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miércoles, 22 de julio de 2015

Influencia de la Iglesia Católica en el Progreso científico


Hay un libro titulado "Cómo la Iglesia construyó la civilización occidental" de Thomas E. Woods (editorial Ciudadela, 2007) de 276 páginas, que podría ser una buena lectura para este verano de 2015. Se puede acceder también a él, en formato pdf, pinchando aquí



Se trata de un libro de fácil y amena lectura y proporciona una visión más conforme a la realidad que aquella otra "realidad" que nos han querido "colar" a través del sistema educativo actual, puesto que fundamenta todos lo escrito en autores de reconocido prestigio. De obligada lectura para los interesados en el tema que hace referencia a la relación entre Ciencia y Religión.

Escribo a continuación una selección de algunos párrafos de dicho libro, relacionados, en principio, con el caso Galileo, que abordamos muy someramente en el post anterior: 

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Jerome Langford, uno de los expertos en la materia mas sensatos de la actualidad, proporciona un resumen muy útil sobre la postura de Galileo:

"No es del todo cierto retratar a Galileo como una víctima inocente de la ignorancia y los prejuicios. Los acontecimientos que siguieron son, en parte, imputables al propio Galileo, que se negó al consenso, entró a debatir sin disponer de pruebas suficientes y se metió en el terreno de los teólogos"

(Jerome J. Langford, O.P., Galileo, Science and the Church, Desclée, Nueva York, 1966).

(...) Es famosa, en este sentido, la observación que, en su momento, realizó el cardenal Robert Bellarmino:

"Si hubiera una prueba real de que el Sol ocupa el centro del Universo, de que la Tierra se encuentra en el tercer cielo, y de que el Sol no gira alrededor de la Tierra, sino que es ésta la que gira alrededor del Sol, deberíamos proceder con suma cautela a la hora de explicar determinados pasajes de las Escrituras que parecen apuntar a lo contrario y admitir que no supimos comprenderlos, antes de proclamar como falsa una opinión que ha demostrado ser verdadera. Por lo que a mí respecta no creeré en la existencia de dichas pruebas hasta que me sean presentadas" 

(James Brodrick, The Life and Work of Blessed Robert Francis Cardinal Bellarmine, S.J, 1542- 1621, vol 2 Burns, Oates and Washbourne, Londres, 1928, p. 359)

(...) Santo Tomás de Aquino también había advertido sobre las consecuencias de aferrarse a una particular interpretación de las escrituras, una vez se dispusiera de bases sólidas para creer que dicha interpretación no era la correcta:

En primer lugar, la verdad de las Escrituras ha de mantenerse inviolable. En segundo lugar, cuando existan distintos modos de interpretar un texto de las Escrituras, ninguna explicación en particular debe postularse con rigidez tal que, caso de hallarse argumentos convincentes que demuestren su falsedad, alguien se atreva a insistir que otro sigue siendo el sentido definitivo del texto. De lo contrario, los no creyentes despreciarán las Sagradas Escrituras y el camino a la fe quedará cerrado para ellos.

(Edward Grant, "Science ant Theology in the Middle Ages", en God and Nature: Historical Essays on the Encounter Between Christianity and Science, David C. Lindberg and Ronald L., University of California Press, Berkeley, 1986, p. 63)

La condena de Galileo, aun cuando se comprenda en su debido contexto, lejos de las crónicas exageradas y sensacionalistas tan comunes en los medios de comunicación, fue ciertamente un tropiezo de la Iglesia 

[por el que ha pedido perdón]

y ello contribuyó a establecer el mito de su hostilidad hacia la ciencia.

[un mito que ha pasado a ser una "creencia" (falsa) de la gente, con relación a la Iglesia, pues es justo todo lo contrario: en modo alguno existe tal hostilidad como podemos comprobar si seguimos leyendo; y mejor aún si leemos el libro] 

(...) Santo Tomás de Aquino demostró que fe y razón son complementarias y no se contradicen mutuamente. Cualquier contradicción aparente debe atribuírse a nuestra incapacidad para comprender bien la religión o bien la filosofía.

(...) Es relativamente sencillo demostrar que muchos grandes hombres de ciencia, como Louis Pasteur, han sido católicos. Más revelador, sin embargo, es el asombroso número de sacerdotes católicos que han desarrollado una amplia y destacada labor científica (...) Su curiosidad insaciable por el universo creado por Dios y su compromiso con la investigación científica,  revelan, mucho más que cualquier discusión teórica, que la relación entre Iglesia y ciencia es amistosa y natural, y se encuentra muy alejada del antagonismo y del recelo.

(...) Tal como señala J. L. Heilbron, de la Universidad de California - Berkeley, el hecho sigue siendo que: 

"La Iglesia católico-romana aportó más ayuda social y financiera al estudio de la astronomía a lo largo de seis siglos -desde la recuperación del saber de la Antigüedad, en las postrimerías de la Edad Media, hasta el advenimiento de la Ilustración- que ninguna institución, y acaso más que el resto de las instituciones en su conjunto"

Y la contribución de la Iglesia católica a la ciencia va mucho más allá de la astronomía. Las creencias teológicas de los católicos sentaron, en primera instancia, las bases para el progreso científico. Los pensadores medievales establecieron algunos de los principios fundamentales de la ciencia moderna, mientras que los sacerdotes católicos, leales hijos de la Iglesia, mostraban un interés infatigable por el desarrollo de la ciencia en el terreno de las matemáticas, la geometría, la óptica, la biología, la astronomía, la sismología y muchas otras áreas.

¿Cuánto se sabe, en general, al respecto, y cuántos textos occidentales siquiera lo mencionan? La respuesta está implícita en la propia pregunta. Sin embargo, gracias a la reciente y meritoria labor de algunos historiadores de la ciencia cada vez más dispuestos a reconocer los méritos de la Iglesia, ningún intelectual riguroso volverá a repetir el mito del antagonismo entre religión y ciencia

[Ojalá que fuera así: considero muy optimista al autor, porque el mundo en el que vivimos niega lo evidente; de ahí que haya subrayado en rojo la palabra riguroso]

(...)  El hecho de que la ciencia moderna surgiera en el entorno católico de Europa occidental no fue mera coincidencia.

"Caso Francisco" versus "Caso Galileo" (2 de 2)



Todo muy bonito, salvo una pequeña salvedad. Y es que ese "engendro" sería cualquier cosa menos la Iglesia de Jesucristo: puro invento humano que conduce a la humanidad a la hecatombe. Es asombroso que esto esté ocurriendo, pero así es. Los hechos cantan: ahí tenemos, por ejemplo, al cardenal Ravassi participando en una ceremonia de culto a la pachamama (la madre tierra) y haciendo el ridículo más espantoso ... ¡y no pasa nada! (nadie le llama la atención)



Ante los "inventos" humanos, sobre todo si afectan al planeta, en su conjunto, parece ser que no hay más remedio que inclinarse y decir AMÉN, por aquello de no obstaculizar el progreso humano (¿?) ... no importando -y esto es lo grave- si el estudio realizado en esos "inventos" es o no es serioy tapando todo otro tipo de investigaciones (por muy bien contrastadas que estén por la experiencia), cuyas conclusiones sean diferentes de las que el Sistema quiere imponer a todos (la veracidad o falsedad parece que no cuenta demasiado). El paradigma de este fenómeno lo tenemos en el multimillonario Al Gore, que se ha forrado literalmente con esta ideología del calentamiento global. Hay abundantes noticias que lo confirman. Y esto desde hace ya muchos años. Se puede pinchar, por ejemplo aquí y aquí




Debido al gran poder mediático, y dado que estos "dogmas" [pues eso es lo que son, ya que se requiere de un 'acto fuerte de fe' para creérselos] se difunden con pertinacia, haciendo uso de todos los medios de los que se dispone en la actualidad, no cabe duda de que así, más bien pronto que tarde, se conseguirá que la gente llegue a CREER que todas esas "teorías del calentamiento global" son ciertas...

... y esto aun cuando se hubiera llegado a demostrar, con datos reales, que tales teorías son falsas. ¿Por qué? Pues porque es muy difícil enfrentarse al Sistema establecido. Muchos científicos honestos trabajan en condiciones precarias, y con poca o ninguna ayuda, de modo que lo tienen muy complicado para comunicar sus descubrimientos en el mundo científico (aunque parezca increíble), de modo que casi todos los intentos que hacen por darlos a conocer a la gente son automáticamente obstaculizados y entorpecidos e incluso, impedidos. 


Coloco a continuación un documental sobre la estafa y la religión del calentamiento global, de la que no se puede discrepar so pena de convertirse en hereje. El que disponga de tiempo puede verlo en el siguiente vídeo que coloco a continuación o también haciendo clic aquí


Duración 1 hora 15 minutos
La gran estafa del calentamiento global

Dicho lo cual, y ciñéndonos al tema que nos ocupa (ahora el aspecto teológico) hay que recordar que la necesidad de CONVERSIÓN a la fe es un punto clave de la Religión Católica pues tal fue la misión recibida por los apóstoles de parte del mismo Jesucristo: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura" (Mc 16, 15). Ésta sí que es una necesidad real para el mundoSin Jesucristo la humanidad está en peligro de muerte

No obstante, la predicación de la Doctrina de Jesús ha pasado a un segundo o a un quinto plano ... si es que aún sigue estando ahí, que sí que lo está, pero en núcleos muy pequeños, como en los primeros tiempos del Cristianismo. Todo esto forma parte de ese misterio de iniquidad del que dice san Pablo que está ya en acción (cfr 2 Tes 2, 7)

Vamos a ver. Pensemos un poco, aunque sea por una vez: si los mismos científicos ponen en entredicho la hipótesis del calentamiento global ... y se supone que "ellos son los expertos", ¿qué sentido tiene que un Papa (¡nada menos!) elabore una encíclica ecológica, como si lo que dijese en ella fuese, además, doctrina de la Iglesia?

Lo primero de todo es que se trata de algo que no es de su competencia: lo suyo no es la ciencia. Pero lo peor es que, ademásno se ajusta a la verdad pues toma como base, en su eco-encíclica, la "opinión SUBJETIVA" de algunos "científicos" que se las dan de tales, cuando no lo son, por haberse dejado politizar.

Esa es, entre otras, la razón por la que dicha encíclica se ha convertido -y no sin razón- en el hazmerreír de los que todavía piensan que, todo hay que decirlo, cada vez son menos. 



Los "todopoderosos" medios de comunicación nos quitan así un lastre, cual es el uso de nuestra inteligencia ... ¡Con ello nos hacen un favor ... y por ello deberíamos de estar agradecidos! ¿Para qué y por qué pensar si ellos ya se encargan de hacerlo por nosotros?  Nuestra misión subliminar es la de repetir lo que ellos dicen y la de darlo por cierto. 

Así pasaremos por sabios y entendidos: aun cuando no tengamos ni la menor idea de lo que decimos: quedaremos bien porque diremos lo que es políticamente correcto. Tal vez esa sea una manera de explicar el hecho de que, por ejemplo, la encíclica "Laudato Si" se haya convertido en el número uno de ventas en España

Si alguno dispone de un poco más de tiempo le aconsejo la lectura de un artículo, escrito en clave de humor, titulado "Por qué no hago caso de Laudato Si y usted tampoco debería de hacerlo" , de Chris Jackson, corresponsal de The Remnant. Dicho artículo se publicó el 14 de julio de 2015, en inglés, hace una semana, y se ha traducido ya al francés y al español ... que yo sepa; es posible que haya más traducciones a otros idiomas.


En fin: definitivamente 
el caso Francisco es mucho más grave que el caso Galileo. Éste se equivocó en lo científico y acertó en lo teológico. Francisco se equivoca en lo científico y en lo teológicoSí, en lo teológico también, al menos desde un punto de vista pastoral (dogmáticamente, de momento, al menos de modo formal, que no en algunos de sus dichos, no se puede decir nada, pues entonces estaríamos en presencia de un Papa hereje, con lo que eso supone), al dedicar un tiempo innecesario a una larga encíclica que trata sobre un tema que no es de competencial papal; y menos aún cuando el clima en el que vivimos es de apostasía general; las persecuciones y muertes de cristianos están a la orden del día: sufren y mueren por el mero hecho de llevar el nombre de cristianos y por no avergonzarse de Jesucristo. Todo ello clama al cielo, porque está adquiriendo las dimensiones de un auténtico genocidio ante la mirada impasible del resto del mundo: nadie mueve un dedo ... 


Posiblemente tendrá que intervenir Dios, de un modo directo, aunque sus intervenciones en la historia no son nunca las que nosotros esperamos. Y, por supuesto, caso de intervenir -a su modo- nadie creería que lo ocurrido se trate de ninguna intervención divina. Y este no creer va por todos; si, también por nosotros, los cristianos, cuya fe está muy disminuída. Tal vez la intervención de Dios vaya por este camino de la fe, pues su Iglesia se está desmoronando doctrinalmente ante la impasibilidad de los católicos. Creo que debe de intervenir; y que lo hará pronto ... aunque a su manera, como digo. De ahí la necesidad de tener los ojos bien abiertos y el corazón puro, para que su intervención (que podría coincidir con su segunda venida) no nos pille durmiendo.

Lo que la gente necesita y espera del Sumo Pontífice es que actúe como tal y que hable de Jesucristo como de Aquél sin el cual estamos perdidos, y esto independientemente de que haya calentamiento global o haya glaciación. 


La gente no conoce a Jesús y eso sí que es motivo de gran preocupaciónSería necesaria una potente encíclica que despertara a los cristianos de su letargo, mediante una llamada a la oración, a la penitencia y a los sacramentos, reafirmando la Doctrina de siempre ... ¡eso es lo que realmente necesitamos, sobre todo aquellos cristianos que están muriendo por su fe ... desde luego mucho más que una encíclica ecológica!


El cuidado de la tierra y de las personas y la justicia social y todo lo bueno viene de verdad sólo cuando las personas conocen y quieren a Dios, encarnado en la Persona de su Hijo, Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. 

Esta referencia a lo sobrenatural, como lo esencial para un cristiano, yo no la encuentro en la encíclica Laudato Si, la cual va dirigida, por cierto, a todos los hombres (cfr apdo 3):

Ahora, frente al deterioro ambiental global, quiero dirigirme a cada persona que habita este planeta (..) En esta encíclica, intento especialmente entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común

La palabra "sobrenatural" sólo aparece una vez en el apartado 235, donde se lee que: 

Los Sacramentos son un modo privilegiado de cómo la naturaleza es asumida por Dios y se convierte en mediación de la vida sobrenatural.

Todo eso está muy bien ... pero mientras tanto, ¿qué ocurre con los cristianos y qué ocurre con la fe? ¿De verdad era tan necesaria una encíclica dirigida a todos los hombres? ¿Es acaso ésta la unidad a la que Jesucristo se refiere y que vino a traer a este mundo? Yo no lo creo.