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lunes, 20 de enero de 2025

(716) El poder del Maligno es hoy muy grande (José María Iraburu)



–Apostasía o Reforma

Nota previa. «El que avisa no es traidor». En este artículo repetiré veinte veces lo que se afirma en el título. Y lo hago precisamente para superar el silenciamiento generalizado acerca de una gran verdad: el poder del Demonio se acrecienta mucho donde la Iglesia se debilita y disminuye mucho. Realidad que se da hoy con frecuencia en Occidente.

Es un silencio que va de la Santa Sede hasta los últimos cristianos. En no pocas naciones occidentales de antigua filiación cristiana, se ignora fríamente esa profunda y extensa apostasía de Cristo y de la Iglesia. Y al mismo tiempo se ignora tranquilamente el poder creciente del Demonio sobre esas naciones. Veinte veces o las que sean insistiré en esa grave verdad. Repetitio est mater studiorum. A ver si la repetición supera al silencio.

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Hace quince años inicié este blog con el título Reforma o Apostasía. Y en este tiempo el abandono de la fe y de la vida en la Iglesia se ha acelerado grandemente en Occidente. (Hablo de «Occidente» sin marcar sus límites, porque sería muy difícil hacerlo, si no imposible). En muchas Iglesias locales, por ejemplo, sólo una pequeña minoría de bautizados católicos frecuenta la Misa dominical. Casi todos los matrimonios aceptan la práctica habitual de la anticoncepción, como un progreso al que no deben renunciar los cristianos por serlo. Y en política no se tiene inconveniente en dar el voto a partidos abortistas, divorcistas y adulteristas. No hay apenas vocaciones sacerdotales o religiosas. La llama de la Eucaristía se apaga cada año en muchos altares. Se venden iglesias y conventos…

Todo esto indica que el Poder del Demonio ha crecido mucho, y que el de la Iglesia ha decrecido otro tanto. No son ahora excesivas las palabras de San Juan: «El mundo entero está bajo el Maligno» (1Jn 5,19). Se nos queda atrás el título Reforma o Apostasía, y estamos ya en Apostasía o Reforma.

–Demonio, mundo y carne

Los tres enemigos del Reino de Cristo en este mundo están unidos entre sí, como los ángulos de un triángulo recto. El Demonio es el jefe del ejército de ángeles caídos, tentadores de los hombres y enemigos de Dios. El mundo es la parte de la humanidad sujeta a él, y ajena, rebelde a Dios. Y la carne es la naturaleza humana caída, herida por el pecado original, el de Adán, pecado prolongado por nuestros pecados personales.

La parábola del sembrador se encuentra en los tres evangelios sinópticos (Mt 13,2-9; Mc 4,1-9 y Lc 8,4-8). Y en la explicación de la parábola (Mt 13,18-23; Mc 4,18-20 y Lc 8,11-15), enseña Cristo que los tres enemigos de la siembra del Evangelio son el Maligno-Satanás-Diablo + la Carne-debilidad, sin-raíces + el Mundo, las riquezas.

El pecado original «mudó a todo el hombre «en peor», según el cuerpo y el alma» [la carne, el hombre carnal], y esa naturaleza herida –no otra– es la que se ha transmitido a todos los hombres (529, Orange II: Denzinger 371-373). Esta es la doctrina revelada en la Sagrada Escritura y continua en la Tradición. Es la que enseña el concilio de Trento (1546) en el Decreto sobre el pecado original (Denz 1510-1516): Nace el hombre «inclinado al mal», con su imagen nativa de Dios desfigurada, destinado a la muerte y sujeto al poder de aquél «que tiene el imperio de la muerte, es decir, del diablo» (Heb 2,14).

Y solamente Cristo Salvador puede dar al hombre por el Espíritu Santo un nacimiento nuevo, como hijo de Dios, que libera del Maligno: «No hay otro nombre [Jesucristo] bajo el cielo en el que podamos salvarnos» (Hch 4,2).

–Predominio de Cristo en el mundo medieval


Cristo es el Rey de la Edad Media cristiana. Y como ya expuse [blog 707], lo es por medio de su Iglesia, que impulsa y mantiene la mentalidad religiosa, la sanación de la razón por la fe y de la voluntad por la caridad, la evangelización de todas las costumbres e instituciones fundamentales: el matrimonio, el templo, la escuela, la universidad, el derecho y el deber, el arte en todas sus formas, en liturgia, poesía y música, historia y literatura, vestidos, arquitectura, … Todo estaba marcado por el influjo de Jesucristo Salvador y de su única esposa, la Iglesia católica. Las apariciones de la Virgen son sin lágrimas.

También se cometían pecados, por supuesto, pero se predicaba y se suscitaba el arrepentimiento y el sacramento de la penitencia. Y no se pensaba ni se decía bueno lo que realmente es malo, como, por ejemplo, el aborto o el adulterio. Lo malo se daba escasamente, producía escándalo, y era visto por la sociedad como un pecado.

Ya cité [blog 714] la encíclica Inmortale Dei de León XIII (1885), donde refutó ampliamente la leyenda negra que los enemigos de Cristo habían difundido sobre la Edad Media, caracterizándola como tenebrosa, cruel y falsa. Afirma y demuestra que «hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados… Organizada de este modo la sociedad civil, produjo bienes superiores a toda esperanza» (n. 9)… La Edad Media fue para el Demonio un tiempo muy duro.

–Predominio del Demonio en el mundo actual

«No queremos que Él reine sobre nosotros» (Lc 19,14). Pasada la Edad Media y su unidad espiritual católica, el rechazo de Cristo Rey se fue iniciando en el siglo XVI en forma de rechazo de la Iglesia Católica, que es la presencia y autoridad de Cristo en el mundo. Y muy especialmente se realizó en Martín Lutero, que tuvo una poderosa fuerza religiosa e incluso política para afirmar y difundir su rechazo [blog 708]. En diferentes derivaciones religiosas o filosóficas, su espíritu rebelde y herético, fue difundiéndose en los siglos posteriores.

Pero siempre –todavía– la rebeldía anti-Iglesia halló durante siglos resistencia y superación en grandes fuerzas de la Católica: en el concilio de Trento, la Compañía de Jesús [blog 709], la reforma del Carmelo, Santa Teresa y San Juan de la Cruz [blog 710]; en grandes congregaciones religiosas; Obispos y Diócesis y tantos otros Santos y Pastores sagrados.

Los documentos más fuertemente combativos fueron los de los Papas. En artículos anteriores recordé a algunos: el beato Pío IX [blog 713], Qui Pluribus, Cuanta Cura, Syllabus; los de León XIII [blog 714], Divinum Illud Munus, Libertas Praestantissimum, Humanum Genus; y muy especialmente San Pío X [715], Lamentabili, la gran encíclica Pascendi y el Juramento Antimodernista. Otros grandes testigos de Cristo hubo en la Sede de Pedro, en especial Pío XII.

Vuelvo al subtítulo. En el Occidente descristianizado, estando las Iglesias locales en avanzado estado de postración y disminución, el poder del Demonio es el más fuerte en muchas naciones. Su influjo prevalece en casi todos los principales campos: escuelas y universidades, costumbres y leyes –leyes criminales, duramente aplicadas–, prensa y radio, televisión, aborto y eutanasia, divorcio y adulterio, política, espectáculos y modas, negocios, homosexualidad activa y transgénero, etc. Se realiza así en un grado misterioso la afirmación del apóstol San Juan: «El mundo entero está bajo el Maligno» (1Jn 5,19).

–Hoy son muchos los cristianos «no practicantes», o quizá simplemente «apóstatas». Abandonan a Jesucristo, los sacramentos, los caminos del Evangelio, el seguimiento del Pastor que salva. Quizá porque no creen que haya una cuestión de «salvación» eterna. Y aunque no faltan entre ellos quienes guardan un recuerdo positivo de Cristo, en la realidad, los no-practicantes vienen a asimilarse a los apóstatas.

Muchos de ellos piensan que alejándose de Cristo y de su Iglesia, quedan en «tierra de nadie». Pero están engañados. En realidad, «dejando la senda recta, se extraviaron, y siguieron el camino de Balam» (2Pe 2,15). San Pedro les dedica un tremendo capítulo de su segunda carta. Transcribo unas pocos versículos:

«Si una vez retirados de las corrupciones del mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, de nuevo se enredan en ellas y se dejan vencer, sus postrimerías se hacen peores que sus principios. Mejor les fuera no haber conocido el camino de la justicia, que después de conocerlo, abandonar los santos preceptos que les fueron dados» (20-21).

En el caso de los apóstatas plenos es notable que algunos de ellos muestran un celo difusor de sus diabólicas mentiras bastante superior al empeño que muchos cristianos dedican a la defensa y difusión de la fe. Esto se nota mucho, sobre todo, en la vida política.

Por otra parte, el poder formidable del Demonio en este mundo actual tiene una confirmación indiscutible. Y es que hoy los cristianos constituyen en el mundo el grupo social más perseguido, según afirman Agencias fidedignas. La vinculación a Cristo, Señor del cielo y de la tierra, cuanto más profunda y pública sea en un cristiano, halla hoy en la mayoría de los asuntos de la sociedad actual, más resistencia que ayudas, más rechazo que apoyo social, más desprecio que estima. También se alzará un muro del silencio cuando los cristianos sean perseguidos, asesinados, encarcelados por resistirse a leyes criminales. Todo eso «no es noticia» para los medios apóstatas, bien sujetos al Padre de la Mentira. Es normal… Está claro: del mundo actual postcristiano se puede decir con toda verdad: corruptio optimi pessima (la corrupción de lo mejor es lo peor). Los diagnóstico del apóstol San Juan en el siglo primero hallan hoy también exacto cumplimiento.

«Lo que hay en el mundo –la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la arrogancia del dinero–, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo» (1Jn 2,16). Lo que el mundo actual imprime en nuestro pensamiento y conducta, si no lo evitamos con la gracia de Cristo, «no es la sabiduría que baja de lo alto, sino la terrena, animal y diabólica» (Sant 3,15). «Adúlteros. ¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por tanto, si alguno quiere ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios» (4,4).

* * *

–Es común en los santos una captación muy viva de los males del mundo. Ellos ven lo que muchos otros cristianos, Pastores o fieles, más o menos mundanizados, no alcanzan a ver. Y si no lo ven, no podrán evitarlo –lo asumen–, ni denunciarlo y combatirlo. Pero el concilio Vaticano II enseñó rectamente que «a través de toda la historia humana existe una dura batalla contra el poder de las tinieblas» (GS 37b), batalla librada en los últimos veinte siglos por la Iglesia con la fuerza de Cristo. Pero hoy son muy pocos los cristianos conscientes de esa realidad, silenciada notablemente en el Postconcilio. Ni siquiera se han enterado de que estamos en guerra –sobre todo si les va bien en el mundo–. El texto citado por el Vaticano II viene a decir lo de Cristo: «No piensen que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada» (Mt 10,34). Sí, los cristianos estamos en guerra contra el mundo del Demonio.

Recordaré algunos ejemplos de esa santa lucidez de los Santos para reconocer el pecado del mundo, escondido a veces. Y que incluye el lado mundanizado de la Iglesia. Estos santos que cito tenían delante un mundo en el que casi todos eran «cristianos».


+Santa Teresa de Jesús (+1582)

Dice que quien llega por gracia de Dios a la contemplación, ve en el mundo innumerables males: «¡Qué señorío tiene un alma que el Señor llega aquí, que lo mira todo sin estar enredada en ello!; ¡qué corrida está del tiempo que lo estuvo, qué espantada de su ceguedad, qué lastimada de los que están en ella, en especial si es gente de oración y a quien Dios ya regala! Querría dar voces para dar a entender qué engañados están… Ve que es grandísima mentira y que todos andamos en ella… No hay ya quien viva, viendo por vista de ojos el gran engaño en que andamos y la ceguedad que traemos… ¡Oh, qué es un alma que se ve aquí, ver esta farsa de esta vida tan mal concertada! Todo la cansa, no sabe cómo huir; vése encadenada y presa; anda como perdida en tierra ajena» (Vida 20,25-26; 21,4.6). Es lo decía San Pedro: vivid en el mundo «como extranjeros y peregrinos» (1Pe 2,11). O San Pablo: «no os configuréis a este mundo» (Rm 12,2).


+San Claudio La Colombière (+1682)

«La depravación es hoy mayor que nunca.y nuestro siglo, cada día más refinado, parece también corromperse cada vez más… Existe en medio de nosotros un mundo reprobado y maldito de Dios, un mundo del que Satanás es señor y soberano, un mundo por el cual el Salvador no ha ofrecido oraciones a su Padre, un mundo que Jesucristo ha reprobado y del cual ha sido siempre rechazado… Ese mundo está donde reina la vanidad, el orgullo, la molicie, la impureza, la irreligión. Está allí donde menos se hace caso de las normas del Evangelio, y donde incluso se glorían de seguir otras contrarias». (Fragmentos De la fuite du monde, en Écrites 295-296).

+San Luis María Grignion de Montfort (+1716)

«Nunca ha estado el mundo tan corrompido como hoy»… El planteamiento de Monfort, recuerda al de San Ignacio en las dos Banderas. Es el de Cristo. «Ahi tenéis dos bandos, con los que a diario nos encontramos, el de Jesucristo y el del mundo… A la derecha, el de nuestro Salvador: sube por un camino estrecho y angosto como nunca, a causa de la corrupción del mundo» [Mt 25,33; 7,14]… «A la izquierda, el bando del mundo, el del demonio, espléndido y brillante… En él los caminos son anchos y más espaciosos que nunca… [«y llevan a la perdición», Mt 7,13] … Multitudes transitan por ellos… Están sembrados de flores… A la derecha, el pequeño rebaño que sigue a Cristo [Lc 12,32]. Son pocos los que entran por esos caminos angostos, «pues los que son de Jesucristo han crucificado sus bajos instintos con sus pasiones y deseos» [Gal 5,24]; para ser discípulos de Cristo, han de tomar su cruz de cada día y seguirle [Lc 9,23] (Carta a los Amigos de la Cruz, 7).

+San Pablo de la Cruz (+1775):

«¿Qué podemos hacer de este mundazo, donde no se respira otra cosa que un aire de pecado que apesta?» (Cta. a hija de Sra. Ercolani 19-VI-1762). «Les recuerdo, y quisiera escribirlo más con lágrimas de sangre que con tinta, que este pobre mundo está inundado casi por todas partes de iniquidad y que Dios se halla sobre manera ofendido [… ] ; se ve tan ofendido, despreciado y ultrajado por la mayor parte de los cristianos» (Cta. a hnas. Valerani 12-VII-1742).

+San Antonio María Claret (+1870)


«El mundo siempre ha sido mundo inmundo, pero en el día está asqueroso y puesto en entera malignidad. Nos amenazan grandes calamidades. España está fatal y cada día se pone peor… El carro del mal corre como el vapor [va muy rápido], y el curso del bien está completamente paralizado» (Cta. al P. Galdácano 8-II-1858).

¿Se podrían afirmar actualmente con verdad estos tremendos diagnósticos de nuestro mundo? Si así fuera, que así parece, habría que decirlas, y con urgentes apremios a la conversión. Pues bien, hoy se cumple lo que aquellos Santos dijeron con más verdad que en su tiempo. Y son necesarias palabras muy graves, que susciten muy graves diagnósticos y acciones… A grandes males, graves remedios. Habría que convocar a las Iglesias con urgencia para procurar los remedios de una situación tan mala. (Nota. Pero que la gran reunión no fuera para tratar del posible sacerdocio de las mujeres o de la conveniencia de frenar el clericalismo, el poder de las autoridades eclesiásticas, y otras cuestiones del clima).

Adviértase que todos esos avisos–diagnósticos tan graves de los Santos citados se producen en tiempos de Iglesia relativamente buenos: se vive en esos siglos el Día del Señor, la Misa dominical, la confesión; los catecismos se atreven todavía a enseñar todas las verdades de la fe; los matrimonios perduran, las separaciones o el adulterio son infrecuentes y muy lamentados; hay conciencia unánime en favor del impudor, que todavía escandaliza, como también en contra del aborto, de las doctrinas heréticas, de la pornografía. Son numerosas las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa, que sirven al Señor en misiones, en obras de educación, de caridad, etc.

Convendrá, pues, imaginar qué dirían estos Santos si vivieran ahora. Dirían algo así como Rivera.

+Venerable José Rivera (+1991)

Cito fragmentos de algunos escritos suyos publicados por Julio Alonso Ampuero en su excelente libro Un profeta como fuego. Perfil espiritual del Venerable José Rivera (Ed. Anawim, Madrid 2024, 156 pgs).

«El mundo está muy mal y la situación de la Iglesia es muy grave» (pg. 75, Cta. 4-VI-1973). Hoy «no se puede hablar del infierno, ni de la vida eterna, ni de los ángeles, ni del demonio…» (Texto inédito Reflexiones, citado en pg. 119). ¡Ni de casi ninguna de las grandes verdades de la fe!… En sus Cartas: «Urge, urge […] Los hombres se pierden a millares sin Dios» (18-XI-1974). «La situación está muy mal. La gente se empeña en buscar remedios naturales –políticos, sociales, culturales…– y todo eso no es el remedio, aunque algo de todo eso haya que hacer. La raíz del mal enorme que nos tiene invadidos es el pecado»… La salvación «sólo lo arregla el alcanzar gracia de Dios, santidad, caridad… Y todo ello lo consigue la oración, pero necesariamente acompañada de expiación» ( 12-X-1976).

-La Virgen María en sus apariciones, hablando en el nombre de Dios, garantiza la verdad de lo que dicen los Santos

Al leer el testimonio de los Santos citados, podrían algunos lectores pensar que sus diagnósticos sobre el mundo, y de modo indirecto sobre la Iglesia, expresan solamente el sentir de personas pesimistas, agobiadas y neurotizadas por tantos pecados y males de nuestro tiempo. Gente débil, de poca fe, y aún menor esperanza. Esta sospecha es totalmente falsa y ha de ser rechazada por dos razones principales.

1ª) Porque en las apariciones de la Virgen María, precisamente en las habidas en los últimos siglos, expresa Ella juicios gravísimos muy semejantes sobre la situación del mundo y de la Iglesia –aunque a veces no la nombre–, y llama con urgencia a conversión, avisando que si ésta no se da, vendrán sobre la humanidad tremendos castigos medicinales. Dice lo mismo que dijeron y dicen los Autores citados. Y no es cosa de sugerir que esté la Virgen María deprimida y un tanto neurótica con tantos males.

2ª) Porque, al ser especialmente iluminados y purificados por el Espíritu Santo, los santos son los más lúcidos conocedores de su tiempo. Son en sus diagnósticos sobre el presente quienes, viviendo puramente de la fe y asistidos por los dones del Espíritu Santo, más coinciden con «los pensamientos de Dios», que no son los de los hombres (Is 55,8; Mt 16,23); y están más libres de posibles condicionamientos subjetivos de carácter o de apegos temperamentales catastrofistas. Son, como las palabras de la Virgen, una llamada urgente a la conversión, pues el crecimiento de los pecados es ya enorme, y cada vez es más trivializado: se les dice «errores».

+La Virgen de la Salette (1846)

La Virgen María habla a dos niños, pero lo hace para que transmitan al pueblo sus palabras, que dice llorando.

«Si mi pueblo no quiere obedecer, me veo obligada a dejar caer el brazo de mi Hijo. Es tan fuerte y pesado, que no puedo sostenerlo más… Hace tanto tiempo que sufro por vosotros… Y vosotros no hacéis caso»… [blog 711].

+La Virgen de Fátima (1917)

El Angel de la Paz, en (1915), se apareció tres veces a los tres niños de Fátima, como precursor de las apariciones de la Virgen, y les dijo:

«Tomad y bebed el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos»… «¡Orad! ¡Rezad mucho!… De todo lo que podáis, ofreced un sacrificio, un acto de reparación por los pecados con que Él es ofendido»… «Jesucristo es horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios».

La Virgen María se aparece a los niños por primera vez el 13 de mayo de 1917, vestida de blanco, en Cova de Iria, y seis meses más en el mismo día 13 [blog 433].

«¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quiera enviaros, en acto de desagravio por los pecados con que es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores? –Sí, queremos»…

(13-VI) Fue entonces cuando la Virgen les hizo ver su corazón, rodeado de espinas. «Comprendimos que era el Inmaculado Corazón de María, ultrajado por los pecados de la Humanidad, que pedía reparación»…Al decir estas palabras, abrió las manos… Vimos como un mar de fuego. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas»… (19-VIII) Rezad, rezad mucho, y haced sacrificios por los pecadores, pues van muchas almas al infierno por no tener quien se sacrifique y pida por ellas». (13-X) «No ofendan más a Dios nuestro Señor, que ya está muy ofendido».

+Nuestra Señora de Akita (1973)

Con ese hermoso nombre se llama a la Virgen María que se apareció en 1973 a la Hna. Agnes Katsuko Sasagawa en un convento de Yuzawadai, en la periferia de Akita (Japón). La Hermana era budista, como su familia, y se convirtió a la fe católica en Lourdes. Tres mensajes de la Virgen recibió ante una estatua suya, que parecía llorar, como sucedió también en muchos otros momentos posteriores. En el 1º pide María oraciones para prepararse a «las calamidades que se acercan» (6-VI-1973). En el 2º: «Muchos hombres en este mundo afligen al Señor», y pide oraciones y reparaciones. El 3º el mensaje es largo y apremiante:

«Mi querida hija, escucha bien lo que tengo que decirte (…) Si los hombres no se arrepienten y se mejoran, el Padre infligirá un terrible castigo a toda la humanidad (…) sin escatimar ni a los sacerdotes ni a los fieles. Los sobrevivientes se encontrarán tan desolados que envidiarán a los muerte. Las únicas armas que quedarán para ti serán el Rosario y la Señal dejada por Mi hijo. Cada día reciten la oración del Rosario, rezando por el papa, los obispos y los sacerdotes. El trabajo del diablo se infiltrará incluso en la Iglesia, de tal manera que se verá a cardenales opuestos a cardenales y obispos contra obispos. Los sacerdotes que me veneran serán despreciados y rechazados por sus co-hermanos… iglesias y altares saqueados, la Iglesia estará llena de aquellos que aceptan compromisos, y el demonio presionará a muchos sacerdotes y almas consagradas para que abandones el servicio del Señor. (…) Hoy es la última vez que te hablaré con voz viva. De ahora en adelante obedecerás al enviado a ti y a tu superior»…

El Ordinario diocesano del convento, Mons. John Shojiro Ito, Obispo de Nigata, autorizó dentro de su Diócesis «la veneración de la Santa Madre de Akita», mientras se producía «un juicio definitivo» aprobatorio, pronunciado por la Santa Sede. Hasta ahora no se ha producido.

La Hna. Agnes murió hace poco, el 15 de agosto, día de la Asunción, a los 93 años. El culto a la Santa Madre de Akita se mantiene. Su centro está en el Santuario Redemptoris Mater de Nuestra Señora de Akita, en el convento de las Siervas de la Sagrada Eucaristía, en Yuzawadai, Japón.

La beata Ana Catalina Emmerick (1774-1824), alemana, mística agustina, en su abundante obra escrita, transcrita por Clemens Brentano, coincide con los santos citados.

* * *
–La debilitación grave de la Iglesia en ciertas naciones de Occidente implica ciertamente un crecimiento en ellas del poder del Demonio. Esto tendría que suscitar, sobre todo en los Obispos y la Santa Sede, grandes alarmas y grandes cambios y mejoras en la predicación del Evangelio y en la acción pastoral, en la oración, en los sacramentos y en la vida de los fieles supervivientes. Pero increíblemente es un enorme dato que se silencia, o que se trata con eufemismos buenistas y nulas medidas reformistas, sustituidas éstas presuntamente por la confianza en la divina Providencia. Esta frialdad inerte ante la sangría tremenda de no-practicantes y apóstatas requiere por sí misma un análisis cuidadoso. Espero hacerlo, si así lo quiere Dios, en próximos artículos.

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Pero ya desde ahora adelanto: Dios providente conserva y gobierna todo lo que ha creado (Vaticano I). No arroja las criaturas en el ser, desentendiéndose luego de ellas. Los males en el mundo y en la Iglesia no pueden darse sino con el permiso de Dios, que quiere suscitar con ocasión de ellos bienes mayores. Oremos y lab-oremos al servicio de Dios y de su Reino. Pero vayan las cosas como vayan, con la gracia de Dios guardemos siempre la paz y la alegría espiritual (Flp 4,4), viviendo en fe, esperanza y caridad. Así iremos siempre conformes con la Providencia divina, tomados de su mano.

José María Iraburu, sacerdote

miércoles, 5 de julio de 2023

¿Qué hay detrás de la película Nefarious?



Resulta cuando menos curioso que la figura del demonio continúe siendo atractiva para el mundo en que vivimos.

Ciertamente, hoy hay mucha gente que se declara atea o agnóstica, o que afirma profesar religiones en las que el diablo no tiene cabida —otras, empero, en las que es su mayor paladión— o que entienden que Satanás es un mero mito; sin embargo, su presencia es recurrente en la iconografía popular, y el cine es testimonio de ello. De este modo, por ejemplo, no hace mucho que hemos podido ver en pantalla la cinta El exorcista del papa, un biopic suigéneris sobre el célebre Gabriel Amorth, que hizo frente al maligno hasta el fin de sus días. Por desgracia, se trataba de la versión hollywoodense de una historia que podría haber sido francamente interesante. Pues bien, para remediar este entuerto, está por llegar otra que pone al demonio en su sitio: Nefarious.

Nefarious es el nombre que se da a sí mismo un demonio del inframundo y que significa —en una lengua ya extinta— algo así como “el que es nefando”. Supuestamente, ha poseído a un presidario que está a punto de ser ejecutado en la silla eléctrica y se arroga tanto este último hecho como todos los crímenes que han desembocado en él. No obstante, y según las leyes de Oklahoma —estado en el que se desarrolla el filme—, antes de que ello ocurra, el susodicho presidiario debe ser analizado por un psiquiatra, con el fin de determinar si este está en su sano juicio: de ser así, se seguirá adelante con la ejecución; de lo contrario, se frenará, porque al no estar en sus cabales, no puede serle imputado ningún tipo de responsabilidad. En cualquier caso, toda la trama se desarrollará en torno a esta entrevista, por lo que no espere el lector encontrar un thriller sobrenatural como la mencionada El exorcista del papa.

Ante todo, debemos advertir que la cinta está inspirada remotamente en un caso real. En efecto, aunque en los créditos iniciales se haga constar que el guion hunde su raíz en una novela —A Nefarious Plot, de Steve Deace—, esta toma como base la entrevista que un psiquiatra mantuvo con un condenado a muerte sedicentemente poseído, es decir, el mismo hecho que acontece en la película; pero mientras que en el libro se destacan los ardides infernales para destruir el sueño americano a través de las nuevas políticas estadounidenses, en la cinta ha sido implementada la vocación universal de esa artimaña demoníaca: ya no sería un solo país el que estaría en riesgo de ser devorado por el hades, sino todas las naciones de la tierra; ya no sería solo un hombre el que ha sido domeñado por el malo, sino la humanidad al completo. Como muchas veces acostumbramos a decir, la realidad supera a la ficción, y al respecto, este caso es diáfano.

Por suerte, la realización del filme ha recaído en manos de unos artífices cristianos que ya están versados en estas lides: Chuck Konzelman y Cary Solomon, responsables de Unplanned y Dios no está muerto. Estas cintas, en efecto, con sus más y sus menos, sacaron a relucir valientemente temas que ya nadie se atrevía a poner sobre el tapete por temor a las represalias: la primera, el aborto como un asesinato; la segunda, la pervivencia de Dios en las instituciones públicas. Una y otra se vieron rodeadas por la crítica y hasta por el boicot, pues fueron prohibidas en diversos estados de Norteamérica; sin embargo, ello no fue óbice para que aquellos continuasen su lucha cristiana a través de la gran pantalla, pues así nos exhorta el Evangelio: «No tengáis miedo a quienes pueden acabar con vuestro cuerpo, pero nada más; temed, empero, a aquel que puede arrastraros a la gehena […]. Aquel que declare en mi favor ante los hombres, recibirá mi testimonio ante el Padre» (Mt 10, 28. 32).

Por este motivo, y como venimos diciendo desde el principio, no crea el lector que se va a topar con un espectáculo de luz y sonido, como en la mencionada El exorcista del papa, que roza en ocasiones el ridículo (si no cae plenamente en él); hallará, por el contrario, una disertación muy hábil sobre el auténtico poder del maligno en el mundo de hoy, que precisamente por declararse en su mayoría ateo o agnóstico, le ofrece un pasto asegurado. Aunque podríamos traer a colación varios asuntos que son abordados por el filme, a nosotros nos gustaría subrayar los que consideramos más importantes. Estos son:

Una persona no es poseída de la noche a la mañana, sino que lo hace como consecuencia de cesiones constantes al mal. Por ejemplo, y como expone el filme, si un niño roba un juguete, abre con ello una fisura en su alma que se ensancha a medida que comete ulteriores crímenes. Si dicha persona no está bautizada, el riesgo a ser atenazada por el diablo es mayor, porque no cuenta con la gracia de Cristo, que lo impulsaría al arrepentimiento y a la reconciliación con Dios. Importante destacar la huella del espiritismo en todo este proceso (v.gr., la güija que le es regalada por su abuelita a un nietecito).

La eutanasia es una gran victoria del inframundo, porque presenta como una conquista del progreso humano lo que en verdad es un auténtico retroceso: propiciar la muerte. El hombre está llamado a compadecer a su congénere, no a aniquilarlo; sin embargo, bajo la máscara de una caridad mal entendida, hoy se recurre a esa compasión para asesinar incluso a nuestros familiares. Como el demonio es el embaucador, el padre de la mentira, gusta de presentar sus perversas maniobras bajo el barniz de la bondad.

Quizás el diálogo sobre el aborto sea el más sobrecogedor. Para resaltar hasta qué punto es una acción demoníaca, el supuesto diablo del filme equipara este asesinato al sacrificio perpetrado por los antiguos adoradores de Moloc, a quien los mismos padres entregaban a sus hijos, que eran consumidos por las llamas entre vagidos desgarradores. Como hoy somos más sensibles, ocultamos tales llantos en el silencio del seno materno, pero el dolor es el mismo, y el agente que lo provoca, idéntico al sacerdote del terrible dios pagano.

El movimiento Woke también hace aquí su acto de presencia, mas curiosamente no se trata de una operación directa del maligno, sino del fruto de sus inveteradas intervenciones en la historia de la humanidad. En efecto, el hombre ya se ha acostumbrado de tal modo a aceptar el mal que no es capaz de reconocer el bien (o mejor aún, que ya piensa que lo malo es bueno, y viceversa); de esta manera, generando un tsunami social que pretende aplicar el bienestar humano, propicia en realidad una oleada de odio y destrucción que anhela en el fondo socavar la cultura cristiana e imponer otra eminentemente atea.

Por último, las motivaciones de los demonios, que no son otras que humillar a Dios. Este, en efecto, ama con locura al hombre, y por eso le otorgó la libertad al principio de los tiempos: «Si el amor no es libre, no es verdadero amor», llega a decir el sedicente diablo. Por esta razón, condicionando su libertad para que elijan el mal, Satanás y sus adláteres van dirigiendo a los hombres hasta las puertas del averno, de donde ya no saldrán jamás; así escarnecen al Creador, a quien le habría encantado gozar de la presencia de sus hijos en el cielo, pero que tiene que ver cómo se calcinan en el infierno.

No pensemos que estas cinco claves son abordadas por la película mediante grandes disertaciones teológicas; por el contrario, son acometidas con un lenguaje sencillo, y por ende, fácilmente comprensible para el espectador. Y justo aquí es donde estriba la virtud del filme, porque aspira a presentar la verdadera esencia del demonio, de manera que todo el mundo sepa que existe y actúa (y cómo actúa): si fuera un sesudo tratado teológico, poca gente pagaría por verlo; mas al ser una obra de argot llano, está al alcance de cualquiera. Pero “llano” no significa limitado, escaso o pueril, sino, como hemos indicado, accesible; y presentar grandes problemas teológicos de esa forma es innegablemente una virtud.

Pocas cintas han sabido entender mejor la esencia misma del mal, que no se revela como un ser cornudo que surge entre el fuego para asustar a la platea y ya está, sino como una entidad endiabladamente artera cuyo fin es acabar con el reinado de amor de Cristo. A nuestro juicio, pues, amén de esta película, El exorcista y Pactar con el diablo conformarían una excelente trilogía en este sentido. En menor medida por su vertiente hollywoodiana, aconsejamos también la trilogía clásica de La profecía, donde podemos descubrir asimismo una evolución de la presencia del anticristo en las instituciones mundiales, plegadas a este para alzarlo por rey (principalmente, la tercera parte, que es mediocre en general, pero que describe a la perfección la connivencia con el mal que padecemos hoy).

Nefarious fue estrenada en Estados Unidos el 14 de abril de este mismo año, por lo que aún tendremos que esperar algún tiempo antes de que llegue a España. Evidentemente, si se hubiera tratado de un filme made in Hollywood, las distribuidoras patrias habrían corrido a comprar sus derechos; mas los complejos anticristianos continúan acezando a sus responsables, que no se atreven a divulgar este tipo de celuloide en nuestro suelo. Pongamos solo un ejemplo: la cinta superó el millón de dólares en su primer fin de semana, colocándose de inmediato entre las diez producciones más vistas. ¿Pueden decir lo mismo algunas películas norteamericanas que llegan aquí? Está claro que no, pero aun así prefieren apostar por ellas en vez de por ésta.

martes, 17 de enero de 2023

Asomando la pezuña (Bruno Moreno)

ESPADA DE DOBLE FILO


Hay un tipo de persona que tiende a ver al demonio en todas partes, hasta el punto de que la actividad demoniaca se convierte para ella en una obsesión o, al menos, en una manía poco saludable. Los ámbitos más neutros se consideran plagados de tentaciones y asechanzas del demonio, se retuerce la realidad para encontrar pistas esotéricas de la presencia diabólica y cualquier objeción, por razonable que sea, se recibe como una prueba más de la influencia infernal.

Una obsesión de esta naturaleza, puede deberse a un carácter timorato o escrupuloso o incluso al gusto por lo morboso y esotérico. Otras veces, en cambio, es simplemente una reacción bienintencionada contra esta época materialista que prescinde por completo del demonio, cuando no niega su existencia. El problema es que esta mentalidad, inconscientemente y al margen de la buena intención, equivale a pensar que el demonio sería, en la práctica, más poderoso que Dios, que es justo lo que el propio Satanás desea que todos piensen. Como decían los antiguos, ne quid nimis. Nada en exceso es bueno y la preocupación excesiva por el demonio es tan perjudicial como cualquier otra desmesura.

En estos tiempos, sin embargo, los casos en que se da esa preocupación exagerada son poquísimos y lo frecuente es exactamente lo contrario: vivir como si los demonios no existiesen. La nuestra es una sociedad ingenua, que ha olvidado el pecado original y la existencia del demonio y piensa que, con un poco de buena voluntad, un chorrito de ciencia y un par de pizcas de democracia, se resolverían todos los problemas del mundo. Los hombres ya no son conscientes de que viven en medio de una lucha entre el bien y el mal y, como ciegos perdidos en tierra de nadie, no hacen más que recibir disparos sin enterarse de lo que está sucediendo en realidad.

Precisamente por esa ignorancia, a menudo el demonio no necesita ni siquiera tentarnos. Nuestras defensas están tan bajas que nos basta y nos sobra con el Mundo y la Carne para recorrer a toda velocidad el camino de la perdición, aunque el propio diablo no se prive de darnos empujones discretos y sin que se note mucho. Hay una serie de modas, ideologías, corrientes y asunciones de nuestra época, sin embargo, en las que la presencia activa del demonio resulta innegable y evidente, porque van más allá de la mera naturaleza caída y requieren una explicación sobrenatural. Me refiero, entre otros, a casos de odio exacerbado y particular hacia Dios, nuestra Señora, el orden natural, la pureza, la virtud, la inocencia o los signos distintivos del catolicismo.

No todo el mundo ha recibido el don de la fe y es perfectamente comprensible que haya personas que no crean en Dios o incluso que se rían de los que creen en Dios como se reirían de alguien que cree en los ovnis o en los gnomos, pero el odio reconcentrado hacia Dios y en especial hacia el catolicismo que se desencadena a veces es signo de que hay algo más que la mera increencia del hombre caído. Por ejemplo, en la última guerra civil española, podría ser comprensible el odio de los perseguidores a los cristianos, igual que los comunistas odiaban a los anarquistas y socialistas y viceversa. Lo que no resultaba comprensible en el plano natural era que, cuando iban a torturar o matar a un cristiano, le ofrecieran la libertad si renegaba de Cristo, como sucedió innumerables veces. Es algo que humanamente carece de sentido, porque, desde su punto de vista, el cristiano seguiría siendo su enemigo dijera o no dijera esas palabras de renuncia a Cristo. Y sin embargo, querían que las dijera y estaban dispuestos a ofrecerle la libertad si lo hacía, si cometía ese pecado, si traicionaba así a Dios. El demonio andaba suelto y se notaba.

Algo similar podríamos decir en relación con el aborto. Es comprensible (aunque sea horrible) el comportamiento de una chica que se queda embarazada y por temor, angustia o egoísmo mata a su hijo. Incluso se puede comprender (si bien es aún más horrible que el anterior) el comportamiento de un médico que, por avaricia, renuncia a su dignidad profesional y a su decencia para causarle ese aborto. Lo que no es comprensible en un plano meramente natural es el amor, el entusiasmo y el regocijo por el aborto que muestran algunos de sus defensores. Recuerdo, por ejemplo, que en cierta ocasión mi esposa me contó, asustada, que había visto por la televisión a un grupo de parlamentarias presa del odio y la furia cuando oían a otro político hablar de la dignidad del ser humano no nacido. Sus palabras al contármelo fueron: “están como endemoniadas”. Meses después, sentí una desazón parecida al ver a un político “católico” y a sus colaboradores sonriendo como si fuera su cumpleaños porque habían firmado una ley para garantizar el “derecho” al aborto. Esa ansia insaciable por masacrar a los más inocentes y por convertir la misión fundamental de la mujer, que es dar la vida, en la horrible parodia de dar la muerte a los hijos solo puede ser inspiración de un odio sobrenatural a la inocencia y al plan de Dios. ¿Y quién se caracteriza por ese odio?

Podríamos dar muchos más ejemplos, como el odio a la familia natural, que es evidentemente suicida; la locura de género, que niega la realidad más evidente y exige que se mienta sobre ella; la obsesión por eliminar las cruces de cualquier lugar público (en gente que probablemente tenga un buda en su casa o en su jardín, a pesar de no creer en el budismo); o el odio a la castidad, que va mucho más allá de la mera falta de castidad. Todos ellos desprenden un intenso olor a azufre.

Un caso especialmente triste y grave es el de esa presencia infernal dentro de la misma Iglesia, que es el lugar donde los interesados deberían ser más capaces de descubrirla y combatirla. Me refiero, por ejemplo, a la moda de decir que el pecado, en lugar de requerir conversión y perdón de Dios, lo que requiere es acompañamiento, como si la luz pudiera acompañar en algún sentido a las tinieblas. O la barbaridad de llamar bien al mal y viceversa, pretendiendo que algunos pecados son, en realidad, buenos y deseables. O los teólogos blasfemos que se deleitan en negar la virginidad de nuestra Señora y en escandalizar a los sencillos. O la aversión y el disgusto que sienten numerosos eclesiásticos por las cosas que les parecen “demasiado católicas”, como el rosario, la confesión, la Misa, la Inmaculada Concepción, la devoción a los santos, las imágenes, los ritos, las iglesias bonitas y que parecen iglesias, el hábito religioso, los sacramentales o la genuflexión ante el Santísimo. Se trata de comportamientos incomprensibles dentro de la Iglesia, pero ¿a quién puede extrañarle que el propio Belcebú esté encantado con ellos?

No seamos ingenuos. Aprovechemos que hemos recibido la fe católica y vivamos en la verdad. La Iglesia nos enseña que el diablo existe y busca nuestra condenación. Eso no es razón para obsesionarse con la presencia demoníaca, pero sí para guardarse prudentemente de ella, empleando las armas que Dios nos ha dado para hacerlo, especialmente las tradicionales, que le molestarán dos veces. En ámbitos eclesiales, en particular, cuando el demonio asome la pezuña, cerrémosle la puerta y, si una moda, una teología o una forma de actuar desprenden un intenso olor a azufre, quizá sería aconsejable no seguir por ese camino. Como dijo el primer Papa, sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle firmes en la fe.

Bruno Moreno

domingo, 8 de enero de 2023

El feroz ataque del Diablo contra la Familia Cristiana (padre Alfonso Gálvez)



9/1/2012. Solemnidad de la Sagrada Familia

Duración 48:54 minutos


Habla aquí el padre Alfonso sobre tres "torpedos" que bombardean a la familia cristiana:

1. La violencia de género (el feminismo matriarcal)

2. La introducción subrepticia del divorcio en la Iglesia, por la puerta de atrás (adulteración del lenguaje; todo comienza con el concepto de matrimonio nulo: nulidad que no es tal, en la inmensa mayoría de los casos).

3. El concepto de paternidad responsable, introducido con la Humanae Vitae por Pablo VI, que comienza recurriendo a las relaciones sexuales en los días infecundos ... pero como falla este método se recurre a la anticoncepción por métodos químicos y otros y, finalmente, como éstos también fallan, acaba todo en el aborto. 

Hoy estamos viendo el cumplimiento, cada vez con mayor virulencia, de lo que aquí comenta el padre Alfonso.

martes, 20 de diciembre de 2022

Los viles ataques de Satanás al catolicismo tradicional señalan lo que más odia



“Y Yo, te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del abismo no prevalecerán contra ella.” (Mateo 16:18)

Las palabras de Jesús reconfortan porque la Iglesia jamás será vencida, pero también advierten que las puertas del infierno intentarán derrotar a la Iglesia, y por momentos parecerán próximas a lograrlo. Cornelius A. Lapide abundó en las palabras de Nuestro Señor en su comentario sobre el evangelio de San Mateo:“Por tanto, con esta palabra Cristo anima primero a su Iglesia para que no se desanime al verse atacada por todo el poder de Satanás y de los hombres inicuos. En segundo lugar, Él, por así decirlo, toca una trompeta para ella, para que ella siempre mire con su armadura puesta contra tantos enemigos, que la atacan con tal odio.”

Cuando vemos a la Iglesia atacada por Satanás, no debemos desesperar, Nuestro Señor nos dijo que pasaría, por lo tanto, nuestra respuesta debería ser confiar en Dios y pelear como verdaderos cristianos.

Satanás siempre le hizo la guerra no solo a la Iglesia sino a toda la humanidad. Hoy percibimos que ataca con más intensidad que la que jamás hayamos visto, y sin necesidad de esconderse. Si bien todos podríamos identificar diversas maneras en las que estos ataques se han hecho más evidentes en los últimos años, los siguientes horrores muestran hasta qué punto Satanás ha aumentado su poder en la sociedad secular:
- La defensa del aborto, no solo como una última instancia a lamentar, sino como un derecho fundamental a valorar.

- El ataque a los niños, particularmente por medio de una pedofilia extendida.

- La promoción agresiva del transgénero y la identidad de género fluido como una verdad no negociable que todos debemos aceptar si deseamos participar en la sociedad.

- La insistencia en que debemos aceptar las mentiras más absurdas y malvadas de parte de nuestro gobierno, los medios de comunicación y los supuestos “educadores”.

- Una creciente tiranía médica que ensalza una “ciencia” auto contradictoria frente al sentido común y la realidad claramente observable.

- El aparente cumplimiento de la advertencia profética de Sor Lucía, que señalaba que “la batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será acerca del matrimonio y la familia”.

- El aumento del “Satanismo” explícito, con clubes satánicos en escuelas e inclusos mensajes satánicos en los espectáculos para niños.

Entonces tenemos esto y otros signos evidentes de la creciente influencia de Satanás en la sociedad. Podemos no saber por qué Satanás tiene una influencia más tangible hoy en día, pero no podemos cuestionar que evidentemente es así.

Dado que Satanás está ejerciendo una mayor influencia en la sociedad secular, esperaríamos encontrarlo en condiciones de intensificar su guerra contra la Iglesia. Y sin duda tenemos muchos indicios de su creciente ataque a la Iglesia Católica, incluyendo entre otros:
- La adoración de Francisco a la Pachamama.

- El apoyo del Vaticano a diversas iniciativas anticatólicas del Gran Reseteo, incluyendo la “vacuna”.

- El Sínodo de la Sinodalidad, abiertamente herético e inmoral.

- Los mayores ataques directos y viles de Francisco al catolicismo tradicional, mientras acoge a diversas religiones no católicas.
A la luz de estas realidades irreverentes y otras, podemos ver que las puertas del infierno parecen estar próximas a prevalecer contra la Iglesia. Tal como dijo el cardenal Gerhard Müller sobre el Sínodo de la Sinodalidad en su revolucionaria entrevista con Raymond Arroyo, “si triunfan, será el fin de la Iglesia Católica.”

Sin embargo, debemos reconocer que, a diferencia de los escándalos en las religiones no católicas, todas estas realidades blasfemas son ajenas a la naturaleza de la Iglesia. Satanás y sus seguidores han usado las manifestaciones del espíritu del Vaticano II para atacar a la Iglesia Católica de la misma manera en que un combatiente podría intentar envenenar a su enemigo. No podemos culpar a la Iglesia por estos males, así como no podríamos acusar a la víctima envenenada por el veneno que su enemigo le ha introducido en su cuerpo.

No obstante, para algunos pensadores poco críticos, estos crecientes escándalos provenientes de Roma sugieren que la Iglesia Católica no puede ser la verdadera Iglesia establecida por Nuestro Señor. Pero tal conclusión ignoraría totalmente, o malinterpretaría, las palabras de Nuestro Señor sobre las puertas del infierno — lejos de indicar que la Iglesia no es de Dios, los violentos ataques de las puertas del infierno echan luz sobre la institución que Satanás más odia. De hecho, si leemos las palabras de San Jerónimo, deberíamos concluir que la falta de persecución por parte de Satanás, especialmente hoy en día, sería una prueba concluyente de que la Iglesia no es de Dios: “Sabemos que la Iglesia será castigada por la persecución hasta el fin del mundo, pero no puede ser destruida; será probada, pero no vencida, porque esa es la promesa de un Dios omnipotente cuya palabra es como una ley de la naturaleza.”

Por eso tenemos esta realidad paradójica: como las puertas del infierno están atacando violentamente a la Iglesia, podemos estar seguros que hoy la Iglesia es el único lugar para nosotros. Si no fuera por la promesa de Jesús de que las puertas del infierno no prevalecerían contra la Iglesia, podríamos pensar que es mejor abandonar la Iglesia. Pero la promesa de Nuestro Señor solo se aplica a la Iglesia Católica, que es la única Iglesia que Él estableció — la Iglesia es el único “puerto seguro.” Tal como enfatizó Michael Matt en su reciente video de The Remnant, si abandonamos la fe católica perderíamos esta protección prometida por Nuestro Señor.

Todo esto debiera tranquilizar a los católicos que deciden permanecer en la Iglesia, pero debemos considerar otros dos aspectos para determinar “dónde plantarse” mientras las puertas del infierno intentan prevalecer contra la Iglesia: si debemos ser católicos tradicionalistas; y si los ataques de Satanás a la Iglesia nos imponen ciertas obligaciones específicas.

Primero, debemos reconocer que Satanás no está “atacando” a la Iglesia Conciliar (que Francisco ha apodado convenientemente Iglesia Sinodal). Es más, Satanás utiliza a la Iglesia Conciliar y sus perversiones para hacerle la guerra a la Iglesia Católica. En esta batalla, solo la inmutable fe católica y los católicos tradicionalistas están siendo atacados por los infiltrados. Como tal, debería ser desconcertante para los católicos sinodales encontrar que, si bien Satanás tiene más poder que nunca sobre el mundo y odia a la Iglesia Católica más que a nada en el mundo, sus pastores aplauden la nueva primavera en la que todos los credos (excepto el catolicismo tradicional) son acogidos. Les guste o no, los católicos sinodales están con Francisco, Cupich y el padre James Martin, mientras estos falsos sacerdotes atacan a los católicos tradicionalistas por creer y practicar lo que todos los santos creyeron y practicaron; y por eso Satanás se asegura que las puertas del infierno estén siempre al servicio de la Iglesia Sinodal.

Más aún, Nuestro Señor nos dijo que juzguemos por los frutos, y podemos observar claramente que los frutos del catolicismo tradicional son sencillamente íntegros y genuinamente católicos, mientras que los frutos de la Iglesia Sinodal son asombrosamente pútridos y anticatólicos. Ningún observador sensato puede pensar que la Iglesia Sinodal es la beneficiaria de la promesa de Nuestro Señor, que las puertas del infierno no prevalecerán — es mucho más lógico ver a la Iglesia Sinodal como una parte vital de las puertas del infierno. Por lo tanto, debemos ser “católicos tradicionalistas” sin queremos seguir siendo católicos.

Esta realidad advierte a nuestro análisis la segunda consideración sobre qué actitud adoptar: si la situación nos impone ciertas obligaciones específicas. Claramente, debemos defender el catolicismo tradicional y oponernos a la Iglesia Sinodal y todas sus pompas. Si bien todos podemos desempeñar un papel consistente con nuestro deber de estado, ciertamente los obispos tienen las mayores responsabilidades.

¿Es conveniente que los buenos pastores encuentren escondites cómodos y seguros mientras los lobos devoran el rebaño? ¿No es, acaso, que los pastores tienen la obligación de hacer todo lo posible por ahuyentar a los lobos? Los pastores no se pueden excusar de sus deberes lamentándose porque los lobos son sus compañeros obispos, incluyendo uno vestido de blanco: Nuestro Señor dijo que nos cuidáramos de los lobos con piel de oveja. Si Él hubiera querido decirnos que soportáramos pacientemente a los lobos con piel de oveja, obviamente habría encontrado las palabras para expresar esa idea.

Sobre este punto, debemos considerar los graves daños causados por soportar pacientemente a los lobos a medida que devoran al rebaño. León XIII dejó en claro que nos volvemos cómplices de los enemigos si permanecemos callados: “Estos son nuestros enemigos, cuyo plan es (y ni siquiera lo ocultan, pero lo hablan en el exterior) aniquilar en lo posible, la verdadera religión, la verdadera religión católica. Para lograrlo, no retroceden ante nada; saben bien que la intimidación de las almas buenas simplificarán su objetivo . . . Desistir o guardar silencio frente a tales clamores contra la verdad es debilidad pura o vacilación en la fe. En ambos casos, serían una gran deshonra a Dios. La salvación del alma propia y la de los demás sería puesta en grave peligro, pues tal acción actuaría en favor de los enemigos de la fe, porque no hay nada que avive más la audacia de los malvados que la debilidad de los buenos. . . Permítanme añadir: los cristianos han nacido para luchar.” (del P. A Roussel, Liberalismo y Catolicismo, p. 131).

Por eso tenemos el deber de defender la verdad, lo que significa que debemos defenderla por completo, en la medida de nuestras posibilidades.

También parece apropiado que cada uno de nosotros coopere con la gracia de Dios en la medida de nuestras posibilidades. Si defendiéramos un fuerte atacado por un enemigo que busca torturar y matar las almas inocentes en el interior, indudablemente haríamos todo lo posible por vencer al enemigo. Sabemos que en esta batalla espiritual somos fuertes en proporción a nuestra determinación por hacer la voluntad de Dios como santos. Tal como leemos de San Pablo al comenzar el Adviento, debemos ponernos las armas de la luz:

La noche está avanzada, y el día está cerca; desechemos por tanto las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de luz. Andemos como de día, honestamente, no en banquetes y borracheras, no en lechos y lascivias, no en contiendas y rivalidades; antes bien, vestíos del Señor Jesucristo.” (Romanos 13: 12-14)

Si deseamos defender valientemente frente las puertas del infierno, debemos actuar como si realmente creyéramos lo que Jesús y sus santos enseñaron. Esto significa que debemos esforzarnos por llevar una vida santa.

¿Dónde nos paramos cuando las puertas del infierno parecen próximas a prevalecer contra la Iglesia? Si nos definimos como católicos tradicionales decididos a hacer todo lo posible por defender el Cuerpo Místico de Cristo, Satanás nos odiará. Pero si nos definimos así, podemos tener la confianza absoluta de que Dios jamás nos abandonará y que estaremos entre aquellos que Él utiliza para defender a Su Iglesia de los violentos ataques por parte de las puertas del infierno. 

¡Que la Santísima Virgen María nos ayude siempre a luchar como verdaderos cristianos! ¡Inmaculado corazón de María, ruega por nosotros!

Robert Morrison

Traducido por Marilina Manteiga. Artículo original:

miércoles, 16 de noviembre de 2022

La «tienda sinodal» de Francisco desaloja al catolicismo para dar lugar a todo lo demás.


PorTHE REMNANT
16/11/2022




En Atanasio y la Iglesia de Nuestro Tiempo, el obispo Rudolf Graber citó un artículo del periódico parisino “L’Humanisme”, del masónico Gran Oriente de Francia, que describía los cambios que eventualmente tendrían lugar dentro de la Iglesia Católica:
“Entre los pilares que colapsan más fácilmente encontramos el Magisterio; la infalibilidad, que era considerada como firmemente establecida por el Concilio Vaticano Primero y que ha tenido que enfrentar un ataque por parte de personas casadas durante la publicación de la encíclica Humanae vitae; la Real Presencia Eucarística que la Iglesia logró imponer en las masas medievales desaparecerá con la creciente inter-comunión e inter-celebración entre sacerdotes católicos y pastores protestantes; … la diferenciación entre la Iglesia que dirige y el clero (bajo) de negro, mientras que, de aquí en más, las direcciones provendrán de la base de la pirámide hacia arriba como en cualquier democracia. . .”
Si bien el ataque a la infalibilidad ya estaba encaminado en 1968, debemos notar que el periódico masónico pudo predecir acertadamente estos desarrollos fundamentales de la Iglesia Católica décadas antes que la mayoría de los católicos se dieran cuenta de lo que estaba pasando. Ciertamente, la noción de Iglesia como “democracia” solo se ha visto francamente amenazada con el Sínodo de la Sinodalidad de Francisco. Los masones sabían lo que sobrevendría porque se habían infiltrado en la Iglesia mucho antes del Concilio Vaticano Segundo, con el objetivo de facilitar gran parte de la subversión anticatólica que vemos finalmente en el sínodo de Francisco.

En cierta medida, el Sínodo de la Sinodalidad de Francisco representa una continuación más palpable de los esfuerzos destructivos llevados a cabo durante más de sesenta años por los infiltrados, en nombre del Espíritu del Vaticano Segundo. Hoy, los innovadores ya no esconden sus planes, están diciendo “la parte silenciosa en voz alta” y los fieles católicos ya pueden escuchar sus pérfidas mentiras y herejías.

Más importante aún, el sínodo de Francisco también nos permite ver quiénes estuvieron promoviendo los cambios a partir del Vaticano II. Tal como se describe abajo, algunos de los cambios propuestos buscan admitir a quienes quieren identificarse como católicos (y recibir la comunión) sin seguir las enseñanzas de la Iglesia. Pero muchos otros cambios propuestos parecen estar motivados por las agendas masónica y globalista que, en última instancia, conducen a la subversión de la Iglesia y al surgimiento de una religión mundial. No obstante, en el fondo, el único que desea todo esto del sínodo es Satanás. Como tal, Satanás es la verdadera fuerza impulsora del sínodo.

Bajo esta luz, podemos considerar tres componentes básicos en el documento sinodal para la etapa continental (DEC), publicado el 27 de octubre de 2022: invitando a todos a la gran tienda de la Iglesia; transformando a la Iglesia en una Iglesia Sinodal; y desalojando al catolicismo real.

Invitando a todos a la «gran tienda» de la Iglesia.

A lo largo del DEC, leemos acerca de la necesidad de incluir a toda la humanidad dentro de la Iglesia:

“Todos están llamados a participar en este viaje, nadie está excluido.” (Párrafo 103)

“La sinodalidad es una llamada de Dios a caminar juntos con toda la familia humana.” (Párrafo 43)

“Así es como muchas síntesis imaginan a la Iglesia: una morada espaciosa, pero no homogénea, capaz de cobijar a todos, pero abierta, que deja entrar y salir (cf. Jn 10,9), y que avanza hacia el abrazo con el Padre y con todos los demás miembros de la humanidad.” (Párrafo 27)

“La visión de una Iglesia capaz de una inclusión radical, una pertenencia compartida y una profunda hospitalidad según las enseñanzas de Jesús está en el centro del proceso sinodal.” (Párrafo 31)

Para alcanzar esta “inclusión radical” de toda la humanidad, el sínodo desarrolla la idea de ensanchar la tienda de la Iglesia:

“Es a un pueblo que vive la experiencia del exilio a quien el profeta dirige palabras que nos ayudan hoy a centrarnos en lo que el Señor nos llama a través de la experiencia de una sinodalidad vivida: «Ensancha el espacio de tu tienda, extiende los toldos de tu morada, no los restrinjas, alarga tus cuerdas, refuerza tus estacas» (Is 54,2)).” (Párrafo 25)

Algo de este “ensanchamiento de la tienda” ha sido explicitado en cierta medida desde el Vaticano II, comenzando con la aceptación de todos los cristianos y, luego, en el diálogo con religiones no cristianas. La reunión de oración de Juan Pablo II en Asís, y otras reuniones similares patrocinadas por Benedicto XVI y Francisco, representaron este espíritu durante décadas.

El Sínodo de la Sinodalidad busca ensanchar la tienda aún más, tanto al abrazar a “toda la humanidad” como al recibir explícitamente a aquellos cuyos pecados los dejaron siempre fuera de la Iglesia. Por eso tenemos las siguientes declaraciones en el DEC:

“Entre los que piden un diálogo más incisivo y un espacio más acogedor encontramos a quienes, por diversas razones, sienten una tensión entre la pertenencia a la Iglesia y sus propias relaciones afectivas, como, por ejemplo: los divorciados vueltos a casar, los padres y madres solteros, las personas que viven en un matrimonio polígamo, las personas LGBTQ… Por otra parte, los que han dejado el ministerio ordenado para casarse también piden mayor acogida y apertura al diálogo.” (Párrafo 39)

“Muchas síntesis también dan voz al dolor que experimentan los divorciados vueltos a casar por no poder acceder a los sacramentos, así como los que han contraído un matrimonio polígamo.” (Párrafo 94)

En sus esfuerzos por amar a los pecados, el sínodo de Francisco odia a los pecadores, al decirles que son bienvenidos sin arrepentirse. Para concretar esta bienvenida, el sínodo necesita ensanchar la tienda para admitir no solo a ciertas personas sino también a sus situaciones irregulares y su negativa a aceptar las enseñanzas de la Iglesia. Finalmente, el pecador siente un falso sentido de inclusión; los globalistas se acercan a su religión mundial; y Satanás se regocija ante la pérdida de almas y la grave ofensa a Dios.

Transformando a la Iglesia en la Iglesia Sinodal. El concepto de “ensanchar la tienda” insinúa necesariamente que en la actualidad la “tienda” no admite a ciertas personas y sus creencias anticatólicas. El sínodo intenta ensanchar la tienda de varias maneras, y todas ellas implican un ataque a lo que la Iglesia siempre ha sido y debe seguir siendo. El DEC reconoce que este ataque conduce a cierto tipo de muerte:

“Ensanchar la tienda requiere acoger a otros en ella, dando cabida a su diversidad. Implica, por tanto, la disposición a morir a sí mismo por amor, encontrándose en y a través de la relación con Cristo y con el prójimo.” (Párrafo 28)

Por lo general, los escritores santos hablan de la necesidad de morir a sí mismo para dejar que Cristo viva en nosotros, pero este no es el sentido que recogemos del sínodo. Aquí, el sínodo quiere hacernos “morir a sí mismo” para admitir la “diversidad” no católica de los demás. Debemos dejar de ser católicos porque eso disuade a otros de entrar a la tienda. Esto es verdaderamente diabólico.

Entre los aspectos específicos de la reestructuración, encontramos el mayor rol de la mujer en el ministerio, un rol más reducido de los sacerdotes, la aceptación de diversas expresiones litúrgicas, y la reforma de la ley canónica. Pero el cambio más impactante es transformar a la Iglesia en una “Iglesia sinodal”:

“El DEC sólo será comprensible y útil si se lee con los ojos del discípulo, que lo reconoce como el testimonio de un camino de conversión hacia una Iglesia sinodal que, a partir de la escucha, aprende a renovar su misión evangelizadora a la luz de los signos de los tiempos, para seguir ofreciendo a la humanidad un modo de ser y de vivir en el que todos puedan sentirse incluidos y protagonistas. En este camino, la Palabra de Dios es una lámpara para nuestros pasos, que ofrece la luz con la que releer, interpretar y expresar la experiencia vivida.” (Párrafo 13)

“Si la Iglesia no es sinodal, nadie puede sentirse realmente en casa.” (Párrafo 24)

“A través de estas voces, percibimos «el sueño divino de una Iglesia global y sinodal que vive la unidad en la diversidad. Dios está preparando algo nuevo y debemos colaborar»” (Párrafo 29)

¿Por qué Satanás y los globalistas necesitan una Iglesia sinodal? Tal como lo afirma el DEC, la Iglesia sinodal es necesaria para superar la hostilidad de los fieles católicos a la diversidad anticatólica:

“Como ya se ha subrayado en varias ocasiones, una Iglesia sinodal debe abordar en primer lugar las numerosas tensiones que surgen del encuentro entre las diversidades. Por eso, una espiritualidad sinodal sólo puede ser una espiritualidad que acoge las diferencias, promueve la armonía y saca de las tensiones la energía necesaria para avanzar en el camino.” (Párrafo 85)

“Una Iglesia sinodal se construye en torno a la diversidad, y el encuentro entre diferentes tradiciones espirituales puede representar una “escuela” de formación, en la medida en que es capaz de promover la comunión y la armonía, contribuyendo a superar las polarizaciones que viven muchas Iglesias.” (Párrafo 87)

Una Iglesia sinodal reúne a todos y los “escucha”. Si la Iglesia sinodal reúne a suficientes personas, eventualmente Satanás y sus globalistas escucharán algo que sirva a sus fines. La Iglesia sinodal entonces designará a aquello como el sensus fidei, el cual dirán está guiado por el Espíritu Santo — aquí, el DEC describe su propio sentido teológico de esa manera:

“Incluye el precioso tesoro teológico contenido en el relato de una experiencia: la de haber escuchado la voz del Espíritu por parte del Pueblo de Dios, permitiendo que surja su sensus fidei.” (Párrafo 8)

Satanás y los demonios deben encontrar extremadamente gracioso que describan al documento como “precioso tesoro teológico.” Naturalmente, Satanás y los globalistas harán todo lo posible para que el sínodo continúe hasta que no quede nada por destruir.” Tal como describe útilmente el DEC, este proceso comenzó con el Vaticano II y continúa indefinidamente:

“Al mismo tiempo, caminar juntos como Pueblo de Dios requiere que reconozcamos la necesidad de una conversión continua, individual y comunitaria. En el plano institucional y pastoral, esta conversión se traduce en una reforma igualmente permanente de la Iglesia, de sus estructuras y de su estilo, siguiendo las huellas del impulso al aggiornamento continuo, legado precioso que nos ha dejado el Concilio Vaticano II, al que estamos llamados a mirar mientras celebramos su 60º aniversario.” (Párrafo 101)

De este modo, queda más claro cómo los masones entendieron en 1968 hacia dónde se dirigía la Iglesia — ellos estaban conduciendo el proceso del Vaticano II, y su influencia persiste hasta hoy. El hecho de que hoy pueden llevar a cabo sus objetivos abiertamente bajo el título de un sínodo de varios años es espantoso — cada día que persiste aumenta el insulto a Dios y el peligro para las almas.

Desalojando al Catolicismo Real. Si tomáramos seriamente la idea del sínodo sobre la “inclusión radical” de todas las personas, podríamos pensar que los católicos tradicionales son admitidos en la Iglesia sinodal. El problema está, por supuesto, en que los católicos tradicionales creen en lo que la Iglesia siempre ha enseñado y, por lo tanto, saben que la Iglesia no puede hacer ninguna de las cosas propuestas por el sínodo. Como tal, el sínodo debe desalojar de la gran tienda al catolicismo.

El sínodo deja esto en claro en varias maneras. Mientras aboga por la aceptación de diversas preferencias litúrgicas (tal como esperábamos), no parece muy cordial hacia quienes celebran y asisten a la misa tridentina:

“La gente se queja de las restricciones en el uso del misal de 1962; muchos consideran que las diferencias sobre la forma de celebrar la liturgia llegan a veces al nivel de la animosidad. Las personas de ambos bandos dicen sentirse juzgadas por quienes tienen una opinión diferente. La Eucaristía, sacramento de la unidad en el amor en Cristo, no puede convertirse en motivo de enfrentamiento ideológico, ruptura o división. Además, existen elementos de tensión propios del ámbito ecuménico, con un impacto directo en la vida de muchas Iglesias, como, por ejemplo, compartir la Eucaristía. Por último, hay problemas relacionados con las modalidades de inculturación de la fe y el diálogo interreligioso, que también afectan a las formas de la celebración y la oración.” (Párrafo 92)

El DEC identifica cierta tensión en cuanto a la liturgia, pero luego la resuelve regañando (en lugar de escuchando) a los apegados a la misa tridentina. La razón es evidente: quienes adoran a Dios según la misa tridentina se oponen generalmente a los métodos sacrílegos de la Iglesia sinodal, tales como el falso ecumenismo y la comunión para los que están en pecado mortal.

El sínodo hizo esto aún más explícito en el “documento preparatorio” de 2021, en el que describió a los diversos actores involucrados en el camino sinodal:

“En su estructura fundamental, una escena originaria aparece como una constante del modo en que Jesús se revela a lo largo de todo el Evangelio, anunciando la llegada del Reino de Dios. Los actores en juego son esencialmente tres (más uno). El primero, naturalmente, es Jesús, el protagonista absoluto que toma la iniciativa, sembrando las palabras y los signos de la llegada del Reino sin hacer «acepción de personas» (cf. Hch 10,34).”

Luego de identificar a los primeros tres actores — Jesús, el pueblo, y los apóstoles — el documento preparatorio sinodal identifica al “más uno”:

“Además existe otro actor “que se agrega”, el antagonista, que introduce en la escena la separación diabólica de los otros tres. Ante la desconcertante perspectiva de la cruz, hay discípulos que se alejan y gente que cambia de humor. La insidia que divide – y por lo tanto contrasta un camino común – se manifiesta indiferentemente en las formas del rigorismo religioso, de la intimación moral que se presenta más exigente que la de Jesús, y de la seducción de una sabiduría política mundana que pretende ser más eficaz que el discernimiento de espíritus. Para eludir los engaños del “cuarto actor” es necesaria una conversión continua.”

Quienes han escuchado a Francisco a lo largo de los últimos años, saben que los católicos tradicionales son este “otro actor” divisivo, rígido, de cuyos engaños hay que escapar. Si seguimos lo que la Iglesia enseñó siempre, somos los “antagonistas,” ocasionando una “separación diabólica” de los demás actores.

El sínodo invita a toda la humanidad a la “gran tienda” de la Iglesia sinodal, pero la sinodalidad requiere que quienes crean en lo que la Iglesia ha enseñado siempre sean marginados, insultados y, por último, desalojados. A decir verdad, la Iglesia sinodal no puede escuchar la voz de Satanás y de los globalistas si los católicos están hablando siempre de lo que Jesús en verdad enseñó — por eso la Iglesia sinodal mueve la tienda a donde los verdaderos católicos no pueden ir y donde no puedan ser escuchados.

Jesús nos advirtió acerca del ancho camino sinodal:“Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición y muchos son los que entran por él.” (Mateo 7:13)

A través del sínodo de Francisco, Satanás y los globalistas buscan empujar a todos los católicos a través de la puerta ancha que conduce a la perdición. Que Dios conceda al resto de los obispos fieles del mundo la gracia de ser buenos pastores, asegurando que ningún católico siga el camino sinodal al infierno. ¡Santísima Virgen María, destructora de todas las herejías, ruega por nosotros!

Robert Morrison

Artículo original. Traducido por Marilina Manteiga

jueves, 1 de octubre de 2020

Cervantes contra el mundo de la mentira... o de las utopías

 PADRE ALFONSO GÁLVEZ


Ensayo escrito en 2009

El propósito de Cervantes al escribir su obra inmortal parece suficientemente claro. Todo el mundo está de acuerdo en la existencia de un verdadero enconamiento de Cervantes contra los libros de caballerías, aunque ya son menos los que se preguntan por la razón de tal inquina. Y sin embargo es evidente que aquí hay mucho más que una mera desafección literaria. La crítica contra el tipo de literatura de la Caballería Andante es terriblemente dura a lo largo de toda la obra, y no es otro el objeto del libro. Donde hay que tener en cuenta además, como nota importante, la denuncia de las desastrosas consecuencias de esa literatura en las gentes nobles y sencillas:

…se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro; y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio… En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse caballero andante…

Es imposible descartar la clara intención de Cervantes de no limitar a un caso aislado (como el de Alonso Quijano el Bueno) el peligro de incidir en la locura, o en la deshidratación del cerebro, provocado por esta clase de literatura. En el argot popular, actualmente en circulación en España, se suele hablar de comedura de coco. Un fenómeno mucho más extendido, y de consecuencias más desastrosas en el común del pueblo, de lo que se suele pensar. El problema de la manipulación de las masas, por parte de los que detentan el Poder mientras que se mantienen en la sombra, es justamente al que apuntaba Cervantes en su época.

Los Mentirosos y Engañabobos se integran en realidad en dos grupos, bien distintos y claramente definidos. Al primero pertenecen los que se mantienen en la sombra, cuyo ejemplo más claro y eficaz, e incluso probablemente único, es el de la Masonería. Al segundo pertenecen los ideólogos, de un lado, y los que realizan el papel de marionetas, de otro. Entre los utópicos pensadores podríamos citar, como ejemplos característicos, a Maritain y a Carlos Marx; aunque pertenezcan a campos tan opuestos como el de la creencia y el de la increencia (lo que no impide que, como dos grandes afluentes del mismo río, ambos acaben coincidiendo en el mismo lugar). Por otra parte, entre los que llevan a cabo el papel de marionetas o guiñolistas podemos citar, como casos muy esclarecedores, al Presidente Zapatero en España y al Presidente Obama en los Estados Unidos (1). 

Aunque en realidad son los que se ocultan en la sombra (los cerebros del Sistema) los que de hecho se sirven de unos y de otros para manejar a la gente. Por cierto que siempre suelen presentar, a quienes ellos utilizan como instrumentos visibles, como líderes carismáticos salvadores de la sociedad y aun de la humanidad entera.


Bien entendido que la manipulación de masas en el siglo XVI era pura broma si se la compara con la actual. En aquella época, el procedimiento del libro para extender y hacer creíbles las mentiras y las utopías (en realidad unas y otras son la misma cosa) apenas si podía tener eficacia. Los libros eran caros y escasos y tampoco abundaba la gente que sabía leer. En la actualidad, la técnica ha puesto al servicio de los Tiranos y de toda suerte de Embaucadores de masas procedimientos muy poderosos y terriblemente eficaces.

Cervantes apunta directamente contra las mentiras y falsedades de la literatura del tipo de la Caballería Andante, como causante al fin y al cabo de tan funestos resultados en el común de las gentes. No creo que se nos pueda acusar de extrapolar el problema si decimos que la artillería cervantina iba dirigida contra los libros de caballerías como tales; pero más aún y sobre todo contra el cúmulo de fantasías, falsedades y mentiras que contenían. Las cuales eran narradas como hechos reales y beneficiosos, a pesar de ser bien capaces de secar el cerebro de las gentes.

Si se examinan detenidamente, tanto el contenido como la ideología contenida en los libros de caballerías, se pueden dar por establecidas tres conclusiones:

Primera: Los hechos y aventuras narrados en ellos son tan fantásticos e irreales, además de disparatados, que pueden ser considerados con toda tranquilidad como absolutamente mentirosos.

Segunda: A pesar de lo cual son presentados como beneficiosos. Realizados por héroes y heroínas, valientes y generosos, que no pretenden otra cosa sino el bien de sus semejantes y el restablecimiento de la paz y de la justicia. Dicho de otra manera, persiguen enderezar los entuertos de los que está lleno el mundo, puesto que eso es lo que significa socorrer a los huérfanos, ayudar a los desvalidos (hoy se diría oprimidos por la clase burguesa), proteger a los pupilos y viudas, castigar a los malvados, restablecer la justicia, etc. 

Tercera: Pese a la puesta en escena de un conjunto tan disparatado como irreal, los hechos y aventuras son presentados, no solamente como reales y posibles, sino como el mejor y único camino para lograr el restablecimiento de la justicia y la paz en la sociedad humana (hoy se hablaría del Nuevo Orden Mundial, de la Nueva Edad, etc.).

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Si dejamos aparte las Utopías de los clásicos (Platón, con su República; o Santo Tomás Moro, con su isla de Utopia), cuya influencia queda limitada casi exclusivamente al campo de la literatura, lo que hoy conocemos como utopías son los objetivos a los que apuntan las ideologías como metas a conseguir. Objetivos ofrecidos y presentados como maravillosos y repletos de promesas para el ser humano; pero cuya falsedad los relega inevitablemente al reino de la fantasía y de la ensoñación. Lo cual no impide que sirvan como eficaz señuelo para engañar a las masas; no en vano la falsía parece poseer un extraño poder de seducción sobre el ser humano, puesto que después de todo el Príncipe de este Mundo no es otro que el Diablo (Jn 12:31), calificado también por Jesucristo como el Padre de la Mentira (Jn 8:44). Por lo demás, es indiferente que quienes las propugnan crean en ellas o no, porque su contenido y la base en la que se fundan son siempre la mentira y nada más que la mentira. Otro error que suelen cometer las gentes con respecto a las utopías es el de limitar su actualidad al campo de la vida civil. Cuando en realidad han invadido con fuerza el recinto de una Iglesia en la que, conforme a las profecías (Mt 24:11), parecen actuar impunemente multitud de embaucadores, seduciendo a muchos.

Es imposible negar que las modernas tendencias de pensamiento con carta de naturaleza en la Iglesia, más o menos tocadas de neomodernismo, han dado cabida en ella a utopías cuya eficacia y éxito han influenciado hasta lo increíble la mentalidad de multitud de creyentes. Aparecen con la fuerza y vigor de modernas y rejuvenecedoras teologías, dispuestas a edificar la Nueva Iglesia que a toda costa trata de ser impuesta por la Edad Nueva y el Nuevo Orden Mundial.

Son más numerosas de lo que la gente cree. Citaremos algunas, de forma resumida y lo más brevemente posible:

En primer lugar, la del Pacifismo. La cual está convencida de la posibilidad de alcanzar en todo el orbe una paz definitiva. Aunque entendida la paz al modo mundano, enteramente distinto, por otra parte, del modo cristiano (Jn 14:27). Bastantes Jerarcas y responsables de la Iglesia han hecho suyo este concepto–utopía de la paz, como lo demuestran algunos solemnes discursos al respecto ante lo ONU; muestras flagrantes, por lo demás, de actuaciones carentes de sentido, y absolutamente ineficaces.

Siguiendo un cierto orden de importancia, es obligado colocar en segundo lugar a la utopía del Diálogo. Extraño y nuevo instrumento al que se le atribuyen poderes mágicos; como el de lograr resolver todos los problemas, una vez aplicado y como ex opere operato, a cualquier dificultad, por insoluble que parezca. No se le concede importancia al hecho de que, hasta la fecha, en materias como la del Diálogo Ecuménico, no haya obtenido otro resultado sino el de que sea la Iglesia Católica la que siempre ceda haciendo concesiones; pero sin que nadie haya visto jamás contrapartida alguna por las otras partes dialogantes.

Constituiría una grave falta no hacer pronta memoria de los derechos humanos, sin ninguna referencia a la Ley Natural o a la Ley divina. Una de las mayores utopías que la raza humana ha sido capaz de inventar, y en la que viven y de la que se alimentan numerosos Pueblos.

Desgraciadamente ha conseguido arraigar también dentro de la Iglesia, donde son muchos los Pastores e Instancias influyentes que se acogen a ellos; y aun con un mayor asentimiento del que prestarían al misterio trinitario. Abundan los Documentos, Alocuciones, Discursos y Predicación en general, que utilizan como fundamento de sus exhortaciones los derechos humanos, conectados a veces también con la Constitución de éste o de aquél país. Olvidando sin duda que las leyes puramente humanas, como producto elaborado por los hombres, fácilmente pueden ser modificadas o abrogadas por ellos mismos. Quizá convendría recordar a un buen número de Pastores acomplejados, quienes a fin de congraciarse con el Mundo no vacilan en sustituir la Palabra de Dios por preceptos humanos, la consigna del Apóstol San Pablo: Yo no me avergüenzo del Evangelio (Ro 1:16).

La utopía de la Nueva (y Única) Iglesia, en la que tendrán cabida todas las religiones, incluidas las que no creen en dios alguno. Ha dado lugar, como raro fruto, a un extraño Ecumenismo sincretista en el que la Iglesia Católica queda relegada a la condición de una más; desde el momento en que todas las Iglesias, de una manera o de otra, son portadoras de la totalidad o de parte de la verdad. Se le atribuye la responsabilidad con respecto a la pérdida de la fe y a la deserción de innumerables católicos.

Con todo, aún ha tenido más cabida la del cristianismo fácil, o prêt a porter. Abarca todo un conjunto de fantasías tranquilizadoras. Como la del cristianismo anónimo, para el que todo el mundo es bueno y todo el mundo se salva; por lo cual ya no hace falta el Infierno; o bien no existe, o en todo caso a lo más está vacío. Es paralela a la que predica la bondad de un Dios comprensivo y Padre que no puede condenar a nadie. Por desgracia olvida que, además de misericordioso, Dios es también justo.

Éxito rotundo ha obtenido la utopía de la moral a decidir por cada individuo, en la que cada uno actúa según su propia verdad. Ha logrado el milagro de hacer compatibles con el catolicismo opiniones y actitudes que, si bien fueron consideradas en otro tiempo como aberrantes y contrarias a la Fe, ahora son aceptadas y hasta aplaudidas. Ya son buenos católicos, por ejemplo, aptos para recibir cualquier sacramento, los partidarios del divorcio, del aborto, de la eutanasia, de las uniones de homosexuales, etc. ¡Atrasadas Edades y Tiempos Oscuros aquellos en los que no se creía en la cuadratura del círculo…!

Inenarrable ha sido la acogida alcanzada por la utopía de la Primavera de la Iglesia. La cual cuenta, entre sus logros asombrosos, el de presentar a esta última como gozando de un verdadero estado paradisíaco, tal como jamás hubiera sido soñado en siglos pasados. Y aun otro de ellos ha consistido en convencer a todo el mundo de que lo blanco es negro: y así por ejemplo, no son sino pesimistas, derrotistas, oscurantistas, enemigos del progreso y ajenos al espíritu del Concilio, quienes piensan que la realidad de la situación es totalmente otra. Aunque ninguna ha sido tan aplaudida, ni se ha visto tan extendida, como la propugnada por la Teología de la Liberación, cuya falacia de su auténtica interpretación del Evangelio —¡al fin!— en favor de los oprimidos (en realidad puro marxismo) ha sojuzgado y descristianizado a gran parte de Hispanoamérica.

Por no hablar del nuevo concepto de la teología y de la Iglesia preconizados por el visionario Teilhard de Chardin. Quien, con sus fantasías del Cristo Omega y de la Evolución del Universo, ha conseguido un éxito sin precedentes en la tarea de difuminar la figura histórica de Jesucristo.
Si se tiene en cuenta que la sociedad moderna (en todo el mundo) vive alimentada y orientada (desorientada) por las utopías, al paso que camina sobre la base del lecho de arenas movedizas de la mentira, podrá comenzar a entenderse la importancia del tema. 
Es preciso insistir en que el problema, tal como aquí se plantea, no era ajeno a la mente de Cervantes. Como lo insinúa, por ejemplo, lo que dice en plena tarea del expurgo del libro de Tirante el Blanco, uno de los salvados de las llamas purificadoras. Las mismas que habían sido encendidas, en forma de hoguera, por el Cura y el Barbero a fin de acabar con los libros de caballería de nuestro héroe. Hoy no habrían dado abasto en encender fogatas y, con todo, no serían suficientes; tal es la abundancia y diversidad del material para engañar que utiliza el Mundo:

—¡Válame Dios!— dijo el cura, dando una gran voz—. ¡Que aquí esté Tirante el Blanco! Dádmele acá, compadre; que hago cuenta que he hallado en él un tesoro de contento y una mina de pasatiempos. Aquí está Don Quirieleisón de Montalbán, valeroso caballero, y su hermano Tomás de Montalbán, y el caballero Fonseca, con la batalla que el valiente de Tirante hizo con el alano, y las agudezas de la doncella Placerdemivida, con los amores y embustes de la viuda Reposada, y la señora Emperatriz, enamorada de Hipólito, su escudero. Dígoos verdad, señor compadre, que, por su estilo, es éste el mejor libro del mundo; aquí comen los caballeros, y duermen y mueren en sus camas, y hacen testamento antes de su muerte, con estas cosas de que todos los demás libros deste género carecen.

A pesar de la descarada burla de Cervantes, que se huelga aquí en divertirse trayendo a colación nombres ridículos de caballeros, de doncellas y de señoras, es interesante anotar el inciso:

Es éste el mejor libro del mundo: aquí comen los caballeros, y duermen y mueren en sus camas, y hacen testamento antes de su muerte, con estas cosas de que todos los demás libros deste género carecen.

Puesto que en él se contempla un evidente descenso al mundo de la realidad y de la normalidad. Que es lo mismo que decir al mundo de la verdad ordinaria del quehacer diario. El hecho de que aquí los caballeros duerman y mueran en sus camas, además de hacer testamento antes de su muerte, es una clara alusión al final y culminación de su obra: cuando Don Quijote, recobrado ya su sano juicio y convertido otra vez en Alonso Quijano el Bueno, redacta su testamento y muere en paz con la Iglesia, con su familia y con todos sus semejantes.

Queda claro, por lo tanto, que la diatriba de Cervantes no va dirigida contra los libros de caballerías por el mero hecho de ser libros de caballerías. Ni siquiera pretende, en último término, acabar con las mentiras que contienen en cuanto que son mentiras. Lo que realmente intenta —algo que suele pasar más desapercibido— es denunciar el daño que tales falsedades ocasionan (sobre todo) a las gentes sencillas. Puesto que se presentan como solución contra las injusticias, e incluso como el método seguro para conseguir un mundo mejor, no se tiene en cuenta que ocultan el hecho de que no son sino utopías. Se trata de puras elaboraciones intelectuales que además de no ser útiles para nada, por cuanto sus fantasías carecen de base real, engañan y perjudican al común de muchas gentes de buena voluntad que, consciente o inconscientemente, ansían un mundo distinto y más perfecto. (2)

La deshidratación del cerebro según Cervantes, o la comedura de coco según nosotros, es una realidad que está ahí, y que en nuestras sociedades modernas, poseedoras de tecnologías que hubieran sido impensables en el siglo de Cervantes, actúa con enorme eficacia en cuanto a manipulación de masas se refiere.

El creyente de hoy que busca a Dios con buena voluntad, a través de una constante lucha por mantenerse fiel a la verdadera Fe, se siente ahogado por un Catolicismo que ha sido invadido por multitud de utopías. ¿Y cómo hacer para no errar el camino…? Ante todo, consciente de la situación, debe permanecer vigilante ante la multitud de seductores que pululan por todas partes: Hijitos: que nadie os engañe (1 Jn 3:7). Y nadie es engañado, efectivamente, si no ha hecho previamente su opción por la mentira.

Pero el objetivo al que apuntan todas las utopías no es otro, en último término, que el de implantar las diversas formas de tiranía. De tal manera que un mundo engañado se convertirá en un mundo de esclavos. Ante lo cual no hay sino un remedio eficaz, proporcionado precisamente por el mismo Jesucristo, como no podría ser de otra manera. 

Consiste, en primer lugar, en mantenerse fiel a sus palabras, lo cual equivale a guardar sus enseñanzas

De este modo, en segundo lugar, se alcanzará indefectiblemente el conocimiento de la verdad

Hasta que por fin, y a través de ese conocimiento, se llegue a desembocar en la auténtica libertad. 

Los tres pasos han sido taxativamente señalados por el Señor: Si permanecéis en mi palabra seréis mis discípulos, y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8: 31–32).

De acuerdo —dirá alguno—, pero ¿cómo ha de hacerse para permanecer fiel a sus palabras…? Y la respuesta —una vez más— no puede encontrarse en otra parte sino en el amor. 

No es seducido por el engaño quien meramente ha extraviado el camino por un error de conocimiento, sino aquél que ha fallado en el amor. Y así es, puesto que todo es cuestión de amorLo dice el mismo Jesucristo con palabras claras: Si alguno me ama, guardará mi palabra… El que no me ama no guarda mis palabras (Jn 14: 23–24). De ahí la bella expresión de San Juan de la Cruz: A la caída de la tarde de nuestra vida seremos examinados del amor.

Padre Alfonso Gálvez
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(1) Hoy hablaríamos, en España, del Presidente Pedro Sánchez y del vicepresidente Pablo Iglesias.

(2) Este artículo, escrito en 2009, es profético. Hoy lo estamos presenciando; al menos, lo presencian aquellos que no han cerrado sus oídos a la verdad.