“Durante unos quince años, pasamos las vacaciones de verano en Irlanda. Cada año me preguntaba qué era lo que parecía faltar en las calles inglesas cuando volvíamos a casa.
Por fin, caí en la cuenta. En Knightstown, en la isla de Valentia, condado de Kerry, había una residencia, feliz y reluciente, para personas con síndrome de Down. Conocíamos a algunas de ellas, las saludábamos y éramos saludados alegremente por ellas cada año, cuando llegábamos allí. Eran miembros aceptados de la comunidad.
Esos rostros faltaban y siguen faltando en las calles de Inglaterra. Hace décadas que faltan. Porque, ya saben, no hay lugar para esos rostros en un Estado moderno.
Igual que, después de las homicidas deportaciones de millones de judíos a los campos de concentración por Hitler, había rostros que faltaban en las calles de las ciudades, poblaciones y aldeas de Alemania.
El Primer Ministro Leo Varadkar está recibiendo alabanzas eufóricas. ¿Y quién podrá negar que las merece, después de haber puesto en marcha la Solución Final para el problema del síndrome de Down?”.
P. John Hunwicke , el blog mutuo enriquecimiento
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Coda: Poco se puede añadir, más allá de recordar, para nuestra eterna vergüenza, que España se sumó hace tiempo a esa solución final. Dios tenga misericordia de nosotros, porque lo vamos a necesitar.