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domingo, 10 de octubre de 2021

La historia oculta de Traditionis custodes (Diana Montagne)



«Nada hay oculto que no haya de descubrirse, ni secreto que no haya de conocerse y salir a la luz» (Lc.8,17)

A veces, las cosas no son lo que parecen. Y en ocasiones hay dos realidades: una, proclamada oficialmente por los que mandan, y otra que más tarde descubrimos que es la cierta.

Cuando el pasado 16 de julio de este año el papa Francisco promulgó Traditionis custodes imponiendo restricciones a la Misa de siempre, dijo que de acuerdo con los resultados de la reciente consulta de la Santa Sede a los obispos, las normas dictadas por sus antecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI habían sido aprovechadas por algunos que asisten a la Misa Tradicional para sembrar división contra el Concilio.

Con relación al sondeo realizado a los obispos, la carta apostólica dice lo siguiente:«A raíz de la iniciativa de mi venerado predecesor Benedicto XVI de invitar a los obispos a una evaluación de la aplicación del Motu Proprio Summorum Pontificum, tres años después de su publicación, la Congregación para la Doctrina de la Fe llevó a cabo una amplia consulta a los obispos en 2020, cuyos resultados fueron considerados a la luz de la experiencia adquirida en estos años.»

Y añade:«Ahora, en vista de los deseos expresados por el episcopado y habiendo escuchado el parecer de la Congregación para la Doctrina de la Fe, deseo, con esta Carta Apostólica, proseguir aún más en la búsqueda constante de la comunión eclesial. Por ello, he considerado oportuno establecer lo siguiente:

Seguidamente, procede a enumerar las nuevas restricciones a la Misa Tradicional.

Francisco acompañó el decreto de una carta a los obispos de todo el mundo. Empieza por señalar que, al igual que había hecho Benedicto XVI con Summorum Pontificum en 2007, el también quería explicar las razones que lo habían llevado a tomar esa decisión de poner restricciones a la Misa Tradicional.

La primera –dice– fueron los resultados del sondeo que la Congregación para la Doctrina de la Fe había enviado a los obispos de todo el mundo. Explica Francisco:«Encargué a la Congregación para la Doctrina de la Fe que os enviara un cuestionario sobre la aplicación del Motu proprio Summorum Pontificum. Las respuestas recibidas revelaron una situación que me apena y preocupa, confirmando la necesidad de intervenir. Desgraciadamente, la intención pastoral de mis predecesores, que pretendían «hacer todos los esfuerzos para que a todos aquellos que tienen verdaderamente el deseo de la unidad se les haga posible permanecer en esta unidad o reencontrarla de nuevo», ha sido a menudo gravemente ignorada. Una oportunidad ofrecida por san Juan Pablo II y con mayor magnanimidad aún por Benedicto XVI para restaurar la unidad del cuerpo eclesial, respetando las diversas sensibilidades litúrgicas, ha sido aprovechada para aumentar las distancias, endurecer las diferencias y construir oposiciones que hieren a la Iglesia y dificultan su progreso, exponiéndola al riesgo de la división.»

En base a dichos resultados, Francisco llega a la siguiente conclusión:«Es para defender la unidad del Cuerpo de Cristo que me veo obligado a revocar la facultad concedida por mis predecesores. El uso distorsionado que se ha hecho de ella es contrario a las razones que les llevaron a conceder la libertad de celebrar la misa con el Missale Romanum de 1962.»

Más adelante, hace otra alusión a las respuestas al cuestionario:«Respondiendo a vuestras peticiones, tomo la firme decisión de derogar todas las normas, instrucciones, concesiones y costumbres anteriores al presente Motu Proprio, y de considerar los libros litúrgicos promulgados por los Santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, como única expresión de la lex orandi del Rito Romano.»

Como vemos, para Francisco la consulta a los obispos fue fundamental para que tomara la decisión de imponer drásticas restricciones a la Misa Tradicional. Como él mismo dice, lo apenó y preocupó tanto que lo motivó a intervenir, y entonces dispuso que el decreto entrase en vigor inmediatamente.

Nada más publicarse Traditionis Custodes, se desató una ola de especulaciones en torno al sondeo, pero el Vaticano no ha publicado los resultados.

Habla el superior de la Congregación para la Doctrina de la Fe

Cuatro días más tarde, el pasado 20 de julio, el National Catholic Reporter y la revista América Magazine publicaron una entrevista de la agencia Catholic News Service a monseñor Agustin di Noia, secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cual expresó su respaldo a la versión oficial de Francisco. Di Noia insistió en que la carta del Santo Padre a los obispos «acierta de lleno y sin pelos en lengua: el movimiento a favor de la Misa Tradicional ha secuestrado las iniciativas de Juan Pablo II y Benedicto XVI en provecho propio».

Surgen interrogantes

Ahora bien, ¿de verdad Traditionis Custodes refleja la verdadera situación? El sondeo en el cual dice el papa Francisco que basó su decisión, ¿fue una consulta honrada a los obispos de todo el mundo? ¿Podría considerarse honrada esa consulta si parte del contenido de Traditionis Custodes ya había sido propuesto en una reunión plenaria de Doctrina de la Fe a fines de 2020, la cual dio lugar a una consulta que tenía por objeto justificar las decisiones indicadas en el motu proprio? ¿Puede considerarse justa si ha salido a la luz que hubo un informe paralelo elaborado en la propia Congregación, y que fue terminado antes de que ésta recibiese las respuestas de todos los obispos? ¿Y puede considerarse justo que Traditionis Custodes no represente con precisión el minucioso informe principal que la cuarta sección de la Congregación –antigua Ecclesia Dei– preparó para el papa Francisco?

Pasemos revista a lo que acaba de salir a la luz con respecto a cada uno de estos interrogantes.

La sesión plenaria de 2020

Primera pregunta: ¿Es lógico pensar que Traditionis custodes fue fruto del sondeo a los obispos, cuando sabemos que a finales del año pasado se celebró una sesión plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe en la que los cardenales sentaron las bases del motu propio promulgado el pasado 16 de julio?

En la tarde del 29 de enero del año pasado, se celebró una sesión plenaria para hablar de la cuarta sección de Doctrina de la Fe, antes conocida como Pontificia Comisión Ecclesia Dei, a la que el prefecto de la Congregación, cardenal Luis Ladaria SJ, no asistió por sentirse indispuesto.

Antes de proseguir, tengo que decir que muchos creen que monseñor Ladaria era reacio a publicar Traditionis Custodes. Se dice que es un hombre bueno, sumamente discreto, si bien a la hora de la verdad no llegaría a contrariar los deseos del Santo Padre.

En ausencia de monseñor Ladaria, la asamblea estuvo presidida por el secretario de la Congregación, arzobispo Giacomo Morandi. Algunos lectores recordarán que Morandi fue nombrado subsecretario de la Congregación en 2015, antes de que tres funcionarios de ésta fueran destituidos por el cardenal Müller. Cuando se expulsó a Müller en 2017 y se puso en su lugar a Ladaria, Morandi ascendió a secretario.

En la sesión plenaria del 29 de enero del año pasado también estuvieron presentes entre otros algunos miembros de la Congregación, como el Secretario de Estado Vaticano Pietro Parolin; el cardenal italiano Giusseppe Versaldi, prefecto de la Congregación para la Educación Católica; el cardenal Beniamino Stella, a la sazón prefecto de la Congregación para el Clero; los cardenales estadounidenses Sean Patrick O’Malley y Donald Wuerl; el arzobispo italiano Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización; el arzobispo maltés Charles Scicluna, secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe; el cardenal francés Jean-Pierre Ricard y el arzobispo francés Roland Minnerath. El Papa no habría asistido a una reunión como ésta.

Según fuentes solventes, los cardenales Parolin, Ouellet y Versaldi encauzaron el debate según un rumbo determinado.

Para que se hagan una pequeña idea de lo que se habló, un cardenal que está considerado más un acólito que el jefe de una camarilla manifestó alarma ante el hecho de que 13.000 jóvenes se hubiesen inscrito para participar en la peregrinación de Chartres. Afirmó que hay que averiguar qué atrae a esos jóvenes a la Misa Tradicional, y explicó a los presentes que muchos de esos jóvenes tenían «problemas psicológicos y sociológicos». Dado que el cardenal de marras tiene estudios de derecho canónico y psicología, habría tenido más peso su afirmación sobre los problemas psicológicos y sociológicos, sobre todo para los obispos que no están familiarizados con la Misa Tradicional o no tienen relación con círculos tradicionalistas.

Otro cardenal afirmó que, por la escasa experiencia que tenía, sabía que «esos grupos no aceptan las novedades» y «participan sin concelebrar». Por consiguiente, la Congregación debería pedir una «señal concreta de comunión, de reconocer la validez de la Misa de Pablo VI», insistió, y añadió que la situación no podía continuar. Manifestó igualmente preocupación por que esos grupos atraigan a la juventud, y pidió medidas concretas que demuestren que no están fuera de la Iglesia.

Un arzobispo italiano dijo que la Congregación no debería reanudar las conversaciones con la SSPX, porque era un diálogo de sordos. Lamentó que el papa Francisco hubiera hecho concesiones a esa Fraternidad en el Año de la Misericordia y no hubiera recibido nada a cambio.

La reunión, que duró hora y media, concluyó con la siguiente afirmación: «La Tradición es la fe viva de los muertos; el tradicionalismo es la fe muerta de los vivos».

A pesar de la diversidad de observaciones presentadas en dicha sesión plenaria –que, repetimos, duró hora y media–, hubo una sola conclusión en las propuestas finales que se presentaron al Santo Padre. ¿Cuál? Estudiar detenidamente la posible transferencia de competencias de los institutos Ecclesia Dei y otros asuntos gestionados por la Cuarta Sección a otros dicasterios que se ocupen de cuestiones afines: la Congregación para el Culto Divino, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica y la Congregación para el Clero.

En el artículo 6 de Traditionis Custodes, Francisco establece las siguientes normas:Artículo 6. Los institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica establecidos por la Comisión Pontificia Ecclesia Dei pasan a ser competencia de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
Artículo 7. La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, para los asuntos de su competencia, ejercerán la autoridad de la Santa Sede, vigilando la observancia de estas disposiciones.


Téngase en cuenta que el cuestionario se envió seis meses más tarde, en mayo de 2020. Se desconoce quién redactó las preguntas.

Por lo que se ve, la cosa ya se había puesto en marcha en la sesión plenaria de enero.

El informe paralelo

Pasemos a la segunda pregunta: ¿Se puede considerar honrado si ha salido a la luz que hubo un informe paralelo elaborado por el departamento de doctrina de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cual se terminó antes de que llegaran las respuestas de los obispos?

Fuentes confiables confirman que mientras se redactaba el informe principal los superiores de la Congregación encargaron un segundo informe con miras a verificar que el principal reflejaba el sentir de los obispos. Se dice que la Congregación tenía que ocuparse de que el informe principal no llegara a las conclusiones habituales, como por ejemplo que la Misa Tradicional es un elemento positivo en la vida de la Iglesia y cosas así. El segundo informe se presentó por tanto como una especie de segunda opinión para compensar al informe principal.

Conviene recordar que las respuestas llegarían por correo electrónico o normal, o bien a través de nunciaturas apostólicas.

Repasemos la cronología de los acontecimientos: la sesión plenaria antedicha tuvo lugar en enero de 2020. La encuesta se envió en mayo. Los prelados tenían de plazo hasta octubre para responder, pero como es habitual en Roma, las respuestas fueron llegando hasta enero de 2021, y todas fueron recibidas y estudiadas con vistas al informe principal.

Por lo que respecta al informe paralelo, es sabido que se dijo al funcionario encargado de redactarlo que tenía que llegar a unas conclusiones determinadas.

Lo que sí es seguro es que el informe paralelo, que por lo que sabemos se encargó hacia noviembre del año pasado, se entregó antes de Navidad. Ahora bien, en ese momento la Congregación para la Doctrina de la Fe seguía recibiendo y tramitando las respuestas al cuestionario, y continuó hasta enero de este año. Por tanto, el informe paralelo estaba decididamente incompleto, y probablemente también se hizo de modo superficial, teniendo en cuenta la rapidez con que se elaboró, la cantidad de textos a analizar y el hecho de que llegara en cuatro o cinco idiomas.

En definitiva, que se prepararon dos informes. ¿Se escogió como punto de partida de Traditionis Custodes el que más se ajustaba a un proyecto determinado? ¿O quizás los que estaban a cargo, viendo que lo que llegaba a la Congregación no reflejaba o justificaba lo que querían demostrar quienes promovían las restricciones, encargaron un segundo informe y lo terminaron en menos de un mes a fin de disponer de una especie de texto alternativo que presentar al Papa?

No se sabe si Francisco leyó el segundo informe, ni si llegó antes o después que el principal. Guardan el secreto bajo siete llaves.

Eso sí, lo que está trascendiendo, y nos ocuparemos de ello a continuación, es que Traditionis Custodes no recoge ni las premisas ni las conclusiones del detallado informe principal. Surge la pregunta: ¿es que recoge las premisas y conclusiones del otro informe? ¿O podría ser que no recogiera las de ninguno de los dos y lo hubieran preparado de otra forma?

El informe principal

Pasemos a la tercera pregunta: ¿se puede decir con justicia que Traditionis Custodes no representa fielmente el detallado informe principal que elaboró para el Papa la Congregación para la Doctrina de la Fe?

Antes mencioné una entrevista al secretario adjunto de la Congregación, el arzobispo Agustin di Noia, que se publicó el 20 de julio pasado, apenas cuatro días después de la publicación de Traditionis Custodes.

Al insistir en que hablaba como teólogo y no como representante de la Congregación, monseñor Di Noia dio la impresión de distanciarse de la encuesta diciendo que desconocía los resultados. Restó también importancia a la consulta, afirmando: Los motivos del Papa para abrogar las disposiciones anteriores en este sentido no se basan en los resultados del sondeo, pero son resultado del mismo». Está expresado de un modo bastante raro, teniendo en cuenta la explicación que dio el propio Francisco.

Como el artículo se presentó como resumen de correos electrónicos o conversaciones telefónicas, es posible que Di Noia no tuviese el informe en su escritorio mientras conversaba por teléfono o por correo electrónico. Pero como superior de Doctrina de la Fe, es imposible, inconcebible, que no tuviera como mínimo acceso al informe que esa misma congregación había redactado. No hace falta ser Einstein para darse cuenta.

¿Puede alguien decir «como soy teólogo, no conozco los resultados», cuando por ser uno de los superiores de Doctrina de la Fe, habría recibido el texto por adelantado y estado presente cuando se estudió el informe? El borrador del resumen lo vieron algunos miembros de la Congregación.

Dicho sea de paso, el artículo afirma que Francisco «probablemente consultó con el Papa Emérito o al menos le entregó una copia previa del documento». Me han dicho que el artículo que publiqué en The Remnant el pasado 1º de junio, seis semanas antes de la promulgación de Traditionis Custodes, que describía el contendido del primer y tercer borradores, se le había entregado a Benedicto XVI. Una fuente de confianza me dijo después que el Papa Emérito quedó estupefacto. Cuesta, por tanto, creer que se le hubiera consultado en serio.

¿Se entregó a Francisco el informe principal? Según algunas fuentes, durante una audiencia con el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe , cardenal Ladaria, Francisco poco menos que le arrebató el borrador del informe afirmando que quería verlo porque estaba interesado en él. No se sabe si Francisco llegó a leer el informe principal.

Contenido del informe principal a la luz de la consulta

Hasta donde yo sé, el informe principal era muy detallado y se desglosó en varias secciones. Una parte era bastan analítica; presentaba un análisis por diócesis, por países, por regiones y por continentes, e incluía gráficos. Otra parte era un resumen que exponía toda la argumentación, hacía recomendaciones y mostraba tendencias. Y que yo sepa, una parte del informe contenía citas tomadas de las respuestas que habían llegado de las diversas diócesis. Esa compilación de citas se habría incluido para facilitar al Santo Padre una muestra equilibrada de lo que decían los obispos.

En junio indiqué que sólo un tercio de los obispos habían respondido a la encuesta. Se podría objetar que no era una mala muestra, dado que no cabía esperar que muchos países respondieran; por ejemplo, no lo harían aquellos donde se celebra por el rito bizantino u otro oriental.

En las zonas en que la Misa Tradicional está más extendida (por ejemplo Francia, EE.UU. y el Reino Unido) la situación es muy favorable. La Congregación para la Doctrina de la Fe recibió un 65 a 75% de respuestas de estos países, y de ese porcentaje, más del 50% eran favorables. Esto se habría reflejado en el informe principal.

En el informe final se recogería también que la Misa Tradicional da abundantes buenos frutos en esas zonas.

¿Qué conclusión habría sacado del informe una persona sensata? Que una mayoría razonable de obispos, con diferentes palabras y expresado de diversas formas, enviaría en esencia el siguiente mensaje: «Summorum Pontificum está bien. No hay que tocarlo». Desde luego, esto no lo habría dicho así el 80%. Pero más del 35% de los prelados habría respondido: «No hace falta cambiar nada, dejémoslo como está». Además, otro tanto porcentaje de obispos habría dicho: «En principio no hay que cambiar nada, pero yo recomendaría una o dos cosas, tal vez que los obispos intervengan más». Algunos de los propios obispos que dieron las respuestas más favorables hicieron comentarios y sugerencias así.

En conjunto, vemos que entre más del 60% y dos tercios de los mitrados habrían estado de acuerdo en seguir con el mismo rumbo, quizá con alguna modificación. En esencia, el mensaje era dejar tranquilo el Summorum Pontificum y seguir aplicándolo de forma prudente y sensata.

El informe principal hablaba de aspectos en que se podría mejorar, como por ejemplo dar más formación en los seminarios. Algunos obispos hablaron de la necesidad de más formación en el Rito Extraordinario, así como de una buena liturgia en general. Algunos habrían mencionado la necesidad de usar más el latín. Y por el contrario, observamos que en Traditionis Custodes se decreta todo lo contrario.

Hasta donde yo sé, lo que pasó en realidad fue que todo lo que era accesorio en el informe principal se presentó como un problema grave que se exageró más allá de toda proporción. Por ejemplo, la cuestión de la unidad. Por lo que decían los obispos, esa falta de unidad se daba por ambas partes, no sólo en los grupos tradicionalistas.

Algunos obispos, aunque ellos mismos no celebrasen la Misa Tradicional, dijeron alegrarse de los que fieles tuvieran adonde dirigirse. Que dejando de lado las manías que pudieran darse en los círculos tradicionalistas –así como, por no decir más, en otros ambientes–, esos grupos suelen estar integrados por matrimonios jóvenes con muchos niños. Rezan, contribuyen a las necesidades económicas de la parroquia y tienen una participación muy activa en la vida parroquial y diocesana. Están bien formados y aprecian la buena música. Comentarios muy positivos.

Una vez más, por lo que respecta a la formación en los seminarios, algunos obispos dijeron que les gustaría que el Rito Extraordinario tuviera más presencia en los seminarios y entre los sacerdotes jóvenes, pero que no pueden hacer más porque los sacerdotes de más edad, sobre todo los que vivieron la transición del preconcilio al postconcilio, desatarían el caos en la diócesis. Los sacerdotes mayores verían algo en lo que habían tenido mucha participación y que se les presentaba como una victoria arrebatado por los sacerdotes más jóvenes con el apoyo del obispo, que apoyaría más la tradición que al objeto mismo de la victoria. Estas respuestas, aun siendo un pequeño porcentaje, no se limitan a ubicaciones concretas.

No deja de ser interesante que algunos obispos asiáticos dijeran que el latín es problemático porque procede de otra zona geográfica, lo cual es muy comprensible. Dijeron a la Congregación para la Doctrina de la Fe: «Nos gustaría que Roma mandase a alguien que pudiera enseñar a nuestros sacerdotes a celebrar por el Rito Extraordinario. En nuestros seminario no podemos porque nuestros sacerdotes no saben latín ni saben celebrarlo. Nos gustaría mucho poderlo celebrar, porque fomenta la oración y la devoción». Pero todo eso se hizo humo y no se mencionó en Traditionis Custodes.

Es evidente que algunos obispos enviaron comentarios negativos, pero fuentes confiables aseguran que ni las respuestas ni el informe principal eran en general negativos.

Me dicen que lo verdaderamente trágico es la situación en Italia. En muchas diócesis alejadas de ciudades como Roma, Milán, Nápoles, Génova y tal vez algunas más Summorum Pontificum no se ha llegado a poner en práctica, o si acaso muy poco. Y sin embargo, muchos obispos que no saben cómo se ha puesto en práctica Summorum Pontificum dieron respuestas ideológicas como (lo digo parafraseando): «Esto no puede ser. No refleja el Concilio».

Hay incluso motivos para creer que a algunos obispos italianos se les dijo lo que tenían que responder. En ese país hay cerca de 200 prelados que representan posturas muy variadas. Proceden de lugares, seminarios y universidades muy diversos, y su formación sacerdotal ha variado igualmente mucho. Sin embargo, muchos respondieron con la misma frase exacta: Tornare al regimén precedente di Summorum Pontificum, volver a lo de antes de Summorum Pontificum. Es bastante raro que obispos que no tienen verdadera experiencia en su diócesis del Rito Extraordinario digan lo mismo.

No sólo eso; en el artículo que mencioné al principio, el arzobispo Di Noia dijo: «Eso que se ha descontrolado y convertido en un movimiento, sobre todo en EE.UU., Francia e Inglaterra» (en realidad, en esos países la Misa Tradicional no está descontrolada, sino simplemente más extendida). Pero como Traditionis Custodes proporciona los medios para dominar esa situación descontrolada, según Di Noia, cabría pensar que los prelados de esos países se habrían apresurado a aplicarlo con la más rigurosa de las interpretaciones. Es de suponer que habrían aprovechado que era de aplicación inmediata, pero eso no ha sucedido; entonces, ¿dónde está el descontrol?

Ello se ha reflejado en la reacción de los obispos después de la promulgación del motu proprio. La reacción inmediata de muchos ha sido decretar que todo siga tal como está mientras se estudia, debate, etc. En aquellos lugares en que los obispos ya se oponían al Rito Extraordinario, decidieron ser más papistas que el Papa y prohibirlo. Pero la mayoría han dicho que van a garantizar la atención pastoral de los fieles de la Misa Tradicional, lo cual concuerda con lo que respondieron los prelados a la encuesta. Es más, cuando se promulgaron esos decretos, reflejaban la manera en que se habían expresado los obispos.

Como ya habrá comprendido el lector, lo fundamental es que las premisas y las conclusiones de Traditionis Custodes no coinciden con lo que recomendaba o revelaba el informe principal. Una fuente dijo: «Lo que realmente les interesaba era acabar con la Misa de siempre, porque la odian».

Como dije, hasta donde yo sé, una parte del informe contenía extractos de las respuestas que llegaron de las diversas diócesis. Estas tenían por objeto facilitar al Santo Padre una muestra representativa de respuestas, y se desgajaban en varias categorías, como «evaluaciones negativas sobre la actitud de algunos fieles», «el aislamiento de la comunidad», una sección muy breve titulada «falta de interés del Rito Extraordinario para los fieles»; «necesidad y relevancia pastoral del Rito Extraordinario», «los que gustan del Rito Extraordinario»; una larga sección de citas sobre la importancia del Rito Extraordinario para la unidad de la Iglesia; «importancia litúrgica, teológica y catequética del Rito Tradicional; «importancia histórica del rito tradicional»; «influencia de los ritos extraordinario y ordinario»; «influencia del Rito Extraordinario en los seminarios y centros de formación»; y una larga sección final de propuestas de cara al futuro. De las citas incluidas se desprende que en las respuestas no doraron la píldora. Examinemos una breve selección de algunas tomadas de las diversas categorías.

Valoraciones negativas de la actitud de algunos fieles

En un sentido negativo, el Rito Extraordinario puede fomentar una actitud de superioridad entre los fieles, pero a medida que se ha ido extendiendo ese rito esa actitud ha ido disminuyendo (un obispo de Inglaterra, respuesta a la tercera pregunta).

No veo ningún aspecto negativo en el Rito Extraordinario en sí. Cuando hay actitudes negativas, son cosa de algunos que tienen opiniones muy marcadas en un sentido u otro con relación a esta forma de celebrar. Cuando obedece a razones ideológicas y no al interés en el bien pastoral de la Iglesia, se produce conflicto y división. Repito: es algo extrínseco al uso del Rito Extraordinario (un obispo de EE.UU., en respuesta a la tercera pregunta).

Algunos fieles tienden a entender el Rito Extraordinario como la única Misa verdadera, pero yo creo que eso se debe a que a esas personas las han marginado o considerado raras. Si se intentara regularizarlo lo más posible, esas ovejas se sentirían guiadas, serían muy fieles (un obispo de Inglaterra respondiendo a la tercera pregunta).

En sí, todos los aspectos del Rito Extraordinario son positivos: es un gran regalo para todos poder conocerlo y asistir a su celebración. Los aspectos negativos sólo se dan en la medida en que quienes celebran o asisten son personas desequilibradas o ideologizadas (un obispo de Italia en respuesta a la tercera pregunta).

La división y la discordia no tienen su raíz en el uso del Rito Extraordinario, sino en la percepción de quienes asisten. Se atribuyen a los fieles motivaciones y tendencias que no existen en modo alguno (un obispo de Estados Unidos en respuesta a la tercera pregunta).

Falta de interés en el Rito Extraordinario por parte de los fieles

En ocasiones el rito no se ha usado para el bien de las almas sino para atender a los gustos personales del presbítero (un obispo de Italia en respuesta a la cuarta pregunta).

Necesidad y conveniencia pastoral del Rito Extraordinario

La oferta actual de misas y celebraciones según el Rito Antiguo satisface las necesidades pastorales de los fieles. Algunos conflictos que surgieron al principio con la Misa Tradicional se han resuelto en los últimos años (informe conjunto de la Conferencia Episcopal Alemana en respuesta a la primera pregunta).

El Rito Extraordinario proporciona a los fieles un contexto para cultivar la santidad mediante la celebración eucarística que profundiza su relación con Cristo y con el prójimo de un modo acorde con su sensibilidad. Lo mismo se podría decir de quienes crecen espiritual y eclesiásticamente con una formas más contemporáneas de celebrar (un obispo de EE.UU. en respuesta a la tercera pregunta).

La atracción que ejerce el Rito Tradicional es a la vez una reacción a una forma que deja que desear en la celebración del Rito Ordinario y un deseo concreto de la liturgia latina (un obispo de EE.UU. en respuesta a la novena pregunta).

Los que se sienten atraídos por el Rito Extraordinario

Este movimiento atrae a muchas familias jóvenes que se sienten a gusto con esta liturgia y con las actividades centradas en ella. A mí me parece que la diversidad es buena para la Iglesia, y el cada vez menor número de asistentes no debería generar una uniformidad de fines sí o sí. Este rito nutre espiritualmente a muchos. Hay un sentido de lo sagrado que resulta agradable y orienta hacia Dios (un obispo de Francia en respuesta a la tercera pregunta).

Las misas tradicionales de nuestra diócesis atraen a bastantes familias devotas. Algunos de los padres enseñan a sus hijos en casa, y otros los matriculan a colegios católicos. Esas familias aceptan muchos de los principios que promueve el Concilio, entre ellos la importancia de cultivar la iglesia doméstica y la llamada universal a la santidad (un obispo de EE.UU. respondiendo a la tercera pregunta).

Una buena cantidad de jóvenes fervorosos consideran que el Rito Extraordinario –no de forma exclusiva– los nutre. Que se celebre sin problemas el rito permite que algunos jóvenes (lo cual además es propio de su generación) se sientan llamados al sacerdocio y confían en su diócesis (un obispo francés en respuesta a la octava pregunta).

Importancia del Rito Extraordinario para la paz y unidad de la Iglesia

Con la prudente dirección del ordinario, el Rito Extraordinario hace posible que muchos católicos puedan rezar conforme a sus deseos y terminado con los conflictos de antes. No causa problemas y debe continuar tal como está (un obispo de Inglaterra respondiendo a la novena pregunta).

El aspecto más positivo del Rito Extraordinario es que ya no hay camarillas que exijan la Misa Tradicional. El misterio eucarístico se ha liberado de una división ideológica que hacía mucho daño. Esto ha ayudado mucho a entender la unidad de la Iglesia, que se centra en la Eucaristía (un obispo de Francia, en respuesta a la tercera pregunta).

Creo que sería sumamente beneficioso para toda la Iglesia que la Santa Sede siguiera apoyando a los fieles católicos que siguen el Rito Extraordinario. Aun en general, promover auténticas diferencias de pensamiento y expresión es provechoso para la Iglesia universal. Viene muy bien que en la Congregación para la Doctrina de la Fe haya un departamento especializado en él para cuando haga falta añadir o aclarar algo. De conformidad con la normativa universal, nuestra archidiócesis ha entablado diálogo con dirigentes nacionales y locales de la FSSPX. Yo diría que este avance ha sido posible gracias a Summorum Pontificum y a las comunidades que ha fomentado (un obispo de EE.UU., en respuesta a la novena pregunta).

Yo diría que muchos que se habían sentido separados de la Iglesia y habían acudido a comunidades extraeclesiales se sintieron bien recibidos de vuelta en el cuerpo de la Iglesia gracias a Summorum Pontificum (un obispo de EE.UU., en respuesta a la tercera pregunta).

Importancia litúrgica, teológica y catequética del Rito Extraordinario

Yo mismo he celebrado ordenaciones sacerdotales según el rito antiguo, si bien no es lo que hago habitualmente, y he podido apreciar su riqueza, belleza y profundidad litúrgica (un obispo de Francia, respondiendo a la tercera pregunta).

No sería difícil afirmar que, de realizarse una encuesta, el 100% de los que asisten al Rito Extraordinario crean en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, mientras que entre los que asisten más que nada al ordinario se ha visto que el porcentaje es considerablemente más bajo (un obispo de EE.UU., en respuesta a la tercera pregunta).

Influencia del Rito Extraordinario en el Ordinario

A pesar de que el Rito Extraordinario no está muy extendido, ejerce una influencia muy positiva en el Ordinario; yo lo resumiría afirmando que aumenta la devoción, la reverencia (un obispo de Estados Unidos, en respuesta a la novena pregunta).

El Rito Ordinario y el Extraordinario son dos formas de entender la Eucaristía, la eclesiología, el sacerdocio bautismal y el sacramento del Orden (por no mencionar más que las diferencias teológicas más evidentes). De intentarse adoptar elementos del Extraordinario daría un mensaje incoherente a los fieles (un obispo de Japón, en respuesta a la quinta pregunta).

Dos párrocos que aprendieron celebrar el Rito Extraordinario han introducido la celebración ad orientem en algunas o todas sus misas, y la acogida entre los fieles ha sido buena, habiéndoseles catequizado primero para ello. Además, algunos de nuestros sacerdotes tienen ahora más cuidado con la Hostia consagrada, y lo mismo han reinstaurado el uso habitual de la patena y tienen más cuidado mientras celebran (un obispo del Caribe, en respuesta a la quinta pregunta).

Propuestas y perspectivas de cara al futuro

Hasta ahora ha valido la pena. Por motivos pastorales, debería seguir (informe conjunto de la Conferencia Episcopal Alemana, en respuesta a la novena pregunta).

Si no fuera por el Rito Extraordinario, me temo que muchos abandonarían la Iglesia (un obispo de EE.UU., respondiendo a la tercera pregunta).

Los movimientos eclesiales, como los asociados a la Misa Tradicional, tienen mucho futuro para renovar la Iglesia (…) Al mismo tiempo, los movimientos eclesiales son también susceptibles de descarriarse y crear una especie de Iglesia paralela adoptando actitudes elitistas de creerse los únicos católicos. Es lo que pasa cuando se las deja solas. Dicho de otro modo: sólo podrán renovar la Iglesia si la jerarquía participa con ellos permitiendo que se desarrollen según guíe el Espíritu pero sin perder la comunión con la Iglesia. Cuando quienes integran esos movimientos se sienten provocados o marginados por sus pastores pueden apartarse y resentirse; ahora bien, si les parece que sus pastores están con ellos y los orientan, pueden llegar a ser medios muy valiosos de evangelización (un obispo de EE.UU., en respuesta a la novena pregunta).

Yo diría que la mejor actitud hacia el Rito Extraordinario debería ser la de la escuela de Gamaliel: «Si esto es de origen humano, quedará en nada, pero si viene de Dios, no podréis acabar con ello; no vaya a ser que terminéis luchando contra Dios» (Hch.5,38-39) (ídem).

Pídase a los sacerdotes que celebran el Rito Extraordinario que aprendan a celebrar el Ordinario y lo hagan en celebraciones multitudinarias en presencia del obispo, así como que celebren en parroquias (un obispo de Francia, respondiendo a la novena pregunta).

En conciencia, tengo que reconocer que es más necesario y urgente que nunca replantearse las decisiones (un obispo de Italia, respondiendo a la novena pregunta).

Tengo la impresión de que toda intervención explícita podría hacer más mal que bien; de confirmarse la vía emprendida por el motu proprio, la reacción de perplejidad de los clérigos cobrará más intensidad; si se deniega al motu proprio, la reacción de disenso y resentimiento en los cultores de la Misa Tradicional se hará más intensa (un obispo de Italia, en respuesta a la novena pregunta).

No me parece conveniente abrogarlo ni limitarlo con nuevas normas para no suscitar nuevos enfrentamientos y conflictos, porque daría a entender que no se respeta a las minorías y sus sensibilidades (un obispo de Italia, en respuesta a la novena pregunta).

Conclusión

¿Y ahora qué? No es fácil saberlo. Algunos han propuesto que en un futuro podría publicarse una instrucción sobre la aplicación de Traditionis Custodes, tal vez antes de Navidad, pero todavía no se sabe qué va a pasar.

Nos hemos acostumbrado a que la Santa Sede apoye la paz litúrgica de la Iglesia, pero no podemos darlo por sentado. En conclusión, aconsejamos:

1. Los sacerdotes, los grupos estables y las personas en particular deberían abstenerse de toda correspondencia con la Santa Sede. Los seguidores de la Misa Tradicional deberán evitar asimismo dar la impresión de que son soldados de su diócesis o parroquia, siempre descontentos y protestando. El ideal es no perder la Misa Tradicional como forma habitual de oración. Y por ser hijos del Padre Celestial, debemos rezar por la jerarquía. Es nuestro deber.

2. Los sacerdotes diocesanos deberán seguir celebrando misas privadas, dado que el Misal de 1962 no ha sido abrogado.

3. Los obispos, a los que el Santo Padre ha confiado la misión de salvaguardar la Tradición, deberán evaluar si la puesta en práctica de Traditionis Custodes sería realmente beneficiosa para su grey. Podrían comprender que lo que inspiró al Papa es muy diferente de la situación en su diócesis, y obrar en conformidad.

Hoy se cumplen 450 años de la batalla de Lepanto (1571), con la victoria de la Liga Santa (alianza de naciones católicas para derrotar a los turcos) sobre la flota del Imperio Otomano. Fue la mayor batalla naval de la historia occidental desde la antigüedad. El papa San Pío V (1504-1572), que convocó la Liga Santa, hizo dio tanta importancia al poder del Rosario como a Liga Santa. Es conocido también por la labor que realizó con el Concilio de Trento, por codificar el Rosario y por promulgar en 1570 el Misal Romano y la bula Quo primum, por la que este santo pontífice quiso impedir que nadie cambiase la Misa. En la batalla de Lepanto, lo único que impidió la inevitable destrucción de Europa fueron los hombres de la Cristiandad que respondieron a la llamada de la Iglesia y estuvieron dispuestos a rezar el Rosario para defender a la Europa católica. ¡Que hoy se alcen también esos hombres en defensa de la liturgia romana tradicional, y sea la victoria para Nuestra Señora!

Diana Montagne

Traducido por Bruno de la Inmmaculada. Artículo original