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viernes, 2 de marzo de 2018

Conversando con Jesús: Un sueño extraño [2 de 22] (José Martí)



Como sabes, he estado releyendo el Conmonitorio de san Vicente de Lerins para recordar las verdades fundamentales de nuestra fe ... y lo he reflejado en este blog (aquí) de modo que sirva de ayuda a quienes lo lean con buena voluntad y con deseos de aprender.

Tengo la completa seguridad, Señor, de que quien confía en Tí y practica la Doctrina de tu Iglesia, que es tu Doctrina, confiada a los Apóstoles y transmitida fielmente por la Tradición (tanto escrita como hablada) no queda nunca defraudado ... a pesar de las adversidades, contratiempos, peligros  y persecuciones con los que, con toda seguridad, se va a encontrar ... también -y sobre todo- en el seno de la  Iglesia Católica, incluida la misma Jerarquía eclesiástica. 

El apóstol Judas Tadeo, hablando de la salvación, "anima [a los primeros cristianos] a luchar por la fe transmitida a los santos de una vez para siempre" (Jd 1, 3). Y Tú nos dices, con mucha claridad, a través del apóstol Pablo: "Aunque nosotros o un ángel del cielo os anunciara un Evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema!" (Gal 1, 8). Estas palabras se están cumpliendo ahora, en toda su crudeza, para desgracia de todos los que se dejan engañar.

Y es que, si bien es cierto, Señor, que todos los católicos debemos de tener hacia el Papa una actitud de respeto, dado que es tu Vicario en la Tierra y tu principal representante, sin embargo, debemos de tener también muy clara la Doctrina Perenne de la Iglesia, pues el Papa no es el inventor de la Doctrina sino quepara cumplir bien su misióndebe mantenerse  fiel a las Escrituras y a la Tradición de la Iglesia, conservando el depósito recibido y confirmando en la fe a sus hermanos (cfr Lc 22, 32). Esta idea es de una importancia capital.

Me he estado haciendo a mí mismo la pregunta de hasta qué punto son importantes los pensamientos del Papa, y qué autoridad tiene en aquello que dice. Y usando fuentes fidedignas, he respondido a ello en este blog (ver aquí y aquí)

... Y mientras cavilaba de este modo, pasaron por mi mente, como un relámpago, dos pasajes evangélicos

El primero se refiere a la reacción que tuvieron tus discípulos cuando, queriendo prepararte un hospedaje, fueron a una aldea de samaritanos ... y como éstos no quisieron recibirles porque ibais camino de Jerusalén "los discípulos Santiago y Juan dijeron: "Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?". Pero volviéndose les reprendió. Y se fueron a otra aldea" (Lc 9, 54-56). Un episodio curioso del que, como de todos los episodios del Evangelio, se podrían sacar muchas enseñanzas ... aunque lo que yo quiero destacar ahora de él es la constatación de un hecho, y es la  confianza con la que te trataban tus discípulos, al relacionarse contigo, no importando demasiado el que dijeran disparates, como sucedió en este caso: Tú aprovechabas, entonces, para corregirles y así iban aprendiendo. 

El segundo episodio que me rondó por la cabeza es el de la primera multiplicación de los panes y los peces. Tomé el evangelio y leí: "El día ya comenzaba a declinar y acercándose los Doce, le dijeron: 'Despide a la muchedumbre, para que vayan a los pueblos y aldeas de alrededor en busca de albergue y se provean de alimentos, porque aquí estamos en despoblado' " (Lc 9, 12). Los discípulos están preocupados por la gente [esto lo habían aprendido de Tí] y te hacen partícipe de esta preocupación, muy sensata, por otra parte ... una prueba más de la confianza con la que te trataban, pues Tú eras, para ellos, no sólo su Señor sino también su amigo ... por eso te lo contaban todo, con sencillez

Lo realmente "llamativo", en este caso, es que quien parece que dice disparates eres Tú mismo, Señor, pues les contestaste:  "Dadles vosotros de comer". Ellos replicaron: "No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos nosotros y compremos alimento para toda esta gente" (Lc 9, 13) ... y es que, como tenías un gran sentido del humor, los estabas poniendo a prueba, una vez más, a ver cómo reaccionaban ante lo que Tú les proponíasMe imagino la cara de asombro de los apóstoles que, de nuevo, no entendían cómo Tú, su Maestro, les podías pedir algo que era imposible de cumplir:  ¡nada menos que dieran de comer a tantísima gente ...! Pero era tal su confianza en Tí, que te contestaron con toda naturalidad, exponiéndote la situación concretaen cierto modo, te estaban devolviendo  la pelota, como diciéndote: ¡Esto es lo que hay, Señor. Ahora te toca actuar a Tí!  ... Tú verás qué haces ... Y lo que ocurrió ya lo sabemos.

[Qué más quisiera yo que mi relación con Jesús se pareciese un poco a la que tenían sus discípulos con Él. Sí, aun cuando le dijera disparates, porque entonces Él me corregiría -si  mis pensamientos no fuesen los adecuados - y, de este modo, me iría configurando a Él, cada día más, pues ninguna otra cosa deseo. Y ese fue el motivo por el que me atreví, finalmente, a proponerle una idea que se me había ocurrido, que sé que es descabellada, pero que no me resistía a quedármela para mí sólo.  No sé por qué tenía la certeza de que, si Él llevaba a cabo mi propuesta, una gran parte de los graves problemas por los que atraviesa hoy su Iglesia comenzarían a solucionarse ... ¡"según yo"... claro está! Pero, bueno, si metía la pata ya se encargaría Él de corregirme. Y con esta idea en la cabeza le dije:]

"Señor, ¿puedo sugerirte algo que se me ha ocurrido?". 

Silencio. No escuché nada, pero en mi interior sabía que su respuesta era afirmativa ... y que este preámbulo sobre las sugerencias sobraba: ¿Acaso no había confianza entre nosotros? De modo que me lancé de lleno y seguí hablándole:

"Si Tú quisieras, Señor, no tendrías más que aparecerte al papa Francisco y hacerle contemplar el infierno, por unos momentos, al igual que hizo tu Madre con los tres pastorcitos de Fátima: Lucía, Jacinta y Francisco".



Continuará

La gran traición: Iglesia China traicionada por el Vaticano


Duración 14:58 minutos

Zen: "Este acuerdo es una rendición, una liquidación, un suicidio". Gloria TV. Otras noticias


Zen: "Este acuerdo es una rendición, una liquidación, un suicidio"

Esa Babel argentina que hace confundir a toda la Iglesia



 

Noticias varias 1 de marzo


INFOCATÓLICA



Resquicios que nos vuelven locos

Doctrina de la Fe publica «Placuit Deo»: la salvación no se reduce a una praxis, gnosis o sentimiento

INFOVATICANA





VATICANO

Carta Placuit Deo a los Obispos de la Iglesia Católicasobre algunos aspectos de la salvación cristiana )CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE)

CRUX




LA FEDE QUOTIDIANA

Humildad y comunión en la lengua (P. George W. Rutler)



En 1950, el Papa Pío XII advirtió contra la mentalidad "historicista" que se inclina a medir el mérito de las cosas en contra de una práctica imaginada del pasado distante. Esta mentalidad distorsiona el hecho histórico. 


El historicismo es para la historia como el racismo es para la raza y el cientificismo para la ciencia. Se recrea una iglesia primitiva "volar en ámbar", algo así como el Williamsburg colonial. No comprende la naturaleza de la Tradición sagrada, que es un desarrollo orgánico aplicable a los tiempos cambiantes, pero que nunca abroga el núcleo esencial de la verdad.

La práctica de recibir la Hostia Sagrada en la mano a menudo se justifica sobre la base del precedente primitivo. San Cirilo de Jerusalén describió de manera famosa la manera reverente de ser utilizada para recibir en la mano, y los comentarios de San Justino Mártir, Tertuliano y San Ambrosio sugieren que era la norma. Pero dos sínodos en el siglo VII tomaron posiciones opuestas en la práctica (Rouen contra ella y Trullo para). Entonces se produjo un cambio gradual a favor de la comunión en la lengua. En tiempos de Santo Tomás de Aquino, la comunión en la lengua parece haberse convertido en el uso de la Iglesia latina, y por una razón teológica clara:

Por reverencia hacia este Sacramento, nada lo toca, sino lo que se consagra; de ahí que el cabo y el cáliz sean consagrados, y también las manos del sacerdote, para tocar este sacramento. Por lo tanto, no es lícito que nadie lo toque, excepto por necesidad, por ejemplo, si cayera en el suelo, o en otro caso de urgencia. ( Summa Theologiae , III, 82, 3)
Los liturgistas profesionales no pocas veces carecen de un don para la psicología práctica. La confesión cara a cara se promovió alrededor del tiempo en que un exceso de abusos morales comenzó a afectar a la Iglesia. La "sala de reconciliación" es problemática en la actualidad, presumiblemente por la misma razón que los confesionarios con pantallas se introdujeron hace siglos. Los historicistas no preguntaron por qué se había introducido el confesionario, del mismo modo que olvidan preguntar por qué la comunión en la lengua reemplazó la recepción en la mano. Claramente, el confesionario cerrado y la comunión en la lengua fueron el resultado de la necesidad nacida de la experiencia. No es coincidencia que la práctica de la confesión auricular disminuyó cuando entraron las "salas de reconciliación", así como la sensibilidad eucarística se redujo trágicamente después del Papa Pablo VI, con las reservas y precauciones típicas de él,

Sería imprudente volver a recibir la comunión en la lengua como una práctica universal por decreto repentino, pero se debe alentar la opción, así como arrodillarse para recibirla. Y el uso de los Ministros Extraordinarios de la Eucaristía como ordinarios debe explicarse como el abuso que es. Es revelador que desde los cambios poco aconsejables, la expresión "recibir comunión" comúnmente se convirtió en "tomar comunión". Por lo menos tan importante, e instituido más fácilmente, es la posición ad orientem del celebrante. Su influencia correctiva en la psicología del culto haría otras reformas más lógicas. En términos ecuménicos, estas formas de reverencia serían más comprensivas con los ritos orientales. Aunque las iglesias orientales reciben la comunión de pie, también requieren postración y comunión en la lengua.


Un cardenal me dijo una vez que la comunión en la mano había aumentado la devoción eucarística. Dado el dramático declive en la asistencia a la misa y la creencia en la presencia real desde la década de 1960, este fue el triunfo de la teoría sobre los hechos. En su carta apostólica de 1980 "Dominicae Cenae", n. 11, Juan Pablo II advirtió sobre el potencial de falta de respeto e indiferencia que surge de la práctica de recibir la comunión en la mano. Desde una perspectiva práctica, especialmente en las parroquias de las grandes ciudades, la comunión en la mano invita a la profanación: muchos sacerdotes tienen historias sobre personas que huyen con la Hostia. 

Pero no habrá una mejoría sustancial hasta que otra generación esté dispuesta a admitir que el "espíritu del Vaticano II" a menudo hizo más daño que bien, y que muchos de los cambios litúrgicos posteriores fueron desastrosos
Esto me da la oportunidad de mencionar lo que a menudo se ha dicho sobre la piedad eucarística de Santa Teresa de Calcuta. Ella invariablemente recibía la comunión en la lengua, y tal ha sido la norma en su Orden. Una vez me contó que de todas las cosas tristes que había visto, lo peor era la recepción irreverente de la comunión. Ella dijo esto mientras le tendía las manos. 

Cuando cité esto, se interpretó como que ella se oponía a la recepción de la comunión en la mano. Esto la angustió porque sugirió que se oponía a la decisión de los obispos de conceder la opción. Ella me dijo que escribiera una corrección para la prensa. Respondí que oraría y luego escribiría. Sonando casi como un sargento de la Marina, ella dijo: "No. Necesitamos esto de inmediato. Rezo. Usted escribe ". Desde entonces lo he explicado muchas veces, y a menudo los encuestados actúan molestos o proceden como si no me hubieran escuchado. Pero después de cada Misa, la Madre Teresa besaba las manos del sacerdote: "Gracias por traernos a Jesús". Ninguna reforma logrará mucho sin tanta humildad.

P. George W. Rutler 

Nota: El original está en inglés (la traducción es, básicamente, la que se obtiene haciendo uso del traductor de Google)

RECLAIM THE FAITH! And thank God for the opportunity (Michael Voris)


Duración 7:25 minutos

TRANSCRIPT

For a number of months now, after careful analysis of the latest numbers, trends and data, we here at Church Militant have been pointing out that a looming demographic disaster is facing the Church in the United States. And as the saying goes, "Demographics is destiny." The U.S. Catholic population is on the verge of a death spiral, not only in terms of sheer, raw numbers but also of self-identified believers. The death spiral is beginning to unfold because of, well, death — the elderly Catholic population that were adults before Vatican II in the early 1960s are now disappearing from the scene — my father for example. Behind them, counting generation by generation, the numbers keep decreasing. In short, there are very few in the pipeline. For example, there are more Catholics over age 65 than Catholics under the age of 30.

That lines up to be a demographic disaster, and because this disaster stretches over multiple generations and over decades, there is no quick fix and possibly no fix. In fact, the makings for this disaster, the percolation period as it were, actually goes way back — more than 100 years before the Council. It's just that the laity finally saw it for themselves unfolding after the Council, when all the crazy "Spirit of Vatican II" clergy were running around dismantling altars and sanctuaries, ordaining active homosexual predators and destroying every vestige of authentic Catholic education, worship, music, devotion, architecture and family life.

What we are witnessing now in the Church is the reaping of what was sewn by modernist saboteurs in the Church, who step by stealthy step have brought the Church to its knees. Fourteen-hundred Catholic schools, for example, have been shuttered in the past decade, a crisis so great that in a rare moment of looking in the mirror, the U.S. bishops actually discussed that aspect of the crisis at their recent national meeting, of course, paying no attention to the fact that their neglect is what caused the need to close them in the first place.

Faithful, authentic Catholics need to step up and reclaim the Faith — reclaim the Church. What is happening is the scales are tipping in favor of tradition. It may not look like it right now, at least not clearly, but it is happening.

The Church of Nice is gigantic — this gorilla constructed back in the 1960s–1990s by modernists like Detroit's Cdl. John Dearden and Chicago's Joseph Bernardin and their like-minded henchmen all over the country. There is no doubt that the Church of Nice is still in control, but it is dying, committing spiritual suicide.

In its place, a quietly growing community of Catholics who actually believe, hold and profess all that the Church proposes for our belief. They are centering themselves in little clusters around faithful parishes like the FSSP and the ICK and the Personal Ordinariate of the Chair of St. Peter — the last established by Pope Benedict as a refuge for Anglicans who wanted to come home to Rome while retaining their liturgies. Then, there are here and there a few diocesan parishes with orthodox priests who offer the Traditional Latin Mass, as well as reverent Novus Ordo Masses, meaning free from the millions of abuses present at the usual Church of Nice Novus Ordo Masses. They are also finding each other in Catholic homeschool groups and small private schools and colleges dotting the Catholic landscape. Our Blessed Lord is providing, and the Church of Nice, much as it wants to, can't prevent that.

Every year, more Catholics die and apostatize then are baptized or convert into the Faith. The exit doors are practically being busted off their hinges over at the Church of Nice, while the doors at authentic Catholic parishes are needing to be expanded. Sooner or later the scales will tip for good because the Church of Nice is approaching extinction.

What this means for Catholic life in the United States from a demographic standpoint is a very different way of practicing the Faith, living out the Faith on the ground so to speak. There won't be a parish within a few minutes of your home. There won't be a priest available with the ease there currently is. The Church will, in short, be reduced to a small little group and will basically have to start over. And here's the point: all this is already happening. It's happening now; the institutional Church knows it as well. That's why they are grabbing as much money from the old Catholics as they can before they die. But it is their last hurrah. Dying patients, people on life support, eventually die. We are watching the natural death of generations of rotten philosophy, miserable theology and errant morality.

There has ever only been one way to be Catholic and that is faithful. This is what Catholics must understand — do not mourn the destruction — do not look back over your shoulder. Focus on the future by confronting the current disaster, resisting the dissenter at every turn and reclaiming the ancient faith, the Faith of fathers, the Faith of the martyrs.

You are on the winning side because you are on the side of Our Blessed Lord who has allowed these horrors to occur to bring about a greater good. You reclaiming and rebuilding for future generations is that greater good. Welcome to the war. And amen for it. At last, the enemy has been smoked out.

Michael Voris