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domingo, 8 de octubre de 2023

La Vendée. El primer genocidio de la historia contemporánea lo perpetró... la muy ilustrada y enciclopedista Revolución Francesa



Por fin una película, que todavía sigue en cartelera, Vencer o morir, cuenta la verdad de cómo se produjo el tránsito del Antiguo al Nuevo Régimen, porque el sistema que se presenta como el triunfo de la igualdad, la libertad y fraternidad se cobró tantos miles de vidas humanas que, sin faltar a la verdad, se puede afirmar que la Revolución Francesa perpetró el primer genocidio de la Historia Contemporánea. Los 773 municipios afectados por la Guerra de la Vendée en vísperas de la Revolución Francesa tenían 815.029 habitantes y en la década de 1792 a 1802, al menos, desaparecieron 117.257 personas.

Y esto es lo que se cuenta en Vencer o morir, lo sucedido en la región de la Vendée, evitando herir la sensibilidad del espectador con imágenes, por ejemplo, que trasmite el informe del general Westermann al Gobierno republicano de París. Esto es lo que decía el documento oficial:

“Ya no existe la Vendée, ciudadanos republicanos. Ha muerto bajo nuestros sables con sus mujeres y niños. Acabo de enterrarla en las marismas de Savenay. Siguiendo las órdenes que me habéis dado, aplasté a los niños bajo los cascos de mis caballos, exterminé a las mujeres y ya, por lo menos, estas no alumbrarán más bandidos. No tengo ningún prisionero que reprocharme. Todo lo he exterminado”.

El 3 de marzo de 1793 se produce una sublevación en la ciudad de Cholet, situada en la región del Loira, que se convertirá en una guerra de siete años, que es lo que se conoce como la Guerra de la Vendée, aunque en realidad además del departamento de la Vendée, también se sublevaron los ciudadanos de estos otros tres departamentos franceses: Loira inferior, Maine-Loira y Deux Sèvres.

Esto es lo que decía el documento oficial: “Ya no existe la Vendée, ciudadanos republicanos. Ha muerto bajo nuestros sables con sus mujeres y niños. Acabo de enterrarla en las marismas de Savenay. Siguiendo las órdenes que me habéis dado, aplasté a los niños bajo los cascos de mis caballos, exterminé a las mujeres y ya, por lo menos, estas no alumbrarán más bandidos. No tengo ningún prisionero que reprocharme. Todo lo he exterminado”

Realmente si hubo un levantamiento popular, ese no fue el encabezado por aristócratas y burgueses de París y otras ciudades, sino el de los campesinos de la Vendée que se alzaron contra lo que se estaba legislando en la capital de Francia, como la Constitución Civil del Clero (12-VII-1790) que convertía a los sacerdotes y obispos en funcionarios del nuevo Estado republicano francés y les obligaba a renegar de su obediencia al Papa, lo que aceptó un sector del clero francés, conocidos como "juramentados", frente a los "refractarios", que se mantuvieron fieles a Roma; de ahí que en los estandartes de los vandeanos se escribiera este lema: "Viva el rey y los buenos curas". Y comprendo que a algunos de mis lectores les sorprenda mi interpretación de la Revolución Francesa y eso es lógico, porque no participo de la versión oficial que se impuso hace ya más de sesenta años y que todavía sigue vigente en universidades y centros de enseñanzas secundaria.

En 1962 Albert Soboul publicó en París su Précis d’histoire de la Revolution Française, que cuatro años después también vio la luz en España en la editorial Tecnos, traducido por Tierno Galván. Y está fue la versión que se impuso entonces, y la que nos tuvimos que embaular los universitarios de la década de los sesenta, porque el libro era de lectura y compra obligatorias. Desde entonces se sucedieron las ediciones a pesar de que François Furet calificara este libro en 1971 en la revista Annales como “el catecismo revolucionario y especie de vulgata lenino-populista”. Furet afirmaba que la orientación marxista del libro de Soboul no tenía nada que ver con una interpretación social de la historia, porque sencillamente era una manipulación política influida por el leninismo.

Y a todo esto habría que añadir los graves errores de traducción de la versión española, como puso de manifiesto en su día la historiadora Cristina Diz-Lois, alguno de los cuales provocan la risa. Así por ejemplo, cuando Soboul habla de “richerisme”, para referirse a la influencia que tuvo entre los eclesiásticos franceses las doctrinas jansenistas de Edmond Richer (1559-1631), Tierno Galván lo traduce como la “doctrina del predominio de la riqueza”. “Foncièrement” (profundamente, a fondo) lo traduce por “territorialmente”, como derivado de “foncier” (bienes raíces o territorios) con lo que se podía leer en la página 252 que “este programa social se oponía territorialmente a la burguesía que dirigía la revolución”, cuando en realidad lo que Soboult decía era que la oposición era profunda.

Pero no sigamos contando las tropelías contra la Historia que se han cometido con la interpretación de la Revolución Francesa. Miremos a la realidad, que es mucho más interesante que la ficción. Y como primera providencia vayan ustedes a ver la película, y desde luego si alguno es profesor de Historia, recomiende a sus alumnos que la vean y coméntela después en clase, que resulta muy instructiva.

La película está hecha en Francia y da por conocidas ciertas referencias, como por ejemplo cuando los vandeanos hablan de los “bleus”, porque supone que se sabe que esa palabra en francés significa "azules" y que los soldados republicanos vestían casacas de ese color. Ciertamente, a mayor conocimiento histórico de lo que sucedió en la Revolución Francesa, el aprovechamiento de la hora y media que dura la película es mayor. Pero si alguien de lo que esto leyere ignorara lo que sucedió en la Vendée y hasta en la Revolución Francesa, también esta situación tiene remedio.

En español hay muy poco, casi nada, publicado sobre la Guerra de la Vendée. Sin duda el mejor libro sobre este episodio es el escrito por Alberto Bárcena, publicado por la editorial San Román, con el título La Guerra de la Vendée, una cruzada en la Revolución. La edición tiene pocas páginas, es muy clara y su lectura no solo ayuda a entender mejor la película, sino que también amplia algunos aspectos que la cinta de Vencer o morir no pude contar, lógicamente, en la hora y media que dura.



El levantamiento de los vandeanos tuvo un componente fundamentalmente religioso, sin duda por eso este episodio de la Revolución Francesa ha sido condenado al silencio. Ellos también iban a la batalla cantando la Marsellesa, pero cambiando su letra: Allons, les armes catholiques,/ le jour de glorie est arrivé./ Contre nous de la République/ l’etendard sanglant est leve (bis). (Vamos, ejércitos católicos,/ el día de la gloria ha llegado./ Contra nosotros de la República/ se ha alzado la bandera sangrienta (bis).

La Revolución Francesa fue una sectaria persecución contra la Iglesia Católica, en un intento de hacerla desparecer; e incluso, los revolucionarios creyeron que lo habían conseguido, por eso cuando el Papa Pío VI fue hecho prisionero y trasladado de Roma a Francia, donde falleció el 29 de agosto de 1799, la prensa oficial revolucionaria anunció su muerte con estas palabras: “Pío VI, y último”.

Pues bien, el busto de este papa, que se encuentra en los Museos Vaticanos, sirve para ilustrar el libro editado recientemente por la editorial San Román de Jean de Viguerie titulado Cristianismo y revolución . Su autor, recientemente fallecido, es uno de los grandes expertos en esta época de la Historia francesa, y en poco más de trescientas páginas explica las medidas que los revolucionarios franceses adoptaron para exterminar a la Iglesia católica. Es decir, los motivos por los que en buena parte se levantaron en armas los vandeanos.



Y por aquello de que no hay dos sin tres, vaya una última recomendación bibliográfica de esta misma materia, como es la brevísima biografía de doscientas páginas, escrita también por Jean de Viguerie, titulada El sacrifricio de la tarde. Vida y muerte de Madame Élisabeth, hermana de Luis XVI, y publicado, como el libro anterior, por la editorial San Román.



La vida de Madame Élisabeth es de película, por eso la lectura de su biografía escrita por Jean de Viguerie se lee de un tirón. No, no les voy a desvelar ningunas de sus acciones y se las dejo para que se sorprendan con la lectura del libro. Pero sí que les voy a contar el final, porque no descubro ningún misterio ya que, como es sabido, Madame Élisabeth fue asesinada en la guillotina.

Quiero acabar este artículo copiando la oración que ella rezaba mientras estuvo en la prisión del Temple, consciente de que en cualquier momento la sacarían para cortarle la cabeza. La oración de Madame Élisabet se hizo muy popular en Francia y muchos soldados franceses la rezaban durante la Primera Guerra Mundial. El texto de esta oración de Madame Élisabet retrata un tipo de personas que la Revolución Francesa asesinó. Esto es lo que de continuo rezaba la hermana de Luis XVI en la prisión del Temple:
“Ignoro por completo, Señor, qué me pasará hoy. Todo lo que sé es que no me pasará nada que Vos no hayáis previsto desde toda la eternidad. Esto me basta, Señor, para estar en paz. Adoro vuestros designios eternos, me someto a ellos de todo corazón. Quiero todo, lo acepto todo. Os ofrezco todo mi sacrificio, y uno este sacrificio al de vuestro querido Hijo, mi Salvador. Y os pido, por su Sagrado Corazón y mérito infinitos, paciencia en mis males y el perfecto acatamiento que Os es debido en todo aquello que Vos queréis y permitís”.
Javier Paredes
Catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá

¿Un rey 2030? (por Pío Moa)



Felipe VI no ha querido seguir su propio ejemplo cuando defendió la Constitución contra el butifarréndum, y ha encargado el gobierno a un sujeto aliado con los partidos más abiertamente antidemócratas, anticonstitucionales y antiespañoles, con los que se identifica el sujeto. Hemos llegado a un punto en que la forma constitucional (proponer una investidura al fallar la anterior) se opone radicalmente al contenido constitucional. Algo muy semejante a la ascensión formalmente democrática del nazismo al poder

¿Por qué lo ha hecho el rey? Creo que el problema de fondo radica en que comparte con dicho sujeto un proyecto de gran alcance, en el que la idea de España y de la democracia se disuelve: la llamada “agenda 2030”, enésima utopía liberticida, diseñada como novedad por un grupo de políticos e hipermillonarios iluminados y anglómanos. Proyecto compartido asimismo por el PP , y solo contrariado por VOX. Estos son acuerdos estratégicos y de largo alcance, dentro de los cuales las discrepancias sobre la identidad y unidad de España y sobre las libertades, resultan asuntos menores y fácilmente salvables.

El proyecto o agenda incluye tácitamente la eliminación progresiva no solo de las identidades nacionales, sino de los propios idiomas, sustituidos por el inglés como lengua superior de comunicación y cultura, proceso castrador ya bastante avanzado en España. Y Felipe VI ha dado sobradas muestras de su anglomanía, como emplear a menudo el inglés en la propia España, presidir un Instituto llamado Elcano para dirigir la política exterior española según los intereses de Londres, mantener una oficiosa sumisión a la monarquía inglesa, o educar a su presunta sucesora en Gales, de hecho Inglaterra, la potencia invasora de Gibraltar, cosa que no parece quitar el sueño a un rey de España.

Ocurre, además, que dentro de esa agenda es obligada la demolición de la herencia del franquismo, aunque esta venga de antes. Demolición que incluye a la monarquía, además de la unidad nacional o la transición democrática. El padre del rey actual firmó la ley de memoria histórica, que le deslegitimaba precisamente por su origen, y Felipe ha firmado la llamada cínicamente democrática, que destroza la democracia.

Dicen algunos que Felipe no tenía otra salida que llamar al sujeto en cuestión. Desde luego que sí tenía otras opciones. Pero si realmente no pudiera hacer nada para impedir un gobierno demoledor de la unidad nacional y la democracia, ¿de qué sirve la monarquía? Históricamente, la monarquía se deslegitimó y suicidó en un corto proceso entre 1929 y 1931. Lo he tratado en varios libros y artículos, lo resumiré aquí en otro momento. También la monarquía actual puede suicidarse, vemos indicios.

¿Puede esto terminar bien? Nada es imposible, pero suena en extremo improbable

Pío Moa