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martes, 27 de octubre de 2015

Un Sinodo fracasado: todos han quedado derrotados, empezando por la moral católica (Roberto de Mattei)



El Papa, junto a varios prelados, durante el Sínodo de la Familia


Al día siguiente del XIV Sínodo sobre la Familia, parecería que todos han ganado. Ha ganado el papa Francisco, porque ha conseguido elaborar un texto que pone de acuerdo a dos posturas opuestas. Han ganado los progresistas, porque el texto aprobado admite la Eucaristía para los divorciados vueltos a casar. Han ganado los conservadores, porque el documento no alude en concreto a la administración de la comunión a los divorciados y rechaza el matrimonio homosexual y la teoría de género.

Para entender mejor lo sucedido, hay que partir de la tarde del 23 de octubre, cuando se encargó a los padres sinodales la redacción final, elaborada por una comisión ad hoc basándose en las enmiendas (modi) al Instrumentum laboris, propuestas por los grupos de trabajo organizados por idiomas (circuli minores).

Con gran sorpresa de los padres sinodales, el texto que se les encargó el pasado jueves por la tarde sólo estaba en lengua italiana, estando totalmente prohibido comunicarlo no sólo a la prensa, sino también a los 51 oyentes y demás participantes en la asamblea. El texto no tenía en cuenta ninguna de las 1355 enmiendas propuestas durante las tres semanas previas, y en sustancia volvía a proponer la estructura del Instrumentum laboris, que incluía los párrafos que habían suscitado tan duras críticas en el aula: los referidos a la homosexualidad y a los divorciados vueltos a casar. El debate se fijó para la mañana siguiente, con lo que sólo se podían preparar durante la noche nuevas enmiendas a un texto redactado en una lengua que sólo dominaban algunos de los padres.

Pero en la mañana del 23 de octubre, Francisco, que siempre ha seguido con atención los trabajos, se ha topado con un inesperado rechazo del documento que había redactado la comisión. Nada menos que 51 padres sinodales intervinieron en el debate, la mayor parte de los cuales se oponía al texto avalado por el Santo Padre. Entre ellos estaban 
el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos; Joseph Edward Kurtz, presidente de la Conferencia Episcopal estadounidense; Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal italiana; Jorge Liberato Urosa Savino, arzobispo de Caracas; Carlo Caffarra, arzobispo de Bolonia; monseñor Zbigņevs Gadecki, presidente de la Conferencia Episcopal polaca; Henryk Hoser, arzobispo y obispo de Varsovia y Praga respectivamente; Ignace Stankevics, arzobispo de Riga; Tadeusz Kondrusiewicz, arzobispo de Minsk-Mohilev; Stanisław Bessi Dogbo, obispo de Katiola (Costa de Marfil); Hlib Borys Sviatoslav Lonchyna, obispo de la Sagrada Familia de Londres de rito ucraniano bizantino, y muchos otros, todos los cuales expresaron con diversos matices su desacuerdo con el texto.


El documento no podía ciertamente volver a presentarse al día siguiente en el aula, por el riesgo de quedar en minoría y producir una grave división. La fórmula de conciliación se encontraba siguiendo la vía trazada por los teólogos del Germanicus, el círculo al que pertenecían los cardenales Kasper, icono del progresismo, y Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. 

Entre la tarde del viernes y la mañana del sábado, la comisión redactó un nuevo texto, que se leyó en el aula en la mañana del sábado 24 y se sometió a votación por la tarde, obteniendo para cada uno de los 94 párrafos la mayoría exigida de dos tercios, que entre los 265 padres sinodales presentes era de 177 votos.

En la sección informativa del sábado, el cardenal Schönborn había anticipado la conclusión en lo relativo al punto más discutido, el de los divorciados vueltos a casar: «Se habla de ello, se habla con mucho interés, pero la palabra clave es discernimiento, y os invito a todos a pensar que no es una cuestión de blanco o negro, de un simple sí o un no, sino de discernir. Y de eso habló exactamente San Juan Pablo II en Familiaris Consortio: de la obligación de actuar con discernimiento, porque las situaciones varían mucho. Y la gran necesidad de ese discernimiento la ha aprendido desde joven el papa Francisco, buen jesuita: discernir es tratar de entender la situación de tal pareja o de tal persona».

Discernimiento e integración es el título que corresponde a los apartados 84, 85 y 86. El párrafo más polémico es el nº 85, que sienta las bases para una apertura con relación a los divorciados vueltos a casar y presenta la posibilidad de que se acerquen a los sacramentos. Eso sí, sin mencionar explícitamente la comunión. Fue aprobado con 178 votos a favor, 80 en contra y 7 abstenciones. Un solo voto de más sobre el quórum de dos tercios.

- La imagen de Francisco no sale reforzada de la asamblea de obispos, sino empañada y debilitada. El documento que había avalado fue rechazado abiertamente por la mayoría de los padres sinodales el 23 por la mañana, que fue su jornada negra. El discurso de clausura pronunciado por Bergoglio no expresaba el menor entusiasmo por la Relatio final, sino una reiterada crítica de los padres que habían defendido las posturas tradicionales. Por dicho motivo dijo, entre otras cosas, el Papa en la tarde del sábado:

[en su discurso de clausura de los trabajos de la XIV asamblea general ordinaria del sínodo de los obispos, el 24 de octubre de 2015]

«Concluir este sínodo significa también haber abierto los corazones sellados que, con frecuencia, se ocultan incluso tras las enseñanzas de la Iglesia, o tras buenas intenciones, para sentarse en la cátedra de Moisés y juzgar, a veces con superioridad y superficialmente, los casos difíciles y las familias heridas (…) Significa haber intentado abrir horizontes para superar toda hermenéutica conspirativa o cerrazón de perspectivas, para defender y difundir la libertad de los hijos de Dios, para transmitir la belleza de la novedad cristiana, que a veces está cubierta por el óxido de un lenguaje arcaico o simplemente incomprensible».

Palabras duras, que expresan amargura e insatisfacción. No son las palabras de un vencedor.

- También han sido derrotados los progresistas, porque no sólo se ha eliminado toda referencia positiva a la homosexualidad, sino que también la apertura a los divorciados vueltos a casar es mucho menos explícita de lo que les habría gustado. 

- Pero los conservadores no pueden cantar victoria. Si 80 padres sinodales, un tercio de los congregados, han votado contra el párrafo 85, eso quiere decir que no les satisfacía. Que este párrafo haya sido aprobado por un voto no le quita el veneno que contiene.

De acuerdo con la Relatio final, la participación de los divorciados recasados en la vida eclesial puede darse en forma de «diversos servicios»: es preciso, por tanto,

«discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional se pueden superar. Aparte de que no deben sentirse excomulgados, pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia» (nº 84);

«El itinerario de acompañamiento y discernimiento orienta a estos fieles para que tomen conciencia de su situación a los ojos de Dios. El diálogo con el sacerdote, en su fuero interno, les ayuda a formarse un juicio correcto de lo que impide una participación más plena en la vida de la Iglesia y de las medidas que pueden favorecerla y hacerla crecer» (nº 86).

Ahora bien, ¿qué significa ser «miembros vivos» de la Iglesia sino estar en gracia y recibir la Sagrada Comunión? Y para un seglar, la «más plena participación en la vida de la Iglesia», ¿no incluye participar del sacramento de la Eucaristía? Se dice que las formas de exclusión actualmente practicadas en los ámbitos litúrgico, pastoral, educativo e institucional se pueden superar «caso por caso», siguiendo una via discretionis. ¿Es posible superar la exclusión de la comunión sacramental? El texto no afirma tal cosa, pero tampoco la excluye. La puerta no está abierta de par en par, sino entreabierta, y por tanto no se puede negar que está abierta.

La Relatio no proclama que los divorciados vueltos a casar tengan derecho a recibir la comunión (y por consiguiente derecho al adulterio), pero niega de hecho a la Iglesia el derecho a definir públicamente como adulterio la situación de los divorciados vueltos a casar, dejando la responsabildad de la valoración a la conciencia de los pastores y de los propios divorciados vueltos a casar. Retomando el lenguaje de Dignitatis Humanae, no se trata de un derecho afirmativo al adulterio, sino de un derecho negativo a que no se impida practicarlo, o sea de un derecho a la «inmunidad contra toda coerción en materia de moral». 

Al igual que en Dignitatis Humanae, se borra la distinción fundamental entre el fuero interno, que tiene que ver con la salvación eterna de los fieles individuales, y el fuero externo, relativo al bien público de la comunidad de fieles. 

En realidad, la comunión no es un acto individual, sino un acto público que se realiza ante la comunidad de fieles. Sin entrar en el fuero interno, la Iglesia siempre ha prohibido la comunión a los divorciados vueltos a casar porque es un pecado público; se comete en el fuero externo. 

La ley moral es absorbida por la conciencia, que se convierte en un nuevo lugar, no sólo teológico y moral, sino canónico. En este sentido, la Relatio finalis armoniza con los dos motu proprio del papa Francisco, cuyo significado subrayó el historiador de la escuela de Bolonia en el Corriere della Sera del pasado 23 de octubre: «Al delegar en los obispos la autoridad para juzgar sobre las nulidades, Bergoglio no ha cambiado la situación de los divorciados; lo que ha hecho es un silencioso y gigantesco acto de reforma del papado»

[¡Esto es muy grave!]

Atribuir a los obispos diocesanos, como jueces únicos, la facultad de instruir a su discreción procesos breves y dictar sentencia equivale a atribuirles discernimiento sobre la situación moral de los divorciados vueltos a casar. Si el obispo de la diócesis considera que ha concluido el itinerario de crecimiento espiritual y profundización de una persona que vive una nueva unión, esa persona podrá comulgar. El discurso dirigido por Francisco el 17 de octubre al Sínodo recomienda en la «descentralización» la proyección eclesiologica de la moral «caso por caso»

El Papa ha afirmado [en su discurso de clausura]:

«Más allá de las cuestiones dogmáticas, bien definidas por el Magisterio de la Iglesia, hemos visto también que lo que le parece normal a un obispo de tal continente puede resultarle extraño, prácticamente un escándalo, al de otro; lo que una sociedad considera violación de un derecho, puede ser un precepto evidente e intangible en otra; y lo que para unos es libertad de conciencia, para otros no ser sino confusión. En realidad, las culturas presentan mucha diversidad entre sí, y es necesario aculturar todo principio general si se quiere que sea observado y aplicado».

[Pero esto no es así: si las verdades son relativas a las civilizaciones no existen, entonces, verdades absolutas; una afirmación que es herética y que reviste una especial gravedad cuando ha sido pronunciada nada menos que por el santo Padre: habría que concluir, entonces, que la Religión católica es válida para nuestra cultura, pero no tiene por qué serlo para otras. ¿Qué ocurre entonces con el mandato de Jesús: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. Quien crea y sea bautizado, se salvará; pero quien no crea, se condenará" (Mc 16, 15-16). ¿A quien hacemos caso? ¿Al papa Francisco o a Jesucristo? Ciertamente nos encontramos ante una situación muy delicada, mucho más de lo que la gente piensa]

La moral de la aculturación, es decir la del «caso por caso», relativiza y disuelve la ley moral que, por definición, es absoluta y universal. No hay ni buenas intenciones ni circunstancias atenuantes que puedan transformar en malo un acto bueno, y viceversa. La moral católica no admite excepciones; o bien es absoluta y universal, o no es ley moral. No se equivocan, pues, los periódicos que han presentado la Relatio final con este titular: «Desaparece la prohibición absoluta de comulgar para los divorciados vueltos a casar».

La conclusión es que nos encontramos ante un documento ambiguo y contradictorio que permite a todos cantar victoria; pero no ha ganado ninguno. Todos han quedado derrotados, empezando por la moral católica, que sale profundamente humillada del Sínodo de la Familia clausurado el 24 de octubre.


Roberto de Mattei

La "Relazione Finale" del Sínodo


Coloco a continuación un enlace a la página web del Vaticano en donde aparece la "Relazione Finale" del Sínodo con el texto original en italiano. Consta de 94 apartados, que fueron votados uno por uno entre los 265 padres sinodales, presentándose una gran disparidad de criterio en el punto 85, seguido de los puntos 84 y 86, como puede verse en la tabla anexa a este post, aunque no son los únicos puntos a tener en cuenta. Esta disarmonía entre los padres sinodales puede apreciarse también, aunque en menor grado, pero también elevado, en todos los puntos del capítulo III de esta Relazione Finale, titulado Familia y acompañamiento pastoral, que va desde el punto 69 hasta el 76

Y aunque se ha hecho más hincapié en esos puntos, sobre todo, sin embargo hay también otros puntos que aparecen como aprobados y que pueden dar pie a una especie de descentralización de la Iglesia, como si la Verdad dependiese de la cultura o de las diferentes civilizaciones a las que va dirigida. Si se entendiesen de esa manera y se diera a los Obispos la potestad de dirimir determinadas cuestiones en su Diócesis sin necesidad de pasar por Roma -ojalá que me equivoque- entonces el Relativismo habría entrado en la Iglesia y la Reforma de Lutero, que tanto daño hizo a la unidad de la Iglesia hace cinco siglos, sería una simple anécdota en comparación. 


[Y, por cierto, estoy convencido (y, si no, al tiempo) de que el 31 de octubre de 2017, dentro de dos años, fecha en que se cumple el quinto centenario de la Reforma de Lutero, se celebrará con bombo y platillo, como si tal reforma, cuya patria fue Alemania, hubiese supuesto un avance, cuando lo que produjo fue una división y una sepación de la única Iglesia verdadera, en contra de la voluntad de Jesucristo, cuando rogaba a su Padre por sus discípulos: "Que todos sean uno: como tú, Padre, en Mí y Yo en Tí, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado" (Jn 17, 20-21). 


Tal y como están hoy las cosas (Ecumenismo, Diálogo interreligioso, etc...) a mí no me extrañaría nada que se quisiera "canonizar" a Lutero (es un modo de hablar, claro está). Y, sin embargo, las palabras de Jesús están ahí: Tu es Petrus: "Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" (Mt 16, 18). La Iglesia católica es la única con esa prerrogativa, la única que posee la garantía de la Verdad: "Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todo y en todo" (Ef 4, 5-6).  Una sola es la Iglesia: "Una, Santa, Católica y Apostólica". Esa es la fe que profesamos]


Informe Final del  resultado del Sínodo de los Obispos al Santo Padre Francisco en forma de votos individuales. El total de padres sinodales es 265.[Dos tercios = 177]. No se indican las abstenciones.


Número
A favor
En contra
1
260
0
2
257
0
3
255
1
4
256
2
5
256
3
6
249
9
7
248
9
8
245
9
9
254
4
10
253
7
11
256
1
12
253
5
13
255
5
14
256
5
15
255
5
16
254
8
17
259
1
18
258
1
19
255
5
20
257
3
21
256
4
22
252
4
23
253
4
24
255
5
25
242
15
26
256
2
27
251
9
28
257
4
29
249
8
30
250
7
31
253
7
32
249
6
33
246
12
34
245
11
35
259
2
36
256
3
37
252
6
38
251
5
39
255
3
40
255
6
41
253
7
42
257
2
43
254
6
44
247
11
45
249
6
46
254
5
47
246
11
48
253
6
49
253
5
50
252
6
51
250
11
52
252
5
53
244
15
54
236
21
55
243
14
56
248
10
57
257
2
58
247
14
59
258
3
60
259
1
61
254
7
62
259
0
63
237
21
64
247
11
65
252
7
66
258
0
67
259
0
68
253
3
69
236
21
70
213
47
71
218
42
72
229
29
73
236
24
74
223
36
75
205
52
76
221
37
77
247
11
78
250
8
79
246
14
80
253
6
81
253
7
82
244
16
83
248
12
84
187
72
85
178
80
86
190
64
87
255
3
88
252
4
89
257
2
90
255
5
91
248
12
92
256
4
93
255
2
94
253
5

Nestor Martínez, en su blog "No sin grave daño" hace un resumen de esta "Relazione Finale":

(1) Hay que dar las gracias a aquellos de los Padres Sinodales que son fieles y católicos, porque lograron evitar que el Sínodo enseñara abierta y decididamente la herejía. Es cierto que lamentamos que el documento final no tenga mayor claridad y precisión en este tema crucial

(2) Este documento no define ni decide nada, es un Sínodo meramente consultivo.

(3) La doctrina católica sigue siendo, como no puede ser de otro modo, la misma de siempre; ni esta “Relazione” la cambia, supuesto que se la entienda correctamente.

(4) La lucha por la verdad católica dentro de la Iglesia no ha terminado para nada, sino que entra en una nueva etapa


Dicho lo cual me encuentro con una serie de entrevistas que son fuente de una mayor confusión para los cristianos. Siendo el mismo documento del que se está hablando, los entrevistados dicen cosas diferentes. 


Kasper dice que ganó. El cardenal Pell no está tan seguro


El Cardenal Kasper considera, que la Relatio final del Sínodo favorece claramente su posición, en una entrevista exclusiva a Il Giornale, traducido exclusivamente por Rorate. El Cardenal Pell no lo considera así. ¿Qué postura favorecerá Francisco si el lenguaje es ambiguo?


Cardenal Burke: La relatio final del Sínodo carece de claridad sobre la indisolubilidad del matrimonio

El Cardenal Raymond Burke, patrono de los Caballeros de Malta y ex prefecto de la Signatura Apostólica, declara -limitándose a los puntos 84 a 86- que "esta sección es de inmediata preocupación por su falta de claridad en un asunto fundamental de la fe: la indisolubilidad del vínculo matrimonial que la razón y la fe enseñan a todos los hombres". También dice que la manera en que la cita deFamiliaris Consortio está empleada de manera engañosa.

Monseñor Munilla sale al paso de la manipulación del Sínodo y recuerda que la doctrina no ha cambiado.

Todo ello da lugar a reacciones, muy lógicas -por otra parte- como la de Luis Fernando Pérez Bustamante, el director de Infocatólica, quien -entre otras cosas- dice lo siguiente:

Como no habíamos tenido suficiente con la bronca continua durante dos años largos acerca de la comunión de los divorciados vueltos a casar. Como no han hecho suficiente daño a los fieles que, independientemente de su sensibilidad eclesial, han asistido al espectáculo de unos obispos diciendo una cosa y otros la contraria en algo que afecta, ni más ni menos, que a tres sacramentos. Como no les ha bastado con la manipulación lamentable del sínodo extraordinario -recordemos ese engendro herético de Relatio intermedia- y el semifallido intento de manipulación del sínodo general, del que advirtieron al Papa un grupo de cardenales. Como, en definitiva, la Relatio final del sínodo recién terminado no es sino un intento burdo de conciliar lo irreconciliable -posturas ortodoxas y heterodoxas-, el supuesto y falso consenso ha saltado hecho pedazos.

Ahora tenemos a unos cardenales y obispos diciendo que la Relatio final abre las puertas a la comunión de algunos divorciados y vueltos a casar y a otros diciendo exactamente lo contrario. ¿Y para eso han celebrado ustedes un sínodo? ¿para eso han llegado a un acuerdo sobre el texto final? 


Puede leerse todo su comentario pinchando aquí.

También José Maria Zavala Gasset en su comentario en Facebook, dice: 

Ante tanta confusión y división entre los medios de comunicación, los cristianos de base y los propios príncipes de la Iglesia a causa del Sínodo sobre la Familia, ¿no echáis en falta un pronunciamiento urgente, claro y rotundo del Papa Francisco que zanje de una vez todos los equívocos? Por asuntos de menor calado, Lombardi se apresuró a desmentir a los periodistas...

Y yo, ¿qué quieren que les diga?