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lunes, 27 de agosto de 2018

Siete trompetas (The wanderer)



[Nota previa: escribí este post el sábado por la mañana. A la tarde de ese día, Mons. Carlo Maria Viganò se subió al Enola Gay y dejó caer la bomba atómica sobre el Vaticano. Lo mío es apenas un chasquiboom mojado]


Es este uno de los post más difíciles que me ha tocado escribir. No sé por dónde empezar y mucho menos cómo terminar.
No sé si hemos terminado de caer en la cuenta del pesadísimo bloque de piedra que ha caído sobre nosotros. Hemos sido aplastados. La magnitud y la gravedad de los abusos sexuales cometidos por los miembros del clero ha puesto a la Iglesia en una de las peores situaciones por las que ha debido atravesar a lo largo de su historia. Digámoslo aunque resulte duro: buena parte de la Iglesia está gobernada por una mafia de homosexuales que la ha utilizado para conseguir efebos a fin de satisfacer sus pasiones, y dinero para vivir cómodamente. Y por “gobierno de la Iglesia” me refiero a sacerdotes, obispos y cardenales. Y destaco que no se trata de un par de pecadores: se trata de un sistema perfectamente organizado que aún continúa operando. Esta es la magnitud y el horror de lo ocurrido.
El informe del Gran Jurado de Pennsylvania que se conoció hace pocos días es demoledor. Son mil páginas en las que se reportan detalladamente los abusos sexuales cometidos por trescientos sacerdotes de las seis diócesis que integran ese estado. En un primer momento pensé que estaría inflado; que arrumbarían allí dimes y diretes y cotilleos periodísticos. Pues no. Están los documentos que prueban cada una de las afirmaciones que se hacen con detalles tan escabrosos que la lectura es casi imposible. No sólo se detallan los métodos de seducción a niños, adolescentes y jóvenes que utilizaran estos sacerdotes y lo que hicieron con ellos, sino también se prueba la existencia, incluso, de una verdadera red, en la que, por ejemplo, algunos se dedicaban a la producción de pornografía infantil, y otros “marcaban” a las víctimas consideradas “accesibles” dándoles determinadas medallitas a fin de que pudieran ser identificadas por otros sacerdotes pervertidos. Como ya lo había demostrado hace algunos años un documental brasileño que es mejor no mencionar, la mafia de sacerdotes gay que operaba en el mundo compartía no solamente datos sino también contactos y personas.
Lo que también muestra el informe del Gran Jurado de un modo contundente es el encubrimiento sistemático por parte de los obispos que protegieron incomprensiblemente a los sacerdotes abusadores, trasladándolos a diferentes destinos, desoyendo las denuncias, entorpeciendo la investigación de la justicia, etc. 
Y esto no es algo que sucedió hace décadas. Esto está sucediendo. El sitio Church Militantdenunció la semana pasada la existencia de una red integrada por sacerdotes y obispos -presumiblemente comandados todos por el excardenal McCarrick- que suministraba seminaristas homosexuales colombianos a seminarios de varias diócesis de Estados Unidos donde prestaban sus servicios sexuales a los superiores de esas casas de formación a cambio de cobijo y posterior imposición de manos. Puede leerse aquí el reporte. La traducción al castellano pueden encontrarla en este sitio.
La pregunta que asoma necesariamente es hasta dónde llega esta gangrena, cuál es su extensión hacia los costados y hacia arriba. El informe se refiere solamente a lo ocurrido en seis diócesis americanas. Estados Unidos tiene 198 diócesis. ¿Habrá permanecido el resto inmune a este flagelo? No parece verosímil. Y ya sabemos lo ocurrido en otros países americanos: Chile, con seis obispos renunciados por, al menos, encubrimiento y un manto de sospecha sobre el resto; Honduras, con una carta de seminaristas denunciando las extendidas prácticas homosexuales en el seminario nacional y el escándalo del también renunciado obispos auxiliar de Tegucigalpa por cuestiones sexuales, y si cruzamos el Atlántico, la situación no mejora, y si cruzamos el Pacífico ya vemos lo que está ocurriendo en Australia con un obispo en prisión por encubrimiento.
En nuestro país tenemos el caso emblemático de Mons. Juan Carlos Maccarone sobre cuyas refocilaciones no solamente hay testimonios sino también filmaciones. Ya hemos hablando del tema en este sitio. ¿Fue el único? No lo creo. No vamos a dar aquí publicidad a comentarios sin pruebas, pero todos sabemos que son varios obispos más, muchos curas y sabemos también de la existencia pasada y presente de seminarios gay friendly
La discusión pasa ahora por el modo de salir de este pantano, y en esto el rol primero y fundamental lo tiene el Santo Padre. Y lo primero que me pregunto es si Francisco puede o quiere hacer algo al respecto. La respuesta obvia debería ser rotundamente afirmativa, pero no creo que sea tan fácil. El Papa Benedicto XVI hizo mucho pero se dio cuenta ya no podía hacer más y por eso renunció. Cada vez me convenzo más que ésta -la infiltración de la mafia lavanda en la Iglesia- fue el factor determinante que forzó su lamentada renuncia. Es un problema que viene de lejos y este tipo de cosas, como los árboles, hunden sus raíces cada vez más profundamente y cada vez resulta más difícil arrancarlas. Las casi tres décadas del pontificado de Juan Pablo II fueron catastróficas en este sentido. Bajo sus propias narices se extendía un reguero que no puede ser ya detenido. Y no me refiero solamente al caso de Marcial Maciel. Por esos años corrían en Roma rumores que los incrédulos consideraban maledicencias pero que ahora aparecen como muy verosímiles y que es mejor no ventilar. ¿Cómo extirpar ahora un tumor tan grande? No es tarea fácil para el Papa “hacer algo”, aunque después de cinco años de pontificado algo hizo, muy poco y no sirvió para nada. Este problema no se resuelve con una Carta al Pueblo de Dios; se necesitan que muchas cabezas rueden y no solamente la de un cardenal octogenario y la de seis obispos chilenos. Se necesitan que rebane muchas más cabezas y, según el Washington Post, un antiguo defensor a ultranza del pontificado bergóglico, debe rodar la suya propia, la del mismo Papa.

¿Afilará el Papa Francisco la urgente y necesaria guillotina? Veamos algunos hechos de su historial que podrán darnos una pista:
  1. Cuando se destapó el caso Maccarone, el entonces cardenal Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, emitió un comunicado en el que manifestaba su “agradecimiento” al ex obispo de Santiago del Estero por la labor cumplida en aquella diócesis “al servicio de los pobres y de quienes tienen la vida y la fe amenazadas” y le expresaban su “afecto, comprensión y oración”, y su vocero afirmó que el video difundido con escenas de una relación sexual entre el obispo y su chofer correspondía a “la vida privada” de Mons. Maccarone.
  2. Son varios los casos que reportan los sacerdotes de la arquidiócesis de Buenos Aires relativos al encubrimiento de pedófilos por parte de Bergoglio. Por ejemplo, uno que está documentado periodísticamente: Gabriel Ferrini, abusado cuando tenía 15 años por el sacerdote Rubén Pardo, de la diócesis de Quilmes. Cuando el caso fue denunciado a su obispo y luego a la justicia, el sacerdote se fugó y fue recibido y encubierto por el cardenal Bergoglio en el Hogar Sacerdotal de Condarco 581 del barrio porteño de Flores. Con la ayuda del mismo cardenal, huyó cuando su escondite finalmente fue descubierto por la justicia, y finalmente  murió de HIV, escondido en una ciudad del nordeste argentino. Aquípueden encontrar los detalles del caso.
  3. Apenas llegado al Solio, nombró a Mons. Battista Ricca, uno de los iconos más relevantes de la mafia gay enquistada en la Curia Romana, en un altísimo puesto relativo al control de las finanzas vaticanas.
  4. Aupó y dio sobradas muestras de afecto al cardenal Daneels, encubridor serial de sacerdotes y obispos abusadores belgas y concede todo tipo favores y resarcimientos al cardenal Mahony, acusado también de encubridor por la justicia americana quien es, además, uno de sus cercanos consejeros.
  5. Nombró y aún mantiene en el famoso e inútil G-8 al cardenal Madariaga, encubridor del obispo Juan José Pineda y último responsable del escandaloso seminario de Honduras.
  6. Creó cardenales a personajes estrechamente relacionados al cardenal McCarrick, como Farrell, Cupich y Tobin, los tres profundamente comprometidos con las políticas gay friendely y con las reformas francisquistas, y que necesariamente debieron estar al tanto de las denuncias contra el “Tío Ted” y conocido sus andanzas con muchachitos. Y a otros como Sergio Obeso Rivera, en el último consistorio, que acaba de declarar que “las víctimas deberían de avergonzarse de hablar”.
  7. Contrariamente, ha ninguneado y relegado a obispos que se han distinguidos por la lucha contra la pedofilia. El caso más emblemático es el de Mons. Charles Chaput, arzobispo de Filadelfia, que realizó la investigación y depuración de los Legionarios de Cristo y que hace años debería ser cardenal.
  8. Acerquemos la lupa a un caso más cercano aunque seamos repetitivos.El P. Carlos Miguel Buela, fundador del Instituto del Verbo Encarnado, es “para la Iglesia, y desde hace tiempo, culpable”. Así lo admitió a los medios gráficos el vocero del obispado de San Rafael, y es culpable de abuso psicológico y abuso sexual perpetrado contra seminaristas y jóvenes sacerdotes. Después de muchas vueltas, el “castigo” que le infligió el Papa Francisco fue residir en un cómodo departamento de la ciudad de Génova, y asistido por tres jovencitos. (Aquí pueden leer una reciente síntesis del accionar de este personaje). A fin de poner orden en el IVE, cuya cúpula sabía de las andanzas del fundador y las justificaban como producto de una enfermedad, la Santa Sede decidió intervenir el capítulo general que tuvo lugar el año pasado, y nombró como interventor a uno de los favoritos del Santo Padre, el cardenal Francesco Coccopalmerio. Casualmente, hace unos meses la gendarmería vaticana detuvo al secretario de este purpurado en su departamento vaticano, en medio de una orgía de drogas y sexo homosexual.
Podríamos seguir pero estos indicios bastan para convencernos de que el Papa Francisco no hará nada más que palabras, cartas y alguna lágrima perdida. No esperemos que corte las cabezas que tiene que cortar. Por todo esto, no veo yo salida alguna del pantano, y por eso mismo no sé cómo va a terminar esta historia. 
Repitámoslo: existe hoy en la Iglesia católica una red internacional organizada de activismo homosexual y cuya existencia amenaza no solamente al sacerdocio y a la vida religiosa sino a toda la Iglesia Universal. 
Sub umbra alarum tuarum protege nos.

Para quienes les interese profundizar en este tema es de lectura imprescindible del libro de la periodista de investigación Randy Engel, católica devota, The Rite of Sodomy. Homosexuality and Roman Catholic Church. Son más de mil trescientas páginas de datos e investigaciones en las que, hace trece años, relataba lo que en esos momentos parecía una fantasía y hoy se revela como verdadero. Puede bajarlo desde aquí.


[Después de las revelaciones de Mons. Viganò, lo que yo solamente me animaba a sugerir entre líneas, ha quedado claro: el Papa Francisco integra la red de protección a una enorme e impensada cantidad de cardenales, obispos y sacerdotes homosexuales que practicaron y practican su vicio entre ellos y con seminaristas, jóvenes y adolescentes. Esta es la estremecedora realidad. 
¿Todos estos personajes, incluido el Sumo Pontífice, tienen fe? Viganò relata, como un ejemplo entre tantísimos que le tocó conocer, que McCarrick junto con otros dos sacerdotes luego de una noche de desenfreno orgiástico del que también participaban seminaristas, al día siguiente concelebraban la Santa Misa. No es posible que gente de esta calaña tenga fe. Y es a ellos y a muchos como ellos, y a sabiendas de lo ocurrido, a quienes protegió el Santo Padre. ¿Por qué lo hizo? Uno de los motivos que da el nuncio apostólico es porque McCarrick operó antes del cónclave para que resultara elegido. ¿Fue ese el único motivo? Desde hace años se escuchan algunos más que por ahora no pasan de rumores, pero no que me sorprendería que Stiuso tenga grabaciones comprometedoras.
¿Qué hacer ahora para salir del lodazal? No lo sé, y no sé si alguien lo sabe. Algo va a ocurrir. Como dice Ludovicus, Bergoglio chocó la calesita. ¿Renunciará? Supongamos que lo hace. Será un enorme alivio para todos pero no será la solución del problema. ¿Qué candidato querrá hacerse cargo de una papa tan caliente? Y aquí no es sólo cuestión de querer; es ser capaz de sacar a la Iglesia de esta situación. Supongamos que pide la renuncia a todos los obispos del mundo. ¿A quién nombra? ¿Es que los sacerdotes son mucho mejores que los obispos y garantizarán una transición de retorno a la fe? No lo creo. Ciertamente que hay muchos sacerdotes buenos y santos, mucho mejores que los obispos, pero ¿son esas condiciones suficientes?
¿No será, acaso, llegada la hora de mirar con más atención a la higuera y prepararnos para escuchar el metálico y estridente sonido de siete trompetas?]

The Wanderer

Mientras otro ex diplomático vaticano confirma el informe, el Papa se niega responder a las acusaciones de Viganò (Steve Skojec)

(ONE PETER FIVE)



En la vida he visto mayor arrogancia.Cuando en el vuelo de regreso de Irlanda Francisco se vio abordado por una periodista que simplemente le pidió que dijera si eran ciertas o falsas las alegaciones de que el ex nuncio apostólico en los Estados Unidos, arzobispo Carlo Maria Viganò, le había advertido personalmente en 2013 de los abusos sexuales de Mccarrick, Francisco se escabulló devolviendo la pelota a los reporteros del modo menos convincente y más arrogante que quepa imaginar.

«Responderé a su pregunta –dice el Papa en el video de la conferencia de prensa en el avión– pero prefiero que primero hablemos del viaje y de otros temas (…) Esta mañana leí ese comunicado. Lo leí, y les diré sinceramente que tengo que decirles todo esto. A ustedes [CBS] y a todos los que estén interesados: lean detenidamente el comunicado y juzguen por ustedes mismos. No voy a decir ni una palabra sobre el asunto. Creo que la declaración es bastante elocuente, y que tendrán suficiente capacidad como periodistas para sacar conclusiones."Es un acto de confianza –prosiguió–. Cuando pase un poco de tiempo y hayan sacado sus conclusiones, tal vez hable del tema, pero me gustaría confiar la labor a la madurez profesional de ustedes. Les hará bien, desde luego.» 

Detengamos el video por un momento.¿Acaba de contestar el Vicario de Cristo a los periodistas que le han hecho una pregunta que sólo admite dos respuestas, que si ellos mismos sacan sus propias conclusiones sobre una acusación que sólo él puede responder hacen un ejercicio de maduración profesional?Apremiado cuando más tarde le preguntan por las acusaciones contra el cardenal Mccarrick, el Pontífice vuelve a responder: «Esto es parte de la declaración de McCarrick. Estudiénla y ya les diré algo.» Y se apresura a cambiar de tema. Vean el video. Miren cómo le cuesta encontrar las palabras. La sonrisa arrogante. Nada que inspire confianza:

Duración 6:21 minutos

Mientras tanto la agencia noticiosa Catholic News Agency (CNA) publicó un breve comunicado de monseñor Jean-François Lantehaume, ex consejero jefe de la nunciatura en Washington, que se encargó de notificar al cardenal McCarrick de las sanciones que le había impuesto Benedicto XVI. Lantehaume, que declinó conceder una entrevista, se limitó a confirmar la veracidad del informe de Viganò.
«Viganò dijo la verdad. Y no hay más que hablar», declaró Lantheaume en una respuesta por escrito a CNA.
Entre tanto, los defensores del Pontífice han cerrado filas en torno a él intentando desacreditar al arzobispo Viganò a través de un autor conocido por escribir para una publicación católica heterodoxa, calificándolo de «ex empleado resentido» que «siempre estuvo mal de la cabeza». No sorprende tampoco que el cardenal Wuerl niegue las acusaciones de que él también estaba al corriente de las actividades de McCarrick.
El P. Carlos Martins, de la archidiócesis de Detroit, proporcionó un interesante contexto en hoy en su página de Facebook:

«Acabo de pasar dos horas conversando con un amigo que tengo en la Curia vaticana. Me dice que la noticia de lo de Viganò les ha caído como una bomba atómica. Dos cosas son universalmente notorias sobre Viganò: 1) Tiene mucho prestigio en su profesión, y 2) los cargos que ha ocupado en la Curia le han dado acceso directo a la información que ha dado a conocer. O sea, que no escribe por escribir ni se basa en rumores. Por estas razones, su informe es digno de toda credibilidad.
»Viganó siempre fue conocido por combatir la corrupción interna en el Vaticano. Es más, durante el escándalo Vatileaks, entre los principales documentos filtrados había algunas denuncias hechas por él. Fue un intento por parte de aquellos a quienes había expulsado de desactivar el impacto que pudiera tener el informe y restar energías al intento de investigar sus afirmaciones. (…)
»Según el funcionario de la Curia con el que he hablado esta tarde, lo revelado por Viganò hace que los Borgia queden como santos al lado de los papas. En este momento piensan en la Curia que la reacción de los enemigos de Viganó será tratar de desacreditarlo, tanto por la impecabilidad de su carácter como porque es imposible que haya interpretado mal los hechos. La única esperanza de ellos será tratar de quitar hierro a la perversión y corrupción que ha sacado a la luz. Probablemente dirán que es un resentido que quiere promocionarse después de que lo echaron de Roma. No se lo crean. Viganò está jubilado. No gana nada con esto
En su página de Facebook, el reportero que escribió the Political Pope, George Neumayer, cuenta una reveladora anécdota:
«Durante la rueda de prensa en el avión, Francisco desdeñó al arzobispo Viganò y afirmó que no entraría al trapo. Supongo que espera impresionarnos. Por supuesto, no es más que postureo. En el curso de las investigaciones que hice para escribir The Political Pope, descubrí numerosos casos en que Bergoglio hizo la vista gorda ante el comportamiento sórdido de curas malos. Presume de comprensión y misericordia, que considera superiores a las rígidas actitudes de otros prelados. Pequeña pero evidente indicación de que Francisco estaba al tanto del acoso de McCarrick a los seminaristas es que bromeaba con éste sobre su dudosa reputación. En una ocasión le dijo a Teddy que si era tan viejo era porque Satanás necesitaba más tiempo para prepararle su habitación en el Infierno».

De ser cierto, ¿es posible imaginar a un papa haciendo esta clase de chistes?

Hasta ahora sólo han dado la cara dos obispos en defensa de Viganò: el cardenal Raymond Burke y el obispo Joseph Strickland, de Tyler (Tejas).

«Las declaraciones de un prelado con la autoridad de Carlo Maria Viganò tienen que tomárselas en serio los responsables en la Iglesia –declaró Burke a LifeSiteNews–. Todo declaración debe investigarse según el procedimiento judicial que a lo largo del tiempo ha demostrado ser eficaz en la Iglesia».
En una circular dirigida a todos los sacerdotes de su diócesis en la que les pedía que lo incluyeran en las misas del 26 de agosto y lo publicaran inmediatamente en sus páginas de internet y otros medios sociales, monseñor Strickland incluyó el texto completo de la declaración de Viganò y añadió: 
«Hay que decir claro que las imputaciones no están probadas, pero como vuestro pastor digo que me parecen creíbles. Siguiendo esta norma, la solución está en una investigación a fondo como las que se llevan a cabo cada vez que hay imputaciones que se consideran creíbles. Yo no tengo autoridad para iniciar una investigación así, pero alzaré la voz de todas las formas que haga falta para pedir que se investigue e instar que se exijan responsabilidades de cuanto salga a la luz a todos los culpables, incluso a los más altos niveles de la jerarquía» .

A medida que pase la semana veremos si hay más prelados con reaños.

Steve Skojec

(Traducido por Bruno de la Inmaculada. Artículo original)

NOTICIAS VARIAS 27 de Agosto de 2018 (relacionadas con la denuncia al Papa Francisco por Monseñor Viganò)


LA NUOVA BUSSOLA QUOTIDIANA


VIDEO: El Papa a los medios de comunicación: 'no va a decir una palabra' sobre el encubrimiento McCarrick 

El cardenal Burke responde a la carta explosiva ex nuncio de Estados Unidos sobre Francisco


Bishop Schneider’s to-do list to renew Church in wake of Viganò revelations


Is Abp. Vigano the agent of a cleansing fire for the Church?

RORATE CAELI

(UPDATED) More US Bishops speak up in support of Abp. Viganò: "I ask that Archbishop Viganò’s testimony be taken seriously by all"

THE WANDERER

Siete trompetas

INFOVATICANA

Rome Reports le hace el trabajo sucio a la corrupción


HILARY WHITE

“Vigano is the most honest prelate in Rome; he is telling the truth.” – Msgr. Lantheaume

How to resist Vatican criminals like a boss…


CATHOLISCHES

La confesión de Viganò arroja luz sobre la posible causa de la renuncia de Benedicto (Carlos Esteban)



¿Cómo podía McCarrick, si había sido sancionado por Benedicto XVI como pretende Viganò, asistir incluso al acto de despedida del Papa dimisionario en Roma? La respuesta a esta pregunta podría dar pistas de la causa última de la renuncia del Papa Emérito.

Una de las objeciones más razonables que esgrimen quienes sostienen que la confesión de Carlo María Viganò es un cúmulo de falsedades y medias verdades motivado por el rencor es la siguiente: si es cierto, como afirma el ex nuncio en Estados Unidos, que el Papa Emérito Benedicto XVI castigó a McCarrick en secreto a una vida retirada de oración y penitencia hacia 2010, prohibiéndole participar en actos públicos, presidir actos y ceremonias y viajar, ¿por qué se le veía en todas partes? ¿Por qué, incluso, asistió a la despedida del propio Benedicto en Roma antes del cónclave que elegiría a Francisco?

Respuesta corta: porque le daba la gana.
Para alargarla un poco más, hay al menos aquí tres factores que se deben tener en cuenta. El primero es que, evidentemente, la Iglesia no tiene una policía que pueda aplicar las penas impuestas, sobre todo fuera del diminuto Estado Vaticano, no desde luego en Estados Unidos y, menos aún, cuando la necesidad de discreción han aconsejado que la disciplina sea secreta.

La Iglesia no es el Estado. Si yo me niego a pagar impuestos, Hacienda procede a embargarme la cuenta corriente; si cometo un delito, la policía me detiene, empleando la fuerza que sea necesaria. Pero si a un sacerdote, obispo o cardenal el Papa le prohíbe, digamos, viajar y lo hace, ¿qué puede hacer el Papa? Aumentar las penas canónicas a quien no está dispuesto a acatarlas es absurdo; emprender una condena pública es arriesgar el cisma o el escándalo con desprestigio para la Iglesia, por no hablar del alma del interesado.

El segundo se acerca más a la raíz de todo el problema que aflige a la Iglesia, y es que estos prelados encubridores tienden a no sujetarse a la ley, al menos a la ley canónica. En el caso del entonces respetadísimo y aun poderoso Cardenal Theodore McCarrick, con excelentes contactos entre los grupos de poder americanos, podía tratarse también de un gesto de desafío, calculando que Benedicto no tomaría medidas abiertas contra su desobediencia por miedo al desprestigio de la jerarquía americana.

En 2004, por ejemplo, el entonces prefecto para la Doctrina de la Fe, Cardenal Joseph Ratzinger, envió a los obispos americanos instrucciones precisas para que negaran la comunión a aquellos políticos que defendieran públicamente el aborto. La carta en cuestión llegó a McCarrick, a fin de que este comunicase su contenido a sus colegas en el episcopado. Y McCarrick mintió y les dijo que Roma les dejaba en completa libertad para hacer en este asunto lo que consideraran oportuno. ¿Consecuencias para McCarrick? Ninguna.

Pero el tercero entra de lleno en la raíz, e insinúa la causa de la misteriosa abdicación del Papa Emérito. Cuenta Rod Dreher en The American Conservative que en una ocasión en 2005, a poco de ascender a la Cátedra de Pedro, Benedicto le comentó a un visitante, señalando la puerta de su despacho: “Mi autoridad acaba aquí”.

Naturalmente, en un sentido la autoridad del Papa es universal y suprema, tiene por jurisdicción el universo y sobre ella sólo está la de Dios. Pero eso es la teoría o, si se quiere, la autoridad manifiesta y reconocida, que no siempre coincide con la que de verdad puedes ejercer. Y en el caso de Benedicto, por confesión propia, era próxima a cero.

Es un secreto a voces que Benedicto tuvo un seguimiento cuestionable por parte de la Curia o de las iglesias nacionales, con un Bertone en la Secretaría de Estado que controlaba lo que le llegaba al Santo Padre y lo que salía de él. Que, ante una situación de crisis extendida y enquistada en toda la Iglesia se sintiera sin fuerzas ni la autoridad real para afrontarla es, con toda probabilidad, la causa de su renuncia.

Un caso que ilustra hasta qué punto el desafío de McCarrick no es en absoluto increíble y que no contradice el relato de Viganò es el caso del Cardenal Roger Mahoney, implicado en el encubrimiento de abusos de sacerdotes pedófilos en 2002. Su sucesor en la archidiócesis de Los Ángeles, Monseñor José Gómez, lo condenó al equivalente a arresto domiciliario, lo que no impidió que Mahoney hiciera de su capa un sayo e ignorara el castigo. Incluso, tras la elevación de Francisco, el Papa le confió algunos encargos de confianza.

Por lo demás, hay suficientes indicios que corroboran que, en efecto, Benedicto impuso a McCarrick las sanciones comentadas. Está, como señalamos en esta misma publicación, el testimonio del propio Benedicto, que debería ser definitivo pese a que confiesa no recordar la naturaleza precisa de la sanción.

Hoy publica el Catholic Herald, además, que un portavoz del Cardenal Donald Wuerl, sucesor de McCarrick como arzobispo de Washington, confirma que el prelado se vio obligado, por insistencia del entonces nuncio, a cancelar un encuentro entre McCarrick y un grupo de seminaristas. Parece obvio que Wuerl no hubiera cedido de tratarse de una idea personal de Viganò.

Carlos Esteban

Declaración de Viganò: Francisco intentando controlar las palabras



Durante el vuelo de Dublín volviendo a Roma, un periodista de la agencia de [falsas] noticias CBS confrontó al papa Francisco con la declaración de Viganò que compromete profundamente a Francisco.

Intentando controlar las palabras y ocultándose detrás de una sonrisa artificial, Francisco contestó diciendo que había leído la declaración.

Continuó con un bombardeo de palabras vacías: “quiero decir sinceramente que debo decirle a usted todo esto — a usted y a todos ustedes que están interesados: lean cuidadosamente la declaración ustedes mismos y formen su propio juicio. No voy a decir una sola palabra sobre esto”.

Francisco anunció además: “cuando pase un poco el tiempo, y ustedes hayan extraído conclusiones, quizás hablaré sobre esto, pero me gustaría la madurez profesional de ustedes para hacer este trabajo”. Es de esperar que Francisco nunca mencionará de nuevo a Viganò.

Después de su vergonzosa contestación, ahora Francisco probablemente utilizará el segundo truco del manual de juegos vaticano: los periodistas de Bergoglio comenzarán a calumniar a Viganò.