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martes, 16 de junio de 2020

La poesía olvidada y Cantos del final del camino-José Martí (3 de 3)




“Yo soy de mi amado y mi amado es mío; él pastorea entre azucenas” (Cant 6, 3)



22. Yo tu vida viviera
si tú me la entregaras por entero,
y la mía te diera
si, en trueque verdadero,
quisieras cambiarlas, cual yo quiero.



23. Es tu amor lo que anhelo,
la causa de mi dicha adelantada.
Descorre, amado, el velo:
que vea tu mirada
suspirando por mí, y enamorada.



24. Si vivir es amar y ser amado,
sólo anhelo vivir enamorado;
si la muerte es de amor ardiente fuego
que abrasa el corazón, muera yo luego.



25. En tu sola presencia,
tan solo en ella puedo ser colmado;
y todo es carencia,
aunque todo es amado
porque todo tus labios han besado.



 26. En lágrimas bañado
llora mi corazón, de amor herido,
en penas angustiado
del tiempo que ya es ido
y por no haber amado se ha perdido.



27. De tu vergel un ave
por tu ausencia cantaba en desconsuelo;
y oyó tu voz suave
y, alzándose del suelo,
a buscarte emprendió veloz su vuelo.



28. Necesito, Señor, verte.
Necesito ser tu amigo,
necesito estar contigo...
y venga luego la muerte.



29. Ansioso, fui a buscarte
por las holladas sendas del destino,
hasta, por fin, hallarte,
cansado y peregrino,
allí donde se acaba ya el camino.



30. Y dando la labor por acabada
aun ni siquiera en ciernes comenzada,
el bardo enmudeció con gran tristeza:
¿Quién osará cantar a la Belleza …?
Y fuese, al fin, en marcha apresurada,
dejando atrás su péñola olvidada.




FIN


La poesía olvidada y Cantos del final del camino-José Martí (2 de 3)






11. El mar embravecido
y en la zozobra, casi, de la nave...
de lo desconocido
un vientecillo suave
llega, y nadie de dónde viene sabe.



12. Y en lo más escondido,
cuando mi ser entero se conmueve
y parece perdido,
un vientecillo leve
de mi alma el centro lo remueve.



13. Y libre alzo el vuelo,
pues antes un hilillo lo impedía …
y encuentro así el consuelo
que antes no tenía,
esclavo, cuando libre me creía.


“De nuevo os veré y se alegrará vuestro corazón y nada podrá quitaros vuestra alegría” (Jn 16, 22)
“Aparta ya de mí tus ojos, que me matan de amor” (Cant 6, 5)


14. Vino hasta mí el Amado
antes que el sol naciera por el teso,
 y, habiéndome mirado,
sentí en sus ojos eso
que sólo amor lo cura con un beso.



15. Si de nuevo me vieres
allá en el valle, donde canta el mirlo,
no digas que me quieres,
no muera yo al oírlo
si acaso tú volvieras a decirlo.



16. Amado, en tu mirada
rebosa el corazón, enamorado,
sin nostalgia de nada,
sintiéndose embriagado
y hacia tí todo el ánimo volcado.



17. Pues eres poesía,
y belleza reside en tu mirada,
colmando de alegría,
jamás imaginada,
a todo el que recibe tu llamada.



18. Con ansias de saber si me querías
mis ojos a los tuyos se volvieron,
mas viendo en su fulgor lo que sentías,
los míos por tu amor desfallecieron.



19. Pasando por los prados
tus ojos con los míos se encontraron;
miráronse callados
y heridos se quedaron
en la llaga de amor que se causaron.



20. Si, a cambio de mi nada,
tu vida me la das para que viva,
y me das tu mirada,
en mis ojos se aviva
la llama que, en los tuyos, me cautiva.


21. La luz que de tus ojos
al corazón atento le llegaba
quitaba sus enojos
y tal valor le daba
que ya temor ninguno le quedaba.

Continuará

La poesía olvidada y Cantos del final del camino-José Martí (1 de 3)



Ya conocemos algo de la biografía del padre Alfonso Gálvez. Entre sus muchos libros ha escrito también poesía, siendo de éstos su libro más importante el que se titula “Cantos del Final del Camino” (CFC). Yo he escrito también un libro sobre poesía de título la Poesía Olvidada. Tanto el padre Alfonso como yo nos hemos inspirado, sobre todo, aunque no únicamente, en la poesía de San Juan de la Cruz.

Tengo para con el padre Alfonso una deuda de gratitud muy grande, pues lo conozco desde que yo era un niño de 12 años; y le debo, en muy buena parte, mi formación católica y mi amor al Señor. Por eso, esta entrada en el blog (que dividiré en tres) tiene ese sentido de cariño y de agradecimiento hacia este hombre que tanto bien ha hecho y que sigue haciendo; y a quien aprecio como a mi mejor amigo. He seleccionado 30 poesías (15 suyas y 15 mías) y las he colocado juntas, pues aunque las mías no tienen la calidad literaria de las suyas, al menos están escritas con el corazón. Y me consta que tanto su corazón como el mío laten al unísono … y ambos en el Corazón de Jesús, 
Nuestro Señor. Para diferenciarlas, de modo que no haya confusión, he colocado las suyas en rojo y las mías en negro. Es mucho lo que debo a este hombre de Dios, a este santo sacerdote que cuenta ya con 88 años de edad y 64 años de ministerio sacerdotal. Intercalado en azul aparecen algunas citas bíblicas que tienen una cierta relación con las poesías que vienen debajo. La selección podría haber sido otra, pero ésta me ha parecido que estaba bien.


“Desde la creación del mundo, las perfecciones invisibles de Dios - su eterno poder y su divinidad- se han hecho visibles a la inteligencia a través de las cosas creadas” (Rom 1, 20) 


1. El olor de las rosas 
me llegó, paseando por el prado. 
Y las vi tan hermosas 
que, su aroma inhalado 
me llevó, sin notarlo, hasta mi amado. 


2. El viento está soplando:
 cálido, dulce, suave y amainado.
 Y déjame gozando, 
en un fuego callado,
 hablándome, en suspiros, de mi amado. 


3. En la antesala, amado, 
de tu viña, me estabas aguardando; 
y, tu vino gustado, 
me dejaba palpando 
que tú en él te me estabas entregando. 


4. Es la voz del Esposo 
como la huidiza estela de una nave, 
como aire rumoroso, 
como susurro suave, 
como el vuelo nocturno de algún ave. 


5. Mi Amado, las estrellas, 
el mar que besan proas de mil naves, 
los ojos de doncellas, 
el canto de las aves, 
aquello que te dije y que tú sabes. 


¡Necios y torpes de corazón para creer todo lo que anunciaron los Profetas! ¿No era preciso que el Cristo padeciera estas cosas y así entrara e su gloria? (Lc 24, 25, 26)


6. Me requirió el Amado 
para que de las cosas me olvidara,
 y junto a su costado, 
su herida contemplara
 y de amor sus sollozos escuchara. 


7. ¡Oh amarga senda, dura y empinada, 
larga y abrupta, de aridez rocosa, 
que convirtió mi vida en azarosa 
búsqueda ansiosa de alma enamorada…! 


8. A las nevadas cimas 
de las blancas montañas subiremos 
cruzando valles y salvando simas. 
Y cuando al fin lleguemos, 
los cantos del amor entonaremos. 


9. Cuando sólo tú cuentes, 
porque haya mi cáliz apurado,
 sentiré como sientes.
 Y, en tus ojos mirado, 
veré mi cuerpo todo iluminado. 


10. En la hermosa aventura 
que es la vida, a tu lado, no temía
 hundirme en la espesura, 
pues la luz que veía 
en tus ojos, los míos encendía. 

Continuará