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viernes, 6 de junio de 2014

La vía de los hechos: Continúa la selectividad misericordiosa: Franciscanas de la Inmaculada (11 de 17) [Sandro Magister]

NOTA: El índice de las 17 entradas sobre "La vía de los hechos" se ha introducido cuatro años después. Puede accederse a él, directamente, pinchando aquí.


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16. (continuación) Digamos alguna cosa más acerca de este tema, que nos deja atónitos, de la misericordia selectiva. En este blog ya se ha dicho algo acerca de los Franciscanos de la Inmaculada. Pinchar aquí  y aquí

Mucho han rebuscado en los Franciscanos de la Inmaculada, a los que querían poner en la picota. Y muy poco es lo que han encontrado (si es que se puede decir que hayan encontrado algo): ni abuso de menores, ni escándalos sexuales, ni desfalco de dinero, ni abusos litúrgicos. El único motivo es éste: "criptolefebrismo y deriva tradicionalista". Según el comisionado padre Volpi hay un cierto rechazo del Concilio Vaticano II. 


Y yo me pregunto: aun cuando así fuera, ¿no resultan desproporcionadas, arbitrarias y contrarias a la caridad cristiana, las medidas tomadas por el padre Volpi y por la Congregación para los religiosos, prohibiéndoles a todos ellos celebrar la Santa Misa tradicional, incluso de forma privada? Se utiliza la Liturgia Sagrada como un arma de castigo, y se les discrimina frente al resto de católicos, privándoles de un derecho, pues la misa tradicional nunca ha sido abrogada. Puede leerse lo que he escrito sobre ello en este blog. El papa Benedicto XVI lo expresó, con toda claridad, en su Carta Apostólica en forma de Motu Proprio el 7 de julio de 2007. Escribo aquí los tres primeros artículos: 


Art. 1.- El Misal Romano promulgado por Pablo VI es la expresión ordinaria de la «Lex orandi» («Ley de la oración»), de la Iglesia católica de rito latino. No obstante, el Misal Romano promulgado por san Pío V, y nuevamente por el beato Juan XXIII, debe considerarse como expresión extraordinaria de la misma «Lex orandi» y gozar del respeto debido por su uso venerable y antiguo. Estas dos expresiones de la «Lex orandi» de la Iglesia en modo alguno inducen a una división de la «Lex credendi» («Ley de la fe») de la Iglesia; en efecto, son dos usos del único rito romano.
Por eso es lícito celebrar el Sacrificio de la Misa según la edición típica del Misal Romano promulgado por el beato Juan XXIII en 1962, que nunca se ha abrogado, como forma extraordinaria de la Liturgia de la Iglesia. Las condiciones para el uso de este misal establecidas en los documentos anteriores«Quattuor abhinc annis» y «Ecclesia Dei», se sustituirán como se establece a continuación.

Art. 2.- En las Misas celebradas sin el pueblo, todo sacerdote católico de rito latino, tanto secular como religioso, puede utilizar tanto el Misal Romano editado por el beato Papa Juan XXIII en 1962 como el Misal Romano promulgado por el Papa Pablo VI en 1970, en cualquier día, exceptuado el Triduo Sacro. Para dicha celebración, siguiendo uno u otro misal, el sacerdote no necesita permiso alguno, ni de la Sede Apostólica ni de su Ordinario.

Art. 3.- Las comunidades de los Institutos de vida consagrada y de las Sociedades de vida apostólica, tanto de derecho pontificio como diocesano, que deseen celebrar la Santa Misa según la edición del Misal Romano promulgado en 1962 en la celebración conventual o «comunitaria» en sus oratorios propios, pueden hacerlo. Si una sola comunidad o un entero Instituto o Sociedad quiere llevar a cabo dichas celebraciones a menudo o habitualmente o permanentemente, la decisión compete a los Superiores mayores según las normas del derecho y según las reglas y los estatutos particulares.
Y concluye con las siguientes palabras:


Todo cuanto hemos establecido con esta Carta Apostólica en forma de Motu Proprio, ORDENAMOS que se considere «establecido y decretado» y QUE SE OBSERVE DESDE EL 14 DE SEPTIEMBRE DE ESTE AÑO, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, SIN QUE OBSTE NADA EN CONTRARIO.

Dado en Roma, en San Pedro, el 7 de julio de 2007, tercer año de mi Pontificado. BENEDICTUS PP. XVI

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Si todo esto está escrito con esa rotundidad en forma de mandato, ¿cómo se entiende esa condena a los Franciscanos de la Inmaculada por parte del papa Francisco? Lo que, además, es más grave si se tiene en cuenta que no se toma ninguna medida contra otros religiosos o sacerdotes que defienden el aborto, el matrimonio homosexual, el sacerdocio femenino y que incluso ignoran, niegan o convierten en metáforas dogmas como la presencia real en la Eucaristía, la Resurrección o la Inmaculada Concepción, y alteran la liturgia a mala fe provocando escándalo en los fieles (en contra del Concilio Vaticano II y de todos los demás concilios). "MISERICORDINA", pues, para los herejes, los psicópatas y todos los que son extraños y enemigos de la fe y "CASTIGALINA" inmisericorde contra los Franciscanos de la Inmaculada, por ser fieles a la Tradición de la Iglesia. Esto es totalmente incomprensible. Pero es lo que está ocurriendo. 

Recojo a continuación algunas ideas y también algunos "párrafos literales" que he tomado de un artículo de Sandro Magister:


Algunos preveían que el papa Francisco no habría de desviarse de la línea de su predecesor. No es eso lo que ha ocurrido. Poco antes del viaje del papa Francisco a Brasil, con la aprobación explícita del mismo Papa, fue emitido un Decreto por la Congregación Vaticana respecto a los Religiosos. El Decreto tiene fecha del 11 de julio del 2013, el número de protocolo 52741/2012 y las firmas del Prefecto de la Congregación, el cardenal Joao Braz de Aviz, focolar, y del secretario de la misma, el arzobispo José Rodríguez Carballo, franciscano.

En este Decreto se instituye un comisario apostólico – que, en este caso, ha sido el fraile capuchino Fidenzio Volpi – al frente de todas las comunidades de la Congregación de los Hermanos Franciscanos de la Inmaculada, lo que no deja de ser asombroso, porque los Franciscanos de la Inmaculada son una de las más florecientes comunidades religiosas nacidas en las últimas décadas en el interior de la Iglesia Católica, con ramas masculinas y femeninas, con numerosas y jóvenes vocaciones, difundida en varios continentes y con una misión también en Argentina, que se reivindican a sí mismos como fieles a la Tradición y en pleno respeto al Magisterio de la Iglesia


Tan cierto es esto que en sus comunidades celebran Misas tanto en rito antiguo como en rito moderno, aplicando el espíritu y la letra del Motu Proprio "Summorum pontificum", de Benedicto XVI. Lo que más sorprende  de dicho Decreto  del 11 de julio de 2013 son los últimos renglones:

" ... el Santo Padre Francisco ha dispuesto que cada uno de los religiosos de la Congregación de los Frailes Franciscanos de la Inmaculada está obligado a celebrar la liturgia según el rito ordinario y que, eventualmente, el uso de la forma extraordinaria (Vetus Ordo) deberá ser explícitamente autorizada  por las autoridades competentes, para cada religioso y/o comunidad que lo pida".

Pero este Decreto va en contra de lo que se decreta en el motu proprio de Benedicto XVI  que, para la celebración de la Misa en rito antiguo “sine populo” no exigen ningún pedido previo de autorización, como se ha leido más arriba ¿Es posible actuar así teniendo en cuenta que el Motu Proprio de Benedicto XVI está dado en forma preceptiva y obligatoria, sin que obste nada en contra? En principio
contra un Decreto de una Congregación Vaticana es posible presentar un recursoPero si el Decreto es aprobado específicamente por el Papa, como parece ocurrir en este caso, el recurso no es admitido. Tenemos aquí a un Papa contradiciendo al anterior Papa en algo que ha sido promulgado en forma de mandato. No hay palabras.

Resulta, pues, que los Franciscanos de la Inmaculada, como obedientes que son, se atuvieron a la prohibición de celebrar la Misa según el Rito Extraordinario a partir del domingo 11 de agosto de 2013. Yo me pregunto: ¿Tendrían que haber obedecido? ¿No está ahí el motu proprio del papa Benedicto XVI, que es muy claro y, según el cual, no puede obstar nada en contra de lo que Él dijo? 


Imagino que los FI se habrán puesto en manos de la Providencia Divina que, a veces, nos prueba con fuerza y de modo incomprensible para nosotros, para aquilatar nuestra fe. Pues el ataque que experimentan les viene directamente nada menos que de la Cabeza Visible de Cristo en la Tierra. Y eso es muy difícil de asimilar ... a menos que estemos ya muy cerca de los últimos tiempos. Yo no le encuentro otra explicación.

La pregunta ahora surge inmediata: ¿
qué sucederá en el resto de la Iglesia? Porque lo que ha aparecido como una excepción, podría convertirse en regla, lo que es muy preocupante. No deja de llamar fuertemente la atención el hecho de que el Concilio Vaticano II que aparece y se presenta a sí mismo como Concilio no-dogmático, y exclusivamente pastoral; y, sin embargo, obliga a una adhesión dogmática. Eso es contradictorio; porque, además, resulta que hay algunos puntos del Concilio Vaticano II que difícilmente pueden conciliarse con la fe católica de siempre, cuales son los referentes al Ecumenismo (tal como se le entiende en la actualidad), la libertad religiosa y el diálogo interreligioso. Posiblemente sería necesario un nuevo Concilio que pusiera las cosas en su sitio, aunque esto es difícil que suceda dada la gran apostasía que se está produciendo en el seno de la misma Iglesia. 


Como he dicho ya en varias ocasiones, la Iglesia Católica no comenzó hace cincuenta años, con el Concilio Vaticano II, sino que tiene una Tradición de dos mil años; y ésta no puede ser cambiada (en lo esencial) por ningún Papa, so pena de caer en herejía, con lo que sería depuesto, entonces, como Papa (siempre, claro está, que eso pudiera demostrarse y que, además, caso de ser verdad, el Papa no se retractara de su herejía)


Como he dicho en el post anterior, ahora les toca el turno a las Franciscanas de la Inmaculada. Hay un artículo sobre esto, muy interesante, de Roberto de Mattei que puede leerse pinchando aquí. (Aunque el original está en italiano, se puede entender con facilidad; suele haber un programa traductor proporcionado por el mismo Sistema Operativo del ordenador, que transforma unos idiomas en otros, según el requerimiento del usuario. Evidentemente, la traducción deja siempre mucho que desear, pero algo ayuda)

Siempre he pensado -y sigo pensando- que la caridad, rectamente entendida, comienza por la propia casa. ¿Misericordia para con los de fuera? Por supuesto que sí, siempre que se trate de verdadera misericordia, aquella que ama la verdad. No, si se trata de misericordia con connotaciones de tipo político, porque no sería auténtica misericordia, sino otra cosa. O
ímos y vemos continuamente lo importante que es el diálogo (¿?) con judíos y musulmanes, dándoles besos y fundiéndose con ellos en un abrazo, etc... pero no se les recuerda, por ejemplo, que están matando miles de cristianos todos los días ... Bueno es el abrazo si se basa en la verdad; si de lo que se trata es de evangelizar y llevar el mensaje de Jesucristo a todos. Pero ¿es éste el caso? Mucho me temo que no. 


San Pablo, gran evangelizador, escribía a los corintios en estos términos: "No os unzáis a un mismo yugo con los infieles. Porque ¿qué tiene que ver la justicia con la iniquidad? ¿O qué tienen de común la luz y las tinieblas? ¿Y qué armonía cabe entre Cristo y Belial? ¿O qué parte tiene el creyente con el infiel? ¿Y cómo es compatible el templo de Dios con los ídolos?" (2 Cor 6,14-16). Y la palabra de San Pablo es palabra del Espíritu Santo, es palabra de Dios, que nos indica lo que debemos hacer y cómo debemos proceder. No existe esa fraternidad universal que se pretende utópicamente y en contra, además, de la voluntad de Dios, pues sólo en Jesucristo, y dentro de la Iglesia por Él fundada, es posible la salvación. Ésto es lo que se debe de enseñar, sin avergonzarse de ser cristianos, aunque nos juguemos en ello la vida. Así Cristo nos reconocerá como suyos.

Ya se lamentaba el Señor, en su tiempo, de que "los hijos de este mundo son más sagaces en lo suyo que los hijos de la luz" (Lc 16,8), palabras que hoy en día tienen aún mayor actualidad que cuando fueron pronunciadas. ¿Cómo es posible que haya división interna en la Iglesia y que lo que importe sea el estar bien con el mundo? En el caso del papa Francisco, ya no se trata de una mera apariencia de preferencias, sino de una sincera y abierta simpatía hacia los judíos y musulmanes a quienes gustosamente llama hermanos. Aunque tal sentimiento vaya acompañado, por inexplicable paradoja, de una extraña repulsa hacia los católicos que se empeñan en ser fieles a la Tradición de la Iglesia (A. Gálvez). 

Abrazos, diálogo, comprensión, misericordia para los de fuera. Expulsiones, censuras, excomuniones, prohibiciones de celebrar la misa, etc... reservados a aquellos que permanecen fieles en la fe de la Iglesia de veinte siglos. Ésta es, por desgracia e incomprensiblemente, la política que se está siguiendo hoy en el seno de la Iglesia. Y, sin embargo, dice San Pablo, muy claramente, que "si alguno no cuida de los suyos, y especialmente de los de su casa, ha renegado de la fe y es peor que un infiel" (1 Tim 5,8) ... ¡palabras muy fuertes! Y con respecto a hacer el bien también lo dice igual de claro: "Mientras disponemos de tiempo, hagamos el bien a todos, pero especialmente a los hermanos en la fe" (Gal 6,10). ¿Por qué importa tanto a los cristianos el pensamiento del mundo? Eso va en contra del espíritu del Evangelio: "¿Busco yo acaso el favor de los hombres o de Dios? ¿O es que deseo agradar a los hombres? Si aún tratara de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo" (Gal 1,10). Hoy, de un modo más o menos disimulado, se está produciendo paulatinamente, aunque cada vez con mayor fuerza, un rechazo hacia todo lo que "huela" a sobrenatural, un rechazo de la Tradición multisecular de la Iglesia; e inexplicablemente -humanamente hablando- la apertura a un mundo que nos odia y con el cual tendemos cada vez más a confundimos.  

En esta perspectiva sólo nos queda rezar y confiar en Dios, manifestado en Jesucristo, cuyas palabras siempre producen en nosotros la verdadera paz, la que Él da (no la que da el mundo). Y tenemos, además, la seguridad de la victoria. No estamos solos. Sus palabras se cumplirán. Y todo lo que nos ocurra será siempre para nuestro bien. No tenemos más que leer el Evangelio para comprobar que esto es así... y Dios no se puede equivocar: "Os he dicho esto para que tengáis paz en Mí. En el mundo tendréis sufrimientos, pero confiad: Yo he vencido al mundo" (Jn 16,33) "Sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,  20). "El cielo y la Tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán"  (Mt 24,35). "Sabemos que todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios, de los que son llamados según sus designios" (Rom 8,28).


Con todas estas palabras grabadas en nuestra mente y en nuestro corazón, procedamos, el tiempo que nos quede de vida, sea cual fuere, conforme a estas sanas palabras del Nuevo Testamento: "Estad siempre alegres. Orad sin cesar. Dad gracias por todo, porque eso es lo que Dios quiere de vosotros en Cristo Jesús. No extingáis el Espíritu, ni despreciéis las profecías" (1 Tes 5, 16-20). "Y no os entristezcáis como esos otros que no tienen esperanza" (1 Tes 4,13) 
(Continuará)