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viernes, 18 de mayo de 2018

Noticias varias 18 de mayo de 2018



Dejate sacrilegar (The Wanderer)

“ARMEN LÍO” (1): Vigilias contra la homofobia y la transfobia en toda Italia, con la presencia de diversos obispos. (Vicente Montesinos, en Infovaticana)

El Papa: es mi deseo que católicos y budistas intensifiquen su relación (Vatican News)

Obispos chilenos comienzan segunda reunión con el Papa para resolver crisis de abusos (Rome Reports)

Todos los obispos de Chile presentan su renuncia al Papa (Infovaticana)

La transcripción completa del documento reservado que el Papa entregó a los obispos  chilenos (Tele 13 de Chile). Pinchar aquí  (enlace a Secretum Meum Mihi)

Una parroquia de Madrid organiza una vigilia “homoherética” a propuesta de Josito Segovia (Carlos Esteban, de Infovaticana)

La síntesis de todas las herejías: sobre el catolicismo Nietzscheano (Infocatólica)


Selección por José Martí

El Vaticano felicita el Ramadán a todos los musulmanes (Carlos Esteban)



Hoy 18 de mayo se inicia en todo el mundo el Ramadán, el mes sagrado y de ayuno de los musulmanes, y el Boletín de la Oficina de Prensa vaticana recoge una felicitación con tal motivo del Cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso.

Bien, si uno tiene un Consejo para el Diálogo Interreligioso, imagino que este tipo de cortesías es obligado, aunque no sea probable que de la otra parte sean correspondidas. Convendría, sin embargo, hacerlas tan breves que cupieran en una tarjeta, porque el riesgo y la tentación de relativizar la verdad llevado de los buenos deseos es muy grande en estos casos.

Observen, por ejemplo, estas palabras del mensaje:
“Las reflexiones que querríamos compartir con vosotros en esta ocasión se refieren a un aspecto vital de las relaciones entre cristianos y musulmanes: la necesidad de pasar de la competencia a la colaboración” 
“En el pasado, las relaciones entre cristianos y musulmanes han estado caracterizadas demasiado a menudo por un espíritu de competición”.
¿Les parecen las palabras apropiadas de una Iglesia que se sabe mera custudia y transmisora de la Verdad salvífica e inmutable revelada por el propio Creador? ¿Pueden imaginar a un presbítero entre los primeros cristianos planteando a los paganos “pasar de la competencia a la colaboración”.

No, la impresión que transmite el lenguaje de este mensaje es casi empresarial, el de un alto directivo de una empresa en un sector maduro y a la baja dirigido a la competencia para repartirse el mercado.

¿Cómo podría no haber competencia? ¿Están exentos los musulmanes de la llamada urgente de Cristo de ir a evangelizar a todos los pueblos?

Y sigue:
“Todos tenemos el derecho y el deber de rendir testimonio del Omnipotente al que rendimos culto, de compartir con otros nuestras creencias, en el respeto por su religión y sus sentimientos religiosos”.
¿Tenemos ese deber? ¿En qué sentido debemos “respetar” una religión que sabemos falsa? El sentido, digamos, ‘civil’, está perfectamente claro. Pero el mandato evangélico pone un claro límite a ese ‘respeto’ que no permite precisamente la ‘colaboración’.

Eso plantea una segunda e interesante cuestión, con respecto a ese “Omnipotente al que rendimos culto”, a saber: ¿adoramos a un mismo Dios cristianos y musulmanes? 

¿Cuándo empezó la Iglesia a expresarse como si fuera una ‘opinión religiosa’ más, una forma peculiar de culto a un Dios verdaderamente desconocido, tan válida como cualquier otra pero no más, y por tanto desligitimada para entrar en el ‘mercado de la competencia’?

Carlos Esteban

Obispo pide combatir la herejía [que está] “dentro de la Iglesia”



Es deber de todo cristiano luchar contra “los errores [que hay] en el interior de la Iglesia”, según Athanasius Schneider, obispo de Kazajistán.

Al hablar el 17 de mayo en el Rome Life Forum, en la Pontificia Universidad Angelicum, Schneider señaló que esta lucha debe enfocarse en “la herejía y ambigüedad en la doctrina”.

Él cree que no importa cuán oscuras pueden parecer las cosas en la tierra, la Iglesia militante es el equipo ganador porque Cristo vence.

Schneider citó a san Juan Crisóstomo: “Es más fácil hacer desaparecer el sol que destruir a la Iglesia”.

Sin embargo, en todos los países de Occidente la Iglesia ha perdido más del 90% de sus fieles desde el Concilio Vaticano II, y no hay un final de esto a la vista.

Incluso el cardenal radical Karl Lehmann se negó a aceptar la Comunión a los protestantes



Una parroquia de Madrid organiza una vigilia “homoherética” a propuesta de Josito Segovia (Carlos Esteban)



Si ayer hablábamos de tres obispos italianos que habían bajado la cerviz para hacerle el juego al lobby LGTBI, hoy nos encontramos con un caso que nos toca más de cerca: concretamente en Madrid, en la Parroquia de la Madona (Nuestra Señora de Madrid), en pleno Paseo de la Castellana.

Allí, la Comunidad de Crismhom -una asociación de gays católicos- invitaba a participar en una Vigilia de Oración con motivo del Día Internacional contra la Homofobia el pasado jueves a las 9 de la noche. Se trata, pues, de rezar por la superación de la ‘homobiintertransfobia’ (sic) en el interior de una iglesia cuyo altar aparece presidido por un curioso icono, supuestamente una representación de “San Sergio y San Baco, patronos de las relaciones entre personas del mismo sexo”.

En la realidad -o, al menos, en la tradición piadosa de la Iglesia-, San Sergio y San Baco fueron dos militares romanos del siglo IV martirizados por el emperador Maximiano por su condición de cristianos. Al haber sido compañeros de armas y de fe, sufriendo juntos el martirio, es costumbre representarlos siempre uno junto al otro, y esa es todo lo que necesitan los revisionistas del ‘lobby’ para declararlos homosexuales, ya es de sobra sabido que la amistad entre dos varones es imposible sin una atracción sexual mutua.


Este icono en concreto que se expone sobre el altar, leemos en la página de la asociación, ha sido pintado por un miembro de Crismhom que en estos momentos se encuentra de misionero en Mozambique. Representa a los santos mirándose tiernamente a los ojos, a pecho descubierto, y entre ambos, inscrito en un círculo con los colores del arcoiris, un Cristo que los bendice o enciende sendas llamas en sus corazones, no sabría decir.

¿Otra parroquia rebelde, una más que se enfrenta a su obispo para hacer de su capa un sayo y presentar un catolicismo ‘a medida’ de la modernidad y en contradicción con dos mil años de doctrina moral?

Nada más lejos. La parroquia y el propio acto, así como el ‘acercamiento pastoral’ al colectivo LGTBI, cuenta con las bendiciones de la diócesis presidida por don Carlos Osoro, que incluso ha encargado a la misma ocuparse de esta labor. 

Según ha podido contrastar InfoVaticana, la iniciativa de este acto no ha sido del párroco, sino del controvertido vicario de Pastoral Social e Innovación de la diócesis de Madrid, José Luis Segovia, quien buscaba un templo para un acto de estas características. El propio ‘Josito’ impartió una conferencia el pasado mes de enero en la sede de Crismhom, en el madrileño barrio de Chueca.

De hecho, los miembros de la asociación han colaborado, según cuentan ellos mismos en su página online, con el órgano oficial de la Diócesis de Madrid, Alfa & Omega. “En los últimos meses y desde medios de comunicación de la Iglesia Católica (Vida Nueva, Alfa y Omega) se ha solicitado la colaboración de CRISMHOM para realizar entrevistas a personas LGTBI católicas y pedir su opinión sobre su pertenencia a la Iglesia y las dificultades que experimentan”, escriben. “En ambos casos, nuestra Comunidad ha estado dispuesta a participar, y fruto de ello ha sido la aparición de los testimonios de alguno de sus socios y simpatizantes en el número 3.061 de diciembre-17 de Vida Nueva y el 1.060 de Alfa y Omega de 15 de febrero”.

Una ‘Vela de Oración contra la Homofobia’ no es un acercamiento pastoral, es una rendición al lobby que solo puede sembrar la confusión. Es permitir que la Iglesia colabore en un proyecto ideológico, como ideológico es el concepto mismo de ‘homofobia’, con esa terminación que indica un tipo de desequilibrio psíquico.

En el mejor de los casos, sería como organizar una vigilia de oración contra la esquizofrenia; en el peor -y más probable-, señala un intento de revisionismo de la concepción cristiana de la moral sexual y, en concreto, de las relaciones homosexuales.

El ex prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, Cardenal Gerhard Müller, ha calificado a los obispos italianos que han accedido a estas ‘vigilias’ en Italia, en entrevista concedida a la periodista italiana Costanza Miriano, como “obispos sin valentía”.

“Algunos obispos hoy carecen de valor para decir la verdad y se dejan intimidar, no entienden que la homofobia es un engaño que sirve para amenazar a la gente”, sostiene Müller. “Pero los cristianos no debemos tener miedo a las amenazas”.

El que tenga oídos para oír, que oiga.
Carlos Esteban

Bergogliear y Discernir (Fray Gerundio)



Estoy retenido en mi celda durante unos días, porque me han aconsejado mis superiores que inicie un proceso de discernimiento acerca de mi postura crítica con algunas de las cosas que están pasando en Roma y en el resto de la Cristiandad. Mis opiniones sobre la Gala Met han resultado muy duras al caer en algunos oídos mentecatos de escasa sesera, provocando serias protestas entre los frailes más amantes de la actual situación eclesial y con ganas de escalar puestos, ahora que se va a celebrar el Capítulo Provincial. Como suele suceder, son tolerantes con el que piensa como ellos. Y acusan de intolerancia a todo el que discrepa de sus sabias argumentaciones. Esto no es nuevo.

Me he detenido a pensar en el avance que ha experimentado el vocablo discernir a lo largo de este Pontificado. Si le hubieran pagado al Vaticano derechos de autor por la promoción de tal verbo irregular, o le hubieran dado una comisión por ser creador de opinión con este concepto, no habría tenido necesidad de prestar los ornamentos sagrados para la Bendita Gala; habría bastado que el cardenal Ravasi -Gran Promotor-, se hubiera puesto un pendiente en la oreja y un tatuaje new age bajo el solideo, o que el jesuíta norteamericano Martin hubiera sacado de su armario el bikini.

Y es que discernir ha venido a convertirse en un sintagma esencial en la lingüística bergogliana y colectivos adyacentes.

Pero claro está que el susodicho palabro tiene que interpretarse en conexión con el nuevo paradigma que el Espíritu Santo impulsa en la Iglesia. Y como el nuevo paradigma consiste esencialmente en que lo que antes era pecado, puede que ahora lo sea y puede que no lo sea, discernir consistirá –también esencialmente-, en llegar a comprender que, en mi caso, no es pecado.

Esta teoría debe ser explicada con claridad. Los obispos alemanes la han comprendido muy bien. Y se van sumando más obispos, conforme va cayendo la arena en el reloj. Es impresionante la fidelidad de la Jerarquía. Pero como he dicho antes, ya ha venido a ser de uso habitual para los fieles de a pie, pendientes de la infalible locuacidad de Santa Marta.

Algunos de mis hermanos se han enfadado al explicar yo en el refectorio esta palabra, al tiempo que contemplaba mi plato de berzas cocidas y comenzaba a intentar discernir si me las comía de inmediato o comenzaba a pensar en un suculento filetón de Avila.

Por ejemplo, les decía yo a los frailes: Dos homosexuales muy católicos, viven juntos. O sea, que viven juntos. Se entiende. Y por las noches, después de rezar el Rosario en la sala de estar, pues siguen viviendo juntos. A la mañana siguiente tienen que ir a la Parroquia, porque es domingo y uno de los dos tiene que cantar a capella y el otro tiene que hacer la segunda lectura, ya que ambos son muy queridos en la parroquia. Son muy buena gente, ayudan a las ancianitas a cruzar la calle, saludan a sus vecinos en el mercado y venden tartas de manzana al acabar la misa. Llegado el momento de la comunión y ensimismados en la eucaristía, van a comulgar.

En ese momento algún tío vinagreta con tridente (o sea, tridentino), les recuerda que no se puede acceder en pecado a recibir el Cuerpo de Cristo. Entonces ellos, que son pareja estable, acompañados por un sacerdote preparado y de sobrada experiencia -siempre que no lleve tridente ni vinagretas, y sea más bien protodo-, disciernen que como son católicos de corazón, aman a Dios y anoche rezaron el Rosario e hicieron los dos juntos un master en una universidad de los jesuítas sobre la elegetebei …, efectivamente no sólo pueden acceder a la comunión, sino que deben hacerlo, porque el Espíritu Santo les ha ayudado a discernir. Y es que el Espíritu suscita sorpresas de Dios, como ya dijo Ciceroglio.

Esto es solamente un ejemplo, que cada cual tendrá que aplicarlo a su caso concreto. Pero supongamos que esta pareja discierne que no deben comulgar porque no está bien lo que están haciendo y viven en pecado. En esta situación, el párroco que los acompañaba, deberá instruirlos adecuadamente para que aprendan a discernir como Dios manda. Está claro que han discernido mal y habrá que enviarlos a un campo de reeducación. Si lo consigue, este sacerdote será inmediatamente promovido a Obispo de alguna Diócesis recalcitrante.

No es de extrañar que se convoquen vigilias de Pentecostés en las que se pida al Espíritu Santo que ayude a comprender estas situaciones homofóbicas. Con Obispos incluidos, como ilustra muy bien este artículo de adoración y liberación en Infovaticana.

Es una nueva suerte de Blasfemia que da color –color arco iris, que nunca falta-, a la Blasfemia General en que se ha metido gran parte de la Iglesia, mientras Francisco dice a los budistas que su espiritualidad es maravillosa y hay que conocerse mutuamente; o mientras “estudia” –decide manu militari- con los Obispos Chilenos quién debe poner su cabeza bajo la guillotina y debe hacer autocrítica, -como dicen ahora imitando a los marxistas de antaño-, para evitar que la haga el verdadero culpable de todo el embrollo que ha montado, ya-sabemos-quién-es. La autocrítica nunca la hace el Jefe, sino los que el Jefe designa.

Y es que, a fin de cuentas, discernir tiene ya un sinónimo, que es bergogliear. La definición, cuando la Real Academia se decida, podría ser algo así más o menos. 


Bergogliear: Discernir en una postura la bondad o la maldad, optar por la maldad, y ejecutarla. Bergogliear quiere decir también explicar la bondad o maldad de un acto según el contexto: de una forma en una Audiencia General y de otra a los Obispos Alemanes. De un modo en una homilía y de otro a un director de periódico.

No sólo estamos ya ante el nuevo paradigma, sino ante una nueva formulación del viejo principio de la sindéresis: Discierne el Mal y sigue tu conciencia para evitar el Bien. Porque en este caso, lo que para otros es Mal, para ti es super-bien.


Fray Gerundio

Francesco dice que está preparado para renunciar. Pero a condición de que... (Sandro Magister)




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Con una curiosa suma de coincidencias, las palabras "testamento" y "dimisión" han estado muchas veces, durante los días pasados, en la boca y en la pluma del papa Francisco, en alguna medida aplicadas también a sí mismo.
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Para comenzar, en la homilía matutina en Santa Marta, el martes 15 de mayo, Francisco recomendó a todos, pero en especial a los obispos, que estén preparados para “redactar un testamento”, similar al hecho por el apóstol san Pablo cuando se despidió de la comunidad de Éfeso, tal como se relata en el capítulo 20 de los Hechos de los Apóstoles, leído en las Misas de ese día y del día siguiente.
No un testamento "mundano" – ha explicado el Papa – como cuando se dice: "Esto lo dejo a aquél, eso a aquél otro, aquello a otro…", con "muchos bienes" para distribuir. Sino un testamento "que nos haga ver el camino de cada obispo en el momento de despedirse" y que suene como "una especie de examen de conciencia del obispo frente a su presbiterio".
En esta homilía Francisco repitió una afirmación que está en su corazón y sobre la que vuelve con frecuencia: que san Pablo, al hacer un balance de su propia vida, "se jacta de sus propios pecados". Cosa que en los escritos de san Pablo precisamente no es así, y ni siquiera en sus discursos informados en los Hechos de los Apóstoles, como Settimo Cielo ya puso en evidencia.
Pero no es éste el punto. Más bien, es la insistencia del papa Francisco sobre la obediencia a lo que dicta el Espíritu Santo, más aún, lo que "obliga" a hacer, aunque esto signifique para el pastor dejar la grey, con la cual "no nos veremos más".
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Al día siguiente, el miércoles 16 de mayo, la cuestión del testamento y de la renuncia se ha planteado todavía con más vigor, esta vez involucrando en primera persona no a uno sino a dos Papas.
"L'Osservatore Romano" anticipó el texto de un manuscrito inédito de Pablo VI, reproducido en un libro de monseñor Leonardo Sapienza sobre ese Papa, salido a la venta en estos días: "La barca di Paolo", Edizioni San Paolo, Cinisello Balsamo, 2018.
El manuscrito tiene la fecha del 2 de mayo de 1965 y es una carta para el Decano de los cardenales, carta en la que Giovanni Battista Montini – que en esa fecha era Papa por menos de dos años – se dice dispuesto a renunciar al papado "en caso de enfermedad que se presuma incurable o de larga duración, y que impida ejercer suficientemente las funciones de nuestro ministerio apostólico; o bien en el caso que otro impedimento grave y prolongado constituya también un obstáculo para ese ejercicio ".
Pocas semanas más tarde, el 30 de junio de 1965, Pablo VI escribió también las célebres "Notas para nuestro testamento", completadas por breves agregados en 1972 y 1973. Pero estos agregados ya son conocidos, mientras que la carta de su renuncia es publicada ahora por primera vez.
Pero hay más. Porque "L'Osservatore Romano" ha publicado también las breves palabras que el papa Francisco escribió, el 8 de diciembre de 2017, como comentario a ese texto de Pablo VI.
A partir de esto sabemos que Jorge Mario Bergoglio comparte plenamente el paso dado por su predecesor.
En efecto, escribe Francisco:
"Lo que a él [a Pablo VI - ndr] le importan son las necesidades de la Iglesia y del mundo. Y un Papa impedido por una grave enfermedad no podría ejercer con suficiente eficacia el ministerio apostólico. Por eso, en conciencia, y luego de una madura reflexión, él señala su voluntad precisa, para el bien superior de la Santa Iglesia".
Esto permite entender que también Francisco, en caso de que se hicieran presentes los impedimentos evocados por Pablo VI, estaría dispuesto a renunciar al papado, como además ya había planteado la hipótesis en otras oportunidades.
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Una vez suministrados estos pronunciamientos del papa Francisco respecto a su voluntad última y a la de otros pastores de la Iglesia, se señala además que recientemente la Secretaría de Estado ha distribuido a todos los cardenales, a los nuncios apostólicos y a los superiores de curia cinco páginas de "Indicaciones para la redacción del testamento", fechadas el 18 de febrero de 2018.
El motivo principal de estas instrucciones se declara en ellas inmediatamente: "No generar discusiones y divisiones, especialmente entre los parientes".
La primera indicación es redactar el testamento "con el Notario vaticano", o bien escribirlo con un bolígrafo desde el principio al fin, firmarlo y fecharlo en cada una de sus páginas y conservarlo en un sobre cerrado, no en casa sino "en un lugar seguro, por ejemplo, en el Instituto para las Obras de Religión, que dispone de una oficina especial".
En segundo lugar, "puestos a salvo los derechos que la ley reserva a los herederos legitimados", se sugiere indicar como "heredero universal" a un ente eclesiástico civilmente reconocido y "exento de impuestos a la sucesión", con la advertencia de "indicar las finalidades no lucrativas por las cuales se han traspasado los bienes a ese ente determinado".
Por ejemplo, "si el heredero es el Santo Padre, la finalidad será: 'para sus obras de caridad, o bien para el Óbolo de San Pedro'", mientras que "si el heredero es una Congregación religiosa, la finalidad será 'para las obras de caridad del Instituto'".
Las últimas dos páginas de las "Indicaciones" están justamente ocupadas por el facsímil de un testamento, con la indicación en el encabezamiento del "heredero universal" (el Papa, la diócesis, la Orden religiosa, el seminario, etc.) al cual dejar los bienes y la obligación de asignar algunos a quien se indique (la casa, el automóvil, los libros, los muebles, etc.), además del encargo de cubrir los gastos para la sepultura y los honorarios para el albacea testamentario.
Todo esto con la finalidad de "no usar el cargo eclesiástico para aumentar el patrimonio de la propia familia". Porque, por el contrario, "todo lo que se ha recibido de la comunidad cristiana, o del ministerio sagrado, debe volver a estar al servicio de la misma y, en especial, de los pobres".
Sandro Magister

Monseñor Schneider habla de la necesidad de un nuevo syllabyus de errores para la Iglesia moderna



Rebosantes de gratitud, presentamos hoy a nuestros lectores una extensa y original entrevista a monseñor Athanasius Schneider, obispo auxiliar de la archidiócesis de Santa María de Astaná (Kazajistán). Ha tenido la gran amabilidad de responder a las siguientes preguntas, que le habíamos enviado antes de la reunión celebrada el pasado 3 de mayo por los obispos alemanes con las autoridades vaticanas para hablar del actual conflicto relativo a la comunión por parte de los cónyuges protestantes. Tampoco se había inaugurado todavía la blasfema gala Heavenly Bodies en Nueva York. Nuestra intención era plantearle preguntas que le permitieran elaborar un nuevo syllabus de errores –lo llamamos así nosotros, no él– para la Iglesia actual, con miras a proporcionar una corrección fraterna a algunos de los graves desórdenes para la Fe que se dan impunemente en círculos eclesiásticos y entre el público en general.
Monseñor Schneider nos da su parecer sobre la bendición de las parejas homosexuales, la ordenación de sacerdotisas, la administración de la Comunión a los protestantes casados con católicos, la simbología masónica exhibida en el Vaticano, los sacerdotes casados, el préstamo por parte del Vaticano de objetos sagrados al desfile de modas neoyorquino y, por último, aunque no por ello sea menos importante, el caso del niño Alfie Evans.
El buen prelado no vacila en manifestar una postura clara y ejemplar en cuestiones de fe y moral. Una vez más, le agradecemos enormemente su testimonio católico, el cual deseamos que se propague a los cuatro vientos, confirmando en su fe a los católicos de todo el mundo.
Maike Hickson (MH): A principios de año, representantes de la Conferencia Episcopal Alemana propusieron la bendición de las parejas homosexuales. ¿Qué respuesta se puede dar a esto desde la doctrina católica?
Athanasius Schneider (AS): Bendecir a una pareja de homosexuales significa bendecir el pecado, no sólo de unos actos sexuales extramaritales, sino peor aún, de actos sexuales entre personas del mismo sexo. Es decir, la bendición del pecado de sodomía, que durante casi toda la historia de la humanidad y en toda la tradición cristiana ha sido considerado un pecado que clama al Cielo (Catecismo de la Iglesia Católica, 1867). Porque anula, contamina y contradice directamente la naturaleza y el orden de la sexualidad humana en la complementariedad mutua de los sexos creados por la sabiduría infinita de Dios. Los actos y las relaciones homosexuales se oponen frontalmente a la razón y a toda lógica, así como a la voluntad explícita de Dios.
Por naturaleza, los actos homosexuales son tan absurdos que se los podría comparar, por ejemplo, con el mecanismo de cierre de un cinturón de seguridad, en el que una clavija (macho) se introduce en la hebilla (hembra). Cualquier persona con dos dedos de frente afirmará que es absurdo que un cinturón de seguridad tenga dos elementos machos o dos hembras. No funcionará, y además será causa de muchas muertes por no haberse podido ajustar el cinturón. Así también, los actos homosexuales son causa de muerte espiritual y en muchos casos de muerte física, por el elevado riesgo de contraer dolencias venéreas.
Los sacerdotes partidarios de bendecir las relaciones homosexuales promueven un pecado que clama al Cielo, y además algo absurdo, ilógico. Esos sacerdotes cometen un grave pecado, que reviste incluso más gravedad que el de las parejas homosexuales a las que bendicen, ya que les dan un incentivo para vivir una vida de continuo pecado y los expone en consecuencia al gran peligro de la condenación eterna. Sin duda alguna, Dios les dirá a esos sacerdotes en el momento de su juicio personal: «Si Yo digo al impío: “De seguro morirás”, y tú no le previnieres ni hablares para amonestar al impío que se aparte de su perverso camino y viva, ese impío morirá en su iniquidad; mas Yo demandaré de tu mano su sangre » (Ez. 3,18). Los sacerdotes que bendicen las prácticas homosexuales reintroducen una especie de prostitución propia de templos paganos. Semejante conducta en los sacerdotes es análoga a la apostasía, y se les pueden aplicar plenamente estas palabras de las Sagradas Escrituras: «Se han infiltrado algunos hombres –los de antiguo prescritos para este juicio– impíos que tornan en lascivia la gracia de nuestro Dios y reniegan del único Soberano y Señor nuestro Jesucristo» (Judas 4).
MH: El escritor alemán Anselm Grüm, uno de cuyos libros ha sido elogiado recientemente por el papa Francisco, ha dicho que no le sorprendería que un día llegara a haber una papisa. El cardenal Crhistoph Schönborn dijo igualmente hace poco que un concilio futuro podría muy bien establecer un nuevo reglamento para la elección de sacerdotisas e incluso obispas. ¿Qué hay en ello de posible y de bueno para la Iglesia, y qué de malo? ¿Cuál es el verdadero papel de la mujer en la Iglesia a la luz de los Evangelios?
AS: Por institución divina, el sacramento del Orden sólo se puede administrar a un varón. La Iglesia no tiene potestad para alterar esta característica esencial del sacramento, porque no puede cambiar un aspecto sustancial de los sacramentos, como enseña el Concilio de Trento (cf. sesión 21, capítulo 2). El papa Juan Pablo II declaró que la imposibilidad de ordenar mujeres en una enseñanza infalible del Magisterio Universal Ordinario (cf. la carta apostólica Ordinatio sacerdotalis, nº 4). Por consiguiente, se trata de una verdad divinamente revelada que pertenece al depósito de la Fe (cf. Respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe del 28 de octubre de 1995).
Quien persista en dudar o negar esta verdad revelada comete pecado de herejía, y si lo hace públicamente y de modo pertinaz el pecado se convierte en un delito canónico, el cual supone la excomunión automática latae sententiae. Hay bastantes sacerdotes, obispos incluidos, que cometen actualmente ese pecado, con lo que se apartan de modo invisible de la comunión de la Fe católica. Se les podrían aplicar con seguridad estas palabras de Dios: «De entre nosotros han salido, mas no eran de los nuestros» (1ª de Jn. 2,19).
Ningún pontífice ni ningún concilio ecuménico podría permitir la ordenación sacramental de la mujer, sea al diaconado, al presbiterado o al episcopado. En el caso hipotético de que se llegase a hacerlo, la Iglesia quedaría destruida en una de sus realidades esenciales. Esto nunca podrá suceder, porque la Iglesia es indestructible y Cristo es la verdadera cabeza de su Iglesia, y no permitirá que las puertas del infierno prevalezcan contra ella en este aspecto concreto.
El papel más hermoso, exclusivo e insustituible de la mujer en la Iglesia es su vocación y su dignidad de madre, sea física o espiritual, porque toda mujer es materna por naturaleza. Y su dignidad y vocación de esposa es inseparable de la de madre. Y esa dignidad de esposa proclama la verdad de que toda alma cristiana, incluida la del varón, debe ser esposa de Cristo. En su misión de madre y esposa, la mujer vive el sacerdocio interior del corazón, exclusivo de ella, y complementario al ministerio varonil externo de los apóstoles. ¡Con cuánta sabiduría ha establecido Dios el orden de la naturaleza, el cual, en el orden de la gracia se refleja con más belleza aún en el sacramento del Orden Sacerdotal! La ordenación de la mujer desbarataría el orden divino y no sería causa por tanto sino de fealdad espiritual, esterilidad espiritual y, a la larga, idolatría.
MH: En febrero los prelados alemanes aprobaron un texto que permite que, en casos particulares y tras una fase de discernimiento,  los protestantes casados con católicos pueden recibir habitualmente la Sagrada Comunión. A la luz del orden sacramental de la Iglesia y de la necesidad de los católicos de acceder con frecuencia al sacramento de la Penitencia, ¿es lícita y posible tal iniciativa del episcopado alemán?
AS: Desde el tiempo de los Apóstoles (cf. Hch. 2,42), la integridad de la Fe (doctrina apostolorum), la comunión jerárquica (communicatio) y la comunión eucarística (fractio panis) están inseparablemente ligadas entre sí. Al administrar la Sagrada Comunión a una persona bautizada, la Iglesia jamás dispensa a esa persona de profesar la integridad de la Fe católica y apostólica. No basta con exigirle que tenga la fe católica en el sacramento de la Eucaristía (o el de la Penitencia o la Unción de Enfermos).
Administrar la Sagrada Comunión a una persona bautizada sin exigirle el requisito indispensable de aceptar todas las demás verdades católicas (por ejemplo, los dogmas del carácter jerárquico y visible de la Iglesia, la primacía de jurisdicción del Romano Pontífice, la infalibilidad del Papa, los concilios ecuménicos y el Magisterio universal y ordinario, los dogmas marianos, etc.), contradice la indispensable unidad visible de la Iglesia y la naturaleza misma del sacramento eucarístico. El debido efecto de la comunión eucarística es, concretamente, la manifestación de la unidad perfecta de los miembros de la Iglesia en el signo sacramental de la Eucaristía. Por tanto, el mero acto de recibir la Sagrada Comunión en la Iglesia Católica –incluso en casos excepcionales– por un protestante o por un ortodoxo constituye en esencia una falsedad. Contradice el signo sacramental y la realidad sacramental interior, puesto que los no católicos a los que se les da la Sagrada Comunión siguen adhiriéndose de buen grado exteriormente a las demás creencias de sus respectiva congregación protestante u ortodoxa.
En este contexto podemos el problemático y contradictorio principio del canon 844 del Código de Derercho Canónico (sobre la administración de ciertos sacramentos como la Sagrada Eucarística a cristianos no católicos en situaciones de emergencia o en peligro de muerte). Ese principio contradice la Tradición Apostólica y la práctica constante de la Iglesia Católica a lo largo de dos mil años. Ya en la época postapostólica del siglo segundo, la Iglesia de Roma observaba esta regla de la que da testimonio San Justino: «Llamamos a este alimento Eucaristía, y no se permite participar de él a nadie que no crea que lo que enseñamos es verdadero» (Apología 1, 66). El problema causado últimamente por la Conferencia Episcopal Alemana no es, a decir verdad, más que la consecuencia lógica de las problemáticas concesiones que hace el canon 844 del Código de Derecho Canónico.
MH: Esto les recuerda a algunos observadores a la introducción de la comunión en la mano, que al principio fue algo regional y más tarde se extendió a la Iglesia universal. ¿Observa algún paralelo con ello?
AS:  Teniendo en cuenta la lógica de la fragilidad humana, el dinamismo de la presión ideológica y el efecto contaminante de los malos ejemplos, los casos excepcionales de comunión administrada a protestantes llegarán también a propagarse mucho, y será entonces más difícil ponerle coto.
MH: En caso de Roma llegara a aprobar iniciativa de la intercomunión en la reunión del próximo 3 de mayo [ver aquí el resultado de dicha reunión], ¿podría dar lugar a un segundo debilitamiento de la doctrina de la Iglesia en cuanto a los sacramentos, después de Amoris laetitia y sus repercusiones?
AS:  ¡Sin ninguna duda!
MH: En vista de la iniciativa del episcopado alemán sobre la intercomunión, ¿ve algún límite a los pedidos de descentralización de la Iglesia?
AS: Cuando existe un grave peligro de que en una iglesia particular resulte perjudicada la integridad de la Fe católica y la correspondiente práctica sacramental, el Romano Pontífice tiene que ejercer el deber que le corresponde corrigiendo esas desviaciones para proteger a los fieles sencillos de semejantes descarríos de la integridad de la Fe católica y apostólica. Cuando los obispos hacen lo contrario de su deber de «promover y defender la unidad de la fe y la disciplina común de toda la Iglesia» (Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 23), el Sumo Pontífice tiene que intervenir para cumplir su misión de ser «doctor de todos los fieles» y «maestro supremo de la Iglesia universal» (Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 25). Si en una travesía marítima algunos suboficiales se ponen a abrir vías de agua en un costado del barco, el capitán no puede decir: «Mejor no me meto, porque soy partidario del principio de descentralización». Cualquiera que tenga sentido común considerará irresponsable y absurdo tal comportamiento, porque las consecuencias serán catastróficas. Si esto es así en la vida física, ¡cuánto más no lo será en la vida espiritual de las almas! Si en cambio, los obispos de las diversas diócesis promueven y protegen debidamente la fe, la disciplina y la liturgia de la Iglesia, el Papa no debería restringir en modo alguno sus iniciativas. En ese caso, la descentralización sería sensata. En «cuantas cosas sean conformes a la verdad, serias, justas, puras, amables y de buena conversación» (Fil. 4,8), el Sumo Pontífice no debería interferir en la actuación de los obispos, y debería permitirles la descentralización en esas buenas obras.
MH: En el marco del próximo Sínodo de la Amazonía de 2019, se están levantando muchas voces a favor de que los sacerdotes del Rito Latino se puedan casar. ¿Cuál es su opinión? ¿Puede y debe la Iglesia Católica seguir esa vía?
AS: La Iglesia Católica Romana no debe caer en la trampa de los viri probati ni agobiarse por la dramática escasez de sacerdotes en algunas regiones. Sería una reacción excesivamente humana, le faltaría el concepto sobrenatural de la Divina Providencia, que siempre guía a su Iglesia. Hay pruebas suficientes de que en la Historia ha habido épocas con una grave carencia de sacerdotes, y sin embargo la Fe católica de los laicos floreció porque se transmitía en las familias y por el testimonio de personas virtuosas. Sin ir más lejos, yo también pasé mi infancia en esas condiciones y estuve sin cura durante varios años.
Está más que probado en documentos de la Iglesia primitiva que el celibato sacerdotal y la ley que manda la continencia a los sacerdotes es de origen apostólico. En tiempos de los Apóstoles y de los Padres era una norma transmitida, originalmente no escrita, que a partir del momento de recibir las órdenes sagradas (diaconado, presbiterado o episcopado) el clérigo ordenado tenía que vivir en perpetua abstinencia sexual, independientemente de que fuera soltero o casado. Estudios de probada solidez científica lo demuestran, por ejemplo los de Christian Cocchini, el cardenal Alfons Stickler, Stefan Heid y otros. El Sínodo de Cartago (390), en tiempos de San Agustín, declaró que la abstinencia perpetua era «lo que enseñaban los Apóstoles y lo que la antigüedad misma observó». El papa León Magno (+450), escrupuloso observante de las tradiciones apostólicas, afirmó: «La ley de la abstinencia es la misma para los ministros del altar; para los prelados y para los sacerdotes. Cuando todavía eran laicos o lectores, tenían libertad para casarse y tener hijos. Pero una vez alcanzadas las mencionadas órdenes, ya no se les permite» (Epístola ad Rusticum). La prohibición categórica de contraer matrimonio después de la ordenación tenía una validez universal, y sigue teniéndola en las iglesias ortodoxas, en las que el celibatos de los párrocos diocesanos está abolido. Esto demuestra claramente que la ley de la continencia en las órdenes mayores es de origen apostólico.
El primer intento de vulnerar la Tradición Apostólica de la ley de la abstinencia, o sea, de la ley del celibato en sentido amplio, constituye la legislación de la Iglesia bizantina en el llamado Concilio Quinisexto (691), el cual, sin embargo, no está reconocido por la Sede Apostólica. De acuerdo con la legislación bizantina, el sacerdote casado tiene que observar la abstinencia sexual la noche antes de celebrar el Sacrificio Eucarístico. Y un verdadero sacerdote católico, que día y noche es otro Cristo (alter Christus), y por tanto debe celebrar cada día el Santo Sacrificio, tiene que vivir en perpetua continencia. Esto es una consecuencia lógica de la dignidad ontológica del sacerdocio en el Nuevo Testamento y de su perpetua conexión con el ofrecimiento del Sacrificio de Cristo en el altar, en contraposición con el sacerdocio dinástico del Antiguo Testamento, que sólo estaba obligado a la abstinencia sexual mientras duraba su turno de servicio en el Templo. Precisamente tomando como referencia a los sacerdotes del Antiguo Testamento, a quienes se permitía tener trato sexual con sus esposas, el Concilio Quinisexto de 691 dispensó a los sacerdotes casados de la ley de la abstinencia.
Si el Sínodo de la Amazonía programado para el año que viene introduce el sacerdocio de casados, aunque sea en casos particulares y en zonas geográficas determinadas, es indudable que la propia dinámica de tal innovación, el fenómeno del sacerdote casado, se propagará como la pólvora por toda la Iglesia Latina. Esperamos que el Sínodo de la Amazonía de 2019 no promueva la introducción de la vida de los sacerdotes del Viejo Testamento, totalmente ajena al ejemplo de Cristo Sumo Sacerdote eterno y a la Tradición Apostólica. Existe, además, una excelente novela del escritor argentino Hugo Wast (pseudónimo de Gustavo Adolfo Martínez Zuviría, +1962) titulada Lo que Dios ha unido, en la que el autor demuestra de modo convincente e insuperable la incompatibilidad entre el sacerdocio católico y una vida conyugal sexualmente activa.
MH: En un encuentro celebrado, hace poco, en el Vaticano se repartieron a los asistentes obsequios una marcada similaridad con símbolos masónicos. ¿Le parece cuestionable para la preservación de la doctrina católica en su totalidad?
AS: Los obsequios mencionados, a cuyas fotos y descripción se puede acceder por internet, son abiertamente paganos, esotéricos y masónicos. Que eso sucediera en al Vaticano, donde está la cátedra de la Verdad (cathedra veritatis) de San Pedro, nos trae a la memoria episodios frecuentes en el Antiguo Testamento en los que el pueblo de Dios y algunos de sus dirigentes se habían apartado del culto al único Dios verdadero. Porque, en opinión de algunos jefes religiosos del Antiguo Testamento, era lícito unir el culto al Dios verdadero con el de los ídolos. Pero Dios, por la boca de sus profetas, fustigó esa abominación. No puede caber duda de que ese despliegue de paganismo sectario en el Vaticano se enfrentará a voces de condena como las que alzaron los profetas de la Biblia. Este trágico episodio en el Vaticano tiene cierta semejanza con la visión profética de la beata Ana Catalina Emerich: «Vi una vez más al pontífice actual y la iglesia tenebrosa de su época en Roma (…) ¡He aquí que vi algo muy singular! Cada uno de los presentes se sacó un ídolo del pecho, lo colocó ante sí y le rezó. Parecía como si cada uno sacara sus pensamientos y pasiones ocultos bajo la apariencia de una nube oscura que, una vez extraídos, asumía una forma física determinada. Lo más llamativo era que todo estaba lleno de ídolos; aunque los congregantes eran muy pocos, la iglesia estaba atestada de ídolos. Una vez terminado el culto, el dios de cada uno volvió a entrarle en el pecho. Toda la Iglesia estaba envuelta en un manto negro, y todo esto que vi estaba impregnado de oscuridad» (Visión del 13 de mayo de 1820).
MH: Hace poco el Vaticano decidió prestar numerosas vestiduras sagradas y objetos litúrgicos para una gala-desfile de moda en Nueva York, en la que también se exhibirán vestiduras para sacerdotisas, obispas, cardenalas y hasta papisas. ¿Le parece que está decisión por parte de la Santa Sede confunde los sagrado con lo profano e incluso genera confusión moral y espiritual en los fieles?
AS: Claramente es una profanación de indumentaria y objetos sagrados, que fueron bendecidos para uso exclusivo en el culto del Dios verdadero, de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es inevitable recordar la profanación de objetos sagrados que hizo el rey Nabucodonosor (cf. Dan. 5,2). Ahora bien, «Dios no se deja burlar» (Gál. 6,7). Las siguientes palabras de Dios por boca del profeta Daniel se aplican bastante bien a la mencionada profanación de vestiduras sagradas consentida por las autoridades vaticanas: «Has alabado a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que no ven ni oyen, y que nada saben; y no has dado gloria al Dios que tiene en su mano tu vida y es dueño de todos tus caminos. Por eso vino de su parte el extremo de la mano que trazó esta escritura. He aquí la escritura trazada: Mené, Mené, Tequel, Ufarsin» (Dan. 5, 23-25). Si el profeta Daniel levantara la cabeza y supiera de la profanación de esas vestiduras sagradas, está claro que dirigiría las mismas palabras a quienes consintieron semejante profanación o colaboraron a ella.
MH: No hace mucho, el mundo presenció el caso de Alfie Evans, en el que el Estado decidió poner fin al mantenimiento vital de un niño enfermo. El arzobispo Paglia y algunos obispos de Gran Bretaña elogiaron a las autoridades por su decisión alegando que no se deben administrar tratamientos excesivos a nadie. ¿Qué me dice del caso de Alfie? ¿Decidieron las autoridades con acierto? ¿Está bien encaminado el mundo secular en este sentido? ¿Qué principios deben guiar el tratamiento de los enfermos graves, sean niños o adultos?
AS: El caso de Alfie se ha mostrado como la punta del iceberg. El iceberg es la anticultura moderna que mata a los niños antes de nacer, práctica iniciada como procedimiento legal por la dictadura marxista-comunista de Lenin en 1920. Desde los años sesenta del siglo pasado, el asesinato legal de niños nasciturus se ha extendido gradualmente como una acción orquestada en casi todos los países de Occidente. La ideología extendida por todo el mundo de asesinar a los niños antes de nacer es, en esencia, una ideología de desprecio a la humanidad bajo la cínica máscara de unos supuestos derechos de la mujer o de una nebulosa salud reproductiva.
El negocio del aborto y su ideología política siempre han rechazado categóricamente que se califique al aborto de infanticidio. Y como se ha visto en el caso de Alfie, a la luz del día, todo el mundo ha visto que a la capacidad política, jurídica y mediática para aniquilar a los no nacidos –la vida humana frágil y vulnerable del nasciturus– se le quiere dar un gran empujón introduciendo la legalidad del infanticidio. Para ello han empezado por el asesinato legal de un niño gravemente enfermo. Con la causa de Alfie han querido sentar jurisprudencia en este sentido. En realidad, no es más que la lógica consecuencia del aborto, combinada ahora con la ideología de la eutanasia. El caso de Alfie se ha visto claramente quién está a favor y en contra de la defensa a ultranza de la sacralidad de la vida humana. Espontáneamente se unieron desde todos los rincones del orbe los defensores de la vida formando un frente común. Fue un ejército pequeño, pero noble y espiritual, unido contra una poderosa conspiración de políticos, jueces y –para gran asombro nuestro– médicos que siguen un plan previamente programado. El ejército de la vida se alzó como un nuevo David ante el moderno Goliat del infanticidio. Parecía que esta vez había ganado Goliat. Pero en realidad este Goliat ha perdido. Porque en el caso de Alfie, los políticos, jueces y médicos perdieron la credibilidad moral de la imparcialidad, la transparencia y el sentido de la justicia. No obstante el resultado, ganó el pequeño ejército de Alfie. Porque a los ojos de Dios, e incluso ante los ojos de la Historia, quienes defienden a los más débiles y vulnerables de los humanos, que en primer lugar son los niños aún no nacidos y los nacidos enfermos, siembre serán los triunfadores. La conspiración política, jurídica y médica contra la vida humana terminará por hundirse un día, por ser inhumana.
Al caso de Alfie y al pequeño ejército de la vida que lo arropó se les pueden aplicar las palabras de las Sagradas Escrituras: «Los que siembran con lágrimas segarán con regocijo» (Sal. 126, 5).
+Athanasius Schneider, obispo auxiliar de la Archidiócesis de Santa María de Astaná
Entrevista por Maike Hickson
(Traducido por Bruno de la Inmaculada/Adelante la Fe. Artículo original)

Monseñor Livi: "Estaba celoso de aquellos sacerdotes a los que se les permitía celebrar la Misa antigua"


Duración 2:29 minutos


Every Rubric of the Old Rite Helps to Worship God

Monsignor Antonio Livi, a former professor and dean at the Roman Lateran University spoke to Gloria.tv very highly about the Traditional Latin Mass. Quote: “Every rubric was helping me to worship God and to unite with the sacred, this edified me and my faith”. Livi also confessed that "the New Rite ripped away all of that from him".

“I Was Jealous of the Priests Who Did Not Need to Say the New Rite”

Livi was already a priest with the Opus Dei when the New Rite was introduced. He admitted to Gloria.tv that he was jealous of those priests who were allowed to continue celebrating the Old Mass. In the parish where Livi served, he was forced to say the new mass. Quote: "I compensated the deficiencies regarding the sacred in the Novus Ordo by abstaining from long homilies and by encouraging the faithful to look for silence and adoration".

The New Rite Is Often a Show

One of the main problems in the Novus Ordo is for Monsignor Livi the fact that the priest has been turned into a principal performer. It has also become common that priests show off during Mass. Quote: “This is a horrible thing”.

Turning the Mass in a “Celebration of the Community”


According to Livi things started going wrong already before the Council
. Mass became a routine for many priests who began focussing on secondary things like the homily in which they talked about politics or tried to display their knowledge. Massons and Communists used Mass to make public appreances and to sit in the first row although they were enemies of God. During funerals relatives started making speeches from the pulpit. Livi summes up: "All this contributed to changing the Mass into what they want it to be now: a celebration of the community, not the Sacrifice of Christ"
.

Noticias varias 17 de Mayo de 2018 (referéndum aborto en Irlanda, Chile, intercomunión, Democracia, aborto, Vaticano-China, ...)



INFOVATICANA

El caso de los abusos ignorados en un colegio jesuita de Chile

Oeconomicae et pecuniariae quaestiones


INFOCATÓLICA

Chile: padres responsables mantienen viva su protesta contra el adoctrinamiento LGTBi de sus hijos

El cardenal Woeki se mantiene firme en su oposición a la intercomunión con protestantes

Cardenal Brandmüller: "La política alemana que pidió sacerdotes mujeres es una hereje"



El cardenal Walter Brandmüller criticó a Annegret Kramp-Karrenbauer, la secretaria general del partido de Angela Merkel CDU, por haber dicho recientemente que ella espera la ordenación de las mujeres para el sacerdocio y que ella misma quería ser sacerdotisa.

Al escribir el 17 de mayo en el semanario alemán Tagespost, Brandmüller dijo que, como política y como católica, Kramp-Karrenbauer cruzó los límites.

Brandmüller recalca que todo aquél que afirma que es posible que haya mujeres sacerdotes, ha abandonado los fundamentos de la fe católica.

Y: “Esta persona ha cometido el delito de herejía, el cual culmina en una excomunión de la Iglesia”.