BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



sábado, 21 de mayo de 2016

La Amoris Laetitia interpretada por el propio Francisco (8 de 9)



Cardenal Schönborn

      "El discernimiento debe ayudar a encontrar los posibles caminos de respuesta a Dios y de crecimiento en medio de los límites. Por creer que todo es blanco o negro a veces cerramos el camino de la gracia y del crecimiento, y desalentamos caminos de santificación que dan gloria a Dios” (AL 305)

[Cuando el Papa dice "en medio de los límites" yo debo de sobreentender que está hablando en cristiano y que, por lo tanto, tal discernimiento se debe realizar teniendo siempre presente la Palabra de Dios. Porque así es: el verdadero discernimiento debe de hacerse a la luz de las palabras de Jesucristo, el fundador de la Iglesia, Aquel que es la Verdad y que dijo, sin lugar a otras posibles interpretaciones: “El que se casa con otra adultera” (Lc 16, 18). En este caso concreto, y como siempre que habla Jesús, el sí es sí y el no es no. Como cuando dice: "El que no está conmigo está contra Mí" (Mt 12, 30). Conviene, por nuestro propio bien, no olvidar estas ideas evangélicas ... pues también "se cierran estos caminos de la gracia y del crecimiento" si el discernimiento no se realiza según Dios. ... El discernir bien no puede oponerse nunca a la palabra de Dios ... Y quien así discierne no es un corazón cerrado ni un fariseo, sino más bien lo contrario]

El Papa Francisco nos recuerda una frase importante que había escrito en Evangelii Gaudium 44: “un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes dificultades” (AL 305). 

[¿Qué significa la vida "exteriormente" correcta? ¿Otra vez damos por sentado que quien actúa bien lo hace sólo de cara a los demás y no de cara a Dios? Por otra parte, ¿es que existe alguien cuya vida transcurra sin enfrentar importantes dificultades? "La vida del hombre sobre la tierra es milicia" (Job 7, 1). 

Todas las personas, hombres y mujeres, atraviesan por dificultades "importantes" a lo largo de toda su vida y, en particular, de su vida matrimonial. ¿Aquellos que permanecen fieles en su matrimonio viven una vida sólo exteriormente correcta? ¿Su lucha es sólo "aparente" y, por lo tanto, insincera y menos grata a Dios? ¿Cómo se pueden hacer esas afirmaciones a la ligera, sin tener ninguna base para hablar de ese modo? 

Por otra parte, parece que los que son infieles a su cónyuge, lo hacen porque no tienen más remedio; y aparecen como víctimas, como los únicos con verdaderos problemas y necesitados de ayuda ... aunque una ayuda que, a mi entender, sólo admiten si se les dice que deben discernir "en conciencia" su actuación. El buen pastor tiene la obligación de hacerles ver que están en pecado mortal y que deben hacer todo lo posible por salir de esa situación, por doloroso que pueda ser. La auténtica ayuda no debe de ocultar la verdad. Si tal hiciera no se les estaría ayudando, por mucho que se hable de misericordia y de comprensión. No hay tal. 

Puesto que están actuando objetivamente mal ante Dios, la ayuda pasa, antes de nada, por hacerles ver que eso es así, abriéndoles los ojos a la verdad. Que intenten reavivar el primer amor de su único matrimonio válido, que es el primero. Y, en todo caso, si la convivencia con el verdadero cónyuge (que, como digo, es el primero) es imposible, por las razones que sean (razones reales), ayudarles a que mantengan una vida de oración y de relación con Dios, hacerles ver que no están solos y que, posiblemente, tengan que renunciar a vivir en la misma casa que el segundo "cónyuge" (que no es tal) si, haciéndolo, eso les llevara a mantener relaciones sexuales con él, puesto que estarían cometiendo un pecado de adulterio. 

Los mandamientos de la Ley de Dios no han cambiado. Y de su cumplimiento depende nuestra felicidad, aunque tal cumplimiento sea costoso. Dios ayuda siempre a quien tiene buena voluntad. Recordemos lo que decía el apóstol Pablo a los corintios: "Fiel es Dios que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; antes bien, con la tentación os dará también el modo de poder soportarla con éxito" (1 Cor 10,13). Sobre las tendencias desordenadas y la lucha personal tengo escritos dos artículos en mi otro blog. Pueden leerse haciendo clic aquí y aquí.


 Quien actúa bien no es porque todo le salga a pedir de boca y porque no tenga dificultades en su matrimonio. No conozco ningún caso de matrimonios que no tengan algún tipo de problemas -y no necesariamente sencillos- pero no todos se hacen las víctimas. Lo que no se puede hacer es legalizar como bueno lo que es intrínsecamente malo, con la excusa de que los matrimonios en los que los cónyuges son fieles es una situación deseable e ideal, pero que no todos son capaces de ello. Admitir esa posibilidad equivale a admitir que Dios pide cosas imposibles. Ya hemos visto que no es así (1 Cor 10, 13).

Y hay más: si se da pie para ello, que es lo que está ocurriendo con la AL (de ahí tanto revuelo) ... aunque fuese un solo caso, por mucho discernimiento que queramos ponerle a la situación, lo cierto y verdad es que se abría abierto la puerta para que el número de divorciados vueltos a casar aumentase de modo estrepitoso. Esa es la lógica que se ha seguido en el caso del aborto. Hay un video del padre Santiago Martín que habla precisamente de la comparación entre aborto y comunión de divorciados vueltos a casar. 



Y más aún: admitida una sola situación "irregular" ¿qué inconveniente habría en admitir cualquier otra? Es simple lógica y simple sentido común, que hoy brilla por su ausencia. Y, por desgracia, eso es lo que se desprende de esas palabras de Schönborn (¡perdón, del papa Francisco!) en su AL 305. De hecho, al día siguiente de salir públicamente la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, que fue el 8 de abril (aunque está rubricada el 19 de marzo), el Presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas abrió la mano estrepitosamente ordenando ya dar la comunión a todos los adúlteros, como ejercicio de misericordia, sin que Francisco lo amonestase por ello, en absoluto.

Por cierto, el cardenal Marx (le cuadra bien el nombre) dice que los obispos alemanes harán lo que les dé la gana, independientemente de las conclusiones sinodales. Esto fue previo a la exhortación AL ... aunque, por otra parte, según tengo entendido, aunque no recuerdo dónde lo leí, es algo que ya vienen haciendo durante bastante tiempo.

Yo les recordaría a estos señores obispos que meditaran las siguientes palabras del profeta Isaías: "¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, de los que ponen tinieblas por luz y luz por tinieblas, de los que cambian lo amargo en dulce y lo dulce en amargo!" (Is 5, 20)]

En el sentido de esta “via caritatis” (AL 306) el Papa afirma, de manera humilde y simple, en una nota (351), que se puede dar también la ayuda de los sacramentos “en ciertos casos”

[Bueno, puestos a reflejarlo todo, saquemos a relucir lo que acababa de decir el Papa justamente en el punto anterior (AL 305) y que el cardenal Schönborn no ha mencionado en su presentación. Dice asÍ:

A causa de los condicionamientos o factores atenuantes, es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado —que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno— se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia.  

Y a renglón seguido, la nota 351, ya aludida, que comienza diciendo que, efectivamente, "en ciertos casos", podría darse también la ayuda de los sacramentos

Dos tremendos disparates, al menos, pueden observarse, a primera vista, que se oponen directamente a la Doctrina Perenne de la Iglesia: Primero que se puede estar en gracia de Dios en medio de una situación objetiva de pecado (de la que se es consciente; AL, 301). Segundo: Que el sujeto en cuestión, en estado de pecado, pueda recibir el sacramento de la Eucaristía, sin haber pasado previamente por la Confesión de los pecados, con el correspondiente propósito de cambio, olvidando la Palabra de Dios: "Quien come y bebe, sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11, 29). O también: "Quien coma el pan o beba el cáliz del Señor, indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor" (1 Cor 11, 27). El fondo del problema se encuentra en que ya no se cree en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Ésa es la razón por la que están ocurriendo hoy tantas cosas que, en sus buenos tiempos, jamás se habrían permitido en la Iglesia Católica. 



Continuará